Una ducha muy cachonda

Relato de una ducha muy rica tocándome y probando cosas nuevas una vez más.

Bueno, como mencioné en mi relato anterior. Soy una chica muy cachonda. Me enciendo casi por cualquier cosa y eso hace que ande caliente todo el día. Amo tocarme y darme placer. Asique aquí les cuento como me masturbe muy rico hoy.

Comencé mi día chequeando mis e mails. Quedé gratamente sorprendida al ver que casi todos eran de lectores contándome lo mucho que habían disfrutado mi relato “una noche muy caliente conmigo misma “ y lo duro que se habían puesto. Obviamente eso hizo que me calentara mucho, pero recién comenzaba mi día, no podía tocarme aún.

A lo largo de la tarde, continuaron llegando respuestas, y cada vez que leía sus mensajes me encendía. Sentía como mi pelvis se prendía fuego.

Estuve todo el día deseando que llegue la noche para poder relajarme en mi sillón y tocarme. Pero durante unos días no estoy en mi casa, asique no tengo a mi disposición el desodorante que use la última vez, porque quedó junto a mi cama. Y es por eso que me la pasé pensando con que podía jugar esta vez.

En el transcurso del día, además de calentarme con los e mails, estuve leyendo un par de relatos y también ví algunas imágenes eróticas tanto de hombres como mujeres. Quería calentarme pero solo un poco, no tanto como para no poder aguantar sin tocarme, pero si lo suficiente como para estar excitada y un poco húmeda.

Termine de cenar y decidí tomar una ducha. Mi plan era poder relajarme luego y masturbarme. Pero en cuanto comencé a desvestirme en el baño mi plan cambió. Estaba un poco frío asique al sacarme el corpiño note mis pezones duros, no me resistí y los toqué. Me quedé un momento solo con mi tanga puesta, parada junto a la ducha. Cerré mis ojos y empecé a tocar mis tetas, mis pezones estaban muy duros y no podía evitar apretarlos. Y mi excitación comenzó a aumentar.

Me saque mi tanga y me metí en la ducha. Sentir el agua caliente en mi cuerpo se sintió muy relajante. Ya estaba cachonda y no me iba a detener. Seguí tocando y apretando mis tetas mientras dejaba caer el agua sobre mi cuello. Comencé a mirar a mi alrededor buscando algo más para jugar. Tuve una idea y sonreí, me sentí muy sucia de solo pensarlo, pero decidí probar. Tenía la segunda canilla de la ducha un poco por debajo de la altura de mi pelvis y por supuesto al ser metálica, era justo el juguete duro que estaba necesitando.

Asique sin dudarlo, me puse de espalda, tome mis nalgas, las separé y me senté sobre la canilla. Podía sentir el frío metal en mi zanja, mi clítoris presionado sobre esa dura superficie se sentía un tanto extraño, pero muy rico sin dudas. No me moví ni nada, solo me quedé sentada un momento mientras acariciaba mi cuerpo. Hice un poco de más presión sobre la canilla y fue una sensación extraordinaria, sentía mi vagina prendida fuego. Me puse de pie y mis manos fueron directamente a mi sexo. El agua de la ducha seguía mojando todo mi cuerpo y también podía sentir la humedad de mi concha al tocarla.

Decidi poner mi pie sobre la canilla que hacía un momento me había dado placer, para poder abrir un poco más mi sexo y tocarme mejor. Y así lo hice, tocaba sin parar mi clítoris y cada tanto metía uno de mis dedos. Comencé a gemir fuerte. La estaba pasando genial. No podía parar de tocarme, estaba muy excitada. Sentía todo mi cuerpo erizado y mas caliente aun por el agua de la ducha. Podía sentir que en cualquier momento iba a llegar al orgasmo, pero a la vez sabía que algo faltaba, estaba excitada pero no tanto como yo quería. Asique decidí dejar de tocarme por unos minutos, y simplemente me relaje.

Cerre mis ojos y me entregué a la ducha. Comencé a pensar nuevamente con que podía jugar para llegar al orgasmo. Abrí mis ojos y otra vez sonreí al descubrir que usaria.

Colgado de una esquina ví un cepillo exfoliante corporal de ducha, con un mango de plastico. No era muy grueso, pero si largo. Asique sin pensarlo lo tomé. Empecé a pasarme el cepillo por mi cuerpo, mi cuello, mi cintura, piernas, mi cola y luego lo pase por mi pelvis. Las cerdas del cepillo de sentían muy bien. Y mientras lo pasaba, use mi mano libre para volver a jugar con mis tetas. Hice esto unos minutos y continúe pasando el cepillo por mi cuerpo, pero ahora usaba el mango. Lo coloqué por debajo de mi vagina y comencé a moverlo hacia atrás y adelante, haciendolo rozar por toda mi concha y en especial mi clítoris. Mi respiración se aceleró, se escaparon un par de gemidos. Ya no podía detenerme pasaba el mango del cepillo por mi vagina cada vez más rápido, estaba prendida fuego.

Volví a poner mi pie sobre la canilla y casi sin pensarlo metí el mago del cepillo dentro de mi. Ohh si, grite. Que bien se sintió eso. Era una sensación extraña pero muy rica, como cuando me senté sobre la canilla. Continúe metiendo y sacando el mango, moviendo mi pelvis acompañando. Gemía y gemía de placer. El agua ya salía fría. Llevaba un buen rato masturbándome en la ducha y pretendía seguir así.

Seguí jugando con el mango del cepillo. Cada vez lo metía más y eso me hacía gemir más fuerte. No podía parar y ahora sí estaba lista para dejar que mi cuerpo explote de placer. Seguí metiendo y sacando el mango del cepillo hasta que lo logré, grite de placer. Podía sentir mi vagina relajarse luego de tanta excitación. Saque el mango de mi cuerpo, lo deje colgado en su lugar. Y aproveché el agua fría para terminar de bajar mi calentura.