Una dependienta descarada recibe su castigo (III)

Continúa el terrible secuestro de la dependienta, o quizá no tan terrible...

Seguía llorando, humillada, tirada en el suelo, cuando Victoria entró por la puerta de la habitación.

  • Muy bien cariño, tu primer cliente se ha ido satisfecho, esto te hará ganar puntos con el señor Gómez y seguro que obtendrás alguna recompensa. –Dijo suavemente mientras se arrodillaba a mi lado.

Victoria me secó las lágrimas con sus dedos y me abrazó acurrucándome contra su pecho, consolándome.

  • A ver cuéntame, ¿tan mal momento has pasado? – y dicho esto pasó una de sus manos por mi entrepierna- no mal del todo no lo has pasado, estás encharcada, como decía mi padre húmeda de ojos, húmeda de coño-rió.

En cuanto entré en mi habitación y me aseé, hice memoria de todo lo que había pasado esa noche, un hombre que al principio me desagradaba acabó haciendo que me corriera repetidas veces, me había estrenado en el sexo anal y para ser la primera vez lo había disfrutado bastante, pero no podía olvidarme de que lo estaba haciendo por obligación.

A la mañana siguiente me desperté al sentir que acariciaban mi espalda desnuda, unos dedos me hacían cosquillas paseándose por mi columna vertebral. Abrí los ojos y vi a Margot, la chica rubia que me había ayudado a maquillarme el día anterior.

-Buenos días, ¿cómo te encuentras hoy? ¿Preparada para otra jornada laboral?-saludó.

-Buenos días, ¿tan temprano? Pero si no me ha dado tiempo ni a descansar… -me quejé.

-Tranquila, hoy

vamos a ir de compras, nos acompañarán Victoria y uno de los chicos de seguridad por que el señor Gómez tiene miedo de que intentes escapar, pero nos lo pasaremos bien escogiendo tu nuevo vestuario. Vístete, te esperamos abajo.

-De acuerdo – asentí.

Me puse un vestido que había sobre la cómoda de la habitación, intuí que Margot lo había dejado allí. Era un vestido estampado de gasa, muy vaporoso, de tirantes finitos y bastante escote. No me habían dejado ropa interior, por lo que tuve que vestir directamente el vestido y calzarme las sandalias de tacón que había dejado junto a la silla. Me peiné un poco y bajé las grandes escaleras hasta el recibidor.

Allí estaban esperándome la madame, enfundada en una ajustadísima falda de tubo que marcaba perfectamente cada una de sus curvas y su culo respingón, y una camisa de seda transparente de manga corta que dejaba entrever un sujetador de fino encaje. A su lado estaba Margot, con un vestido similar al mío, sin sujetador también. Y junto a ellas un hombre de facciones duras vestido de negro, con una camiseta ajustada de manga corta que se ajustaba a sus bíceps.

-Buenos días-saludó Victoria- Ya te habrá dicho Margot que vamos a comprar tu vestuario, quiero que sepas que no tienes un límite económico, puedes comprar todo lo que te guste, y de paso te iremos enseñando algunas cosas del oficio.

  • Buenos días señora… -respondí.

Nos subimos a un todoterreno negro, Victoria se subió delante con el hombre que nos acompañaría, que era quien conducía, y yo me subí con Margot detrás. Tardamos unos 20 minutos en llegar a un parking subterráneo en donde nuestro conductor aparcó, y acto seguido se bajó a abrirnos la puerta y darnos la mano ayudándonos a salir. Subimos las escaleras del parking y me di cuenta de que estábamos en una de las calles con las tiendas más caras de la ciudad.

-Venga andando, vos tenés mucho que comprar y nosotras mucho que enseñarte – dijo la madame.

Entramos en una tienda de un diseñador muy conocido, allí nos recibió una mujer vestida elegantemente, Victoria habló algo con ella y al momento me mandaron pasar al probador, me dieron varios vestidos y conjuntos de falda y blusa para probar, después de probármelos, la madame decidió que nos los llevaríamos todos, continuamos con la misma rutina en varias tiendas y zapaterías, cargando al chico de seguridad que nos acompañaba con las bolsas.

Llegamos a una tienda de lencería muy cara, en el escaparate los maniquís lucían conjuntos de corsé, tanga y liguero de un encaje precioso. Compramos un montón de ropa interior, la más bonita y sexy que jamás había visto. Durante las comprar Victoria y Margot me explicaban la mejor forma de tener contentos a los clientes, trucos para que el trabajo fuera más sencillo.

Regresamos a la casa cargadas de bolsas, y todas ellas con cosas para mí. Sin embargo no me olvidaba de que no estaba allí por voluntad propia, sino por un chantaje, porque mi hermana no tuviera que sufrir esta terrible humillación.

-Sube y prepárate, ha venido un cliente, quiere probar a la nueva y esa sos vos- dijo Victoria.

Me di un baño y me vestí con uno de los nuevos conjuntos de lencería, que constaba de un sujetador y una braguita brasileña negra, me puse un vestido ajustado negro con un escote que hacía que el comienzo de mis pechos luciera en todo su esplendor y unas sandalias doradas de tacón alto. Respiré hondo antes de bajar las escaleras. Allí estaba Victoria charlando animadamente con un hombre muy atractivo, tendría unos 35 años, era alto, de buen cuerpo y con unas facciones muy atractivas.

  • Coral, te quiero presentar a tu acompañante de esta tarde noche, él es Adrián.

-Encantado Coral- dijo besándome la mano.

-Es un placer- respondí, no podía creerme que ese hombre tan atractivo necesitara de los servicios de una prostituta por muy de lujo que fuera.

-Coral, iremos a cenar a un restaurante del centro, luego veremos que nos depara la noche-dijo guiñándome un ojo.

Antes de marcharnos Victoria se acercó a mí y susurrándome me recordó que si intentaba escaparme o recibía cualquier queja, sería mi hermana la que pagaría las consecuencias

Salimos de la casa, nos subimos en su coche, un deportivo plateado de alta gama, y durante el camino apenas hablamos. Estaba tan nerviosa como si fuera la primera cita con un chico que me gustase.

Llegamos al restaurante, nos dieron mesa y nos sentaron en una terraza, el uno al lado del otro mirando hacia un precioso jardín. Elegimos lo que queríamos comer, y mientras esperábamos empezamos a charlar de temas banales.

Al rato, sentí su mano en mi muslo, al principio me sobresalté, pero al fin y al cabo, él había pagado por mis servicios, y encima era muy atractivo. Siguió subiendo con su mano e instintivamente abrí las piernas, metió su mano entre ellas y empezó a acariciar el encaje de la braguita. Sentía su dedo haciéndome suaves cosquillas, y mis mejillas estaban empezando a enrojecerse. Apartó la tela de la braguita a un lado y note su dedo rodeando mi clítoris, tocándolo de forma tan experta que me arrancó un suave gemido, siguió recorriendo mi entrepierna con sus dedos y sonrió al notar mi humedad. Introdujo un dedo en mi interior y comenzó a moverlo al mismo tiempo que rozaba mi clítoris con su pulgar, cuando vio acercarse al camarero se retiró unos segundos, y en cuanto este se fue sacó algo del bolsillo de su chaqueta y volvió a mi entrepierna. Noté que metía algo en mi agujerito, era algo frío, luego volvió a acariciar un poco mi clítoris y apartó su mano. Pensé que pararía para poder comer, aunque yo lo único que deseaba era que me siguiese tocando, se acercó a mi boca y me besó tiernamente. Entonces lo sentí, había metido un pequeño vibrador en mi coño y lo maneja a su antojo con un mando a distancia.

-Quiero que disfrutes la comida de una forma diferente –rió.

A penas pude probar bocado, los orgasmos se sucedían uno detrás de otro y cuando creía que pararía, volvía a encender el vibrador y mi coño con él.

Terminamos de cenar y yo estaba tan excitada que quería que me follase en cualquier sitio, aunque me extrañaba que él no había intentado que le tocase.

Llegamos de nuevo a la casa, y de nuevo puso en funcionamiento el vibrador, apenas podían caminar, notaba las paredes de mi vagina contrayéndose de forma continua y los jugos ya se deslizaban por el interior de mis muslos. Entramos en la habitación, que estaba preparada para nosotros, se acercó a mí y lentamente retiró el vibrador de mi interior.

Aquí empezaría a

mostrar su verdadera cara.

-¡Quiero que te desnudes y te quedes en ropa interior!-me ordenó.

Me saqué el vestido y cuando me giré a colocarlo sobre una silla sentí un dolor tremendo en espalda, grité y me giré a ver qué había pasado y sin verlo venir otra vez, me estaba dando con un látigo.

-Basta por favor – sollocé- no hace falta que me pegues haré todo lo que quieras.

-Lo que quiero es esto –dijo descargando su látigo otra vez sobre mi piel.

No se los latigazos que descargó sobre mí hasta que se cansó, solo sentía mi piel ardiendo por todas partes, hasta que de repente paró. Me agarró del pelo dándome un tirón y me llevó hacia la cama. El roce de la colcha con mi piel herida hizo que me quejara dando un pequeño grito y él me cruzó la cara de un bofetón. Era horrible me había dado una paliza y todavía no había acabado.

  • Todas sois iguales, os creéis que un par de tetas y un buen culo van a hacer que cualquiera caiga rendido a vuestros pies, pero ya ves, zorra, que no es así, que aquí quien tiene el control soy yo. Y todavía no hemos acabado, hoy vas a aprender que mando yo.

Yo no tenía fuerzas ni para hablar, me dolía todo el cuerpo. Él se acercó a la cómoda y cogió una botella de agua.

-Bébetela toda-dijo ofreciéndomela.

-No tengo sed.

-No te he preguntado si tenías sed, venga bébetela.

Obedecí y poco a poco bebí el litro y medio de agua de la botella. Mi vejiga se llenó y me entraron ganas de orinar. Me levanté con intención de ir al baño pero me agarró del brazo impidiéndomelo.

-No, no, no, mearás cuando yo quiera, ahora te voy a follar como la puta que eres, túmbate y abre las piernas.

Hice lo que me mandaba y él se acercó con su polla en la mano, era bastante grande y estaba totalmente erecta debido a la excitación que le causaba maltratarme. La acercó a mi coño, que estaba completamente seco, cualquier resto de excitación de la cena se había esfumado con los latigazos. Me escupió en mi entrepierna y volvió a escupir en su mano lubricándose la polla. Colocó su miembro en la entrada de mi agujero y empujó tan fuerte que sentí que rasgaba por dentro, la falta de lubricación hacían que mi coño no estuviese preparado para recibirlo. A él le dio igual, empezó a follarme primero con embestidas muy fuertes pero despacio, hasta que me la metió hasta los huevos.

Yo tenía muchas ganas de ir al baño y con la presión de su cuerpo encima de mi vientre y a las embestidas continuas de su polla hacían que fueran a más. Empezó a pellizcarme los pezones, los cogía con los dedos y los estiraba girándolos un poco, éstos reaccionaron y se endurecieron.

Cada vez sus embestidas eran más fuertes y

yo poco a poco estaba olvidando el dolor de mis heridas para centrarme en esa polla que me invadía, mi coño estaba comenzando a mojarse, y cada vez sentía más calor. Esto sí que no era normal, después de la paliza a la que me había sometido y me estaba excitando, había algo distinto, el sentir la vejiga llena hacía que el placer se viera levemente aumentado. Sin casi darme cuenta rodeé su espalda con mis piernas e inicié un vaivén con mis caderas siguiendo su ritmo. Me estaba follando con brutalidad y me encantaba, se apartó de mí y me hizo ponerme a cuatro patas, y así desde atrás me la volvió a meter en el coño follándome con furia, me tiraba del pelo hacia atrás y de vez en cuando soltaba algún cachete en mi culo, encima de las heridas, pero esto lejos de dolerme me hacía experimentar un placer maravilloso.

-Ahh ahh, me voy a correr, métemela más fuerte, más fuerte.

En ese preciso instante y en medio de un orgasmo tremendo mi vejiga se relajó y empecé a mearme, sentía como mi pis corría por mis muslos, mezclado con mis fluidos, y la sensación de alivio junto con esa polla taladrándome desde atrás hicieron que otro orgasmo se apoderara de mí,

sin apenas darme tiempo a recuperarme del primero. Creí que se iba a cabrear por mearme, pero eso era lo que buscaba comenzó a gemir y a gruñir y sentí su semen vaciándose en mi interior.

-Te ha gustado eh zorra, jajaja-rió- yo sé lo que os gusta a las de tu calaña, ahora ve a limpiarte guarra y luego lárgate.

-Me levanté sin mirarle,

me temblaban las piernas

y de repente lo oí.

-Espera puta- y se acercó a mí con su polla flácida en la mano, dirigiéndola hacia mí y comenzó a mearme encima.

Mis heridas escocían y me estaba dando

un asco terrible, pero me lo tenía merecido por haberlo disfrutado.

Me duché y me envolví en una toalla, él seguía en la cama, recogí mi ropa y me disponía a salir cuando se acercó a mí me acarició la mejilla y me dio un tierno beso en la boca.

-Le diré a tu jefe que eres estupenda, toma esto es para ti- dijo entregándome una pequeña caja.

Al abrirla vi unos pendientes de oro blanco y rubí. Yo no entendía nada, primero me había tratado como un caballero, luego me había machacado a latigazos y humillado meándose sobre mí y ahora me daba un beso y me regalaba unos pendientes.

-No yo no puedo aceptarlos-respondí al verlos.

-Tienes que aprender a aceptar el pago por tus servicios cariño, venga ve a que te curen esas heridas.

Subí a mi habitación y a los cinco minutos apareció el Señor Gómez con Margot, yo estaba llorando acurrucada en la cama.

-Coral, he recibido muy buenas críticas de ti, dos clientes atendidos y de los más exigentes y dos clientes satisfechos, eso se merece un premio. Mañana disfrutarás de un día libre en un spa de un amigo mío para que te mimen y te hagan los tratamientos que tú quieras. Ahora quítate esa toalla y vamos a ver cómo te ha dejado Adrián- me sonrió dulcemente- ya conozco sus gustos, pero no se qué tiene que al final todas lo disfrutáis.

-Madre mía- exclamó Margot- como te ha dejado pequeña, túmbate boca abajo sobre la cama y vamos a empezar a curarte.

Pensé que el señor Gómez se iría, pero se sentó a mi lado y me acariciaba el pelo. Margot se sentó encima de mis piernas, no llevaba ropa interior, podía notar su piel contra mi piel, y empezó a aplicar una crema en las pequeñas heridas del látigo, empezó por las de la espalda, que eran las peores. Sentía un gran alivio, era una sensación muy agradable. Siguió bajando y se centró en las de mis glúteos, extendía la crema con toda la palma de la mano, acariciándome dulcemente. De repente sentí sus dedos separando mis nalgas.

  • Tranquila, alguno de los latigazos te alcanzó por aquí- dijo acariciando la hendidura de mis glúteos y luego rodeando mi ano.

-Ahh- se me escapó un pequeño gemido.

Margot debió de darse cuenta porque continuó acariciando hacia mi coñito, sentía sus dedos hurgando entre mis labios, recorriendo mi rajita suavemente, produciéndome un agradable cosquilleo. El señor Gómez deslizó su mano de mi cabeza a mi espalda y acariciaba mi columna vertebral con sus dedos. Mi respiración comenzó a agitarse y mi coño con las sabías caricias de Margot se humedecía cada vez más, pero no era la única que mostraba síntomas de excitación,

veía el paquete del señor Gómez abultado y podía notar el mojado coño de Margot contra la piel de uno de mis muslos y sentí como movía sus caderas restregándose contra él.

  • Date la vuelta, vamos a ver cómo estás por delante- dijo Margot.

Me giré colocándome boca arriba y Margot volvió a sentarse a horcajadas sobre uno de mis muslos. Las manos del señor Gómez, ahora acariciaban mis costados, algo que hacía que escalofríos de placer recorriesen mi cuerpo. Margot seguía en su tarea de aliviar las heridas de mis pechos con la crema. De repente bajó su cabeza y muy suavemente me beso un pezón, luego pasó su lengua alrededor del pecho y siguió por mi cuello, hasta que nuestras caras quedaron frente a frente y me besó, fue un beso tierno y sensual, notaba el calor de sus labios y su lengua explorando mi boca, mi lengua le correspondió y nos fundimos en un beso que duró varios minutos. Ella no dejaba de restregar su coño húmedo contra mi muslo y con el suyo rozaba toda mi rajita haciendo que cada vez me excitase más.

-Ven aquí-dijo el señor Gómez separándome de Margot y colocándome sobre él.

Esta vez eran los labios de mi jefe los que me besaban con pasión, mientras Margot besaba mi cuello y masajeaba mis tetas. El señor Gómez se fue desnudando sin dejar de besarme, y sentí su miembro duro contra mi vientre, comencé a moverme rozándolo suavemente con mi entrepierna, masturbándome contra su polla, abrí un poco más las piernas y la dirigí hacia mi interior. Poco a poco se fue abriendo pasó hasta que la sentí por completo. Margot se separó y se quitó el vestido, para volver a colocarse en frente de mí, con su coño en la cara del señor Gómez. Yo empecé a moverme, aprovechando para sobar los pechos de mi compañera y besarla, ella gemía completamente entregada a la lengua de nuestro jefe y a mis besos y caricias. Yo me movía muy despacio, quería disfrutar de un sexo suave y lento, que se diferenciase del que había tenido hacía unos instantes.

Muy poco a poco fui aumentando el ritmo, hasta que sentí como una cadena de orgasmos se apoderaba de mí, grité hasta que la boca de Margot se fundió con la mía, ella también se estaba corriendo.

Margot se colocó sobre el señor Gómez y se metió su polla de un golpe, yo me coloqué detrás de ella, quería darle placer y con mi mano derecha comencé a masturbar su clítoris, mientras que con un dedo de la izquierda rodeaba su agujerito trasero. Los movimientos del señor Gómez al follarse a Margot, hacían que sus piernas rozasen mi coñito, y entre eso y la escena de sexo que estaba viendo me estaba volviendo a excitar. Margot gritaba anunciando su próximo orgasmo, yo aumenté mis caricias en su clítoris y metí mi dedo corazón en su culito, esto la hizo estallar y correrse entre fuertes gemidos. El señor Gómez no aguantó más y también se corrió al momento dando tres fuertes estocadas en el interior de mi compañera que ya no era dueña de sí.

El señor Gómez se retiró y fue al baño, yo todavía estaba caliente, y por primera vez desde que estaba ahí secuestrada, fui yo quien tomó la iniciativa. Abracé a Margot que aún respiraba de forma agitada y la besé con pasión, metí dos de mis dedos en su coño que se deslizaron completamente en su interior e inicié un mete saca rápido, deseando que volviera a correrse. Ella respondía a mis caricias con gemidos y besos. Bajé a su entrepierna y succioné su clítoris sin dejar de follarla con mis dedos, y

con la otra mano volví a meter el dedo corazón en su ano. Noté las paredes vaginales de Margot aprisionando mis dedos y una gran cantidad de flujo saliendo de su interior. La besé en los labios con pasión, y ella se giró quedando sobre mí. Ahora era su mano la que estaba en mi rajita y me masturbaba acariciando mi clítoris y rodeando mi agujerito pero sin llegar a entrar. Me estaba volviendo loca de placer. Empezó a comerme el coño, su lengua exploraba cada rincón de mi coño centrándose en mi clítoris, y me metió tres dedos de golpe. No me los esperaba y dejé escapar un gemido de placer y sorpresa. Siguió así durante un buen rato, aumentando el ritmo lentamente, sacó del todo sus dedos y esta vez metió cuatro, haciéndolos girar en mi interior.

Sentía mi vagina abriéndose, necesitaba más y me sorprendí a mí misma cuando se lo pedí.

-Métela toda – dije entre gemidos- necesito que me folles con toda la mano.

Margot no se hizo de rogar y poco a poco fue colando todos sus dedos en mi interior. Me sentía eufórica, y entonces noté que retiraba su mano, cerraba el puño y así de golpe me lo metía dentro hasta la muñeca.

-Ohh dios – no me podía creer que el puño entero estuviera dentro de mi coño.

Margot comenzó a follarme con el puño, primero moviéndolo poco a poco y luego casi sacándolo del todo para volver a meterlo. Acercó su boca a mi clítoris y retomó sus lamidas. Al rato yo estaba completamente ida, gritaba gemía, apretaba la colcha con los puños y sentí el mayor orgasmo de mi vida, creí que me volvía a orinar como antes, sentía que una gran cantidad de líquido salía de mí, pero lo que realmente ocurría era que estaba eyaculando, jamás me había pasado, pero era increíble, las descargas de placer no cesaron en minutos y durante ese tiempo Margot no dejó de lamerme ni un minuto. Cuando todo acabó me besó y sin decir nada salió del cuarto. Entonces lo vi en la puerta del baño con los ojos muy abiertos y una amplia sonrisa, ya no me acordaba de que el señor Gómez estaba en mi habitación.

-Muy bien Coral – dijo aplaudiendo- desde que te vi ese día en la tienda sabía que disfrutarías con este trabajo, estoy seguro que en breve te ofreceré la posibilidad de irte sin repercusiones y querrás quedarte aquí.

-Le puedo asegurar que no, en cuanto me pueda marchar lo haré, si no lo hago es por sus amenazas.

Se acercó, pasó su mano entre mis piernas y sonriendo me dijo.

-Tu cuerpo no dice eso, no me puedes negar que nunca habías tenido tanto placer, que nunca habías disfrutado tanto, y esto es solo el principio, si quieren tendrás más joyas, más dinero, más poder

y solo a cambio de recibir placer. Mañana después de tu sesión e spa, conocerás al resto de las chicas, después de lo que he visto hoy estás más que preparada para ser una más.

CONTINUARÁ…