Una empresaria agresiva

Su mano sigue masajeando suave pero constante, aumenta el ritmo, se le escapan algunos jadeos, está a punto de correrse. En ese preciso instante oye la puerta de su despacho...

UNA EMPRESARIA AGRESIVA.

Aquella mañana me encontraba sentada en mi despacho. Estaba tremendamente molesta con todo. Tras de mí, aquellas cortinas que dejaban entrever la calle abarrotada de gente en aquél día soleado y excesivamente caluroso.

Aquella reunión que había de mantener a las 12 del mediodía no me agradaba. Estaba tensionada en exceso. Miré el reloj y marcaba las agónicas 11 horas. El sudor en mi frente delataba la falta de aire acondicionado. El dichoso aparato estaba estropeado desde hacía unos días. Lo maldije en mis pensamientos. Me centré en pensar en aquella entrevista. El Sr. Julio Andersen, presidente de una importante empresa alemana dedicada a los cosméticos, se había interesado por nuestra colaboración para la distribución de sus productos. El contrato había de ser millonario y muy importante para nuestra sociedad. El no me gustaba. Nos habíamos visto dos veces. Engreído, prepotente, dominador y algo chulo, lo único que había provocado en mí era fobia. Pero aquello no me iba a impedir intentar cerrar aquél negocio con él.

Llamo a mi secretario, y le pido por favor que venga a mi despacho:

¡Santiago por Dios! ¿cuándo va ha estar arreglado el maldito aire?

Bárbara ya he dado aviso 3 veces, no puedo hacer más, los de mantenimiento me han dicho que a lo largo del día estará listo.

Eso mismo me dijiste ayer, y mira como estamos, sudando como pollos. Esto es insoportable, no se puede trabajar con 40 grados a la sombra -dijo Bárbara a la vez que se abría varios botones de la camisa que llevaba puesta.

Santiago la mira de soslayo, se acerca a las ventanas e intenta cerrar las cortinas para que no entre tanto calor,

Deja las cortinas como están.

Santiago se da la vuelta y la mira pensando está de los nervios, como no firme pronto el contrato con el alemán nos va a desquiciar a todos.

Pero Bárbara, si las cierro no hará tanto calor, no ves que el sol está dando en los cristales.

No quiero cerrar las cortinas y punto.

Santiago vuelve a dejar las cortinas como estaban y se dirige a la puerta para salir del despacho, en ese momento sonó el teléfono y en vez de ir a su despacho, contestó allí, en el de su jefa. La recepcionista le dice que ya ha llegado D. Julio Andersen, la visita que espera la Sra. Matas.

-Está bien, enseguida bajo a recibirle, ve subiendo los cafés y las pastas que te pedí para la Sra. Matas y los dejas en la sala de reuniones.

-Bárbara, ya ha llegado el alemán. Bajo a buscarlo. En 2 minutos estamos aquí.

-Pero si no tenía que llegar hasta las 12. Entretenlo Santi por Dios, tengo que asearme un poco y cambiarme esta ropa que está hecha un asco con tanto calor -le gritó Bárbara; que llevaba trabajando desde la madrugada. Estaba agobiada por tanto calor y por el acuerdo que quería cerrar. Quería haberse tomado una rato de descanso antes de las 12, pero…… ahora iba a ser imposible. No era su mejor día.

Bárbara se dirigió al aseo que tiene en su despacho, se despojó rápidamente de la camisa, el pantalón y su ropa interior, y se metió bajo la ducha con mucho cuidado de no mojarse el pelo. El agua fría empezó a recorrer su cuerpo desde el cuello hasta los pies, al principio le da un poco de escalofríos, pero cuando su cuerpo se acostumbra a la sensación del agua fresca cayendo por su cuerpo, se siente mucho mejor. Por un momento olvida que está esperando al alemán, pone un poco de gel en sus manos y comienza a frotarse suavemente el cuello, baja lentamente hasta sus firmes pechos, las axilas, el vientre, las piernas y por último sus partes intimas, ahí se recrea algo más, cuando sus dedos pasan por su raja siente deseos de acariciarse, de masturbarse, no se puede reprimir y se entretiene paseando los dedos alrededor del clítoris; empieza a sentir placer, los movimientos de sus dedos son suaves, pero van aumentando de intensidad a la vez que va sintiendo más placer, la mano libre sube desde el pubis acariciando su vientre hasta llegar a sus pechos, se toca los pezones, pasea su mano de una teta a la otra, apretando, estrujando. Está muy caliente. Su cuerpo empieza a moverse rítmicamente como su clítoris demanda. Su mano sigue masajeando suave pero constante, aumenta el ritmo, se le escapan algunos jadeos, está a punto de correrse. En ese preciso instante oye la puerta de su despacho y sobresaltada abandona su placentera paja, entonces escucha la voz de su secretario Santiago y le maldice, -este jodido hombre, que inoportuno es siempre.

Pero en ese momento recuerda que viene el alemán, empieza a aclararse el jabón del cuerpo. Rápidamente coge la toalla y se seca a toda velocidad, se acerca al armario que tiene en el baño, donde generalmente guarda algo de ropa interior, busca un sujetador color camel para que no se transparente, pero no lo encuentra, ¡-joder! dice -ya olvidé otra vez traerme de casa lo que me llevé para lavar. No quiere volver a ponerse el mismo sujetador y la misma braguita, se dice a sí misma: - a grandes males, grandes remedios…. Busca la ropa que había traído para la reunión, y se pone la camisa, esta vez blanca con un detalle de color verde, el mismo que lleva la falda, su pechos se adhieren a la camisa y no dejan lugar a la imaginación, se vislumbran totalmente. Sus pezones están libres y se estampan tras su camisa con mucho descaro.

Se siente muy ligera sin ropa interior, casi le da vergüenza salir del baño, pero no le queda más remedio. Recorre con la vista el suelo del baño en busca de los zapatos, pero no los encuentra, recuerda que los dejó cerca de su mesa de trabajo. Se peina, se arregla un poco el maquillaje y se pinta los labios. Su aspecto es totalmente exuberante. Cuando sale del baño a buscar los zapatos, mientras va abotonándose la camisa, se queda paralizada…..Allí no está Santiago, está Julio Andersen, sentado en el sofá mirándola directamente. En su cara se dibuja una lujuriosa sonrisa.

Santiago bajó a recibir al Sr. Andersen, le entretuvo unos minutos enseñándole algunas de las instalaciones de la empresa, pero Julio Andersen le dijo que tenía prisa y por favor le llevara al despacho de la Sra. Matas cuanto antes.

Santiago le llevó al despacho de Bárbara y al no encontrarla allí, le dijo:

  • Tome asiento por favor Sr Anderson. La Sra Matas le atenderá enseguida, seguramente ha salido al despacho de al lado y vuelve en un minuto.

  • No se preocupe, la esperaré aquí, es culpa mía por haber llegado antes de la hora. Debí avisar que vendría más temprano.

Santiago salió del despacho.

Julio Andersen estaba entretenido curioseando aquel despacho, desprendía feminidad por todas partes, sus cuadros, el sofá, el escritorio, las flores, incluso el aroma de la estancia, todo era muy femenino, incluidos aquellos zapatos tirados en el suelo de cualquier manera. Estaba en estos pensamientos cuando vio salir de la puerta que tenia a su derecha a la mujer, ¡qué mujer!, alta, morena, ojos negros y vivaces, labios perfilados, y sus pechos, sus pechos…, bajó la vista hasta las caderas, las largas piernas y sus pies, no llevaba zapatos, el verla descalza le provocó un cosquilleo en su parte noble. Quería mirarla a la cara, a los ojos, pero los pechos de Bárbara se habían fijado en su mente de tal forma que sus ojos no le respondían, no podía apartar la mirada de aquellas tetas que se incrustaban en la camisa.

Sus pezones le llamaban, le suplicaban que los tocara, manoseara, apretara entre sus manos, los besara, mordisqueara y chupara. Su polla se despierta, se mueve, le incita a follársela en ese mismo sofá en ese mismo momento.

Su polla ya no puede crecer más, está al límite, en tan sólo unos segundos ha pasado a tal grado de excitación que no sabe como va a salir de este trance.

No sabe como levantarse sin que esa mujer vea la protuberancia en su pantalón, pero tiene que levantarse y saludar.

Bárbara no atina con la camisa, se queda boquiabierta al mostrarse ante su visita descalza, sin braga, sin sujetador, con las tetas casi al descubierto, los pezones hinchados, ella tampoco sabe como salir de este trance. Desprende sensualidad por todos los poros de su piel.

-Discúlpeme empieza a decir Bárbara. Es que hace mucho…calor… y yo me….he

-No, discúlpeme usted a mí, bueno…..es que yo……- acertó a decir Julio casi balbuceando, - me he adelantado un poco.

Bárbara se adelantó a estrechar su mano. Sin poder evitarlo, sus ojos se dirigen a lo abultado del pantalón de Julio. Se ruboriza, piensa ¡madre mía que empalme tiene, que hermosa polla debe esconder ahí!

Julio se percata de la miraba de Bárbara, no sabe donde meterse, siente la necesidad de decir algo, pero no puede, no le salen las palabras. Diga lo que diga, no puede evitar lo que ya ha sucedido, Bárbara ya se ha dado cuenta de la erección que le ha provocado su presencia.

Se estrechan la mano y sienten una agitación interior. La tensión sexual se respira en el ambiente. Sienten el calor agobiante del día y el calor ardiente de la excitación, tratan inútilmente de sosegarse, no pueden, no paran de pensar en sexo, sexo, sexo…..los dos.

-Perdóneme un momento, tengo que ver a mi secretario- dice Bárbara mientras camina descalza hacia la puerta para desaparecer unos minutos del despacho y tratar de sosegarse.

-Será mejor que se ponga los zapatos, podría hacerse algún daño.

Bárbara se ruboriza aún más y sale del despacho sin hacer caso del comentario de Julio, se va a otro baño que hay en el pasillo, se echa agua en el cuello, se mira al espejo, esta totalmente excitada, desea follar con ese tipo locamente, quiere tener esa polla en su boca, quiere que la babosee todo el cuerpo. Se siente fuera de sí.

El agua le ha mojado la camisa, sus pechos son más visibles todavía a través de la tela, ahora semitransparente por el agua, pero no se ha dado cuenta, está pensando " ahora entro en el despacho, me arranca la camisa, me toma por la cintura, me arrima a su cuerpo, a esa polla ansiosa de liberarse, acerca su boca a la mía y me besa con pasión, fundidos en el abrazo nos tiramos al sofá y follamos violentamente". Intenta apartar esos pensamientos de su cabeza, pero está excitadísima, siente su sexo abrasar, intenta calmarse, pero piensa que no podrá relajarse hasta que no se folle a Julio.

Julio no puede más con esa erección de caballo que tiene. Necesita vaciarse. No se lo piensa dos veces y se dirige al aseo de Bárbara, entra y cierra la puerta. Se baja el pantalón y el bóxer y agarra su polla, empieza a masturbarse con prisas, no quiere que Bárbara le sorprenda. Quiere correrse enseguida, relajarse, y recuperar el control de la situación para rebajar esa tensión sexual que le impide comportarse como el gran hombre de negocios que es.

Bárbara entra en su despacho y al no ver a Julio siente algo de tristeza, sus pensamientos de follar con Julio se fueron al traste. En su imaginación había echado el polvo de vida, mucho deseo, mucha excitación, mucha tensión, reunía todos los requisitos para el gran polvo. Un polvo de esos de "aquí te pillo, aquí te mato" y luego, si te he visto no me acuerdo.

Algo desanimada se dirige al aseo, tiene intención de darse otra ducha para apagar el ardor que siente dentro. Abre la puerta y se encuentra a Julio con la polla en la mano, masturbándose. Ahora es ella la que no puede apartar la vista de esa soberbia polla, el sofoco que sentía se convierte en fuego. En su excitación se imagina metiéndose en la boca aquella polla sin ningún miramiento, se dice a si misma -a la mierda con la formalidad y los formulismos.

Sin mediar palabra con él, le mira a los ojos y ve tanta avidez de sexo en él como ella siente. Y sin pensárselo dos veces se lanza a comerse aquella verga arrogante. Se la mete en la boca y comienza a chuparla con deleite y pasión, reduce un poco el ritmo y pasea la lengua de arriba a abajo suave y lentamente. No se deja ni un centímetro de piel por lamer.

Julio al verla entrar en el aseo con la camisa empapada marcando aun más sus pechos, piensa como ella -a la mierda con todo-, a esta me la follo ahora mismo. No le da tiempo a pensar en nada más, ve como Bárbara se lanza a por su polla y se la introduce en la boca, esa sensación casi hace que se corra.

Rotas las barreras, ambos se lanzan frenéticamente al sexo. Mientras ella le pasa la lengua por todas las partes de su polla, él empieza a quitarle la camisa, no tiene paciencia para desabotonarla, por lo que tira de ella y los botones saltan por todo el baño. Ella se aparta de aquel miembro a punto de explotar, se quita la camisa, la tira al suelo y se quita la falda. Él se vuelve loco de deseo al descubrir que tampoco lleva bragas, ni tanga, ni nada…. y con mucha impaciencia dirige su mano al coño mientras se deja caer sobre una banqueta. Su mano sube y baja acariciando la raja de Bárbara. Ella está tan mojada que Julio se empapa de su flujo, ella se retuerce de placer al contacto de la mano. El se levanta y se abalanza a por los pechos de Bárbara, primero los lame suavemente mientras los presiona con la mano que no tiene en el coño, después los besa y los chupa con deleite, se mete el pezón en la boca y succiona como si quisiera beberse sus flujos. Mientras, Bárbara tiene presionada su polla con una mano, y con la otra le acaricia los huevos. Ambos están al límite. Con un brazo la rodea por la cintura y la arrastra con él hacia el wc y se sienta sobre la tapa, ella, de pies ante él, se va agachando lentamente hasta introducirse toda la polla dentro. Él siente oleadas de placer cuando esa vagina va engullendo su polla, toda, y se queda quieto entre sus piernas, no se puede mover, si lo hace, se corre. Ella se hunde hasta el fondo y también se detiene en su descenso un momento, tan sólo para colocar sus manos en los hombros de Julio y comenzar a subir y bajar rítmicamente por ese órgano a la vez que se restriega el clítoris por su pubis. Julio la aprieta contra su cuerpo para que pare un momento y así retrasar algunos segundos la inminente eyaculacion. Bárbara cesa en sus movimientos, pero tan solo un instante, siente como le está llegando el orgasmo y empieza a moverse frenéticamente mientras su cuerpo se convulsiona ante los espasmos de placer que inundan todo su cuerpo. Julio deja de aguantarse, se abandona, y su polla expulsa entre estertores hasta la ultima gota de semen.

Están exhaustos, debilitados, sudorosos, no se atreven a mirarse a pesar de lo que ha pasado entre ellos. Julio agacha la cabeza y le pone los labios en un pezón, ella le mira, él levanta la vista y se funden en un beso apasionado, ella le pasea la lengua por los labios y después se la mete en la boca, el succiona esa lengua, vuelven a sentir un hormigueo en su interior. Él sigue dentro de ella. La agarra fuerte por la cintura y se levanta con ella, le pone la mano en el culo para aguantar el peso y se dirige hacia la ducha. Entran en ella y abre el grifo, el agua empieza a caer sobre ellos. Bárbara se deshace del abrazo y levanta la cara hacia el agua, esta le recorre todo su cuerpo de la cabeza a los pies. Se separa de Julio y busca el gel de baño, se echa un poco en la mano y comienza a enjabonarle la polla, esta se remueve y empieza otra vez a crecer. De ser un trozo de carne pasa a convertirse en una barra de hierro. Él la imita y comienza a acariciarle el cuerpo con las manos embadurnadas de gel. La polla de Julio no tiene descanso y otra vez está más que dispuesta a penetrar en aquel cuerpo que le ha absorbido la razón. Y así lo hicieron, volvieron a follar, esta vez con más calma, pues sus cuerpos ya estaban algo más aliviados……Celebraron su reunión allí, en la ducha, llegaron a los acuerdos que creyeron oportunos, con besos y muchas caricias, solventaron los inconvenientes con alguna arremetida más fuerte que otra, y sellaron el pacto con una gran corrida……de ambos.

Desde aquel día, todas sus reuniones profesionales las celebraban de aquella forma. Y siempre con resultados muy, muy satisfactorios…….FIN

RomyMadrid.