Una excursión con cuernos consentidos

Miriam y Toni se van de excursión, pero alguien les "pilla" echando un polvo...

Ya era media tarde y una brisa muy agradable peinaba el bosque que rodeaba el cortijo de mis suegros, en el que cada año vamos con mi mujer y los niños.

  • Una temperatura ideal para ir a hacer una excursión, verdad?- me soltó picarona, Miriam, mi esposa .

Los dos sabíamos que nuestros hijos, adolescentes, no se apuntarían a una excursión, con lo que era nuestra excusa para buscar algún sitio tranquilo y echar un polvete campestre, como ya habíamos hecho en alguna otra ocasión.

Tal como lo teníamos previsto, nadie se apuntó así que empezamos a andar por el monte,

alejándonos de casa de mi suegro.

Los dos nos pusimos ropa ligera : yo llevaba una camiseta y unos shorts sin nada debajo, y mi mujer llevaba un vestido blando de falda corta, muy bonito, con un cordel que rodeaba su cintura por debajo del pecho, y que dejaba la espalda al aire, por lo que pude ver que no llevaba sostén. Sus pechos son grandes por lo que sobresalían ligeramente por los lados de aquél vestido tan veraniego. Me encantaba.

Empezamos a subir el monte que quedaba detrás de nuestra casa. A medio camino, decidimos tomar el atajo de la cascada, un trozo de camino que subía por el antiguo curso del rio. Era un poco empinado, pero había piedras a ambos lados que permitían subir con facilidad. Mi mujer insistió en ir la primera, y pude entender porqué.

Desde abajo sus movimientos me permitieron contemplar que, como sospechaba, no llevaba ningún tipo de ropa interior. Pero no sólo eso: pude ver también que en su culito brillaba el dilatador anal metálico que le regalé en navidad y que aun no habíamos estrenado.

  • Te gustan las vistas? - me preguntó levantando un poco la falda. Su coñito, perfectamente depilado, quedó completamente al aire.

  • Veo que has estrenado tu regalo, - le respondí.

  • Bueno, tal vez serás tu quien lo estrene...

Cuando llevábamos media hora escasa andando, encontramos un claro cerca del cortijo del vecino, pero que quedaba muy resguardado por árboles y arbustos. Miriam cogió la botella de agua de mi mochila y empezó a beber, exageradamente, imitando el anuncio de la Cocacola, y dejando que el agua se escurriera por su vestido. Rápidamente sus pechos quedaron empapados, marcando en el vestido, ahora casi trasparente, dos hermosos pezones erectos.

  • Quiero agua, le dije, cogiéndole un pecho y chupándolo por encima del vestido.

Ella se bajo la tira del brazo derecho y dejando el pecho al aire me respondió :

  • Aquí también ha caído algo.

Le empecé a lamer los pechos hasta que le pedí que levantara los brazos para quitarle el vestido, que tiré en plan striptease, y quedó colgado de la rama de un árbol cercano.

Me empecé a quitar la camiseta mientras mi mujer me quitaba el pantalón y sin más, se puso mi pene, que ya estaba completamente erecto, en la boca. Me senté en una piedra que había usando mi ropa y la mochila de cojín, para no destrozarme el culo mientras mi mujer me hacía una felación de escándalo.

  • Para, o me voy a correr!- le dije. Y es que no podía más, porque no es por decirlo pero mi mujer es una maestra con la boca, la verdad. Sabe hacer garganta profunda y la sensación es brutal.

Con mi orden, dejó de chupármela y se puso apoyada en la piedra, con el culo en pompa, y sacándose el dilatador del culo me dijo :

  • Hoy te dejo elegir agujero.

La visión que tenía era inmejorable. Su culo abierto por el dilatador, y su coño mojado por la excitación.

  • Si tengo que entrar por detrás, primero tendré que lubricarme un poco, no?- le dije poniendo mi pene en la entrada de su rajita...

  • Espera, dijo Miriam, vamos a hacer una cosa...

Sacó su móvil de la mochila y lo colocó apoyado en un árbol. Abrió la aplicación de la cámara y encendió el video para grabar.

  • Quiero inmortalizar éste polvo, dijo morbosamente.

Sus palabras me pusieron a mil. Sabia, porque no era el primer vídeo que nos grabábamos, que muchas veces Miriam compartía nuestros vídeos con sus amigas, que se morían de envidia.

A mi me encantaba porque soy bastante exhibicionista, me pone que me vean desnudo. Y follando ya ni te digo.

Y las amigas de Miriam se morían de envidia porque, mal me está el decirlo, no me puedo quejar con el tamaño de mi pene.

Con la cámara grabando puse la punta del pene en la entrada de mi mujer y empecé a penetrarla desde atrás y poco a poco, como sé que a ella le gusta. Con mi mano derecha, mientras tanto, le acariciaba el clítoris con delicadeza para que se excitara aún más.

Estábamos sólos en el bosque, por lo que mi mujer no se cortaba ni con sus jadeos ni con sus comentarios guarros.

-          Fóllame ya el culo, cabron, que lo tengo abierto para ti, - me soltó. Y no supe rechazar su invitación.

Me situé en la entrada de su culo y escupiendo en mis dedos, unté bien su entrada anal. Mi pene es largo, pero no es excesivamente grueso por lo que poco a poco fue entrando en el culo de mi esposa, que no paraba de jadear.

En estas estábamos cuando oímos la voz de un hombre que decía :

-          Hola? Quién anda ahí?

Miriam tenía el vestido colgado de un árbol, pero lo que era peor, yo tenia mi polla tan insertada en su culo que si la sacaba de golpe nos podíamos hacer mucho daño. No había mucho que hacer.

De la maleza, a los pocos instantes, apareció un hombre de unos trenta y pico años, que se quedó anonadado:

-          Ostras, perdón perdón- dijo sin poder apartar la vista de nuestros cuerpos desnudos y tan íntimamente unidos.

En pocos segundos me había podido salir de mi mujer, que con todo el desparpajo del mundo, en pelota picada y riéndose como una loca, se acercó al joven y le dijo :

  • Hola, soy Miriam, la hija de Mariano, tu vecino. Tú debes de ser el hijo de Mari Carmen, no?

  • Emmm, sí! – dijo, nervioso- sí, soy David, el hijo de mi madre. O sea de madre Carmen… O sea… de …

Miriam le soltó :

  • Tranquilizate, David. Nos has pillado echando un polvo, no enterrando un cadáver!

  • Jajajaaaa…. Sí, ya veo ya!

  • Yo también lo veo, ya! – dije yo, riendo y señalando el paquete de David que luchaba por salir de su pantalón…

  • Mira, David, tengo a mi marido con la polla tiesa y yo a medio polvo. Si no te importa, vamos a seguir follando. Si te la quieres pelar o algo, por favor, estás en tu casa…. de hecho, estamos en tu casa, así que…

Y sin mas, mi mujer se puso delante mío, puso su culo hacia atrás y levantó una pierna para dejar bien visible su entrepierna. Yo le aguanté la pierna para que no se cansara y sin mas preámbulos se la metí en el coño y empecé a embestir.

David, en silencio, se bajó un poco el pantalón y se la sacó. Madre mía que polla tenía el colega. Era un poco más larga que la mia, pero sobretodo era gruesa como ninguna que hubiera visto antes.

A mi mujer se le pusieron los ojos como platos al ver que el tío se la sacudía y aun crecía más. Era como el brazo de un niño pequeño.

No pude más y dije lo que mi mujer y yo estábamos pensando:

  • Tu crees que te entraría esta polla?

Lo dije como susurrándole al oído, pero suficientemente alto como para que David lo oyera.

Mi mujer estaba cachonda perdida, siendo follada mientras aquél mastodonte se masturbaba a medio metro de nosotros.

-          Lo dudo mucho, - me respondió entre jadeos.

-          Pues solo hay una forma de averiguarlo, no?- le respondí yo, sacándosela del coño.

Ella me miró, y me dijo :

  • Estás seguro de esto?

Como respuesta, le coji las mejillas con mis manos y le dí un gran morreo. Luego un besito y le dije :

-          Fóllatelo bien, que te estoy grabando!

Miriam se acercó inmediatamente a David mientras yo cogia la cámara que hasta el momento había grabado todo en plano general. Ella se acercó y sin mediar palabra, se zampo de golpe media polla. Por primera vez en mucho tiempo, vi que mi mujer detenía una arcada. Aquella polla era demasiado incluso para una experta como ella!

La sacudió un poco y puso mi ropa en el suelo a modo de mantel. Se tumbó boca arriba, se abrió de piernas y le dijo a David :

  • Follame inmediatamente que no puedo más!

David se puso encima y aquélla inmensa polla empezó a desaparecer en las entrañas de mi mujer, que chillaba y chillaba como si la estuvieran acuchillando.

-          Joder que polla, Toni, jodér que pollaaaaaa- me gritaba, mirándome.

Yo tenía la polla como un mástil, pero no quería perderme ni un detalle con la cámara, que aquél brutal metesaca.

David estaba concentrado en meterla a una velocidad de espanto, y mi mujer encadenaba los orgasmos uno tras otro. Su coño enrojecido devoraba una y otra vez aquella polla inmensa que, al cabo de un rato, empezó a hacer espasmos. La cara de David no dejaba lugar a dudas: se estaba corriendo dentro de mi esposa.

-          Siiiiii, lléname de leche, cabrooon,- gritó mi mujer.

Ocho, diez, o doce sacudidas después, David cayo exhausto encima de mi esposa Miriam, que lo abrazó, y lo besó con ternura. Sus piernas lo abrazaban también y su polla, ya fláccida seguía dentro de ella, soltando los últimos borbotones de leche.

-          Ha sido brutal, dijo David, sacando su polla de Miriam.

Al sacarla, un hilo de leche empezó a salir del coño de mi esposa.

-          Toma, coge la cámara, le dije a David. Y enfoca bien todo.

Una vez David empezó a grabar, yo me situé entre las piernas de Miriam, y empecé a comerle el coño que no paraba de emanar los fluidos seminales del macho que se la acababa de follar. Mi mujer tuvo otro orgasmo más. Yo me levanté y de pie delante de ella, me empece a masturbar. No duré ni un minuto. Mi corrida fue como una explosión. Toda su barriga y sus tetas estaban llenas de mi corrida.

-          Y corten! Dijo Miriam, riendo y mirando a la cámara, aun tumbada boca arriba.

David apagó la cámara y nos miro. Y me dijo : “Tienes la mejor mujer del mundo. Qué afortunado eres”.

-Lo soy, le respondí, aun con el sabor de su semen en la boca. Realmente lo soy.