Una excitante navidad con mi sobrino Luis

Nuevamente este encuentro con mi sobrino Luis, hizo que este 24 de diciembre fuera el mejor.

Hola a todos, mi nombre es Isabel, tal como lo dice el nik de mi página aquí en TODORELATOS. Últimamente eh publicado mucho sobre mi vida sexual, y aunque pareciera que no tengo otra cosa más que hacer es porque en este mes ha pasado cosas muy excitantes, placenteras, y asquerosas en mi vida. Al menos en este último mes de diciembre. El siguiente relato podría decirse que es una continuación aunque puede tomarse como otra aventura independiente. Depende, si son nuevos si, si ya han leído mis relatos sería una continuidad. Para los que no me conocen, mi edad es de 44 años, complexión delgada, tez blanca y cabello ondulado color negro.

Estos últimos días del mes, y me refiero a lo que fue 24, tuve la gran visita de mi hermana, su esposo, y mi sobrino Luis. Luis es un chico de 19 años, aunque uno diría que tiene entre 25 y 30 años. Al llegar el 23 todo fue normal. Se instalaron en la recámara de huéspedes, charlamos, salimos a que conocieran, ya que ellos son de Monterrey. Durante ese día de su llegada, Luis no dejaba de verme. Aunque al hablar conmigo fui muy indiferente, su mirada decía otra cosa. Por obvias razones yo igual tuve que comportarme así hasta el 24.

La noche buena o más bien la cena se realizó en la casa de mis papás debido a que ya son gente mayor y últimamente ha hecho mucho frío para ellos. Al ser ese día, nos despertamos, desayunamos, ordenamos. Fuimos al súper a comprar lo necesario para la cena y nos fuimos directo a la casa de mis papás. Los saludamos, charlamos y cocinamos. Mi mamá, mis dos hermanas, mi hija y mi sobrina, hija de mi otra hermana preparamos la comida. Los hombres se encargaron de acomodar mesas, sillas, bajar el maletín de cubiertos, entre otras cosas. Comimos ahí con mis padres y al ser las 5 de la tarde, volvimos a la casa para arreglarnos.

Al salir de bañarme, revisé mi closet buscando un vestido ajustado color rojo que había comprado para la ocasión. Lo combiné con unos tacones del mismo color, me puse pulseras, aretes y me maquillé sólo dándome unos retoques. Mientras me pintaba los labios, vibró mi celular. Revisé.

-          ¿ya te estás poniendo buenota?

Mensaje de Luis. Una sonrisa se formó en mis labios.

-          Jaja obvio.

-          Excelente.

Salió de la conversación y continué retocándome. Al terminar, tomé algo con que taparme y salí a la sala para esperarlos. Fui a la cocina por un spaghetti que se hizo. Mientras lo checaba, unas manos me tomaron de la cintura.

-          Te vez linda, tía, dijo Luis parándose detrás de mí y dándome un beso en el cuello.

Cerré mis ojos para disfrutar el calor y la caricia de sus labios sobre mi blanca piel.

-          Ya, porque pueden venir.

-          Hueles rico.

-          Tu igual, pero ya.

Al quitar sus manos de mi cintura, resbaló la derecha por mi trasero. Salió de la cocina. Aunque sólo fue un beso, había encendido esa llama en mí. Regresé a la sala y estaba parado en medio checando su celular. Al verlo de espaldas, fue inevitable ignorar ese culo que tiene. Dios, mordí mis labios. Caminé hacia él sin apartar los ojos de ese lindo trasero. Aparte de tener culo, es guapo. Y de adelante, todo perfecto. Vestía un pantalón de algodón azul marino que hacía lucir muy bien esa parte trasera que tiene. De arriba, una camisa slim fit blanca. Lucía bien. Bien parado, abdomen plano, brazos hacia atrás. Tras ir un tiempo al gimnasio había conseguido un cuerpo atlético. No lleno de músculo y de bolas como a veces los hombres quieren ser, sino más bien marcar el músculo y tonificarlo. Siendo delgado, luce llamativo para las mujeres. Justo al querer tocar su trasero, salió mi hijo de su cuarto, a lo que tuve que apartarme en seguida.

-          ¿ya están listos?, preguntó.

-          Faltan mis padres y Caro, respondió Luis.

Al estar listos todos, emprendimos camino nuevamente a la casa de mis padres. Al llegar saludamos a los que ya habían llegado. Primos, sobrinos, amistades cercanas que pasaban a saludar a la familia. Nos sentamos, charlamos, tomamos un poco de vino, comimos botana. Miré a Luis. Charlaba con Carolina, mi hija y con sus primos. Esperé si volteaba, y lo hizo. Su mirada se mantuvo fija en mí. Le guiñé el ojo derecho. Apretó la mirada, tomó un su vaso de refresco hasta terminárselo y se levantó. No sabía si algo me quería decir pero lo seguí. Ambos fuimos a la cocina. Se servía refresco. Solo éramos él y yo. Me acerqué agarrando su trasero.

-          Hola, lo saludé.

-          Hola.

Me paré justo de él esperando a que terminara de servirse. Tomó y le quité el vaso para tomar del suyo. Lo dejé y caminé hacía las recámaras. Miré hacia atrás y vi que me empezó a seguir procurando que nadie viera. Atravesé una puerta. Entre a la segunda recámara y me quedé parada esperándolo. Escuché que cerraba la puerta. Sus manos nuevamente me tomaban de la cintura. La rodeó con sus brazos y olió mi cuello.

-          Huelen muy bien, tía.

-          ¿tu también?.

Cerré mis ojos. Sus manos recorrían por mis costillas, mi estómago hasta subirlas a mis pechos. Al tener brasier, no sentía mucho. Apretó.

-          Súbete el vestido.

Me agaché ligeramente para tomarlo desde abajo y subirlo hasta desnudar mis muslos. Bajó su mano derecha y con su palma cubrió mi entrepierna. Tomarme así me fascinó.

-          Estás calientita, que rico.

-          Apriétame.

Inhalé y exhalé de lo bien que sentí. Separé un poco las piernas para que pudiera tomarme bien.

-          ¿te gusta mucho, tía?

-          …si.

-          Extrañaba tanto tu aroma y tu lindo cuerpo.

-          ¿mucho?

-          Muchísimo.

Quitó su mano y la apoyó en mi cintura otra vez. Besaba mi hombro.

-          ¿y ahora?

-          ¿y ahora que?

-          ¿Qué harás?

-          ¿Qué quieres que haga?

-          Lo que tu quieras.

Le dio un beso a mi hombro izquierdo y se agachó. Agarró mi trasero y enterró su cara en él.

-          Que bien huele.

-          ¿te gusta?

-          Si.

-          Sigue, le pedí acercándolo a mi trasero.

-          Mmm, que rico!

-          ¿Qué tal apesta?

-          Rico.

-          ¿quieres ver que tan rico huele?

-          Si.

Esperé unos segundos y pujé para tirarme un gas en su cara. Me reí esperando su reacción.

-          Que rico!!

Le dio un profundo respiro a mi culo.

-          Te apesta hermoso.

Subió mi vestido hasta destapar mi trasero. Jugó mis glúteos. Los separó haciendo que el calzón se me metiera.

-          Que bien te vez, me halagó.

Miré hacia mi culo y vi que volvió a olfatearme.

-          ¿Por qué te gusta tanto hacerlo?

-          Porque me encanta tu aroma

-          ¿aunque huela a pedo?

-          Mucho mejor.

-          Jaja Dios

Moría de la pena pero a la vez me excitaba más. Bajó mi pequeño calzón y abrió bien mi trasero para luego darme una lamida en el ano.

-          Que rico sabe.

-          ¿si?, ¿te gusta?

-          Si. Me gusta mucho.

Me dio otra lamida.

-          Mmmm sii!!

-          ¿te gusta que te lo chupe?

-          Si.

-          ¿Qué tal sabe?

-          De maravilla.

Sin verlo venir, metió uno de sus dedos.

-          Espera, no.

-          Que rico te entró.

Su largo de dedo se movía dentro de mi culo.

-          Sácalo.

-          Ahorita.

-          Ya, hazlo.

Me sentía un poco incómoda. Lo sacó.

-          Mmm huele bien.

Tragué saliva. Apreté el ano. Justo cuando lo hice volvió a lamerlo.

-          Voltéate.

Lo hice. Me quitó el calzón. Levanté un pie tras el otro. Al ser vestido ajustado, la parte que cubría mi trasero se mantuvo igual. Doblado en mi cintura.

-          Dios, que rica concha, tía.

-          ¿si?

-          Si.

Se inclinó y olió.

-          Mmm!!! Rico. Me encanta que este rasurada.

Al terminar sus palabras siguió de una deleitante lamida sobre mis pliegues y mi clítoris.

-          Mmm!! Sii!!

Dios mío. Su lengua hizo retorcer un poco mi cuerpo. Sus manos me tomaron de la cintura y metió su rostro a mi entrepierna dándole inicio a unas maravillosas lamidas.

-          Que rico, dije.

Recargue las manos sobre su cabeza entrelazando su cabello con mis dedos. Su lengua acariciaba con delicadeza mi clítoris. Miré hacia el techo y cerré los ojos disfrutando de cada lamida.

-          ¿te gusta, tía?

-          …si.

Mi respuesta fue con un tono de voz cortado. Saqué un poco la pelvis para que chupara con más comodidad.

-          Eso, así estás bien.

Estar en esa posición, le dio la oportunidad de lamer más rápido. Lengüeteó.

-          Aaahhh!!! Dios!!!

Mi boca soltó un alarido. Que rico se sentía.

-          Sii!!! Rayos!!

-          ¿te gusta?

-          …ajá!!

Era imposible dar una respuesta clara y concisa. Sin duda el placer era de maravilla.

-          Para, para, alto.

No quería terminar en una simple eyaculación. Se detuvo y lo levanté de los hombros. Lo besé. Su boca tenía ese sabor tan peculiar a vagina. Le sonreí y me arrodillé empezando a quitarle el cinturón.

-          Ven, déjame verla.

Me ayudó con el botón y el cierre. Le bajé el pantalón hasta su zapatos.

-          Mmmm!!! Mira que rico, dije al ver la forma de su miembro doblado a la izquierda dentro de su bóxer ajustado.

-          ¿te gusta mi verga?

-          …ajá, contesté sin dejar de ver ese bulto tan rico.

-          Bájalo.

Enganché mis índices en el resorte de su bóxer y salió bailando su tremendo pene. Me incliné poniendo mi nariz sobre su verga.

-          Mmm, huele rico.

-          Chupala, tía. ¿Qué esperas?.

-          ¿quieres que te de una rica mamada?

-          Si, claro que si.

Agarré su pene, abrí la boca, saqué la lengua y la resbalé sobre su glande.

-          Eso, lame.

Seguí. Sabía a orines. Le di una segunda lamida y metí unos 7 centímetros a mi boca. Empecé a chupar, a succionar. Tal como uno lo hace con una paleta de nieve.

-          Que rico, tía. Sigue!! Chúpala bien!!

Sabía tan rica.

-          Succiónala!!

Lo hice.

-          Aaahhh!!! Eso!!

-          ¿te gusta darme verga?

-          Claro que si. Me encanta. Sigue, por favor, tía.

Tragué saliva y abrí bien la boca para meter un poco más. Su punta resbalaba por mi paladar acercándose a mi campana y atravesándola. Respiré entrecortado por la nariz. Mi boca formó saliva que fue escurriendo por mi labio inferior hacia mi barbilla. Sus manos tomaron mi nuca y me la empujó. Dios santo, me entró impidiendo que el aire entrara a mis pulmones. Me tranquilicé. Guarde la calma. Abrí más la boca para recibir más de su miembro.

-          Que linda, te vez.

Con ambas manos me hacía una coleta. Sujetó mi cabello. Flexionó ligeramente las rodillas y me la empujó.

-          Trágatela bien, hermosa.

Me estaba quedando sin oxígeno pero me propuse a resistir. Tenía tiempo de no volver a tener esa sensación de ahogarme. Mis ojos comenzaron a brotar lágrimas. Las gotas saladas resbalaban por mis mejillas. Mi lengua se empezó a entumir al ser aplastada por su tronco de carne. Mi saliva salía de mi boca y goteando. Caían gotas de saliva sobre mis piernas. Dios, las lágrimas no me dejaban verlo bien.

-          Que hermosa te vez.

Cerré y abrí los ojos para despejar mis pupilas de mis lágrimas. Me la sacó de un tirón. Di un gran respiro de alivio.

-          Ssshhh, ssshhh, tranquila.

Tomó su verga con su mano derecha y golpeó mis labios y mi nariz con su punta.

-          ¿quieres más pito? ¿eh?

Asentí con la cabeza.

-          Abre, ordenó y accedí sin problema.

Saqué la lengua para que la metiera bien, y lo hizo. Dios santo, 14 centímetros de su verga estaban dentro de mí. No creí que fuera a entrar tanto de una sola metida.

-          Si pudiera tomarte una foto, lo haría, pero no quiero arriesgarme a que nos descubran.

Simplemente lo miraba. Mi corazón comenzó a palpitar más rápido al no recibir el suficiente aire en mis pulmones. Intenté respirar por la nariz pero era casi nulo el aire que inhalaba. Me la empujó más. Dios, sentía que mi garganta reventaría con esa metida de verga. La sacó. Al hacerlo casi vomitaba, más no sucedió. Tosí. Tragué saliva.

-          Ven, deja que te meta el pito, dijo levantándome y llevándome a la cama de mi hermana. Me empujó cayendo sentada sobre el borde.

-          Súbete.

Lo hice.

-          Recuéstate, me ordenó tomándome de los pies al mismo tiempo.

-          ¿así?

-          Si, así.

Se agachó poco a poco en dirección a mi entrepierna, besando mis pantorrillas y mis muslos.

-          Estás hermosa.

Flexioné las rodillas y las separé lo más que pude.

-          Dios, que ricura.

Al llegar a mi zona, le dio un beso a mi clítoris y luego comenzó a lengüetear mi ano.

-          Mmmm!!, reaccioné ante su lamida tan rica en esa parte.

-          Que rico te sabe el culo

-          ¿si?

-          Si. Te lo chuparía todos los días, tía.

-          No, que incómodo.

-          ¿Por qué?,

-          Imagínate…hago del baño y apesta.

-          Pues aunque te apeste a tu rica mierda te lo chupo.

-          Jaja dios que asco, no digas eso.

Dejó de lamer y subió a lengüetear mi clítoris.

-          Aaahhh!! Sii!! Ahí!!

-          ¿mejor?

-          …ajá.

Me lamía esa zona que más me volvía loca. Me encogí de lo rico que sentía. Agarró fuerte mis piernas y ñas mantuvo abiertas.

-          Dios!!!

Me empecé a tocar como una forma de controlarme pero era lo contrario. Me retorcí ligeramente. Mi pelvis se levantaba inconscientemente. Reaccionaba ante ese placer que me generaba su rica lengua.

-          Que rica tu concha, tía Isabel. Te sabe muy bien.

-          …a..já.

No podía contestar bien. Estaba sumergida en ese extraordinario placer. Mientras recibía sus lamidas uno de sus dedos comenzó a frotar la entrada de mi culo. Lo apreté un poco. Tapó mi clítoris con su boca y empezó a lengüetear con ganas.

-          Dios!!! Luis!!! Aahh!! Espe…ra!!,

-          ¿Qué, tía?

Estiré los brazos para alcanzar a su cabeza con mis manos. Acaricié su cabello y presioné su cara en mi vagina. Al hacerlo, metió uno de sus dedos a mi recto. Apreté el ano.

-          No, no lo hagas, relájate.

Continuó metiéndolo hasta el tope. Mis esfínteres tocaban los nudillos del dedo. Estaba todo adentro.

-          Sácalo, le pedí.

-          Ahorita.

Pujé para retirarlo pero no pude. Por otra parte no quería hacer mucho esfuerzo por temor a tener una desgracia. Comenzó a sacarlo poco a poco. Sus labios jalaban delicadamente mis pliegues vaginales. Chupaba mis cueritos. Me impulsé hacia adelante y me recargué apoyándome de mis codos. Al sacarlo, miró detenidamente su dedo y lo probó. Solo hice un gesto de desagrado ocultando lo excitante que fue para mí verlo hacer eso.

-          No hagas eso.

-          Mmm, sabe bien.

Se agachó y lamió mi ano nuevamente. Dios, mordí mi labio inferior reflejando lo rico que me pareció eso. Se subió sobre mí para darme un beso.

-          Te sabe rico el culo

-          ¿si?

-          Si, tía. Te metería hasta la lengua.

-          Jaja no, ya no.

Abracé su cuello con el brazo derecho y le devolví el beso. En lo que nuestros labios se juntaban y nuestras lenguas se abrazaban, él frotaba su verga sobre mis pliegues. Mi culo al estar al borde de la cama le era fácil poder frotarlo en esa zona. Dejé de besarlo y acerqué mi boca a su oído derecho, susurrándole:

-          mételo.

Recargué mi barbilla sobre su hombro derecho esperando a que me complaciera. Su glande rosaba mis arrugados y ensalivados pliegues. Rosaba de arriba hacia abajo. Metía ligeramente su punta sin penetrar aún. Dio un último froté desde mi clítoris hasta la entrada de mi concha y lo metió. Apreté los dedos del pie y lo abracé fuerte.

-          ¿todo?

-          …si.

Esperó a meter su glande para finalmente dar ese último empujón que me haría dar un pequeño gemido.

-          Que rico!!, dijo excitado.

-          ¿Sientes rico?

-          …si, muy rico.

-          Cógeme.

-          Si, tía.

Sacó su miembro dejando la mitad adentro y volvió a meter todo.

-          Aaahhh!!! Que sabroso!!

-          Hazlo rápido, le pedí.

Era obvio que él lo disfrutaba más que yo puesto que el glande es muy sensible. Empezó el mete y saca lentamente.

-          Tia!!

-          ¿Qué, corazón?

-          Me encanta!!

-          ¿si? ¿te gusta meterme el pito?

-          Sii!! Se siente de maravilla!!

-          Hazlo más rápido.

-          Está bien.

Conforme metía y sacaba fue aumentando más el ritmo de su penetración. Separé bien las piernas dejándolas al aire.

-          Ándale, así!!

-          ¿si?

-          ..si!!

-          Dios, que rico, dijo muy excitado.

-          Lo haces bien, sigue!!

Lo mire de frente. Su rostro reflejaba un inmenso placer. Sólo esperaba que no terminara tan rápido. Recargué mi frente sobre la suya.

-          Sii!! Más!! Hazlo más rápido!!

-          …si!! Si, tía!!

Su respiración se escuchaba cansada. Era lenta, pausada. Cerraba sus ojos.

-          Vamos, mi amor!! Cógeme!! Cógeme rico!!

-          Dios santo!!! Sii!!

-          Me encanta tu verga, Luis!!

-          ¿si?

-          Si, mi amor!! Vamos!! Sigue, no te detengas!! Dame verga!! Me gusta mucho!!

-          Sii!!

Sus manos me sostenían de la cintura mientras que las mías se colgaban de su cuello, evitando que me fuera hacia atrás.

-          Que bien lo haces!! No pares!!

-          Para…nada!! Aaahhh!!!

-          Siii!!! Que rico!!! Aaahhh!! ¿te gusta cogerte a tu tía Isabel?

-          Sii!!!

-          ¿si? ¿Qué más?

-          …chuparte!!

-          ¿si?. ¿Qué te gusta chupar?

-          Todo!! Aaahhh!!

-          ¿si? ¿mi culo?

-          …ajá!!!

-          ¿sabe rico?

-          Si!! Muy rico!!

-          ¿Qué más? ¿los dedos? ¿te gusta meterme los dedos?

-          Siii!!!

Lo calentaba con lo que le decía. Ambos nos excitábamos al decirnos cada palabra.

-          Aaahhh!!! Métela!!! Sigue!!!

-          Si, tía!!!

-          ¿Y que más? ¿Te gusto oler mis gases?

-          Sii!! Huelen rico!!

-          ¿si? ¿te gustaría oler…cuando me los tire?

-          …si!! Me encantaría!!

-          ¿Qué más te gusta hacerme?

-          Chuparte la concha.

-          Si, se siente rico. Me gusta…cuando lengüeteas.

-          Aaaahhhh!!! A mi igual…sabe bien.

-          ¿sabes que me gustaría?

-          … ¿Qué?

-          Bueno…no se si quieras.

-          …dime.

-          Que…un día…me dejes orinarte en la boca.

-          Aaahhhh!!! Dios!!! Claro que si!! Me encantaría!!

-          ¿si?

-          Claro, tía!!! Seguro que saben ricos!!

-          Si!!

-          ¿ya lo has hecho?

-          …ajá.

-          Me encantas!!!

-          Y tu a mi.

Me abrazó y me penetró con ganas.

-          Aaahhh!!! Eso!!! Más!!!

-          ¿si? ¿quieres verga?

-          Siii!!! Me gusta!!! Más!!! Dame más!!!

Dios mío, de un segundo a otro el placer aumentó. Era casi seguro que estaba a punto de venirme.

-          Siii!! No pares, no pares!!!

-          Claro que no!!!

-          Aaahhh!!! Dios mío!!! Siii!!! Que rico, que rico!!! Más!!! Eso!!!

Siguió. Siguió cogiéndome con locura.

-          Rayos, rayos!!! Me vengo!! Sii, sii, sii!!! Aaaaaaaaaahhhhhhhh!!!!!!!!

Sacó su verga dejando que explotara cómodamente. Dios mío ese gemido fue acompañado de un riquísimo squirt. Mi concha expulsó ese líquido que parecían meados. Mis ojos se entrecerraban, mi cuerpo se retorcía. Elevaba mi pelvis. Su verga golpeaba mi vagina. Reaccione en seguida.

-          Métela, métela, sigue!!

Lo hizo. Continuó cogiéndome con el mismo ritmo.

-          Eso!!! Así!! Más rápido, más rápido!! Aaaaaaahhhhhhhh!!!!!

Woow!!! Nuevamente pude tener otro lindo orgasmo. Mi ano se contraía mientras expulsaba ese chisguete. Apreté la colcha con las manos para contenerme. Metió su verga y la sacó logrando que saliera un pequeño chisguete que me causó mucho placer.

-          Que rica te viste.

De repente tocaron. Ambos nos miramos sorprendidos. Quisieron girar la perilla pero no se abrió puesto que Luis había puesto el seguro.

-          Hay voy!!!!

-          ¿Isabel?, preguntó mi hermana.

-          Si!!! Es que entré para acomodarme el vestido!!!

-          Está bien, está bien!!! Oye, ¿no has visto a Luis?

Él me miró.

-          Noo!!!

-          Bueno, gracias!!

-          Si, ahora salgo!!

Nos esperamos a que ya no escucharan sus pasos. Afortunadamente llevaba tacones.

-          Ya, parémosle.

-          No, espera! Déjame acabar, por favor!

-          Es que Luis, pueden escuchar.

-          No escuchan. Vamos.

Sin duda yo también quería que termináramos bien. Así que accedí.

-          Estás bien, pero solo cinco minutos más.

No sabía si en cinco conseguiría terminar pero ese era mi límite. Miró hacia su verga y la metió.

-          Aaahhh!!! Dios, se siente muy rico!!

-          Vamos!! Cógeme!!

-          Ajá!!

Empezó a penetrar normal.

-          Más rápido, ¿si?

-          Está bien.

-          Ándale!! Sii!!

Lo abrace fuerte pegándome a él.

-          Aaahhh!!!! Siii!!! Que delicia!!!

-          ¿Ya te vendrás?

-          Ya casi!! Solo un poco!!

-          Vamos, corazón!! Termina!!!

-          Sii!!! Aaaahhh!!!

-          Más!!! Lléname la concha!!

-          Sii!!! Que rico, si!! Ya casi!!

-          Vamos, hermoso!! Hazlo!!! Termina!! Termina dentro de tu tía!!

-          Siii!!! Ya!!! Ya casi!!! Siii!!! Siiii!!! Dios!! Eso, eso!! Aaaaaaahhhh!!! Siii!!! Dios, que ricoo!!! Aaaahhhh!!!

-          Eso!!! Sigue!!! Eyacula todo!!! Lléname toda la concha!!

Lo acaricié. Sentía caliente. Había eyaculado mucho semen. Se notaba cansado, decaído.

-          ¿acabaste bien?

-          …si.

Le sonreí y lo besé.

-          Iré al baño. Vete ya. Fíjate que nadie venga.

-          Si. Les diré que fui a la calle a comprar saldo.

-          Está bien.

-          Ven, me jaló antes de caminar al baño.

Me besó.

-          Gracias por hacer mi mejor día del año.

-          Y tu el mío.

-          Me voy.

-          Sale.

Se subió el pantalón, se abrochó y salió cuidadosamente. Solo esperaba que nadie sospechara algo. Entre al baño, luego me compuse el vestido y me miré en el espejo. El labial se me había caído. Chequé el tocador de mi hermana y me puse labial del suyo. Lo guardé. Justo cuando iba a salir, miré el charco de mi orgasmo.

-          Dios, que pendeja, me dije.

Me quedé inmóvil sin saber que hacer. Fui al baño y tome la toalla de secarse las manos. Sequé con esa. Afortunadamente no había expulsado tanto chorro. La tiré en el cesto de la ropa y acomodé la colcha. Estaba un poco mojada pero no hice nada. Al final de la fiesta ya se habría secado, pensé. Caminé a la puerta y justo al abrir estaba por tocar mi hermana.

-          Hola, la salude.

-          Oye, ¿Qué te pasó?, tardaste.

-          Perdón es que aproveché de ir al baño.

-          Tu crees que Luis se salió sin avisar, ya lo encontré.

-          ¿Dónde estaba?, le pregunté mientras caminábamos rumbo a la cocina.

-          Salió a comprar saldo, pero le digo que avise.

-          Así son, hacen lo que quieren, lo mismo me pasa con Jorge.

Seguimos charlando hasta llegar al comedor con los demás. Miré alrededor y vi que Luis charlaba con sus primos nuevamente. Me senté con los demás hasta el final de la reunión.

FIN