Una entrega voluntaria capitulo 10 y 11

Sigue la entrega por parte de pedro para su aceptación hacia la señora Rosa

CAPITULO 10    LA ENTREGA

La señora Rosa faltó en los dos días siguientes de mi trabajo. Me dediqué a hacer las tareas normales, fregar, limpiar, planchar y ordenar las diversas habitaciones.

Fueron dos días muy tranquilos, teniendo en cuenta el que los precedió.

Marcos estaba sumido en sus obligaciones de trabajo y prácticamente no nos cruzábamos por la casa.

Se notaba la ausencia de la señora, que era la que llevaba la voz de mando. Había pasado una semana más y ya tan solo me quedaba un día de trabajo antes del aniversario. Empezaba a sentirme intranquilo, dubitativo.

Era una tarde calurosa y soleada, arranqué el coche y me dirigí hacia mi destino.

La piscina ya estaba en funcionamiento, realmente no me hubiera importado cambiar mi situación de sumiso por la de amo en la estación veraniega y poder así disfrutar de ella. El agua cristalina, las hamacas tentadoras y ese olor  a césped recién cortado y regado eran un reclamo más que suficiente.

Sabía que la realidad sería bien distinta, que su uso y disfrute  no era para mí, sino para mis señores, así que procuré no hacerme ilusiones. Tal vez, como premio a mi servicio, alguna vez pudiera disfrutarla.

Había aparcado dos calles mas abajo, quería caminar un poco y así poder templar los nervios. La verdad, de poco me había servido, conforme me acercaba a la casa, las piernas me temblaban aun más. Hoy era el día señalado, las cartas estaban sobre la mesa y solo quedaban por levantar las de la señora. Hoy se jugaba al todo o nada y Marcos y yo lo sabíamos. O los dos ganábamos o los dos perdíamos, aunque por distintas razones.

El fue quien me abrió la puerta, iba vestido elegante, su rostro denotaba alegría, lógico pues era su aniversario. También se le notaba nervioso, sus constantes movimientos de manos lo delataban.

p-  buenas tardes señor

M- hola buenas tardes

Caminé detrás de él hasta la puerta de la casa donde se detuvo

M- pedro hoy es el día, espero que todo vaya bien, estoy deseando ver el

desenlace, los nervios no me han dejado dormir ni tan siquiera un rato

esta noche

p-  yo también estoy bastante nervioso y temeroso, nunca creí que fuera a

ser tan estresante, espero que no me traicionen. A cada minuto que pasa,

me siento más acelerado

M- he reservado en un restaurante para cenar. Le daré la sorpresa cuando

llegue la hora de marcharte. Espero que no se venga abajo la cena.

p-  eso espero yo también

M- Rosa no está, ha salido de compras, lo mismo se compra unos zapatos

para la cena y hace doble estreno, zapatos y esclavo jajajaja

Asentí con la cabeza mostrando una leve sonrisa

M- bueno, me ha dicho que te dediques a limpiar la cocina, que limpiaras

los muebles por la parte de arriba y los azulejos. También tienes un

buen fregado, ah y si te daba tiempo  que hicieras el baño del

dormitorio. Eso es todo, yo estaré arriba si quieres algo

p-  de acuerdo, procuraré hacer lo más posible

Marcos se fue a su despacho y yo me quedé frente a la cocina. Haría primero la limpieza de los muebles por arriba, así que fui a buscar la escalera.

Quería centrarme bien en las tareas encomendadas y así poder distraer mi mente, no quería volver a pensar en el desenlace hasta que no llegara el momento. No me sirvió de nada, no pasaban tres minutos y mi mente volvía a la carga, ¿Qué me diría?, ¿Qué le diría yo?, ¿Se acabaría todo? Era un martilleo constante, los minutos pasaban despacio, muy despacio y el tiempo parecía hacerse eterno.

Terminé de limpiar la parte de arriba de los muebles y me puse a fregar, quizás esta tarea me distrajera mas. Tras media hora todo estaba fregado y secado.

Los azulejos me llevaron más tiempo, otro día con mas tranquilidad le pasaría un blanqueador de juntas, así quedarían las paredes como nuevas. Se oyó la puerta de entrada y salí al pasillo, era la señora Rosa que volvía de las compras. Llevaba un par de bolsas en cada mano, en una de ellas se perfilaba una caja, posiblemente de zapatos. Las demás parecían  ser de ropa.

p-  buenas tardes señora, ¿Le ayudo?

R- si, hola, sube todas estas bolsas al dormitorio, por favor, déjalas encima

de la cama

Cogí las bolsas y subí las escaleras, pase por delante del despacho de Marcos, estaba hablando por teléfono. Entré en el dormitorio y dejé las bolsas sobre la cama, tenía curiosidad por saber que zapatos había en la caja, dudé un momento y sin pensármelo dos veces abrí la bolsa. La caja era negra, en su interior había unos preciosos zapatos de salón negros, por detrás eran abiertos, llevaban una fina tira que sujetaba el pie mediante un broche. Los tacones eran finos, cilíndricos de metal plateados, el tacto de la piel de los zapatos era muy suave, seguramente la señora Rosa se los pondría esta noche para ir a cenar con Marcos.

Cerré la caja y salí del dormitorio. Me crucé casi en la misma puerta con Marcos, si hubiera tardado dos segundos más, me hubiera cogido con los zapatos de la señora en las manos.

Respiré aliviado mientras bajaba las escaleras, la cocina estaba ya casi lista y todavía me sobraría media hora para hacer el baño. Eran las siete y cuarto, cada vez quedaba menos tiempo y a cada minuto que pasaba mi cuerpo añadía un poco mas de tensión. Terminé la cocina y subí de nuevo al dormitorio, las bolsas seguían encima de la cama, entré en el baño y comencé a limpiar el espejo.

Al poco tiempo subió la señora Rosa y entró en el dormitorio. No me había fijado antes al llegar, probablemente por los nervios, pero llevaba unas bermudas semi ajustadas en color negro y un corpiño de media manga en blanco, era una combinación perfecta y le daban un aspecto elegante y jovial. Calzaba unas sandalias de tacón negras con una sola tira por delante y una tira por detrás que abrazaba su pie y lo mantenía sujeto.

Comenzó a sacar lo que había en las bolsas. Sacó un vestido, una falda, la caja de zapatos, un picardías de seda en color negro que me llamó la atención y una pequeña caja que parecían ser de medias, por la época en la que estábamos supuse serían de verano.

R- pedro,¿ Están por ahí mis sandalias doradas?

p-  si señora aquí están

Salí del baño y se las acerqué. La señora Rosa se había sentado en el sofá, tenía cruzada su pierna derecha, se había desprendido de su sandalia y con su mano se masajeaba la planta detrás de los dedos.

R- como me duelen los pies, toda la tarde con los tacones, veremos si esta

noche aguanto con los zapatos nuevos, menos mal que es una cena y

estaremos sentados

p-  quiere que le prepare el baño, eso al menos la aliviará

R- si, no me vendrá mal, pero acércame antes los zapatos que he comprado,

con lo que me han costado espero que me den resultado

La señora Rosa se masajeaba ahora su otro pie

p-  ¿ Se los pongo señora o se los dejo aquí?

R- pues mira, si me los pones mejor, así no tengo que agacharme

Abrí la caja y saqué los zapatos. La señora Rosa me acercó su pie. Apoyé su talón sobre mi mano y con suavidad introduje sus dedos en la parte delantera casi hasta el final, solo el dedo gordo entraba completamente, los demás quedaban un poco al aire, lo que le daba aún más atractivo, lo asenté sobre mi rodilla y abroché la delgada tira por detrás hasta que su pie quedó sujeto. Repetí la misma operación con su otro pie.

p-  son preciosos señora y le quedan perfectos

R- de veras, la verdad es que son muy bonitos

La señora Rosa estiraba la pierna y doblaba su pie de un lado a otro

R- el único inconveniente que tienen es el tacón, no son para llevar a diario,

te destrozan los pies

p-  pero hay muchos eventos, cenas, fiestas, en los que los puede usar,

seguro que no pasan desapercibidos

La señora Rosa se puso de pie y comenzó a caminar por el dormitorio. Se detuvo delante del espejo. Se le veía majestuosa, esos zapatos calzando a la señora infundían respeto y radiaban poder, todo el poder que poseía la señora y que dentro de muy poco Marcos y yo sabríamos si estaba dispuesta a utilizarlo.

Mientras la observaba sentí que cuanto mas poderosa la veía a ella más insignificante me sentía yo.

Entre en el baño y empecé a llenar la bañera, eche un poco de gel para que hiciera espuma.

La señora Rosa seguía caminando por el dormitorio. Me encantaba oír el replicar de sus tacones al pisar.

Marcos entró en el dormitorio.

R-     ¿te gustan Marcos?

M-     son preciosos Rosa y muy elegantes

R-      lo mismo me ha dicho pedro , espero que no me hagan daño, voy a

tomar un baño y arreglarme

M-  en cuanto acabes entraré yo

p-   el baño está preparado señora

La señora Rosa entró al baño y yo salí del dormitorio. Marcos salió detrás de mío.

M-     vete preparando, antes de marcharnos te voy a entregar a ella

p-        lo se señor, cuanto antes mejor, el corazón me va a estallar

M-     yo también estoy nervioso, tengo ganas ya de despejar todas las dudas. Aunque ya es casi la hora de marcharte tendrás que esperar a que Rosa esté arreglada

p-       claro, claro, lo entiendo

Bajé a la cocina para echar un repaso al trabajo realizado y así matar el tiempo, sabía que la llamada de Marcos no tardaría en llegar.

Habían pasado unos veinte minutos, cuando oí la voz de la señora Rosa.

R-     ¿pedro?

p-       si señora, dígame

R-     ¿puedes subir un momento?

p-       si señora, voy enseguida

Nunca había sentido las piernas tan pesadas, mi cuerpo parecía de plomo. Era como un mecanismo de autodefensa que me alertaba de que si subía, ya nada volvería a ser lo mismo.

Terminé de subir las escaleras y me dirigí hacia el dormitorio. La puerta se encontraba entreabierta, ambos charlaban animadamente, era su aniversario y sus rostros reflejaban que todo iba bien. Pegué dos pequeños golpes con los nudillos en  la puerta y pedí permiso para entrar.

R-     si pasa

La señora Rosa daba los últimos retoques al maquillaje frente a la peinadora mientras Marcos se ajustaba la corbata.

R-     me ha dicho mi marido que aún estabas aquí, encima de la mesa del despacho hay unas páginas amarillas, haz el favor de buscar  radio taxi y avisar a uno para que esté aquí dentro de media hora.

p-       bien señora

R-     también quería comentarte que ahora que es verano  y hace buen tiempo, me gustaría pintar todo el exterior de la casa y las puertas de la cochera y entrada. Voy a ver si para el martes tengo compradas las cosas que hacen falta. Te lo comentaba para que te trajeras algún mono o ropa vieja que no uses, por las manchas de pintura

p-       bien señora, de acuerdo no es problema

La señora Rosa estaba radiante, llevaba puesto un precioso vestido de seda en color rojo con un generoso escote y acabando justo por encima de las rodillas. Las medias mimetizaban completamente con el color de su piel. Eran muy finas, como máximo 15 den y acababan donde empezaban sus zapatos de ensueño recién estrenados, sueño sin duda de cualquier fetichista. Marcos llevaba puestos unos pantalones en beige, una camisa blanca y corbata en azul marino.

M-     cariño… tengo que decirte algo…. tu pedro cierra la puerta y espera

fuera

Salí del dormitorio y cerré la puerta tras de mi. Noté como la sangre se me helaba por segundos. Me dirigí hacia la escalera y espere apoyado en ella. Mi mente empezó a pasar imágenes rápidamente de lo sucedido estos meses atrás intentando buscar algún indicio de la respuesta que daría la señora Rosa. Sin ninguna duda hubiera pagado un alto precio por poder ver y escuchar segundo a segundo la conversación que tras la puerta del dormitorio iba a suceder.

M-     Rosa ¿ te acuerdas de lo que te prometí para nuestro aniversario?

R-     claro que me acuerdo ¿ por qué?.. me vas a regalar un criado jajajaja

la señora Rosa soltó una gran carcajada mientras se retocaba el pelo frente al espejo.

M-     un criado…

Marcos cortó la frase y guardó silencio durante unos segundos, era el momento de decírselo abiertamente. Había llegado la hora de levantar las cartas y de jugárselo al todo o nada.

M-  la verdad es que no te voy a regalar un criado,

La señora Rosa le interrumpió la frase

R-  vaya por dios, con la ilusión que me hacía

M-  mucho mejor…

R-  sii, de veras, me dejas intrigada, aunque lo tienes difícil para

sorprenderme, aún así estoy ilusionada, dime dime

Marcos permaneció en silencio unos segundos mientras la señora Rosa permanecía expectante.

M-  cuando hace unas semanas te lo prometí, te dije que te regalaría no

un criado, que en mas o menos grado ya lo tienes,  sino un esclavo

que es lo que te voy a regalar

La cara de la señora Rosa pasó fulminantemente de la expectación a la sorpresa, sus miradas se cruzaron enfrentándose y se hizo un silencio que a Marcos como a mi, minutos antes, empezó a dejarle la sangre helada.

R-  jajajajaja, que es lo que estas tramando, a que quieres jugar,

últimamente estas desatado

La carcajada de la señora Rosa y sus palabras hicieron que de nuevo la sangre circulara por sus venas. Marcos sonrió levemente e intentó responderle con la máxima naturalidad

M-  no estoy tramando nada cariño, ni quiero jugar, todo lo que te acabo de

contar es real

R-   ¿ real?, que quieres decir

M-  tan real como que ha estado a nuestro servicio durante estos meses

R-   ¿ a nuestro servicio?, no se que quieres decir, te refieres a…

M-  si, así es, me refiero a pedro, entró a trabajar para nosotros con la

finalidad de poderse convertir en tu esclavo personal. Cosa que ha

sido, desde el momento en que pisó esta casa, aunque tú fueses ajena a

ello, así que la cuestión,  no es que el quiera ser tu esclavo, sino si tu

estarías dispuesta a ser su dueña y aceptar así mi regalo

R-   me dejas helada Marcos, ¿ me ofreces como regalo a una persona, para

que se convierta en una propiedad mía?

M-  ha sido propiedad tuya durante todo este tiempo, aunque no lo hayas

sabido. No tienes porque tomar la decisión en este mismo instante,

podemos seguir charlando sobre ello, si quieres, durante la cena. ¿

quieres que le diga a pedro que se marche?

R-   me has dejado helada y muy confusa. Sí, lo último que quiero ahora es

encontrarme con pedro

El pomo de la puerta crujió al girar, poniendo en alerta mis cinco sentidos. Vi a Marcos aparecer y dirigirse hacia mí tras cerrar la puerta. Mi estado de nerviosismo era tal, que no acerté a decir palabra. Se detuvo delante de mí, encendió un cigarrillo, dio una calada profunda y permaneció en silencio durante unos segundos, segundos que se me hicieron una eternidad.

M-      puedes marcharte ya

p-      ya….

Solo acerté a decir eso “ya”, esperando descifrar el significado de su mensaje.

M-  si, nosotros nos tenemos que marchar también, se ha hecho tarde

Quedé en silencio con una mirada de suplica esperando recibir alguna palabra de esperanza.

M-  no hay nada decidido aún, no se lo esperaba y está un poco confusa. Lo

charlaré con ella durante la cena. Tú en principio, vuelve el próximo

día, si hay alguna novedad te lo comunicaré, todo está aún por decidir,

¿ entendido?

p-       si claro, lo he entendido

M-  bien, pues buenas noches y adiós, cierra bien la puerta

p-   adiós, buenas noches

No quise insistir aunque deseaba con todas mis fuerzas hacerlo, saber algo más de aquella conversación, ver el rostro de ella, alguna pista que me hiciera tranquilizarme. Bajé las escaleras caminando lentamente y cerré la puerta. El coche no estaba muy lejos, arranqué y tomé camino en dirección a mi casa.

CAPITULO 11 UNA CENA MUY ESPECIAL

A los pocos minutos de yo marcharme, el taxi recogió a Marcos y la señora Rosa. Marcos había reservado en un restaurante de lujo, sin duda en esa noche todos los detalles eran importantes. El trayecto en el taxi se hizo en silencio, Marcos preparando internamente su discurso para la cena y la señora Rosa pensativa con la mirada a un lado.

Yo también permanecí en silencio durante el mío hacia casa, solía poner la radio y tatarear alguna canción, pero esa noche los únicos ruidos que rompieron el silencio fueron los intermitentes del coche. Aparqué, subí a casa y prácticamente sin cenar me fui a la cama.

Después de veinte minutos de trayecto, el taxi los dejó en la puerta del restaurante. Acorde con el lujo una especie de metre les abrió la puerta y los invitó a pasar. Tras la observación de Marcos de que tenían mesa reservada, los acompañó hasta ella y muy educadamente le ofreció asiento a la señora Rosa. Ambos permanecieron en silencio observando el local. Marcos decidió romper el silencio que empezaba a ser un poco tenso y que duraba ya desde el trayecto desde casa.

M-  ¿Qué te parece, es bonito y acogedor verdad?

R-   si, si que lo es

M-  ¿te parece que tomemos algo mientras vemos la carta?

R-   como quieras, ¡bueno si!

Ambos pidieron vermouth rojo. La señora Rosa encendió un cigarrillo y alternaba las caladas con pequeños sorbos a su bebida, mientras,  Marcos ojeaba la carta

M-  que te apetece mas, carne o pescado

R-   no sé, creo que pediré pescado

M-  yo creo que también, aparte podemos pedir alguna especialidad de la

casa para probar

R-   está bien si

M-  me han dicho que tienen unos tacos de carne con salsa y jamón

riquísimos, ¿ te apetece?

R-   si y pide también una ensalada de la casa, esta que estoy viendo con

salsas especiales, tengo curiosidad por probarlo

M-  vale, yo aparte creo que voy a pedir lubina

R-   si yo también pediré lo mismo

Marcos hizo un gesto con la mano y al instante acudió un camarero, que tomó nota de la comanda, dejando la elección del vino para el pescado a gusto del restaurante.

Las miradas de la señora Rosa y Marcos se cruzaban a cada sorbo de vermouth, intentando indagar que pensamientos se ocultaban en aquellos momentos tras sus cabezas

R-   bueno, ya que no te decides a hablar empezaré yo. A ver, cuéntamelo

todo desde el principio y por favor no te vayas a dejar nada, ya que por

lo visto soy la última de enterarse de las cosas que pasan en mi propia

casa

El tono, la voz seca y la penetrante mirada de la señora Rosa, advirtieron a Marcos que como mínimo se encontraba muy molesta por lo acontecido una hora atrás

M-  aunque te puedas sentir así Rosa, es todo justamente al revés. Si hay

una persona fundamental en la casa, esa eres tú, y aunque te sientas

mal, todo esto lo he hecho pensando principalmente en ti, aunque no te

voy a mentir, también lo he hecho pensando en mí. No por que me

motive especialmente y me quite el sueño la idea de tener un esclavo

para mi, pero si y mucho que tu lo tuvieras, aunque tu ahora mismo no

lo veas así y no te encaje la idea. El noventa por ciento de las mujeres

firmarían por tener uno para ellas, creeme Rosa. El hecho de que te

hayas enterado al final, es porque primero quería ver tus reacciones,

quería ver si tenía posibilidades de que fuera viable y poder tener tu

aceptación,  y visto lo vivido en estos dos meses, creí que así podría ser,

por eso decidí contártelo hoy, para ofrecértelo como regalo de

cumpleaños

R-  ¿y todo esto no podías haberlo contado desde el principio?

M-  no hubiera funcionado cariño, era fundamental experimentar primero

determinadas sensaciones por tu parte y por la mía, verte actuar tal

como eres, sin tener presión alguna ni planes revoloteando por la

cabeza. ¿Crees que si te hubiera dicho que quería que tuvieses un

esclavo y que me pondría a buscarlo hubiese funcionado, o hubieses

aceptado?

R-  ahí llevas razón, me hubiera negado en rotundo, a parte de pensar que

no estabas bien claro jajajaja, y después de la sorpresa de hoy sigo

teniendo mis dudas

M-  jajajaja, me alegro de que sonrías por fin, creí que la noche iba a ser

seria

R-  no te hagas ilusiones, simplemente descargo un poco de tensión nada

mas

M-  vale, es normal, por cierto, aunque te lo haya dicho antes, estas

guapísima. Me he fijado como se le iban las miradas a los camareros

R-  anda, no me hagas la pelota.

La señora Rosa volvía  a sonreír nuevamente, liberando sin duda tensión y tranquilizando en parte a Marcos, que buscaba encontrar la calma a esa tempestad,  desatada una hora antes.

El metre se acercó a la mesa ofreciéndoles el vino elegido y dándoles a probar. Tras la aceptación, principalmente por parte de la señora Rosa, se retiró, para servirlo adecuadamente.

M-  hoy es tu cumpleaños y quiero que lo pasemos bien, eso es todo

R-   pues te has arriesgado y mucho diría yo, y volviendo al tema de antes,

que sigue todo o casi todo sin aclarar. ¿Cuál eran exactamente tus

planes?

M-  pues básicamente lo que te he contado, ofrecértelo a ti, para que entrara

a tu servicio, bajo tus órdenes y  deseos, asumiendo él,  la condición de

ser tu sumiso

R-   ¿y los planes de él?

M-  bueno, respetando su vida privada, sabiendo que cuando sale de la

casa,  es una persona libre, sin ataduras de ningún tipo a nosotros, y

teniendo claro que cualquiera de las dos partes,  puede romper la

relación cuando lo crean oportuno, sus planes son básicamente,

obedecer y punto

R-  ¡ que bien suena!, obedecer y punto

M-  la verdad que suena muy bien, sobre todo si nosotros somos la parte

dominante jajajaja

R-  claro jajajaja, hasta ahí podíamos llegar, ¿sabes?, cuando me

comentaste meses atrás, lo de regalarme un esclavo, creí que estabas de

broma, pero veo, que ibas en serio, lo que no se si será viable después

de las molestias que te has tomado

M-  seguro que si, por mi parte y por la parte de él, que esta entregado

totalmente. Tú eres ahora mismo la que mas tiene que decidir. Si

deseas o no realmente, tener alguien a tu servicio

R-  si ya…, pero no se

M-  Rosa, él busca entrega y sumisión, son personas que nacen con esa

condición. Necesitan tener dueños que los sepan llevar. Rosa, siempre

ha habido clases, gentes que mandan y gentes que obedecen, y él ha

nacido para obedecer. Es un ser inferior y nosotros estamos por encima

de él. No todas las mujeres tienen la suerte de que sus maridos les

regalen un esclavo para usarlo a su antojo. ¿Sabes cuantas mujeres

ansiarían poder tener uno, arrodillado a sus pies, pendiente de sus

caprichos y deseos? Debes de aprovechar esta oportunidad, hacer

nuestra vida mas placentera y dejar que el se encargue del trabajo de la

casa o de lo que tu quieras

Rosa permanecía atenta a las palabras de Marcos, aunque su mirada permanecía perdida en algún lugar del restaurante. Sin duda, el plato que le había presentado su marido, a parte de barato, era muy apetecible.

R-  no creas que es una decisión fácil, te entiendo y es muy tentador, te

diría que hasta irresistible. Con lo que cuesta tener empleada de hogar,

pero me ha cojido tan de sorpresa. Además no se si serviré para esto,

me choca tanto eso de las clases y de la esclavitud. Pensé que en los

países desarrollados eso ya no existía. La verdad es que yo, no lo veo

tan claro.

M-  lo veras mas claro, cuando quieras una bebida y te la sirvan, cuando

quieras un vestido planchado y te lo planchen, cuando quieras el baño

limpio y te lo limpien, cuando te des cuenta de que al regresar del

trabajo a casa, las labores domesticas han pasado a un segundo plano, y

que tienes mucho mas tiempo libre para ti

R-  si, pero de hacer eso, que es lo que hace una empleada de hogar, a que

sea tu esclavo, son cosas muy diferentes. De hecho, el ya realiza ese

trabajo, en mayor o menor parte, no veo la diferencia

M-  la diferencia es que, de tenerlo empleado para el hogar, tener sus

derechos como trabajador, pagarle un sueldo por su trabajo y recibir un

trato cordial, igualitario y respetuoso, pasaría a no tener ningún

derecho, no percibiría ni un solo euro por su trabajo y recibiría el trato

que en cada momento tu le quisieras dar. Trabajar, para él, no seria un

derecho sino una obligación hacia ti, trabajar, obedecer y punto. ¿ Se

pondría una empleada de hogar  de rodillas si tu se lo mandases?

R-  no….

M-  ¿ y te masajearía los pies y te pondría las zapatillas al tu regresar a

casa?

R-  claro que no jajajaja

M-  ¿ ves la diferencia? Y solo son dos simples ejemplos

R-  umm, visto así suena muy bien, incluso tiene su morbo, aunque me

siguen asaltando las dudas

La señora Rosa cada vez se involucraba más en la conversación. Su mirada ya no estaba perdida. La conversación había empezado a producirle intriga. Su cara seria y distante había cambiado, su rostro era ahora mucho más amable y sus ojos brillaban de una manera especial

M-  de todas formas Rosa, si tienes tus dudas, píensalo, no tienes porque

decidirlo ahora, pero mi opinión personal, es que no deberías de

desaprovechar una oportunidad así. Incluso redacté unas normas que el

debería de seguir, si todo esto llegaba a buen fin

R-   a ¿ si?

M-  si, claro que sujetas previamente a tu revisión y aprobación.

Simplemente lo hice como modelo. Tu eres en realidad quien tiene que

crearlas y redactarlas a tu gusto

R-   cuantas responsabilidades

M-  jajajaja, muchas desearían tenerlas

R-  seguro, parece todo tan irreal

M-  pues creeló Rosa, todo es muy real

R-  ya lo veo, que te lo has tomado todo muy en serio y a conciencia.

Háblame de esas normas anda, que vaya enterándome de lo que se ha

estado  cociendo a mis espaldas

M-  voy a ver, creo que las guardé en la cartera, era un folio nada mas, un

resumen de unas medidas básicas, tú las tendrás que ampliar a tu gusto

R-  ya, ya me lo has comentado. Por eso quiero verlas. Si yo soy la figura

principal como tú dices, por lo menos quiero que se haga a mi manera

M-  claro cariño, todo se hará según tus deseos y tus órdenes. Piensa que

Pedro se convertirá en tu esclavo y el único derecho que tendrá es  el

derecho ha estar agradecido

Marcos rebusco en su cartera hasta encontrar el folio doblado en múltiples trozos

M-  prefieres leerlo, o te lo voy leyendo yo

R-  léelo tú mejor, así voy picoteando, se me ha abierto el apetito

M- bueno pues la primera es muy básica y era que tratamiento darnos,

pensé en señora y señor y como ves ya lo lleva a la práctica, si tu

quieres puedes cambiar el tratamiento por el que tu creas oportuno, en

cuanto a él, es libre elección nuestra, según nos apetezca, incluso una

campanilla o un chasquido de nuestros dedos

R-  ese está bien, que se dirija así es un signo de respeto, lo otro ya se verá

M- la segunda era que pida permiso siempre para hablar

R- sigue

M- la tercera que no levantará la mirada en nuestra presencia por encima de

las rodillas a no ser indicación en lo contrario claro

R-  interesante sigue

M- la cuarta que debe pedir permiso para ir al baño y por supuesto no

utilizará el nuestro

R- eso por descontado

M- la quinta que cuando se le llame, acudirá de inmediato, se arrodillará y

pronunciará la frase “ a su disposición señora, señor o señores depende

de quien le llame”

R- jajajaj sabes, esa me encanta, produce mucho morbo esas situaciones

M- jajaja lo sé y un recordatorio continuo de lo que es

R- ya veremos, el próximo día hablaré con él detenidamente y quiero que

estés tu también

M- será un placer Rosa, por cierto he de contarte otra cosa

R- mas sorpresas?

M- recuerdas los zapatos rojos que ya no querías y que me dijiste que

tiraras

R- si claro

M- se los regalé a el para que te fuera venerando

La señora Rosa permaneció pensativa en silencio unos segundos

R- que se los traiga el próximo día y ahora quiero disfrutar de la cena y de

Nosotros

M- claro cariño, tu esclavo hoy no nos robará más tiempo

La velada trascurrió apaciblemente, mientras ambos se intercambiaban miradas cómplices, una vez en casa una botella de champang y una noche de sexo apasionada puso fin a un día que sin duda cambiaría mi futuro para siempre.

Continuará

me gustarían sus comentarios, sobre todo de matrimonios, parejas o maridos que se sientan identificados y que hayan pensado alguna vez en esta situación