Una entrega postergada Por fin un trio
Relato de nuevo el trio que logré después de realizar lo propuesto por mi marido: Coger con otro hombre.
Es evidente que aprendí que un relato largo corre el riesgo no de ser mutilado sino de no ser entregado completo, lo que lo hará soso y tal ves absurdo sin un final prometido.
Después de días de evaluar si solicitaba la publicación de mi relato completo, entendí al fin aquellas palabras que el señor al que me he entregado en San Javier me dijo al oído la primera vez que estive entre sus piernas: "siempre habrá reglas, disfrutemos entonces esos momentos en los que somos libres hasta donde queremos".
Volví entonces a hundirme de nuevo en mi memoria, y gozar uno a uno los rincones en los que habitan los secretos y las sensaciones, los que con frecuencia reconozco desde la caricia discreta, y el roce firma hasta la garra de la excitación plena, en que en la penumbra de mis ojos apretados, se arranca un orgasmo mientras me masturbo y pienso en aquel trío.
Fueron necesarias varias reuniones en un café por Galerías. Me apetecía la idea, simplemente me resultaba bizarra la idea de hacerlo yo con dos hombres, no por la variedad sino por estar yo inmiscuida como participante, que tan lejos de la imagen qu siempre guardé de mujer de uno sólo. Pero había resultado lo que temía, al hacerle caso a mi marido de que buscara nuevas experiencias con otros hombres me fue tan placentero, que ahora buscaba mas, tal vez alimentada por la propia fantasía de Alejandro mi esposo.
Nos reunimos en su casa, llegando me invitó y Irish Cream, y como las otras ocasiones dispuso de una buena selección de música. Allí es la única vez que he podido bailar sin que nadie más lo hiciera, y de que manera.
Esta vez lo invité yo a bailar, la música era movida de manera que me pude lucir con movimientos algo provocativos, que invitaban a observar como mis senos se deslizan y me acompañan en mi vaivén de caderas mientras con los brazos pegados hago que resalten mis pezones por encima de mi blusa. Instintivamente llevo los brazos arriba para tapar el sobresaltado panorama, sin que se deba ello a excitación alguna.
El se acerca a mi y me toma de las manos extendiéndolas y jalándome ligeramente a él para quedar con la mirada clavada en mis pechos. Recuerdo entonces que le parecen hermosos y que gusta de retozar en ellos antes de chuparlos y masajearlos.
En ese momento llega el desconocido, un hombre más bajo que él, como de mi estatura, atlético si que su cuerpo guarde exageración alguna, y con una sonrisa me saluda y pide una disculpa por llegar retrasado a la reunión.
Se sirvió una copa mientras continuamos bailando otra pieza y nos sentamos en el sofá de la pequeña sala que se encuentra a desnivel, y platicamos amablemente sobre las reglas de lo que habría que seguir. Él tomó la palabra y con su seguridad característica dejó claro, sobre todo al que hacia el tercio, que todo se iría dando de la manera, la forma y la velocidad que yo estuviera dispuesta a marcar, y que en el momento que yo dijera no a algo, era no sin discusión.
Luego termino explicando a su amigo que él, de esa manera, me había gozado como nunca antes, a lo que el amigo sólo agregó - "¡órale!".
Apuré lo que quedaba de Irish Cream en mi copa y, tomándolo de la mano, me paré de nuevo a bailar.
La música acompasada, ligera y sugestiva ayudó a que pronto estuviéramos tan cerca que podíamos escuchar nuestros latidos, los de él acelerados mientras sentía como su verga comenzaba a levantarse. Los míos profundos arrancándome suspiros que buscaba controlar.
Mis brazos rodeaban su cuello y mis dedos acariciaban su pelo, mientras sentía como las suyas se incorporaba a mis caderas para acariciarlas con suavidad y como buscan la profundidad de mi falda para levantarla.
Debí estar en mis días fértiles, y aunque sin matriz, el resto sigue funcionando a la perfección, por lo que mis pechos eran más abultados y duros que la ultima vez en que nos vimos.
"Hoy estás esplendida", me dijo mientras se animó a tomarme de las nalgas para arre pegarme a su bulto. "Gracias" fue todo lo que dije.
Subió las manos a mi cintura y procuró levantar mi blusa para meter sus manos por mi espalda, sin lograrlo.
Entonces se levantó el amigo y tomándome por sorpresa de la cintura, dijo "¿Me permiten acompañarlos?". A lo que casi en automático asentimos sin decir palabra alguna.
El bailar de sándwich tan platicado en la cama en casa comenzaba a ser algo real, pero aun discreto.
Escucho entonces su respiración en mi nuca, y como ratifica lo que me había dicho antes él: "Estás esplendida". "Gracias" repetí la respuesta.
Siento como su mejillas se junta a mi cuello y sus manos comienzan a levantar mi blusa por la parte de enfrente. Entonces siento una corriente venir de mi interior y mojar mi entrepierna, desde ese momento me convertí más en un pasajero que en un conductor.
El vaivén de la música y la forma en que me mueven entre ellos, mientras cuatro manos dedican cada espacio a acariciar con dulzura mi vientre, mi espalda, y de vez en cuando dirigirse a mis pechos y mis nalgas ara probar la delicia de mi cuerpo que comienza a hervir de deseo descontrolado.
Perdí entonces la noción del tiempo, con los ojos cerrados y los brazos dispuestos a no luchar, me entrego al masaje cada vez más intenso de unos dedos en que se adivina una calentura desproporcionada.
Con agilidad y rapidez me despojan de la blusa y el bra, Me volteo a bailar un poco con el amigo de él quien detiene su respiración frente a mis pechos danzarines que flotan en las manos de él mientras los amaza firme pero con cariño, el amigo me sube la falda por detrás lo que él aprovecha para pegarse a mis nalgas. Así como estoy el amigo se retira un poco de mi y se despoja de la playera y rápidamente se deshace de los pantalones. Mi corazón da un salto y acelera a fondo el ritmo. Se queda en truzas pero no es difícil adivinar ese miembro erecto al máximo, en tan diminuta penda interior; lo tomo de la cintura y me refugio en sus brazos escondiendo de él mi desnudez al tiempo que alejo mi pubis de su bulto. Veo como cae al suelo mi falda que ha desabrochado el amigo y quien se queda clavado viendo mis pantaletas diminutas, en donde se adivina una vulva hinchada de placer y deseo reprimido.
Entonces siento como él ya desnudo me entrega su verga caliente entre mis piernas. Quiero arrancarme la pantaleta para sentírsela desnuda y mojársela completa, desabrocho el lado derecho de mi pantaleta y él se encarga de acelerar el resto.
Por fin estoy desnuda entre los dos, sus manos van de arriba abajo acariciando y apretando de vez en vez rodos los rincones de piel por los que viajan, Se pierden en los pliegues de mis labios y se hunden en ratos en los rincones oscuros de mi cuerpo.
Me contorsiono de placer y comienzo a entregar los primeros gemidos que busco reprimir. ÉL se percata de ello y al tiempo que me dice relájate, se baja poco a poco por mi pecho, besa mis pezones, acaricia con ambas manos mis pechos, mientras su amigo anclado a mis caderas baila acompasado con su verga pegada prácticamente a mi ano.
Él lengüetea mi torso hasta llegar a mi monte de Venus y rozarlo con la nariz. "Que delicia" exclamo, y él clava su nariz en la comisura de mi clítoris que restriega con firmeza y maestría y me dejo acompañar por esas caricias nasales y los empujones del amigo que comienzo a desear dentro de mí.
Me doy cuenta que comienzo a sudar y me entrego a devolver las caricias a quienes me pusieron caliente al blanco vivo, acaricio pechos, torsos y vergas, me muevo y me hundo en sus manos, y abro el compás de espera para recibirlos.
Él aún dedicado a acariciar con su nariz mi clítoris, me arranca un pequeño orgasmo que me hace levantarme en la punta de mis pies, lo que el amigo aprovecha para separar un poco mis piernas y bajar para perderse rápidamente entre mis nalgas y separarlas para hundir su lengua en mi ano. Con mis manos desocupadas separo una de otra mis nalgas, procurando facilitarle la faena, o procurando lograr más placer en la endura de mi esfínter.
Las piernas fallan de tanta excitación, mis músculos no responden para sostener la postura que guardo y debo caer sobre el sofá casi atropellándolo a él, quien ahora chupa con desenfreno mis jugos vaginales y mama con fuerza mi clítoris lo que hace se alargue el orgasmo hasta el unto de no tolerar más el contacto.
Pongo mi mano como frontera como pidiendo tregua, pero entregando el campo de batalla para la toma final.
Al tratar de recuperar la posición, siento como el amigo se aferra a mis caderas y clava su verga dentro de mi vagina metiendo y sacando con suavidad ese trozo de humanidad que siento como vive y palpita dentro de mí.
Comienzo a cabalgar pues siento que voy a explotar, me han preparado bien para reventar y adivino que será inolvidable. Él se acomoda en el sofápor debajo de mi y comienza a succionar mis pechos, apoderándose de mis pezones como si se tratara de biberón de infante, a como me gusta, que sensación tan agradable mientras se dedica el amigo a cogerme con ritmo cada vez más acelerado. Deja de chuparme los pechos y mientras sale por debajo de mi el amigo se apodera de mis pechos y los fusiona a sus manos, siento dolor y por mi reacción él lo nota y me pide una disculpa. "Sigue" le digo apresurando la cabalgada.
Yo cabalgo y el me jala de las caderas, siento como sus testículos golpean mi monte y comienzo a masturbarme para no perder la calentura. Entonces me voy profundamente con un gemido largo, ronco y profundo que los deja al amigo lleno de satisfacción, dándome una nalgada mientras arremete con más fuerza hasta adentro de ni vagina dice: "Que rico te fuiste", "Quieres más?".
Aun sin poder hablar sólo atino a balbucear una expresión de afirmación. Entonces le digo a él que me la meta, lo que sonó a suplica, pero así era, quería sentirlo adentro, él tenía la verga un poco más grande y tantito más gruesa que su amigo, quería sentirme apretada y al mismo tiempo me daba miedo tener que recibirla por el ano. Lo que sí el amigo sabía moverse y parecería que se encontraba a gusto moviéndome a mí, lo que sentía yo placentero.
Él se acomoda de nuevo en el sofá, me pongo sobre sus piernas y después de entregarle mis pechos para que los bese, me acomoda su pija en la vagina y de un sentón la dejo toda dentro de mí.
Me de tengo, la saco con sumo cuidado sin perder un detalle de su gesto, su mirada y su deleite viéndome de punta a rabo, y comienzo a montarlo con un suave vaivén de cadera y sutiles el elevaciones de pubis que acarician su pija dentro de mi vagina. Sonrió al verlo como se eriza por la sensación de placer que aplico a su pija, al tiempo que siento como un dedo del amigo se entretiene en mi ano, acariciándolo poco a poco hasta que se va abriendo a los movimientos seductores que ambos imprimen a mi cuerpo.
Él comienza a meter y sacar su larga y gruesa pija con cadencia y constancia, en tanto el amigo insinúa que me recueste en él para poder dejarle el camino preparado para que me meta su verga por el ano.
Abró con mis manos mis nalgas dando señal de venga completa y la recibo con dolor, encajando las uñas de mi mano derecha, que es la única que alcanza su pierna.
Sin solarme de las caderas, ni sacar su verga, comienza a empujar con cuidado, dando pequeños vaivenes a su cuero, hasta que el dolor cede un poco y cuando me siete mas relajada me la deja ir sin parar hasta adentro desencajándome un orgasmo explosivo mientras él aceleraba su entrega por mi vagina.
Entonces fui yo la que aceleré el ritmo, ya hirviendo y sin dolor y siento como me llenan de semen mi pucha y mi culo.
No hay adjetivo para calificar como acabó ese día, pero aún escurro al recordarlo y todo gracias a la fantasía sexual de mi marido y su insistencia por coger con otros para aprender algo nuevo.