Una entrega voluntaria 3 (capitulos 8 y 9)

Continuación de una entrega voluntaria, publique los 7 primeros capítulos hace unos años y he decidido continuarla, por favor hay que leerlos antes de leer estos, espero sus comentarios

CAPITULO 8 UNA LIMPIEZA INESPERADA

Mientras yo dormía plácidamente, en casa de mis amos se vivía una noche desenfrenada de sexo, una noche en la que yo volvía a ser protagonista.

Mientras hacían el amor, Marcos le susurraba al oído a Rosa su regalo de aniversario, el poder que tendría sobre él, sus deseos cumplidos al instante, lo bien que lo iban a pasar juntos relajados mientras trabajaban para ella, para su disfrute, para su descanso, el morbo de tener a alguien a tus pies besando por donde pisas.

Todo esto desenfrenaba a Rosa, la hacía sentir bien, poderosa, desataba pasiones, le gustaba la situación y lo disfrutaba, respondía con un “ si cariño quiero ser la dueña y señora”, “quiero que me adulen, que me adoren”, entre frase y frase el sexo corría a borbotones, las pasiones se desataban y el morbo se aceleraba a la paz que sus corazones, no sabia que su fantasía, se podía convertir en realidad, en cuanto ella quisiera, en cuanto ella diera la orden.

Al final los dos explotaban en oleadas de placer, mientras sus cuerpos se contraían una y otra vez.

R- que bien cariño, que satisfecha me he quedado, como me ha gustado

fantasear así

M- si, ha sido genial y lo mejor es que lo voy a convertir en realidad para ti,

sólo nos ha faltado que tu esclavo nos sirviera ahora unas copas de

champan, y mientras nos las tomamos, te diera un buen masaje en los

pies, para relajarte aún más

R- ummmm sii, jajajaja, que gusto ummm y luego a dormir, que ya se encargaría el de recogerlo todo

M- por supuesto, que para eso está

R- pues la verdad es que no estaría nada mal, los romanos en ese aspecto,

lo tenían bien estructurado

M- nosotros copiaremos el modelo jajajajaja, aunque sin llegar a

sacrificarlo como las fieras jajajaja

R- jajajaja y quedarte sin él

Marcos se alegraba por momentos de la conversación que mantenía con Rosa, todo marchaba mucho mas deprisa de lo que él hubiera imaginado unos meses atrás, ahora estaba seguro de que todo saldría bien, de que no lo rechazaría, es mas, que le gustaría.

Tan solo de pensarlo, volvía a correr el morbo por sus venas, estaba contento y se le notaba, tras breves miradas volvió a surgir el sexo y Rosa y el se volvieron a devorar el uno al otro, ¿ acaso en su interior fantaseaban los dos con lo mismo?, Marcos así lo creía, sabia del carácter dominante de ella, tan solo había que producir esa chispa que sacara su carácter de adentro.

Después de tres horas desenfrenadas, el sueño les pudo, todo quedo en el dormitorio tal como empezó, sus cuerpos desnudos, tendidos en la cama, los slips y pantalones de el al igual que las bragas de Rosa y los zapatos de ambos tirados por el suelo, los de Rosa estaban cada uno a un lado de la cama, una botella de agua vacía sobre la mesilla y pañuelos de papel, muchos que se agolpaban a los dos lados de la cama.

Hacia mucho tiempo que no pasaban una noche así y el estado del dormitorio los delataba, ¿ habría sido yo el detonante?

Pasaron los días volando y otra vez me encontraba camino de casa de mis amos, volvía a hacer calor, la puerta de la cochera estaba abierta, así que entre por allí, Rosa venia hacia mí.

R- hola buenas tardes, cierra la puerta, mi marido ha salido y llevaba prisa

p- buenas tarde señora

R- luego entra, te daré la tarea para hoy

Cerré la puerta y entre en la casa, la señora Rosa se encontraba en la cocina, fumaba y estaba haciendo café, llevaba puesta una bata de color blanca con estampados y calzaba unas sandalias sin tacón con tiras plateadas en las que se mete el dedo gordo del pie

R- hoy hay muchas cosas que hacer, así que no perdamos el tiempo, mira

como esta la cocina, quiero que friegues todo esto y recojas, luego barre

toda la planta baja y la friegas también, cuando acabes subes al

dormitorio, yo estaré allí

p- ¿ puedo empezar ya señora?

R- si claro a que vas a esperar

Rosa siguió pendiente del café, mientras daba caladas a su cigarrillo, el fregadero estaba hasta arriba, platos, cubiertos, vasos, sartenes y una olla, también había algún plato fuera con restos de comida, los vacíe en la basura y empecé a fregar.

Mientras fregaba pensé en como transcurriría la tarde, si todo saldría bien, lo que no me faltaría era trabajo, de eso estaba seguro.

Terminé de fregar, limpié la encimera y la vitroceramica y empecé a barrer la planta baja, arriba en la planta alta se oían las pisadas de la señora Rosa moviendo lo que parecían cajas de un lado a otro

Fregué la planta baja y dejé para el final la parte de la escalera, para poder subir directamente a la planta alta, había transcurrido poco más de una hora y no sabia el tiempo que me llevarían las tareas de arriba.

La puerta del dormitorio estaba llena de cajas de zapatos y cajas de plástico con ruedas conteniendo ropa, se oía a la señora Rosa trastear dentro

  1. ¿ Puedo pasar señora?

R- si entra

La cama estaba también llena de ropa y cajas

R- todas estas cajas que estoy sacando, las vas a bajar al lavadero, la ropa

va guardada directamente, los zapatos y botas hay que limpiarlos antes,

la crema, los cepillos y lo que te haga falta lo tienes en el mismo mueble

de la limpieza, ahora bajaré yo, antes de guardarlo hay que sacar cosas

de verano que están ahí también

Empecé a bajar las cajas de plástico con la ropa. No me había fijado antes pero en el lavadero había un gran armario. Las fui poniendo delante, cuando terminé continué con las cajas de zapatos, había diez cajas, las coloqué a un lado y busqué en el mueble de la limpieza como me había indicado Rosa las cosas que me iban a hacer falta. Cogí cepillos, crema y gamuzas, volvía a tener las mismas sensaciones, como las otras veces que había estado cerca de sus zapatos, además de descubrir el inventario completo de invierno, iba a tener la suerte de poder tener cada uno de sus pares en mis manos, de tocarlos, de sentirlos, de saber cuales eran sus gustos calzando, iba a tener el honor de poder lustrar y sacarles brillo a cada uno de los zapatos y botas que la señora calzaba.

Mi corazón volvía a bombear con mas fuerza como en otras ocasiones, tener sus zapatos tan cerca y saber que los iba a descubrir caja por caja, hacia que mi sangre circulara mas de prisa, quería hacer bien mi trabajo, quería dejar cada par brillante, que fueran auténticos espejos donde ella pudiera mirarse si así lo quisiera.

No quería fallos, así que no podía descuidar ni tacón, ni suelas, ni el interior de ellos, quería que quedaran perfectos, como si fueran nuevos, que mayor honor para mí que la señora Rosa calzara unos zapatos lustrados y brillantes y que el culpable de todo ello fuera yo.

Iba a abrir la primera caja cuando oí los pasos de la señora bajando las escaleras, sin decir palabra abrió el armario y empezó a sacar algunas cajas y ropa que tenia embasada al vacío en fundas de plástico

  1. que harta estoy de tanta caja para arriba y tanta caja para abajo, ya he

sacado lo que va a hacer falta, puedes ir limpiando y guardando, me

voy al salón a fumarme un cigarro y descansar, si me necesitas para

algo llámame

  1. bien señora no se preocupe

Me quedé escuchando el sonido que sus chanclas producían a cada pisada a la vez que miraba las cajas de zapatos que tenia delante.

Cogí la primera caja y la abrí, eran unos zapatos de salón negros, de tacón medio ni grueso ni fino.

Toqué su piel durante unos segundos para sentir su tacto, era suave, pase los dedos por las arrugas que se producen en el zapato por donde dobla el pie y envolví su tacón entre mis manos, no parecían muy usados pero yo los iba a dejar como nuevos.

Lo primero que hice fue limpiar las suelas, les pase la mano por si tenían alguna piedrecilla o resto pegado, luego les pase un paño humedecido en agua y con un cepillo de uñas restregué repetidamente hasta sacarles todo el polvo y suciedad. Las sequé con otro paño y comencé a juntar crema por toda la piel y los tacones, metí mi mano dentro de ellos y cepillé y cepillé hasta dejarlos bien brillantes. Para el interior use una gamuza limpia que pase suavemente varias veces.

Cerré la caja y deje los zapatos encima de ella. Hice lo mismo con los siguientes pares, había unas cuñas y zapatos planos o de poco tacón, solo unos eran de tacón alto, imaginé que los utilizaría para salir en fines de semana y en ocasiones especiales.

Me quedaban cuatro cajas y por su tamaño sabía que eran botas, abrí la primera, eran unas botas marrón de piel vuelta, las deje a un lado pues no sabia que utilizar para limpiarlas.

La segunda eran unas botas negras prácticamente sin tacón. Procedí al igual que los zapatos y las dejé relucientes.

Me quedaban unas botas negras y otras beige, ambas con unos ocho centímetros de tacón cuando la puerta de casa se oyó.

Marcos había regresado. Oí la voz lejana de ambos en el salón. No habrían pasado ni tres minutos cuando oí sus pisadas acercándose al lavadero.

  1. hola buenas tardes Pedro

  2. buenas tardes señor

  3. veo que vas asumiendo tu papel, estarás contento de hacer esta tarea ¿ verdad?

  4. si señor, claro mucho

tenia una leve sonrisa y su mirada un brillo especial

  1. quien te iba a decir que ibas a estar en el suelo sentado, rodeado por un montón de pares de zapatos y botas de mi esposa sacándoles brillo. Espero que sepas darle el valor que eso tiene, ya sabes que donde acaban las suelas del calzado de mi esposa empiezas tu.

Veo que ya has lustrado varios pares, a Rosa le gustará que se los hayas dejado así de brillantes

  1. gracias señor, solo me quedan estos dos pares de botas

  2. a la caña de la bota supongo que te costará mas sacarle el brillo

p- si así es pero no se preocupe, las dejaré brillantes igual

  1. tengo una idea, coge esos dos pares que te quedan por limpiar y lo que

te haga falta y vente conmigo para el salón

me sorprendió la idea, no sabia que es lo que pretendía. Eché en una caja los cepillos, cremas y gamuzas, cogí las botas y camine detrás de el hasta el salón. La señora Rosa se sorprendió al igual que yo cuando me vio entrar con los dos pares en la mano

  1. ¿ que es lo que pasa Marcos?

  2. nada nada, a Pedro le cuesta trabajo sacarle brillo a la caña de tus

botas, al ser larga no le llega el brazo bien y he pensado que te las

podría limpiar y abrillantar mejor si tú las tuvieras puestas

la señora Rosa quedó en silencio durante unos segundos, yo permanecía a un lado mientras Marcos se encontraba al otro, los dos esperábamos con incertidumbre su respuesta

  1. con lo fresquita que yo estoy con mis sandalias, hace mucho calor, se me van a freír los pies, da igual mejor que....

Marcos la interrumpió

  1. mira haremos lo siguiente, que te limpie y abrillante solo la caña y luego termine de limpiarlas en el lavadero

  2. esta bien, pero date prisa Pedro

Marcos se sentó al lado de Rosa mientras Rosa se desprendía de su chancla y apoyaba su pie izquierdo en el borde del sofá. Dejé las botas en el suelo, fui al lavadero por un pequeño taburete de plástico y lo coloqué delante de ella.

Me arrodille apoyando mis glúteos sobre mis talones delante del taburete y esperé

  1. ¿ Ya está todo listo?

  2. si señora ya

Rosa me ofreció su pie izquierdo, alargué mi mano y con la palma lo sostuve por el talón, con la otra mano cogí su bota izquierda.

Era a segunda vez que tenía tan cerca sus pies, noté el tacto duro del talón y durante dos segundos clavé mi mirada en ellos, quería retener su imagen en mi mente centímetro a centímetro.

Traje el pie hacia mí y incline su bota para que pudiera entrar, empujé suavemente, vi como se perdían sus dedos y luego el resto de su pie hasta ajustar perfectamente y ser abrazados por la piel, subí la cremallera despacio y la coloqué encima del taburete.

Marcos observaba con detenimiento la escena mientras Rosa encendía un cigarrillo.

Pase una gamuza para eliminar cualquier resto de polvo y empecé a extender bien la crema, cepillé suavemente de arriba hacia abajo, tras varias pasadas la piel empezaba a brillar, quería que quedaran relucientes.

Marcos susurró algo al oído de Rosa y ambos sonrieron, luego la besó suavemente en los labios.

Ahora Rosa, con la sonrisa aún en su rostro, observaba como yo abrillantaba la caña de su bota, seguía con su mirada cada uno de mis movimientos, Marcos volvió a susurrarle algo al oído y su sonrisa se hizo más amplia, la beso en la mejilla y volvió a susurrarle, luego alzó la voz

  1. Rosa ya veras cuando veas como Pedro te ha dejado los zapatos de

limpios y brillantes

  1. ¿ es verdad eso Pedro?

  2. los he dejado lo mejor que sé señora

  3. pues a ver si eres capaz de superarte y las botas me las dejas aún más,

que parezcan de estreno

  1. seguro que si Rosa, le gusta hacer bien su trabajo, ya veras, casi te

podrás ver en ellas, ¿ verdad Pedro?

  1. haré lo imposible señor

  2. será como una prueba de examen, al final que mi esposa califique

  3. si, pero para eso debería de abrillantármelas enteras Marcos

  4. claro pues que lo haga entonces, manos a la obra Pedro

junté crema por el resto de la bota y seguí con el cepillado, Rosa a veces inclinaba su bota para echar una breve mirada, con una mano cogí el tacón y cepillé fuertemente por la puntera, querían que brillaran especialmente.

Marcos y Rosa seguían con su conversación en voz baja, la sonrisa en sus caras denotaba que la conversación estaba siendo animada, a veces se daban besos fugaces y seguían susurrándose al oído.

Pasé una gamuza repetidamente y le di un último cepillado, la verdad es que relucían, estaba contento, el resultado me había gustado.

Rosa inclinó su bota recién abrillantada a ambos lados y sin decir palabra me ofreció su otro pie, al igual que el anterior lo cogí con suavidad por el talón y lo calcé.

  1. ¿ Le descalzo el otro pie señora?

  2. no, da igual estoy bien, con el aire puesto no se nota mucho el calor

coloque su bota sobre el taburete y repetí las mismas operaciones que con la anterior, al cabo de unos diez minutos su bota brillaba como la de su pie izquierdo.

Ambos se quedaron observando y Rosa volvió a inclinar sus botas a ambos lados, las miró con detenimiento, estiró las piernas para ver bien el empeine y las punteras, también observó los tacones, sonrío y miró a su marido Marcos, era una mirada cómplice.

  1. ¿ Que te parece Rosa?

  2. están bien limpias, la verdad es que parecen de estreno, espero que

todo el trabajo que hagas en nuestra casa esté al mismo nivel, aunque siempre hay que buscar la superación, es la única manera de rendir al máximo

  1. gracias señora, eso intentaré

  2. ya te lo dije Rosa, sabe hacer bien su trabajo

  3. supongo que mis demás zapatos los habrás dejado igual, no tengo ganas

ahora de ponerme a revisar

  1. si señora así lo he hecho, si quiere se los traigo aquí

  2. no, no hace falta, confío en ti, anda quítame las botas y las guardas

junto con el resto del calzado, las beige ya las limpiaras el próximo día,

es la hora ya de irte

  1. si, a ver si nos va acusar de explotación empresarial jajajaja

Los dos rieron, bajé la cremallera de sus botas, la descalcé y le coloque sus sandalias muy despacio hasta que las tiras plateadas se ajustaron perfectamente a ellos.

Cogí las botas y me retiré al lavadero, allí las guarde en su caja y dejé las beige apartadas para limpiarlas el próximo día. Todas las demás cajas de calzado las coloqué bien ordenadas en el armario.

Había terminado otra jornada de trabajo, mis brazos habían trabajado sin parar, estaba cansado pero me sentía gratificado por las palabras de la señora, había quedado contenta y eso era lo principal, lo más importante.

Durante la media hora que estuve limpiando sus botas con ellas puestas, mientras ellos charlaban y reían en el sofá, había sentido la sumisión casi plena. Faltaba la aceptación por parte de ella de poder convertirme en su sumiso, de que ejerciera el papel de dueña sabiéndose de su pleno poder y diera rienda suelta a una relación ama- esclavo.

Hoy la señora había disfrutado y se le notaba en la cara. Había tomado mi trabajo con naturalidad y yo al igual que Marcos no tenía ninguna duda de que todo era cuestión de tiempo.

Me dirigí al salón para despedirme, Rosa y Marcos estaban con una copa en sus manos, aun seguían con su animada charla.

  1. disculpen señores con su permiso me retiro ya

M- vale vale, hasta el próximo día

R- adiós Pedro, el próximo día sin falta hay que dejar lista la piscina, el

calor ya aprieta

  1. bien señora así se hará, buenas tardes

Siguieron con su conversación mientras yo me retiraba y cerraba la puerta de casa, sin duda me quedaba otro día de trabajo duro.

CAPITULO 9

Esa noche dormí profundamente. La mañana siguiente se desarrolló con

normalidad, levantarme, trabajar, lo de siempre. Me acosté un par de horas de siesta, ayude en las tareas de la casa y cené.

Serian las once cuando encendí el ordenador. Me puse a chatear y conecté el messenger. Llevaba diez minutos hablando de cosas superfluas, como pasaba casi siempre, cuando Marcos se conectó.

Me sorprendió, pues siempre solía conectarse tarde, a partir de las doce y media.

Me apresuré a saludarlo y adelantarme a él

  1. buenas tardes señor

al cabo de unos minutos recibí contestación

M- hola, como estas

  1. bien señor, apurando lo que queda de noche antes de ir a dormir

M- me imagino que estarás conectado en el canal de dominación en el que

nos conocimos

  1. si, así es señor

M- ¿ no te basta con servir a mi esposa?

La pregunta me sorprendió, me quedé unos segundos bloqueado y reaccioné

  1. si claro que si señor, considero a su esposa como mi única dueña y solo

la serviré a ella mientras así lo quiera

M- jajajajaja, esta bien, te creo, pero nada de tontear con otras ehh, aunque

sabemos que eres libre mientras no nos sirves y puedes emplear tu

tiempo como quieras, a Rosa hay ciertas cosas que no le gustan

  1. lo entiendo señor, es normal

M- anteayer hiciste un trabajo brillante, nunca mejor dicho, te habrás

preguntado de que estuvimos hablando y riéndonos ¿verdad?

  1. pues la verdad es que si, pero no es asunto mío lo que hablen ustedes

señor

M- cierto, llevas razón, pero te lo contaré, creo que te interesará

  1. si es su deseo señor, claro

M- al principio cuando comenzaste a abrillantarle las botas, le comenté a

Rosa que imaginara que tu fueses su esclavo, su sirviente. Le dio mucho

morbo y me siguió la corriente. Yo le susurraba frases como ¡ mira que

bien te limpia las botas tu perro! ¡ se ve que le has enseñado bien! ¡ se

desvive por tenerte contenta!, y ella me contestaba ¡ sabe que me gustan

que queden como espejos! ¡ le queda mucho que aprender! ¡ sabe que si

no me tiene contenta puedo ser muy cruel jajajajaj!

Le daba un poco de reparo que nos besáramos y nos acariciáramos

delante tuyo. Por eso solo nos dábamos besos fugaces y nos cogíamos

de la mano.

Luego cuando te marchaste estuvimos comentando la situación. Cada

vez se interesa más por el tema. Creo que no habrá ningún problema con

tu sumisión.

Al final de la conversación, me recordó que dentro de quince días era

nuestro aniversario y que lo prometido es deuda, sino yo tendría que

hacer su papel

  1. no entiendo esto último señor

M- ah bien, ¿ es que no te lo he comentado?. Le prometí que para nuestro

aniversario le regalaría un esclavo jajajaja

Creo que tu bautismo esta cerca jajajaja, estoy deseando que llegue el

día. Será muy emocionante ver como te humillas ante ella y le suplicas

tu esclavitud.

  1. Ah ya recuerdo si, es una buena noticia señor, procuraré estar a la altura

M- mas te vale, sé convincente, es tu única oportunidad, sino adiós

  1. lo sé, lo sé, la verdad es que ya me han entrado los nervios

M- yo intentaré ayudarte en mis posibilidades

  1. se lo agradezco señor

M- pero claro, la decisión es de ella, aunque ya te digo que no le desagrada

la idea de tener esclavo. Otra cosa es que le guste fantasear y me haya

dicho lo del aniversario solo por crear un ambiente morboso, creyendo

que es una fantasía mía también

  1. entonces se llevaría una gran sorpresa al ver que es real

M- si, y ahí está el inconveniente, no sabemos en que forma va a

reaccionar, lo cual le da más adrenalina a la situación

  1. claro, claro, lo entiendo, aunque me gustaría que todo fuese más

sencillo

M- por eso es esencial ir allanando el camino durante estas dos semanas

p- es decir, durante los cuatro días que me quedan por ir

M- bueno, tu ya cumples tu función, es mas bien tarea mía

p- bien bien, de todas formas se sorprenderá al ver que soy yo

M- yo también lo creo, pero nunca se sabe, lo mismo ha notado algo y se lo

tiene callado

p- bueno, si es así, mejor que mejor señor

M- te dejo, estoy cansado y tengo bastante trabajo para mañana

p- que tenga un buen día señor, buenas noches y gracias

M- de nada hombre, buenas noches, adiós

p- adiós señor

No pegué ojo en toda la noche. Quedaban dos semanas y ya empezaba a darle vueltas a mi cabeza. ¿Como me sentiría entonces cuando quedaran unos días? ¿O solo unas horas?

Pasé un día terrible, cansado, nervioso y con mil ideas en la cabeza, todas rondando a la vez. Los demás no fueron mejores, aunque me propuse auto controlarme y en parte funcionó.

Me encontraba mas tranquilo y en mi tiempo libre me dediqué a ordenar las ideas que consideré importantes y desechar todo lo demás.

Los paseos tranquilos también me ayudaron, eran una forma eficaz de relajarme.

Los días pasaron volando y otra vez me encontraba camino de casa de mis amos, yo los consideraba así, aunque faltaba la aceptación por parte de Rosa en ese bautismo que sin duda sería de fuego.

Llegué cinco minutos antes de la hora, se notaba el poco tráfico propio de estas fechas, eran primeros de julio y mucha gente se encontraba ya de vacaciones.

Llamé al portero y al instante se abrió la puerta. Rosa y Marcos hablaban en el exterior de la puerta de entrada.

p- buenas tarde señores

Me contestaron igualmente y siguieron con su conversación, me retiré unos metros y esperé unos minutos hasta que la señora Rosa me indicó que marchara a la parte de atrás de la casa.

Me dirigí hacia la parte trasera y volví a esperar. Allí se encontraba la piscina. Tenía aproximadamente medio metro de agua, que por el color supuse había permanecido allí durante todo el invierno. La piscina estaba toda rodeada de césped, menos al fondo que el suelo era de piedra. Había cuatro hamacas superpuestas, una mesa y un par de sombrillas recogidas. Por el polvo y la suciedad se veía que llevaban mucho tiempo así. Junto a mi había una placa con su ducha, no era difícil de imaginar que me quedaba otra tarde de duro trabajo.

Vi como la señora doblaba la esquina y se acercaba hacia mi, llevaba puesto un vestido mostaza de tirantes con vuelo que cubría hasta sus rodillas, calzaba unos zuecos a juego de piel bordados con medio tacón.

R- pedro, hoy hay que ponerse bien las pilas porque hay mucho trabajo. Lo

primero que vas a hacer es cortar el césped. Cuando acabes vas a limpiar

todos los muebles del jardín, la mesa, las hamacas, las sombrillas y

barrer y regar bien todo. Una vez se termine esto se hará la piscina. La

máquina de cortar el césped esta en la casetilla, ahora te explicará mi

marido como funciona.

Me dirigí hacia donde me había indicado la señora Rosa y tras una breve explicación del funcionamiento de la cortadora me puse manos a la obra.

Cortar el césped fue rápido y sencillo, solo tuve que ir pasando la máquina despacio por todo el contorno varias veces. Cogí la manguera que se encontraba sobre la pared y moje repetidamente la mesa y las hamacas, luego un cepillo y un estropajo hicieron el resto.

Había transcurrido una hora y la primera parte del trabajo estaba prácticamente lista. Barrí todo bien y luego lo regué como la señora Rosa me había indicado.

Me gustaba el olor que había a césped recién cortado.

Me dirigí hacia la parte delantera de la casa y entré. La puerta del salón se encontraba cerrada, así que llamé a la puerta.

p- ¿permiso?

R- pasa

Abrí la puerta y entré

La señora Rosa estaba sentada en el sofá, tenía su pie derecho apoyado sobre el borde del mismo, en la mano izquierda sostenía un bote de laca de uñas abierto mientras en la derecha tenia el pincel

R- dime, me has cogido pintándome las uñas

Por unos segundos mi mirada se clavó entre sus pies y el bote de esmalte. Era la situación que menos me hubiera imaginado y no me esperaba ese regalo para mis ojos

p- perdóneme señora, ya he terminado todo lo que me ha mandado

R- como te has quedado mirando fijamente hacia abajo y sin decir palabra,

pensé que sucedía algo

p- no nada señora, solo me preguntaba que color le quedaría mejor a sus

pies

R- ¿a mis pies? ¿Si? ¿Es eso lo que estabas mirando? ¿Y tú cual crees?

p- la verdad es que estando bien pintados señora… aunque tengo

preferencia por los pasteles claros y blancos

R- entonces estamos de acuerdo, aunque también me gusta el rojo en

algunas ocasiones, ahora me los estoy pintando de blanco

p- seguro que le quedarán muy bien señora

R- ya que estas aquí, sube al dormitorio y me bajas las sandalias doradas

que estarán en el baño, mi marido seguramente estará en el despacho,

pregúntale a él para el tema de la limpieza de la piscina

p- bien señora

Subí al dormitorio, entre en el baño y busqué las sandalias de la señora. No estaban allí, así que busqué por el dormitorio, no las encontré. Junto a su cama estaban las sandalias plateadas que llevaba puestas el otro día, las cogí y fui en busca de Marcos. Se encontraba en el despacho como me había dicho la señora.

p- disculpe señor

M- dime dime

p- me ha dicho la señora que le preguntara sobre como limpiar la piscina

M- ah bien, ahora mismo te indico, es fácil pero hay que saber hacerlo

Espere fuera mientras el seguía tecleando en su ordenador. A los pocos minutos Marcos salió del despacho, su mirada se fue inmediatamente a mi mano izquierda, donde sostenía las sandalias de la señora, una sonrisa se dibujo en su rostro

M- ¿y esas chanclas?

p- la señora Rosa me ha mandado que se las bajara

M- ¿ y por que no se las llevas en la boca como su perrito que eres? Eh

Jajajaja

Me quedé en silencio sin contestar. Tras unos breves segundos Marcos rompió el silencio

M- bueno ya tendrás tiempo. Te explicaré como debes de vaciar el agua de la piscina, es muy fácil, el resto ya sabes, frotar y frotar

p- bien, bajaré las sandalias a la señora e iré para la piscina

M- vale, mientras apagaré el ordenador

La señora Rosa seguía con su tarea

p- señora, aquí tiene las sandalias

R- te he dicho que me bajaras las sandalias doradas

p- he mirado en el baño y no las he visto señora, encontré las plateadas en

el dormitorio y pensé que le daría igual

R- pues no, no me da igual, no habrás mirado bien, están allí, las he dejado

yo

p- le juraría que no señora

R- que estas insinuando ¿que miento?

p- no señora, no era…

me cortó en seco

R- sube inmediatamente y las buscas bien

p- si señora

R- y llevaté éstas para arriba, no las dejes aquí y los zuecos también, me los

dejas metidos en su caja en el armario

recogí las sandalias plateadas y los zuecos de la señora Rosa y subí al dormitorio. Estaba completamente seguro de que sus sandalias doradas no estaban en el baño, pero no iba a llevarle la contraria, era la primera vez que notaba el enfado en su cara y sabiendo del carácter que tenia por los comentarios de Marcos, no quería empeorar la situación. Entré en el dormitorio y dejé las sandalias en el mismo sitio de antes, abrí el armario, guardé los zuecos en su caja y volví a entrar en el baño, me quedé de piedra al ver sus sandalias doradas junto al mueble del lavabo. Estaba seguro de haber mirado bien y sin embargo allí estaban ¿como me había podido pasar? ¿Estaría mi mente en otro lado cuando entré a buscarlos? Lo cierto y verdad es que allí estaban y que la señora Rosa tenía razón. Había cometido mi primer fallo y no sabía como pedir disculpas. Si no hubiera vuelto a subir le hubiera jurado y perjurado que no estaban.

Cogí las sandalias mientras le daba vueltas a mi cabeza y salí del dormitorio.

Al pasar frente al despacho de Marcos una pregunta me paró en seco

M- ¿has encontrado ya las sandalias doradas de mi esposa?, otra vez busca

mejor jajajaja

la pregunta y la sonrisa en su rostro acaban de aclarármelo todo. Marcos las había quitado de allí y luego las había puesto. Mientras yo me encontraba abajo y la señora me mandaba por sus sandalias, atento a la conversación había entrado en el baño y guardado las sandalias. Una vez que yo entré y bajé a jurarle a la señora que no estaban allí, el había aprovechado para dejarlas de nuevo en su sitio.

Ahora lo entendía todo, pero nada, absolutamente nada podía hacer, solamente tragar saliva y aguantar la reprimenda de la señora.

A la pregunta de Marcos contesté con un débil “si señor” y comencé a bajar las escaleras.

Mientras bajaba intenté pensar en la frase de disculpa hacia la señora, pero la trampa de Marcos me había dejado realmente tocado.

Entré en el salón con sus sandalias doradas en mi mano y la mirada hacia el suelo

p- llevaba usted razón señora, las sandalias estaban allí, le pido mil

perdones

R- claro que estaban allí, las dejé yo, y que yo sepa no andan solas

p- claro que no señora

R- ¿y que tendría yo que hacer ahora?, después de que jurabas de que no

estaban

p- lo siento señora…

R- no me gusta que pongan en dicho mi palabra y menos el servicio, lo que

yo diga en esta casa va a misa ¿ lo has entendido?

p- si señora perfectamente

Su mirada me desnudaba completamente, era penetrante, de advertencia, de aquí mando yo, por primera vez había visto en su mirada la dominación en estado puro

R- mejor así, no me hagas perder más el tiempo que no voy a terminar de

pintarme las uñas y a trabajar que la piscina se tiene que quedar hoy lista

Salí del salón cabizbajo con la sensación de haberle fallado. Era mi primer error o la primera trampa en la que caía y sin duda alguna vendrían más. Sabía que Marcos se divertiría a mi costa, lo habíamos hablado, poco o nada podía hacer. Formaba parte de mi trabajo y así tenía que aceptarlo.

Marcos había levantado la trampilla que da acceso al motor y la depuradora de la piscina. Había una pequeña escalera por la que bajamos los dos. Tenía una altura aproximada de 1.80 metros y una profundidad de cuatro metros y unos dos metros de ancho.

En poco más de tres minutos marcos me explicó el funcionamiento del motor y la depuradora. Junto al motor había un pequeño armario con el cloro y productos de limpieza. Cogí el estropajo, lejía y un limpiador jabonoso y salimos al exterior.

M- bueno pedro, ya sabes, una vez esté vacía, a frotar y frotar. Estamos

deseando que esté lista para empezar a disfrutarla este verano. Voy

adentro con Rosa, si necesitas algo, pídelo

Marcos se alejó mientras yo observaba como la piscina se iba vaciando, a pesar de la hora, las siete de la tarde, hacía muchísimo calor. Tenía que trabajar deprisa si quería que me diera tiempo, así que aproveche mientras se vaciaba para empezar a limpiar toda la piedra alrededor de la piscina.

Utilicé un cepillo de púas duras y una solución de detergente y lejía. El resultado fue bastante bueno, para cuando acabé la piscina ya estaba prácticamente vacía, así que bajé las escaleras y con la misma solución que había empleado para la piedra empecé a limpiar todo el interior. Cada metro que limpiaba lo iba enjuagando con la manguera. Se me echaba la hora encima y todavía me quedaba prácticamente la mitad, corría todo lo que podía pero había que restregar fuerte y eran muchos metros.

Eran las 8.30 cuando apareció Marcos, aún me quedaban que limpiar un par de metros y las escaleras.

M- me ha dicho Rosa que venga a ver que te queda. Ya me ha contado el

episodio de la sandalias doradas, ha sido muy divertido, por primera vez

la has cabreado, te has librado porque todavía no eres su esclavo

jajajaja, aunque te queda muy poquito

p- estoy terminando señor, me quedan unos quince minutos

M- que bien, mañana mismo ya se podrá disfrutar, esta noche la pondré a

llenar, nos va a venir de maravilla para el verano, lo vamos a pasar muy

bien

p- creo que ha quedado bastante bien, aunque para el año que viene quizás

le haga falta pintarla

M- bueno para eso estás tú. Iré a decirle a Rosa que ya estás terminando,

cuando acabes estaremos en el salón

p- bien señor

Seguí limpiando mientras Marcos entraba en la casa. Estaba terminando de limpiar las escaleras, habrían pasado unos diez minutos, cuando oí la voz de Rosa detrás de mí

R- ¿todavía no has terminado? ¿Te queda mucho aún?

Su voz y su cara no eran de buenos amigos precisamente, realmente le había sentado mal el episodio de las sandalias y comenzaba a entender porque Marcos me decía que tenía mucho carácter.

Intenté dar una respuesta que fuera de su agrado pero pocas alternativas había.

p- estoy terminando señora, me quedan tres minutos, va a quedar muy

bien

R- deberías de haber terminado ya, vas muy lento, hay que trabajar más

deprisa y si queda bien o no lo debo de decir yo, no tú, ¿no crees?

p- si señora claro, lleva usted toda la razón

R- menos mal, que por lo menos lo entiendes, ahora lo que hace falta es

que lo pongas en práctica

Se quedó en silencio parada al lado mío mientras yo terminaba de limpiar las escaleras. Sus pies quedaban a escaso medio metro de mi cara, al estar sentado sobre los escalones mi vista solo alcanzaba hasta sus rodillas. Sus uñas recién pintadas lucían un blanco impecable a juego con las tiras doradas de sus sandalias.

Acababa de terminar con el último escalón cuando Rosa rompió el silencio

R- por fin has terminado, no te levantes, quédate ahí

Adelantó su pie derecho y quedó en silencio unos segundos mientras yo permanecía sentado sobre el segundo escalón sin atreverme a levantar la mirada

R- ¿sabes de que color son mis sandalias?

p- si señora claro

R- ¿estas seguro? Míralas bien

Levantó su pie hacia mi cara hasta dejarlo a pocos centímetros, tan cerca que podía oler el esmalte de sus uñas recién pintadas, estaba confuso, pensé que estaba jugando conmigo

R- ¿las has mirado bien?

p- si señora

R- entonces dime ¿de que color son?

p- son doradas señora

R- ¿estas seguro de que ese es el color?¿que no son plateadas o blancas o

cualquier otro color?

p- si señora seguro son doradas

La señora Rosa permanecía con su pie levantado, seguramente sintiendo el aliento de cada una de mis palabras en su pie. Retiró su pie y encendió un cigarrillo.

R- está bien, solo quería asegurarme de que sabes distinguir bien los

Colores

p- claro señora, la entiendo

Comenzó a caminar alrededor de la piscina mientras fumaba, observando seguramente el trabajo que yo había realizado.

Mientras yo me levanté y empecé a recoger.

R- ha quedado bastante bien, ya solo queda llenarla y disfrutarla. El

próximo día seguramente yo no esté, pregúntale a mi marido que es lo

que tienes que hacer, se lo dejaré yo dicho.

p- muy bien señora

R- bueno es tarde ya para ti, recoge y márchate. Me voy a dar una ducha,

aségurate de cerrar bien la puerta de entrada, buenas tardes

p- adiós señora buenas tardes

Terminé de recoger, me despedí del señor y me marché. Había sido una tarde estresante. El calor, mucho trabajo y los dos episodios con las sandalias de la señora. Situaciones nuevas que me habían hecho conocer mejor al señor y la señora.

De él me lo esperaba, pero de ella me había sorprendido el carácter y firmeza con el que me había tratado.

Para mi había sido una situación sin importancia, sin embargo, ella se lo había tomado muy en serio, hasta el punto de molestarse bastante. Luego el test-humillación de la piscina, poniéndome el pie prácticamente pegado a la cara. Una semana antes ni se me hubiera pasado por mi mente.

Sería ese su verdadero carácter y forma de ser o estaría viéndose influenciada por los ánimos de Marcos y las situaciones morbosas que él iba creando.

Lo que yo ya no tenía ninguna duda es que Rosa encajaba perfectamente en el perfil de mujer dominante, con carácter y bastante estricta. Un don que lo llevaba en su interior y que tenía de vez en cuando repentinas erupciones.

Pensé por un momento en cuando tuviera carta blanca con su sumiso y no necesitara controlar sus impulsos interiores, dejándoles aflorar plenamente al exterior, la verdad es que me produjo un escalofrío.

Empezaba a temerle y todavía ni tan siquiera se había creado ese binomio ama-esclavo.