Una dependienta descarada recibe su castigo (II)

Continuación de una dependienta descarada recibe su castigo. Doble estreno

Continuación de una dependienta descarada recibe su castigo (I).

Ahí estaba yo, tirada en una cama de un hotelucho, llorando a lágrima viva y sin entender absolutamente nada. Un coqueteo con un cliente se había convertido en una violación, que al final acabé disfrutando pero y ahora, ahora que me esperaba, ¿de qué trabajo hablaba mi chantajista? Me levanté y me dirigí al baño para quitarme ese los restos de fluidos y ese olor a sexo que todavía tenía mi cuerpo.

El baño era minúsculo, compuesto por un bidet, un váter desconchado, de los antiguos con cadena, y una bañera con una cortina de plástico, rota en varios sitios y con los bordes manchados de un verde que suponía que sería moho. Abrí el agua caliente al máximo, quería que me quemara, que limpiase bien mi piel y se llevara por el desagüe con ella todo lo que acaba de suceder.

Sentía como el agua se mezclaba con mis lágrimas, caía sobre mi cabello y mi cara, como se deslizaba sobre mis pechos y se perdía por mis caderas. Frote bien mis pechos, mi cintura,

mi cuello, quería estar limpia. Cogí la alcachofa de la ducha y la dirigí a mi entrepierna para limpiarme bien la zona, dejé que la presión del agua hiciese su trabajo y me limpiara por dentro. No me lo podía creer, aún en esta situación el cosquilleo del agua saliendo con presión y las caricias de mi mano limpiando mis partes me hacían gemir de placer muy bajito, hacían que escalofríos recorrieran mi espalda y que las imágenes de la larga sesión de sexo que acababa de tener volviesen a mi cabeza una y otra vez.

Me notaba excitada, era incomprensible, tras lo que acababa de pasar y sin saber que me deparaba el futuro y seguía con ganas de masturbarme… pero no era el momento.

Cerré el agua y cogí una toalla, por lo menos estaba limpia, la pase por todo mi cuerpo secándolo bien, me la envolví como si se tratara de un pareo y volví a la habitación, tente la puerta, pero como me imaginaba estaba cerrada, ese desgraciado me había encerrado allí.

La cabeza me daba vueltas, sentía mi estómago retorcerse y tenía nauseas de lo nerviosa que me encontraba, pero también estaba terriblemente exhausta y terminé quedándome dormida en algún momento de la noche.

Me desperté al sentir la puerta, tardé unos segundos en recordar donde estaba y lo que había pasado, y en cuanto lo hice las ganas de vomitar volvieron a mí.

  • Veo que ya te has bañado, muy bien, pues vístete, te he traído ropa limpia y adecuada – gritó ese hombre tirándome una bolsa – de aquí en adelante me llamarás señor o señor Gómez, ¿entendido?

  • Sí, señor Gómez- me acaba de dar cuenta de que ni siquiera sabía cómo se llamaba. – pero déjeme irme a mi casa, se lo suplico, yo no le contaré esto a nadie…

  • Claro que no se lo contarás, ¿qué tendrías para contar? Que te he regalado los mejores orgasmos de tu vida, ¿Qué disfrutaste como una perra mientras te pegaba? Jajajaja,- dijo burlándose, y no le faltaba razón-

¡¡venga vístete que no tenemos todo el día!! Como te sigas portando como una niña malcriada tendremos que pasar a castigos mayores…

Contuve el llanto, bajé la cabeza y agarré la bolsa sacando su contenido. Dentro había un vestido de cóctel, elegante pero sensual al mismo tiempo, rojo con la espalda prácticamente al aire y el escote en pico, era corto, no demasiado para ser vulgar, pero sí lo suficientemente ajustado para que quedase pegado a mi cuerpo. También había un conjunto de ropa interior, compuesto por un tanguita de encaje negro muy pequeñito, un liguero y unas medias con costura trasera. No había sujetador. En el fondo de la bolsa una caja con unos zapatos de tacón de aguja, negros, muy altos y con la punta abierta.

Me quedé mirando la ropa sin saber muy bien qué hacer, el señor Gómez se había sentado en un sillón y me miraba fijamente.

-¿A qué esperas? ¿Acaso te da vergüenza que te vea desnuda? jajaja- rió- pues ayer bien que disfrutabas estando desnuda para mí.

Retiré mi toalla y subí el tanguita, lo acomodé entre mis nalgas y en mi rajita, apenas la tapaba, enganché el liguero y coloqué las medias. Me vestí el vestido y acto seguido me puse los zapatos, me miré en el espejo del armario, mi cuerpo se veía en todo su esplendor con esa vestimenta. Mis pechos, gracias a lo ajustado del vestido, formaban un perfecto canalillo que se veía a través del escote, también se veían mis pezones, duros y grandes intentaban abrirse paso entre la tela. Po detrás me hacía una silueta perfecta, la espalda al aire y lo ajustado que se quedaba en mi trasero dibujaban una curva que robaría la mirada de cualquier hombre. No podía negarlo, me sentía guapa.

  • ¿Ves putita? Mejor con esta ropa, volverás loco a cualquiera – dijo al mismo tiempo que metía su mano entre mis piernas y pasaba su dedo por encima del tanguita, marcando la separación de mis labios mayores.

Me estaba calentando, notaba su dedo en mi rajita, solo lo separaba de ella una fina tela, su aliento en mi cuello… De repente me miró a los ojos, se acercó y me besó. Abrí la boca y recibí su lengua, nos fundimos en un beso húmedo y furioso, nuestras lenguas jugueteaban y se enroscaban, se separaba un poco y me mordía el labio. Apartó la tela del tanga, y puso su dedo directamente sobre mi clítoris, lo friccionaba furiosamente sin dejar de besarme. Sentía descargas de placer por todo mi cuerpo, mi coñito volvía a estar húmedo otra vez y mi boca buscaba la suya con desesperación. Mientras con el pulgar jugueteaba con mi botoncito, hundió dos de sus dedos en mi interior, sentía como me rozaba por dentro, como me los clavaba hasta los nudillos cada vez más rápido, hasta que mi agujerito los abrazó, los apretó con fuerza y mis jugos empezaron a salir y estallé en un orgasmo que me hizo morder sus labios con pasión.

  • Así estarás más relajada –dijo separándose de mí- acaba de prepararte, tienes algo de maquillaje en el baño.

Me maquillé lo mejor que pude, dada la situación, apenas me tenía en pie, las piernas me temblaban, y recogí mi cabello en un moño alto.

Cuando salimos del hotel, en la recepción en vez de la mujer pintarrajeada del día anterior, había un hombre con el pelo sucio y pinta de no haberse bañado en días, me recorrió con la mirada de arriba abajo. Subimos en un taxi, el señor Gómez dio una dirección y el taxista arrancó, me miraba a través del retrovisor continuamente, a esas horas era raro encontrarse una chica vestida de forma tan sexy y menos en esa parte de la ciudad, en 15 minutos habíamos llegado.

Nos bajamos delante de una casa enorme, caminamos a través de un pequeño jardín y el señor Gómez abrió la puerta.

-Entra hemos llegado a casa-dijo.

Yo no entendía nada, ¿esa era su casa? ¿me había secuestrado para que fuese su esclava sexual? Mis dudas se despejaron al poco tiempo.

Una mujer de unos 40 años, muy guapa, morena y vestida elegantemente nos recibió en el salón.

  • Esta es Victoria, va a ser tu maestra estos días, tienes mucha suerte de que sea ella quien te enseñe- me dijo el Señor Gómez.

  • Buenos días bonita- me saludó Victoria con un bonito acento argentino- ¿Cómo te llamas preciosa?

  • Soy, soy Adriana – respondí nerviosa.

  • Uhh que va, que va, ese nombre no es digno de ti, no vende nada, no define la belleza que tenés.-dijo suavemente- esperá que voy a pensar como te bautizamos… Ya lo tengo, Coral, de aquí en adelante te llamarás Coral. Vení conmigo.

Victoria salió del salón por una gran puerta arqueada moviendo sus caderas de la forma más erótica que había visto en mi vida. La seguí de cerca, por lo menos ella era amable conmigo, aunque no entendía esa manía de cambiarme el nombre. Llegamos a una habitación grande, decorada con muebles antiguos.

-Esta será tu habitación si te portás bien, nuestras mejores chicas tienen las mejores alcobas. Por tu cara creo que todavía no te han explicado que haces acá…

  • No yo no sé, yo me quiero ir a mi casa- lloriqueé.

  • Eso es imposible nena, vos no te vas a ir

a ningún lado- dijo suavemente y sentándome en la gran cama, ella se sentó a mi lado cogiéndome la mano- mirá de aquí en adelante vas a ser una scort, ¿sabes lo qué es?, podríamos decir que vas a ser una prostituta de lujo, aquí solo aceptamos a las mejores chicas, así que deberías sentirte halagada, y algo debiste hacer muy bien para que el jefe en persona se encargara de traerte, nunca lo hace.

Así que eso era me habían secuestrado para prostituirme, era todavía peor de lo que me imaginaba, maldecía el momento en el que se me ocurrió coquetear con el dueño de aquel burdel. Suponía que Victoria era la madame y por lo tanto la encargada de explicarme lo que tenía que hacer.

  • Tengo una buena noticia y otra mala –empezó a decir Victoria- la buena es que si vos os portás bien, tendrás todo lo que quieras, ropa, joyas, perfumes… todo lo que necesites, siempre saldrás acompañada, más adelante en cuanto te des cuenta de que no te quieres ir ya saldrás sola. La mala noticia es que hoy te estrenás.

  • ¿Qué?- grité con sorpresa, eran muchas cosas para asumir.

  • Sí nena, normalmente el señor Gómez me da tiempo a enseñaros e iros acostumbrando a estar acá, pero tiene un amigo muy importante al que le ha hablado de ti y solo se quedará por hoy en la ciudad, ha pagado una suma de dinero impresionante por ti, creo que has batido el record.

  • No, no, no por favor, déjeme ir, yo le daré dinero o lo que quiera, diga que me he escapado- supliqué.

  • Sólo las chicas baratas lloran, si no

empezáis a comportarte tendré que emplear la fuerza- gritó.- Tu primer cliente ha pagado tanto por ti porque quiere estrenar tu culito, el señor Gómez le ha dicho que estaba virgen y él no ha dudado en pagar lo que fuese necesario. Así que

tenemos unas horas para entrenarlo y que pueda recibir su miembro. ¡Desnudate!

Lo hice sin rechistar, tenía miedo a lo que me pudiese pasar. Me quedé con el tanguita y las medias, pero solo con la mirada de Victoria entendí que me lo debía de quitar todo.

  • Muy bien ahora ponte a cuatro patas en la cama, vamos a limpiarlo y a ver como está.

Lo hice y coloqué un cojín debajo del pecho para acomodarme. Sentí sus manos abriendo mis nalgas y uno de sus dedos acariciando suavemente mi ano.

  • Está bien cerradito, tendremos que entrenarlo un poco, de vos depende que te duela o lo disfrutes.

Estaba aterrorizada, empezando a sudar en frío, nunca había tenido sexo anal, solo uno de mis ex novios había intentado meterme un dedo y le había echado una bronca descomunal, y ahora estaba a cuatro patas mientras enseñaba mi culito a una madame.

  • Necesito que estés bien excitada para que lo podamos ir abriendo poco a poco, ven acá, siéntate a mi lado – dijo haciendo una seña con su mano.

Me di la vuelta y me senté tal como me había dicho.

  • Vamos a probar esa boquita – dicho esto y sin darme tiempo a reaccionar acercó su boca a la mía y pegando sus labios me dio un cálido beso, yo no abría la boca, nunca había besado a una chica, aunque si había fantaseado.

Poco a poco fui abriendo la boca y dejando que su lengua se enroscara con la mía, era un beso suave pero tremendamente erótico, sin duda Victoria sabía besar.

Con su mano izquierda hizo que me tumbara en la cama, continuó besándome el cuello y mordisqueando mi oreja, la excitación estaba comenzando a crecer en mí. Siguió bajando hasta el ombligo, lo rodeo con su lengua, bajo hasta mis pies y chupó los dedos de mi pie derecho uno a uno y luego los del izquierdo. Yo cada vez estaba más acalorada.

Volvió a subir y me susurró:

  • Dobla y separa un poquito las piernas nena.

Como si me hubiera tocado un botón lo hice de inmediato, Victoria se colocó entre ellas y enterró su cara en mi sexo.

Lamía mi rajita de adelante hacia atrás, haciendo breves paradas en mi agujerito, rodeándolo con su lengua caliente y dura, luego volvía al clítoris y lo besaba suavemente lo chupaba, de repente sentí su lengua en mi ano, lo besaba con suavidad y empujaba suavemente con su lengua intentando penetrarlo. Al principio no cedía, pero poco a poco se dilató algo y pudo introducir la puntita de su lengua haciéndola vibrar, sentí un escalofrío de placer. Sacó su lengua y volvió a mi clítoris, sentí uno de sus dedos introduciéndose en mi ya húmedo agujerito, y luego otro, los metía y sacaba muy despacio haciéndolos girar en el interior, rozando mi punto G, sentía que estaba a punto de estallar en un orgasmo y comencé a jadear.

Paró de comerme por un momento, se levantó la falda y vi que no llevaba ropa interior, se colocó sobre mí, con su coñito encima de mi cara. Ella volvió a su tarea de chuparme la rajita y yo decidí devolverle el favor. Saqué mi lengua y empecé a imitarla, nunca lo había hecho, pero seguía mi instinto. Tenía

un sabor agradable, algo salado y estaba muy mojada, la chupaba con ganas, lamía toda su raja y utilicé dos de mis dedos para penetrarla, noté que quedaba espacio, estaba muy dilatada y metí dos más, moviéndolos en su interior de la misma forma que ella, gimió, lo debía estar haciendo bien.

Aprovechó lo caliente que me tenía y que estaba entretenida chupando su coño para impregnar un dedo de su otra mano en mis jugos y meterlo en mi ano de golpe. Esa sensación a la que no estaba acostumbrada hizo que me corriera gritando como una perra en celo. Moví mis dedos en su coño mucho más fuerte e hice lo mismo que ella metiendo un dedo en su ano, se estremeció y sentí las contracciones de sus dos agujeritos en mis manos.

  • Veo que no se te da mal comer coños –dijo Victoria- y que te encanta que te lo coman, pero todavía no hemos acabado, antes de las 8 tu agujerito trasero tiene que poder albergar una buena polla. Ponte a cuatro patas otra vez.

Lo hice de inmediato, me di la vuelta, el sudor corría entre mis senos, estaba realmente caliente. Sentí la lengua de Victoria en mi agujero trasero, lo besaba, metía su lengua y la movía, pasó su mano entre mis piernas, lubricándola. Metió uno de sus dedos en mi ano y lo empezó a mover haciendo círculos, dilatándolo, era una sensación distinta, pero no desagradable. Al rato intentó meter otro pero mi ano se contrajo y no se lo permitió, así que alargó su mano izquierda y empezó a tocar mi clítoris, esto hizo que me relajara y cogiéndome desprevenida metió otro dedo, volviendo a hacer círculos primero, y sacándolos y metiéndolos muy despacio después. Yo notaba escozor.

  • Ahh me molesta mucho- me quejé.

  • Nena, vos tenes que estar tranquila, ya verás cómo te va a gustar en un rato.

Así fue poco a poco con su masaje en el clítoris y sus dos dedos penetrándome por atrás consiguió que comenzase a gemir, sentía mi ano contraerse apretando a esos dos intrusos que recibía por primera vez. Cuando me notó más relajada, forzó un poquito mi esfínter y tras presionar un ratito metió otro dedo más, esta vez los movía con más fuerza y acompasaba el movimiento con el dedo que masturbaba mi clítoris. Estaba sintiendo un gran placer, me olvidaba casi por completo de donde estaba, solo quería correrme, sentía mi vagina expulsando jugos y como era yo la que empezaba a mover las caderas pidiendo que esos dedos penetrasen más fuerte mi puerta trasera.

Victoria se levantó y cogió una especie de dildo del cajón de la mesilla, era más ancho en la base y más estrecho en la punta, aplicó lubricante sobre él y me miró.

  • Con esto vamos a hacer que se dilate un poquito más, ya verás que te va a gustar.

Yo tenía miedo unos dedos me cabían pero eso era más largo, pero Victoria no me dio tiempo a reaccionar, de una estocada me lo clavó en la vagina y comenzó a penetrarme con él mientras me masturbaba fuertemente el clítoris.

-Ohh dios – era lo único que acertaba a decir, estaba realmente excitada a punto de correrme, y en ese momento Victoria lo sacó de mi vagina para meterlo de un golpe en mi agujerito trasero- Ahhhh – me quejé, fue un dolor algo fuerte.

La madame empezó a bombearme con el despacito mientras seguía dándole mimos a mi clítoris. Yo ya no sentía dolor, solo placer, era increíble que mi culito pudiera proporcionarme tal excitación, sentí como todos los músculos de mi cuerpo se tensaban, como mi ano abrazaba ese dildo y mi vagina se contraía una y otra vez.

-Sí, sí sigue, clávamelo más- gemí mientras me corría intensamente.

  • Muy bien preciosa – dijo Victoria aplaudiendo- al final vas a resultar más puta que las que vienen por su propio pie, ese culito ya está deseando recibir una polla dentro, mira nada más que dilatadito quedó, al cliente le vas a encantar. Descansa un poquito y a las 7 vengo a ayudarte a prepararte.

Cuando Victoria se fue me eche a llorar, no sé si de culpabilidad por disfrutar de que me violaran y me secuestraran, si por la excitación, si por miedo a lo que iba a suceder. Me quería ir de eso estaba segura, pero cada vez que me proporcionaban tanto placer me olvidaba de donde estaba y solo quería más.

Dormité algo, y a las 7 en punto apareció Victoria acompañada de una chica muy exuberante, rubia de pelo ondulado, grandes pechos y cintura estrechísima.

-Esta es Margot –dijo la madame- nos ayudará a peinarte y maquillarte, antes era peluquera, pero con esto gana más y disfruta más.

  • Encantada cielito – saludó la rubia- Es muy guapa no será difícil- dijo dirigiéndose a Victoria.

  • Muy bien Coral, tenemos que limpiar ese culito, para que te lo puedan estrenar.

  • Pero estoy limpia, me duché al irte – contesté a Victoria.

  • Jajaja, pobrecita, no te entiende- rió Margot con dulzura- cariño lo que hay que limpiar es tu intestino, para que cuando el cliente te estrene no se manche y lo ponga todo perdido jajaja.

-¿Que?- grité.

  • Ponte a cuatro patas y separa las nalgas- ordenó Victoria

Sentí como me clavaban algo en mi ano y bombeaban un líquido, acto seguido tuve que ir corriendo al baño, y así estuvimos hasta que según ellas quedé limpia. Luego me di un baño y cuando salí me esperaban con el modelito que debía lucir esa noche. Se trataba de un vestido de noche largo, de tirantes finitos, con mucho escote, espalda descubierta y

con una abertura delantera que llegaba a medio muslo, era blanco con brillantes plateados y rojos bordados. La ropa interior constaba de un tanguita rojo de encaje, liguero también rojo y medias transparentes. Me ayudaron a vestirlo, me colocaron unas sandalias plateadas altísimas y Margot comenzó a maquillarme y peinarme. Al acabar me miré en el espejo, me sorprendí, no parecía yo, iba muy maquillada con los labios rojos y el pelo recogido en un moño italiano.

Las dos mujeres aplaudieron y silbaron al verme. Margot me cogió la mano y me hizo dar una vuelta sobre mí misma.

-¿Qué te parece? –dijo.

  • No parezco yo –respondí- estoy muy cambiada.

-De eso se trata nena, los hombres que vienen aquí quieren mujeres únicas- añadió la madame- Ven conmigo que ya te están esperando.

Salimos de la habitación por el largo pasillo, yo tenía ganas de llorar, no sabía lo que me iba a encontrar, si bien era verdad que durante esta experiencia me había calentado como nunca, quizá el cliente era un viejo sucio. Llegamos a la puerta de la habitación.

  • Mirá nena, este es nuestro mejor cliente, amigo del señor Gómez y ha tenido a todas las chicas de la casa, pórtate bien con él, haz todo lo que te diga porque sino el castigo va a ser muy duro, el jefe sabe dónde vives, tiene toda tu documentación y piensa que tienes una hermana pequeña que si no te portas bien puede venir a sustituiré- susurró- ahora entra y pon tu mejor sonrisa.

  • No a mi hermanita

no, haré lo que me digan pero a ella no le hagan nada

  • estaban a punto de caerme las lágrimas, ahora sí que no había escapatoria, mi hermana estaba en peligro.

Victoria abrió la puerta y yo entré, en la habitación había un hombre de espaldas, se giró y lo pude ver bien, era muy feo con una nariz aguileña que destacaba sobre toda su cara, lucía un bigote espeso y solo tenía pelo en los laterales y la parte posterior de la cabeza. Era bajito, más bajito que yo, y con una panza que hacía que los botones de la camisa de su traje estuviesen a punto de estallar.

  • Mira que perra me voy a tirar hoy, he pagado mucho dinero por ti, y voy a disfrutarte por todos tus agujeros, pero seguro que lo estás deseando, todas las zorras sois iguales – bufó- aunque seguro que te parezco feo pero en cuanto veas lo que me cuelga entre las piernas quedarás hipnotizada como todas jajaja.

  • Sí señor- dije con la cabeza gacha, este hombre me daba miedo, era muy desagradable en su forma de hablar y si era verdad lo que decía, me aterrorizaba pensar que me la iba a meter por atrás.

  • Dame la mano – acto seguido agarro mi bracito y llevo

mi mano a su paquete – la notas está empezando a despertar viendo esas tetas que te gastas.

Sentí un tremendo bulto entre sus piernas, y si solo estaba empezando a despertar…

  • Sácate ese vestido y paséate para mí, quiero ver mi compra.

Así lo hice deslicé los tirantes y dejé salir mi vestido por las caderas hasta que cayó a mis pies, caminé contoneándome lo mejor que podía de un lado al otro de la habitación, mis pechos saltaban de un lado al otro al no llevar sujetador.

-Ahh perrita tienes unas tetas impresionantes, túmbate.

Me tumbé en la cama boca arriba, él se acercó y metió uno de mis pechos en su boca mordiéndolo con furia, me dolió pero aguanté el grito. Siguió sobándolas un rato, lamía mis pezones grandes y duros, los mordía fuertemente y apretaba mis tetas como si me las quisiese arrancar. Cuando se cansó dijo:

  • Ponte de rodillas, te vas a comer la polla más grande que hayas visto en tu vida- dijo mientras se quitaba el pantalón y se sacaba el calzoncillo.

Mi cara de sorpresa fue evidente al ver ese descomunal miembro, no sabía cómo lo iba a meter en la boca, empecé lamiéndolo despacito, recordé que el Señor Gómez quería que lo mirase y levanté la vista mirando a los ojos de mi cliente. Estos mostraban furia, me agarró del pelo y me metió la polla hasta la garganta, sentí que me sobrevenía una arcada y que no podía respirar, empezó a follarme la boca sin parar, me comenzaba a doler la mandíbula de mantener la boca tan abierta.

-Así guarra, quiero sentir como mi polla llega a tu garganta, venga chúpamela bien- dijo aminorando un poco el ritmo.

Esto me permitió poder sacar su miembro de la boca durante unos segundos, tomar aire y coger yo el ritmo. Me daba asco chupársela a ese hombre, pero después de la amenaza de Victoria haría cualquier cosa… Deslicé mi lengua alrededor de su polla varias veces, dibujando espirales, me la volví a meter toda en mi boquita lo más adentro que pude, empecé a mamarla lo más rápido que pude, llevé una de mis manos a sus huevos y los masajeé con delicadeza, deslizando mi dedo de vez en cuando por su perineo. De repente sentí que se tensaba y que estaba a punto de correrse.

-Ohh si puta – gritó, mientras su primer chorro de espesa leche impactaba directamente en mi garganta, haciendo casi que me atragantase.

Sacó su polla de mi boca a tiempo para que el segundo chorro se desparramara por mi cara, y tras dos descargas más sobre mi pelo y mi escote terminó.

  • Muy bien putita, ve a lavarte, todavía no he acabado contigo y quiero que estés limpita – me levanté y me dirigí a la puerta del baño que se encontraba al fondo de la habitación.

Me duche mientras lloraba desconsolada, estaba siendo humillada de las peores formas, pero no había modo de escapar, si me iba mi hermana lo pagaría y ella no era tan fuerte como yo…

  • Ya estoy señor- dije saliendo del baño envuelta en una toalla.

  • Sácate eso, quiero que delante de mí estés siempre desnuda, me gusta ver ese coño de puta que tienes y esas pedazo de tetas moviéndose pidiendo guerra jajaja.

  • De acuerdo – asentí dejando caer la húmeda toalla al suelo.

  • Túmbate en la cama, vamos a ver si eres tan caliente como me han dicho.

En cuanto estuve tumbada se colocó sobre mí, sentía su pene flácido rozando contra mi piel, todavía estaba pegajoso por la mezcla de saliva y semen. Pasó una de sus manos por mi rajita y me miró, parecía decepcionado.

-Estas seca, me habían dicho que tu coño estaba mojado como las cataratas del Niágara, ¿Qué pasa zorrita, no te pongo? ¿o mi polla te da miedo?

No respondí, la verdad es que este hombre no me gustaba nada, me parecía horriblemente feo y su mala educación y palabras mal sonantes que en un momento de calentura me habrían hecho mojarme de inmediato, en su boca solo hacían que sintiese hacia él más repulsa.

Me separó las piernas y escupió dos veces sobre mi coñito, yo me limité a mantenerlas abiertas y a girar la cara para no verlo. Pasó su dedo varias veces por mi raja esparciendo la saliva para lubricarme, empezó a rodear mi clítoris con su dedo índice, de vez en cuando paraba y le daba pequeños pellizquitos, con su otra mano se dedicaba a apretar mi pezón y magrear mi pecho. Entonces me di cuenta mi entrepierna estaba empezando a humedecerse y yo cada vez tenía más calor. Intenté apartar mi mente de lo que sucedía para que ese desgraciado no notase mi excitación, pero mi coño brillante le indicaba mi nivel de calentura.

Siguió acariciando mi botoncito, esta vez con el pulgar, y acercó dos de sus dedos a mi agujerito metiéndolos de golpe.

-Ummm – gemí muy bajito, rezando porque no me oyera- no quería disfrutar, pero mi cuerpo hacía rato que se negaba a obedecerme.

Aumentó el ritmo de su masturbación y añadió otro dedo más, mis caderas comenzaron a moverse poco a poco pidiendo más. Apartó su pulgar de mi clítoris y acercó su boca succionándolo.

-Ahh- eso fue demasiado y mi grito resonó en toda la estancia. Sentí como mi vagina se contraía una y otra vez y mis fluidos calientes saliendo de ella, apreté la cabeza de mi cliente con las dos manos y me corrí

entre gritos sin poder evitarlo.

Sin darme tiempo a recuperarme se colocó sobre mí y empezó a deslizar su polla por mi rajita de adelante hacia atrás, sentía su glande rozando mi clítoris, rodeando mi agujerito pero sin llegar a entrar, hasta que colocó su miembro en la entrada y apretó. Mi humedad hizo que mi coño se tragase buena parte de ese descomunal miembro y tras tres fuertes envestidas sentí que estaba toda dentro. Empezó a follarme salvajemente, me miraba directamente a los ojos con odio, como si quisiera matarme acuchillándome con su polla. Pero yo quería más, me gustaba que fuese tan salvaje, cada vez que salía todo su miembro rozaba las paredes de mi vagina y cuando la metía de golpe sentía su glande chocar contra mi útero, me estaba haciendo delirar de placer, mis jadeos se debían de escuchar en toda la casa pero él no paraba, sentí que otro orgasmo se apoderaba de mí y él empujó tan fuerte con su polla que pensé que me atravesaba. Me corrí varias veces temblando de placer.

Mi cliente se retiró un poco y me dio la vuelta haciéndome girar en la cama.

-Colócate como la perra que eres, quiero estrenar ese culito y partírtelo en dos, no vas a poder sentarte en semanas –amenazaba.

Sin rechistar y todavía medio ida por el tremendo orgasmo que había tenido lo hice me coloqué a cuatro patas y empecé a ser consciente de que esa tremenda verga iba a meterse en mi puerta trasera.

Su miembro todavía estaba lubricado después de haber estado en mi coño, y con su mano derecha esparció mis jugos vaginales alrededor de mi ano. Aprovechó para meter un dedo, que entró sin dificultad debido a que me cogió desprevenida.

Pensé que iría introduciendo los dedos poco a poco como Victoria, pero estaba muy equivocada. Apoyo la cabeza de su polla en mi esfínter y empezó a presionar.

-Me duele, me duele mucho – sollocé- pare por favor.

-De eso se trata zorrita, el dolor es placer, cuanta más agonía más placer obtendrás a cambio.

Consiguió introducir la punta de su polla en mi ano y el ardor que yo sentía era indescriptible, era un dolor insoportable. De dos empujones la metió hasta la mitad. Podía sentir como me desgarraba por dentro, estaba segura de que estaba sangrando.

-Que cerrado está, no hay mayo placer que romper un culito virgen – mientras decía estas palabras me sujetó por la cintura y de un golpetazo me la metió hasta el fondo.

-¡Ay! Sáquela por favor, me está destrozando –supliqué.

-No seas tonta, ahora ya está dentro, verás como en un rato me pides que te parta el culito, y deja de quejarte que no pago para escucharte.

Empezó a moverse lentamente, al principio un dolor terrible me hacía casi perder el conocimiento, pero poco a poco mi ano se fue dilatando y me acostumbré a recibir sus envestidas. La mano que me sujetaba por la cintura bajó hasta mi clítoris y empezó a acariciarlo. Esto hizo que me olvidara del intruso de mi culito.

  • Desde donde estás llegas al cajón de la mesilla, ábrelo y coge lo que hay dentro –ordenó.

-¿Esto? – pregunte con un enorme dildo rosa, yo tenía uno parecido en casa, tenía la forma de un enorme pene y en el medio salía un pequeño apéndice que servía para estimular el clítoris al mismo tiempo que te penetraba la parte más grande.

-Sí eso –retiró su mano de mi clítoris y lo agarró. Lo pasó entre mis piernas varias veces haciéndome estremecer.

Lo encendió y lo colocó en la entrada de mi agujerito metiéndolo de golpe. Lo movía un poquito, sacándolo un poquito y volviéndolo a introducir, tanto el estimulador del clítoris como la parte que mi coño tenía dentro se movían solas haciendo movimientos circulares.

Sentía su miembro en mi culito y empecé a notar un placer tremendo, era yo la que se estaba moviendo para follarlo con mi culito. Nunca antes había sentido el placer de ser doblemente penetrada y al mismo tiempo estimulada en mi botoncito, y estaba perdiendo el control.

-Sigue por favor, clávamela, la quiero toda dentro – gemí disfrutando como nunca.

Mi clítoris estaba completamente hinchado, mi agujerito hacía rato que se estaba contrayendo corriéndose como nunca y ahora mi ano comenzaba a apretar su polla con contracciones continuas. No podía más y grité, grité como nunca lo había hecho de placer mientras sentía su semen albergándose en mi culito.

Sacó su polla de golpe y yo quedé tendida sobre la cama.

-Levántate, me la vas a limpiar toda –mandó.

Me levanté y como pude me coloqué de rodillas ante él. Saqué mi lengua y limpié los restos de semen y fluidos de esa polla que tanto placer me había proporcionado. Cuando terminé me senté en el suelo.

  • Volveré a alquilarte perrita, me ha encantado desvirgar ese agujerito cerrado, y desearás que vuelva y sea yo el que te folle, no olvides lo que eres una simple puta que solo tendrás placer si el que paga quiere que lo tengas y no todos lo quieren.

Y allí me quedé yo llorando después de esas palabras que me hicieron reaccionar y pensar que cualquier cliente podía hacer de mí lo que quisiera, y lo peor que de momento pese a la humillación, lo estaba disfrutando…

Continuará…