Una Decisión Equivoca
La ola de calor lleva a Gina a visitar los antiguos baños del harem en Estambul.
Una Decisión Equivocada
Nunca pensé que se pudiera pasar tanto calor, por séptimo día consecutivo las temperaturas superaban los 40 grados centígrados, con una humedad superior al 90%. La ropa se pegaba al cuerpo como una segunda piel y por mi cabeza habían vuelto a pasar los pensamientos de comprarme una de las faldas típicas de la zona y pasearme vestida solo con esa prenda y los zapatos de tacón.
Este pensamiento hubiera sido imposible en mi Nueva York natal con la ola de conservadurismo respecto a las mujeres, que prohibía cualquier vestimenta que pudiera ser 'provocadora' para las nuevas autoridades eclesiásticas que habían subido al poder hace diez años.
Aunque al principio todo este puritanismo se tomó a broma, cuando decenas de mujeres comenzaron a ser detenidas por exhibicionismo y condenadas a diversas penas de esclavitud, empezaron las protestas, aunque ya fue demasiado tarde para dar marcha atrás.
Todos los días mientras camino hacia el trabajo veo a alguna mujer detenida por las llamadas Patrullas de la Moral con cualquier excusa insignificante; una falda demasiado corta, demasiado escote, un maquillaje demasiado marcado, hasta una sonrisa al paso de un hombre puede ser tomada como lasciva y causar la detención de la joven.
Por suerte estoy en Estambul, y aunque la esclavitud también se ha restablecido al igual que en el resto de Europa, no hay ningún código de vestimenta, y tanto las mujeres libres como las esclavas pueden mostrar sus cuerpos. Esta última semana, las altas temperaturas han provocado que prácticamente todas las mujeres locales paseen por la calle vestidas solamente con la tradicional falda de lino y unas sandalias de tiras hasta las rodillas.
Solo algunas turistas como yo nos mantenemos vestidas, aunque he renunciado a mi sujetador, a las medias y a la chaqueta del traje, todavía no me atrevo a dar un paso más allá por el temor de que la Patrulla de la Moral aparezca por cualquier lado.
Hasta mi compañera de viaje Carol se ha lanzado a imitar las costumbres locales y se pasea medio desnuda por las calles, sin importarla de que en Nueva York está a solo un aviso de acabar con un collar al cuello.
Carol no está hecha para vivir con las restricciones de los Estados Unidos, para ella es muy difícil ocultar su cuerpo a los demás, con veinte años gracias a su 1,80 metros de altura, su larga melena rubia rizada, sus tetas firmes y prietas que un hombre no abarca con sus manos y sus ojos azules ya era una de las modelos más cotizadas del mundo y todas estas nuevas normas morales acabaron con todo ese tipo de revistas y publicaciones, obligándola a asumir un aburrido trabajo de oficinista.
A sus treinta años lleva su vestimenta tan al límite que ya ha sido detenida dos veces por la Patrulla de la Moral; como marca la ley, la primera vez fue desnudada en público y obligada a chupar la polla de una docena de transeuntes, la segunda vez fue colocada en una picota pública durante dos horas para ser usada por cualquiera que lo deseara.
Si fuera detenida una tercera vez, Carol seria esclavizada al momento y no volvería a llevar ropa nunca más; a veces me pregunto si no es realmentelo que quiere.
Como decía antes Carol es feliz en Estambul y todas las noches intenta arrastrarme a alguna de las aventuras sexuales que tiene con el joven llamado Osman que conoció la primera noche que llegamos. Esta misma tarde ha vuelto a intentar liarme de nuevo; 'Vamos Gina, a Osman no le importará que vayas conmigo, en estos días no le he visto rechazar a una mujer guapa, ayer mismo acabamos diez personas celebrando una especia de orgía en su jardín; Osman y tres de sus amigos, dos turistas italianas, tres esclavas y yo. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto del sexo,' me dice Carol mientras sale de la ducha desnuda.
'Siempre fuiste una maldita zorra;' le digo a Carol sonriendo, aunque añado con tono serio, 'ten cuidado de no acabar esclavizada por ese Osman.'
Carol sonríe ante mis palabras y saca algo de su bolso, cuando veo un collar metálico similar al de las esclavas, me quedo callada por la sorpresa mientras Carol me habla: 'Esto es lo que lo hace tan excitante Gina, todas las invitadas de Osman nos ponemos un collar de estos, solo él sabe que no somos esclavas, el resto de los invitados masculinos no tienen ni idea, hace tres días una turista francesa fue sacada por uno de los invitados arrastrada por una correa y con las manos atadas a la espalda y no la hemos vuelto a ver.'
'¡Joder Carol!, me estas preocupando con estos juegos que te traes;' la digo.
'No seas puritana Gina;' me grita Carol, '¿Cuánto hace que no disfrutas de una buena polla?, estoy segura de que tu último orgasmo fue hace seis meses cuando nos emborrachamos y acabamos en la cama. Un cuerpo como el tuyo está hecho para el disfrute.'
Ese comentario de Carol me enfada tanto que salgo de la habitación sin despedirme de ella. Llevo una hora dando vueltas por el bazar y no puedo evitar pensar que Carol tiene razón en lo que ha dicho, en los últimos cuatro años he tenido apenas cuatro citas, y todas ellas bastante insatisfactorias, y mi último orgasmo en verdad fue gracias a la lengua de Carol.
Estoy empezando a marearme del calor cuando veo un viejo edificio con las letras ‘baños públicos’, al ver el edificio recuerdo los comentarios del guía turístico cuando hicimos la visita guiada el primer día. Los baños eran parte del Harem de los sultanes otomanos y se mantienen prácticamente como cuando el harem estaba en uso.
Según entro por la puerta me detengo unos segundos, con la extraña sensación de que debería recordar algo sobre los baños, aunque la voz de una joven me saca de mis pensamientos, 'Buenas tardes Señora, bienvenida a los placeres del harem, por 5 $ podrá disfrutar del baño, por 10 $ de un sensual masaje y por 20 $ podrá disfrutar de alguna de nuestras esclavas.'
Estoy tentada de pagar por disfrutar de una de las esclavas, pero al final escojo el baño con el masaje. Una esclava me acompaña a una sala donde me desnudo y guardo la ropa en una taquilla para luego meterme en los baños.
La sensación del agua caliente y las burbujas, mezclada con la música ambiente hace que me relaje enseguida, y centre mi atención en las paredes de los baños, donde hay pintadas numerosas escenas de sexo explícito protagonizadas por las esclavas del harem. No sé si es por culpa de las palabras que me dijo Carol o por las imágenes de las pinturas, pero pronto empiezo a sentirme caliente y en mi mente comienzan a reproducirse las imágenes de la pared, pero conmigo de protagonista.
Sin darme cuenta llevo mi mano a mi coño bajo el agua y comienzo a masturbarme cerrando los ojos, los siguientes cinco minutos me dejo llevar por el placer hasta llegar al orgasmo. Cuando abro los ojos me doy cuenta de que no estoy sola, una esclava está de pies observándome.
'Su masaje la está esperando, Señora, si es tan amable de acompañarme;' me dice con una sonrisa pícara en el rostro.
Me sumerjo por completo en el agua antes de salir y cubrirme con una toalla, no sé cuánto ha visto la esclava, pero me siento un poco avergonzada. Mientras camino detrás de la joven observo el codigo de barras en la parte baja de su espalda que la marca como esclava, aunque lo que más me llama la atención es la marca de la media luna de su nalga derecha, hecha sin duda por un hierro de marcar.
En cuanto me tumbo en la camilla, la esclava comienza a masajearme aplicando aceites aromáticos sobre mi cuerpo, las manos de la esclava son muy hábiles y pronto empiezan a desplazarse por lugares fuera de lo normal.
Intento protestar, pero la esclava habla antes de que pueda hacerlo yo, 'Tranquila Señora, necesita relajarse y un nuevo orgasmo le ayudara a hacerlo.' Los dedos de la esclava en mi coño me convencen de entregarme a sus caricias.
Cuando llego al orgasmo y pienso que la esclava ha acabado el masaje, me ordena tumbarme boca arriba sobre la mesa y comienza a masajear mis pechos, vertiendo más aceite sobre mi cuerpo. En pocos segundos, las manos de la esclava son sustituidas por su boca y mis pezones se ponen duros al momento, lo siguiente que siento es la lengua de la esclava en mi coño buscando mi clitoris y arrancándome un nuevo orgasmo.
'Puede quedarse un rato descansando si la Señora lo desea, cuando quiera irse salga por esa puerta de la derecha para recoger su ropa;' me dice la esclava dejándome sola.
En cuanto la esclava se va, me levanto de la camilla y me coloco delante de uno de los espejos de la sala, hacía tiempo que no me sentía tan bien, no sé si sera el agua o el masaje, aunque supongo que los tres orgasmos que he tenido tendrán algo que ver. Al ver mi reflejo en el espejo no puedo evitar dar la razón a Carol, aunque soy más baja que ella, no soy tan delgada y mis curvas son más pronunciadas, ahora con mi cuerpo brillante por los aceites, estoy segura de que cualquier chico desearía follarme al momento.
Busco la toalla para cubrirme sin encontrarla y decido irme a pesar de estar desnuda, cuando cruzo la puerta y comienzo a andar por los pasillos, no recuerdo haber llegado por ese camino, llegando a pensar que me he perdido. Después de diez minutos andando cruzo un adornado arco y me encuentro en una sala de baños inmensa.
La sala de baños donde me encuentro no se parece en nada a la sala donde he estado antes, si exceptuamos las explicitas pinturas de las paredes, esta sala es puro lujo, suelos y bañeras de mármol, grifos de oro por todos los sitios, cubiteras de champan, mesas llenas de carísima comida.
Al ver todo eso me entra hambre y comienzo a comer alguno de los canapés de las mesas, me sirvo una copa de champan y me meto en el agua hasta la cintura.
De repente oigo entrar a alguien y me vuelvo, al ver a la esclava que me ha estado dando el masaje la sonrio, aunque su gesto serio me dice que algo va mal.
'Sabes que no deberías estar aquí sola, y menos quitarte el collar y los grilletes, póntelos de nuevo y acompáñame tenemos unos clientes que atender,' me dice la esclava casi a gritos.
Miro una mesa a su lado y veo un collar de esclavas y unas pulseras con argollas para las muñecas y los tobillos, voy a decirla a la esclava que se ha equivocado, pero entonces me vienen a la cabeza las palabras del guía turístico que no recordé al entrar, 'Los baños siguen abiertos al público, la parte donde se alojaban las esclavas del harem es la que ahora utilizan las mujeres libres, mientras que en la zona antes reservada al Sultán, es donde ahora ricos empresarios y políticos disfrutan de los servicios de exquisitas esclavas, pudiendo incluso comprar alguna de ellas por el precio adecuado. Las esclavas de los baños son las únicas de todo el pais que tienen permitido no llevar collar, la marca de la media luna en su muslo las identifica mejor que el mismísimo codigo de barras.'
Por un momento me detengo y me imagino que haría Carol, luego salgo del agua y lentamente me coloco las pulseras en mis tobillos y muñecas, para luego lentamente cerrar el collar alrededor de mi cuello.
El clic que oigo al cerrarse el collar me asusta un poco, pero noto como la otra esclava engancha una correa al collar y tira de mi hacia ella, ‘Debería castigarte ahora mismo, pero han llegado unos clientes especiales y les atenderemos tú y yo personalmente. Dime tu nombre para presentarte,’ me dice la esclava.
Dudo en que nombre decir, y al final la digo mi nombre de verdad, ‘Mi nombre es Gina, pero…’
Un fuerte tirón me hace guardar silencio, ‘Pero nada esclava, solo hablarás cuando te pregunten, o serás castigada, ahora sígueme,’ me dice la esclava comenzando a andar.
Después de cinco minutos llegamos a un pequeño baño igual de adornado que el anterior, dentro del agua observo a cuatro hombres de unos 30 años sentados en el agua; los cuatro son guapos, altos y musculosos, y mi coño se moja al imaginarme como serán sus pollas, pero ni toda esa excitación impide que me asuste y no quiera entrar.
La esclava tira de mi hacia un rincón donde los hombres no pueden vernos y me da dos bofetadas, ‘Sé que no eres una esclava zorra; pero sé que esto es lo que deseas, he visto cómo te masturbabas mirando las pinturas de los baños y como respondías a mis toques. Estoy segura de que ahora estas completamente mojada.’
La esclava lleva dos dedos a mi coño encontrándolo húmedo y dispuesto, les saca completamente mojados y me los lleva a la boca para que los limpie, ‘Mira zorra, puedes negarte a entrar y les diré que eres una mujer libre que te has colado en los baños de los hombres y acabarás follada y vendida en unas horas en el mercado, o puedes colaborar y disfrutar de las pollas de esos cuatro jovenes, y quizás puedas abandonar los baños como una mujer libre, tú decides.’
Con lágrimas en los ojos contesto a la esclava, ‘No quiero ser una esclava Señora, haré todo lo que me ordene.’
La esclava limpia las lágrimas de mi rostro y engancha mis muñecas detrás de la espalda, para guiarme de nuevo a los baños, ‘Buenas tardes Señores, yo soy Alana y esta es Gina, es su primer grupo, por eso la he atado las manos; aunque si quieren puedo desatárselas;’ nos presenta la esclava a los cuatro hombres.
Los cuatro hombres sonríen hasta que uno de ellos habla, ‘No hace falta que la desates Alana, sus manos no nos interesan solo queremos follarnos sus tres agujeros.’
Alana me empuja y caigo de rodillas al baño sumergiéndome por completo, cuando salgo del agua estoy a escasos centímetros de la polla de uno de los hombres, ‘Estas en la posición correcta para chuparme la polla:’ me dice tirando de la correa de mi collar hacia él.
Nunca me ha gustado chupar una polla y apenas tengo experiencia, además tengo las manos atadas, me acerco un poco más al joven y comienzo a besar y lamer su polla, para luego introducirla en mi boca; por suerte la polla no es demasiado gorda y me la trago hasta la garganta sin demasiadas complicaciones.
Estoy empezando a disfrutar de las sensaciones de la polla en la boca, cuando noto como alguien agarra mis caderas y de un solo golpe me mete toda su polla en mi coño; la polla se nota enorme en mi coño e intento dejar la mamada para protestar, pero mi cabeza se ve sujetada por una mano que la empuja hacia abajo haciendo que mis labios besen su pubis; ‘No te levantes zorra, no me saldré de tu boca hasta que me corra y te tragues todo mi semen;’ me dice el hombre sonriendo.
Tengo sensaciones enfrentadas, me cuesta respirar y estoy a punto de ahogarme por la polla en mi boca, pero la polla en mi coño ya me ha llevado a mi primer orgasmo. Pronto noto como la polla de mi coño se corre en mi interior y su dueño se sale, aunque mi coño no dura mucho vacío, otra polla ocupa al momento su lugar. Cuando la segunda polla se corre en mi coño, por fin lo hace también el hombre que se está follado mi boca, haciendo que me trague toda sus corrida.
Cuando por fin pienso que voy a relajarme un poco, noto como de nuevo alguien agarra mis caderas, casi estoy suplicando que me sigan follando el coño, pero entonces noto como dos dedos abren mi culo y un líquido frio entra en él. Apenas tengo tiempo de mirar hacia atrás, cuando un grito de dolor escapa de mi garganta al sentir como una polla se abre paso en mi culo virgen.
Con una facilidad pasmosa el hombre que se está follando mi culo se pone de pies arrastrándome con él, en esa posición mi culo se empala todavía más ayudado por mi propio peso. En esa posición puedo ver como Alana enseña algo a uno de los hombres mientras se la folla y le susurra algo al oído.
El joven que me ha follado la boca se coloca de pies y acercándose a mí me abraza moviéndose de manera que tiene fácil acceso a mi coño, pronto estoy siendo follada por mi culo y mi coño llegando a un orgasmo tras otro.
Mientras los dos jovenes me follan a la vez, no soy consciente de lo que ocurre a mi alrededor y no veo como uno de los cuatro jovenes abandona la sala, cuando los dos jovenes se correr en mi interior y se salen de mi cuerpo caigo casi desmayada al suelo.
Cuando voy a levantarme noto como unas manos sujetan mis pies y otras agarran mis muñecas atadas y las llevan por encima de mi cabeza, alguien se sienta a mi lado y agarrándome del collar me obliga a levantar la cabeza para mirarle y me coloca una mordaza en la boca.
‘Soy el Comisario de Policía Ahmed Terdam, responsable de la seguridad del bazar, y tu Gina Carrington has cometido un delito viniendo a esta zona de los baños, Alana nos ha dicho que tu fantasía era ser tratada como una esclava y que por eso aceptaste venir aquí a pesar de que podías ser descubierta. Ahora vas a ser marcada como esclava y te llevaré a casa conmigo, una analista informática como tu será muy útil en comisaria, por las noches te llevaré a mi casa y mi esposa y yo disfrutaremos follándote,’ me dice el joven que sostiene mi cabeza.
Apenas acaba de hablar Ahmed cuando noto una serie de pinchazos en la base de mi espalda; aunque no puedo ver lo que me están haciendo, estoy segura de que un código de barras adorna ahora mi espalda. No ha acabado la sensación de las agujas en mi piel cuando siento un enorme dolor y un intenso olor a carne quemada llena la sala, ¡Me acaban de marcar como esclava!
Mientras me recupero y los jovenes se visten, Alana se encarga de dar unos aceites sobre mis nuevas marcas, después de retirarme las pulseras de los tobillos y las muñecas, me pone las sandalias de tiras y anuda la falda que nunca me quise comprar a mi cintura, para luego entregar la correa de mi collar al Ahmed.
Ahmed tira de mí y en pocos minutos estamos fuera de los baños en el bullicioso bazar, donde se para de repente, ‘Bien Gina, te voy a quitar la mordaza y a desatar tus manos, espero que te portes bien, no hablarás sin permiso o a menos que yo te pregunte. ¿Entendido?
Muevo la cabeza afirmativamente y enseguida me veo con las manos libres y sin la mordaza.
Ahmed me limpia los restos de saliva y semen de mi boca y sigue hablando, ‘Se que no querías ser una esclava, Alana es una de nuestras mejores captadoras de esclavas, y te aseguro que no eres la primera ni serás la última en caer en sus manos.’
Camino por el bazar guiada por Ahmed hasta que al llegar a una de las plazas me detengo mirando fijamente uno de los puestos de venta de esclavas.
Ahmed se da cuenta de que me he detenido y se acerca a mí, y ve como estoy mirando a las esclavas a la venta, ¿Dime Gina, conoces a alguna de esas zorras?, me pregunta.
Dudo que contestar, pero al final me arriesgo a hablar, ‘Si mi Amo, la rubia alta del medio es Carol, mi compañera de viaje.’
Ahmed observa a Carol y se vuelve a girar hacia mí, ‘¿Quieres que la compre Gina?, ¿Crees que será una buena esclava? Si la compro os haré que juguéis para mí, tú decides si la compro.’
No sé porque empiezo a sonreír de felicidad, ‘Si Amo, cómprala por favor, será una buena esclava, Carol es una zorra caliente con un cuerpo hermoso, y estoy deseando que nos veáis como nos comemos el coño;’ le digo a Ahmed atreviéndome a darle un abrazo.
El resto del camino a la casa de mi nuevo Amo Ahmed le hago con Carol a mi lado, aunque todavía está dolorida por la reciente marca, está feliz y excitada por su esclavitud, confirmando mis sospechas de que esto es lo que estaba buscando desde hace años.
Lo que no me esperaba yo es compartir esa misma felicidad al ser esclavizada, y sobre todo al saber que Ahmed nos va a seguir llevando a los baños para servir como esclavas.
FIN