Una de intercambios
Mi primera vez en un trío. Historia verídica.
Estaba pasando una mala racha. Me acababa de divorciar de mi marido, y aunque tenía un amante desde hacía varios meses, el estaba casado. Quería hacer algo distinto. Lo necesitaba, pues en el fondo sabía que un cambio total era el revulsivo que necesitaba para reaccionar un poco.
Mi amante, Alberto, pasaba conmigo todo el tiempo que podía, y me contaba que sentía conmigo sensaciones que no había tenido nunca. Cuando me veía, la verdad es que no podía contenerse. Yo notaba como se empalmaba, y lo pasaban muy mal si había alguien más con nosotros y tenía que contenerse.
Lo que más le gustaba era el morbo que le daba la posibilidad de compartirme con algún otro hombre.
Muchas veces hablábamos del tema, y nos poníamos cachondísimos solo con pensar todo lo que le gustaría que me hicieran. Hasta el momento eran solo fantasías. Nuestra relación era sobre todo y por encima de todo, morbo puro.
Un día me llamó y me dijo que quería que conociera a un amigo suyo, Carlos. La idea era tomar una copa juntos, cenar algo, Quedamos una tarde con Carlos en un pub. Era un hombre bastante atractivo, de aspecto fuerte, barba, moreno. Me lo presentó y pude ver una sonrisa de complicidad entre ellos. Tras una copa, me propuso Alberto que nos fuéramos a casa de Carlos y que si me apetecía podía follar con los dos. No me lo había planteado, pero la idea me puso como una moto.
Subimos en el coche de Alberto y me hizo subir a la parte trasera y sentarme con Carlos. Lo primero que me pidió fue que me quitara las bragas. Lo hice inmediatamente.
Ahora quiero que abras las piernas, y le enseñes tu coñito a Carlos. A la vez deberás empezar a tocar su polla por encima del pantalón
Yo por supuesto obedecí, mientras le veía mirar todo lo que pasaba a través del espejo retrovisor del coche.
Ahora quiero que le bajes la bragueta y empieces a comer su polla, mientras dejas que te sobe tu chochito. Pónselo fácil y ponte de rodillas en el asiento, con el culo mirando a la ventana.
Le respondí: pero si hago eso, cualquiera podrá verme desde la calle.
Claro, eso es lo que quiero.
Hice lo que me pedía, aunque estaba un poco cortada. Me metí la polla de Carlos en la boca y se la chupé muy despacio. El no paraba de gemir, a la vez que metía sus dedos en mis agujeros.
Carlos comentaba con Alberto:
No me habías dicho lo cachonda que era tu chica, y lo mojada que le ponían estas cosas. Me parece muy desinhibida.
-Es la primera vez que lo hacemos, pero seguro que no la última- respondió Alberto.
Yo estaba algo cortada, pero me gustaba y no quería parar.
Carlos me quitó la polla de la boca y me pidió que le besara. No se quería correr todavía, y me dijo que despacito que quedaba mucha noche. Me desabrochó la camisa y empezó a tocar mis pezones por encima de la tela del body que llevaba.
En ese momento Alberto paró el coche. Bajamos y nos dirigimos a la casa de Carlos. Nos pidió que nos pusiéramos cómodos y nos preguntó si nos apetecía una copa.
Si, dijo Alberto. Yo quiero un whisky con coca cola ¿quieres tu algo, Alex?
Vale, dije yo. Una coca cola.
Carlos apareció con las bebidas.
Alberto se recostó en un amplio sofá y me pidió que le comiera un poco la polla. Noté a Carlos que me levantaba la falda y empezaba a sobarme el culo, el coño, me metía los dedos, y luego pasó la lengua por mi culo. Me puse a mil. Mientras el me chupaba a mí, yo cada vez se la comía más y más rápido y fuerte a Alberto. Alberto sacó la polla de la boca y me pidió que me sentara sobre ella. Empecé a cabalgarle, y en dos minutos ya me había corrido, pero no era bastante. Seguí, sabiendo que Carlos no dejaba de mirarme. Eso me ponía muy cachonda. El me tocaba todo el cuerpo, pero no llegaba a follarme. Le pedí a Alberto que la sacara, para que me follara también Carlos, y me dijo que solo a condición de que si Carlos me follaba el coño, el a la vez pudiera meterla por el culo. El sabía que no me hacía mucha gracia que me la metiera por el culo, pues su polla era muy ancha y me dolía bastante al entrar. Le dije que vale, pues estaba empapada y a tope. Carlos me folló despacio al principio y después más rápido, con un ritmo delicioso que me mantenía a punto del climax todo el tiempo, pero sin llegar a el. Alberto ya tenía su verga bien mojada con mi flujo, así que no le costó mucho meterla. Me dolió poco, y enseguida nos acoplamos los tres a un único ritmo, hasta que conseguimos un orgasmo increíble.
Nos tumbamos en la alfombra durante un rato para recuperar fuerzas, y yo en medio de ambos, recibía las caricias de los dos.
Alberto me dijo que nos teníamos que ir. Nos vestimos, y me despedí de Carlos. Mientras Alberto se ponía el abrigo, Carlos aprovechó y me dijo al odio que le había encantado y que quería que nos volviéramos a ver pero a solas. Me extrañó, pues Carlos y Alberto eran amigos.
No se Carlos, no se si a Alberto le parecerá bien.
Y Carlos me dijo, pregúntale a Alberto de que me conoce.
Dicho esto, metió un papel en mi bolsillo. Era una tarjeta con un nombre y su teléfono. No ponía Carlos, ponía Miguel.
Ya fuera, le pregunté a Alberto: ¿desde cuando os conocéis Carlos y tú, o debería llamarle Miguel?
Alberto me miró y me dijo: te tengo que contar algo. La verdad es que no le conocía. Contacte con el a través de una revista.
Me quedé asombrada. ¿Cómo había hecho algo así sin contar conmigo?. Me sentí engañada, así que le dije:
Bueno, en tal caso, no te importará que le vuelva a ver ¿no?. El esta deseándolo y me ha dado su número de teléfono.
Me dio un largo beso en la boca y me dijo: sabes que puedes hacer lo que quieras . Solo te pido que si quedas con el, me lo cuentes todo.
Pero eso forma parte de la siguiente historia .que también es verídica.