Una denunciante con ganas de más (I)
Un policía de una gran ciudad, una denunciante con ganas de aventuras y un café como hilo conductor
Una denunciante con ganas de más
Todo empezó con la habitual rutina. Despertador a las 05:15am, ducha rápida y a comisaría. A las 6 estaba cambiado y preparado para el brífing, reunión previa habitual en cualquier comisaría del mundo. Me llamo David, tengo 30 años y esta es una historia real que sucedió no hace mucho en una ciudad costera muy turística de España.
Con la llegada del calor, llegan los turistas, y con los turistas, la faena aumenta. Unos días patrullas, otros te toca cojer denuncias y otros te toca custodiar detenidos. Es la vida de un policía, y los que lo somos, no la cambiariamos por nada. Aquel día había dormido mal por la calor y me tocaba estar en la oficina escuchando las historias de unos y otros. Después de escuchar pacientemente, plasmas la historia en un papel y la gente se va. Con el paso del tiempo cojes prácticas, pones el modo avión y prácticamente puedes hacer la denuncia con cinco datos.
Aquella mañana estaba especialmente espeso, sueño, calor, cansancio y una larga cola de denunciantes nos aguardaban en la oficina. A las 7de la mañana vino la primera denunciante, ya me avisó el compañero que estaba en recepción que estuviese atento.Evidentemente, ese atento no se refería a una peligrosa delincuente, más bien a unas peligrosas curvas. Efectivamente, una morena de unos 40 años entró al despacho, acompañada del que supuse era su pareja. Les habían robado dentro del vehículo. Denuncia rápida, 15 minutos y se fueron. Para mi recuerdo quedó esa morena de piernas trabajadas, mirada feroz y tacones de infarto. El día transcurrió sin más novedad, la visitante estrella del dia sin ningún tipo de duda había sido aquella mujer.
La rutina continuó, la semana avanzó y dos dias después estaba patrullando cuando me llamaron de la central. El compañero me dijo que volviese, alguien me había dejado un regalo. Cuando llegué, allí estaba, esas piernas eran fácilmente reconocibles para cualquier hombre. Imma, que así la llamaremos, esta vez vino sola. Al parecer, me había dejado un campo vacío de la denuncia y sin éste, la aseguradora no le arreglaba el cristal roto. Me disculpé y rápidamente la hice pasar a un despacho, se sentó y en tres minutos le arreglé el fallo, no sin antes disculparme diciendo que el sueño y la calor me habían pasado factura. Ella, encantadora, me dijo que no pasaba nada, al revés, se alegraba de verme. Me dijo donde trabajaba y noté feeling, pero evidentemente, el trabajo es lo primero. Se fue por donde vino, dejando un perfume embriagador que a más de un compañero dejó hechizado.
Aguanté varios días la tentación y no hice uso del teléfono de la nota. Pero el destino tenía otra sorpresa para mí. Ese fin de semana fui con mi mujer a un centro comercial. Mientras ella estaba probándose mil y una prendas, yo miraba aburrido el teléfono. De pronto, alguien tocó a mi hombro. Y sí, era ella. Le di dos besos naturalmente a los que ella respondió naturalmente. Me dijo si estaba solo y bajando la voz le dije que mi mujer estaba en el probador, momento en que ella se acercó a mi oreja y me dijo: " Mi marido está fuera, pero las ganas que tengo de follarte no las puede parar nadie". Mi erección fue instantanea, me despedí como pude de ella y continué el resto de la tarde totalmente trastornado. Me intentaba autoconvencer, pero sabía que acabaría comiéndome esas piernas, la tentación era demasiado grande y sinceramente, mi fidelidad nunca ha sido a prueba de hierro.
Al dia siguiente trabajaba y ese día, la locura se desató. Le envié un mensaje, empezamos a chatear y me empezó a enviar fotos íntimas con ropa interior de encaje, no aguantaría y mi cuerpo lo sabía. Fui a buscarla con el coche a la salida del trabajo para ir a comer a un sitio discreto, pero una vez se subió al coche, empezamos a besarnos como si no hubiese un mañana, los dos teniamos ganas, mis manos buscaban su coño y ella, jadeando, me desabrochó el pantalón. Le dije que parase, estábamos prácticamente enmedio de la ciudad. Fuimos a su casa, teniamos dos horas antes de que llegase su marido. Mientras iba conduciendo, no paró de sobarme, estaba muy empalmado y ella disfrutaba con mi sufrimiento.
Cuando llegamos a su casa, pasó lo que tenía que pasar. Tal y como entramos me tumbó en la cama y me dijo que me esperase. Se fue al lavabo y salió con un conjunto de ropa interior y tacones que a cualquier hombre de la faz de la tierra volvería loco. Se tiró encima mio en la cama y nos empezamos a besar mientras mis manos exploraban su húmedo coño y ella me masturbaba. Tras unos minutos así, bajé su tanga y me dispuse a comer ese coño tan mojado. Recorría una y otra vez sus labios vaginales y ella apretaba mi cabeza contra ella, haciendo que respirase con dificultad. Empezó a decir que mandaba ella, pero ahora este era mi territorio.
La puse a 4 patas, la cogí del pelo y le dije al oido que desde ese momento era mi puta y como tal, iba a hacer lo que yo dijese. Asintió entre gemidos y me dijo que la follara, pero únicamente puse la base de mi pene en su coño. Unicamente rozaba su clítoris con mi poya, sin llegar a meterla. Me pedía que la follase, pero le di una suave bofetada y le dije que era mía, solo la metería cuando yo dijese. Le preguntñe quien era mi puta, y totalmente ida y fuera de control por el deseo de ser penetrada, me dijo que ella era mi puta, solo queria que la follase y sentir como entraba dentro de ella. Finalmente, y tras unos minutos haciéndola sufrir, le dije al oido que iba a follarla lentamente. Empezé a meterla suavemente, estaba muy mojada y se deslizaba fácilmente. Empeze a follarla a 4 patas mientras metía un dedo en su culo y completamente fuera de sí, se corrió 3 veces. Escupí su culo y le dije que ese culo iba a ser mio. Me dijo que por favor no, solo lo había probado una vez y le había dolido mucho. Un dedo, dos dedos, la volví a escupir y empezé a follarme suavemente ese culo que pedía caña desde hacía rato. Finalmente entró y mientras ella se tocaba el clítoris a 4 patas, empezé a embestirla intensamente. Completamente fuera de sí, me dijo que le llenase el culo de mi leche. No me pude contener de tal tentación, y me corrí dentro de su culo mientras ella gritaba completamente poseida.
Fuimos al lavabo y nos duchamos, me tenía que ir, su marido no tardaría más de 10 minutos. CONTINUARÁ..