Una difícil Decisión
Algunas respuestas sobre enuentros sexuales te pueden llevar a lugaras inospitos. Una noche cargada de sexo delicioso puede ser el inicio de una pesadilla o de una locura...
Una Difícil Decisión
Por Juanita Wais (juanitawais@hotmail.com)
Hola otra vez.
Hace unos tres meses mi familia decidió abrir un negocio en una ciudad cercana a donde vivimos. Fui la encargada de hacer el montaje durante los dos primeros meses. Mi trabajo es meramente administrativo y trabajo encerrada en una oficina frente a un computador. Bueno esta historia no es sobre ese trabajo ni nadie de allí. La cosa es que mientras hacia el trabajo para mi familia, me aloje en un edificio cerca a la oficina y es de ese lugar de dónde viene la historia.
Los que me conocen, por los relatos, o con quienes me encuentro en el chat, sabrán que, por una extraña razón, el sexo opuesto siempre está sobre mí (literalmente), me refiero a que siempre me pasan historias sexuales con hombres y siempre ocurren de forma absurda. Bueno ahora que lo pienso no tan absurdas como otras que leo, pero ustedes (ellos y ellas) me entienden. También que las historias que cuento, siempre tienen como protagonistas a hombres no muy apuestos, o situaciones no convencionales. Debo admitir, para aclarar preguntas que me hacen al email, que solo cuento las historias que me parecen morbosas. O sea, narro las historias donde me veo un tanto humillada o donde los tipos se aprovechan de mí, y yo me dejo. Porque ellas me dan morbo para escribir. Pero, aclarando las preguntas, no cuento las historias comunes. Donde tengo otro tipo de encuentros, menos casuales, menos extraños, y donde el amor es protagonista. Pues esas historias nos pasan a todos, en cambio, las otras, las morbosas, las casuales, donde todos nos preguntamos, ¿cómo esta mina o este chico, pueden dejar que ocurra algo como esto?, saltan y nos hacen mojar a las chicas, y acomodar el pantalón a los chicos. ¿Están de acuerdo? Sigo con la historia entonces.
En el lugar, me refiero al edificio donde vivía, hay un ambiente muy tranquilo. Muchas chicas y chicos viven solos allí. Mi familia rentó el apartamento tan solo por dos meses, y vivía sola. Cuando no estaba en la oficina, corría en las mañanas, como lo hago de forma reiterada desde los 17 años, caminaba por los alrededores y comía un helado o tomaba el té. Pronto, los chicos empezaron a hacerme "cacería". Me preguntaban cosas, me invitaban, ya saben, todo el proceso. Mi idea allí era hacer el trabajo y regresar a casa. Ya había estado fuera del país un buen tiempo (Ya conocen mi aventura anterior), acababa de regresar y de nuevo fuera de casa. Así que no me llamaba la atención meterme en alguna relación.
Esta historia tiene como protagonista a un chico de origen peruano (dale con los peruanos, y no es que me gusten los peruanos chicas, tan solo que mis dos últimas historias tienen a estos chicos como fuerzas penetrantes, ¡si entienden mi sarcasmo!) llamado Juanco. Pero la historia inicia con Eduardo, uruguayo, hermoso. Blanco, rubio, del tipo atlético.
Claro solo apareció Eduardo y acepte sus invitaciones. Ya saben, las chicas sobre todo, que necesitamos a alguien apuesto, de buen humor, algo sensible y atento, para prestarle toda la atención. Ese fue el caso de él. Y para no demorar mucho esto y llegar al punto, salí con Eduardo una semana completa y lo obvio (Sobre todo en mi caso), al final de la semana estaba mordiendo las sabanas mientras él me penetraba en la pose de perrito, por la concha. El chico era todo un galán y follaba de la ostia. Con gran intensidad, pero había un gran problema. No se demoraba mucho. Cogía como nadie pero, como nadie, se venía rapidísimo. Lo cual me dejaba siempre con la calentura por horas. Con Eduardo lo que hice fue, aprovechar los ratitos de libertad en el trabajo para relajarme y tener sexo. Nada más. Así que mis días eran muy similares: corría en las mañanas, iba al trabajo todo el día y en la noche veía la tele o leía y a dormir. Los fines de semana salía con Eduardo y cogíamos entre el viernes y el domingo, cada que él quería.
Debo ahora introducir a Juanco, que era mi vecino de al lado en el piso 6. Vivía con su familia, creo que eran sus tíos y dos primas. Juanco, peruano, empecé a saludarlo en las mañanas, pues siempre que salía a correr y regresaba, lo veía por los pasillos o en el ascensor, o en la calle haciendo alguna cosa. Después noté que las cosas que hacía, las hacía para mirarme. Noté como en las mañanas se desesperaba para verme entrar por el edificio después de correr, y como ocupaba, estratégicamente, el puesto del fondo en el ascensor, para estar justo detrás de mí. Algunas veces, cuando estaba lleno, se las ingeniaba para ponerse justo detrás de mis nalgas y así alcanzar a rosarme. Todo lo veía de forma divertida, pues el chico se notaba tímido. Pero sentía una penetrante mirada sobre mi culo y sobre mis tetas, sobre todo, como les dije, cuando iba o llegaba de correr.
Alguna vez con Eduardo llegamos tarde en la noche, algo bebidos y nos besamos en la entrada de mi apartamento, cuando sentí a Eduardo escondido entre las gradas. No sé si escondido, pero tal vez estaba allí antes que llegáramos. Lo importante de este momento es que Eduardo me metía mano y yo a él, Juanco observaba todo y se lamia los labios. Yo alcance a mirarlo y él ni se giró. Ni se inmutó. Puso sus manos sobre su verga encima del pantalón y se tocaba. Me asustó un poco aquello y le dije a Eduardo que entráramos, pero Eduardo tenía otra cosa en mente. En medio de la besadera y la tocadera, antes de darme cuenta de la presencia de Juanco, Eduardo, metía sus dedos en mi concha y yo había sacado su verga, masturbándolo. Así que, sin mediar el que entráramos al apartamento, me giro contra la pared, puso su verga en mi concha y me penetro así de pie. Me metía su verga hinchada halándome de las caderas. Mi tanga estaña abajo entre mis tobillos. Mis manos se apoyaban contra la pared y hacia lo posible por no hacer ruido con mi boca, para que no nos descubrieran allí cogiendo. Mientras Eduardo estaba por acabar. El chico no duraba nada, repito. Mis ojos, cubiertos, por mis cabellos, veían a Juanco que se tocaba la verga mirándome fijamente. Eduardo estaba por correrse. Le dije que no se corriera dentro, que no estaba usando preservativo, así que él, muy ordenado, se la saco y se la meneo hasta correrse, pero me hizo poner mi mano para recibir el semen. Tras aquello entramos al apartamento.
Después de esa experiencia de verme observada, todas las mañanas miraba con otros ojos a Juanco. Que nunca me decía nada. Las semanas pasaron y seguía igual la monotonía. La diferencia es que Eduardo empezó a coger menos conmigo. Alguna vez, por accidente, lo vi con otra chica coqueteando. Pero no presté atención. Mientras Juanco, seguía mirándome pero ahora me saludaba formalmente. Me parecía divertido el acento peruano, pues en él se notaba más que en los peruanos que había conocí en mi historia anterior. Una mañana tras correr, Juanco se me acercó y me dijo que en su casa iban a celebrar una fiesta y quería que estuviera allí. Le dije que mil gracias y que estaría contenta de asistir y conocerlos. Me dijo que no había problema si llegaba acompañada. Las cosas se quedaron allí.
Un par de noches después tocaron a la puerta. Era muy tarde. Se trataba de Eduardo que llegaba junto a la chica que le vi antes. Estaban mojados, pues llovía afuera. Eduardo me contó una historia y me pidió que dejara que la chica pasara la noche allí, en el sofá. Deje que ocurriera, pues la historia era convincente. Ella se quedo en la sala y los dos nos fuimos a la cama. Allí discutimos pues él no me llamaba ni me veía en más de dos semanas. Me decía que andaba ocupado y demás cosas. Creí que quería sexo, pero lo extraño es que no me insinuó nada. Es más, fui yo la que intentó que me cogiera. Llevaba dos semanas sin penetrarme. Pero no ocurrió nada. A la media noche escuche ruidos. Me giré y Eduardo no estaba en la cama. Fui a la sala y allí estaba él. Metiéndole su verga a la chica sobre mi sofá. Ella con almohadones en la boca para no hacer ruido. Me pareció la burla más grande que me hayan hecho. No sabía qué hacer. Me quede allí observando cómo se la follaba. Como la cambiaba de poses, y como la chica se movía para él. Me pareció notar que él se demoraba más que conmigo. Al final, ella se tumbo de rodillas y le chupo el semen a él. Ambos se quedaron en el sofá. Tras un rato, salí del cuarto y los eche de allí. Sin ruido ni escándalo. Note como se trataba de una fantasía por parte de ella. Él se veía avergonzado pero disfruto del momento. Ambos se fueron y yo a la cama, me masturbe imaginando la escena y luego se fundió con la imagen de Juanco masturbándose mientras Eduardo me penetraba contra la pared. Me corrí enorme y ruidosamente.
Me concentré en el trabajo.
Llegó la noche de la fiesta de la familia de Juanco. Esa noche llevaba un vestido amarillo, corto, las sandalias que más me gustaban, de taco alto, de amarrar en los tobillos, el cabello suelto. Me sentía hermosa. Sentía como todos los chicos me miraban cuando caminaba de un lado al otro, o cuando salía a bailar. Por fin estaba dejando atrás todas esas semanas oprimida y aburrida.
Salí a tomar un poco de aire en las escaleras. Estaba apoyada en la pared mirando hacia el vacio, cuando Juanco se me acercó. Charlamos un poco. Me hizo sonreír.
Juanco no es un hombre del tipo atlético, de raza peruana, cabello negro indio, no muy alto, un poquitín gordo, pero estaba algo atrapada por el licor y por mis noches de masturbarme recordando la escena de Eduardo y la chica en mi sofá, y Juanco mirándome cuando me cogían.
Empecé a notar cómo me miraba de arriba abajo con deseo, pero sin que de su boca saliera ninguna palabra que no fuera amable, pero sentía, cuando yo miraba hacia otra dirección, como él intentaba meter sus ojos entre mis piernas, o como sus manos querían acariciar mis senos.
- Te gustan mis zapatos -, le dije. Él se quedo mirando mis pies, sus ojos fueron subiendo lentamente por mis piernas, mi vientre, mis tetas y llegó a mis ojos. Sí, me dijo. Le sonreí. - ¿Te gustan desde hace mucho? - Pegunte de nuevo yo. Se acercó dando un paso más cerca a mí. La verdad me gustan mucho y desde hace un tiempo. - ¿Qué otra cosa te gusta de mi? - Note como su verga se puso grande en sus pantalones. La verdad se notaba grande. Se puso nervioso. Le tome una de sus manos para calmarlo. Le sonreí invitándolo a que me respondiera. Él, que evitaba mirarme, al sentir mi tacto, me observo directo a los ojos, luego dio una nueva revisión por mi cuerpo metido en el amarillo vestido ajustado. - ¿O no te gustan más que mis pies? - Él se quedo mirándome durante unos segundos y luego empezó a hablar. - Me gusta tu voz, siempre escuchaba tus gemidos mientras el zoquete de tu novio te la metía. ¿Sabías que tu cuarto da exactamente al mío? - Note como Juanco tomaba fuerzas para hablarme, ahora yo me sentía incomoda. - Si me gusta esa voz, esos gemidos en cada estocada - , me decía, ahora mirándome a los ojos y cercándome contra la pared. - Me gusta ese culo que tenes, paradito, duro. Me gustaba desde que te veía llegar del gimnasio, con el short ajustado y sudado. Me encanta ese culo, también esas tetas, que no mostras mucho pero que se notan erguidas y duras. Pero lo que más me gusta es tu boca. Así, como la tenés ahora, abierta, a penas para mamar, porque seguro la mamas bien. Bueno eso dice el zoquete de tu novio, a todos sus amigos les decía lo bien que la mamabas.-
A esa altura yo estaba conmovida, mis sensaciones eran de morbo, de nervios, de rabia por lo que mi ex novio decía de mi y de curiosidad por saber hasta dónde iba a llegar el, antes tímido, y ahora, lanzado Juanco. Sentí como se puso frente a mí. El estaba un par de escalones más abajo que yo, su boca me llegaba a la altura del escote de mi vestido amarillo. Lo sentía muy cerca.
¿Te gusta que te diga todo esto? - Me pregunto él. Yo no pude responder, tan solo moví mi cabeza aceptando. Entonces él se acerco. Pego su cuerpo al mío. Y sus labios se juntaron a los míos. Subió un escalón y sentí como pegaba su verga en el pantalón a mi vientre. Su lengua se metía en mi boca moviéndola por todos lados. Yo lo abrace y me deje ir en las sensaciones. Una de sus manos empezó a tocar mi costado, mientras la otra tocaba mis piernas. Luego ambas se movían por mi entre pierna, mis senos. Los besos iban en aumento. Empecé a sentir como movía su verga golpeando mi vientre. Una de sus manos, se metió bajo mi vestido y un dedo entró en mi concha, húmeda a más no poder. - Que mojadita estas - , me dijo mientras yo cerraba los ojos, su dedo ancho iba y venía. Su lengua lamia mis oídos y su otra mano apretaba mis tetas.
Yo creí que eras tímido Le dije. - ¿NO has escuchado hablar de la audacia de los tímidos? me respondió. No sé cuánto pasó, pero sentí como me corría, un orgasmo allí de pie en las escaleras, inmenso. Al terminar me aferraba del cuello de Juanco para no caerme. El saco su dedo y lo metió a su boca. - Quiero conocer tu cama -, me dijo. Yo no le dije nada, tanto solo le tome la mano, cruzamos el pasillo hasta la puerta de mi apartamento. Abrí la puerta y entramos. Volvió a besarme apasionadamente, levantó mi vestido y me saco el tanga con fuerza. Chupaba mis pezones erguidos.
Te voy a follar toda y me vas a pedir más -. Me dijo mientras me hacia guiarlo al cuarto. Estando allí se saco la camisa, su cuerpo no era muy esbelto. Se saco el pantalón y los zapatos. Quedo con el slip. Yo lo miraba entre asombrada y excitada. Estaba allí de pie, desnuda, tan solo con los tacos puestos. Juanco se me acercó me tomo de la cabeza y me obligó a ponerme de rodillas. Sácalo -. Me dijo. Le quite el slip y salto una verga fuerte, de cabeza ancha, muy erguida, con las venas a reventar. La tomo de la base y me asestó un par de golpes en las mejillas. - Abrí la boca y dame una de esas mamadas que dicen por ahí -. Me dijo. Entonces eso hice. Empecé a mamársela. El disfrutaba poniendo sus manos en mi cabeza y empujando para que su verga entrara más en mi boca. - Que rico juanita. Qué rica boquita -. Yo ponía todo mi empeño en la mamada. Me sentía caliente, después de la corrida y por supuesto del trabajo que hacían en mí, las palabras de Juanco. - Si, definitivamente la mamas muy bien -. Saco su verga de mi boca y me hizo levantarme. Me beso y me puso en la cama boca arriba. Se monto sobre mí, escupió sobre mi concha y puso su verga en la entrada. Abrí mi boca reaccionado. - Ponte el preservativo, dale -. El se sonrió y me la metió completa haciéndome gritar. Empezó a darme duro. Realmente duro. Tomaba mis piernas a la altura de los tobillos abriéndolas, sus caderas empujaban y me daban golpes de verga que me llegaban hasta adentro. - ¿Te gusta así perra, te gusta cierto? - Yo jadeaba con cada vergazo. - ¿Sabes porque no uso condón perra?, porque el zoquete de tu novio lo usaba para cogerte. El a todos les cuenta eso, así que por mi está bien cogerte así -. Sentía como me entraba completa la verga de Juanco. Empecé a ayudarlo con el movimiento de mi cuerpo, veía como salía y entraba esa gruesa verga. Mis gemidos lo excitaban. - Si, esa voz me encanta, esos gemiditos de perra -, me decía. Yo iba sintiendo un enorme calor en mi concha, estaba a punto de correrme, entonces él sacó su verga y se monto sobre mis senos, metió su verga en mi boca, moviendo las caderas hacia que me ahogara. Si perrita, siempre quise cogerte desde que llegaste al edificio, solo que apareció el imbécil de Eduardo y empezó a cogerte, se me adelanto el muy perro. ¿Te gustaba como te cogía?, respóndeme Juanco saco la verga de mi boca para que le respondiera. Se levantó y se puso de pie sobre la cama, masturbándose la hinchada verga. Respóndeme juanita, quiero saber tu opinión -. Me puse de rodillas frente a él. Lo miraba mientras él se masturbaba esa verga enorme, que yo quería tener dentro para poder correrme. si me gustaba como me cogía le dije, - ¿Entonces qué pasó, porque terminaron? me increpó - Porque él empezó a cogerse a otras chicas le respondí. ¿Y cómo te enteraste de ello? - , - El me lo dijo, y una noche trajo a una de esas putas y se la follo en mi propia casa, mientras yo dormía Juanco empezó a reírse, dejo de masturbarse y se reía. NO le encuentro la gracia le dije. Perdóname perrita, no quise reírme, pero supongo que era chica es Natalia la tendera ¿verdad? asentí con la cabeza. Ya lo sabía, el muy puerco se la cogía desde siempre, la verdad la chica lo hace re bien, todos por acá nos la hemos follado. ¿Sabes algo? Eduardo siempre arranca con una chica y luego todos los de la cuadra nos la cogemos. Todos terminamos fallándola - me decía. Por eso es que estaba desesperado por metértela enterita, pero ya veré si el resto de los amigos pasa por esa concha. Por ahora, abrí grande la boca y trágate mi polla Me acerqué y abrí grande la boca, él me tomo de los cabellos y empezó a follarme por la boca, metiendo muy profundo su verga, haciendo que me ahogara. Sus manos apretaban mi cabeza y mi cabello, sentía los pelitos de sus huevos en mi nariz. Mi garganta se llenaba, sentía como empujaba y me llegaba más allá de la faringe. Ponía una de sus manos en mi cuello, para sentir como su verga me llegaba hasta la garganta. Yo hacía esfuerzos por no ahogarme. Inesperadamente me la sacó de la boca. Me hizo girar poniéndome a cuatro patas, se acomodó detrás y sin mediar palabra, enterró su pija en mi concha desde atrás. Ya no decía nada, tan solo empujaba fuerte y profundo. Me tomaba de las caderas, halándome hacía él. Otra mano me halaba el cabello o apretaba mis tetas. Mientras tanto, mi concha se humedecía a cada penetración, mi vagina se empezaba a poner caliente, como a 40 grados, mi sexo empezó a explotar. Un orgasmo enorme empezó a salir desde dentro de mi vulva hacía todo mi cuerpo. Tensioné mis piernas, mis nalgas se empinaron, mis cabellos se pusieron de punta y mi boca empezó a gemir. La sensación era de muerte, como si algo me estuviera pasando, que me llevara a otro sitio que no era ese cuarto. La corrida fue tremenda. Caí sobre las almohadas casi desmayada. Cuando reaccioné Juanco seguía empujando su verga con todo su poder dentro de mí. Estaba montado sobre mi espalda. Todo el peso de su cuerpo, de su estomago estaba sobre mí. Estaba atrapada con su enorme cuerpo, y ajustada por el cañón que no paraba de entrar y salir, como una máquina. Mi cama se movía como nunca antes. Golpeaba contra la pared, mis manos se aferraban a las sabanas y al marco de la cama. De no haber una fiesta a pocos metros, todos en el edificio escucharían mis gemidos, y los golpes de la cama en la pared. Me voy a correr, perra Me dijo Juanco. Entonces empujo más fuerte y se corrió dentro de mí. Mientras le decía que no se corriera dentro, él me apretaba más fuerte y empujaba llenándome toda la concha. Un gemido por parte de él cerró el momento. Nuestros líquidos se mezclaban dentro del tubo de ensayo que era mi concha a esa altura. Su cuerpo se dejo caer a un lado de mí. Se relajó. Yo me quede quietecita, boca a abajo en la cama, cerré los ojos, disfrutando lo que quedaba de mi orgasmo y de la sensación de sentir como el enorme reguero de semen que Juanco me había depositado, iba saliendo, recorriendo las paredes internas de mis ingles.
Cuando me gire, boca arriba, pude ver como la verga de Juanco seguía erguida. Me la quede mirando un rato. Juanco se levantó y mientras se vestía me hablaba: - Voy a la fiesta, seguro me están preguntando. Hagamos una cosa, regreso más tarde y me quedo con vos, ¿está bien? yo asentí con la cabeza. Él se vistió y salió.
Fui al wáter y me di un baño. Me fui a la cama a descansar. Pronto me quedé dormida, entre el ruido de la fiesta y mi vientre palpitante todavía.
Al amanecer escuche el golpe en la puerta. Entre dormida abrí. Era Juanco, entró al apartamento. Me empujo contra la pared. Me giró. Metió su mano en mi entrepierna. Que rica pijama para dormir perrita me decía mientras sus dedos se movían. Mi concha estaba seca, así que escupió sobre sus dedos y volvió a meterlos. Yo me apoyaba contra la pared, mientras él seguía metiendo mano. Se que te gusta perra, además se que te acordás cuando te mire y el estúpido de tu novio te follaba en esa pose, ¿lo recuerdas? yo gemía con el tratamiento que me estaba dando. Dejo de tocarme y abrí los ojos. Se había sacado el pantalón y ponía su verga erguida contra mi concha desde abajo. No pude ni siquiera ayudarle, pues me empaló desde abajo. Metió su verga en mi concha. Puso una de sus manos contra mi cabeza para que me pegara a la pared. Levanta el culo perra mi rostro contra la pared, mis piernas abiertas, mis manos abrían un poco las nalgas para que la polla de Juanco avanzara. Levanté como me pidió, mi culo. La otra mano de cuando me daba nalgadas y empujaba duro. Mmm que rico perrita. En la fiesta todos los chicos hablaban del culo que tenías, de tu boca. Sobre todo de las tetas. Todos hablaban y yo me reía porque ya te había follado. Por eso espere hasta que todos se fueran, para venir a cogerte, así mismo. Move el culo, dale zorra.- Juanco me ordenaba y yo obedecía. Mis gemidos se resonaban a cada vergazo. Movía mi culo al contra ritmo de él, para apretarle la pija. De verdad me estaba abriendo la concha y mi orgasmo venía fuerte. Dejo de apoyar su mano en mi cabeza contra la pared, y con ambas manos me halaba el cabello. Me tiró del cabelló tan fuerte que creí que me lo reventaba todo. Casi grité. Me sacó la verga de la concha. Ponéte de rodillas.- Así lo hice. Mama de tu pinga perra, quiero que te la comas todita.- Sin chistar me dedique a mamársela. Me la tragaba como de lo ordenaba, mientras lo miraba desde abajo. Su rostro regordete, sus facciones peruanas, se satisfacían con el rose de mi lengua, con el interior de mi boca, con los leves mordiscos que le hacía al inmenso glande. Luego baje y mi lengua le lamia los huevos. Allí su rostro era de total satisfacción. Él no decía nada. Tan solo cerraba los ojos y disfrutaba. Sus manos estaban sobre la cintura ya penas si movía las caderas. Yo me ayudaba con mis manos y mi boca. La polla de Juanco estaba enorme, ya llevábamos varios minutos allí, mis rodillas me dolían pero gozaba tener esa verga llenándome toda la boca. Saco de improviso la verga, dejándome con la boca abierta. Se sonrío. Se termino de sacar toda la ropa, quedando desnudo. Me levantó y me sacó toda la ropa. Me guió hasta el sofá. Se sentó y me hizo montarme sobre él. De nuevo sentí esa verga entrando en mi concha. Empecé a subir y bajar acompasadamente. Sus manos sostenían mis nalgas, mientras disfrutaba como yo lo cogía a él. De nuevo un orgasmo a las puertas de mi vulva. Mi culo se movía frenéticamente de arriba abajo. Mis caderas parecían un pistón de un auto, y de mi boca salió un gemido fuerte mientras mi corrida golpeaba contra la cabeza enorme del glande de Juanco. Mi respiración se fue. Me quede sin respiración. Mis músculos se tensionaron. Y entre el mundo real y el del orgasmo empecé a sentir como me taladraba algo haciendo que el orgasmo se alargara. Cuando abrí los ojos estaba en el "aire", el gordito, bajito me estaba cogiendo de pie. Sosteniéndome por las piernas. Mis manos, instintivamente, se abrazaban a su cuello. Juanco tenía una enorme fuerza, sus brazos no sólo me sostenían, sino que me movían a su antojo. Podía ver su verga como entraba y salía de mi concha. Así se folla perra ¿te gusta? yo tan solo atinaba a decir que sí. Su polla me estaba abriendo toda, y haciéndome sentir totalmente plena. De improviso me soltó contra el sofá. Caí de golpe. Abrí los ojos asustada. Veía el rostro de satisfacción de Juanco, pues mi rostro era de confusión con lo que estaba pasando. Él se reía. Me tomo del brazo y me halo hacia el cuarto. Me llevó a la cama. Ponete a cuatro patas perra - Así lo hice. No ven antes mojame la pinga se quedo de pie y yo sentada sobre la cama escupí sobre el glande y le mame la verga unos segundos. Ahora si, en cuatro Me puse como lo deseaba. Sentí que su verga entraba en la concha, pero uno de sus dedos avanzaba por mi ano. Al tenerlo dentro del culo empezó a mover el dedo y su verga acompasadamente. ¿A te gusta por el culo perra? No creí que fueras tan perra, de hecho creí que te desvirgaba esta noche el culo. Pero pensándolo bien, el dedo entro fácilmente, y a pesar de mantenerlo cerrado ante los ojos, es un culo ya perforado y no por una o dos vergas. ¿Es así vecinita putica? ¿Ya te han cogido el culo verdad? me preguntaba mientras metía dos dedos en el culo y su verga salía por completo de mi concha para volver a entrar entera. Si, si, ya me en enculado Yo le respondía con los ojos cerrados sintiendo esas dos penetraciones. - ¿Y cuántas pingas te han entrado por el culo? ¿Dos, tres? yo negaba con la cabeza y seguía gimiendo. El se veía en el cielo a cada pregunta y respuesta. Jajajajajaja, ¿más de cinco? ¿Más de diez? entonces mi cabeza acepto con el gesto. Juanco empezó a reírse a carcajadas. Sacó su verga de la concha. Se puso sobre mí. Tomo la cabeza de su verga y posó sobre mi culo. Flexionó sus piernas y dejo caer el cuerpo sobre mí. La cabeza de la polla abrió el orto, el cuello de su pija empezó a avanzar. Tanto el glande como el cuello de la verga, abrían las paredes de mi culo. Hasta que llegó al tope. Estaba todo dentro. Haaaa que pedazo de culo juanita. Lo tenés profundo y apretado. Que delicia. Ahora vas a ver lo que es una culiada Sin decir más lo saco completo, espero a que el esfínter se cerrara y volvió a meterlo. Empezó con ese tratamiento, de sacarlo casi por completo y meterlo hasta el fondo. Lento, luego más rápido y más rápido. Mis gemidos los aplacaba con las almohadas. Él se apoyaba de mi espalda. Mi rostro estaba metido entre las almohadas, mis manos apretaban las sabanas. Juanco me estaba metiendo su verga como un tren entraba en un túnel. No me sentía tan enculada desde mi experiencia fuera del país. El tipo me penetraba re fuerte. Yo no paraba de gemir. De pronto me tomo del cabello y me haló haciendo que me levantara toda de la cama. Volví a posarme como una perrita, a cuatro patas, con la cara levantada, pues una de sus manos me halaba el cabello fuertemente. La otra mano hacia que mis caderas se movieran hacia su pinga, que entraba y salía abriendo el túnel. Luego me tomo de las dos manos empujándolas hacia atrás, de esta forma me tenía a su merced. Me tiraba de las manos y lo único que nos conectaba era esa enorme pija partiéndome el culo. Me voy a correr perra y lo que quiero es que te tragues toda mi descarga, te quiero lamiéndome la verga recién sacada de tu culo ¿Me has entendido? entre gemidos le decía que si. Entonces soltó mis brazos. Así pude apoyarme de nuevo. Entonces sus dos manos agarraron mis caderas, trayéndolas contra su pija a toda velocidad y fuerza. Empezó a gemir. Mi orgasmo venía al tiempo que el suyo. Empezó a gritar. La cama golpeaba contra la pared y la verga de Juanco salía por completo y volvía a entrar a mi culo. De repente la saco y se puso de pie. De inmediato me gire. Me puse de rodillas y abrí grande la boca. El se acercó y puso su verga frente a mi boca. La empezó a masturbar y los chorros empezaron a salir: me golpeaban con fuerza sobre los labios, la nariz, los ojos, el cuello, otros llegaban dentro de la garganta y sobre mi lengua. Juanco reía de placer mientras seguía halando su pija, haciendo que saliera más y más semen. Yo tenía los ojos cerrados, pero imaginaba el rostro de gozo que debía tener mi vecino peruano. Logre abrir un poco los ojos, uno de ellos estaba repleto de semen, que no me dejaba ver, pero note como ya no se masturbaba y estaba allí parado. Entonces mis manos tomaron el pene de Juanco y siguieron moviéndolo. Note como él se lanzó es gemidos. Mis manos húmedas se posaron sobre el glande y empecé a rosarlo a gran velocidad. Una de mis manos movía el cuello de su pene, y la otra se concentraba en el glande. Lo escupí un poco, con mezcla de mi saliva y su semen, con ese líquido le palpaba el glande. Note como él se ponía más duro. Ahora mi boca apretó el pene y empecé a mamárselo. Luego mis dos manitas pasaban sobre el glande, subiendo y bajando. Tan solo en el glande. Entonces paso lo que siempre había querido experimentar. Volvió a correrse, lanzando semen sobre mi rostro. Embadurdandome toda. Él no se creía lo que pasaba. Entonces empecé a lamérselo. A limpiarlo. Le deje el pene limpio. Y me dedique a limpiarme yo misma.
Al terminar fui a wáter a limpiarme. Juanco se estaba vistiendo. Uff perra, es la mejor cogida que he tenido. Que noche esta. Una delicia. ¿Te ha gustado? me preguntaba mientras me tocaba el rostro. Yo tan solo asentía con la cabeza. Que bueno perra. Desde que te veía el culo en el ascensor, quería meterte la verga hasta dentro y verte bañada de semen. Por fin se me dio Me sonreí. Entonces estabas esperando el momento justo le pregunté. Te lo dejo claro: si no me permitías acercarme en una charla, seguro te violo. De verdad en serio. Si no me dejabas cogerte, te obligaría. Solo tenía que esperar el momento justo. Tal vez cuando ibas a correr, en algún matorral, o cuando llevabas la basura al sótano, tal vez me metía a tu apartamento y te amordazaba. Pero lo que era seguro era que te la metía por el culo, la concha y la boca Mientras lo escuchaba me sentía temerosa, porque en sus ojos veía una mirada de sádico. Que estaba seguro de sí mismo de lo que me decía. Entre sonrisa y tratando de comprobar la seriedad de sus palabras le pregunté: - A entiendo ¿Entonces alguna no te ha prestado atención y tu las has obligado? Y mientras se arreglaba la ropa me respondía, - Claro a 5 chicas les he obligado a dejarse coger. De hecho me exita mucho más cuando las obligo. Un poco por eso estoy en esta ciudad, pues me buscan de donde vengo porque una de las chicas se quejo. Pero bueno, no fue tu caso y sé que te la pasaste muy bien ¿o no culona? yo asentí con la cabeza. Él me agarro de las nalgas apretándolas y dándome una nalgada fuerte. Salió del cuarto hacia la puerta. ¿Y ahora? le pregunte. - ¿Ahora? No te entiendo perrita intentaba saber qué iba a pasar ahora después de tremenda noche de sexo. Se que vas a regresar a la capital, tal vez nos vemos allí, no lo se. Adiós perra y cuida ese culo, que es lo mejor que tienes. Haaa y dáselo a todos, los hombres lo merecemos. Ese culo tiene que pasar por todas las vergas que se puedan. Se lo hare saber a todos los chicos del edificio. Así que deberías ser buena chica y decir sí a todos. De pronto estar en algún matorral o el sótano, obligada a mamar o a recibir una o dos vergas en el culo, no debe ser buen momento para una nena tan hermosa como tú. Así que ya sabes. Un "si" a todos los chicos del edificio estaría bien. Hazlo por mí. Y bueno si quieres vivir la experiencia de la fuerza bruta, dale, pero no te la recomiendo con esa respuesta salió del apartamento. Me quede allí pensando en si era una broma o estaba hablando en serio. Recordé por unos momentos los orgasmos vividos en esa noche tan larga y todos los que no había vivido en los dos meses de estar allí. Me fui a la cama.
Al siguiente día, fui a correr y al regresar no vi a Juanco. Pregunté por él en casa de su familia. Me contaron que la fiesta de la noche anterior era de despedida, pues debía viajar a otro ciudad. Así que la cogida de anoche había sido una despedida igual. Sabía que una enculada como esa no la tendría todos los días ni en mucho tiempo, así que la escribí tal como ocurrió.
Esta historia terminaba en el párrafo anterior, pero debo adjuntar, que en la siguiente noche, un tipo de raza negra, de unos 40 años, me detuvo en el ascensor y me dijo lo siguiente: - Juanco me dejo dicho que te pidiera el culo, así sin más Me quede petrificada. - ¿Qué ha dicho? le pregunté al hombre, que me miraba entre apenado y con fuerza para seguir hablando. Mira tía, si él no me lo asegura, nunca te detendría a preguntártelo. Pero fuimos muy amigos y me narro todo con pelos y señales. Así que no dude en pararte y decirte lo siguiente: Quiero que me des el culo porque tengo una pinga grande y dura que lo necesita. Hace una década que no me cojo a una mina de tu tipo y menos por el culo. ¿Así que qué me dices? los ojos del tipo pasaban por mi cuerpo de arriba abajo. Él podía mirar mis botas negras de taco alto, mi falda de jean azul ajustada a mis piernas y cadera, el cinturón grande negro que apretaba la blusa que se ajustaba a mis curvas; veía mi cabello peinado y suelto, sobre mis hombros; veía mi rostro perfectamente maquillado y mis labios brillantes y carnosos, por los productos que usaba para que se vieran de esa forma. El tiempo pareció detenerse. Mire al tipo de arriba abajo. Estaba vestido con unas viejas chanclas, tenía un bóxer de dormir y una camiseta del tipo esqueleto. Que le dejaba ver una prominente barriga, una barba de días y el cabello descuidados. Un rostro de vicio y el aliento a cerveza. Una de sus manos me agarraba el brazo. El tiempo siguió detenido mientras le daba la respuesta. Todo era como en una cámara lenta. Mis pestañas cerraron sobre los ojos. Lentamente. Parecía que cerrara mis ojos. En ese instante recordé, a gran velocidad la noche en que Juanco me cogió. Las pestañas volvieron a abrirse y dejar ver mis ojos. Pensé en todo lo que podría pasar si digo no. En el comentario- amenaza de Juanco. De verme así vestida caminando rumbo al trabajo o al apartamento, y obligada por este tipo u otros a follar, violándome brutalmente. Paso por mi cabeza la escena de la película "Irreversible" donde violan a la chica en el túnel del metro. También pasaron por mí mente las sensaciones, de los orgasmos intensos vividos con Juanco. Todo aquello en fracciones de segundo. De nuevo mire al tipo que esperaba respuesta, mientras sobre su bóxer de dormir se levantaba su pija, mientras se lamia viéndome de arriba abajo. Mis labios se abrieron para dar la respuesta. De forma lenta, en fracciones de fracciones de segundo, mis carnosos y brillantes labios se iban abriendo para darle la respuesta al tío desagradable que tenía al frente. De pronto todo se quedo en silencio y no se escuchaban los sonidos que salían de mis labios. Le di la respuesta al tipo.
Un beso a todos y todas. Mil gracias por escribirme y darme sus comentarios. Algunas veces no logro responder a todos. Otras me demoro un poco para hacerlo, pero quiero que sepan que aprecio el tiempo que toman para leer, para escribir y para comentar.
Un beso intenso para Juanco. Te sigo esperando.