Una desventurada chiquilla en un ambiente muy corr
Sexta parte de los relatos de Margarita, narración ficticia y pornográfica con situaciones de corrupción, impunidad, crimen, prostitución, ideologías machistas y algo de blasfemia; pero sobre todo, una completa negligencia a las reglas gramaticales.
Para el estimado lector/lectora.
«Las ideas y opiniones expresadas tanto en los diálogos de los personajes como en las situaciones que conforman la narrativa de la obra son responsabilidad de los protagonistas y no representan en ningún momento los puntos de vista del autor, por su comprensión, gracias».
UNA DESVENTURADA CHIQUILLA EN UN AMBIENTE MUY CORROMPIDO
Después de haber sido golpeada en su escultural cuerpo con un cacho de tieso cable, jaloneada y casi arrastrada de los cabellos por toda la cuadra (desde el edificio de Felipe hasta la casa del gordo delincuente) en consecuencia a la ofensiva falta a la fidelidad hacia el gordo y humillada a mas no poder por un viejo que la trataba inferior a él solo por la discrepancia de género, la maltratada chiquilla bañaba cuidadosamente su cuerpo procurando que la espuma del jabón no rozara o hiciera contacto en la menor medida con las diversas heridas que surcaban su delicada piel.
La situación se había salido de los preparativos originales, según Lucio después de que los viejos vagabundos disfrutaran de los favores sexuales de la joven Dulcecita tocaría turno a Pancho, Felipe, y por ultimo él, por eso la sorpresa del equino por verse a esa mole cuando pensaba romperle el culo a Margarita, pero una inesperada llamada alertó al gordo sobre un asunto importantísimo el cual debería de tratarse a la mayor brevedad y que adelantó todo lo planeado, quitando eventos en lo ya programado incluyendo la cogida que Pancho y Felipe pensaban darle a Dulce. De este modo Pancho tuvo que modificar su agenda teniendo que ir él a arreglar ese malentendido que había surgido en uno de sus prestamistas dejando a Felipe la tarea de pedir una cuantiosa suma de dinero por el rescate del viejo Don Gustavo y encargarse de asegurar el traslado de Dulce de vuelta a su casa.
Esto generó una fuerte tensión entre los dos vejetes ya que por un lado estaba la desilusión de un senecto por probar las tibias carnes de una hermosa jovencita de ojos azules y de 19 añitos aspirante a modelo y con un cuerpo esculpido por el mismo Diablo y por otro las constantes tomas de decisiones que Pancho realizaba sin tomar en cuenta las ideas de Felipe considerando que el verdadero líder de la célula debería de ser este último, pero debido a su edad era por demás visible que en poco tiempo el gordo heredaría su lugar, aunque el porcino ya se sentía el cabecilla, todo esto había generado que en los últimos días la relación Pancho-Felipe no pasara por su mejor momento.
-aprovecha que en estos momentos esa chiquilla esta inconsciente, llévate a alguien y déjenla lo más cerca de su casa, para esto ya habrás hablado a la vieja esa sobre el dinero, se claro y breve, adviértele solo una vez, que la próxima vez que marques será para avisarle sobre el lugar acordado para la entrega del dinero y que nada de estupideces… no te preocupes por esa pendeja que no dirá nada sobre lo ocurrido, siempre se quedan calladas y con más razón esta que quiere ser modelo jajaja- se mandaba la orden el gordo evidenciando una vez más que ya se sentía todo un jefe de sector, todo esto ocurría antes de que Pancho descubriera a Mar en tan comprometedora situación.
-ahh y tómale fotos, nunca se sabe cuándo nos puedan ser útiles jeje, dile a los vagos que le pongan sus vergas en la carita de puta- decía el gordo abandonando el caliente cuarto con extremo olor a sexo y sudor, sin saber que abajo se encontraría con su prometida ofreciéndole el culo a tremendo esperpento.
Ya después de los latigazos…
La sollozante Margarita recordaba los descarnados azotes que le fueron proporcionados por tan bruto verdugo, uno en su espalda baja, otro un poco más arriba, otro en una de sus piernas para finalizar con un último atravesándola de uno de sus costados, eso sin contar la fiera cachetada que aún mantenía al rojo vivo una de sus mejillas por habérsele puesto pesada en la calle mientras era llevada a rastras de sus cabellos. La impotencia para esta señorita era mayúscula, ni siquiera recordaba a su padre haberla dejado en tan deplorables condiciones, ni siquiera a su ex novio le permitía el menor levantamiento de voz y ni que decir que este la jaloneara, y se encolerizaba que este viejo, a quien no le debería de tener respeto alguno, llegara y le pegara como si ella se tratara de algún objeto de su propiedad, y encima de todo según él, porque ella se había ganado el cruel castigo.
Las heridas estaban tan frescas que la pobre nena sentía mucho ardor y dolor ante el ligero roce del agua fría, pero al mismo tiempo una sensación de frescura que le ayudaba a olvidar lo sucedido y que limpiaba su piel de las sustancias sudorosas que la cubrían, cerrando los ojos intentaba superar la situación en la que se encontraba.
“maldito viejo, como es que a una persona así se le permite tener contacto social” , cavilaba la imponente chiquilla con sus cejas fruncidas a modo de notar su molestia dejando que el agua fría recuperara su tentador cuerpo.
Mientras tanto el gordo, muy enfadado, miraba las condiciones en que había quedado su puerta.
-pero mira nada más!!, mira nada más, chiquilla atarantada!!, con que vergas hiciste esto??, hija de la gran puta!!!, no si pa´ todo le hayan!!!- el viejo veía si lo ocurrido a su chapa tenia solución, tratando de armarla manualmente.
-hija de la chingada debería de dejarte dormir afuera para que se te quite lo pendeja!!, uno portándose bien contigo, hasta comprándote trapitos para que no andes encuera… y así me pagas!!, pero esto me pasa por pendejo!!- la tierna chiquilla escuchaba desde el baño los berridos y regaños del viejo, no quería salir, tenía miedo, se le podía ver en sus vidriosos y sulfurados ojitos, y en la tierna forma en la que ahora acomodaba sus cejas.
-ora esta maceta que yo recuerde ya se la había regresado a Felipe, maldita mocosa!!-
-y deja de chillar o entro orita mismo y te termino de acompletar!!!, hija de tu peeerra madre!!!- rebuznaba encolerizado el gordo al asegurarse que su puerta había quedado inservible.
El celular del viejo comenzó a sonar, Margarita desde el baño apenas y se asomaba tratando de visualizar los recorridos que realizaba el bastardo, lo veía en toda su rechonchez aun con el pedazo de cable en sus grotescas manos, se había quitado la camisa y dejaba ver su voluminosa panza sudada llena de tatuajes de todo tipo, principalmente de atractivas mujeres. Al verlo no podía sentir otra cosa que no fuera asco, náuseas y un profundo odio hacia esa redonda persona, el viejo tomaba su celular y comenzaba a dialogar.
-si bueno… cabrón que milagro, hasta que das signos de vida… si, si aquí estoy… si, si puedo, ¿dónde estás?, ¿por dónde vienes?... ok, entonces en diez minutos en la cantina de Felipillo… sale te apuras pendejo que tengo otro compromiso- finalizaba Don Pancho para dirigirse a su baño.
El moreno viejo asomó su espeluznante cara de gorila enrabiado dándole a su cautiva un sucio repaso de los pies a la cabeza, degustándose con cada curva tan perfectamente trazada y burlándose de las coloradas líneas que surcaban ese exquisito cuerpo tan finamente moldeado, poniendo una cara tan jacarandosa pero a la vez burlona que no hacía más que acrecentar las ganas en Margarita por tener algún objeto punzocortante cerca y abrirle la panza a tan despiadado sujeto.
-¿qué hace?, sálgase!!- se quejó la niña al ver la gruesa humanidad metiéndose sin permiso alguno en donde ella se limpiaba, ella con una de sus manitas alcanzó a medio cubrir sus amamantables senos y con la otra dio un estirón para jalar un viejo trapo ahí colgado y tapar sus amplias caderas, un trapo tan pequeño que apenas y le daba para conseguir su propósito.
El viejo se calentó con la imagen de la joven hembra semi protegiéndose, el verla a ella con su carita de miedo, su mejilla enrojecida debido al golpe que le dio rato atrás y enconchada en un rincón no hizo más que alterarlo insanamente mientras su verga comenzaba a manifestarse en sus terroríficas dimensiones, pronto este caliente aparato ya presentaba una anormal inflamación debajo de esos viejos y descoloridos pantalones la cual fue vulgarmente frotada por el corpulento sujeto mientras se relamía sus babosas bembas saboreándose el encantador cuerpo que tenía ante su presencia.
-estas rebuena chiquilla, todavía ni yo me la creo que te ande comiendo jeje- decía burlón el viejo.
La diferencia de cuerpos era terrible, una tremenda panza colgaba haciendo apenas posible a la vista de la nena la atroz malformación genital que estiraba la tela mezclilla hasta casi desgarrarla, el obeso cuerpo peludo del bovino se veía aún más moreno de lo que ya era comparado con la blanca y brillante piel de la jovencita, los temblorosos labios de esta chiquilla lucían exquisitamente carnosos y sonrosados debido a la temperatura del agua y deliciosamente mojados por la misma, al verlos el viejo no soportó y se lanzó a querer disfrutarlos nuevamente.
El asqueroso viejo, con la lengua de fuera y la trompa parada, intentaba darle uno de sus mejores besos a la asustada chiquilla quien trataba por todos los medios posibles de impedírselo, en su afán por empujarlo con sus manitas dejó caer el trapo que la cubría quedando completamente desnuda ante uno de los entes más calenturientos que hasta entonces hubiera conocido, como a su vez sus senos, al estar también sin protección, bailaban y botaban ante cada movimiento de defensa para deleite del moreno quien seguía jovial con sus enardecidos ojos la ruta danzante de los pezones.
-nooo!!, aléjese!!!, váyase… no me toque!!!- decía la nena ante los constantes acosos del pervertido, y es que el secuestrador, con la pura panza, ya la había acorralado contra la pared mientras la tomaba de la cintura, caderas o alcanzaba a apoderarse de alguno de los senos.
El viejo sin darse por vencido jorobaba su cuerpo con la finalidad de llenarle la boquita a la nena con su repulsiva y viscosa lengua, y es que así como la diferencia de cuerpos era contrastante también lo era la altura, si bien la nena ganaba mucha altura con las zapatillas de teibolera que el gordo le había comprado en esta ocasión la señorita andaba descalza, lo que hacía que la pobre chiquilla a duras penas llegara al velludo pecho de la fornida bestia.
El viejo desesperó ante lo histérica que se estaba comportando su mujercita y enojado dio otra sanguinaria cachetada mandándola al piso. El impacto que la chiquilla recibió fue tan inhumano que ahora ella misma se confundía observando a dos enormes monstruos viéndola penetrantemente para después, como si esas bestias se reprodujeran por vía mitosis, contemplar como a partir de cada una se despegaba otra en igualdad de proporciones quedando ahora cuatro oscuros hipopótamos tratando de comunicarle algo.
-perra desgraciada, como conmigo no quieres pero bien que te revolcaste con esa rata asquerosa, deja nada más que lo vea- el viejo una vez terminada esta frase tomó los castaños cabellos de la chamaca y los ennudó en su mano, jalándoselos con fuerza excesiva como si se los quisiera arrancar poniéndola de pie y acercándola lo más posible a su batracia cara para advertirle, la desnuda nena como única defensa solo pudo posar sus manitas en la muñeca del brazo castigador.
-como veo que en este momento estás indispuesta y que el tiempo no nos favorece para ponernos a coger como animales, me retiraré a la cantina, te aviso que… una vez que te vistas te quiero allá!!… conmigo!!… a mi lado… como lo que eres!!... mi vieja!!, y cuidadito y me rezongas o desobedeces allá enfrente de mis amigos porque soy capaz de agárrate a patadas ahí mismo!!!!, y si en determinado tiempo no llegas vendré a buscarte con un garrote, y en dado caso de que no estés aquí, saldré y te buscaré hasta encontrarte y en donde te encuentre te agarro a palos hasta cansarme!!, ¿está claro?!!!, jeje, recuerda que sé dónde vives- bramaba el coloso sujeto salpicando pesadas gotas de saliva en el rostro de la asustada muchachita cada que abría su descuidada boca.
La sollozante chiquilla con sus senos elevándose en cada una de sus respiraciones sentía la pesada esencia a aliento rancio y aguardentoso chocando contra su asustado rostro, analizaba la condena del gordo y concluía que, en caso de no ser ella la que recibiera tal castigo, bien podría ser su papacito el que la recibiera, así que con esto entendía que no debía huir ya que en caso de hacerlo lo más seguro era que el viejo llegaría más rápido que ella a su lugar de ex residencia.
-está claro?!!!!- berreó guturalmente el desalmado poniendo una cara más que diabólica, a la nena no le quedó más que asentir temerosa y temblorosa mientras era levantada de sus cabellos aún más alto, llegando a estar solo apoyada del suelo con la punta de los dedos gordos de sus pies.
El viejo salía del baño, se colocaba una camiseta gris y algo manchada de grasa de automóvil y abandonaba la casa, la nena salía cautelosa, volteando a sus alrededores comprobando que se había quedado sola, veía la puerta entrecerrada, sin ataduras que la aprisionaran, pero recordaba las desagradables sensaciones de dolor que sintió en su cuerpecito cuando fue castigada por el porcino y la malvada amenaza minutos antes dictaminada, así que por el momento no era buena idea desobedecerlo y más considerando que no podía intentar volver a escapar puesto que ya casi era la una de la mañana y no era recomendable rondar a esas horas por esos terrenos.
La encuerada muchachita abrió la bolsa que anteriormente trajo Pancho y comenzó a medirse sobre su cuerpo vestido por vestido, intentando descubrir el que más tapara sus provocativas curvaturas ya que sabía que al lugar que asistiría estaría lleno de selectos caballeros, encontró uno que si bien no era para nada lo que buscaba al menos no era tan corto como el anterior, aunque la diferencia fueran unos cinco centímetros, se trataba de un vestido gris de aspecto plisado pero muy entallado y adornado con una par de gruesos tirantes que a la nena le quedaban flojos pues se le resbalaban constantemente por sus pecosos hombros por más que ella se los acomodara, pero quizás ese era el detalle extra del vestido, que los machos admiraran un tirante caído y el coqueto movimiento de una nena acomodándose el tirante en cada momento.
Ni que decir del escote que se gastaba la voluptuosa chiquilla con ese provocativo vestuario, eran estos momentos cuando ella más deseaba no haberse desarrollado tanto mientras jalaba hacia arriba el escote de su vestido a modo que tapara lo mayor posible de sus melones, se calzó con las mismas zapatillas de hace rato y sin perder más tiempo se dirigió hacia donde su hombre le dijo que estaría esperándola.
Si bien la distancia que delimitaba a la cantina de la casa de Pancho equivalía a unos cuantos metros, este espacio fue suficiente para que la chiquilla meditara un poco su vida hasta ahora precisamente pensando en eso, en como el viejo se expresaba de ella como su mujer, la cálida jovencita siempre había pensado en algún día conocer al hombre destinado para ella, un apuesto muchacho que rondara su rango en edad, tierno y cariñoso con ella y que la tratara como toda una princesa, ahora sentía un profundo revolvimiento en sus tripas al pensar que el ganón de tan exuberante mujer sería nada menos que un viejo de casi sesenta años, gordo, extremadamente feo, de batracia apariencia, tosco, ordinario, encima delincuente, al parecer sin oficio lícito pues no recordaba haberlo visto trabajar en algo y que no se cansaba de decirle que para él solo era una puta.
Pero se recriminaba más ella misma con el hecho de reconocer que en algún momento llegó a sentir algún tipo de atracción hacia tal desagradable sujeto a quien se le notaba lo machista hasta en el caminado, aunque después se trataba de convencer de que no existía tal atracción y que todo era producto del drástico cambio de vida a la que fue sometida y el corto tiempo transcurrido para asimilarlo. También considerando que esa atracción bien podría traducirse en un tipo de amparo que el gordo representaba para ella en este nuevo y distorsionado mundo, ya que fue él a quien conoció primero, con quien compartía cama y que había mostrado en pocos momentos (pero los había mostrado) una consideración hacia ella entendiéndola como un organismo con metas y aspiraciones. Pero sobre todo porque él representaba esa protección para ella con los demás, de esta manera se sentía segura el llegar a la cantina y acompañar al gordo, sabía que los intentos por faltarle al respeto por parte de la hambrienta manada de lobos disminuirían con este obeso factor. Para este momento la nena ya estaba a unos pasos de entrar a tan lúgubre lugar.
Minutos antes en la cantina…
El grotesco animal yacía recargado en la barra platicando con Atilano, el viejo ayudante de Felipe, tan feo como solo él mismo podía serlo, de aspecto rechoncho y chaparro con una gruesa espalda que casi parecía el caparazón de una tortuga. El nulo cuello, la pequeña cabecita y la ausencia total de cabellos en este peculiar sujeto, sumado a la rara forma que presentada en su rostro le daban la apariencia de ser un verdadero quelonio mutado antropomórficamente, y pensar que la bella Margarita ya se había comido sus mocos, sin saberlo.
Los viejos compartían opiniones sobre las hembras mas buenotas que habían visto ese día cuando en eso hizo su aparición entre las puertas de la cantina otro hombre de aspecto rudo y reglamentario así como de apariencia misteriosa, y quien al ver al robusto de Pancho se dejó ir hacia allá.
Una mesa fue rápidamente desocupada por Don Atilano para que Pancho, con el hombre en cuestión, se sentaran, Pancho estaba acompañado de nada más y nada menos que el oficial Climaco, el más alto mando de la justicia y defensor de los débiles por esas inhóspitas y abandonadas regiones que conformaban su sector.
-mi estimado Pancho, un gusto verte, cuéntame, que dice la buena vida?- el gordo conocía a este sujeto desde hace mucho, tenía perfectamente entendido la clase de fruta podrida que era y que por ningún motivo merecía portar el uniforme que representaba, un tipo de lo más ruin y corrupto que no se intimidaba a la hora de tratar con tan repulsivas escorias sociales.
La noche estaba fresca, así que el gendarme venia abrigado con una vestimenta que daba a suponer que no estaba en servicio, pantalón de vestir, botas, camisa de manga larga entreabierta mostrando una enmarañada mata de pelos cenizos, unos lentes oscuros que ocultaban la dirección de sus ojos y una especie de saco completando su fachoso vestuario, una tremenda verruga con tres pelos negros adornaba su rostro en su mejilla derecha.
-cual buena vida?, estoy hasta el culo de deudas, y he andado ocupado con unos asuntos, jeje- reía nervioso el gordo una vez acomodados en la mesa, la presencia y fanfarrona risa de su policiaco amigo no le gustaba mucho que digamos a Pancho, y es que el sargento no se molestaba el andar visitando prófugos de la justicia si no fuera para tratar un asunto de suma importancia.
-y esos asuntos, ¿no incluirán secuestro?- cada que Don Climaco hablaba tenía como costumbre un exagerado movimiento en sus manos, como todo un político que no sabe ni para que las mueve pero que trata de aparentar inteligencia con ello.
-jeje, hombre, que pasó, tiene mucho que me retiré de eso, ya estoy viejo, ahora soy un hombre de familia-
-jajaja!!!!, queee vergas!!!, ¿y quién es la afortuna que logró conquistar el corazón del buen Panchito?, ¿Alguna prima de Lencha? jajaja… bueno ya… dejémonos de chismes que no somos viejas y vamos al grano, acabo de regresar de unas bien merecidas vacaciones y me informan que el número de siniestros ha aumentado, o sea que uno ya no se puede dar lujo de ausentarse un tiempo porque enseguida no faltan los que hagan desorden- el justiciero recargaba su cuerpo en la silla al tiempo que cruzaba sus piernas para ponerse más cómodo mientras llevaba una de sus manos a su partida barbilla golpeándola sutilmente con su dedo índice.
-tengo una larga lista de desaparecidos, la mayoría sin mucha importancia… en estos momentos el que más me interesa es un tal… Gustavo Fuentes, ¿te suena?, al parecer su esposa ha levantado una denuncia a raíz de que el viejo no se ha presentado dos días al trabajo y de que se reportó uno de sus autos en las afueras de un motel en donde precisamente según algunas versiones de testigos una pareja fue… secuestrada, ahora, no me explico al buen Gustavo en un motel de tercera, ¿a qué iría?, ¿tú a que vas a un motel mi buen?-
-pos, a tronarme un culo- respondía Pancho.
-exacto, lo que me lleva a suponer que el buen Gustavo fue a tirarse a alguna mocosa compañera del culito que tiene por hija, ahora, yo sé que al viejo le gustan niñas como a todos nosotros pero… ¿te vas a tirar a una mocosa toda estúpida teniendo a esa yegua por vieja?, no sé tú pero yo después de habérmelo pensado supongo que esto fue planeado- el atento gordo se incomodaba, sabía que este pelafustán vestido de policía ya estaba enterado de todo o bien una parte, sino no se hubiera molestado en ir a debatir con él, seguramente había caído entre sus garras alguno de los tantos mocosos que se juntaban con el gordo y este le había divulgado algo de información, y si fue a verlo a él era porque precisamente le habían dado el nombre de Pancho.
-esa pinche vieja pendeja, en vez de que se abra de patas que es para lo único que sirve, se pone a investigar donde anda su marido, que vergas le importa!!!, ¿y de seguro ya sabes que yo lo tengo?!!!- el gordo levantaba un poco su voz, la estruendosa música al compás de bandas, corridos y narcocorridos permitía que la conversación llevada a cabo entre el gordo Pancho y el oficial Climaco fuera netamente privada, a decir verdad la cantina no estaba tan atiborrada de clientes como en otras noches, aun así, los finos comensales entre pláticas obscenas y juegos de barajas se entretenían sin el mínimo interés por prestar atención hacia la reservada mesa.
-tranquilo Pancho, calmado, ni que viniera a arrestarte, sabes que eso no es de amigos, vengo a hacerte una propuesta, bueno no, propuesta no, es algo que tendrás que hacer obligatoriamente- una risilla maliciosa era manifestada por tan ruin defensor, el gordo acercaba un poco su cuerpo recargando los codos sobre la mesa para poder escuchar mejor la supuesta proposición.
-de que se trata?- preguntaba interesado el gordo, exhibiendo en su cachetona cara un gesto como de perro confundido.
-nada difícil, mira Pancho tú mismo ya debes de saber de todas esas mamadas y noticias que deambulan en los medios sobre la ineficiencia y la corrupción en los cuerpos policiacos, a todos nos tienen como una bola de cerdos corruptos que se venden al mejor postor- oraba el protector.
-jaja, pues no están diciendo mentiras- reía el viejo rechoncho, abriendo una boca casi al estilo de los hipopótamos.
-Panchooo, tú más que nadie sabe que las cosas no son así, si yo quisiera en este momento me comunicaría para que me levanten a toda esta gente y me registren todas estas viviendas, en menos de diez minutos tendrías todo un regimiento volteándote la calle, pero las cosas no son así mi buen, unos necesitamos de los otros para formar esta perfecta simbiosis, todo tiene su contraparte, el bien existe porque existe el mal, la cura existe porque existe la enfermedad, sin la delincuencia ¿existiría la policía?- decía Don Climaco, Pancho intentaba mostrarse sereno pero lo cierto era que ya desde hace rato traspiraba con cerdo, quizás la actividad que más desempeñaba durante el día.
-y en donde entro yo en todo esto??- volvía a preguntar el rechoncho sudando a mas no poder de sus prominentes entradas, cara, axilas y pecho, su vieja camisa adornada con algunos hoyos se comenzaba a humedecer.
-tú mi viejo lobo, no tienes que hacer nada más que sacrificar a uno de tus perros, ¿en qué forma?, te preguntarás, bueno ahí te va… ahora que he regresado he visto mucha presencia militar en mi sector y la verdad mi amigo que eso no me gusta nada, no me gustaría que me dieran de baja por incompetente como han hecho ya con otros en otras partes y sean los militares los que comiencen a beneficiarse con mis territorios, cosa que no me conviene a mí y mucho menos a ustedes, la idea es hacer creer a la gente que la policía trabaja y que no somos ningunos vendidos- discurseaba el buen oficial, adoptando poses en su silla creyéndose el hombre más interesante del mundo, además, sus gestos sumados a su manera de mantener en movimiento sus manos lo hacía ver como si estuviera tratando de lavarle la cabeza a un determinado público con algún tipo de publicidad gobiernera.
-necesito que escojas a uno de tus hombres, el que menos te sirva, y me lo entregues el día del cambio, aquí mismo en este negocio vendría yo a buscarlo, todo esto para presentarlo y dar mi versión de los hechos quedando él como autor intelectual y de este modo la televisora lo presente, así la gente se sentirá un poco satisfecha y tranquila al saberse que un peligroso secuestrador está tras las rejas, ¿Cómo ves?, es algo que pensé ahora que estuve de vacaciones- Pancho escuchaba atento tallándose su gruesa y alijada barbilla así como su batracia papada.
-mm, no está mal, ¿pero que ahí de mi dinero?, estará asegurado??- preguntó el moreno.
-por eso no te preocupes, tú tendrás tu dinero, siempre y cuando se les regrese a su familiar sano y salvo para la gente el dinero pasa a segundo término, tú solo ténmelo todo listo que tu dinero seguirá intacto-
-interesante tu idea, muy ingeniosa, pero da la casualidad que el que menos me sirve por el momento está desaparecido-
-jaja, pues búscalo o consígueme otro porque ese día yo no me voy de aquí sin mi pichón, o si no, no hay dinero mi buen, y serán más de uno a los que me levante-
-¿me estás amenazando? hijo e puta, jeje- rebuznaba el gordo.
-tómalo como quieras mi gordito amigo pero tú y yo sabemos que tiene mucho que debiste haber vuelto a la cárcel- ambos sujetos intentaban intimidarse con burlonas risas amarillentas.
-si quisiera en este momento te metería un plomazo por media frente- la mano del gordo orbitaba arriba de donde, precisamente, se encontraba su arma de fuego junto a su arma de carne.
-sí, pero ya no tendrías la protección de mis muchachos, y con los nuevos elementos que están llegando tendrías que empezar a hacer méritos desde cero, quizás sea un poca más difícil echártelos a la bolsa ya que la nueva policía es, disque incorruptible- el tono del viejo oficial no expresaba más que sarcasmo.
-pero válgame Dios!, Pancho!, ¿y esa hembra?!!- el corrupto policía veía a lo lejos una muchachita castaña que apenada acomodaba su vestido tratando de tapar lo mayor posible sus carnosas piernas tan perfectamente estilizadas.
-jeje, esa mi oficial, es mi vieja, el bollo que me ando comiendo todas las noches- presumía el gordo inflando su grasoso pecho, sintiéndose orgulloso de la mujercita que le pertenecía.
-gordo cabrón, no creo que sea tanta tu dicha de llevarte a la cama a ese pedazo de hembra- dijo el corrupto servidor público recorriendo con su degenerada mirada todo el volumen anatómico que presentaba la muchachita recién aparecida ante él, y que solo podía ser comparada con las musas que se fotografiaban para sugestivos calendarios elaborados con la finalidad de complacer a la clientela masculina más exigente, considerando que en ocasiones dichas musas necesitan retoques pero viendo como esta, en persona, lucía perfecta.
-ahh no me crees?, mira, ehh, este… tú!!… (el gordo trataba de recordar el nombre de la mujer que compartía, desde hace poco, la cama con él), Margarita!!- Pancho hacia una señal con sus dedos, llamándola, como si la nena fuera una mesera dispuesta a tomar la orden de tan distinguidas personalidades.
Era de imaginar el gran desvió de miradas y levantamientos de vergas de todos tamaños, olores y formas que se suscitaron ante el coqueto caminado que la nena realizaba gracias a su escandalosa vestimenta y teibolero calzado mientras intentaba llegar hasta donde su hombre. Su exquisito cuerpo era literalmente devorado por la jauría de embravecidos machos que hace momentos disfrutaba de un rato de sano esparcimiento, la nena se daba cuenta de ello y caminaba muy apenada por la forma en que los viejos se perdían mirando sus curvas, con una de sus manitas se enroscaba un importante mechón de su castaño cabello, tratando siempre de concentrarse en no prestar atención a la bola de pelafustanes que cuchicheaban vulgaridad y media entre ellos, era como si los viejos no hubieran visto una mujer en años.
El grasoso maleante se incorporaba de su respectivo asiento una vez que la nerviosa hembrita llegaba hasta donde él, el viejo con total descaro y como si este fuera en verdad su marido le plantó un asqueroso beso de lengua que llegó a repugnar hasta al mismo poli, este otro caballero veía con esfuerzo pero a la vez con un tremendo morbo como el viejo panzón tomaba a la chiquilla de la cintura, acaparándosela con sus manos casi en su fina totalidad, la pegaba a él y le daba su buen besote con harta lengua, se podía escuchar al viejo manifestando placenteros quejidos a la vez que la nena realizaba ahogados gemidos e intentaba, sin mucho éxito, liberarse de tal asquerosa opresión, podía Don Climaco ver como los labios de la nenita yacían ligeramente abiertos mientras la lengua del gordo se apreciaba revolviéndose dentro de ellos.
Y es que la nena sentía todo el sabor diarreico proveniente de las babas del gordo que le generaban un profundo hundimiento en su estómago mientras estas le eran bombeadas a su boquita, por momentos el gordo movía su cabeza en repetidas oscilaciones reguileteándola para de este modo abarcar con su lengua toda la cavidad bucal de la niña, al tiempo que ella casi moría intoxicada debido al penetrante hedor a tabaco emanado de las podridas encías de Pancho.
Don Climaco prestaba singular atención a la forma en que ambos pares de labios se enfrascaban en una ardiente lucha por momentos siendo los de la nena los que desaparecían completos dentro de la voraz boca del gordo, veía como las callosas manos del viejo ahora bajaban y tomaban a la nena de cada una de sus potentes nalgotas y las apretaban y masajeaban para sentir su tibieza y dureza levantando un poco el ajustado vestido, sintiendo el gordo toda la perfecta tonificación en sus rasposas manos, el oficial veía como las elevadas nalgas daban lugar a unas carnosas y brillosas piernas visiblemente marcadas y estas se complementaban con una perfectas pantorrillas igualmente trabajadas y por demás estilizadas.
La nena por su parte con sus manitas trataba de bajar el vestido pues el gordo se lo había subido descaradamente, sabiendo ella que era más que obvio que estaba regalándole a los presentes una alucinante imagen de sus nalgas apenas surcadas por un diminuto hilo que se perdía entre ellas pero era este mismo rechoncho sujeto con papada de sapo croando quien se encargaba de volvérselo a levantar sin dejar de comérsela a besos, para esto el gordo ya subía una de sus manos y la depositaba en la nuca de la nena para atraerla más hacia él y de paso despeinarla de su cabello.
Don Climaco, junto a quien sabe cuántos más, tuvo la necesidad de meter su mano dentro de su pantalón para de este modo acomodar el bulto que se le estaba formando debido a que el beso que se estaba pegando la pareja de enamorados lo había calentado insanamente, el viejo ya no veía tan asqueroso ese buen morreo, y más porque el gordo ahora masajeaba a su beneplácito las tremendas nalgotas de la chiquilla al tiempo que le estiraba la tanga y seguía despeinando, la chiquillas por el miedo y los golpes recientes tenía que paladear su lengua con la del obsceno sujeto mientras sentía casi a la altura de su sexo la naciente erección del cochino Pancho que la punteaba constantemente. Don Pancho, con sus enormes ojos de sapo cerrados, no paraba de meter su lengua lo más profundo que esta llegara, por momentos gruesos hilos de saliva escurrían de entre ambas bocas hasta que después de una fogosidad de casi 10 minutos de chorreante besuqueo el gordo liberó a su hembra.
La primera reacción de Margarita después del beso fue limpiarse el exceso de babas con su manita así como el acomodo de tanga y vestido para mirar apenada a los alrededores ya que sabía que muchos espectadores no habían perdido detalle de como un viejo de cincuenta y pico años, gordo y feo, se había agasajado por un buen rato a una curvilínea, joven y hermosa chiquilla de hace no mucho haber cumplido sus dieciocho añitos.
-mi buen Climaco, te presento a mi vieja!!- dijo el orgulloso y contento Pancho todavía saboreándose las agradables y frescas sensaciones provenientes de la boquita de tan bella niña, ella en tanto ponía cara de confundida por lo rara que se sentía ante la presentación, y más porque el gordo la agarraba de la mano como un puberto enamorado que lleva a la novia a presentarla a sus padres.
El casi jubilado sargento iba evaluando la mercancía de pies a cabeza, cada una de las femeninas curvaturas eran morbosamente admiradas junto a un sátiro saboreo con la lengua por parte del judicial, se detuvo un poco en los grandes senos que se asfixiaban contra el vestido, Don Climaco casi puso sus manos en forma de querer apropiarse de ellos pero rápidamente recompuso su compostura, era todo un caballero y debía de comportarse como tal. Pero cuando llegó a la carita de la fémina pudo experimentar un jaloneo en su verga sin ni siquiera tocársela, estuvo a punto de correrse a lecherasos después de ver los apretaditos labios sonrosados y ligeramente brillosos por la saliva del gordo que la nena se cargaba mientras los gesticulaba como queriendo escupir, además de admirar esa perfecta naricita, ese cutis tan bien cuidado y sin brillo y eso que a simple vista se veía que la nena carecía de maquillaje. Todo esto, junto a los hermosos y tiernos ojitos verdes además del aire de inocencia de niña que no rompe ni un plato hicieron al viejo imaginar a tan despampanante mujer arrodillada ente él pegándole el mejor mamadón de verga jamás registrado en algún compendio o antología pornográfica mientras lo miraba mimosa con esos ojitos, pensando el viejo Climaco que con esos labios lo más seguro era que en pocos minutos él terminaría vaciándose esparciendo su nauseabunda semilla en toda la carita de la chiquilla con toda la enferma intención de formarle una mascarilla con ella, un bukkake.
-ehh, ejm, cof, cof, disculpen, muy buenas noches, mi bella señorita,- dijo el viejo una vez regresado de su obsceno trance tomando delicadamente la mano de Margarita y besándola salivosamente, más que beso Mar sintió como su mano fue literalmente bañada en babas, era como si un perro se la estuviera lamiendo, algo que obviamente le causó repulsión ya que se hubiera sentido más cómoda si hubiera sido un perro la que la lamiera.
-pendeja, ve y trainos unas cervecitas a mí y a mi amigo, de esas que me gustan, ¿ya sabes de cuáles verdad?, jeje, jeje- dijo el burlón sujeto volviendo a tomar asiento junto a su oxidado amigo, no sin antes dar a la chiquilla una escandalosa nalgada como si ella se tratara de una yegua a la cual esta es la única manera de echarla a andar.
-pero que cacho de culo mi buen, esas son viejas no como la que tengo en la casa jeje, ¿Cómo le hiciste para que esa chiquilla te pelara?, debiste meterle un buen susto- decía el sargento una vez retirada la nena, analizando a la nena entendía que esta mocosa debería de andar entre los mínimo diecisiete máximo diecinueve años, aun así el tema de la edad no le competía.
-lo que le metí fue otra cosa más grande y gorda y de ahí pa´ya no me la quito de encima, todas las noches quiere estar arriba del guayabo, se mueve pa´ya, se mueve pa´ca, me pela el plátano, y pa´que te cuento, hoy no acabo- decía el gordo.
La colorada jovencita se dirigió hacia donde se guardaban las bebidas, en ese momento mientras coqueta caminaba causando nuevamente admiración entre los clientes cruzó su hermosa mirada con la de Silvia quien sorprendida la veía ahí, según apenas no tenía mucho le había dicho lo asqueada que estaba de todo esto, y ahora la jovencita mesera veía como su cautiva amiga se había pegado un fogosísimo beso con un viejo que casi sería abuelo de ambas, hasta hace poco Silvia no pensaba que Margarita ya tuviera tanta confianza con Pancho.
Apenas cuando Mar intentaba sacar las cervezas sintió una caliente y sudada presencia detrás de ella, de pronto algo entre sus nalgas se le metía, algo de aspecto cilíndrico que parecía estar vivo y embonar perfecto entre la raya de su culo, volteó solo para ver la horrible cara bufante de Don Felipe, quien con todo y dientes de fuera (los cuales le eran imposibles esconderlos entre su boca) se le había repegado impúdicamente con la excusa de también él tomar una cerveza.
La nena sintió la mórbida presencia detrás de ella, inmediatamente le llegó un irrespirable hedor a sobacos, genitales, tabaco y aliento alcohólico. Vio como un grueso, peludo y moreno brazo se estiraba a la misma altura que el suyo, una pesada respiración le revolvía los cabellitos que sobresalían cubriendo su nuca.
-zorrita culona, que no se te olvide que tú y yo tenemos algo pendiente- dijo el anciano en voz bajita mientras ladeaba un poco su cabeza casi queriéndole pegar una mordida al cuello de la señorita, era el mismo viejo quien con sus chaqueteras manos acomodaba el tirante de la joven el cual estaba atorado en el bracito de ella, la muchachita pudo olfatear otra rancia esencia emanada de las podridas encías del repugnante vejestorio cuando este dialogaba sus oraciones, era como si este otro tuviera un animal muerto entre sus dientes y se estuviera agusanando.
La jovencita presa del miedo y cada segundo más asqueada hizo lo que tenía que hacer para regresar con los corruptos, Don Pancho ya con cerveza en mano continuó hablando con su viejo conocido, no sin antes sacar un poco las piernas para permitir que Margarita se sentara en ellas, la joven al recordar las llamadas de atención por parte de su actual pareja solo se acomodó arriba de él, Pancho la rodeó de la cintura con su poderoso brazo, depositando su mano en las suaves y tersas piernas de ella, tallándoselas.
-jejeje, Felipe parece chiquillo, ni porque ya casi le pega a los setenta años- dijo el servidor público alardeando de lo bien que se mantenía de salud el dueño de la cantina mientras este platicaba y se mostraba muy cariñoso con Lencha.
-seeee, ahí anda, el que no se le pare la verga es otra cosa, pero de que todavía anda, anda- el vacuno aprovechaba cada momento para darle un buen repaso manual a esas potentísimas piernotas que se le formaban a la nena y que sentada parecía tenerlas aún más potentes de lo que ya las tenía.
Ella en tanto deseaba que esta vergonzosa escena ya pasara, y es que estarse viendo como la vieja, la hembra (o como ella lo entendía, esposa) de un viejo por demás asqueroso no era tarea fácil, otra era tener que estar soportado su olor a sudor y descarados manoseos, por otra parte las atrevidas miradas de un viejo gendarme hasta ese momento conocido por ella que la incomodaban sobremanera, además de estar escuchando las albañilescas oraciones las cuales siempre estaban acompañadas por palabras como bollo, verga, culo, leche y demás, y por si esto fuera poco Don Pancho se atrevía a subirle el vestido hasta el punto donde casi se le viera la minúscula tanga.
Los intentos por detener a este enfermo era vanos, la hermosa muchachita veía como más viejos ahí presentes desatendían sus asuntos para admirarla a ella y principalmente como el viejo se la fajoneaba, algunos casi escurriéndole las babas de sus apestosas bocas, otros disimuladamente masajeándose el bulto escondido entre sus pantalones, pero todos con la misma cara de perros calientes. Ganas no le faltaban a la chica por pararse y darle al viejo una cachetada pero recordaba nuevamente las amenazas que este le hizo antes de venir y sobre todo, aun sentía el dolor en las heridas recién hechas con el pedazo de cable, pero de alguna manera tenía que demostrar su descontento.
-Don Pancho no haga eso, deténgase- dijo la nena, y es que el viejo le había metido sus gordos dedos dentro de la tanga y comenzaba a masajearle sus partes para disfrute del respetable, algunos de ellos ya habían alertado una línea rojiza atravesando una de las piernas de la chamaca.
La nena mostraba su incomodidad, le aborrecía que un viejo que no tenía mucho que la había maltratado ahora quisiera disfrutar de su cuerpo como si nada hubiera pasado, pero más la incomodaba la situación en público, muchos viejos presentes y sobre todo un viejo policía admirando la apretada telita semiprotegiendo su panocha.
-p… por favor Don Pancho, no… no haga eso- la nena se revolvía, bamboleaba su cuerpo y restregaba sus piernas tratando de impedir que el viejo la siguiera tocando, veía desesperada para todos lados buscando quizás alguien que se consternara con su situación y abogara por ella pero se encontraba con los rostros de asnos cachondos que poseían los finos caballeros en ese momento, la gran mayoría, por no decir todos, maduros de cuarenta para arriba y uno que otro fósil viviente.
-acuérdate lo que te dije zorra asquerosa, si sigues con tus mamadas vas a ver llegando a la casa- el viejo escondía su boca en la nuca de la chiquilla mientras repetía estas amenazantes palabras para después pasar a besarle sus pecosos y nuevamente desprotegidos hombros.
En ese momento los verdes ojitos de la exhibida muchacha se cruzaron con los negros de su hasta ahora única amiga, Silvia, quien yacía con una bandeja de meserear entre sus manos impactada con lo que estaba aconteciendo, viendo como Don Pancho literalmente le comía la oreja a su amiga mientras sus manos intentaban escurrírsele hasta lo más íntimo.
Para entonces, el Sargento Climaco podía ver algunos ríos de saliva correr por el cuello de la niña, pero sin perder detalle de como el delincuente no paraba de manosear ese delicioso sexo. Margarita de vez en cuando, en su lucha, se abría un poco de piernas mostrando al corrompido oficial, así como a una parte del público en general, su carnosa panocha apenas tapada por un pequeñísimo triangulo de negra tela, y por momentos el mismo judicial podía apreciar el nacimiento de tan carnosos labios vaginales, esto gracias a que Pancho en ocasiones movía la tanga de su lugar.
-jejej, Pancho como osas comer pan enfrente de los pobres- dijo el viejo oficial quitándose los lentes dejando expuestos unos ojerosos ojos, como si el viejo llevara trabajando de noche toda su vida.
-mira que mis amigos me están observando pendeja, no me hagas una escenita aquí, recuerda que me perteneces y puedo hacer contigo lo que me plazca- dijo el viejo dando una ligera mordida al cuello de la chiquilla.
Pero si bien la mente de la muchachita respondía negativamente ante estos depravados manoseos, su cuerpo decía otra cosa, y es que Pancho era un viejo lobo en estas cuestiones, no por nada llevaba toda una vida de sexo desenfrenado con cantidad de prostitutas y de tanto en tanto algo tuvo que haber aprendido, y es que las inquietas manos del infractor sabían muy bien donde estaban las partes más vulnerables de la chiquilla, que si bien no todas las mujeres son igual de sensibles en el mismo punto, la mayoría tiende a experimentar sensaciones parecidas, y en caso de no ser así el viejo explotaba otras zonas erógenas.
Poco después de que la nena medio asimilara su condición el viejo ya sentía las primeras humectaciones de ese mágico elixir que de la nena brotaba cálidamente desde el interior de su sexo, Pancho pasaba y repasaba sus dedos por toda la extensión de la depilada zanjita, sintiendo lo apretado de dichos labios vaginales y la sensible bolita arriba de ellos mientras dedicaba una mirada jocosa a su compañero de mesa, este le daba un sorbo a su cerveza sin dejar de mirar el exquisito cuerpo de la manoseada potranca, su corrompida mente era asaltada por visiones en donde él sometía genitalmente a la chiquilla mientras esta arqueaba su cuerpo sacando todo su exuberante trasero moviéndoselo sugestiva pudiendo escuchar el resonar de los gemidos de la chamaca como si en verdad se la estuviera culeando.
El corrupto oficial apenas había conocido a la chiquilla y ya estaba maquilando un plan sobre como poder bajársela a su pervertido y gordo amigo, como poder disfrutar de esas selectas carnes que conformaban a esa manzana de la discordia, y es que en ese deshonesto mundo no se podía confiar ni en la sombra propia.
Después de tallarle la concha a sus anchas, el viejo sacó sus dedos y los enseñó a la nena.
-mira puta, y dices que no te gusta, a ver, explícame esto- la chamaca veía dos de los hiperactivos dedos del pervertido empapados en sus jugosas intimidades.
-Don Pancho, por favor- dijo susurrante la acongojada nena.
Sin embargo el viejo volvió a la carga, esta vez tallando aún más descarado sus gruesos dedos por sobre el empapado panuchón, como un auténtico pulpo se enrollaba a modo de formarle con sus brazos una humana prisión a su cautiva, ladeaba su batracio rostro para de este modo lamer depravadamente la limpia orejita de Mar, comenzando con una serie de lamidas en todo el lóbulo y pabellón de la oreja, la nena por más que intentara alejar su rosto del marrano sujeto este siempre lograba alcanzarla, incrustándole su lengua muy dentro de su orejita.
Poco a poco, se fueron uniendo más aficionados al espectáculo, los hombres que después de un arduo día de trabajo desempeñando oficios tan desgastantes como la mecánica, la albañilería, la balconería y uno que otro limpiando el alcantarillado comenzaron a formar un semicírculo alrededor de la contrastante pareja de enamorados.
Margarita, con rostro asustado y cuerpo tembloroso, trataba de cerrar sus carnosos muslos para así evitar el cochino roce de los acorazados dedos del viejo sobre su delicada zona íntima, todo esto era imposibilitado en varias ocasiones pues el grasiento daba algún mordisco o rozaba exquisitamente el botoncito de la joven haciendo que esta sufriera algunos espasmos los cuales relajaban sus músculos logrando que al viejo le fuera posible volver a abrirla de patas.
La nena dio otro vistazo hacia su entorno dándose cuenta de que muchos de los caballeros ya se habían levantado de sus asientos y contemplaban en primera fila como ella estaba siendo masturbada por un tipo de lo más aborrecible y prepotente, y que además la triplicaba tanto en edad como en peso, el gendarme ahí sentado solo se tallaba disimuladamente su arma y de paso le daba otro buen sorbo a su cerveza, mostrando una amarilla risa tan enferma como la del redondo granuja.
Cada vez más público se levantaba de sus asientos para poder apreciar mejor la impúdica escena, y es que los que estaban hasta al fondo tenían que ponerse de pie pues los de las primeras filas les tapaban la acalorante visión. Algunos otros, envalentonados por las copas de más y al ver que el gordo parecía estarles regalando el morboso espectáculo se atrevían de manera zombificada a dar algunos pasos hacia enfrente rebasando la imaginaria línea de tolerancia.
-mira chiquilla, si sigues con tus mamadas de estarte moviendo y no dejarme hacer mi trabajo te echo a esta manada de perros hambrientos jeje, ¿quieres ver que soy capaz?- dijo el viejo aprovechando que su boca casi estaba sepultada en la oreja de Margarita.
La nena se quedó quieta al escuchar esa atroz propuesta no sin antes soportar el tufo a alcohol y cigarro proveniente de la boca del viejo macuarro, ella estaba a punto de pararse y darle una bofetada a tan reprobable canalla sin importar las consecuencias, pero apenas y el gordo sintió el levantamiento de ese cálido y voluptuoso cuerpo enterró con furia excesiva sus grasosos dedos en el bracito de esta casi llegándole al húmero, con esa acción la nena supo que tenía que regresar a su lugar.
-pedazo de puta, ¿no me crees?, orita mismo te echo a los perros- dijo el viejo en voz baja pero con la suficiente intensidad como para que la nena escuchara sus declaraciones.
-a ver bola de pendejos, en vista de lo bien que se la están pasando y de que mi vieja está un poco… caliente, ha decidido obsequiarles…- rápidamente la nena llevó sus sensuales labios hacia las percudidas orejas del porcino para decirle.
-no, por favor señor no, no me eche a esos hombres, por favor- decía la pavorosa muchachita ya casi queriendo romper en llanto, estaba hasta sudando viendo la clase de tipejos y espantapájaros que gozarían de sus servicios.
-muy tarde pendeja, con esto aprenderás que cuando yo digo algo se debe de obedecer a la primera- gruñía el asqueroso sujeto.
-no por favor, estaba nerviosa, por favor no lo haga- la nena, siempre hablado en voz baja trataba por todos los medios de lograr impedir los cometidos del viejo, prefería mil veces ser tocada en su intimidad por tan desagradable pelmazo a ser violada por una bola de malencarados borrachos que sin duda se darían el mayor festín de sus vidas, pero lo que a la nena no la convencía era la notable superioridad numérica que estos presentaban, ella solo era una, mientras que ellos eran alrededor de veinte sujetos.
Entre el público en general había de todo, hombres de apariencia cuarentona y quizás un par de ellos ya demostrando que estaban en los últimos días de su existencia debido a su avanzada edad, pero la gran mayoría siempre con una mirada expectante, un rostro calenturiento, una babeante boca y algo que se estiraba bajo sus pantalones.
-no seas así chiquilla, muchos de ellos no han cogido en meses, apoco los vas a dejar así… ahh ya sé, ¿no quieres que te manoseen ellos?, ¿solo quieres que te toque yo?, ¿por qué te gusta cómo te toco el bollo? jeje, ¿no es así?- la jovencita rápido intuyó que el viejo hablaba en su burlón lenguaje, sabia ella que tenía que seguirle el juego ya que de lo contrario esto derivaría en una noche de sexo desenfrenado con poco más de una veintena de tipos de lo más sucios y viles, y algunos adivinar qué tipo de enfermedad venérea la trasmitirían.
-s… si… si Don Pancho- respondía titubeante una chiquilla que trataba de evitar al máximo que fuera arrojada a los machos, como cual carne se arroja a los perros.
-sí que perra estúpida!!, ya sabes que a mí me gusta que me digan las oraciones completas, así no te entiendo!!, y puedo tomarme como respuesta una que puede ser muy diferente a la que me quieras dar- bramaba el vejestorio, para esto solo se dedicaba a besar el cuellito de la chiquilla.
-s… si… si… Don Pancho, solo usted… me gusta como me toca- dijo la nena.
-jeje, ya sabía, si cada que te toco la panocha pones una cara de puta que ni tú te reconocerías, pero mi niña, ya hice la invitación a todas estas personas, es de mala educación echarse para atrás- dijo el desalmado sujeto apretando a su hembra aún más en su sudado cuerpo.
-no por favor Don Pancho, eso no- los verdes ojitos de la nena ya estaba comenzando a cristalizarse por efecto de sus lágrimas.
-¿te portarás bien a partir de ahora?, pendeja- rebuznaba el caliente sujeto.
-si, si, me portare bien, haré todo lo que usted me diga, todo menos eso, por… por favor, no me eche a los señores esos-
-mm, eso de que harás todo lo que yo diga suena muy tentador, sin embargo creo que ya me lo has dicho antes y no has cumplido, ¿porque tendría que creerte ahora?- la joven tenía ganas de insultarlo, le llegaban a su mente insultos que ni ella había escuchado pero estando en desventaja tenía que guardar la compostura.
-se… se lo digo enserio- dijo la nena y para mostrar su sinceridad ella misma buscó los labios del viejo para fusionarse con él en un viscoso batido de lenguas, ahora era la nena la que trataba de llenarle la alcohólica y antihigiénica boca a ese desvergonzado con su fresco y naturalmente mentolado aliento.
-tóqueme, tóqueme Don Pancho- dijo la aterrada nena llevando ella misma una de las grotescas manos del viejo hacia su sexo para después con sus dos manitas tomar los caídos cachetes del viejo y así poder darle algunas lamidas a las bembas del cetáceo.
No es que la nena quisiera en realidad que el viejo la tocara pero tenía que mostrar su conformidad y su gusto a sus pervertidos toqueteos para así asegurarse que el viejo desechara la idea de ponerla a culear con el conglomerado, además ponía todo su empeño regalando al viejo los mejores y más apasionados besos, más sensuales que aquellos que alguna vez dio a su ex novio.
-te gusta?, te gusta lo que te hago?- preguntaba el porcino mientras estiraba la tanga remarcando escandalosamente los escurridos labios vaginales.
-si, si me gusta- susurraba la nena sin dejar de lamer las negras encías del pervertido.
Los viejos presentes vitoreaban la casi unión marital que se estaba llevando a cabo en tan improvisado tugurio, las chicas que fungían como meseras, entre ellas Silvia, veían incrédulas como esa hermosa chiquilla que las superaba a todas juntas en belleza y porte se pegaba un asqueroso beso con uno de los tipos más feos y viejos del lugar, una de ellas no aguantando el desagradable paladeo tuvo que correr al baño para vomitar.
El suertudo de Pancho nivelaba horizontalmente uno de sus brazos para después levantar el pulgar de esa mano en señal de victoria despertando una notable algarabía, un babelesco bullicio entre los participantes ya que cada uno expresaba sus comentarios al mismo tiempo mientras veían, calientes a mas no poder, como la lengua del gordo realizaba un salivoso y muy pegado movimiento de traslación alrededor de la de la chiquilla, ¿o era al revés?
-Pancho, ¿qué es eso que nos iba a regalar la putilla?- al parecer el público se impacientaba, pero Margarita al escuchar esto comenzó a surtir de besos al viejo tanto en su boca como en sus cachetes de perro bulldog, así como en su mugroso cuello.
-sí, dijites que nos iba a dar algo, jejeje-
-yo le voy por el culo- dijo otro ya dando un par de pasos al frente pensando que la nena ahí enfrente sería de ellos por esa noche.
-jeje, calmados, ¿cómo creen que esta pendeja esté interesada en ustedes?, ¿Qué no ven como me devora a besos como si me estuviera comiendo la verga?, la putilla solo estaba hablando de sus calzones, piensa regalarles el que está usando en este preciso momento, a ver!!!, ¿Quién lo quiere?, con olor a bollo!!- decía el chachalaquero viejo.
-¿solo los calzones?- preguntaba desilusionado uno de los congregados.
-ahh que fraude, yo pensé que nos la íbanos a coger- se quejaba otro.
-yo sí, yo si los quiero!!- dijo uno de los más ancestros estirando la mano como un condenado pidiendo un poco de agua, a partir de que este último habló un nuevo escándalo se apoderó de la pequeña sociedad mostrando el interés de cada uno por un simple pedazo de tela que servía para apenas cubrir el sexo de una curvilínea jovencita.
-mira cuanta fanaticada niña, ¿no pensarás decepcionar a tu público?- decía el viejo aprovechando que sus labios estaban libres pues la chiquilla ahora besaba apasionada el peludo pecho de su hombre.
El conjunto de pervertidos se alteró aún más cuando vieron que la jovencita levantaba un poco sus caderas, juntaba sus brillosas piernotas lo más que podía metiendo ambos pulgares en cada uno de los laterales de la tanga. Admirando, con cara de simios parando la trompa, como esa minúscula prenda iba deslizándose entre los delineados muslos al mismo tiempo que se remolinaba en su camino para terminar quedando enredada entre sus rodillas.
El gendarme que compartía mesa con la exhibicionista pareja no pudo más, y caliente bajó el cierre de su pantalón liberando su venuda tranca completamente parada y amoratada, con una enorme gota trasparente coronándola. Y así como él, otro de los presentes también lo hizo, y después otro, y otro más siguió con la reacción en cadena, para comenzar a realizar obscenos movimientos masturbadores. Para esto el número de personas había aumentado, ya eran aproximadamente unas treinta, completándose con los que hace momentos platicaban afuera.
Silvia aun veía como su amiga estaba siendo tratada como un simple entretenimiento, como era usada para saciar las bajezas de un infame, desde luego que no podía hacer nada para defenderla, quiso decirle a Felipe que pusiera orden pero lo vio igual de caliente que el resto de la multitud, incluso restregando su pelvis en la barra como si estuviera penetrando a alguien, y a unos metros de él, el tortuguesco Atilano masturbándose impúdicamente a sabiendas que la barra lo protegía de las miradas indiscretas, para esto también su vaina se encontraba protegida por su viejo mandil, el ambiente se ponía hostil también para la muchachita de cabellos negros quien tuvo miedo, así que dejó la charola en la barra haciendo acto de abandono.
A este tiempo la íntima prenda de la nena ya había llegado hasta sus tobillos, Mar doblaba un poco su cuerpo para alcanzar a quitársela completamente siendo aprovechada esta sugestiva postura por Pancho para admirar las redondeces de la joven y realizara vulgares movimientos de penetración vaginal o anal haciendo gestos en su feo rostro como si la vida se le fuera, siendo reverenciado por una parte de la muchedumbre, movimientos que Margarita al estar agachada con el culo levantado no pudo sentir ni apreciar.
La nena, ya con tanga en mano, intentaba retrasar al máximo la acción a continuación, mientras tanto los viejos se empujaban unos a otros por ganar una mejor posición, era tanta la felicidad carnavalesca que uno de ellos fue a parar al suelo empujado por otro de los que competían por quedar mejor ubicados. Los descompuestos rostros de los ahí presentes hacia dudar que en verdad se trataran de integrantes de la supuestamente inteligente especie humana, ya que Margarita lo último que veía en esas caras de chimpancés jariosos era raciocinio, y mucho menos, respeto hacia la integridad de ella como mujer.
Sin embargo después de otra advertencia del gordo ella tuvo que arrojar su prenda que para los viejos representaba un verdadero tesoro, los levantados brazos se peleaban como si se trataran de mujeres queriendo ganar el ramo en una boda. La tanga cayó entre las sucias manos de uno de los que ahí se masturbaba, de tanta emoción había dejado sus miserias de fuera sin importarle en lo más mínimo que aun hubiera mujeres presentes (pues otras dos meseras junto con Lencha veían atentas la desequilibrada acción, esta última parecía estar excitada). El triunfo de este personajillo no fue respetado por los demás comenzando una serie de jaloneos entre los presentes, escuchándose claramente gruñidos y berridos como si los que pelearan fueran cerdos queriendo acaparan el tazón más grande de techate.
Por otra orden del viejo Margarita se recostaba en él, entrecerrando sus ojos, sensualizando sus labios pero manteniendo sus piernas lo más cerradas posibles, el viejo levantaba el vestido de la damisela evidenciando un vientre tan plano y trabajado, ella intentó detenerlo pero al parecer algo que el viejo le dijo en secreto la hizo dejarlo seguir desnudándola. Los muslos de la chiquilla comenzaron a abrirse lentamente pero antes de enseñar su depilada vagina a todo el ganado ahí reunido llevó una de sus manitas improvisándola como protección vaginal, abarcando completamente su panocha.
Pero rápidamente la morena mano de Pancho se apropiaba de ese jugoso espacio desplazando a la blanca manita e incrustando el dedo medio dentro de la concha de esta, haciendo que la nena se sonrojara y expresara un ahogado gemido, llevando ella a su boca una de sus manitas para ubicar entre sus carnosos labios el dedo medio de esta.
De pronto el dedo anular del viejo acompañó al medio dentro de esa reducida cueva, el periodo de tiempo que precedió la completa penetración vaginal de la chiquilla fue lo suficiente como para que varios admiraran la lenta irrupción que cada dedo realizó, demostrando lo apretada que se encontraba esa delicada vagina, haciendo escurrir a más de uno por probar esas carnes que se enseñaban a pocos pasos de ellos.
El vestido de la nena lucía enrollado más arriba de su cintura, los morbosos sujetos se deleitaban con esa acalorada visión, muchos ya sudaban manchando de traspiración sus ya de por si sucias camisas, otros espumeaban descontroladamente sus bocas como cangrejos, sin embargo la nena se reusaba a abrir los ojos, solo escuchaba a los viejos mugir, expresando palabrotas o insultos hacia su persona, recalcándole su condición de puta, zorra, güila, así como los usos que para ellos tenía cualquiera de sus orificios. La nena también escuchaba el asqueroso sonido proveniente de la viscosa masturbación que muchos de ellos llevaban a cabo, escuchaba la pesada respiración del gordo así como una conversación que este llevaba a cabo con el comandante en donde el voluminoso hacia alarde de las cargadas eyaculaciones que ella podía realizar, despertando el interés del policía por ser testigo de una.
Fue aquí cuando el viejo realizó un movimiento tembloroso con su mano, esa que mantenía dos de sus dedos bien metidos dentro de la concha de la nena, para esto la otra mano se había escurrido por detrás de la espalda de la chiquilla abarcándole todo el trasero con ella. Ella comenzó a contorsionarse entre los brazos de su amante, intentando ahogar sus gemidos en su garganta, el gordo se daba gusto manoseando esas lubricadas partes la cuales en pocos minutos comenzaron a manifestar el clásico sonido húmedo de la concha de la nena cuando era masturbada a tan agresivas velocidades.
Ella en tanto, completamente apenada por saberse como un simple espectáculo para viejos hambrientos de carne, llevaba esa manita que anteriormente cubría sus labios para tapar sus ojitos, su tremendo cuerpo comenzaba a temblar y a transpirar, algunos gemidos también empezaban a escaparse de sus labios, incluso se le bajó todo el volumen a la música para que los caballeros escucharan con mayor calidad los gemidos que realizaba la muchachita.
La jauría se deleitaba escuchando los quejidos de la joven así como el húmedo sonido vaginal que de su caliente concha brotaba, los dedos del gordo lograban sacar por momentos algunas pesadas gotas de un líquido que emanaban de esa cavidad vaginal salpicando el moreno brazo de Pancho, también veían las carnosas piernas de la chiquilla temblando, las gruesas pantorrillas de la misma intentando elevar su cuerpecito, procurando mantener su posición o fruncir sus dedos ante el prolongado acoso de la que era víctima.
El gordo por su parte no dejaba de masturbar a la vez que de admirar el delineado cuerpo que tenía entre sus manos, la esbelta cinturita al aire libre y cubierta por cantidad incuantificable de gotas de sudor, ver como su morena mano se sumía dentro de esa apretada panocha, sentir el pesado culote descansar sobre su otra mano, notaba los erizados pezones casi queriendo agujerear el sugerente vestido, veía esa carita de zorra cada vez más fruncida y considerando el aumento en su temperatura tanto como de su respiración y latidos del corazón predecía que la nena estaba a punto de chorrearse.
Para esto la espasmada chiquilla había enrollado sus bracitos en el cuello de su torturador, abría sus labios para expresar gemidos cada vez más sonoros hasta que sintió como la lengua de Pancho nuevamente se le enterraba hasta su garganta. El obeso pervertido estaba quizás más caliente que ella, y es que disfrutaba ser el más afortunado de toda la manada, veía a esos humildes obreros en su mayoría conformarse con las migajas cuando él podía comerse a la hora que quisiera el pastel entero.
Uno de los viejos no pudo más y terminó vaciando su asquerosa concentración marfilesca, haciendo sonidos y movimientos raros, su mano rápidamente se cubrió de semen el cual caía pesado hasta el suelo.
-ya Don Pancho pareeee, me voy aaaa…!!!- grito la nena liberando su boquita del viejo bembas de bagre, pero con un gruesísimo lazo de saliva aun uniéndoles las lenguas.
-córrete pendeja!!, córrete puta, puta mamavergas!!!- rugía el viejo moviendo tan fuerte su brazo que sentía el adormecimiento de sus músculos, notándose el movimiento de sus grasas ante cada agitación de su brazo.
La nena comenzó a convulsionarse, una de sus manitas intentaba apoyarse de la mesa mientras la otra se estampaba constantemente en la grasosa voluminosidad de Pancho, este pelafustán sacó sus dedos de la vagina de la chiquilla para que de esta fuera liberada una potente eyaculación de calientes jugos agridulces.
Un verdadero aullido fue escuchado mientras la chiquilla se encontraba descargando su mujeril esencia, todos atentos se bebían con la mirada las sendas eyaculaciones que salían pausadas y acompañadas de un espasmo por parte de la jovencita quien se revolvía y casi desmayaba mientras terminaba de vaciarse.
La femenina expulsión dejó una pequeña poza aceitosa justo debajo de donde la niña yacía patiabierta aun jadeante y jalando aire dificultosamente, su acelerada respiración hacía pensar a los aglutinados que los senos de la señorita tenían pulmones propios. La bella niña llevaba una de sus manitas y la pasaba por todo su rostro en una forma de quitarse el exceso de traspiración que le daban un aspecto sensualmente brilloso.
El asqueroso y enfermo sujeto utilizaba los dos dedos, los cuales le habían servido como auténticos vibradores para lograr el lúbrico cometido, como si se trataran de una especie de destornillador, metía y sacaba los dedos de manera lenta pero pesada, con un rotante movimiento que dejaba ver las desquiciadas intenciones de un viejo que deseaba agrandar de una vez por todas el reducto vaginal de la escurrida chiquilla.
La joven no dejaba de gemir ante tal descarado acto, y es que los dedos del viejo estaba tan gruesos que unidos casi formaban la misma envergadura de su miembro, en pocas palabras era como si el viejo se la estuviera dejando ir toda, pronto los gemidos de la hembra fueron acompañados por una serie de sonidos producidos por el cetáceo como tratando de imitar los gemidos femeninos, en una especie de burla o de señal de triunfo del género masculino sobre el femenino, dejando bien en claro entre todos aquellos que dudaban aún que Pancho se comía todas las noches a la despampanante hembra vestida de blanco que hace unos días entró a la cantina robándose el corazón, e infinidad de chaquetas a su salud, de muchos.
La terrorífica anormalidad que se le formó al vejestorio dentro de sus pantalones fue tal que él mismo tuvo que sacar su pistola (el arma de fuego) para poder dejarle el espacio suficiente a su arma de carne, depositándola arriba de la mesa, justo a la vista del defensor de los derechos civiles y protector de la integridad de la comunidad y al cual parecía habérsele olvidado hace mucho haber jurado por la validez de dichos principios.
Regresando con el gordo, este había vuelto a acomodar dos de sus dedos dentro de la encharcada y olorosa vagina, el olor a bollo escurrido era tal que muchos de los ahí presentes se sentía hipnotizados por tan agridulce aroma, otros veían con una sed enferma esos restos de corrida estancándose entre las viejas maderas que conformaban el piso del establecimiento.
El viejo reinició con el suplicio efectuado a la joven martirizada, sus dedos sentían a carne viva las paredes vaginales completamente húmedas y dilatadas, veía a la nena toda colorada de su carita, cerrando los ojos y sintiendo al máximo los movimientos de esos temblorosos y callosos dedos que la penetraban.
El viejo escuchaba ahora más sonoro un acuoso sonido proveniente de la panocha, era tal el elixir expulsado que la aromatiza emanación podía metérsele hasta los pulmones, Don Pancho hasta prolongaba sus respiraciones expandiendo bruscamente sus enormes fosas nasales queriendo acaparar la mayor cantidad posible del afrodisiaco aroma, el viejo pronto fue testigo de las contracciones orgásmicas que nuevamente atacaron a la chiquilla, ella tuvo que enterrar sus dientes en uno de los fornidos brazos de su macho debido a las placenteras sensaciones que la enloquecían.
La alterada chiquilla realizaba un sonido que no entraba en la clasificación de gemido o pujido, era un sonido agudo como de un animal chillando, trataba de retrasar, de aguantar esa quemante sensación entre sus piernas que al mismo tiempo le causaba una rasquiña insoportable. Para esto el viejo guarro aprovechó otro punto a favor que le brindaba el cuerpo de su diosa.
Desde hace poco rato el viejo había notado lo hinchadísimo del clítoris, estaba tan duro que era más difícil no encontrarlo, una risa extremadamente aberrante y pervertida se le dibujó en su grasienta cara. Sumió lo más que pudo los dedos índice y medio de la mano libre entre las carnes que conformaban los externos labios vaginales, en una posición tan perfecta que el clítoris quedaba justo en medio de ambos dedos, esto permitía al viejo sentirlo desde la raíz o hasta más abajo de su nacimiento, y como si dichos dedos fueran unas tijeras el viejo fue juntándolos hasta que estos se unieron, quedando el palpitante botoncito apretado entre ellos.
Una vez hecho esto Don Pancho prosiguió con un sutil movimiento de fricción entre sus dedos, machacando el sensible frijolito, haciendo que la nena pronto jadeara como una verdadera perra, gradualmente Pancho elevaba la velocidad mientras veía el descompuesto rostro de la bella doncella, pronto la ardiente jovencita estaba tan extasiada con semejante y nunca antes experimentado trato que tuvo la necesidad de jadear con lengua de fuera, completamente roja de sus mejillas, envilecida y enloquecida, temblando de sus bracitos los cuales se abrazaban de la robusta bestia, siendo atacada por olas cada vez más grandes de un placer indescriptible, un placer que la había obligado a la buena a abrirse lo más posible de piernas, de este modo su bollo quedaba completamente expuesto e hinchado para los viejos en toda su pulsante y ovalada forma.
El viejo sudaba debido a la presión calorífica que la nena exudaba de su cuerpecito, tan sudado que ya manchaba completamente su camisa y la parte del pantalón que cubría su zona pélvica, llevado por un inmoral deseo más allá de la lujuria apretó aún más fuerte sus dedos casi triturando el pequeño clítoris, y comenzó con un fino movimiento de estiramiento como si lo quisiera desprender, aprovechaba lo sumidos que se encontraban sus dedos para literalmente masturbar el clítoris, haciendo que la chiquilla se retorciera entre sus bazos, se serpenteara, se ondulara y casi se derritiera, los ojos de la chiquilla casi se querían juntar, en estos momentos la jovencita carecía del conocimiento suficiente para advertir en qué lugar se encontraba y con qué clase de personas, con estos movimientos masturbatorios se le había ido toda la información requerida.
Mar no demoró mucho rato para derramarse con cargados chorros de líquido que terminaron por nutrir las pequeñas pozas en el suelo formando ahora un charco mayor, el cuerpo de la nena evidenciaba un ligero temblor cada que un chorro más se escapaba de su intimidad, el viejo había sacado sus manos cuando sintió ese conjunto de néctares liberarse pero era ahora la misma chiquilla quien se metía los dedos para terminar por descargarse, no sabía porque, pero la intensa picazón que sufrió en su concha la obligó a refregarse ella misma, terminando por secundar sus penetraciones con enloquecedores movimientos de cadera y berridos de hembra.
-¿ahora si me van a creer bola de pendejos?!!, todas las noches me ando comiendo a esta zorra!!, todas las noches le doy verga hasta casi matarla!!, pero es tan puta que siempre termina pidiéndome más!!, jajaja!!, solo véanla como ella misma se dedea la muy cochinota, a ver, ¿quién se carga la vieja más buenota? bola de putos!!!- el viejo Pancho reforzaba su orgullo de macho ante las anteriores burlas que los reunidos le hacían debido a que por su obesidad y vejez posiblemente ya no se las podría con una joven hembrita como la que en esos momentos era conocida como su supuesta vieja.
-tu puta madre Pancho!!, préstamela tan siquiera un día, verás que ya no regresa contigo jajaja!!- decía uno de los satisfechos espectadores.
-estoy tan caliente que hasta te chuparía los dedos- decía otro de los ahí reunidos, ante todo esto el oficial Climaco solo reía divertido mientras limpiaba el exceso de sudor en su frente con una servilleta, sin duda era un momento idóneo para desestresarse del papeleo y las continuas fallas que presentaba la efectiva en su tiempo de ausencia.
-a mí me vale verga, yo los voy a probar de suelo- dijo otro y cuando terminó de decir esta frase otro ya se le había adelantado y sorbía los jugos de la nena directamente del piso, hasta se apoyaba de sus abiertas manos para tener mejor posición, parecía un musulmán rezando en una mezquita.
Desde luego que a este festín se unieron mas creyentes, otros se empujaban como si fueran ñus tratando de acaparan el mejor espacio de la rivera, había un viejillo que no daba abasto sacando y metiendo su camaleónica lengua hábilmente, dándole constantes repasos a ese charco que cada vez se hacía más pequeño hasta que desapareció, los depravados sujetos se consumieron hasta la última gota.
-¿A dónde vas hija e´puta?, todavía no te he dado órdenes de retirarte!!- decía al gordo cuando vio que su nena se incorporaba después de haber analizado la enferma escena y en donde verificó que muchos la habían estado grabando desde quien sabe cuándo con su celular, quería llorar pero no tenía que demostrarle debilidad a este montón de puercos, si lloraría por lo menos lo haría donde no la vieran, en la casa del gordo.
-D… Don Pancho, quiero ir al baño- después del brutal estallido la nena no soportaba sus ganas de mear, hasta cruzaba sus piernas señas de las ganas que tenía, y es que algunas gotitas de orines ya resbalaban por sus muslos, y de paso tomaba esto como excusa para volver a “su casa” lo más rápido posible.
-méate aquí, anda- decía el aborrecible personaje.
Para Mar asimilar eso fue peor que dejarse manosear en público, como se le ocurría a este pedazo de asno que ella haría sus necesidades enfrente de todos los tambaleantes viejos verdes deseosos por admirar nuevamente sus partes, además de darse cuenta de que dos de la meseras, las cuales ni conocía, veían aterradas y asqueadas la recién llevada a cabo inmoral escena, sin duda Margarita sería el motivo de pláticas y chaquetas al menos por unas cuantas semanas.
-p… pero Don Pancho- objetaba la señorita.
-que te orines aquí pedazo de zorra que no entiendes!!!, o te hago entender a golpes pendeja!!!, pa´la puta verga cada generación nacen más pendejas!!!- dijo Pancho en un tono tan cruel y estruendoso que hasta hizo callar a la escandalosa jauría.
-Do… Don Pancho es que aquí… aquí no hay donde-
-me lleva la verga escuincla pendeja!!, ¿siempre tiene que ser a tu modo verdad?, a ver bola de putos!!, mi hembra quiere orinar!!, ¿quién de ustedes quiere beberse sus meados?- preguntó el gordo dirigiéndose a la respetable audiencia.
Muchos candidatos reclamaban para si la anhelada vacante, la gran mayoría hasta Atilano conformaban el conglomerado de reclutados de los cuales uno seria el seleccionado para desempañar tal heroica labor, claro que Pancho al ver las condiciones de la nena tuvo que darse prisa en su decisión, repasando minuciosamente cada una de las descuidadas caras de los aspirantes hasta que dio con uno, un viejo de apariencia ochentera completamente desprovisto de dientes, con un delgadísimo cuello en donde se apreciaba una enorme manzana de Adán, llegándole a dar forma de pescuezo de buitre.
Pancho lo llamó y él, feliz (aunque no parecía pues su cara de pocas pulgas no desaparecía) por haber sido el seleccionado analizaba casi cayéndose de borracho las órdenes dadas por el gordo como si este fuera un pupilo recibiendo las estrategias de su director técnico y se colocaba boca arriba en el suelo, con sus manos en forma de cruz como si este fuera un difunto en pleno velorio, con sus ojos bien abiertos y su boca manifestando una destornillada sonrisa completamente rosada pues carecía de piezas dentales observándose los hundimientos en donde tiempos atrás permanecieron las calcificadas piezas, rápidamente el redondo le ordenó a Margarita como colocarse y ella, con toda la pena y humillación del mundo se posicionaba.
Abría ligeramente sus piernas, colocando cada pie en los costados de donde yacía recostada la cabeza del vejete y lentamente descendía doblando sus potentes piernas hasta quedar en una postura conveniente para la micción, arremangaba su vestido para evitar que este pudiera mancharse de orina durante el acto y comenzaba a dejar salir los chorros de líquido dorado que cayeron en la cadavérica cara del viejo, era por demás notoria la incomodidad de la encuclillada chiquilla.
Nadie, absolutamente nadie, perdía detalle de lo que acontecía, para los viejos la nena quedaba de perfil pero se alcanzaba a ver entre sus escandalosos muslos un ligero chorrito amarillo que entraba limpio en la bocota del vejestorio, para este personajillo la delicada panocha de la nena le quedaba en un exquisito primer plano, podía verle los colorados labios vaginales completamente brillosos así como algunas partes en donde pequeños pelitos comenzaba a florecer. Para los de la barra (Atilano, Felipe y Lencha) era indescriptible la forma que el trasero de Margarita había adquirido, una forma estéticamente acorazonada seguida por una delgadísima cintura que se estilizaba aún más debido a la forma en que se le había enrollado el vestido, Pancho y Clímaco tenían la misma visión que los otros viejos solo que de perfil contrario y las jovencitas meseras procuraban hacer como si nada estuviera pasando. Silvia, quien venía regresando, contempló como su amiga le orinaba la cara a uno de los viejos más aberrantes y encimosos del lugar y que tantas veces le había faltado al respeto al ser ella, de entre todas las meseras, la más presentable anatómicamente, por lo que aun más asqueada que antes nuevamente decidió ir a tomar más aire fresco.
El viejo abría lo más que podía su boca, pronto esta le fue atiborrada con la rasposa sustancia desbordándosele de sus secos labios y bañándole toda la cara, la apenada Margarita se sentía morir de la vergüenza, estando ahí encuclillas emborrachando a un viejo desdentado con su orina, una vez incorporada le costaba un mundo mantener su frente en alto, no tenía autoestima para mirar a alguien a los ojos, fue la vez que sintió que más tardó en orinar y cuando acabó fue, para su suerte, retirada por el viejo.
-mira perra, vete para la casa, te bañas porque estás toda apestosa a concha y te pones bien zorra porque vamos a salir, en veinte minutos te quiero lista o ya sabes, habrá cable jeje- dijo Pancho para seguir dialogando como si nada con su benefactor.
-pues si como te decía, ya aprovechando que estás aquí quisiera pedirte un pequeño favor, se trata de una chiquilla que tengo aquí y quisiera pedirte que si podrías ir con Felipe y regr…- era lo que escuchaba Margarita hasta que la distancia le impidió seguir enterándose de los asuntos que tramaba su propietario, caminando mientras los borrachos admiraban su potente trasero pues sabían que iba completamente descalzonada.
La nena salía por la parte de atrás de la cantina, una vez abandonando por completo el recinto fue jalada por unos brazos hacia una parte aún más oscura, una zona que proporcionaba la invisibilidad precisa para pasar completamente desapercibida ante cualquier mirada curiosa.
-Maguito, ¿qué pasó?, ¿estás bien?, ¿te lastimaron?, discúlpame, quise ayudarte pero no pude- dijo la presencia abrazando con hermandad a la masturbada joven, para esto Margarita ya había reconocido la voz, se trataba de Silvia.
-no!!, no me abraces, estoy sucia!!- advertía Mar.
-ay, eso que, además traigo mandil jijiji, ven déjame darte un abrazo, lo necesitas-
-estoy bien, ¿y tú?, estaba preocupada, pensé que alguno hubiera querido propasarse contigo… aprovechando la confusión- decía Margarita mientras se apretaba fuertemente a su amiga, después de que esta la aceptó en esas condiciones, sudada, lubricada y orinada.
-ay mujer, después de lo que pasó tú preocupándote por mí, sabes que se defenderme, vente conmigo, no vivo bien pero ahí nos hacemos espacio-
-no como crees, estás loca, no puedo- respondía Mar, para esto ambas niñas ya habían bajado su voz.
-pero porque, no ves todo lo que se propasa contigo el… sapo ese, vamos agarra tus cosas y orita mismo te vas conmigo, no pienso dejarte una noche más con ese monstruo- dictaba la envalentonada joven.
Si bien estos últimos días la exquisita Margarita había estado muy ocupada en el ámbito sexual, ella lo que en estos momentos necesitaba era que le brindaran un poco de cariño, cariño de verdad, así que viendo la oportunidad de recibir un poquito de afecto se abrazaba a su amiga mientras recostaba su cabecita en el pecho de la otra joven, Silvia solo se dedicó a acariciarle los cabellos.
-te agradezco pero no, quizás la próxima vez que nos veamos tengamos más tiempo para platicar y darte todos los detalles- y así permanecieron las jóvenes, lapso que duró unos cuantos minutos.
-me voy, no tengo mucho tiempo, me va a llevar a quien sabe dónde- dijo Mar para a la poste ir despegando su cuerpo del de la otra chiquilla.
-cuídate amiga, mira toma- la joven cantinera se desprendía de un crucifijo que adornaba su cuello y se lo colocaba a Margarita.
-para que te cuide como me ha cuidado a mí en todo este tiempo- decía Silvia.
-gracias- dijo Mar, reconociendo la forma del adorno con sus dedos.
Ya una vez bañada y lista, en el oxidado auto del gordo…
-escúchame bien zorrona, lo normal sería que yo te dejara amarrada en la casa pero como esa opción por el momento no es muy viable que digamos tendrás que acompañarme a todos los lugares donde yo vaya hasta nuevo aviso… otra cosa, en vista de que tú misma dijiste que ibas a realizar todo lo que yo quisiera creo que me deja en posición para mandarme la orden que a mí me dé mi regalada gana, así que como en las últimas horas he estado muy estresado debido a ciertos asuntos que a ti no te incuben y viendo los labios de puta que te gastas a los cuales les traigo unas ganas desde hace rato en el baño quiero que en todo lo que va a durar este viaje me vayas pegando la mejor mamada de verga que hayas dado hasta ahora en tu zorresca vida, entendiste?- croaba el desagradable vejete mientras regalaba un guiño de galanazo de telenovela a su hembra.
La nena no reclamó nada, pero aun así, mantenía su enojada carita viendo fijamente al viejo demostrando rechazo a la desagradable orden pero mucho mas a la desagradable persona que tenía como acompañante.
-anda zorra!!, qué esperas?!!, mámame la verga!!, si bien que sabes jeje- rugía el vejestorio, la nena completamente asqueada veía con terror la espeluznante erección escondida dentro de los pantalones del viejo, además de verle su fea, cachetona y grasosa cara reluciente de brillo.
-p… pero, bájese los pantalones- dijo la chiquilla tímidamente escondiendo su labio inferior detrás de sus dientes superiores.
-la verga!!, eres una perra que no sirve más que para tragar verga, así que anda jeje, se buenita y busca tu propio alimento, además el viaje no será largo, mínimo unos cuarenta minutos jeje- se expresaba la morsa.
La airada señorita, sin dejar de mirar al verraco parlante, llevaba sus manitas para desabrochar el cinturón del vejete, este pelmazo solo la contemplaba triunfante emitiendo una de sus más burlonas sonrisas mientras escuchaba como la hebilla del cinturón sonaba ante las manipulaciones de la jovencita, para esto la jovencita había levantado un poco la percudida camisa del viejo, observando la enorme panza peluda adornada por un ombligo muy salido.
Una vez que Mar destrabó el cinturón, abrió la oxidada cremallera y jaló el pantalón de tan odioso sujeto, pudo reverenciar como la enorme verga de Pancho saltaba como un resorte ante la mirada atónita de sus verdes ojitos, la nena juraba verla más larga, gruesa, venuda y terriblemente inflamada, le daba miedo tocarla porque daba la impresión de que al menor contacto esta se derramaría en la fétida esencia masculina.
-jejeje, siempre que la ves pones esa cara de puta, se nota que le traes unas ganas verdad??, respóndeme o te pego- sentenciaba el viejo ya con su brazo en forma de martillo.
La casi hipnotizada nena asintió con la cabeza, pero sabiendo ella que solamente daba la razón al transpirado puerco para así evitar su castigo, aunque bien reconocía un emanante olor a verga sucia, a verga vieja, a viscosos lubricantes atrayéndola hacia ellos para degustarlos, y es que la verga de Pancho al haber sido tan estimulada momentos atrás estaba completamente embarnizada de lubricantes, sin explicación alguna la boquita de Mar comenzó a producir saliva de manera descontrolada así como su respiración se hizo pesada y su carita colorada.
-anda putilla, no me tortures más y mámamela de una buena vez, mira como la tienes, ¿no te enorgulleces de saber cuál es tu verdadero potencial?, ¿de encontrar tu verdadera vocación?, algo para lo que no necesitaste estudiar y aun así eres más profesional que una putilla que se la pasó años matándose entre libros, anda puta complace a tu macho- dijo el viejo y segundos más tarde sentía como esos sugestivos labios daban la primera y casi mortal chupada a esa tremenda manzana que el viejo tenia por glande.
-siii, siii!!!, que rico, sigue perra, sigue chupándomela, la lengua, usa tu lengua!- dijo el degenerado y entre sus desequilibradas fantasías vislumbraba una gran estatua fálica siendo reverenciada por centenas de mujeres a gatas con dildos en manos, bocas, conchas y culos.
El casi sesentero y sudado gordo encendía su auto después de cuatro intentos en los que su carcacha no arrancaba y salía rumbo a su destino mientras una muchachita de recién dieciocho añitos le iba mamando la verga como condenada, y es que el gordo fue claro al decir que quería sentir la mejor mamada de verga en su vida, la nena solo estaba siendo obediente, pero ¿A dónde se dirigía el gordo?.
Yago Apolinar Balcázar Moussa, mejor conocido en el bajo mundo como “El Nigeriano”, era un criminal cuyo principal negocio consistía en una de las más complejas redes de prostitución del Estado que se extendía en casi todos los sectores de las tres grandes urbanizaciones principales y las decenas de localidades alrededor de ellas. El apodo de “nigeriano” se debía en buena parte al color de su piel tan negra como el ébano, aunque si bien este personaje no era o fue habitante de ese país africano lo que si era cierto es que sus raíces provenían del continente negro, era más bien angoleño.
Dicho éxito empresarial se debía en mayor medida a que el macro empresario no tenía mucha competencia puesto que al contar con nexos importantes tenía el poder suficiente como para lograr sacar del camino a sus competidores ya sea desapareciéndolos a ellos o haciéndose cargo de las más selectas materias primas de sus contrincantes, además los poquitos que sobrevivían estaban casi en el olvido puesto que la organización de Yago renovaba sus productos constantemente, muchas veces disponiendo de muchachitas que aún estaban muy lejos de la mayoría de edad, y es que Don Apolinar había logrado acaparar clientes tan selectos o raros para sus compras/rentas que muchas veces le eran llegadas nenas cuyas edades apenas rebasaban los dos dígitos.
Don Apolinar era muy estricto en cuanto a su reglamento, no se les permitía a las chicas intentar hacer vida social con los clientes ya que eran estos mismos los que las acusaban por salirse del programa, derecho que estaba especificado en las cláusulas del contrato. Tampoco se les permitía intimar fuera del horario de trabajo, solamente con aquellos cuyo dueño (en este caso Don Apolinar) estipulara, era casi un pecado el que la chica llegara a presentar aumento de peso, pero mayor el que mostrara signos de embarazo, en cualquiera de los dos casos el castigo era la muerte, una vez que una pobre alma pasaba a formar parte de la mercancía de Don Apolinar ya no había forma de abandonar la organización al menos con vida.
Quizás este punto de los embarazos bien podría evitarse si Apolinar modificara un poco su reglamento, pero era tanta su pasión por el cliente que se le permitía a este último soltar sus prolíficos fluidos en donde él quisiera, además de que el uso de condón era un tema opcional para los consumidores. El buen Polo bien pudo evitar muchas desgracias en donde no solo una joven madre moría, pero consideraba al género femenino como el recurso natural más renovable de todos. Era irónico, ya que para cualquier mujer el saber que está esperando un hijo puede ser la dicha más grande de todas, pero para estas pobres almas el enterarse de tal acontecimiento era saber que su existencia en este mundo estaba contada, la posibilidad de que en cualquier momento pudieran manifestar nauseas o mareos las aterraba.
Pues es precisamente esta clase de gente con quien el gordo, junto con Margarita, estaba obligado a reunirse, una vez que la cogida entre Dulce y los pepenadores finalizó el gordo recibió una llamada por el mismísimo Yago advirtiéndole que tenía que presentarse ante él lo antes posible, el gordo no siendo pendejo decidió posponer todo lo que tenía planeado para reunirse con su prestamista, Pancho sabía que Don Polo solo advertía una vez y que era mucho más razonable cuando se dialogaba con él después de ese primer aviso que obligándolo a ir a buscar a quien le debiera o con quien tuviera algún malentendido, el buen Yago aborrecía distraerse de sus actividades por un boca floja o algún cliente moroso.
Esta era la razón por la que Margarita, aun mamando, podía alertar que el gordo manejaba a exceso de velocidad, se le veía molesto pero a la vez extasiado, en todo este tramo el grasoso sudó mucho más que un jugador de futbol rindiendo los noventa minutos en un clima por arriba de los 40 Celsius, por momentos cuando era detenido por algún semáforo aprovechaba para masajear las piernas o tetas de la chiquilla, o para mandarse un cargado escupo dentro de la boquita de Mar pues notaba que la nena no salivaba en ocasiones lo necesario.
Estando solo a unas cuadras de su destino el viejo pegaba un gruñido de cochino siendo capado debido a las potentes descargas de semen que eras inyectadas de manera limpia y directa dentro de la boquita de Mar, esta trataba de no ahogarse con tanto semen que salía sin comprensión lógica alguna de donde podía brotar tanto esperma, sus cachetes se inflaron mientras expresó un sufrido gesto expectorante que terminó por hacerla regar parte de la apestosa esencia la cual quedaba impregnada entre el enjambre de pelos negros y grisáceos que poblaban la obesa pelvis de Pancho, este sujeto al ver eso puso a la nena a limpiar sus cochinadas y de paso dejarle bien limpia la verga, ¿Cómo iba a presentarse en una reunión tan importante todo oloroso a semen?.
Después de poco más de una hora de viaje, lo cual fue un alivio para la entumida mandíbula de Margarita, la pareja llegaba a una discoteca cuya apariencia era la de cualquier establecimiento lujoso de este giro, lugar donde se supone estaba Don Apolinar, era un sitio de temporada puesto que este prófugo se la pasaba cambiando constantemente de residencia, y claro que este sitio no era en donde se tenía a las chicas. Pero el gordo sabía que este tipo de cosas no se resuelven entrando por la puerta principal así que avanzó, con Mar de la mano casi siendo desprendida de su brazo mientras intentaba equilibrar su coqueto caminado, por un estrecho, oscuro y sucio callejón en donde algunos vagos se habían ya instalado con sus cartones, zarapes viejos y páginas de periódicos para pasar la noche, algunos aun despiertos estaban tan agotados, enfermos y desnutridos que no interesaban en el escandaloso taconeo de la chica enfundada en otro minúsculo vestido.
El par llegó a una pequeña puerta que daba la impresión que el pasillo que conectaba se encontraría debajo del nivel de suelo, y así era. Pancho tocó como si hubiera ido a visitar a un familiar, de la puerta una pequeña rendija en donde solo se visualizaban los ojerosos y rojos ojos del que recibía se abrió y el gordo dio sus motivos de visita tratando de sonar lo más claro posible.
-un momento- dijo el hombre detrás de la puerta cerrado la rendija para unos segundos después volverla a abrir haciendo una pregunta.
-nombre?- preguntó el sujeto, volviendo a desaparecer cuando Pancho emitió su respuesta, Margarita veía que al gordo hasta le costaba tragar saliva.
-las armas se quedan aquí- una vez que la pareja ingresó dijo otro hombrecillo de cuerpo deforme y más chaparro que el que en primera instancia había abierto la puerta, Pancho no hubiera hecho caso a no ser que de unas sombras aparecieran otros tres mastodontes fuertemente armados y con cara de perros rabiosos cuyos ojos rápidamente se fueron a saborear las imponentes curvas de la chica apretadas por la tela del vestido.
Rápidamente uno de los recién llegados elementos de seguridad se colocó detrás del gordo para inspeccionarlo de pies a cabeza, el viejillo chaparro con risa de psicópata inteligentemente se colocó detrás de la señorita para proceder con lo mismo y es que este pequeño pervertido de ojos saltones no dejaba de morbosear y salivar desde que el estilizado cuerpo femenino que tenía enfrente hizo acto de ingreso a su guarida, hasta había salivado su mano para peinar sus quebradizos cabellos con tal de verse presentable.
El afortunado viejo se dio vida con sus temblorosas manos recorriendo el cuerpo de tan estética muchachita considerando que el infractor contaba con un brazo mucho más corto que el otro, las inquietas manos del babeante viejo circulaban lentamente las contorneadas piernas de Margarita según él para no encontrar algún micrófono cuando a simple vista se podía hacer la evaluación de dicha teoría, de repente Margarita tensó su cuerpo y es que el degenerado le había metido las manos por debajo de la falda de su vestido palpando libremente las tibias nalgotas de la joven, todo esto mientras Pancho era revisado por dos sujetos hasta de sus esponjados y secos cabellos mientras otros dos vigilaban a cierta distancia con sus armas listas para cualquier necesidad, pero mirando más que nada el voluptuoso cuerpo de la doncella siendo revisado por un pequeño y barrigón vejete con apenas cuatro pelos en su cabeza quien por momentos se abrazaba con total descaro a la nena para después tomar de las caderas a la joven y hacer ademanes obscenos como si se la estuviera culeando.
-uuuuhh, que suavecitas, y que duras están jejeje- decía el depravado dando severos apretones a las nalgas de la colorada joven, enterrando sus dedos en la vigorosa piel que forraba las más levantadas y potentes nalgotas que el viejillo hubiera visto en su vida y observando este descerebrado como un minúsculo hijo salía de entre ellas para dividirse en dos una vez llegando a la espalda baja de la joven, en la cual también observó una línea roja surcándola en donde casi se le desprendía la piel.
Poco después el viejo subía sus cochinas manos recorriendo la perfecta cintura de la chiquilla, levantándole pausadamente el vestido hasta dejar a la vista la casi enterrada tanga tan ajustada a su sexo para deleite de los presentes quienes descomponían su mirada en algo más sádico, el viejecillo presionaba sobre el delicado cuerpecito como si quisiera encontrar anomalías en su anatomía, llegando a esas chichotas y tomándolas de manera sinvergüenza cada una en una mano y levantándolas en determinados lapsos, no contento volvía a levantar un seno primero para después proceder a evaluar la segunda ubre como quien quiere determinar cuál de las dos pesa más, si la izquierda o la derecha, corroborando en base a sus finos y expertos conocimientos en evaluar chiches que estas que tenía a su manipulación pesaban lo mismo y tenían para él las medidas perfectas.
-óigame pero q…- se expresaba la joven quien desde hace rato hacia lucha por tapar sus intimidades con sus manitas, forcejeaba con el viejo pero este a pesar de su edad y estatura era más fuerte que ella.
-sshhhtttt, calla pendeja, deja que nuestro amigo haga su trabajo sino te vas a tragar una pistola más larga que esta jejeje- dijo uno de los cuidadores quienes miraban expectantes cada movimiento manual de su pigmeo amigo así como las defensivas posiciones que adoptaba la nena y que solo escandalizaban aún más sus curvas.
-tranquila culona, es parte del procedimiento- decía otro ya casi a un paso de masturbarse enfrente de ella, Mar volteaba a ver a Pancho, a quien ya habían terminado de revisarlo lográndole decomisar solamente un revolver y una navaja, la nena quizás esperaba cierta respuesta de su protector pero veía que ni él podía ayudarla en dicha situación, solo recibió un asentimiento por parte del obeso para dejarse manosear, para esto el pervertido que tenía detrás ya repegaba y frotaba como un perro caliente su quasimodesco cuerpo en el de ella apretando los senos lo más que pudiera mientras reía jovial por tal hazaña perpetrada.
De repente Margarita sintió que dejaban de tocarla pudiendo ella al fin reacomodar sus vestimentas, pensó que por fin había terminado su revisión, pero no fue así, el viejo chaparro se agachaba con cierta dificultad debido a la discapacidad en uno de sus brazos y se colocaba en medio de las delineadas piernotas de la joven atreviéndose a mirar por debajo del vestido, observando a primer plano la zona de Margarita donde no le llegan los rayos del sol.
-no que hace, viejo cochino- dijo Margarita cerrando rápidamente las piernas y alejándose un poco.
-espera putilla, abre las patas, creo que vi algo, esta puta trae algo aquí adentro!!- decía el pervertido señalando ahí abajo con su manita deforme.
-abre las piernas, o tendremos que abrírtelas a la fuerza mamita- dijo uno de los custodios.
-ábreles las piernas zorra- decía el mismo Pancho, tratando de defender a su adorada, sabía que esto que decía era lo mas prudente.
Margarita tuvo que obedecer no porque ella quisiera pero si por mayoría de votos, lentamente ambos tonificados muslos fueron abriéndose sin llegar a tanto, el pequeño aprovechador demostró honor a su adjetivo y tallaba su callosa mano (la deforme) en ambos muslos de la jovencita, esta demostraba cara de angustia y asco ante lo vivido pero por una situación extraña en su interior no se sentía tan incómoda como en la cantina, se pensaba la joven “¿será que el viejo hubiera hecho eso allá porque sabía que algo parecido me iban a hacer aquí?”, mientras estaba en esas cavilaciones el enano demostraba una habilidad manual casi equiparable a la de un artesano.
De repente las caricias fueron dando paso a tímidas cosquillitas que se extendían en todo el contorno de la zona acariciada, Margarita se notaba menos seria pero con un gesto torcido en su boquita, fue en eso cuando sintió los inquietos dedos del viejo caliente meterse dentro de su tanguita, por la parte de enfrente, sintiendo este desequilibrado una leve elevación debajo del monte venus seguida por una acalorada zanjita completamente desprotegida de vello, el viejo casi se chorrea al meter sus dedos dentro de esa grieta pasional y descubrir una caliente humedad brotándole dentro de ella, impregnando las paredes internas y se dio gusto en recorrer con su mano dicha rajita mientras la otra masajeaba el culo de la muchachita.
-jeje, esta putilla viene caliente, está bien empapada- dijo el pequeño pervertido, Mar se molestó cuando comenzaron estos ultrajes hacia su persona y estuvo a punto de golpear al pequeño trasgo pero sabía que si hacia eso algunos de los rinocerontes ahí presentes podrían meterse en defensa de su compañero, y reconocía que aun el gordo de su lado este estaba en desventaja al estar desarmado y ser solo uno.
Los compañeros del bienaventurado enano pudieron evidenciar una pequeña pronunciación en los pantalones de este, el viejo, quien ahora de su boca escurría baba como aquel que no logra controlar su propia salivación, sacaba sus dedos empapados en lubricantes para llevárselos torpemente a su boca, degustando de manera asquerosa el embriagante sabor de los caldos vaginales y reemplazando esa agridulce sustancia por fétidas y cargadas porciones de saliva para volver a embutir sus dedos en la delicada vagina.
Mar se ponía más nerviosa y para evitar caerse, pues su piernas comenzaban a temblar, se equilibró tomando como apoyo con una de sus manitas la dromedaria joroba del vejete, este seguía feliz metiendo sus dedos, escuchando ese sonido acuoso escaparse de la concha de la chiquilla, por momentos logrando que tímidos gemidos se escaparan de la boca de ella, escuchando incluso como la respiración de la fémina se hacía cada vez más pesada, volteó solo para darse cuenta que el rostro de la señorita estaba completamente sonrojado mientras sus ojos a veces parecían querer cerrarse, y alentado por esta faceta en la niña siguió hasta que uno de los armados gorilas fue cuestionado por Don Apolinar quien le hablaba por teléfono preguntando porque demoraba Pancho cuando ya se había advertido de su llegada, este gendarme terminó por considerar que ya era suficiente de sobajeos para proceder a escoltar a la pareja a su destino pues después de ese pasillo la construcción se dividía en casi un laberinto, mientras el duendecillo llevaba su mano discapacitada de manera dificultosa hacia su boca para probar una vez más los exquisitos néctares caldosos brotados de la sudadita vagina.
Y es que este viejo, debido a su discapacidad, era el único que no portaba un arma, su único y privilegiado puesto era revisar a las muchachitas con el fin de localizar micrófonos o armas, aunque no contaba con certificado que lo acreditara para esculcar a los machos, de estos se encargaban sus camaradas.
Durante el recorrido Margarita fue testigo de las más viles bajezas y atropellos hacia los derechos humanos, principalmente hacia las mujeres, era como recorrer el pasillo del inframundo, en ese estrecho pasillo por el que era conducida estaban ubicadas muchas puertas en donde se realizaban los cortes a las prostitutas que pertenecían a alguno que otro proxeneta que operaba bajo la bandera de Don Apolinar. Margarita avanzaba muy pegada al gordo pero sin dejar de mirar hacia las puertas que estuvieran abiertas, por cada paso que daba sentía como sus jugos se comprimían y batían en medio de sus carnosos muslos debido a la masturbada que le había pegado el deforme hombrecillo mientras escuchaba dentro de algunos cuartos gritos o gemidos como si estuvieran fornicando ahí adentro, la nena se detuvo en una puerta solo para contemplar como un viejo de vestimenta elegantemente ejecutiva hacia la entrega de una buena paca de dinero a otro mientras acariciaba de la espalda a una jovencita aparentemente drogada a la cual Mar estimó no contar ni con catorce añitos, aun con el excesivo maquillaje en su carita.
Más adelante divisó otra puerta en donde otra joven, esta aparentemente de más edad que ella, era violentamente golpeada con un palo por un cobarde vejete de aspecto casi setentero y quien le reclamaba por las pocas ganancias del día.
-nada más esto, nada más esto!!, así no me sirves!!- berreaba el villano dando otro certero golpe que acabó por noquear (eso quiso suponer Mar), a la muy bien arreglada joven, el castigador al ver que alguien (Mar) estaba observando lo sucedido solo hizo una seña a un sujeto que al parecer se encontraba detrás de la puerta y que no había sido advertido por Margarita, luego un calvo y enorme hombre casi fisicoculturista se asomó al tiempo que cerraba la puerta muy lentamente.
-espérame aquí pendeja- dijo el gordo ya una vez llegados al recibidor de Don Apolinar, un complejo amplio con dos barrigones y sombrerudos hombres que la hacían de guardias, uno de los cuales abrió la puerta para que la pareja hiciera entrada al sagrado recinto.
-mientras arreglo mis asuntos hazte amiga de alguno de esos culos, ahí platíquense sus zorrerías, ya regreso- dijo el gordo refiriéndose a dos hembras de apariencia callejera y visiblemente narcotizadas sentadas en un enorme sofá platicando entre ellas como grandes amigas, riendo a carcajadas a veces sin decirse una sola palabra.
El gordo entraba a la oficina de Don Apolinar…
-el gordo Pancho, tiempo sin verte, me alegra que hayas respondido a mi llamado, así me evitas la fatiga de enviar a mis muchachos tan lejos- saludaba el negro una vez alertada la hipopotámica presencia dentro de su oficina, otros tres mamuts sentados acompañaban al negro en su cubículo.
-bueno negro, he venido porque creo que ha habido una confusión, según mis cálculos el plazo para pagarte el dinero que te debo aun no vence, y si no es por ese asunto por el que me llamas, dime porque me has llamado entonces? jeje- decía un nervioso gordo completamente sudado y cuidándose las espaldas de los tres perros ubicados detrás de él.
-ahh, si, el plazo, estás en lo correcto, aun no vence, te mandé a llamar para dialogar sobre un pequeño comentario que me ha llegado a mis oídos y quisiera que me explicaras este… como decirlo… malentendido, ya que estoy seguro que de eso se trata- explicaba el viejo Polo, a pesar de sus rasgos étnicos el residir buena parte de su vida de este lado del mundo lo calificaban para desenvolverse muy bien al hablar en castellano.
-y cuál es ese comentario?- preguntaba el gordo.
-caballeros, por favor, dejarnos solos, vayan a donde les he encomendado si son tan amables- Don Apolinar despachaba a sus matones, sacaba un par de copas y una botella de Royal Salute.
-toma asiento Pancho por favor- el negro vestía un traje completamente blanco y holgado, un sombrero del mismo color y una larga pluma morada saliendo de este, así como un pequeño moñito haciéndole de corbata, su piel completamente oscura contrastaba con sus cejas, pequeña barba de chivo y un semicírculo de cabello rodeándole la parte trasera de su cabeza ya que estos conjuntos de pelos tenían una tonalidad completamente grisácea.
-verás Pancho, me ha llegado el rumor de que por ahí se dice… que la fecha de algunos pagos que me deben ya se vencieron y que yo no los estoy cobrando, además según los comentarios algunos de mis prestatarios ya no piensan pagarme… de hecho en este preciso momento mis muchachos van en busca de un individuo que se está jactado de haberme mandado a la misma chingada, cosa que es indudablemente falsa y que repercute en mi reputación mi buen Pancho, precisamente estoy en proceso de expandir mi negocio fuera del Estado pero… con esto, con este tipo de atropellos hacia mi buena voluntad como samaritano ¿Cómo voy a poder hacer alarde de conducir mi empresa en otras entidades de esta bella República cuando no puedo controlar lo que pasa en mi propio Estado?, ¿Cómo esperas que grupos asociados quieran invertir en este nuevo proyecto cuando escuchan que mis inversiones no son rentables? ¿Qué pensarán cuando lleguen a sus oídos comentarios de que no mantengo al día mis finanzas y concedo muchas facilidades que podrían poner en peligro sus intereses propios?- se expresaba Don Apolinar, dándose un buen trago después de estas letanías.
-mira, la verdad a mí el dinero no me preocupa, no pienses que le estoy llorando al dinero, yo podría permitir que tú no me pagaras y seguiría viviendo en igualdad de lujos y comodidades que me he ganado por ser tan noble y honrada persona, pero ese no es el chiste, según mis informantes tú eres uno de esos bocones que andan poniéndome en mal con la sociedad, y eso no me hace nada de gracia- el negro se dirigía ahora a una jaula con una especie de pajarillo raro dentro de ella para arrojarle un poco de alpiste, dándole la espalda al gordo.
-¿Qué tienes que decir a tu favor mi gordo amigo?- preguntaba Don Polo.
-ja, sabes… que yo nunca haría algo así mi negro, no sé quién es el que te informó dichas calumnias, ¿que yo ando diciendo tales embustes?, por favor jeje, de ser posible quisiera que me proporcionaras el nombre de esa persona o su dirección para yo también arreglar con él este malentendido, me pone en una situación muy incómoda y para nada agradable el hecho de dejarme a mí como una vulgar vieja verdulera, sabes que me manejo como todo un caballero y más cuando son cuestiones que involucran putas o dinero, sino, no me hubieras hecho ese préstamo cuando yo lo necesitaba- abogaba el gordo.
-así mero mi amigo, siempre has sido una persona derecha y cumplidora, que respeta las normas, de hecho me sorprende que algunos aseguren que algunos comentarios tan ofensivos provengan de ti Pancho, un miembro de la cofradía, un casi hermano para mí, el lazo que nos une es quizás más fuerte que aquel que involucra la propia sangre, siempre has sido una persona prudente y juiciosa, que acata las reglas y que comprende que estas no son perpetuas y que en algún momento pueden ir evolucionando conforme lo exija la situación y los cambios en el entorno, y como tal creo que no objetarás a algunos cambios y recortes de fechas de pago que me he obligado a realizar después de este desagradable sinsabor de boca- todo esto lo decía el negro viendo al pajarito.
-jeje, como que… recortes de fecha, no entiendo- parlaba el gordo, tragando saliva cuando escuchó los vocablos “cambios”, “recortes”, “fechas de pago”.
-te explico mi amigo, después de este enredo me puse a reflexionar y creo que me he vuelto algo suave a la hora de hacer mis cobros, suelo dar muchas facilidades a cambio de la tasa de interés más baja del mercado, quizás a esto se deba que muchos me estén perdiendo un poco el respeto y quiero evitar esto antes de que se vuelva un problema mayor y se me salga de control, muchos se crecerán y verán que el sistema es frágil y que el buen Apolinar es un viejo negro sin autoridad que cualquiera puede venir a mangonear por un simple plazo extemporáneo, así que me vi en la necesidad de recortar algunas fechas de pago, incluyendo la tuya- el negro regresaba a su escritorio y se ponía a ojear una revista para caballeros.
-p… pero negro, ¿cómo se te ocurre hacer eso sin mandar un aviso?-
-para eso estás aquí mi buen, para ponernos de acuerdo-
-e… entonces según tú, ¿cuándo seria ahora la fecha en que te tengo que pagar?- dijo Pancho después de quedarse un buen rato casi en estado de coma, pero pelando sus enormes ojos de sapo aplastado en el pavimento.
-a ver permíteme checar por favor, jeje, son tantos que me es imposible memorizarlos a todos- el negro se ponía unos lentes de aumento y sacaba una libretita.
-a ver… a ver… aquí está, según mi asesor financiero quien me ayudó a reacomodar mis cuentas por cobrar la nueva fecha seria… ahh chingao, según esto ya te retrasaste tres días, pero bueno no tomaré ese pequeño detalle en cuenta puesto que no estabas enterado, hagamos que no pasó nada y… pues bien, que sea hoy, ¿Qué te parece?, hoy es la fecha límite de tu pago- sentenciaba el negro quien jugaba con un pequeño bolígrafo además de escribir de vez en cuando algunas notas.
-hoy!!, pero esto es un ultraje!!, una canallada!!, como que hoy?, e… este… negro, no crees que estás siendo un poco incomprensivo?- dijo Pancho levantándose de su asiento.
-yo incomprensivo!!, en que forma, mira que no te estoy cobrando esos días de retraso, creo que estoy siendo muy ético y flexible considerando que no todos tienen los privilegios que a ti te he dado en su momento- el negro servía una segunda copa.
-mira mi buen, te voy a hablar al chile, siendo sincero he andado un poco corto, justo en estos momentos un camarada mío se está arreglando en un negocio en el que formamos parte y cuya ganancia me dejará los dividendos necesarios para liquidarte esa deuda, solo te pediría un día más- casi rogaba el gordo.
Pancho, si bien podría aventársele al negro y estrangularlo ahí mismo sabía que era observado por tres cámaras que vigilaban con lujo de detalles lo que ocurría ahí dentro, lo más seguro era que una vez teniendo al negro en el suelo luchando y pataleando por su vida Pancho tendría todo un regimiento de mastodontes encima apuntándolo a la cabeza. También Margarita desde su ubicación ya había alertado la presencia de una cámara más.
-un día eh, partamos de ahí para solucionarlo, yo podría darte ese día que me pides pero ¿qué me anticipas a cambio?, en dado caso no estoy dudando a tu palabra de que en un día me tendrás el dinero presupuestado pero… verás Pancho que como te digo a partir de hoy ya no seré tan condescendiente para con mis clientes, claro que refiriéndome a los clientes que piden un préstamo, en este caso tú, no aquellos que vienen por un rato de sano esparcimiento, así que no te irás de aquí hasta que me des un anticipo de por lo menos… un diez por ciento, es un trato justo, un favor por otro, que mira que mis muchachos en este momento van en busca de un pillo a quien no darán ningún tipo de beneficio en caso de encontrarlo, las ratas van a tener que comer hoy- dijo Don Polo moviendo su copa para llevársela a su negra boca.
-bueno negro, la verdad es que no traigo dinero- “esa perra, si no le hubiera comprado sus vestidos, mmm, no traigo dinero pero viene esa putilla” -aunque…- el negro quebraba una ceja ante una posible solución pensada por el gordo.
-aunque qué?- peguntaba interesado depositando su copa en el escritorio y entremezclando los dedos de sus manos, echando su cuerpo un poco hacia adelante.
-bueno, me acompaña una chiquilla que está tremenda, quizás te interese como abono- rebuznaba Pancho, este despiadado ser estaba dispuesto a todo con tal de seguir viviendo quitándonos el oxígeno, en sus planes estaba dejar a Margarita como si fuera una prenda que se empeñara.
-una prostituta eh, o sea, ¿no tienes dinero para pagarle al buenito de Yago pero si tienes dinero para contratarte a una prostituta?- Apolinar ponía cara de decepcionado.
-no claro que no, como crees, no es eso, esta puta no me costó ni un centavo- el buen Pancho sudaba hasta del culo, su enorme trasero ya había empapado la silla.
-ahh, vo´a creer, ¿qué clase de prostituta no cobra por sus servicios?, si al diccionario nos vamos entonces esa perra debería de tener otro adjetivo, en todo caso no me interesa esa panocha sacada de quien sabe que alcantarillado, mira que para no cobrar de seguro la muy puta ni siquiera ha de tener dientes, ¿Por qué meter tu verga en hoyos de dudosa procedencia cuando tienes a tu amigo Yago quien puede proveerte de auténticas diosas que cuentan con todas sus vacunas a precios razonables?, estas hembras no son solo para políticos y funcionarios, con un poco de ahorro hasta un huevón como tú podría hacerse de una por unas horas, pero bueno, la clase trabajadora y sus gustos-
-además, en dado caso de que la hembra esté en condiciones medianamente aceptables ¿qué te hace pensar que yo quisiera intimar con ella teniendo el más grande burdel a mi disposición?- cuestionaba el negro.
-mira Yago, soy un fino espectador, aunque no sea degustador, de tus bellas edecanes, le he visto el culo a todas y cada una de ellas y créeme que cuando te digo esto es porque no miento, ni la mejor carne de tu selecto harén le llegaría a los talones a esta chiquilla, mira te la describo, tiene unas tetas que apenas y me caben en la mano, unas caderas y una cinturita que casi parece guitarra, unas piernotas que casi casi me ahorcan mientras le mamo el bollo, hablando de bollo vieras lo exquisito que te exprime la verga cuando te la estás clavando, la carita de pendeja que tiene adornada con unos labios que nada más los ves y te corres, además de su piel bien suavecita y toda durita de donde la agarres- explicaba Pancho mientras con sus manos trataba de dramatizar las medidas de algunas partes del cuerpo de la bella Margarita.
-mm, interesante tu propuesta mi estimado, y te mentiría si te dijera que tu hembra no me ha despertado cierta curiosidad así como me la describes, pero creo que no te servirá como anticipo-
-Por qué?- preguntaba Pancho.
-ya está usada, mira Pancho aun el diez por ciento de lo que me debes es un precio lo suficientemente alto como para equipararlo con un bollo ya desvirgado; verás, los autos indiscutiblemente pierden su valor cada que salen de agencia o dependiendo del total de kilómetros que estos tengan recorridos, los celulares más anticuados se van devaluando cada que un modelo mejor equipado sale al mercado, es una regla básica, con las hembras pasa algo parecido, en un mundo donde la depreciación está a la orden del día nada se escapa, ni siquiera las mujeres, una vez que una mujer ha probado macho pierde considerablemente su valor, está dicho que su precio puede bajar hasta en un cincuenta por ciento del valor con el que se manejaría si estuviera virgen, una vez que sucede esto el cliente está en todo su derecho de considerar una renegociación en caso de que se le venda gato por liebre, o en su defecto la devolución íntegra de su dinero, estamos?, de este modo y sin necesidad de hacer cálculos si comparamos el monto total del diez por ciento de tu deuda contra lo que puede valer ese bollo me atrevo a profetizar que no sería redituable- dictaminaba Don Apolinar.
-es cierto- el gordo reconocía que las premisas del negro tenían toda la razón.
-así mero es esto mi buen, yo también tardé en acostumbrarme a este sistema pero, ya vez, nosotros no creamos las reglas- dijo el negro recostándose en su sillón, cruzando sus brazos por detrás de su nuca.
-pero ahora que recuerdo esa hembra es virgen del culo, considerando que el valor de un culo es mucho más elevado que el de una panocha, puede que sirva como anticipo- Pancho en realidad no sabía si Margarita seguiría virgen de su ano después de cacharla a ella con Lucio, pero estaba tan desesperado por alargar lo más posible su porcina vida.
-mm, interesante, continua- dijo el negro
-sí, sí, estoy seguro, esa hembra es virgen del culo, bueno al menos ella así lo presume y te doy mi palabra que yo no se lo he profanado, sabía que en algún momento podría necesitar de eso- dijo Pancho, el negro sacaba una pequeña calculadora de bolsillo para proceder a representar una sencilla fórmula y de esta manera obtener la cantidad que correspondería al diez por ciento de la deuda de Pancho para de este modo compararla con el valor nominal con el que se cotiza un culo virgen en el mercado, considerando que la edad de la fémina es un importante factor en esta ecuación pues ante mayor edad mayor será el precio de dicho agujero siempre y cuando este se mantenga puro, claro que también hay un límite de tolerancia en cuanto a la edad, pero Margarita estaba aún a varios años de rebasar esa fecha.
-¿Cuántos años tiene la putilla?- preguntaba Don Apolinar.
-18, así lo dice su credencial de elector- respondía Pancho acercando al negro la identificación oficial de la niña, el negro se daba cuenta de que ya no era necesario desarrollar dicha operación, con la edad de la fémina se daba por sentado que el pequeño trato sobrepasaba el punto de equilibrio.
-mm, que hermosa carita aun sin maquillaje, fíjate, que de un momento para acá me ha interesado tu propuesta, y esta damita está aquí?- preguntaba Don Apolinar.
-sí, le dejé en el recibidor,-
-bueno echémosles una mirada, veamos el cuerpo, aún falta que me convenza con su talle- el negro se incorporaba, hacía un pequeño hueco entre la persiana y visualizaba a la joven hembra más perfecta que en su repugnante vida pudo llegar a contemplar.
Veía a una escultural hembra de escandaloso vestido rosita con su espalda recargada en la pared, con sus bracitos cruzados justo debajo de sus senos, con un gesto de impaciencia que se reflejaba en su chapuda carita, labios y en su taconeo en el piso, y corroborado con el constante movimiento de cabeza mirando hacia todas direcciones, la femenina silueta era tan perfecta que podía apreciarse desde esa distancia unas espectaculares curvaturas demostrando la calidad que Pancho presumía, desde luego que el viejo quedó maravillado con tal mujer y de repente fue abordado por unas insanas ganas por poseerla.
La nena despegaba su cuerpo de la pared para mandarse un estirón de brazos señal de que estaba aburrida mandándose un bostezo que alcanzó a tapar educadamente con su manita, utilizaba una de sus manitas como abanico pues el recibidor de Don Apolinar no contaba con el acondicionamiento adecuado, utilizaba ahora sus manitas para bajar el vestido a modo de cubrirse sus tremendas piernas tan delineadas para posteriormente llevarlas hacia el escote de su vestido y subirlo un poco, evidenciando el buen Yago como las enormes tetas se apretujaban entre ellas y contra el sensual atuendo remarcando el contorno de sus inicios, para finalizar la nena se volvía a recargar en la pared haciendo a un lado el flequillo de su cabello.
-ahh, que hembra!!, que feminidad!!, que elegancia!!, que belleza!!, pero si es la mismísima Venus!!, rápido Pancho hazla pasar, checaremos si es verdad lo que predica esa jovencita sobre su cochino- decía Don Apolinar, Pancho salía en dirección a su hembra.
-el negro te quiere ver, así que ándale, moviendo ese culo, yo te esperaré aquí afuera mientras-
-a mí?- preguntaba Margarita dando otro bostezo, ya iban a dar las tres de la mañana, era normal que tuviera sueño.
-si a ti pendeja, pos a quien más?, anda menea ese culo que ya me quiero ir!!-
Margarita salía en dirección a la oficina de Don Apolinar contoneándose sugestiva ante la envidiosa mirada de las no tan agraciadas féminas que yacían sentadas en el sofá y con quienes desde hace rato había estado compitiendo visualmente en una lucha por demostrar quién era más hembra, una contienda consistente en retantes miradas que para los hombres pasan desapercibida, sin embargo también pensaba sobre lo que el negro querría de ella, era más que obvio que de seguro tendría que prestarle algún agujero de su cuerpo y se aterraba pensando en algunas pláticas con su amiga Mary sobre lo que esta le contaba de… los negros, pensaba ella pero también reconocía que ya se había tragado unas que otras herramientas que no estaban del todo pequeñas. Sin embargo, en su inocencia sobre la idea de que todavía quedaban personas buenas, confiaba que tal vez existiera una remota posibilidad de que el individuo ahí dentro no tuviera esos pervertidos fines.
-adelante- dijo el babeante Apolinar cuando veía como la puerta se abría.
-buenas, e… este… Don Pancho me dijo que… me quería ver- dijo nerviosa Margarita, observando a un enorme hombre negro vestido de blanco, parado y expandiendo sus brazos en el escritorio, con una sonrisa que degenerada.
-adelante chiquilla, ahhhh que hermosa voz, el sonido que produces al hablar es comparado con el canto de un bello ángel, sin lugar a duda chiquilla tu voz sería digna para ser la principal entre un coro formado por los ángeles más bellos y melodiosos- Margarita solo frunció su ceja ante tales palabras, preguntándose qué tipo de droga había ingerido el oscuro individuo.
-ehh, gracias- dijo después.
-mi nombre es Don Apolinar, Don Apolinar Balcázar, y tú, mi Venus, cuál es tu nombre?- preguntaba el negro recorriendo con su mirada el estilizado cuerpo ahí presente, si de lejos era exquisito, de cerca era imponente.
-M… Margarita- respondía la chiquilla, mirando curiosamente la pluma en el sombrero.
-ahhh, ahhh, que dicha!!, que dicha!!, y dime mi bella Margarita, que tal te han parecido mis aposentos?- el negro vejete se había detenido en esas piernotas que apenas y eran tapadas por el delgado vestido, Margarita se dio cuenta de ello y dio un tirón para por lo menos hacer notar su incomodidad.
-ehh, bueno, ahora que lo dice, me han parecido algo…- la nena estaba tratando de armar su oración cuando fue interrumpida por el negro.
-pero acércate criatura y siéntate, voy a comunicarte las buenas nuevas que han ocurrido mientras estabas afuera- el negro comenzaba a poner al tanto a la chiquilla de la situación financiera de Pancho y de cómo se había llegado al acuerdo final, Mar se sentaba notando cierta humedad en la silla, tocando el cojín de la misma con sus manos para comprobar su hipótesis.
-pero qué??!!, ustedes dos están locos!!, o sea señor, en qué cabeza cabe el tratarme como si fuera una p…, ¿porque ese gordo no ofreció el suyo?, ahí si no verdad, ¿sabe qué? yo me voy de aquí- dijo Margarita completamente ofendida por lo que se había enterado medio incorporándose de su asiento.
-creo que eso no sería lo más prudente mi bella dama, ahora que Pancho te ha heredado a ti esa parte de la deuda estás obligada a liquidar el pequeño impuesto requerido, y eso solo se podrá hacer con ese pequeño asterisco que tienes entre esas nalgotas- dijo el viejo mientras casi se saboreaba el pequeño agujero.
-pero que cosa de heredar de que, si ese viejo no es nada mío, yo ni lo conozco!!- dijo la bella, levantándose, apoyándose del escritorio con ambas palmas sacando un poco el culo debido a que la posición así lo ameritaba, haciendo que el vestido llegara apenas a lo de cuatro dedos de mostrar el redondo nacimiento de sus nalgas.
-tranquila chiquilla, no son necesarios los gritos para interactuarnos, ¿en serio no lo conoces?, él me ha dicho que ya se conocen íntimamente, creo que debí haberle entendido mal, pero bueno que más da, así como lo oyes Pancho me ha ofrecido tu culo como anticipo a su deuda, pero para concretar esto y que sea una formalidad necesito saber si eres virgen de ahí, así que vamos, respóndeme, eres virgen del culo?- insistía al vejete.
-qué?, señor como se atreve- Margarita se ponía extremadamente colorada.
-responde anda, no seas tímida mi pequeña Venus, eres virgen del culo?- decía el negro quitándose su sombrero, depositándolo en un pequeño perchero, mostrando su brillosa calva.
-oiga señor, yo no tengo porque responderle eso- dijo Mar, el viejo se levantó y caminó hacia la puerta de entrada para bajar una cortinita y de paso aprovechar para poner el seguro a la puerta.
La desconfiada Mar no perdía detalle del andar del viejo por su oficina, escuchó un sonido similar a unos tacones en el suelo llegándose a pensar que el viejo trajera puestos un par, desvió su mirada hacia los pies de Don Apolinar para contemplar que el viejo complementaba su extravagante vestuario con unos suecos.
-claro que debes, es un dato importantísimo para que esta plática continúe, porque si no, sería una pérdida de tiempo, tiempo que estoy desperdiciando dialogando con una jovencita quien no es capaz de responder una sencilla pregunta y que me está haciendo distraerme de otras actividades que si ameritan mi disposición- oraba el negro acercándose peligrosamente a la joven ojiverde.
-señor, usted me hace una pregunta que es de lo más incómoda, ¿cómo piensa que yo voy a andarle contando mis intimidades a un completo desconocido como lo es usted?, ¿por qué esa insistencia en conocer mi estado?, ¿qué tan importante puede ser para usted el hecho de que una mujer aun siga virgen?- preguntaba Margarita alejándose, posicionándose ahora a un costado del escritorio mientras el negro recargaba sus manos en la silla donde estuvo sentada la jovencita.
-la virginidad significa para muchos pureza y recato, para mí es una ideología moral vendida a las señoritas para mantenerlas aisladas de los verdaderos placeres para los cuales fueron creadas!! (el viejo tomaba una pose como de político romano), encadenadas en esas ataduras que por siglos las han restringido bajo el yugo de la castidad y decencia, valores que no han demostrado servir para prosperar, al contrario, las mujeres que suelen liberarse de esa psicológica prisión son irónicamente las más afortunadas en todos los ámbitos de la vida, hay muchos ejemplos de ello- el negro dejaba su posición y se abalanzó sobre la chiquilla, sin lograr atraparla puesto que Mar alcanzó a reaccionar para ubicarse ahora en la silla donde el viejo estuvo sentado.
“viejo loco” pensaba Mar -y según usted ¿para que fuimos creadas?-
-jaja, mi niña no permito que una dama me haga tantos cuestionamientos debido a que su condición no la dota de tales privilegios, pero tratándose de una belleza como tú mi preciosa Venus, haré una excepción y me ofreceré a responderte, según las santas escrituras la creación de ustedes explica una inversión que ni el mismo Dios contempló en realizar cuando ideaba su máxima obra, la mujer en primera instancia no estaba presupuestada, Dios creó a un joven varón llamado Adán, privilegiado por un extenso paraíso que se extendía hasta donde llegaran sus ojos y encomendado a gobernar a las demás criaturas también creadas, pasado un tiempo el joven explicó a Dios que se sentía solitario y que no veía razón alguna para la cual haya sido provisto de órganos sexuales cuando no tenía hembra con la cual aparearse, fue aquí donde Dios se dio cuenta de su estupidez y fue entonces que creó a Eva para que esta desahogara esas penas por las que el pobre Adán pasaba, algo así lo explica esta… religión, no soy un partidario de la Iglesia cristiana pero me inspiré en esa visión que ellos dan a entender de la mujer para yo formar mi propio paraíso, es un concepto frio el que ellos manejan pero que las mujeres no se han quejado de ello como se quejan de otras cosas, ¿acaso no es una ofensa a nuestro señorial mandato el hecho de que la mujer quiera tener los mismo privilegios que el hombre cuando deberían de agradecer que por lo menos existen?, ¿no va eso en contra de la función para la que fueron desarrolladas en primera instancia?, ¿no se le llama a eso desobediencia o acto de rebeldía hacia las tareas que su mismo Dios les ha encomendado?- el viejo mandaba otro manotazo tratando de alcanzar el brazo de la señorita, pero está nuevamente se escabulló, llegando a donde originalmente estuvo sentada.
-viejo loco, si nosotras no existiéramos ¿cómo se reproduciría la especie humana entonces?-
-a mí no me cuestiones cosas que no van de acorde a mis ideologías, fíjate que yo también he meditado ese planteamiento pero no encuentro respuesta que me satisfaga, llegando a pensar que eso que llaman religión es más falso que la virginidad de tu concha; mi hermosa Venus, ¿piensas estar huyendo de mí toda la madrugada?- preguntaba el viejo.
-de ser posible si, desde que llegué aquí no he visto más que bajezas en contra de las mujeres, ¿es necesario eso?, ¿qué le da derecho a tratar así a las personas?, lo voy a denunciar si llega a ponerme un dedo encima y por permitir todo esto- preguntaba la enfadada joven mirando sigilosamente los movimientos del viejo.
-jajajaja, no me hagas reír mi niña, nunca pensé encontrar tanta ingenuidad en una sola persona, pero ya dejémonos de tonterías y venga, ponernos a culiar, vamos, anda, gatea, gatea para tu macho pedazo de zorra, que voy a dejarte llena de leche, tanta que en tres días exudaras solo semen-
-es usted un monstruo, como puede haber gente tan enferma como usted, prefiero estar muerta antes de permitir que usted me ponga una mano encima- dijo Mar y corrió intentando llegar a la puerta, pero el tiempo que demoró jalándola sin éxito, buscando el seguro y el nerviosismo que hacía temblar sus manitas impidieron que pudiera escapar antes de ser sometida por Don Apolinar.
-¿y morir virgen del culo no te hace tan aborrecible como yo?, cada una de ustedes fue provista de tres exquisitos agujeros los cuales están demandadas a utilizar, la naturaleza es sabia y no se equivoca mi bella Margarita (Don Apolinar daba una potente aspiración al cuello de la nena), seguramente en varias ocasiones te han asaltado las ganas de meterte tus deditos por carecer de una buena verga, y si la naturaleza te dotó de tales cavidades es para que cualquier hombre las reclame y utilice, estamos en nuestro derecho de reclamar lo que por ley nos corresponde, con tu actitud y arrogancia solo estás despreciando y desprestigiando tu propia condición de mujer, y estás demostrando un absurdo repudio hacia tus obligaciones como hembra, por no decir que sientes vergüenza del género al que perteneces, lo que te hace quedar en una posición más degradante de la que a tu juicio me estimas- el viejo había sometido a la chiquilla de ambas muñecas y le hablaba directamente al oído con esa característica voz gruesa propia de la raza negra.
-no!!, usted está loco, suélteme!, Don Panchooo!!!- se movía la chiquilla como pez atrapado en el anzuelo mientras su carita se comenzaba a descomponer por un naciente llanto.
-¿para qué lo llamas?, ¿Qué no entiendes que fue él quien te ha puesto precio porque simple y sencillamente para eso sirves?, pero basta de pláticas mi Venus, vamos a tributar a la sabia creación por habernos provisto de órganos sexuales utilizándolos como ella misma lo dicta, anda que ya desde hace rato me está palpitando la verga- el negro comenzaba a palpar las tibias carnes de la bella doncella.
Margarita al escuchar esto innatamente volteó hacia la zona pélvica del negro viejo para contemplar como una bíblica erección era manifestada aun en esos holgados pantalones. Pancho en tanto estaba tan distraído con las no tan voluptuosas féminas que servían como entretenimiento para las visitas de Don Apolinar, era tanta la bajeza de este tipo que les había dado a esas mujeres una función casi comparable a la de una usada revista, de esas que leemos en las peluquerías mientras esperamos nuestro turno.
-un culo virgen es mi máxima debilidad, mi bella, me da rabia el reflexionar que una buena parte de las musas se niegan rotundamente a hacerlo por ahí sin entender las ventajas y los placeres que esto conlleva, pero hoy será tu día mi pequeña- dijo el negro, peinando con una de sus manos los lacios cabellos de la aterrada jovencita, admirando su brillo y sintiendo su sedosidad.
Margarita trataba por todos los medios de zafarse de las garras de tan despreciable villano, sus uñas se clavaban y rasguñaban la puerta como si fuera una gatita intentando treparla, con su mano libre el negro levantó el vestido de la joven enardeciéndose con la perfecta silueta de esas carnosas y relucientes nalgotas, haciendo círculos con su mano en cada cachete y dándole de nalgadas a cada una de ellas para comprobar si existía flacidez en ese cuerpo de diosa, obviamente no encontró tal cosa.
-excelente, está en su punto- dijo el viejo.
El potente trasero de la chiquilla era hipnotizante, en esa pose su tremendo culo se manifestaba en una perfecta curvatura que lo hacía ver más levantado, el cuerpo de la nena lucía proporcionado a manera de dar a entender que el mayor peso de ella radicaba de sus caderas hacia abajo, mostrándonos de la parte de arriba, una brevísima espalda y unos femeninos bracitos, lo único grande es esa parte eran sus senos.
-en vista de que te estás reservando tu derecho a declarar, me tomaré el atrevimiento de cerciorarme por mi mismo si es que sigues virgen del culo, amada Venus- dijo el negro casi tragándose la orejita de la niña, ella podía escuchar un asqueroso sonido a saliva corriendo por entre los dientes del pervertido precediendo a cada palabra, como si este masticara como cerdo.
-no!!, que va a hacer?- la nena comenzó a sacudirse más enérgica el escuchar al viejo decirle que iba a realizarle su auditoria interna.
Don Apolinar chupaba uno de sus larguísimos y toscos dedos medios y procedía a intentar incrustarlo dentro del virginal conducto, sin embargo se molestó que la chiquilla no quisiera poner de su parte.
-no te muevas tanto perra!!!- gritaba sulfurado el africano, en esa oficina la pareja estaba protegida para gritar todas las peladeces que quisieran sin el temor a ser escuchados.
-no por favor, si soy virgen!!, soy virgen de mi colita!!, por favor no me lo haga por ahí!!!-
-ahhh, pero qué barbaridad!!!, que blasfemia estoy escuchando!!!, que sacrilegio tan mas grande hacia tu propio ser!!!, esto es inaceptable bajo cualquier contexto y por lo tanto no puede seguir así!!!, hay que tomar cartas en el asunto, no puedo permitirme que te vayas de aquí virgen de la cola mi preciosa Venus, eso iría en contra de mis principios, así que vámonos, al escritorio!!- dijo el viejo, pero antes de llevarse a la nena hacia su mueble observó que esta traía algo adornándole el cuello.
-pero… ¿Qué significa esto?, ¿Qué acaso no entendiste todo lo que te acabo de explicar?, ¿Cómo puedes adorar a un ser que te considera un proyecto no relevante y que no cree en tus rendimientos?, esta clase de artilugios están prohibidos dentro de mi morada- dijo el negro y de un tirón despojó a Margarita de la prenda que le había regalado Silvia, arrojándola a cualquier esquina, si bien el negro no la había advertido antes era porque dicha alhaja yacía enterrada entre los hinchados senos de la nena.
Como la prenda, del mismo modo la jovencita fue trenzada de sus cabellos y arrojada al escritorio, quedando boca abajo y con su vestido tan levantado que enseñaba todo el inicio de sus redondas nalgas así como parte de su panocha protegida por la tanga, rápidamente el negro fue en busca de someterla antes de que ella pudiera incorporarse, levantó aún más el vestido de la nena para volver a degustarse con cada centímetro de ese culote, utilizando sus negras manos para sobar las dos piernas desde la mitad del muslo, pasando por las imponentes colinas hasta llegar a la cintura, como si Don Apolinar fuera un masajista calificado.
-señor por favor no me lo haga!- dijo la nena sintiendo la aspereza con que era frotada.
-calla zorra!!, te va a doler más si no te relajas!!, vamos a ver- el negro tomaba la tanga de Mar y la deslizaba hasta las rodillas quedando esta prenda aun con la marca de su concha entre su textura.
-pero que tácticas tan tramposas manejas, pequeña ramera, esta conchita casi pareciera de una quinceañera, hasta podría jurar que la tienes así a propósito y todo por puuuta!!!, porque te gusta calentar a los machos para que estos no soporten tanta lujuria y te partan la concha a vergazos!!!, no puedo resistir la tentación a disfrutártela jeje, solo espero que no se lo digas a Pancho, ¿puedo contar con tu silencio?- preguntaba el sinvergüenza al ver la depilada conchita de la nena dando una asfixiante respiración inhalando el dulce aroma a sexo femenino desprotegido.
-solo… si promete no metérmela por mi colita- dijo la ruborizada nena después de pensársela unos minutos, prefería que se la dejaran ir por la panocha, donde según ella ya podría soportar la imponente y negra virilidad, a sentir esa cosota triturándole el culo (recordar que el buen Lucio estuvo a punto de desvírgarselo con un miembro de similares características, en esa ocasión Margarita aceptó pues además de que estaba caliente el prófugo le había dado su palabra de que al primer signo de dolor, él la sacaría).
-no, ese es un trato que ya está pactado y que maneja dinero de por medio, y por lo tanto no es revocable- dictaba el viejo.
-entonces le diré a Pancho- dijo la nena pensando que con esto se intimidaría el viejo.
-ya zorra, dile lo que quieras, Pancho es tan buen amigo mío que estoy seguro que me disculpara por unos veinte pesos más de descuento, es capaz de venderte por un six de cerveza- dijo el negro al tiempo que se desprendía de su camisa, dejando ver un achocolatado cuerpo para nada atlético, más bien flaco del tronco aunque chichón y barrigón y con una importante comunidad de bolitas blancas en su pecho, consistentes en ásperos pelos completamente canos, aunque de sus brazos mostraba mucha rudeza, los antebrazos llenos de venas estaban más musculosos que sus brazos.
Rápidamente el negro tomó posición en el culo de Mar, acoplando su asquerosa y negra boca en el asterisco de esta, comenzado a lengüetear todo el contorno de dicho reducto anal y virginal mientras con su mano acariciaba la delicada y sensible panocha, Margarita callaba ante las repugnantes lamidas y los caninos sonidos que el viejo realizaba, este desalmado ahora apretaba las caderas de Mar para empujarlas hacia su boca, estaba tan concentrado que daba la impresión de que su boca estuviera cosida al ano de la chiquilla.
Por momentos el negro cernía su cabeza como si quisiera arrancar algo, resoplaba, se detenía por tiempos indeterminados y se volvía a hundir en ese paraíso, Mar solo realizaba gemidos ahogados mirando desde su posición como el negro enterraba su cara entre sus nalgas para volver a regresar su rostro hacia cualquier parte que no fuera esa al tiempo que movía sus muslos como intentando patalear.
Después de lamer el recto a sus anchas y de haber dado una incontable cantidad de lamidas a las esponjosas nalgas, el viejo ahora pasaba a hacer lo mismo con la concha de Mar, desgustándose con todos esos néctares que comenzaban a brotarle a tan suculenta chiquilla, Margarita en tanto se mantenía silenciosa sintiendo las irrespetuosas lamidas hacia sus intimidades, apuñando las manitas arriba del escritorio, aplastando sus pechos en contra de la gruesa madera, y sintiendo como el negro cada vez la iba abriendo más de piernas, pero también sintiéndose tan sucia, como una vulgar prostituta pues lo que el negro le había hecho para ella era indeseable y obsceno, producto de los encuentros carnales más depravados de los cuales ella nunca ideó el formar parte.
Mientras estos pensamientos abordaban la mente de la ya sometida nena, Don Polo sacaba su garrote y se lo meneaba orgulloso exhibiendo su brillosa cabezota que casi parecía un zapote prieto, estuvo así unos minutos hasta que dedujo que su verga había alcanzado los niveles máximos de dureza para pasar ahora a incorporarse e impactar el tiznado trozo contra las frondosas nalgas de la joven. Margarita al sentir estas vergales cachetadas hacia sus nalgas por algo tan duro como el hierro y caliente como un tizón recién sacado de las brasas intentó escabullirse moviendo sus brazos de forma torpe, y es que esa cosota era tan pesada que la joven sentía que le estaban golpeando las nalgas con un marro, el negro al sentir que su presa mostraba nuevamente rebeldía presionó con todas sus fuerzas una de sus manotas sobre la fina espalda de la chiquilla haciendo que esta casi se sumiera en la madera.
El negro tomó a Mar de su vestido levantándola y dándole la vuelta en el aire dejándola caer nuevamente en el escritorio pero ahora boca arriba, admirándola mientras se desprendía de sus holgados pantalones.
El negro sacó completa la tanga y abrió de piernas a la joven maravillándose con el sudado y sonrosado bollito emitiendo un sensual aroma, Don Apolinar escupía una importante cantidad de babas en una de sus manos para lubricar con esta asquerosa mezcla su tremendo aparato de 30 centímetros y colmado de venas hasta en los lugares donde era mas normal no mostrarlas, con una enorme barba ceniza colgándole de los huevos casi en igualdad de proporciones que la que le colgaba de su barbilla, pero sobre todo, con unos oscuros y taurinos testículos que caían pesados estirando a mas no poder el escroto.
-no por favor señor se lo suplico, no me lo haga!!- decía la bella Margarita al tiempo que con sus manitas entrecruzadas intentaba proteger su vaginal entrada, la nena se movía y retorcía arriba del escritorio tirando papeles, la lapicera, el calendario y hasta un pequeño adorno floral, y aunque por momentos intentaba incorporase el negro a base de empujones la devolvía a su posición.
-deja de moverte perra estúpida!!!- rebuznó el viejo y comenzó a surtirse a Mar con fieras cachetadas que terminaron por aturdirla debido a la rudeza de los golpes, sumados a lo pesadas que Don Apolinar tenía las manos.
-ahora aprieta los dientes que ahí te va jjeje- dijo el viejo golpeando delicadamente con su verga el monte venus de la chiquilla, la aterrada Mar por un momento se quedó hipnotizada al ver el grosor de tan imponente trozo y, haciendo las evaluaciones correspondientes, llegaba a la conclusión de que eso era científicamente imposible que cupiera dentro de ella, eso sin considerar que en cada palpitación el mazacuatón engrosaba un par de centímetros más.
Don Apolinar tomó su animalesco barreno y comenzó con una lenta intromisión de su morenazo aparato el cual rebotó en la entrada de la vagina al intentar la primera intromisión, fueron en total tres seguidos golpecitos glandeales en los cuales la verga del viejo se vio impedida para entrar, la comparación era exagerada, solo a un loco se le ocurriría meter esa boa en un espacio tan reducido.
Pero este viejo estaba lo suficientemente embravecido notando que la resistencia de la vagina era muy superior a la de cualquiera de las tantas que había sometido y casi comparada con la de una verdadera virgen, con una de sus manos dirigía su monstruoso instrumento, el cual parecía una lanza, para después de varios intentos considerar que muy posiblemente se quedaría con las ganas, a no ser que estando en esos reflexivos momentos el ya sudado viejo comenzara a notar que las barreras que impedían la penetración vaginal de la bella doncella cedían dejando que el mayúsculo glande se abriera paso en dicho recinto.
Con solo su glande metido, el viejo tiraba toscamente del escote de la asustada niña dejando al descubierto los formidables y jugosos melones en toda su redonda magnificencia, para arrojársele como un voraz ternero cubriendo solamente el pezón de una de las mamas con su boca y comenzar a succionar como si quisiera arrancarlo para después proceder con la otra y así realizar el cambio cada que lo estimara conveniente, la sollozante Margarita comenzó a sentir asco de ella misma, ¿cómo es que permitía que un viejo con esos ideales estuviera teniendo el derecho de disfrutar de su cuerpo con el mayor cinismo?, ¿Cómo es que a raíz de haber conocido al gordo le hubiera tocado ofrecer su cuerpo a tan despreciables seres? y con sus manitas intentaba retirar la casi calva cabeza de Don Apolinar mientras se quejaba por algunos mordisco en sus pezones.
-suélteme, suélteme, por favor!!- decía la nena pero el viejo no hacía caso, solo se dedicaba a chupar pechos como un malnacido.
El negro por su parte ondulaba su cuerpo, como cobra siendo seducida por la melodía de un pungi, con toda la intención de ir ganando más terreno dentro de ese afrodisiaco reducto, pronto su negro cuerpo se calentó a niveles infernales sudando océanos, gruesos goterones de sudor bajaban lentamente recorriendo las arrugadas pieles que conformaban su diabólico rostro, sus potentes brazos y su deforme tronco y es que el visualizar la candente escena de una jovencita tan curvilínea intentando zafarse del el sin éxito alguno lo calentaba. Margarita en tanto apretaba sus dientes debido a la fuerza de compresión que ejercía el equino instrumento tratando de reclamarla, su carita ya estaba completamente colorada, sus castaños cabellos comenzaban a revolotearse y sus senos y pezones iban adquiriendo una tonalidad roja debido a las chupadas, apretujadas y jaloneos por parte de Don Apolinar, quien los amasaba como cual panadero prepara su mezcla.
Misma tonalidad estaba siendo adquirida por su panochita la cual al estar en constante acoso por la mayúscula verga comenzaba, sin que Mar tuviera control sobre ello, a lubricarse preparándose para el desaforado encuentro carnal.
La nena resistía los apretujones cuando sintió que algo la había atravesado hasta el útero, y es que el negro dejaba irle unos 24 centímetros de gruesa carne maciza sin el menor miramiento para detenerse ahí y darle un sorbo a su copa, las paredes vaginales de Mar hacían un esfuerzo sobrehumano por conseguir adaptarse a tan desmesurada envergadura que le palpitaba dentro de ella, la nena con una carita de terror y dolor alcazaba a visualizar la retorcidamente viciosa cara de Don Apolinar, es aquí donde la nena prestaba mayor atención a ese mulato toro de descendencia africana quien se había a apoderado ahora de su cuello y se lo apretaba como si quisiera estrangularla.
La nena veía el enorme esfuerzo del viejo para asfixiarla notándose un sinnúmero de venas a punto de explotarle recorriéndole tora su taurina cara, veía que las arrugas y facciones le daban a entender que este viejo casi vendría siendo de la misma edad que Pancho, notaba ya con un solo ojo (el otro lo había cerrado) ese esponjoso y grisáceo cabello que el viejo aún conservaba en sus laterales craneales tan esponjado que casi tenía la similitud de algodón de azúcar pero que hacían darle parecido al payaso Eso en su singular melena, como sus labios se descomponían por las fuerzas manuales que el negro estaba realizando y como esa barba comenzaba a regarse con las babas que de la boca de este iban cayendo, fue en eso que Mar no pudo seguir vislumbrando tan horroroso espécimen humano porque este despiadado comenzó a moverse dentro de ella causándole dolores que la hicieron revolverse.
El jovial viejo consideraba que el tiempo para que las medidas vulvales se acostumbraran a su grosor incluso se había excedido, así que comenzó con lentos apuntalazos contra esa frágil vagina que se abría al máximo para recibir al lubricado intruso, rápidamente las aceitosas mezclas provenientes de la verga del viejo empaparon toda la panocha de esta, llegando a embarrar los sitios aledaños a la ya colorada concha de Margarita quedando todo el perímetro completamente embarnizado. Poco a poco la apuntaladas comenzaron a ser más viles e inhumanas haciendo que Margarita tuviera que apoyarse con sus manitas de ambos laterales del escritorio, al ser este mueble un poco corto de anchura le permitía a la jovencita aferrarse a el, estirando sus brazos, para evitar caerse pues eso es lo que presentía que sucedería si no encontraba el apoyo suficiente.
-oohhhgggg!!, muuuhhhh!!!, la sienteeess!!!, la sientesss mi pequeña Venuss!!!- mugía el despiadado negro ante cada nuevo embiste que se mandaba en contra de la indefensa criatura, observándola toda estiradita exhibiendo sus orgullosos senos ya babeados por él.
-esss… es muy grandeee!!!... sáquelaaaaa!!!- decía la pobre muchachita completamente sometida por Don Apolinar, la nena en vez de gemir gritaba ante cada azote vergal del que era víctima, sus ojos parecían volteársele
Pero de igual manera, cuando la nena se quejaba debido a la longitud de esa bestial herramienta, su boquita fue asaltada por la enorme y bembona boca de Don Apolinar quien aprovechó que la nena la tenía abierta para verter el resto de su fino whisky en esa carnosa boca, metiéndole su viscosa lengua lo más profundo para saborear el licor mezclado con las babas de la nena, para después, con este músculo, comenzar a ejercer movimientos de penetración tal como los que su verga realizaba, en estos momentos Mar estaba siendo penetrada tanto de su concha como de su boca.
La mano de negro abandonó el cuellito de esta, dejándole una importante marca roja, para ubicarse en su sexo, comenzando con finísimos movimientos de fricción por encima de su placentero clítoris, el negro remolinaba uno de sus dedos alrededor de esta protuberancia de tal manera que pronto el clítoris se sintió cortejado por los expertos movimientos de Don Polo hinchándose y esparciendo las primeras descargas de júbilo que alteraban la mente de la chiquilla al tiempo que asomaba de su capucha, tanto que está en poco tiempo comenzó a mover su lengua al compás de la de Don Apolinar, chocándolas y batiéndolas llenando de babas todo el escritorio pero sin dejar de moverse tratando de liberarse.
La cara de Don Polo era de un verdadero briago de morbo, estas femeninas acciones solo lo alentaba a seguir empujando con más fuerza, su de por si plano y negro trasero se aplastaba aún más cada que el viejo daba un arponazo en contra de la jugosa panocha, salpicando líquidos vaginales y preseminales por doquier en cada colisión que se pegaban ambos órganos, hasta que llegó a la penetración máxima pues Mar ya se tragaba firmemente los 30 centímetros que media la vara del africano, todo esto emitiendo alargados berrido que duraban mucho tiempo sin detenerse y levantando ella misma su vientre, contorsionándolo mientras el negro la aferraba de su esbelta cintura y la seguía penetrando.
Tanto salvaje golpeteo hicieron que la nena dejara de tener agarre de los bordes del escritorio, por lo que sus bracitos al no tener apoyo de ningún tipo no les quedó de otra que aferrarse de la negra espalda del viejo, que viéndolos de otro modo, era como si la pareja estuviera cogiendo mientras se abrazaban.
Si el viejo solo se hubiera dedicado a mancillarla vergalmente lo más probable era que con esas medidas Mar ya estuviera desmayada pues los verdes ojitos de la nena desaparecían constantemente, pero el viejo trataba de mantenerla consiente. En cada arremetida que el viejo se mandara y viera que la nena cerrara sus ojitos como queriendo desconectarse le mandaba una fuerte cachetada que la regresaba a este mundo o a veces un envión aún más fuerte también ayudaba a despertarla, mientras le chiquilla en cada agresión de este tipo solo veía una sombra negra moviéndose entre sus piernas las cuales ya yacían recargadas en los hombros de Don Polo, el viejo alertaba como los ojitos de la nena se perdían quedando solamente visible la esclerótica.
El viejo sentía como su verga era abrazada por una deliciosa sensación térmica más elevada, indicio de que algo sucedía dentro del cuerpo de la nena, su cuerpo ya se había puesto más buenote a raíz de la preparación que manifestaba la nena cada que entraba en cópula, sus senos por ende aumentaban en volumen debido en gran parte a lo erizado de sus pezones, misma condición en que su estimulado clítoris, el cual no aguantando la tortura manual del vejo loco consistente en pellizcos y jaloneos, terminó por enviar a todo el cuerpo de Mar sendas descargas de éxtasis que terminaron por espasmear su frágil pero voluptuoso cuerpecito, terminando esta por descargarse en potentes maguerazos de néctares caldosos y calientes que salpicaron el deforme cuerpo del viejo.
Durante este intenso orgasmo la niña dejó de aferrarse de la ancha espalda para aferrarse ahora de los marcadísimos y venudos brazos del mulato, este había dejado de embestirla pues tal como lo predijo Pancho la vagina de Mar le había succionado tan rico la verga que estuvo a nada de vaciar toda su añejo líquido dentro de ella, el viejo solo permanecía estático pero con su taladro dentro de la papayita, bufando como toro cansado, echándole ese alcohólico aliento sobre el fino rostro de la nena en cada respiración, con su monstruosa lengua de fuera unida a la de la niña por un grueso cordón de saliva, sintiendo cada uno el pesar de sus respiraciones.
Después de un intenso fogueo de casi 20 minutos en donde la casi nula comunicación entre ambos seres sexuados fueros gritos, gemidos, rebuznos y cualquier cantidad de quejidos el negro se dio por satisfecho con la concha para permanecer inmóvil descansado todo sudado después de la exquisita revolcada que se acababa de pegar con la según él, viva imagen de su diosa favorita, o como este individuo suponía que así sería la Venus en su forma humana.
-ahora mi pequeña Venus, antes de probar tu culo acomodémonos en una posición que a mí, en lo personal, me encanta- dijo el viejo saliéndose de la nena, expresando ella facetas de dolor y gemidos ante el lento desacople.
La verga del viejo salía escurriendo en lubricantes, una vez que terminó de salir en todos sus centímetros una buena cantidad de jugos provenientes del orgasmo recién experimentado por Margarita cayeron al suelo debido a que la verga la había hecho de tapón impidiendo su escape.
El viejo rodeaba el escritorio, jalaba a su pequeña de sus temblorosos bracitos y la acomodaba a medida que ahora ella quedara con su cabeza colgando hacia el precipicio, rápidamente el viejo se trepó con un elástico brinco, quedando encuclillado arriba de dicho mueble con su negro culo a escasos centímetros del rostro de Mar. Don Apolinar con una de sus manos tomó su caliente y húmedo miembro tan negro como el color de un refresco de Cola y lo llevó hasta la boquita de la nena, ella al sentir esa deformidad golpeándole su carita, pues el viejo atinaba a todo menos a sus carnosos y rosaditos labios, ladeó su rostro para evitar concretar las claras y enfermas intenciones del vejete.
-no seas tímida mi pequeña, abre tu boquita o en estos momentos te agarro a golpes, ¿quieres eso perra mamavergas?!!!!- ladraba el viejo.
Pero la nena no hizo caso y seguía esquivando las arremetidas del chuzo, su carita ya estaba bañada de lubricantes debido a las tantas erróneas insistencias del viejo, parecía como si se le hubiera untando aceite en su bello rostro, fue hasta que el viejo, cansado de tanto intento fallido regaló una poderosa mordida a una de las piernas de la joven, lanzando ella un grito abriendo su boquita y ahí, durante ese momento, el negro aprovechó para meterle su verga hasta casi su esófago pelando los ojos la pobre martirizada por tan cruenta tortura.
Velozmente el negro comenzó a dar una rutina de sentadillas haciendo que su verga, por razones más que claras, penetrara salvajemente la fresca boquita de Mar, ella en tanto resistía todo lo que podía, pero a raíz que comenzaron a trascurrir los primeros minutos comenzó a faltarle el aire. Su carita, de roja, cambio a azul y luego a morada, sus ojitos se inyectaban de una importante cantidad de venas, su cabecita se agitaba al ritmo de las sentadillas y los pesados huevotes del verdugo se balanceaban y chocaban contra su bello rostro, antes de liberarla el viejo sumió lo mas que pudo su verga en contra de ella, haciendo que sus huevos se aplastaran contra de la carita de la nena cubriéndosela casi completa, riéndose el pelmazo a carcajadas pues no sentía la respiración de ella en sus grandes bolas y eso le hacía gracia, hasta que por fin la liberó.
La verga salió tan gruesa como siempre había estado, incluso el cuellito de Mar disminuyó en grosor y es que la carne era tanta que le abultaba en su garganta, Mar expresó una desesperada inhalación costándole un mundo jalar aire, sus manitas yacías enrolladas en las dobladas piernas de Don Apolinar quien se daba un respiro pues la posición para él era un tanto agotadora además de no estar acostumbrado al ejercicio, una vez que el viejo estimó que la nena ya estaría renovada y lista para un nuevo asalto atravesó nuevamente con su aberración los carnosos labios de Margarita.
La vista que el negro tenia de la nena consistía en una estilizada cintura y un perfecto vientre cuyos trazos bajaban y se ondulaban formando las prominentes caderas para después dividirse en dos piernas y justo en medio de ellas un colorado y depilado bollito, esta acalorante imagen despertó unas insaciables ganas en Don Apolinar por volver a devorárselo, así que enrolló sus negros brazos entre las blanquitas nalgas de la joven para levantarlas al punto de tener a centímetros de su boca la concha de la nena, para después pegársele como una verdadera garrapata.
El negro quien devoraba panocha como un condenado a la guillotina se aferraba de los torneados muslos de Margarita, arqueándole la espalda, y en esta pose seguía con sus humillaciones orales a la pobre niña, sintiendo hasta los mínimos movimientos de lengua de la señorita tallándole su verga, las potentes embestidas ya habían hecho que Mar casi se doblara del cuello, su cabeza estaba ya casi oculta en el borde del escritorio, ella ahora se apoyaba con sus dos manitas del suelo estirando sus brazos, el negro de repente comenzó a bufar y a hablar incoherencias según Mar, pero era más bien que Don Polo emitía peladeces, insultos y vulgaridades en su natal idioma que la nena no comprendía.
Lo que Margarita no advertía era que el viejo, aparte de estarla llenando de peladeces, también avisaba que estaba a punto de correrse, sus bolas se hincharon hasta la desproporción y su verga manifestó un grosor indescriptible, y fue el mismo viejo quien tomando los muslos de la joven y apretándolos contra su negro cuerpo enterró su estaca hasta lo más profundo que esta llegara y después de un fuerte mugido casi de buey comenzó a sacudirse descargando violentísimas eyaculaciones de amargo líquido blancuzco dentro de la boca de Mar, solo se necesitaron de tres chorros, cada uno secundado con su respectiva sentadilla, para que la cavidad bucal de la nena se viera inundada en leche, no conteniendo tanta mermelada blanca la boquita de Mar comenzó a derramarse en esa fétida sustancia la cual escurrió por toda su carita, además también de su nariz comenzó a brotar la tan olorosa mezcla para unos momentos más tarde comenzar a brotarle hasta de sus lagrimales.
El viejo, con cara de asno cachondo, comenzó a quejarse y moverse descontrolado, sacando su lenguota y revoloteándola al tiempo que giraba su cabeza como un loco, casi pareciendo que lo estuvieran exorcizando pero en realidad estaba realizando una danza extraña. Margarita, aun con su boquita llena de verga regurgitaba gruesas cantidades de semen, teniendo que hacer varios tragos en contra de su voluntad para no ahogarse con este espeso líquido, hubiera limpiado su carita con sus manos pero justo cuando pensaba en esta posibilidad el viejo se acomodó muy concha, sentándose encima del tronco y senos de la señorita, imposibilitándole el movimiento de brazos con su lampiño, negro y sudado trasero y dejándola con muchas dificultades para respirar.
Don Apolinar se tomaba un descanso después de la agotadora faena, su verga escurría un grueso hilo de leche el cual la unía con el cuerpo de la nena, una vez recuperado tomó a la muchachita de sus cabellitos subiéndola por completo al escritorio para volverla a acomodar boca abajo, ubicándose rápidamente para de nuevo lubricar el ano con su saliva.
-ahora si mi pequeña Venus, probemos ese agujerito- dijo esto para sumir nuevamente su aberrante cara en los cachetes de la nena, ella por reflejo acostó su cuerpo completamente pero el viejo en pocos segundos le había levantado las caderas y por ende el culo, sumiendo entre las nalgas de Mar su oscura cara la cual contrastaba de manera increíble con las blanquitas posaderas de la joven.
El viejo atacó en primera instancia la concha, su lengua se revolvía de manera asquerosa haciendo un intercambio de fluidos con la panocha de la moqueada nena, sus labios casi tan gruesos como los vaginales degustaban en demasía de esa agridulce cuevita, ella en tanto comenzó a sentir otra vez, importantes destellos en su vagina que sensibilizaban todas sus demás zonas erógenas, quería detener eso pero algo dentro de ella le impedía moverse, no sabía si era por miedo o porque en realidad ¿le estaba gustando lo que le hacían?, al pensar esto trataba de nublar su mente pero sin que se diera cuenta ya estaba gimiendo nuevamente. Una vez el viejo desprendiéndose de esa olorosa concha pasó al ano el cual palpitaba de puro gusto pues también había estado recibiendo una estimulación consistente en dedeos, y es que mientras el viejo mamaba concha como desesperado uno de sus dedos realizaba el reconocimiento de la zona anal.
Como primera acción el viejo se dedicó a lamer y morder la suave carne principalmente el gran canal que divide cachete con cachete, la nena, a pesar de lo asquerosa que se imaginaba su situación, el recibir esas lamidas estaban, sin que ella quisiera aceptarlo, calentándola de nuevo, y es que las cosquillitas que sentían eran más que eso, Don Apolinar quiso penetrar analmente a Margarita con su lengua, pero este órgano era demasiado flácido como para profanar esa barrera tan heroica, vanos fueron todos sus intentos pues la enorme lengua de sapo del viejo se quebraba en cualquiera de las direcciones al intentar penetrarla, en todos los esfuerzos dicha lengua terminaba doblándose como si fuera de plástico para disgusto del reprobable, el viejo totalmente encolerizado por el juego sucio que estaba empleando la chiquilla tomó su verga para de una vez por todas romperle el culo a tan preciosa señorita.
Don Apolinar se mandó el primer envión, sin embargo la poderosa embestida a pesar de haber hecho un terrible esfuerzo en donde el viejo perdió gran parte de sus energías, no logró traspasar la resistente barrera anal, después de unos cuatro minutos en que el viejo estuvo presionando con su verga al máximo esta terminó por flaquear en su primer intento desviándose hacia arriba, terminando él y ella, mas cansados en este asalto que con todo el anterior, uno por ejercer fuerza pélvica y la otra por apretar su anal esfínter.
Los cuerpos sudorosos reflejaban la amarillenta luz proveniente de la vieja bombilla que alumbraba la oficina, el negro arrodillado y la nena casi en posición de perrito se preparaban para un segundo choque, nuevamente el viejo herido en su orgullo de macho por no poder penetrar a la primera a esta hembra se mandaba otro fiero empujón aun más viril, la batalla que libraron nuevamente estos dos órganos fue titánica, un enorme y negro barreno empujando apoyado en primera instancia por una de las manos del viejo no podía vencer la resistencia de un ano de dieciocho añitos, después el bufante viejo empujaba con las dos manos haciendo descomunales fuerzas pélvicas que se reflejaban en su descompuesto rostro y ni así.
-aaahhhhh!!!, maldita perra!!!, afloja el pinche culo!!!, no lo pongas duro hija de la gran putaaaa!!!!!- el viejo se le marcaba toda la yugular y dejó escapar gruesas gotas de saliva al emitir este último insulto.
-yaaaa!!!, por favoooorr!!!. No sigaaaaaa!!!, me va a partiiirr!!!, eso estaaa… muy grandeeee!!!!, no va a caber!!!!- se quejaba la nena.
-claro que va cabeeeerrr!!!, tiene que caberrr!!! si no tiene mucho se la dejeeee ir a una putilla mucho más chica que tuuu!!!!!- berreaba el viejo.
-es usteddd un monstruooooo!!!!!-
-calladdd, zorraaaaa!!!, o señorrr, o mi Dios Todopoderosoooo!!!, protector de los indefensoooss!!!, rey de reyeeeesss!!!!, dame la fuerza para romperle el culo a esta putaaaaaaa!!!!, y cumplir con tu mandato divinoooooo!!!!- sin embargo al parecer el Dios al que le rezaba Don Apolinar estaba en el baño pues no escuchó sus plegarias terminado este negro por desistir de su segundo intento.
-maldita perra estás bien dura!!, pero eso me excita, me calienta, cuando te penetre hasta van a tronar tus paredes anales jejeje, y el pensar eso me pone duro a mí también-
Las respiraciones eran tan pesadas tanto de uno como del otro bando, la agotada nena permanecía arriba del escritorio confiada en que este negro no lograría su maquiavélico cometido y terminaría rindiéndose mientras el sudor invadía su escultural cuerpo y ya había empapado completamente su vestido el cual seguía enrollado en su cintura, el extenuado viejo analizaba esa abertura anal y se preguntaba el porqué de su desdicha, Margarita estaba apenas recuperando las fuerzas cuando sintió que algo nuevamente empujaba por metérsele, pero este algo era más delgado.
En un instinto de supervivencia la nena quiso incorporarse ayudada de sus bracitos pero debido al desgaste anterior estos no le respondieron, estaba tan agotada que era un milagro que por lo menos hablara.
El africano trataba primero con un dedo y a este se le fue sumando otro, lentamente y después de un asqueroso escupo con todo y gargajos impactado contra el ano de la señorita los dedos fueron buscando un minúsculo reducto para poder atravesar esa férrea entrada hasta que lo lograron a la altura de la primer falange, ambos dedos en forma de gancho intentaban desgarrar ese cerradísimo conducto, una vez que el viejo divisó un estrechísimo espacio brindado por el ano no lo dudó y metió su lengua en el interior de este.
Este órgano gustativo entró de manera dificultosa, aunque el estar demasiado viscosa le permitió lentamente ir ganando más terreno, Margarita sintió como si un animal estuviera violando su posterior salida, rápidamente volteó y vio al viejo nuevamente enterrándole toda su cara en su exuberante trasero, exhibía una cara tremendamente descompuesta, todo se le arrugaba principalmente su frente, ceño y las arrugas que unen la nariz con la boca. El negro volteaba a verla a ella para regalarle un guiño para después volver a cerrar sus ojos y concentrase en lo suyo.
-no haga eso por favoorrr!!!- dijo Mar y con una de sus manitas intentó ahuyentar al animal golpeándolo en su brilloso cráneo pero este viejo no lo despegaban con nada.
Casi a velocidad luz el viejo sacaba sus ganchos llevando ambas manos a enterrarse entre las carnes de la nena, sus dedos apretaban y se sumían en las nalgas como si estas fueran de manteca a pesar de la dureza que las caracterizaban. Al liberar los dedos, la lengua quedó atrapada pero con la suficiente libertad para moverse dentro de la nena y comenzar con su trabajo, Margarita podía sentir la bufante y caliente respiración del viejo recorriéndole toda su raya, llegándole hasta su espalda, y de paso erizarle todos los casi imperceptibles vellitos que cubrían su femenino cuerpo, y es que la espalda de la nena era muy sensible a las caricias.
En varios intervalos de tiempo Don Apolinar cosquilleaba también el clítoris estimando que este ya debería de estar relajado, esta manipulación sumada a las indescriptibles sensaciones que se estaban despertando en Margarita llevaban a la nena a descomponer muy lentamente su carita, el gesto notablemente incómodo y molesto iba cambiando muy pausadamente al de una auténtica zorrita viciosa.
La mano que anteriormente golpeaba al viejo ahora lo hacía con menos ímpetu, así hasta que abandonó esa actividad para intentar ahora disimular los quejidos, su carita de la nena se ladeaba en la madera del escritorio pegándose a dicho material de uno de sus cachetitos y su otra mano se aferraba de una de las esquinas del mueble, notándose en su fina espalda toda la femenina musculatura. Por su parte, el pervertido negro reía dentro de sí al evidenciar que la nena poco a poco era sometida a los placeres anales y ahora su lengua ganaba más espacio mientras una de sus manos masajeaba la dulce papayita y de repente frotaba el hinchadísimo clítoris como si quisiera sacarle brillo.
El viejo también apretaba y estrangulaba las nalgas que estas, en varias de sus partes, esponjaban sus carnes haciendo que las líneas que dividían los músculos de la espalda baja de Margarita se notaran bastante, incluso ese par de hoyitos ubicados en dicha zona se alertaban escandalosamente cada que el viejo masajeaba de abajo hacia arriba las potentes nalgotas. Poco a poco Mar se iba entregando a las sucias caricias, con sus ojitos cerrados su carita se direccionaba como si estuviera viendo hacia abajo, sus pómulos estaban enrojecidos y una pesada gota de saliva caía de su boca la cual permanecía abierta debido a que ya gemía audiblemente observándose su esponjosa lengüita, transformación que al viejo Polo le fascinaba.
El viejo seguía con sus talladas sobre la colorada vagina de Mar, por momentos sus dedos sentían el pesar de una sustancia viscosa de consistencia melosa cayendo sobre ellos y la utilizaba para lubricar sus dedos y comenzar a penetrarla vaginalmente con estos, de manera lenta y cadenciosa pero rozando donde tenía que rozar haciendo casi derretir a la ya entregada señorita quien no quería aceptar lo que le tocaba, pero que después de mucho rato de estarse moviendo o quejándose ahora estaba quietecita y suspirante.
-ahhh!!!, mmm!!!, afffggg!!, mmmhhggggg- Margarita ya no se limitaba al expresar sus gemidos y no solo eso, su mente la traicionaba pensando oraciones que ella juraba no estructurar.
“ayy que rico, que rico se siente esto, tengo… unas ganas de refregarme mmm” ,
“maldito viejo, deje de tocarme o me voy a venir otra vez”
“la quiero, la quiero dentroo” todos estos pensamientos asaltaban la mente de Margarita al punto de que cuando se dio cuenta ya estaba meneando su culo como una gatita en celo, movimiento que también mecía la negra cabeza de Don Apolinar.
Una vez alertados estos felinos movimientos Don Apolinar se dijo que ya era mucho de estar lamiendo ano, sacó su lengua y sin esperar más tiempo llevó nuevamente su verga en contra de esa rebelde entrada, mandó un pegajoso escupo que atinó impecable al recto para ahora mandarse un poderoso envión (no sin antes aprovechar los vaginales jugos de la nena como cubierta para su verga) que de igual manera fue detenido por la titánica resistencia, sin embargo el viejo notaba en su enemiga que tal fortaleza comenzaba a derrumbarse, notando también como ella parecía estar parando mas el culo, y con esta motivadora postura tomó las caderas de ella acercándose el culo para dar más fuerza a su empellón sintiendo como el glande se sumió unos centímetros.
-uuuuhhhggggg- un pujido se escapó de los labios de Mar cuando sentía como el glande iba abriéndose el espacio necesario, casi escuchándose el tronar de sus paredes anales ante cada centímetro ganado, tal como el viejo lo había advertido.
Fue algo más que doloroso para Margarita pues a cada centímetro de verga que se comía su ano le correspondía casi un minuto de sufrida lucha a ese miembro para arrebatárselo, faltando casi la mitad del pepináceo barreno el viejo se la dejó ir toda, a lo bestia, provocando un aullido en la jovenzuela la cual se quebró de su espalda al tiempo que temblaba de su cuerpecito y en su carita sus señales de vida iban desapareciendo, la jovencita no pudo asimilar dicho trato y cayó en un estado de semiinconciencia solo sintiendo un mortífero dolor en su ano y una barra ardiente y palpitante atravesándoselo y es que Mar había sido desvirgada analmente por una verga de 30 centímetros.
La maniaca risa que se dibujó en la cara de Don Polo era como para pintarla en un cuadro teniendo el efecto de que los santos del Vaticano se derretirían al presenciarla, su risa parecía provenir de los más entraño del infierno, sus mugidos eran de un auténtico toro en plena corrida, mientras resoplaba admiraba el femenino cuerpo que tenía atravesado notando como sus manos abarcaba casi toda la breve cintura de la joven caucásica que yacía mancillada.
Entonces el negro jaló aún más hacia él las nalgas de la nena, y así sin importarle que esta estuviera casi inconsciente comenzó a embestirla sin razón alguna como si no hubiera un mañana, el conducto era muy estrecho pero el negro escupía a cada rato procurando mantenerlo lúbrico. Como si se tratara de un luchador este asno llevó una de sus manos a la nuca de la joven para someterla o jalarla de sus cabellos sin dejar de embestirla con crueldad, rudeza que se notaba en sus satánicos semblantes, en los temblores que atacaban el potente cuerpo de la niña en cada arremetida y en los sonidos que producían los astronómicos choques de los cuerpos en colisión.
-escúchame bien perra asquerosa, en este momento te estás tragando toda mi verga, lo que más te conviene es poner tu culo flojito ya que si empiezas a estarlo apretando puede que cuando te la saque me traiga todo el forro interno de tu recto, ¿quieres andar con el ano de fuera?- preguntaba el negro, la semi inconsciente nena respondía negativamente con un movimiento de cabeza.
-entonces ¿vas a tener tu culo flojito para mi? jeje- volvía a preguntar el negro, la nena esta vez asintió afirmativamente.
El negro bajaba su terrible cara de equino caliente buscado con sus bembas la boquita de la nena, la cual yacían abierta con la carnosa lengua de fuera y con una enorme poza de saliva debajo, para pegarse un repulsivo beso, beso que sorprendentemente la nena correspondió gimiendo y pujando, y beso que al negro le supo a su propio semen pues en la boca de la nena aun había vestigio de esta suciedad, pero con mayor presencia en su rostro en donde sendas costras blancas y pegajosas ya un poco secas cubrían en buena parte el bello cutis de Margarita, incluso la nena parecía estar llorando blanco pero era el mismo semen que escurría de sus lagrimales.
Poco después al parecer la panocha también reaccionaba a los ataques anales con descargas de jugos en cada arremetida hasta el punto en que un gran y viscoso cordón de flujo trasparente colgaba desde la elevada concha de la nena llegando hasta tocar el mueble. Cada empujón, en el que el viejo enterraba hasta el fondo su gruesa vara, iba acompañado de una agridulce expulsión de néctares por parte de la panocha de Mar los cuales salpicaban como si de una regadera se tratara, así hasta que la nena se corrió como Dios manda, casi orinando sus hirvientes caldos los cuales cayeron sobre el escritorio empapando algunas facturas que por ahí se encontraban.
-jejej, perra hija de la gran puta, te corres peor que las puercas- bufaba el viejo.
El bembón viejo, sin sacar su taladro, comenzó a retroceder su cuerpo hasta bajarse del mueble sin salirse de la nena y al mismo tiempo jalando a su doncella hasta que ambos cuerpos genitalmente pegados como perros abotonados yacían semi encorvados y de pie al lado del escritorio, las carnosas piernas de Mar a pesar de su notable dureza temblaban debido a las energías gastadas en el episodio anterior, en tanto el viejo lucía entero, parecía haber recuperado su poderío, este enfermizo sujeto tenia a Mar sometida de su nuca haciendo encorvar un poco la espalda de ella, mientras ella se apoyaba del borde del escritorio con sus dos delicadas manitas al tiempo que sacaba un poco el clavado culo ya que la posición así la ubicaba.
La jadeante nena estaba terriblemente agitada con su cabello cayéndole hacia abajo cubriéndole toda su carita. El brilloso negro decidió invertir posición, quedando él ahora recargado de espaldas en el escritorio mientras que Mar se recargaba con el culo en el recio y negro cuerpo dejando caer sus bracitos los cuales no le respondían, Tomándola de las caderas e inclinándola un poco de espaldas el negro la atraía hacia él, haciendo que la nena se ensartara en su humeante instrumento.
En cada ensartada, se podía observar la femenina corpulencia marcarse un poco más de lo normal, en sus bracitos, en sus piernas y muslos, y sobre todo en su abdomen, la nena evidenciaba un cuerpo tan tonificado como si fuera de una maestra de yoga, su proporción era tan perfecta que en cualquier posición que fuera acomodada esta terminaría enardeciendo a su macho con sus excelsas curvaturas.
Rápidamente, para gusto de viejo, la pequeña hembrita comenzó a gemir debido a los casi sentones que se pegaba arriba del moreno miembro, Don Apolinar se apoderaba de los danzantes senos volviéndolos a estrujar y aplastar como si quisiera sacarles el relleno, como si quisiera sacarle el merengue a tan apetitosas mamas ya que comenzó a jalar los pezones al más puro estilo como se ordeña una vaca empezando a salir un líquido blancuzco semitransparente a partir de los fuertes jaloneos.
El viejo enrollaba uno de sus antebrazos en el cuello de la nena y de este modo la atraía hacia él, arqueándola a la mitad de su cuerpo, para esto ladeaba el rostro de la viciosa nena para fundirse con ella en un guarro enredo de lenguas, ella tímidamente aceptaba la cochina acción aunque después podía verse más desinhibida intentando por ella misma anudar su lengua con la del viejo mientras este desalmado se dedicaba a sobajear cada milímetro del esbelto vientre de la chiquilla. Las manos del negro viejo no se daban abasto recorriendo cada centímetro del modelado cuerpo de la blanca chica.
En la caliente oficina de Don Apolinar todo eran jadeos, gemidos y berridos, además de que todo el ambiente estaba aromatizado a sexo con penetrantes aromas tanto a agria verga vieja como a concha húmeda, así como un fuerte olor a sudoración masculina, este hedor a macho caliente, a machos rústico, sumado a los potentes embistes tan certeros y placenteros así como a la forma en que el viejo acariciaba todo su cuerpecito y como le comía la boca, y un poco a los escandalosos sonidos provenientes del choque de los desnudos cuerpos estaban haciendo que la nena llegara a otro clímax tan épico que casi se sintió en el cielo de las vergas, donde las huevotes rellenos con crema blanca crecen de los árboles listos para ser degustados así como las enormes vergas brotan del suelo, y una gran cascada de semen caliente en donde hermosas hembras se bañan todos los días corre de manera perpetua por los siglos de los siglos.
Estando en estos fantasiosos momentos la nena, con carita más que viciosa, se dejaba caer de espaldas siento atajada por la negra bestia fornicadora detrás de ella para desbordarse en otro chorreante orgasmo en donde cada eyaculación fue secundada por un ligero movimiento pélvico como abdominal de la nena, llegando a ondular su cuerpo de manera exquisita arriba de la morena tranca al tiempo que también ella misma se daba de sentones comiéndose la verga completa pegando un berrido en cada sentón, el negro tuvo que sostenerla de sus bracitos para que esta no se derrumbara pues sus piernas, a pesar de verse vigorosas, se aguadaron al sentir el desprender de tan importante cantidad de jugos, primero temblaron para después unirse de las rodillas y terminar perdiendo todo el vigor.
En estas condiciones la nena fue chispada de su culo sin el menor cuidado y arrojada al sillón, donde antes estaban sentados los tres mafiosos que salieron en busca de un briboncillo, quedando acomodada boca abajo a todo lo largo del mueble para después el viejo posarse encima de ella, contrastando pieles a mas no poder, Don Apolinar ubicó su tieso miembro a la altura de las nalgas de Mar para dejársela ir primero por la concha, procurando lubricar su miembro lo mayor posible, para después sacarlo e intentar meterlo en el culo de la nena., nuevamente ejercía presión importante hasta lograr embutírselo por el culo a la nena para después sacárselo y volvérselo a dejar ir por la panocha, y así estuvo el viejo realizando un total de casi veinte repeticiones entre ano y concha hasta que al fin se decidió nuevamente por el coloradísimo culo.
De nuevo la venuda verga entraba a marchas forzadas, notándose un poco de dificultad de esta para sumirse en ese apretado conducto, mientras la nena se ponía hasta bizca al sentir otra vez la violenta entrada de tan desmesurado grosor, teniendo que apretar el descanso del sillón tanto con sus manitas como con sus dientes siendo ahora ella la que casi bufaba.
-uuuhhhgggggggfffffsssssss- Margarita dejaba salir un sonido similar a como si le hubieran sacado el aire una vez que sintió el arponazo con el que el chuzo del viejo entró completamente, casi arrancando ella el pedazo de forro del sillón con una mordida.
Así, acostados, la pareja comenzaba nuevamente a fornicar arriba del sillón, Don apolinar moviéndose como gusano y Margarita intentando mantener su culo lo más levantado posible para según ella soportar mejor las embestidas, las cuales eran tan brutales que después de unos minutos de intensa cogidera las patas del sillón comenzaran a crujir y doblarse así como su asiento a sumirse. Un sinfín de cucarachas huyeron despavoridas debido a los temblores que azotaban el sillón representando para estos bichos una señal apocalíptica de su empolillado mundo.
La caliente Margarita procuraba de vez en cuando voltear a ver al viejo a su cara, mirando las terribles facciones de un ser cuya única aspiración en la vida se limitaba a coger a cuanta jovencita le levantara la verga para, pasados unos segundos, retirar su verde mirada al tiempo que cerraba sus ojitos concentrándose en las arremetidas y gimiendo de manera escandalosa y hasta evidenciando una cómplice risilla mientras su compañero de coito la acompañaba con horrísonos graznidos y mugidos.
Y es que la nena recibía azotes con fuerza taurina, ella misma recordaba al gordo, a Felipe, al Lucio llamándola puta, perra y demás y para su sorpresa esto la calentaba hasta la insania, se sentía tan frágil e indefensa en este nuevo mundo lleno de bestias sedientas de sexo y enardecidas por disfrutar de sus orificios, y ahora con este nuevo macho encima de ella solo se disponía a gemir y aullar más fuerte pero convenciéndose ella misma de su posición, calidad o condición como una simple y vulgar puta disponible para el macho que quisiera tomarla pensaba ella, pero cuando se meditaba esta propuesta su mente le dictaminó que estaba equivocada ya que ni siquiera tenía ese derecho, que en realidad era con quien el gordo le ordenara revolcarse, aceptando la nena esta orden con un meneo de caderas tan excelso que alteraron al negro a tomarla de sus cabellos y enterrarla entre los viejos cojines levantándole el culo para mandarse sus más bestiales arremetidas sin importar que en realidad pudiera hasta matar a su víctima.
La concha de Mar escurría harto jugo, el cual caía pesado desde esa cuevita, que ya había formado un visible charco de néctares arriba del sillón de donde era sometida, el negro también aportaba a la causa pues su barreno dejaba escapar ríos de lubricantes los cuales se fusionaban con los de la concha de la nena para formar un viscoso revoltijo de fluidos.
Después de un lapso de casi cuarenta y cinco minutos en donde el africano nunca dejó de mancillar el rojísimo culo de la nena, este depravado sentía como sus mocos ya estaban a la vuelta, dando inhumanas empaladas a la grácil anatomía femenina que yacía ya casi desmayada y convulsionante por otro agotador orgasmo que terminó por vaciarla y que la dejó en un inminente ataque de espasmos, Don Apolinar sentía los espesos litros de marfilesca nata bajar por sus conductos y estando estos en la punta de su glande enterró lo más que pudo su negra vaina haciendo que la nena despertara pegando un lúgubre aullido al tiempo que le llenaba el culo con su pegajosa y cremosa esencia.
El viejo arrojaba las cuantiosas cantidades de condensada leche hasta el fondo del culo de Margarita la cual sentía como iba siendo inseminada por la apestosa esencia, inexplicablemente a raíz de la fuerte descarga la nena comenzó a emitir una ligera risita como si estuviera disfrutando que un negro le estuviera rellenando el culo, mientras el negro se desgargantaba en gritos y casi se dislocaba la cabeza meneándola de aquí para allá, a la vez que notorios temblores asaltaban su abultado vientre dándonos a entender que en cada uno una exagerada inyección de rancio esperma era arrojada a las entrañas de Mar, llenándole todo el culo y parte de los intestinos, para terminar el viejo, desplomándose arriba de la señorita mientras su verga iba perdiendo dureza dentro de ella y terminaba por vomitarse.
Casi una media hora la pareja de amantes estuvo recostada en el sillón, Margarita debajo y el viejo arriba de ella, asegurándose que su verga la drenara completamente, sacándola muy lentamente después de sentirse que se había quedado seco, quedando la verga unida al ano de la joven por un elástico hilo blanco que simulaba un ondulado puente colgante.
Pancho, quien yacía sentado en el sofá del recibidor, veía como el sonriente negro venía a hacerle entrega de su curvilíneo y disfrutado paquete, la jovencita con cara de extremo cansancio, sudada, con su pelito alborotado, vestido mal acomodado y un poco roto de su escote, concha escurrida, culo burbujeante y ardiéndole, y con extrañas marcas semitransparentes haciéndole brillar su cara observaba al gordo tan risueño sentado y aferrando de la cintura, con una de sus manazas, a una de las chicas mientras le pegaba tremendo besote de lengua siendo disfrutado por ella, al mismo tiempo que la otra prostituta, arrodillada, solo movía la cabeza ascendente y descendentemente, entendiendo la Margarita que esta otra puta estaba pegándole una mamada a su macho, la nena experimentó un extraño sentimiento, algo como entre enojo combinado con ¿“celos”?, pero quizás sería más bien repulsión a esa rechoncha persona por utilizarla como un artículo de trueque mientras él disfrutaba tranquilo de la vida, estaba intentando convencerse de eso mientras aferraba su escote con una de sus manitas para no enseñar las chiches cuando vio a la puta que mamaba la verga del gordo acomodarse a manera de cabalgarlo, posición que no duró mucho pues el negro fue a entablar una pequeña conversación con Pancho al tiempo que se estrechaban la mano para proceder a despedirse.
Ya en el coche y con la luz del nuevo día, después de haber pasado nuevamente el improvisado retén en donde ahora la nena no fue manoseada, Pancho se mandaba otra orden, la misma de hace rato, la nena tendría que volver a mamarle la verga todo lo que durara el camino con la diferencia de que la verga de Don Pancho esta vez olía a semen, y estaba impregnada de babas y jugos vaginales procedentes de otra mujer.
-Don Pancho, es que estoy muy cansada- se quejaba la nena una vez enterada de la orden al tiempo que se ladeaba en el sillón del coche pues su culo le incomodaba demasiado.
-ora, ora zorra, solo será unos cuantos minutos y por haberme hecho ese otro favorcito te dejaré descansar todo el día jeje- decía el gordo refiriéndose a la forma en que anticipó a su deuda.
La jovencita aceptaba y nuevamente se pegaba a esa verga como si fuera la última que mamaría en su vida, haciendo retorcer al despiadado viejo con semejantes lamidas, chupadas y succiones que le pegaba, esta vez la nena hasta sacaba su lengua para castigársela con la verga del viejo, y de paso aprovechaba para latigarse su rostro de adolecente con dicho aparato, y es que Mar quería derramar al sudado viejo rápidamente para así dejar de mamar y en su afán por conseguir el sucio propósito lo miraba con carita tierna y mimosa mientras se metía la verga lo más que podía
Ni siquiera ella supo por qué le hacía tales cuestionamientos – ¿así le gusta Don Pancho? ¿Lo hago bien?- decía la nena sin poder explicarse el porqué de su actuar, y cuando recordó que esa verga había sido mamada por otra hembra que no fuera ella se le pegó al glande con los puros labios y comenzó a dar de potentes succiones queriendo sacarle hasta la última gota de leche al sudado viejo, cuya traspiración ya aromatizaba el oxidado cacharro, y es que la nena quería demostrarle a su macho que para mamar vergas nadie como ella.
Por momentos la joven hembra tomaba la apestosa verga de su base con una de sus manitas para proceder a mandarse ininterrumpidas chupadas llegando a realizar entre cuarenta y cincuenta repeticiones en un solo minuto para después parar un poco para darse un descanso mirando media coquetilla al gordo a quien ni así se le quitaba la cara de agrio, hasta procuraba que el gordo viera el fino movimiento labial que ella realizaba y en donde se podía observar era para saborearse los líquidos preseminales.
Mientras tanto el viejo con cara de ogro conducía sin dejar de sentir los exquisitos labios y lengua allá abajo haciéndole maravillas, por momentos movía la palanca para cambiar la velocidad y de paso aprovechaba para tallar la cabeza de la niña de la misma manera que se le hace tal cariñito a un perro mientras ella sentía la pesada mano revolviéndole sus cabellitos.
El viejo no demoró mucho en tener su primera corrida la cual fue depositada completa dentro de la boquita de la nena, dictaminándole que le enseñara su lengua llena de semen para después decirle que se la enseñara una vez que se hubiera tragado tal mezcla, aun así el viejo no dejó que Margarita descansara exigiéndole que no parara de chupar hasta que ellos llegaran a su destino, en el camino la nena tuvo que tragarse otra corrida igual de cargada que la anterior pero según ella más espesa para después casi a unas cuadras volver a tragarse otra dejando la verga del viejo completamente desinflada aunque esto no fue motivo para que su lengua siguiera recorriéndola, fue tal la cantidad de semen ingerido por la nena que las nacientes ganas por probar desayuno desaparecieron con las nutritivas raciones espermáticas.
Una vez que Margarita escuchó al motor apagarse pudo respirar un aire de alivio, llevándose sus dos manitas a la cara, tallándosela y subiéndolas hasta peinar su cabello, esperó a que el pesado viejo se bajara del auto para poder hacer lo propio, unos destellos de luces en tonalidades azules y rojas llamaron su atención y más porque se trataban de dos patrullas estacionadas enfrente de la cantina de Felipe, la cansada nena, recuperando todas sus energías como por arte de magia, alcanzó a gritar.
-nooo!!!, que hacen!!!, no se lo lleven!!!- terminó por salir corriendo hacia las patrullas quitándose los tacones durante el trayecto para poder correr más rápido así como aferrando el escote de su vestido para no enseñar sus pesadas y bamboleantes tetas.
Continuará…