Una dulce venganza.

Un joven que durante su niñez padeció a una déspota y represiva profesora. Al cabo de los años, como por casualidad se le presenta la oportunidad de hacerle pagar por todos los desmanes que le hizo sufrir.

Siendo un crio de 8 años, y por motivos laborales, mi familia abandonó nuestra ciudad de provincias, y trasladamos nuestra residencia a Madrid. Nos establecimos en un popular barrio del sur de la ciudad, y mis padres me inscribieron en un conocido colegio de dicho barrio. Y allí me tocó comenzar mi andadura académica en la clase de la señorita Marisa. Una mujer bastante guapa, pero con un carácter terrible, y bastante antipática. Recuerdo que siempre llevaba una regla de madera en la mano, y si no te sabías la lección, hacías mal las cuentas o algun ejercicio, el "premio" eran 40 palos en la palma de la mano. Y si no respondías correctamente a alguna de sus preguntas, la cosa se reducía a 15 palos también en la palma de la mano. Y su mayor afición era ridiculizar al alumno y ponerlo en evidencia ante el resto de la clase. En fin, toda una tirana.

Como ya he dicho, era una mujer bastante guapa que por aquel entonces andaría no lejos los 30 años; era alta, rubia, de ojos claros y con una estupenda figura; era delgada sin estar demasiado flaca; y sobre todo tenía un estupendo culo y unas tentadoras yetas, no muy grandes, pero si bastante firmes y muy bien puestas.

A pesar de ser una mujer guapa, recuerdo que siempre tenía una expresión desagradable en su cara; así como de persona amargada que ve enemigos en todo lo que le rodea; y muy pocas veces se la veía sonreir. Y cuando caminaba lo hacía con un aire de superioridad sobre todo aquello que la rodeaba, que eramos nosotros; los alumnos, unos seres inferiores a los que humillar y ridiculizar. Pero todos estos detalles físicos pasaron desapercibidos para todos nosotros, pues aún eramos unos crios y nuestros estímulos e instintos aún permanecía dormidos, y todavía les faltaban unos años para comenzar a despertar.

Cuando acabó el curso y pasé al siguiente nivel, me tocó en la clase de un profesor; Don Francisco, que también tenía lo suyo; pero fue para mí una liberación y todo un alíbio. He de confesar que nunca fuí contento a la clase de la señorita Marisa, e incluso a veces llegué a ir con miedo. Y el mío no fue el único caso.

Al estar ya en los siguientes cursos su actitud cambió en cierta manera hacia nosotros que ya no eramos sus alumnos; recuerdo que cada vez que se cruzaba conmigo por alguno de los pasillos del colegio, pronunciaba mi nombre y y me daba una palmada en la cabeza. Era un cambio total de actitud que me dejaba muy sorprendido. O tal vez sería porque al haberse casado le había mejorado el carácter. A saber.....

Los años iban pasando, y al ir creciendo e ir entrando en la adolescencia, nos empezaron a despertar esos instintos a los que antes hice referencia. Y comenzamos a verla de otra forma; ya la veíamos como mujer y como hembra con la que fuimos inspirando nuestras fantasias sexuales, porque la veíamos como mujer con algo especial. Y así se nos fue despertando un morbo incontrolable. A veces recordábamos algunas anécdotas desagradables de cuando estábamos en su clase; y la poníamos a parir.... "Pero que buena que está la hija de puta, vaya pollazo que le daría." era siempre nuestra coletilla final, pera despues desatar nuestra calenturienta imaginación y hablar de lo estupendo que sería llevarla a la cama y tener relacciones con ella, de irle quitando poco a poco la ropa, de bajarle despacio las bragas y metersela en ese estupendo chumino que sin duda debía tener la muy cabrona; o comerle esas estupendas y firmes tetitas que lucía, o agarrarle ese culo tan prieto que gastaba la muy jodida.  ¡¡¡ Bufff !!!! nos poníamos malitos con estos comentarios desatando toda nuestra lujuria adolescente. Y así comenzaron a caer incontables pajas en su honor. Vamos, que no parábamnos de machacarnosla a su salud.

Las cosas comenzaron a irme mál en aquel colegio, y se me complicaron bastante; pues mi rendimiento escolar no era el adecuado, e incluso estaba teniendo bastantes y serios problemas con el jefe de estudios, un tal Don Domingo, otro individuo deplorable, despectivo, tirano e hijo de puta. Desde luego que hoy, yo no permitiría que un individuo así educase o formase a alguno de mis hijos.

Al final, mis padres optaron por sacarme de aquel colegio y matricularme en un instituto. Lo cual fue como otra liberación. Salí de aquel ambiente represivo y entre en otro mundo donde había reivindicación de derechos y libertades, donde los alumnos eramos personas y no escorias con las que desahogar sus carencias aquellos deplorables individuos vinculados a un rancio pasado que se nagaba a morir. Pero aún así continué viendo a la señorita Marisa por el barrio, pues de vez en cuando nos cruzábamos por la calle, pero ya ni nos saludabamos ni nos mirábamos siquiera; no se si me reconocería, pero el caso es que nos ignorábamos mutuamente..

Mi experiencia en aquel colegio fue tan nefasta que me dejó como marcado, y ya nunca volví a rendir adecuadamente con mis estudios. Así tres años después, tras acabar el BUP a duras penas, pues estaba visto que los estudios no era lo mio, dejé de estudiar y me puse a trabajar, aunque por las tarde noche solía hacer algun cursillo relaccionado con mi actividad laboral, que era en una Agencia mayorista de Viajes. Así, cuando ya llevaba un año trabajando, decidí comenzar a estudiar inglés, durante mi etapa escolar había hecho francés, que había reforzado en este ultimo año, pero en la Agencia todo el mundoi mer animó a que aprendiese inglés ya que tenía muchas más salidas en el sector; y si además me defendía con el francés, pues mejor que mejor. Y así así comencé a mirar várias opciones por el barrio, hasta que ví una que me interesó. Y que casualidad, era en mi viejo colegio de la infancia. Sorpresas que tiene el destino; otra vez iba a volver a mi detestado colegio. Pero eso sí, esta vez iba de otra manera y en otras condiciones.

Cuando me matriculé y comencé las clases, para sorpresa mía, todavía había quien se acordaba de mí, aún a pesar de que ya habían pasado 5 años desde que había dejado de estudiar en aquel centro. Siempre había algun profesor o profesora que me reconocian al cruzarnos por los pasillos, y se paraban a charlar brevemente conmigo; las típicas preguntas de siempre. ¿Como te va ? ¿Que ha sido de tí ? ¿Que es lo que has hecho ? ¿Trabajas o estudias? etc... etc... Pero a la que nunca veía era a la señorita Marisa; y tampoco quise preguntar por ella; y por eso incluso llegué a pensar que seguramente ya no trabajaría en aquel colegio.

Solía salir del trabajo sobre las 7 de la tarde, pues me dejaban salir antes con la  excusa de ir a clase; y como el colegio no quedaba muy lejos, pues me iba hasta allí paseando con mis libros y cuadernos. Y como casi tenía una hora y media hasta que comenzaba la clase de inglés, me metía en un pequeño aula que llamaban de estudio y por la que raramente iba alguien, y aprovechaba para terminar mis ejercicios y dar un repaso a la leccion que habíamos dado el día anterior o a la que veríamos ese día, sin que nadie me moslestase. Y además estaba proxima del aula donde dábamos la clase.

Una tarde, nada más llegar a quel pequeño aula donde repasaba mis temas, entró una mujer muy bien vestida con un traje de chaqueta y una falda por encima de las rodillas, y que en un principio no reconocí. Se detuvo en la puerta, y con algo de sorpresa dijo un seco Buenas Tardes, que respondí con cortesía.

----  ¿Quien es usted y que hace aquí ?

----  Soy de inglés y estoy repasando un poco antes de la clase.

----  Ah, muy bien ---- dijo con sequedad.

A continuación se sentó en el pupitre justo al lado del mío, y en ese momento la reconocí. ¡Era la señorita Marisa !

¡Madre mía! era increíble que despues de tanto tiempo volviesemos a coincidir en un aula. Ya tendría como 35 o 36  años, y seguía bastante guapa, yo diría que más. Seguía siendo rubia y con el pelo corto, que le daba un aspecto bastante juvenil; llevaba un poco de maquillaje en la cara, y con aquel traje de falda y chaqueta que le sentaba de maravilla y que marcaba perfectamente sus curvas, y una blusa con un par de botones desabrochados, que dejaban a la vista el principio de su canalillo.  ¡¡¡¡Ufff...!!!  es que estaba para comersela. Que buena que seguía estando la muy cabrona.

Como ya dije, se sentó en el pupitre al dado del mío, abrío un maletín que llevaba en la mano, sacó unas gafas y se las puso, las cuales le dieron cierto aire de intelectual; y comenzó a leer unos folios que fue marcando con un bolígrafo rojo, y que sin duda debían ser ejercícios o exámenes que estaba corrigiendo. Yo me quedé como embobado; y la miré con disimulo durante unos minutos. Que apetecible se la veía, y soltaba morbo por todas partes. Ella seguía concentrada en sus papeles, mientras que un calenton comenzaba a despertarse en mi interior y que me iba recorriendo por completo. Es que estaba como para follarsela allí mismo, y sobre todo estando a solas en aquel aula tan solitaria, y por la que raramente pasaba alguien. Ya que en aquella hora solo estaban dando clases en el otro lado del colegio.

Comencé a recordar cosas que sobre ella me habían contado durante aquellos ultimos años; cosas que no se hasta que punto serían totalmente ciertas, o más bien eran mitos urbanos. Me contaron que se había separado de su marido porque un día este la pilló en la cama con otro tio, que además resultó ser un profesor  de aquel colegio, y que el marido les dió una buena manta de hostias a ambos....       Que ya separada se había liado con más de un profesor tambien del colegio, y que además estaban casados, etc.... En fin, las típicas habladurías de siempre, que quizas tuviesen su parte de verdad, pero que también tenían sus buenas dosis de mito urbano.

Yo, en medio de mi calenton, la miraba y me imaginaba el como estaría desnuda y haciendole el amor. ¡¡¡Ufff!!!   Mes estaba poniendo malito, y un inmenso empalme se me estaba desatando en mi verga. Así que ya sabía a quien iba ir dedicada la paja de aquella noche. Y en estas estaba cuando de pronto su voz me hizo bajar de las nubes y me devolvió a la realidad.

---- ¿Me ocurre algo ? ---- me preguntó

---- ¿que si me ocurre algo ?---- me volvió a preguntar con expresión seria ---- Es que llevas un rato mirandome, y no se. lo mismo me ocurre algo.

Yo sonreí y le pedí disculpas.

---- Ah.  Perdoneme. La miraba porque usted me resulta conocida. Porque es usted la señorita Marisa. ¿ No ?

---- Pues si, soy la señorita Marisa. ¿Por que ?

---- Bueno, es que hace ya unos años yo fuí alumno suyo, aquí en este colegio.

De pronto cambió su expresión, y sonriendo me preguntó.

----  ¿ Y cuando fue eso ?

---- Pues hace ya como 8 o 9 años.

---- ¿Cual es tu nombre ?

Se lo dije, y con cara de sorpresa exclamó:

---- ¡Vaya! Como has cambiado....

---- ¿Se acuerda usted de mi ?

----  Pues claro que me acuerdo. Lo que enredabas en clase y la de veces que tuve que hablar con tus padres. Y recuerdo que te llamaba cinco y medio, porque casi siempre esa era tu nota.

Yo me reía con ella y pensaba: ¡Madre mía! Aún se acuerda de mí la jodida. Y siguió recordándome más anécdotas de aquella época.

----  Ponte de pié ---- me dijo levantandose.

Y eso hice.

----  Pero si ya eres más alto que yo. Casi me sacas dos palmos

Yo sonreía mientras que ella seguía preguntandome más aspectos sobre mí: Que edad tenía ya, lo que hice, si he seguido estudiando o si trabajo. que en que trabajo y como me va, y si me gustaba lo que hacía, etc... En fin, lo típico en estos casos.

---- Bueno, tengo que seguir con lo mío ---- me dijo ---- estoy corrigiendo unos ejercicios y se me va a echar el tiempo encima. Porque despues tengo una reunión de profesores.

---- ¿Quiere que la ayude ?

---- Bueno, pues te lo agradecería, porque así iré más rápido. Sientate a mi lado, y yo te voy dando los folios ya corregidos, y tu los vás ordenando según las calificaciones. y tambien los ordenas por curso, que solo son dos.

---- Pues muy bien, y no sea usted muy dura.---- le respondí.

Ella me sonrió y me dió una palmada. Y a continuación nos sentamos en el mismo pupitre, y así comencé a prestarle mi ayuda. Mientras iba ordenando aquellos folios segun las instrucciones que me había dado. Disimuladamente comencé a fijarme más en ella. Usaba un rico perfume que olía a las mil maravillas, y sus manos se veían bien cuidadas. Mi calentón comenzó a subir de nuevo, y mi mástil volvía a ponerse duro; y más cuando como "involuntariamente" mi pierna rozaba con la suya. Y eso me puso muy, pero que muy cachondo. Así comencé a recordar anecdotas de cuando me daba clase, mientras que ella seguía concentrada con aquellos folios que según corregía me los iba pasando, y yo con unas ganas cada vez mayores de abrazarla, morrearla y follarmela allí mismo.

Miré mi reloj, y vi que aún quedaba poco menos de una hora para que comenzase mi clase de inglés; con lo que debía de darme algo de prisa si quería profundizar algo más con ella. La seguía mirando disimuladamente, y cada vez la sentía más y más apetecible. Así de lado, por la abertura de su blusa, podía verle un poco del sujetador de encaje que llevaba puesto, y un poco del canalillo de sus apetitosas tetas. Pensé que la muy jodida debía se como el buen vino, que con los años mejora su sabor y su aroma.

Así como a los 10 minutos, se quitó las gafas y las guardó en el maletín.

----  Bueno, esto ya está. muchas gracias por tu ayuda.

----  De nada, ha sido un placer ---- le respondí.

Ella me sonrió a la vez que yo le entregaba sus folios ordenados y clasificados, tal y como me había indicado. Los recogió y también los guardó en el maletín; que a continuación cerró.

" Eh que se marcha...." pensé para mis adentros; y eso no podía permitirlo. Pues no sabía si se daría otra oportunidad como esta, de estar así a solas con ella. Y echandole valor, me lancé al ruedo con todas sus consecuencias. Y sin mediar palabra, y rapidamente, la agarré por los hombros en un fuerte abrazo y conseguí pegar mis labios a los suyos.

Ella, en medio de su sorpresa, intentó rechazarme con sus manos, pero no lo consiguió; y apartó su cara. yo se la agarré y volví a pegar mi boca a la suya, mientras daba un apagado grito.

---- ¡Pero que te has creído !

Me dijo en cuanto la solté.

Se puso en pié y me dió una fuerte bofetada. Yo también me puse en pié y se la devolví. Ella intentó darme otra, pero en un acto reflejo, conseguí parar su barzo; y agarrandola de nuevo la empujé contra la pared, y volví a besar su boca a la vez que intentaba zafarse de mí, pero yo era más fuerte y la tenía bien atrapada.

Su respiración era agitada y su corazón latía con fuerza. Yo también estaba nervioso, totalmente alterado, y fuera de mí. Pues no sabía a donde me llevaría este paso que había dado; pero ya iniciado, había que concluirlo.

----  Eres un cerdo y un hijo de puta ---- me dijo

Yo sonreí chulescamente y seguro de mí le respondí:

----  Venga, reconoce que esto te está gustando.

A la vez que ponía una de mis manos sobre sus tetas.

----  ¡Cabrón !---- exclamó.

Y volvímos a forcejear, a la vez que volvía a besarla en los labios. En estas caímos los dos al suelo, quedando yo encima de ella.

----  Dejame ya ---- me suplicó.

----  Ni lo sueñes zorra. No sabes lo mucho que he deseado esto, y la de pajas que me hice por tí.

Ella comenzó a llorar y a suplicarme que no le hiciese nada. Pero yo seguía con lo mío. así comencé a lamer sus orejas con la punta de la lengua, a mordisquearle el menton, y a besar suavemente sus labios, que por un instante me dió la impresión de que reaccionaban y respondían a mi beso. Metí mi lengua en su boca y se la recorrí todo por dentro, hasta que la enredé con la suya.

----  Que buena que estas jodida ---- le dije ---- Uhmmm....!!!! lo que debe ser metertela y follarte.

----  Dejame ya por favor, no me hagas nada ---- me suplicó

Ya no era aquella prepotente y tirana. Ahora estaba indefensa y en clara inferioridad de condiciones; y eso me hacía sentir muy bien, porque esta hija de puta me las iba a pagar todas.

----  Si me sueltas lo olvidamos todo y....

No la dejé terminar, porque volví a darle otra hostia, lo cual hizo que estallase en sollozos.

----  Ni lo sueñes hija de puta. Vas a pagar todas las hostias que me diste y todo lo que me puteaste de crio.

----  Lo siento... ---- me dijo entre sollozos.

----  Ya es tarde para arrepentirse ---- le respondí.

Comencé a desabrochar los botones de su blusa, y así pude ver el sujetador de encaje que llevaba puesto y en el que recogía sus ricas tetas. Le bajé las copas del mismo y se las dejé al aire. Ufff...!!!!   Vaya tetitas más ricas que tenía la muy jodida; no eran muy grandes, pero estaban bien firmes, y coronadas por unos ricos pezoncitos que en medio de unas aureolas rosaditas pedían ser devorados. Comencé a masajearle suavemente los senos y luego a chuparselos y lamerle suavemente aquellos pezoncitos que se iban endureciendo y empitonando. Y así comencé a suzcionarselos metiendo gran parte del seno en mi boca, todo lo que me cabía, y mientras le chupaba un pezón, el otro se lo masajeaba suavemente y se lo presionaba; a la vez  que apretaba mi paquete contra su entrepierna, y se lo frotaba para que notase lo dura que se me estaba poniendo la verga.

La muy puta comenzó a dar pequeños y leves gemidos. Se ve que en el fondo, aquello que le hacía le estaba gustando, y no lo podía evitar. Así bajé una de mis manos, y echandome hacia un lado comencé a acariciar una de sus piernas y a levantarle poco a poco la falda. Ella ya no decía nada, y se dejaba hacer con la respiración muy agitada. Pues ya la tenía entregada a mis deseos. Mientras que yo comenzaba a subir muy lentamente por su muslo, a la vez que volvía a pegar mi boca en la suya, y a enredar mi lengua con la de ella. Así llegué hasta su entrepierna, y al tacto noté que llevaba puestas unas braguitas también de encaje. Las aparté hacia un lado; y suavemente comencé a acariciarle el coño, mientras que ella soltaba un leve gemido. ¡Uff...!! ¡Dios ! Vaya chumino que tenía la muy jodida; todo peludo, con los labios bien gruesos y marcados. Que tacto y que suavidad que tenía aquel chichi. Le metí un dedo, y luego otro y otro. Y así hasta tres, A la vez que notaba como comenzaba a humedecerse su vagina, y comenzaban a manar sus esencias internas.

Le saqué los dedos y se lo seguí masajeando y acariciando suavemente. Al rato, volví a meterle otra vez uno de mis dedos y ya con la vagina bien humeda y lubricada, comencé a aplicarle un rítmico mete y saca, a la vez que volvía a lamerle y suzcionarle golosamente sus ricas tetas; y a darle unos buenos morreos con su buena sesión de lengua. Ella comenzó a contornearse y a retorcese de todo el placer que le estaba dando, y así comenzaba a gemir como una perra en celo. Y durante un rato la estuve pajeando, hasta que conseguí que se corriera y tuviera un fuerte orgasmo.

Yo ya me sentía dueño de la situación mientras que ella se dejaba hacer y ya no ponía más resistencia a todo lo que le hacía. Ya la sentía entregada, y en su mirada veía cierta expresión de lujuria.

Me incorporé y la ayudé a levantarse, a la vez que la sentaba sobre la mesa de un pupitre. Cerré la puerta del aula con el cerrojo. Y ta tumbé en el pupitre mientras que ella me imploraba que no siguiese, que la dejase ya, mientras que me prometía y me daba su palabra de que no iba a contar nada y que lo iba a olvidar todo. Ahogué su voz pegando my boca a la suya dandole otro buen morreo con la lengua. Acto seguido le quité la chaqueta y la blusa; y a continuación le desabroché y tambien le quité el sujetador, y despues la falda, dejandola solamente con sus lindas braguitas de encaje. La contemplé por un momento, y vaya cuerpo y figura que tenía la muy cabrona. Estaba buena a más no poder, como para clavarsela y no parar. Se la veía potable la mirases por donde la mirases.

Poco a poco comencé a bajarle las braguitas, y ante mi vista fue apareciendo la imagen de su maravilloso coño, todo peludo, envuelto en una buena mata de vello rubio que lo cubría por completo. Vaya pedazo de chumino que gastaba la muy hija de puta, era aún mejor de lo que me había imaginado. Por la rajita asomaban sus apetitosos jugos internos, y un poco más arriba podía verse la punta de su pepitilla. Me acerqué y contemplé lleno de lujuria aquella maravilla de la genetica, con la que tanto había soñado y a la que tantas pajas había dedicado. Y allí lo tenía ante mi, dispuesto a que  lo trabajase y disfrutase tomandolo en posesión, porque estaba claro que ese chumino iba a a ser mío, tuviese las consecuencias que tuviese. Era como un sueño que estaba a punto de hacerse realidad.

En estas comencé de nuevo a acariciar sus ricas tetitas y a suzzcionarle sus bien erguidos pezones que ya los tenía duros como piedras. Ella ya ni suplicaba ni decía nada, solo gemía y cerraba los ojos, dejandose hacer ya sin poner la más minima traba; y comenzaba a colaborar en mi faena acariciando mi nuca y apretandome contra sus senos. La volvía besar en los labios, mientras que los suyos se acoplaron a los míos y chocamos nuestras lenguas una vez más. Y a continuación, con mi lengua fui bajando por su torso, dandole suaves lamidas con la punta, y acariciandola a la vez que disfrutaba del suave tacto que tenia su piel. me entretuve un momento en sus ricos y apetitosos pezones y continué para abajo hasta que llegue a su lindo ombligo, con el cual tambien me entretuve otro rato recorriendoselo con la punta de la lengua. Y así la fuí recorriendo hasta que llegue al sitio que más me interesaba, su magnifico y apetitoso coño. Le aparté los pelos hacia los lados dejandoselo al descubierto, y tras acariciarselo suavemente, abrí sus gruesos lábios externos, y ante mí apareció con todo su esplendor su hinchado y apetitoso clítoris como un botoncito de placer, el cual se lo presioné suavemente con el pulgar, mientras que ella se agitó y dió un fuerte gemido. Comencé a lamerselo con la punta de la lengua y a mordisquearselo con la punta de los dientes, mientras que ella no paraba de gemir y contornearse, a la vez que me agarraba por la nuca y me apretaba contra su coño invitandome a que se lo devorase; mientras que yo seguía trabajandole sin parar su ardiente y humeda concha, explorando con mi lengua todos sus rincones y pliegues y saboreando los sabrosos y ricos jugos que manaban de su interior. Ufff...!!!  Estaba devorando el coño de la señorita Marisa y saboreando con todo placer sus aromas y sus esencias internas. Ni en mis mejores sueños me había imaginado en una situación como esta.  Mi lengua entraba en su vagina y absorbía todo lo que por allí fluía dandome un festin de lujuria y placer, y haciendo que ella se retorciese y tuviese un nuevo orgasmo. Ya no se cuantos llevaba.

Que rica y apetitosa situación, era aquella, era el climáx total. estaba tomandome buena cuenta de las deudas pendientes que aquella zorra tenía conmigo, y me las estaba cobrando con todo placer, disfrutando de la tan odiada y deseada señorita Marisa. Situación en   que la muy putorra disfrutaba también, ya que no paraba de gemir y contornearse.

Así la dejé rendida y recuperandose por unos instantes. Luego me incorporé, ´baje la bragueta de mis vaqueros, liberé mi durisima y empalmada verga, que a gritos pedía pasar a la acción con aquel magnifico coño que tenía allí delante y que todo chorreante se le ofrecía poseer. La abrí bien de piernas, me puse en posición, coloqué la punta del grande en la humeda entrada de la vagina de aquella zorra. Y le dije:

----  Ya te han follado vários profesores. Pues ya es hora de que también te folle un alumno. Y ese privilegio es mío

La agarré de las cadera, y de un golpe se la clave en todo su interior. La muy puta lo recibió con un grito ensordecedor. Menos mal que por allí no estaban dando clase en aquel momento, si nó seguro que lo habría oído todo el mundo. Mientras, noté como sus humedas y lubricadas paredes se adherian a mi mástil, inundandolo con sus esencias y jugos, mientras que también sentía como se iba dilatando su vagina con mi vergota dentro y como se iba adaptando a la forma de mi mástil. Y que sensacion el sentirla dentro de aquel chumino.

Comencé a agitarme en un ritmico movimiento y a deslizarla dentro del coño de aquella zorra. Ufff...!!!  ¡¡Madre mía !!    Que placer y que sensación el sentir como mi verga bien dura y empalmada entraba y salía de aquel coño con el que tanto había soñado, y que por fin era mío y lo estaba disfrutando a placer. Me estaba follando a la señorita Marisa; mi sueño de adolescencia que se hacía realidad. Estaba haciendo mía a aquella tirana que tanto me puteó y amargó en mis días de niñez, y ahora se lo estaba haciendo pagar con mi mejor venganza, mientras mi vergota no paraba de entrar y salir deslizandose en el interior de su magnífico coño. Porque me la estaba follando a placer y lo que era mejo, sin su consentimiento. Era como la culminación a tantas y tantas pajas y morbo que había dedicado a ese chumino, delirio de mi deseo y del que había tomado posesión y lo estab disfrutando con todo placer.

Ella echó la cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados, la boca medio abierta y la lengua entre los dientes, daba pequeños gemidos mientras que sus tetas se movían y agitaban al rítmo de mis embestidas. ¿Que buena que estaba la cabrona ! ¡Era toda una hembra ! ¡Y que maravilla de coño que tenía la hija de puta ! Y sobre todo, que placer y que maravillosa sensación el metersela y follarla.

Y así, mientras no paraba de follarla y darle más y más rítmo a mis embestidas, comencé a masajearle las tetas y a pellizcarle sus duros pezones. Mientras que ella no paraba de gemir y retorcerse, acoplandose a mi ritmo y colaborando en el polvo. Despues, agarrandose a mis brazos, la ayudé a incorporarse, y se abrazó a mi como una posesa, colocando su cabeza sobre mi hombro, mientras que yo no paraba de darle y darle con mi dura verga en el interior de su estupendo coño. ¡Que maravilla ! ¡Que placer ! Aquello era el éxtasis total; la culminación de mis deseos. Y sobre todo, lo que más me excitaba era ver la cara de puton y viciosa que ponía la hija de puta. Luego bajé una de mis manos, y con el pulgar comencé a presionarle su hinchadisimo clítoris para que sintiese aún más placer, y recordase toda su vida aquella follada que le estaba regalando. Quería que disfrutase como nunca había disfrutado.

Ella lanzó un profundo y largo gemido, y se abrazó a mí aún con más fuerza, y comenzó a comerme la boca y a ofrecerme de nuevo su lengua que se enredó con la mía. Ya la tenía totalmente entregada y domada, y estaba poniendo toda su colaboración en el polvo. Se ve que lo estaba disfrutando como nunca antes lo había disfrutado la muy cabrona. Por fin había caído en mis garras tan ansiada presa, y por fin era mía la señorita Marisa, que desde ese momento se iba a convertir en mi más preciado trofeo.

Ella colocó sus manos en el pupitre y se echó un poco hacia atrás con la cabeza alzada, los ojos cerrados y la boca medio abierta, con una expresión de autentica zorra que no paraba de gemir y jadear; mientras que yo agarrandola por las caderas seguí aplicandole mis envites, deslizando mi vergota dentro de su ya entregado coño, a la vez que ella se iba moviendo a mi ritmo, haciendo que sus tetas bailasen hacia un lado y otro. Y así, tras unos instantes, nos llegó mutuamente el orgasmo, y noté como sus jugos iban empapando mi polla en el interior de su coño, a la vez que yo se lo iba inundando con largos chorros de cálido semen que comencé a bombearle en su interior, mientras que ella los recibía con leves gemidos; a la vez que se iban mezclando con sus jugos; mientras que se abrazaba de nuevo a mís hombro con todas sus fuerzas y poniendo cara de autentica zorra, pegó su morros a los míos y comenzó a devorarmelos.

Era increible, me había follado a pelo a la señorita Marisa y en medio del viejo colegio de mis amarguras, y me había corrido en el interior de su tan deseada concha dejandosela bien regada con mi semen. ¡La hostia! ¡Era la hostia !  Ni en mis mejores sueños había vivido esta experiencia. Hasta entonces solo había follado unas contadas veces con tres chicas de más o menos mi edad, pero nada en comparación con este pedazo de hembra y de puton que era la señorita Marisa.

Ella, totalmente agotada seguia abrazada a mí y con su cabeza apoyada en mi hombro; y yo acariciando suavemente su espalda, besando tiernamente su frente, y acariciando sus cortos y suaves cabellos. Y con nuestros agotados sexos aún acoplados y todo empapados de nuestras respectivas descargas. Nos miramos y volvímos a comernos mutuamente los morros, mientras que su lengua volvía a buscar a la mía para enredarse en un juego de placer. Menudo putón que había resultado ser esta zorrita, y como me había hecho disfrutar la muy hija de puta. Desde luego que pagó con creces todo lo que me puteó de crio. Y a pesar de todo, se veía que ella también había disfrutado como pocas veces lo había hecho.

Estuvimos así durante un rato, hasta que nos separamos. Yo me guardé mi agotada y empapada polla, mientras que ella comenzó a vestirse. Yo le fuí ayudando a ponerse algunas prendas, y de vez en cuando nos dábamos un pico en los labios. Según terminó de abrocharse la blusa, sonaba el timbre que que indicaba los cambios de clase. Y en ese momento comenzaba a oirse actividad por los pasillos. Yo abrí el cerrojo de la puerta del aula, y comencé a recoger mis cosas. Y ella mientras terminaba de ponerse la chaqueta, se puso frente a mí, y desafiante me dijo:

---- Eres un hijo de puta. Sabrás que puedo denunciarte por esto.

Yo me acerqué lo más que pude a su cara, le alcé un poco el menton, besé nuevamente sus labios, y chulescamente le dije:

---- Sí, pero no lo haras: Esto era una deuda que tenías conmigo. Además, reconoce que eres una zorrita y que te ha gustado todo lo que te he hecho, y que has disfrutado como nunca antes en toda tu vida.

Entonces comenzó a sollozar, y la acogí tiernamente en mis brazos, besé su frente, y acaricié su nuca.

---- Es que me ha gustado ---- dijo entre sollozos ---- Que bien me has follado, y lo que me has hecho disfrutar pedazo cabrón.

Acaricié sus mejillas y sequé sus lágrimas, a la vez que ella buscó mis labios y los unió a los suyos en un calido y tierno beso que nos hizo comprender que a partir de aquel momento ya eramos novios.

Aquella tarde no hubo clase de inglés para mí, ni reunión de profesores para ella. Poniendo como excusa que no se encontraba bien, dijo al conserje que se marchaba a su casa, y que yo amablemente me había ofrecido para acompañarla y que no fuese sola. Y así, con ella agarrada a mi brazo, abandonamos el lugar y fuimos a su casa, donde continuamos con lo nuestro. A partir de entonces, nos convertimos en amantes y buenos amigos, y comenzamos una relaccion que mientras duró, nos hizo disfrutar del sexo y de otras cosas.

COTO.