Una dama por fuera, por dentro solo una mujer

Nadie sabe que puede esconder una mujer por dentro, si por fuera es una mujer totalmente en control, pero por dentro un volcán de emociones late por erupcionar.

Los sentimientos humanos son como un volcán apagado, dormido, escondido, agazapado, pero vivo, esperando el momento de entrar en erupción, nuestro diario vivir es el camuflaje de lo que en realidad llevamos dentro, Susana es eso una mujer acorazada, decente, fría, pero en su interior se agazapa una mujer ardiente, vibrante esperando el momento de hacer lo que desea con su cuerpo.

Si has visto por la calle a una mujer madura de aproximadamente 40 años, con un cuerpo que la naturaleza conserva de la manera mas providencial y milagrosa, ya que no es una mujer que esté metida en un gimnasio, es una mujer de una belleza natural, así es Susana, alta, 1,70 aproximadamente, es blanca, por su cara no llegan aun una línea de arrugas, su cabellera de un color rojizo artificial le da un aire sensual, viste delicadamente, sin ser tan provocativa, sus redondeces la hacen que voltee uno al verla, tiene unos hermosos pechos que todavía desafían la gravedad, sus piernas son hermosas, lisas naturales, torneadas, pero lo mejor es su trasero, redondo y bien definido, parado, que provocan mas de una expresión de deseo.

Susana es una exitosa gerente comercial de una compañía que se dedica a distribuir artículos para la industria, ha viajado por muchos lugares del país cuando es requerida, ha viajado a capacitarse hasta el extranjero, su esposo es el director de una de las industrias a las que proveen de materiales, siempre se ha sentido satisfecha con su vida, es una empresaria exitosa, vive holgadamente, viaja mucho que es lo que mas le gusta, siempre pensó que su vida era totalmente completa y que nada le faltaba, tenía dos hermosas hijas, una 9 años y la otra de 6, las tuvo ya en su madurez.

Vivía intensamente entre su trabajo y su hogar, pero algo la traía intranquilizada últimamente, había entrado en una etapa de su madurez que le había traído ciertas sensaciones en su libido sexual, despertaba por las mañanas excitada, su vida sexual no era tan abundante, entre su trabajo y el de su marido, el espacio para ello había decrecido, eso nunca le había quitado el sueño, pero a esta edad sentía que algo le faltaba, sentía la necesidad de ser mas amada, buscaba a su marido en las noches, el le cumplía pero solo en el ritmo que ya tenían fijado y ella sentía necesidad de mas, no lo expresaba y se lo guardaba.

Algo que hizo detonar mas su íntimo secreto fue un suceso en una reunión familiar, se casaba una prima de su esposo Fer, esta boda se celebró en una finca propiedad de la familia del novio, era una lugar retirado y apartado, para llegar allá para el que no llevaba carro había un autobús para trasladarlos y regresar, todo transcurrió con normalidad, uno que otro bebido mas de la cuenta pero ya, había anochecido, ella se encontraba medio mareada por las copas que había bebido, decidió caminar un poco, la luz de la casa principal daba un aspecto penumbroso a los alrededores, notó a una mujer que caminaba semi escondida entre los árboles que rodeaban la casa, le intrigó verla y sobre todo cuando notó que un hombre mas la seguía, los siguió con sigilo, cuando alcanzó a reconocerla vio que se trataba de una tía de su esposo, la conocía muy poco, solo sabía que era tía de el, pero no tenían acercamiento, al que la seguía no lo reconocía, pero no era su esposo, a el también lo conocía, el le dio alcance en un apartado lugar entre los árboles, cuando la tuvo a su alcance, la abrazó y sus manos recorrían sus carnes sobre el vestido y su boca le besaba con ardor, el no tratarse de su esposo y estar ella observándolos le hizo sentir una sensación rara, nunca se imaginó verse en esa situación, espiando a una pareja, sobre todo a una señora que aparentaba siempre una seriedad absoluta, teniendo un encuentro clandestino con otro que no era su esposo, poco a poco fue viendo como el vestido de ella subía por sus piernas, descubriendo sus muslos, que por la oscuridad no se veían bien, pero al ser ella de una piel blanca, la luz de la luna la reflejaba, las manos de el acariciaban la piel de sus muslos y sus nalgas por sobre unas su ropa interior de color clara, esta señora, a pesar de ser ya de mas de los 40 años, poseía un hermoso cuerpo, eso ella lo reconocía, el luchaba por sacar sus senos, pero el tipo de vestido de ella no se lo permitía y se tuvo que conformar con besárselos por encima del vestido, una de sus manos estaba ya entre sus muslos por delante, sobre sus pantaletas, y pronto entre ellas, era notorio la excitación de ella al ser tratada de esa manera, verla de esa manera, con los ojos cerrados, con el vestido a la cintura, con la boca de el en sus senos, mientras sus nalgas eran amasadas por una de las manos de el, mientras la otra mano le acariciaba sus partes íntimas, hacían sentir a Susy una gran excitación, sus manos acariciaban sus senos por encima de su vestido y pronto una de ellas viajó al interior de sus pantaletas, para estimular sus ya ardiente sexo, sentía como las oleadas de placer recorrían su cuerpo, nunca se había masturbado, y ahora de la manera mas natural y por puro instinto lo estaba haciendo, ayudada por la excitante escena clandestina que estaba frente a sus ojos.

Ella observó como este hombre poco a poco fue jalando el elástico de las pantaletas de ella hacia abajo, dejando al descubierto su sexo hermosamente cubierto por una mata de vellos castaños, para después el mismo abrir su bragueta y sacar su pene, para que ayudado por una de sus manos tallárselo a ella por su sexo. Ella al sentir el contacto de el separó mas sus piernas alzando ligeramente una de ellas para alcanzar un mejor contacto.

La penetración fue notoria, ya que ella se aferró fuertemente al cuello de el mientras cerraba y apretaba ojos y boca, como para no emitir un gemido que amenazaba escapar de sus labios. El la jalaba hacia el tomándola por sus nalgas, la altura de ella hacía que la penetración fuera completa. Era un movimiento acompasado, suave, el la jalaba por las nalgas y ella se mecía para que su sexo se encontrara con el de el, Susana extasiada, excitada, con la frente perlada de sudor, de sudor de excitación, con una mano jugando su sexo; con los ojos semicerrados, tanto por la calentura poseída de su cuerpo como por su fortuito show que tenía frente a ella, no podía evitar mirar esa caliente escena mientras ella se dedeaba, un calor proveniente de lo profundo de su cuerpo invadió su auto estimulado sexo explotando en una oleada de sensaciones acumuladas y finalmente libres, explotaron en su cuerpo causándole además de un inmenso placer un ligero desfallecimiento, teniendo que aferrarse de una rama del árbol que le servía de cómplice en su clandestina observación, cerró y apretó fuertemente los ojos, disfrutando esas sensaciones que la invadían, apretó los labios para no gritar de gusto, aferrada con una mano fuertemente al árbol y con la otra aferrada a su sexo, tallándolo con ardor.

Su cuerpo temblaba ligeramente, mantenía los ojos cerrados disfrutando las últimas sensaciones que la invadían, su mano había abandonado su sexo y jalaba aire acompasadamente, una vez que su cuerpo retomó su ritmo, abrió los ojos para buscar a los que sin saberlo fueron cómplices y causantes de su inmenso gozo, estos continuaban en sus movimientos acompasados, solo que ella ahora se detenía apoyando su espalda y una mano en uno de los árboles que les servía de refugio a la clandestina entrega, decidió abandonar su puesto de observación, lo que siguiera ya no le interesaba en lo mas mínimo, dio la vuelta y se retiró, dejando a los amantes, cautivos de su propia lujuria.

Los días pasaron, en los cuales esas sensaciones últimamente alojadas de su cuerpo fueron adueñándose mas de su mente, las imágenes que había observado y que su mente rebobinaba para su deleite, le hacían sentir más la necesidad carnal, mismas que la hacían soñar mas de una vez que ella era la protagonista de un encuentro sexual con otra persona extraña, eso la intranquilizaba, acostumbrada a siempre tener control de las cosas buscaba la manera de controlar su mente, cosa que lograba aun. Ella se decía a si misma que era ella laque decidía que es lo que hacía y que no, así de claro, y que para eso estaba su marido, para satisfacerla, solo que en el fondo sabía que eso no era totalmente cierto.

La forma en que sucedieron las cosas, fue de lo más sencillo que se podría describir, no hubo acoso, seducción, trato, nada, solo sucedió, y es de esta forma como ella misma lo describe:

"Eran días de mucho trabajo, último trimestre del año, en que todas las empresas trabajan con sus requisiciones de compra del siguiente año, estaba en tratos con una de las empresas mas grandes que existen en mi país, una de las filiales se encontraba en la región que estaba en mi área a cargo, eran un trajín de ir y venir varias veces, a veces hasta un día completo me llevaba con esa empresa.

Para ir a ella había que hacer un recorrido de una hora por carretera, bordear un río y cruzarlo por un puente, había otro acceso mas corto que solo era cruzar ese río desde la ciudad, utilizar unos taxis colectivos y ya en 20 minutos estaba una ahí.

Un día que mi tiempo se había agotado y la cita que había hecho era en 30 minutos tomé la decisión de cruzar en los botes rápidamente y tomar un colectivo para llegar a tiempo, si alguien ha pasado por utilizar uno de esos taxis, sabrán que no es muy cómodo, sobre todo para alguien que está acostumbrada a viajar cómodamente, le meten hasta 6 pasajeros, 3 o 4 atrás y 2 adelante además del chofer.

Mi propósito de llegar rápidamente se cumplió, llegué a tiempo, pasé buena parte del día ahí, cuando salí ya eran alrededor de las 6 de la tarde, el problema era que ahora tenía que caminar un buen tramo para tomar un taxi de regreso o esperar que llegara uno hasta las instalaciones, cosa que por la hora me dijo uno de los vigilantes era muy difícil, mientras me observaba de pies a cabeza, vestía un traje sastre con una falda color azul marino, que apenas cubrían mis rodillas, v una blusa beige, de botones enfrente, el saco para ese momento lo calzaba en el brazo, acostumbrada a ser observada en las calles no le tomé importancia, sabía que mi cuerpo todavía llamaba la atención, algo que noté es que me observó fijamente y discretamente mis pechos, la razón, que ligeramente se asomaba uno de mis pezones por la parte superior de mi brassier, las aureolas de mis senos era notoria, lógico era que no podía hacer nada en ese momento en la calle, así que pensé mejor en retirarme y discretamente tratar de componer mi aspecto, para esto comencé a caminar, cuando escuché silbidos y gritos, era una camioneta que trasladaba a un grupo de trabajadores, me silbaban y al pasar al lado de la acera por la que caminaba me gritaban algunas cosa como: "mamacita", "te llevamos mamita", y algunas fuertes como "que chulas nalgas", etc. Esto sin dejar de silbar, pasaron rápidamente y desaparecieron eso hizo que momentáneamente se me olvidara las intenciones de componer la vista de mis senos.

Esos silbidos y gritos despertaron esos sentimientos que últimamente se habían apoderado de mi cuerpo, me hacían sentir viva, con sentimientos, pero también excitada, sentía que mi cuerpo temblaba aunque no se notara, y un calorcito me invadía.

Ensimismada en mis lujuriosos pensamientos no reparé en que un taxi me silbaba hasta que se paró al lado mío, llevaba una señora de pasajero enfrente y otro detrás, así que me tuve que sentar detrás, al subir noté que mi falda se subía un poco descubriendo la blancura de mis muslos, y que tanto el taxista como el pasajero de mi lado sus ojos fueron hacia ellos, mi intención fue bajar mi falda pero la llegada de otro pasajero, con pintas de trabajador de la empresa y que se subiría también atrás aparte de hacerme dejar esta intención hizo que me tuviera que recorrer mas hacia dentro para que se acomodara haciendo que en lugar de bajar mi falda esta subiera un poco mas, solo que ahora en medio de dos personas, hombres ellos, y totalmente incomoda para componer mi postura, mis manos ocupadas con mis papeles y el saco, pude haber colocado mi saco y cosas sobre mis piernas y asunto concluido pero algo me hizo quedar así.

El taxi comenzó a avanzar algo lento para mi gusto, el pasajero que iba al lado mío era un señor como de mi edad que me observaba de reojo y procurando que no lo sorprendiera, de reojo noté que observaba mis senos, que aparte de su tamaño y volumen, asomaba el pezón indiscreto, me sentí incomoda, y acalorada, pero en lugar de buscar hacer algo para remediar la vista que ofrecían mis piernas y senos, los dejé así, mis cosas las cargaba en el brazo derecho así que la parte izquierda de mi cuerpo quedaba libre para que este señor me observara bien, el trabajador que iba a mi derecha era muy joven entre 20 y 25 aproximadamente, pronto el brazo derecho del señor empezó a acercarlo discretamente a mi seno izquierdo, cuando uno viaja así apretados los brazos quedan siempre enfrente de uno, así que el solamente lo fue acercando a mi, cuando su brazo tocó mi seno, sentí que mi cuerpo empezaba a latir, el se quedó quieto esperando una reacción, al ver que no hice ningún movimiento, empezó a mover su brazo como siguiendo el vaivén del movimiento del taxi, frotando mi pezón, este respondió naturalmente, aunque mi mente trataba de mantenerla en control, mis instintos naturales afloraron, no hice ningún movimiento, solo me quedé rígida, en mi interior decía "calma, no pasa nada estás en un taxi público, apretada entre la gente, es normal todo, calma……".

Mantenía la vista fija al frente sin un lugar claro ni forma definida, en uno de esos movimientos del auto reaccioné y observé por el espejo retrovisor que el taxista me observaba y sonreía, se dirigió a nosotros tres atrás para decirnos: "Entro tantito al fraccionamiento a dejar a la señora y los llevo", solo el joven de al lado mío contestó con un lacónico "bueno".

El trayecto que hizo hasta dejar a la señora lo sentí largo, para esto el señor seguía entretenido tallando mi seno, ahora me observaba mas fijamente, yo evitaba voltear a mirarlo, mantenía mi vista perdida al frente, al llegar a donde se bajaba la señora, lo mas lógico era que me bajara y pasara al frente para ir mas cómoda, pero ni yo hice ningún movimiento ni el taxista se ocupó en preguntar y solo arrancó de nuevo.

Instintivamente mis ojos se entrecerraron, todavía luchando mi mente con ellos, ya el joven de al lado se había dado cuenta ya que también me observaba fijamente mis pechos, ahora mis pezones eran muy notorios por la excitación, el otro ya también se notaba bajo la blusa y por encima del brassier, el taxista avanzaba lentamente, yo no podía o no quería hacer nada, sabía que la situación estaba a punto de salirse de control, pero en lugar de ello mantuve una postura quieta y sumisa, como esperando que mas podía suceder.

Por instinto noté que el taxi no regresaba a la salida del fraccionamiento y buscar la carretera, sino que seguía hacia el fondo de el, cerré los ojos a la sensación sentida y recargué mi cabeza hacia atrás al respaldo del asiento, abandonada totalmente, sin pedírmelo, ni preguntarme, escuché una voz que decía, "vete adentro".

Sentí que el movimiento del taxi cambiaba, ahora avanzaba por una terracería, abrí lentamente los ojos como dudando de lo que estaba haciendo, ya no tenía mis cosas en la mano, estas estaban en el asiento de enfrente, mi blusa había sido abierta parcialmente y mis senos eran acariciado por estas dos personas de al lado, el taxista ocasionalmente alcanzaba mis piernas mientras manejaba, ellos solo me observaban la cara mientras sus manos atrapaban mis senos por encima de mi brassier aun.

Al observarme que abría los ojos y no decía nada hizo que ellos lo tomaran como el aceptamiento de sus intenciones, abrieron totalmente mi blusa y deslizaron los tirantes del brassier por mis hombros, mis senos quedaron totalmente a su vista, desafiantes, con los pezones erectos, endurecidos por las caricias que propinaban, el mas joven tomándome de una de las rodillas hizo que abriera mis piernas para meter su mano por dentro de ellas hasta alcanzar mi entrepierna, acariciando con toda la palma de su mano y por encima de mis pantaletitas toda ella, observé como su mano tallaba mi sexo, era lujurioso verme así, una señora decente, casada, que siempre era respetada, ser tratada así por dos hombres, con las piernas abiertas, la falda subida dejando ver su entrepierna cubierta aun por su ropa interior y con la blusa totalmente abierta y el brassier bajado con los senos expuestos y amasados por dos manos diferentes.

Nadie decía nada, ellos solo me miraban, esperando una reacción mía, pero mi mente estaba en blanco, como si estuviera en un trance, mis instintos habían bloqueado una mente que diría no, que se opondría a esas caricias, a que mi cuerpo estuviera expuesto a esos manoseos ; se había sobre impuesto mi instinto natural, ese instinto de una mujer madura, una mujer deseosa de algo mas que lo que tenía en casa, de una mujer con un elevado deseo carnal, de una mujer insatisfecha que reclamaba apagar ese ardor de su cuerpo que le quemaba, que la asfixiaba y que en esos momentos eran apagados, no por uno, por dos hombres y lo mas seguro que por tres.

Todas esos confusos pensamientos encontrados pasaron por mi mente, rápidamente, pero fui extraída de ese trance cuando escuché la voz del taxista que decía, "aquí está bien", era un pequeño claro oculto por árboles y maleza, me despojaron de la blusa totalmente y terminaron de quitarme el sostén, el señor de mi derecha abrió la puerta de su lado para salir, jalándome de los hombros me hizo recostar en el asiento sobre el lado libre que había dejado e hincándose se apoderó de mi boca con la suya mientras estrujaba mis senos, me los apretaba y pellizcaba mis pezones haciéndome gemir, lo hacía sin restricciones, sin temor dejando salir mi ardiente entrega, el joven me había enrollado totalmente la falda a la cintura para disfrutar de mis piernas y sobre todo de mi sexo, acariciándolo por sobre mi pequeña pantaleta, una de mis piernas las había pasado por encima de el teniéndome totalmente expuesta, mientras me acariciaba muslos y sexo, su boca me besaba y su lengua la deslizaba por mi abdomen, provocando que mi cuerpo se retorciera de placer, pronto sentí que eran mas de dos manos las que me acariciaban muslos, nalgas y sexo, el taxista también participaba con sus manos para darme placer, me hicieron a un lado la parte baja de mi pequeña pantaleta y un dedo y luego dos estaban dentro de mi enardecida rajada, ya estaba mas que mojada, quien metía sus dedos, no lo sabía, estaba ocupada, ya que el otro señor se había sacado su miembro y me lo había metido en la boca, sin dejar de acariciar mis pechos, que totalmente duros recibían fuertes caricias y pellizcos en los pezones, me empezaron a sacar mis pantaletas y así totalmente despatarrada, con las piernas abiertas y mi sexo bien expuesto, abierto y chorreando sus jugos, con dos dedos dentro de el todavía, me vine por primera vez.

La parte baja de mi cuerpo temblaba, mis nalgas bajaban y subían disfrutando de ese orgasmo que mi cuerpo había experimentado, sin haber sido penetrada aun, sentí cuando un erecto miembro se posó en la entrada de mi raja, me lo acomodaba para dar la estocada final, pero mi calentura se acentuó mas cuando escuché decir al que se preparaba a penetrarme decir: "mírame putita, mírame mientras te cojo", el que tenía su verga en mi boca me la sacó y alcé mi cabeza ligeramente para observar al que me iba a penetrar, era el joven, que con los pantalones abajo y su verga en la mano me miraba, lo vi a los ojos y en ese momento hundió toda su hombría en mi, no hubo resistencia ni dificultad, estaba mi vagina totalmente lubricada por mi excitación y la venida que había tenido, tomó mi pierna derecha para ponerlas en su hombro y sin dejar de mirarme me empezó a taladrar, metiendo y sacando con fuerzas su verga en mi rajada, una de sus manos tomó mis pechos para sobarlos y acariciar mis pezones, bien erectos.

"Mira como te cojo putita, eso buscabas, eso te hago, disfrútalo", yo dejé de mirarlo y cerré los ojos para disfrutar de lo que me hacía, los otros dos solo observaban, ya que no sentía a nadie mas sobre mi cuerpo, joven al fin, imprimiendo un ritmo frenético, pronto acabó dentro de mí, sin darme tiempo a disfrutar de otra venida. Eso no importó ya que el otro señor reclamó su lugar, y casi sacándolo de dentro de mí, lo retiró y me jaló de las piernas mas hacia fuera del coche, depositando mis pies en el suelo, mas de la mitad de mis nalgas quedaron al aire y abriendo por las rodillas mis piernas me penetró, el ritmo de el fue mas pausado, disfrutando de lo que hacía, lo miré y el tenía los ojos cerrados, con la cara levantada apoyado en mis piernas echaba hacia atrás y hacia delante su cuerpo para penetrarme una y otra vez, este sí hizo que me viniera, la segunda vez en ese día, mi cuerpo se convulsionó, me aferraba a los asientos fuertemente, de mi boca salían solo gemidos de satisfacción, mi cara la hacía de un lado a otro sintiendo que casi me desmayaba del placer recibido, aunque me había venido ya dos veces sentir a ese hombre dentro de mí, me hacía querer seguir recibiendo mas, ya no quedaba nada de mi decencia, de mi pudor, ni de mi misma, estaba convertida solo en una mujer hambrienta, hambrienta de sexo, de hombre, queriendo mas verga dentro de mí.

Pronto obtuve mas, ya que el taxista introduciéndose a la parte trasera me ponía su verga para que la mamara, abrí la boca e hice lo mejor que pude para complacerlo, ya que la posición en que me encontraba era incómoda, tanto para mi, como para el, ahora tenía ocupada tanto mi sexo como mi boca, dos vergas dentro de mí, recordar que eso era algo que nunca había hecho ni imaginado, me hizo sentirme mas caliente, querer mas, me sentí como una puta, una puta que se había perdido con tres hombres, tres hombres que solo querían saciarse con su cuerpo, cogerla, pero eso era lo que había estado ansiando y lo estaba disfrutando.

"vamos a cambiar", dijo el taxista y me dejaron por un momento, el taxista se salió del auto, al llegar a mí y tomándome de las piernas me hizo darme la vuelta poniéndome boca abajo, jalándome de las caderas me hizo poner de pie, inclinando la parte superior de mi cuerpo hacia el asiento, me separó las nalgas, que levantadas se ofrecían completamente a el, me acarició con la palma de su mano, desde el frente de mi sexo por toda la canaleta de mis nalgas, me puso la punta de su miembro en la entrada de mi rajita y me la metió suavemente, tomándome de las caderas me hizo moverme hacia delante y hacia atrás, sus embestidas eran suaves, sus manos acariciaban mis nalgas, buscando abrirlas al máximo para penetrarme sin contemplaciones, mis gemidos eran casi gritos, quería sentir esa sensación de libertad, disfrutarlo sin fijarme, sin restricción, sin medir mis gritos, ni nada, dejar salir libremente de mi cuerpo sus instintos, yo mantenía la cara casi en el asiento, pero el me jaló del pelo para alzarme la cara y me encontré con la verga del otro señor frente a mí, abrí la boca solamente, sabía que era lo que quería, y lo dejé penetrar mi boca con su verga, que tenía un sabor particular, eran mis jugos ya que esa verga había estado hace unos momentos dentro de mí.

Me tomaron a su antojo, totalmente entregada a ellos hicieron de mi lo que quisieron, me cogieron los dos, uno por mi sexo y el otro por la boca, yo estaba cansada, mi boca me dolía y me saqué la verga de ella, me la intentó meter de nuevo y me negaba moviendo la cara hacia un lado, no insistió y se concretó a manosearme de los pechos y tallando su verga en ellos ayudado por sus manos, el taxista finalmente se vino y sus movimientos fueron mas fuertes y mas rápidos, jalándome hacia el de las caderas, acabó con un resoplido fuerte, cayendo sobre mí sentí sus espasmos, su respiración era muy fuerte y rápida, perdí el equilibrio y caí boca debajo de nuevo sobre el asiento, el se detuvo de los asientos y su verga salió de mi rajada, se recargó de nuevo en mi espalda y tallaba su verga entre mis nalgas, batiendo los restos de su esperma en ellas, yo estaba desmadejada, cansada, nunca en mi vida había tenido semejante sesión de sexo, mi cuerpo todavía latía de las sensaciones tenidas y mi calentura aun no menguaba totalmente, aunque mi cuerpo físicamente estaba sin ganas, sentí el cuerpo de alguien de nuevo encima mío, seguro era el que faltaba de venirse, su verga buscaba mi hoyito posterior a lo que reaccioné con fuerza revolviéndome y gritando que no, para evitarlo, afortunadamente el lo entendió y su verga se dirigió a mi vagina, ensartándome sin resistencia alguna, me dejé hacer así sin responder, mi culo levantado solamente, el me empezó a coger a su manera, a su ritmo, a su antojo, me sobaba las nalgas, me acariciaba la espalda, me acariciaba el pelo, metía las manos bajo de mí, buscando mis senos, se recostó sobre de mí buscando mi boca, solo puse de lado mi cara dejando que me besara, su lengua me acaricia el lóbulo de la oreja, la nuca, me mordisqueaba ligeramente la parte superior de los hombros, mientras entraba y salía de mí, me encendió de nuevo y respondí a sus embestidas, moviendo ligeramente mi trasero, el embestía mientras pujaba con fuerza, me mordía la oreja, sentí que me venía por tercera vez, justo en ese momento el resoplando también se vino, sus gemidos se fundieron con los míos, me agarré fuerte a las telas del asiento, apretando los dientes y gimiendo sin parar, mientras mis nalgas se movían buscando alargar las sensaciones de placer que me invadían, después de esto mi cuerpo finalmente se rindió y caí en un ligero sopor, casi adormeciéndome, por unos momentos mi cuerpo quedó abandonado a las sensaciones que provenían desde dentro de el, en ese momento no importaba nada, al fin había sido satisfecho mi apetito, ese que me abrasaba por dentro desde hace un tiempo, había salido dentro de una mujer en control siempre, una mujer ardiente, fogosa, que había satisfecho a tres hombres al mismo tiempo, y estos a su vez habían satisfecho su ardiente cuerpo.

Fueron unos momentos en los que mi mente se desprendió de mi cuerpo satisfecho, en los que mi cuerpo solo asimiló el gozo recibido, me relajé, nada en ese momento importaba, mi ardor había sido por fin consumido, mi cuerpo disfrutaba los últimos espasmos de placer.

Pero ese lapso de descontrol terminó al entrar en contacto mi mente conmigo misma, no quería abrir los ojos, ni incorporarme, mucho menos hacer frente a tres hombres que seguro ahora me observaban, casi desnuda, con solo la falda enrollada en mi cintura, boca abajo, con mis protuberantes nalgas al aire embarradas de semen, el pelo revuelto. Si alguien alguna vez ha hecho algo de lo que después se ha arrepentido y sentido mal, quizás entienda como me sentía en ese momento, hacer frente a mi realidad me estaba matando de terror en ese momento.

No los escuchaba hablar, solo escuchaba el sonido tenue de ropa, y cinturones, se componían su ropa seguramente, una mano se posó en mi cabeza, tiernamente, casi acariciándome, me dijo –"ya puede levantarse señora, tome, límpiese". Yo no contesté ni me moví, alguno de ellos empezó a limpiar mis nalgas con un trapo húmedo, lo hacía suavemente, sin prisas, con dedicación, limpió mis extremidades y entre ellas lo mejor que pudo, una vez hecho eso, me dijeron "aquí está su ropa".

Me incorporé y sin alzar la vista, totalmente avergonzada, me empecé a vestir, de nuevo esas sensaciones de mi lívido sexual afloraron, al sentirme observada mientras me ponía las pantaletitas de las que me habían despojado, estar parada delante de ellos mientras me vestía me hizo sentir de nuevo excitada, era algo increíble acababa de pasar por un periodo de excitación plena, a una depresión de vergüenza y de nuevo me sentía caliente, no pude evitar ponerme roja, al menos eso sentí, terminé de vestirme, poniéndome el brassier y la blusa, el taxista ya se había puesto al volante, me metí al coche en el asiento delantero buscando mi bolso para sacar un cepillo y alisarme el pelo descompuesto que tenía, los otros dos hombres hicieron lo mismo en el asiento trasero y sin hablar nadie, el taxi dio vuelta para ponernos en marcha.

No me refirieron ni una palabra, nadie decía nada, primero se bajó el señor maduro y dos cuadras mas adelante el otro mas joven, por fin el taxi me dejó en el lugar en el que había de cruzar de nuevo a la ciudad, sin dirigirle la palabra, mucho menos voltear a verlo me bajé y me dispuse a tomar la lancha de regreso.

Pasé por unos días difíciles, ya con la mente en calma no comprendía lo que había hecho, sabía que eso fue lo peor que pude haber cometido, mi mente era un caos, constantemente y en cualquier situación de mis actividades los recuerdos de las escenas protagonizadas por mi me venían a la mente, era algo difícil me sacaba de concentración, me enojaba, me avergonzaba y muchas cosas pasaban por mi mente, mis relaciones con mi marido se hicieron un poco difíciles, ahora cuando me buscaba inventaba algo para no enfrentarlo, sentía que si teníamos relaciones se daría cuenta que alguien mas había penetrado por ese lugar que alguna vez solo estuvo reservado para e.

Lo peor era que algunas veces despertaba en las noches soñando que volvía a realizar lo mismo, con esos hombres y con muchos mas, lo peor era que aparte de despertar asustada de nuevo empezaba asentirme excitada, ese calorcito que me invadía nuevamente mi cuerpo hacía mas difícil mi situación, acostumbrada a mantener el control me sobrepuse a todos esos sentimientos encontrados y seguí con mi vida normal, al fin mi marido me poseyó, yo cooperé al máximo, pero de nuevo esa sensación de insatisfacción me invadió, una noche después de tener sexo con el terminé en el baño masturbándome y repasando en mi mente las escenas que tuve con esos hombres, para poder tener un orgasmo mas placentero.

Al paso de los días hubo un programa de cierre del puente que comunicaba al lugar al que tenía que estar viajando para los programas de compras y había que tomar otra carretera alterna que hacía un tiempo de 2 horas aproximadamente, para evitar eso la gente tomaba el cruce de los botes para ir ahí, yo tendría que hacer lo mismo so pena de perder demasiado tiempo, pensar en esa posibilidad me hizo estar intranquila, los recuerdo volvían a mi mente y me hacían estar nerviosa, pensar en esa posibilidad de nuevo revolvía mi mente en recuerdo dormidos y deseos ardientes.

Al fin volví a tomar ese recorrido, de hecho en una misma semana hice 3 visitas a ese lugar, fue atormentante para mi, desde al llegar al lugar sentía que todo mundo me miraba y decían regresó de nuevo la putita esa, la que se da de señora decente, y que anda buscando hombres, sentía que todo mundo sabía de mi desliz ocurrido semanas antes, pero nada sucedió, todo en control, no hubo nadie que me reconociera.

Una tarde en que salí de la empresa ya casi a las 7 de la tarde, iba ensimismada en mis pensamientos, la operación de compra estaba casi cerrada, era un buen día, había sido provechoso, iba a dejar buenas ganancias esta operación, no noté que pitaban, hasta que se me emparejó un taxi, ofreciendo su servicio, sin vacilar y en automático me subí al asiento delantero, revisaba mis pensamientos ordenando mis ideas, cuando un suceso me sacó de mis pensamientos, un carro grande de redilas pasó duro rebasando al taxi por la derecha, por donde iba, pisó un gran bache lleno de agua y salpicó el carro y por ende a mí, ya que la ventanilla iba abierta, el chofer profirió un insulto a la vez que yo un grito, mientras con mis manos intentaba reparar la mojada sobre mi falda y parte de la blusa, sentí un sobresalto cuando el taxista con una franela me la pasaba por las piernas sobre la falda, yo no atiné a decir nada, y con las manos alzadas y quietas solo contemplé lo que hacía, al hacerlo levantaba mi falda hacia arriba y dejaba ver parte de mis muslos, pasaba la franela y parte de sus dedos por sobre mis muslos desnudos aparentando tratar de secar mi falda y muslos.

Mis manos fueron hacia la de el para detenerlo cuando subió sus manos a mis pechos según buscando secar mi blusa, no pude evitar que posesionara su mano con la franela en uno de mis senos.

-No te preocupes mamita, estos ya los conozco-, me dijo.

Al decir esto, me sobresalté y volteé a verlo, cuando lo reconocí se me paralizó el alma, era el taxista que junto con los otros dos hombres me habían poseído.

Quedé muda mientras su mano recorría mis senos por sobre la blusa ya sin la franela, el verlo hacer eso y recordar lo que había sucedido hizo que por mi mente pasaran muchas cosas, mi cuerpo se estremeció, mi cabeza luchaba con el por recobrar el aplomo, pero me venció mi interior ardiente, que ya había probado algo mas extremo de lo que siempre tenía, era como si hubiera probado alguna vez una droga, y al tenerla de nuevo a mi alcance quisiera probarlo de nuevo.

El al darse cuenta de mi silencio lo tomó como un signo de aprobación, pronto me di cuenta que rumbo tomaba el taxi, era un camino ya una vez recorrido, que terminó en un pequeño claro entre la maleza y árboles.

Ya no me tocaba, sin embargo yo no atinaba a decir nada ni protestar, el solo me veía con deseo, estacionó el auto con calma, se bajó y dando la vuelta abrió la puerta del lado donde me encontraba, me ofreció la mano para salir y al ver que no reaccionaba a dársela me la tomó y con un pequeño jalón de ella me invitó a salir.

Mi voluntad había quedado inerme, acepté la invitación y salí del auto, una vez fuera el me tomó de la cintura y cerró la puerta me recargó del auto mientras la mano que tomaba mi cintura bajó a mis nalgas apretando y sobando al mismo tiempo, mientras me observaba, su otra mano comenzó a desabrochar mi blusa poco a poco, con delicadeza, sin prisas, abrió mi blusa dejando expuesto mis pechos aun cubiertos con el sostén, pronto este dejó de ser un obstáculo al hacer los tirantes a un lado y sacar mis senos libremente, me los empezó a acariciar, sobándolos y oprimiendo con sus dedos mis pezones, yo cerré los ojos y el supo que estaba a su merced, a su disposición, sentí mi falda deslizarse hacia arriba hasta exponer mis pantaletitas blancas que traía puesta, su mano abarcó la parte desnuda de mis nalgas, jalándome hacia el hasta sentir su erecto miembro sobre el pantalón en mi entrepierna.

Mientras tallaba su erección en mi sexo sobre mi ropa interior aun puesta, se introdujo a su boca uno de mis senos que tenía a su alcance, me los besó y pasó su lengua por el a la vez que mordisqueaba mi pezón, yo solo cerraba los ojos y disfrutaba la sensación, mi boca no pudo evitar un gemido cuando metió su mano entre los dos cuerpos atrapando mi sexo y oprimiendo con toda la palma de su mano a este, me retorcí y mis manos atraían su cabeza urgiéndole a que me besara mas los senos, el obedeció alternando su boca en ellos.

Se separó un poco de mi y me observó, así con la blusa abierta y el brasier bajado por los hombros con los senos expuestos, estos lucían hinchados, duros con los pezones erectos, la falda enrollada a mi cintura, mis muslos blancos a su vista y lo mejor de mi, mi sexo solamente tapado con mi pequeña pantaletita, un sentimiento de pudor llegó a mi mente y mis manos fueron una a mi entrepierna y la otra a mis senos, el sonrió y tomándome de las muñecas me las hizo a un lado de mi cuerpo, yo permanecía en silencio, solo el sonido de mi agitación salía de mi.

Me hizo dar vuelta y quedar de frente al coche, me recargó en el, yo apoyé mis manos en el, sus manos fueron rápidamente a mis nalgas, expuestas casi en su totalidad, mi pequeña pantaletita no alcanzaba a cubrirlas, me las amasó mientras su boca besaba mi nuca y hombros, yo agitaba la cabeza mientras abría la boca ávidamente y así parada disfrutaba de esas caricias.

Alternó sus manos entre mis nalgas y mis senos, pellizcando mis pezones, me hizo arder mas de deseo, yo gemía sin parar y sin restringirme, sabía que nadie me oiría ni me vería, una de mis manos buscó su hombría y sobre el pantalón se lo acariciaba, sentir ese paquete duro, hinchado de deseo, de deseo por mi, me hizo calentarme mas, el dejaba que le hiciera, mientras me murmuraba al oído palabras de excitación.

-Así putita, siéntelo, esto te vas a comer- me decía, mientras sus manos no dejaban de acariciarme, ahora una de ellas dentro de mis pantaletitas, acariciando libremente mi cosita.

Sus dedos trabajaban en mi rajadita, entrando y saliendo uno de ellos de ella, sintiendo mi lubricación por la excitación a la que me sometía, no dejaba de excitarme con sus palabras, pareciendo que eso lo excitaba también a el.

-Eres mi putita, estás a mi disposición, te haré lo que quiera hoy, te daré sexo hasta que te rindas cosita.

-Dime lo que quieres mi putita, dime lo que quieres que te haga.

Al no obtener ninguna respuesta, solo gemidos de parte mía, pellizcó uno de mis pezones a la vez que uno de sus dedos se incrustó en mi sexo.

Dime que es lo que quieres putita, que quieres hacer.

Solo musité, -te quiero a ti.

-Que más putita, dímelo así sin restricciones, no te midas.

-Quiero tu verga, métemela, quiero que me disfrutes.

-Dime que eres mi putita, pídeme que te coja, que te meta la verga-, escuchar eso me hizo calentarme mas.

-Sí, soy tu puta, hazme lo que quieras, cógeme ya por favor-, sonaba a ruego mis palabras, yo, una mujer acostumbrada a ser obedecida siempre rogaba a un desconocido, un hombre que a pesar ya de haber disfrutado de mi cuerpo una vez, ni siquiera conocía su nombre; pero eso no me importaba en esos momentos en que mi cuerpo bloqueaba mi uso de razón, disfrutaba de esas sensaciones.

Sentí cuando hizo a un lado mi pantaleta por detrás, y su verga la puso entre mis nalgas, buscando acomodo para penetrarme así parada, yo separé las piernas alzándome un poco más para ayudarle y el colocó su verga en la entrada de mi vagina, sentir como la deslizaba lentamente dentro de mí, mientras con sus dos manos apoyadas en mis caderas me jalaba hacia el, fue el detonante para que mi cuerpo reaccionara al tratamiento que me daba, empecé a mover mis caderas hacia atrás y adelante mientras sus manos ya buscaban ahora mis pechos, terminó de sacarme la blusa y el sostén sin dejar de penetrarme y así desnuda de la cintura hacia arriba y con la falda enrollada en mi cintura y con mis pantaletas jaladas a un lado de mis nalgas disfruté del placer que me daba.

Continuó hablando a mis oídos, diciéndome muchas palabras soeces, que de otra manera sería para mi vulgar, pero en esos momentos de excitación era como la música que se necesita para disfrutar.

-Que ricas nalgas tienes putita, me encantan, me gusta sentirlas mientras te cojo, tus pechos son divinos, eres una putita bien sabrosa, ¿Te gusta mi verga putita, te gusta como te cojo?

-Sí, me encanta tu verga, sígueme cogiendo, hazme venir así.

-Sí putita, vente, quiero sentir como te vienes con mi verga dentro de ti.

-Quiero tu trasero, te quiero coger por detrás putita, déjame meterte mi verga por ese huequito rico que tienes.

-No, eso no, hazme lo que quieras, menos eso.

-Bueno, putita, serás eso entonces, mi puta, te puedo hacer lo que quiera.

-Sí, soy tu puta hazme lo que quieras.

-¿Segura?

-Sí, segura, solo no me obligues a hacerlo por detrás, quizás mas adelante.

-Bueno, entonces a partir de hoy eres mi puta, harás lo que te diga, te puedo usar como quiera, te puedo ofrecer a quien quiera para que te cojan.

Escuchar eso, hizo que a mi mente vinieran los recuerdos de cuando me cogieron los 3 y no pude evitar sentirme mas caliente todavía, era increíble que eso me hiciera sentirme mas caliente, era inadmisible que eso era lo que me gustara, ser usada por mas de uno, me vine en un orgasmo intenso, gemí fuertemente sacando toda la excitación retenida en mi cuerpo, disfrutando de ese placer malsano que ahora se anidaba dentro de mí.

El me dejó disfrutar de mi orgasmo, sin dejar de penetrarme, hasta sentir que me quedaba quieta; me sacó su verga y abriendo la puerta trasera de su coche, me hizo sentarme en el asiento trasero, y sosteniendo mi cara, me puso su verga frente a mi boca, así embarrada de mis jugos, hice el ademán de hacer mi cara a un lado, pero me tenía sostenida y me dijo: -Acuérdate que eres mi puta, tu obedeces.

Sin decir nada solo abrí mi boca para que me introdujera la verga en ella, sentirlo así después de haber estado dentro de mí, fue algo extraño al principio, pero solo pensé es mi escencia, y al final igual lo disfruté, el metía y sacaba a su antojo su verga en mi boca mientras con un mano dirigía mi cabeza con la otra amasaba mis senos y pellizcaba mis pezones, después de un rato así me la sacó y me recostó en el asiento y quedé con las piernas fuera de el auto, tomándome por las rodillas me separó las piernas y de nuevo hizo a un lado mis pantaletas, mientras hacía eso me miraba a los ojos, introdujo un dedo en mi rajada y me empezó a desear rápidamente, sin dejar de mirar a mi cara, yo solo entreabría los ojos y mi cabeza la hacía de un lado a otro, se me encimó y me penetró nuevamente, mientras su boca se fundía con la mía en un beso salvaje, donde me mordisqueaba los labios y me introducía la lengua en ella.

Me besaba el cuello, los hombros, los senos, me mordía las orejas, mientras murmuraba sus palabras de excitación, yo solo gemía y lo jalaba de las nalgas para sentirlo mas, me hizo ponerme boca abajo y de nuevo con la pantaleta a un lado me penetró, me jalaba por los hombros como buscando mas penetración, no se cuanto tiempo me estuvo cogiendo, pero me hizo venir una vez mas antes de venirse el, cuando se vino bufaba con desesperación y me estocaba salvajemente, tomándome de las caderas.

Se quedó encima de mí con la verga dentro de mi, su respiración era fuerte y ruidosa, al fin recuperó el aliento y se salió de mí, se incorporó y yo hice lo mismo, me ofreció una pequeña toalla para que me limpiara lo cual hice pausadamente sin mirarlo ni hablar, de nuevo esos sentimientos de culpabilidad me atormentaban, ya en frío me sentía lastimada, usada, culpable.

Me compuse la falda y busqué mi sostén y blusa y terminé de vestirme, el se acercó por detrás de mi y tomándome de las nalgas me dijo:

-Que rica estás chiquita, eres toda una hembra, una mujer con una gran calentura, quizás seas una mujer decente en tu mundo, pero por dentro eres toda una hembra ardiente.

Murmurarme eso al oído me hizo olvidar los sentimientos de culpabilidad rápidamente, me dio la vuelta y me besó en la boca, fuerte, yo le respondí y nos fundimos en un abrazo, sus manos acariciaban mis nalgas.

-Me enloquecen tus nalgas chiquita, que precioso trasero tienes, tu marido debe estar satisfecho de tenerte a su disposición, quiero hacértelo por el trasero algún día, y recuerda que ya eres mi puta, cuando estés conmigo estarás a mi disposición, no te buscaré problemas ni te acosaré pero si tendremos comunicación para que algunas veces hagas lo que yo te diga, ¿de acuerdo?

Sí, fue mi respuesta, estaba aceptando su proposición y prácticamente me estaba poniendo en sus manos para que hiciera conmigo lo que quisiera.

-La próxima vez te quiero ver coger chiquita, ya veremos que hacemos, me gustó verte la vez anterior como te cogían y quiero repetirlo.

Bueno, está bien, haremos lo que digas, pero nunca me forzes a hacer algo que yo no esté de acuerdo, si quieres seguir disfrutando de mi cuerpo, también me tienes que dar mi espacio, y deberás guardar mi intimidad.

-Claro chiquita, ya verás que no te vas a arrepentir de ser mía, yo te respetaré cuando sea necesario, pero cuando se trate de ser mi puta, entonces no habrá límites.

Abordamos de nuevo el auto y en el trayecto seguimos platicando poniéndonos de acuerdo e intercambiando teléfonos para poder estar en contacto.

Ya a solas en mi oficina me puse a pensar en lo que había hecho de nuevo y en lo que estaba tratando de hacer en adelante, sentía una agitación dentro de mí, por un lado esos sentimientos de culpabilidad pero lo contrarrestaban la excitación que sentía al pensar en lo que podría llegar a hacer, pero ya no me sentía como la primera vez.

Decidí dejar de pensar en eso, ya vería si me atrevía a hacer algo mas adelante, pero en el fondo sentía que al final me ganaría la mujer ardiente que se anidaba dentro de mí, por lo pronto en mi directorio telefónico aparecía un número con el nombre simple de "Taxi".