Una ducha como ninguna...

Ahí estábamos, los dos rodeados de un cuarto pequeño de azulejos, con el agua tibia derramándose por nuestros cuerpos...

Era una mañana cualquiera, acababa de levantarme para entrar a ducharme, abrí la llave de la regadera y espere a que saliera el agua caliente, listo para entrar. A media ducha, cuando me estaba enjuagando el cuerpo, oigo que abren la puerta del baño, era Ana, mi novia, que esa noche había dormido en mi departamento, puesto que se había hecho muy tarde al salir del antro la esa madrugada, durmió en el cuarto contiguo al mío, hasta entonces no había sucedido nada, pues teníamos mucho sueño y lo único que queríamos hacer era dormir.

Ana tenia solo puesta una toalla blanca, asomé la cabeza y le vi en su cara una mirada lasciva, algo tenia en mente, lo que me hizo ponerme caliente poco a poco. Yo solo observaba conforme se acercaba. Se detuvo ante mi, y dejó caer la toalla. Cual fue mi sorpresa al verla toda desnuda, un cuerpo despampanante. Pechos grandes, coronados por un par de pezones oscuros, deliciosos. Curvas exquisitas y un coño precioso, totalmente depilado. Sus piernas torneadas y exquisitas. Estaba atonto, no podía salir de mi boca ninguna palabra, era como un sueño. Simplemente no podía creer lo que estaba viendo.

Me talle los ojos y me atreví a preguntarle que si quería tomar un baño también. Ella dijo que le encantaría. Abrí mas la puerta y me deje ver todo mi cuerpo, mostrando una gran erección. Ella entro sin decir mas y me abrazo una vez cerrando la puerta detrás de ella.

Ahí estábamos, los dos rodeados de un cuarto pequeño de azulejos, con el agua tibia derramándose por nuestros cuerpos, una ventana en la pared contraria a la puerta, arriba, dejaba pasar los rayos del sol de la mañana, iluminando nuestros cuerpos desnudos y mojados, permitiendo vernos mutuamente, y yo contemplando esa belleza escultural frente a mi, con sus pechos casi tocando los míos, mi pene totalmente erecto, con la venas resaltadas y apuntando directamente hacia arriba, hacia su rostro, el cual bajo su mirada para contemplar mi miembro ansioso por encontrar cobijo dentro de algún oscuro rincón que Ana escondía en su cuerpo. Era imposible mantenerse sin reaccionar por mucho tiempo, la abracé, ella apoyando su cabeza contra la mía, yo acariciando sus bellas nalgas, exquisitas. Mi verga se aprisionaba entre nuestros cuerpos, entre su vientre y el mío. Yo acariciaba su espalda, su nuca, su cuello, le levantaba con una mano su cabello húmedo y le besaba el cuello. Sentía en su piel que le daban escalofríos. En su piel suave y sin ninguna imperfección mis manos resbalaban con ayuda del agua, por todo su cuerpo. Mientras tanto, ella también me acariciaba la espalda y bajaba sus manos hasta mis nalgas, sintiendo el relieve, jugueteando con mis vellos, introduciendo sus dedos en mi raja. Yo baje un poco y me oncentre en sus pechos, hermosos y redondos, invitaban a succionar sus deliciosos pezones, los mordisqueaba, los jalaba con mis labios, los apretaba con mis manos, los lamía todos.

Ella se separo un poco cerro la regadera y tomo el jabón. Enjabono sus manos y comenzó a acariciarme nuevamente. Yo también tome el jabón y me concentre enseguida en sus preciosos pechos. Con mis manos enjabonadas, le toque cada seno, por todo su relieve, de arriba hacia abajo, le acariciaba los lados y subía hasta sus pezones, los acariciaba con los dedos mientras se ponían duros. Los pellizcaba, los presionaba como si fueran teclas. Ella hacia lo mismo irónicamente con los míos, pasaba sus manos resbalosas y los metía debajo de mis brazos, sintiendo los pelos de mis axilas. Con mis manos seguía acariciándola, ahora sus muslos, por fuera y por dentro, me agache y le bese los pies, lamía desde sus dedos de los pies hasta sus piernas, pasando por sus rodillas y subiendo por su muslo hasta acercarme hasta su vagina.

Ella volteando hacia el techo, cerro los ojos y yo me concentre en ese precioso rincón. Comencé a meterle la lengua, a masajear sus labios vaginales, los tomaba con los labios mientras mis manos subían por sus piernas hasta sus nalgas, metiendo mis dedos en su raja. Hacia movimientos rápidos con mi lengua, ella tocaba sus senos, los presionaba, pasaba sus manos por sus costados y levantaba los brazos, era una imagen espectacular. Con mis dedos separaba sus labios vaginales y mi lengua jugueteaba un poco con su clítoris, lo masajeaba suavemente. Ella gemía de placer. Sus jugos cálidos se escurrían por mi mentón. Los absorbía y probaba ese néctar con sabor especial. Ella no paraba de gemir, me tomaba de la cabeza, me acariciaba el cuello.

Decidí utilizar mis dedos dentro de ella. Metí un dedo primero, luego dos, luego tres. Ana se estremecía de placer al hacer esto. Me levante y le plante un beso que duro mas de 5 minutos. Ella probaba sus propios jugos que se acumularon en mi boca. Su lengua pasaba por toda mi boca, saboreando sus propios jugos.

Después ella bajo a mi verga y comenzó a masturbarme con una mano, mientras con la otra me estrujaba los huevos, gemí un poco de dolor, pero me acostumbre pronto, ahora mis gemidos eran de placer que invadían el cuarto de baño, el cual hacia eco. Se metió a la boca mi capullo, lo succionaba. Al sacarlo, mi liquido preseminal hacia una hebra que iba de sus labios hasta el hoyo de mi capullo. Sus dedos pasaban por mi ano, introduciendo uno, yo me quede petrificado, sentir como entraba y salía su dedo por mi culo. Ella volteo a verme sonriendo, yo no podía cerrar la boca. Gemía de placer. Deje que continuara con su mete-saca mientras ella mamaba todo mi mástil. Yo me limitaba a quedarme con las piernas abiertas y tomar su cabeza, acariciar su pelo y observar lo que ella me hacia.

Antes de que fuera demasiado tarde, me separe un poco y la levanté. La aprisioné contra la pared, sonriéndole le dije que era toda mía, que la amaba, la deseaba. Instantáneamente nos fusionamos en un profundo beso.

Mientras nos besábamos, ella me acariciaba mi húmedo cuerpo mientras yo colocaba mi verga justo debajo de ella, introduciéndola dentro de su cuerpo, poco a poco, sintiendo como me envolvía su calor. Ella gemía de placer, coloco sus manos en su vagina, abriéndola y permitiendo que yo entrara aun mas. Yo le tome su pierna y la levante un poco, mientras comenzaba a bajar y subir, metiendo y sacando mi verga, ella me abrazaba, cerraba los ojos y casi gritaba de placer. Me agarraba las nalgas y me las apretaba fuertemente. Me arañaba la espalda. Yo también gemía de placer, jadeaba, mi respiración cálida chocaba con su cuello, lo cual hacia que se excitara mas. Mi pecho se restregaba contra sus pezones.

Yo subía y bajaba, mis huevos chocaban con su depilada vagina. Además de nuestros jadeos, se escuchaba ese peculiar sonido de succión.

Poco a poco, ella comenzaba a hacer ruidos excitantes, me arañaba aun mas, me apretaba las nalgas aun con mas fuerza. Iba llegando al orgasmo, al igual que yo. Sentía como una sensación caliente y placentera se aprisionaba de mi cuerpo. Que recorría desde la punta de mis pies hasta mi cabeza. Como una fuerte energía se abría paso a lo largo de mi verga.

Era demasiado tarde. Cerré los ojos. Me vine completamente. Deje de oír sus gemidos. Todo se puso cálido a mi alrededor.

Baje mi mano hacia mi pene. Sentí algo muy húmedo y pegajoso, era algo extraño. Abrí mis ojos y no podía creer lo que sucedió. Estaba recostado en mi cama, solo, totalmente desnudo, con mi abdomen totalmente cubierto de mi leche masculina. Todo se había esfumado. Todo había sido solo un sueño.