Una cuñada en la ventana

Una cuñada es una persona nacida y predestinada para dar y ofrecer placer a un cuñado.Un cuñado es la parte pervertida y degenerada de una cuñada.

REMEDIOS ( MI ESPOSA ) Y YO

Cuando Laura me dijo adiós me dejó destrozado, mi primera chica, mi primer beso, mi primera vez. Con diecinueve años estaba probando los sin sabores del desamor, pensaba que el mundo se hundía, que todo se acababa, que no había nada más. Por más que lo intenté ella ya había decidido, y con sus diecisiete años pensó que dos años cargando conmigo sería suficiente para su currículo, y aunque yo no estaba en nada conforme con su decisión ésta ya estaba tomada, sentenciada.

Seguro que en más de una ocasión habéis oído ese refrán, ese dicho que asegura que una mancha de mora con otra de mora se quita, o que un clavo saca a otro clavo, pues bien, eso mismo pudo pensar Remedios, ella acababa de salir de una relación tormentosa, nos conocimos de casualidad presentados por amigos y conocidos una de esas noches en las que éramos obligados a salir de casa casi a empujones por ellos.

Toda la noche hablando con ella, desde luego nada que ver una chica con la otra, Remedios estaba muy lejos de esa adolescente de diecisiete años que me había roto el corazón tan solo hacía unas semanas, sus veinticuatro años la convertían en toda una mujer consciente y segura de lo que buscaba, para ella el cambio de edad también era sustancial, había dejado a todo un señor de treinta y tantos por un chico joven de apenas veinte primaveras.

Desde mi primer beso con Remedios, mas bien, desde mi primer contacto sexual con ella me di cuenta de que nuestras relaciones de placer carnal no iban a ser como a mi me hubieran gustado. Empezando por el físico sin duda nada comparable con la belleza y las curvas de Laura que era toda una diosa, delgada y “enclenque” Remedios, y peor aun, salir de la típica postura del misionero era ya toda una aventura para mi futura esposa.

El paso de los meses, de los años nos convirtieron en todo un ejemplo de respeto y de fidelidad en una pareja, y aunque nuestra vida sexual era escasa, ocasional y de poca calidad llegamos ha convertirnos en cómplices o incluso diría que buenos amigos.

Nuestra vida ya en matrimonio pudo verse truncada con el descubrimiento de la imposibilidad de tener hijos por parte de Remedios, pero, este obstáculo se convirtió sin lugar a ningún tipo de dudas en un acicate más, en otro motivo para permanecer más unidos que nunca.

Y ya que hemos hablado de refranes os propongo el siguiente, que en mi caso lo hago del todo bueno y real, “los mejores polvos de soltero, las mejores pajas de casado”. No me quedaba otro remedio mas que consolar mis impulsos carnales con prácticas de “sexo en soledad” en mi rincón favorito de mi casa, el baño.

SONIA Y EL IMBÉCIL

Sonia es la hermana pequeña de Remedios, y aunque cuenta este mismo verano con cuarenta años en su haber va a seguir siendo eso, su hermanita pequeña, tenemos mucho contacto con ella y mas aún desde que tuvo su primer hijo hace ya veinte años.

Se quedó embarazada accidentalmente de Joaquín ( de aquí en adelante el imbécil ), se podría decir que todo un “braguetazo”, heredero único del negocio de carpintería de sus padres, el tío mas idiota y creído que conozco, no tiene estudios ninguno, pero el muy imbécil se piensa que el solo hecho de tener dinero lo convierte en alguien culto y educado, nada más lejos de la realidad. Por suerte se pasa el año viajando de una ciudad a otra, incluso de un país a otro, pero bueno, no quiero seguir hablando más de él. Sonia vive sola con su marido, claro, cuando este está en casa, su hijo lleva viviendo unos meses con su chica en concubinato, aparece poco por casa, es buen chaval, dedicado a sus estudios de empresa se prepara para dirigir con éxito la empresa de su padre.

Sonia es muy distinta a su hermana, tanto en lo físico como en su forma de afrontar la vida, es una persona vital, optimista y con gran sentido del humor, me siento confortable cuando ella está cerca, y no solo porque sus ciento ochenta centímetros de estatura, su larga melena azabache, sus ojos negros, sus grandes pechos, su estilizado contorno y sus gruesos labios me pongan cachondo cada vez que la veo, nos llevamos bastante bien, incluso me atrevería a decir que somos buenos amigos. Jamás, nunca se me ha ocurrido insinuar lo más mínimo de ámbito sexual con respecto a ella, aunque quizá ella a mí….posiblemente sí.

LA CASA DE LA PLAYA

Este año las cosas nos han ido bien económicamente, la llegada inminente del verano hace que nos pongamos manos a la obra para preparar nuestras vacaciones, mi esposa y yo solemos coincidir desde hace años en los meses de vacaciones que nos pertenecen en nuestras empresas, ella es enfermera en un hospital de la zona y yo soy, digamos, que velo por la seguridad de la ciudadanía. Pero un contratiempo de última hora hace que mi esposa coja sus vacaciones en el mes de agosto y yo en julio, vaya faena.

Vivimos a unos treinta kilómetros de la playa más cercana, distancia relativamente corta, de todos modos ya llevábamos varios años sopesando la posibilidad de alquilar algo allí, la comodidad de no tener que utilizar coche y cambiar un poco de “aires”.

Mi esposa y su hermana ya habían hablado de esta posibilidad, y este año en el que mi esposa y yo no coincidíamos en fechas vacacionales podía ser una buena alternativa, la distancia al trabajo era lo de menos pues la estratégica ubicación de la costa con respecto a nuestros puestos de trabajo hacían que la distancia entre trabajo y hogar habitual fuese la misma que entre trabajo y playa.

No estaba yo muy convencido de pasar un verano junto al imbécil, pero finalmente fui convencido tanto por mi mujer y su hermana como por nuestro sobrino que también se había apuntado al menos a pasar los fines de semana junto a su chica.

Poco tenía yo que hacer, mi esposa y su hermana habían alquilado un coqueto apartamento de tres habitaciones cerca de la línea de playa a muy buen precio, tanto es así que decidieron alquilar por tres meses, junio, julio y agosto.

La primera semana fue la de adaptación, nos sorteamos las habitaciones, a mi esposa y a mí nos tocó la grande, la que tenía la cama de matrimonio, Sonia y el imbécil se conformarían con la otra más pequeña con dos camas en su haber, la otra sería para los tortolitos de los chicos que con una cama de no grandes dimensiones tendrían de sobra para su estancia concubina de los fines de semana.

Con gran gusto por mi parte descubrí que el imbécil solo aparecía por allí los fines de semana, algunos días sueltos pero con poco tiempo en la casa.

Poco a poco íbamos disfrutando de la estancia allí, era cómodo y placentero llegar del trabajo y poderte dar un chapuzón en el océano, mi esposa y yo solíamos coincidir en los turnos de trabajo, o bien de matutinos de seis a dos de la tarde, de siete a tres mi esposa o bien por las tardes de dos a diez y de tres a once de la noche en el caso de mi esposa, por suerte hace años que tanto ella y yo habíamos dejado los temibles turnos nocturnos.

La llegada de mes de julio hace que me quede solo en casa con Sonia, ella no trabaja.

SONIA Y YO SOLOS EN CASA

La llegada del mes de julio y con el mis vacaciones hicieron que si el imbécil no estaba en casa y mi sobrino tampoco me quedase solo con Sonia las horas que mi esposa estaba trabajando, la primera semana coincidió con el turno matutino de mi esposa, ya sabéis, de siete a tres.

Una de mis pasiones es la de correr en la playa, y cada vez que tengo ocasión así lo hago, esta primera semana Sonia decide acompañarme todas las mañanas a correr conmigo, está en forma, es una buena compañera. Después llegamos a casa a media mañana y nos duchamos para preparar posteriormente el almuerzo, suele prepararlo ella, aunque si tengo que hacerlo yo o ayudarla también lo hago, me gusta la cocina.

Posiblemente con la llegada a casa y posterior ducha después de la sesión vespertina de deporte comenzó nuestra historia.

Veréis, os lo voy a explicar para que me entendáis; El baño de la casa está situado de tal manera que tiene una ventana justo en el lateral de la pared donde se encuentra el plato de ducha, esa ventana mira a un pequeño patio trasero que tiene la casa y que solo utilizamos para guardar las bolsas de basura que solo podemos sacar a los contenedores de la calle a partir de las 22´00 h., soy conocedor de esa ventana, soy conocedor que sus cristales son translúcidos y que no hay cortinas ni persianas que tapen luz alguna. Y sí, también soy un pervertido que ya había pensado en esa ventana mucho antes, cuando descubrí el primer día ese pequeño patio y el momento en que me quedase a solas con mi cuñada y ésta decidiese darse una ducha, incluso con la chica de mi sobrino, sí, también había pensado en ella, como veis no dejo “títere con cabeza”.

Era lunes, mientras corríamos descalzos por la orilla de la playa mi mente dibujaba ya esa ventana, pero precisamente este lunes el imbécil y mi sobrino están en casa, mi sobrino se va por la tarde y el imbécil lo hace al día siguiente a primera hora de la mañana, según me cuenta debe de coger un avión para trasladarse a Roma, su negocio llega por lo que se ve hasta bien cerquita de Su Santidad, y eso que es el tío mas ateo que conozco, bueno bromas a parte, el caso es que se marcha por una semana, eso me gusta, incluso me gustó más cuando me enteré que mi sobrino viajaba con el, debe aprender los gajes del oficio, ya sabéis,

En cualquier caso, mi cuñada y yo tenemos buen “filing” , bromeamos sobre las ausencias de su marido, sobre su áspero carácter, incluso me ha llegado a decir en alguna ocasión la buena pareja que harían mi esposa con el imbécil y ella misma conmigo, en fin, demagogia, palabras vanas y simpáticas para aderezar una conversación informal y o distendida que no lleva a ninguna parte y que sin embargo me motivan de modo alguno.

El cuerpo erótico, atlético y bien cuidado de mi cuñada se convierte en “peccata minuta” para mis pensamientos, pero ese pecado venial y de poca índole se preparaba para convertirse en un pecado mayor, sin adelantar acontecimientos os diré que el martes ya había llegado, los ocho o nueve kilómetros de caminata rápida o en carrera habían concluido y su cuerpo era humedecido y empapado por el agua y jabón detrás de la ventana, ¡ ay, la ventana!

LA VENTANA DEL BAÑO, COMIENZA TODO

De todos modos la parafernalia que utilizaba Sonia a la hora de su baño era todo un manual rutinario y estricto del más maniático de los no cuerdos, yo disfrutaba a diario de su rara costumbre, a saber, primero entraba en el baño, se quitaba la ropa, abría los grifos para que saliese solo el agua caliente, salía del baño envuelta en una toalla que cubría desde sus pechos hasta algo más arriba de sus rodillas, cerraba la puerta, iba a la cocina se servía un par de vasos de agua, esperaba unos minutos a que el vapor cubriese en su totalidad el aseo, incluso en verano, y después entraba allí, supongo que casi en penumbras, entonces se la escuchaba entonar alguna canción de cual tonadillera, se podía decantar o bien por “la Pantoja”, la actual Diana Navarro o incluso se atrevía con la toda poderosa e irremplazable Rocío Jurado, vamos todo un despropósito y un castigo para nuestros oídos. En cualquier caso entre diez y quince minutos después salía envuelta en esta ocasión de un albornoz blanco, atado en su cintura y rematado a la altura de sus rodillas. Yo luchaba a diario para intentar ver que se escondía detrás de algún gesto accidental que dejase ver una pequeña apertura o bien abajo entre sus muslos o bien arriba entre sus pechos. Pero hoy no iba a disfrutar el antes y el después de su baño, hoy entraba en juego el “durante”.

Ya se había tomado sus dos vasos de agua, hacía su segunda entrada en el baño, señal de que su ducha estaba a punto de comenzar. Crucé la cocina y con todo el cuidado que pude abrí la chirriante puerta que daba acceso al pequeño corralillo, me coloqué en una esquina, a pesar del vapor y del cristal casi opaco se podía adivinar su grandioso y erótico cuerpo, aunque a decir verdad había que echar algo de imaginación.

Oh, sorpresa, la ventana se abre, debo tener cuidado de que no me vea, me aparto un instante y me vuelvo a reincorporar segundos después, su cuerpo estaba mojado, sus pechos caían irremediablemente debido a su gran tamaño, unos pezones grandes y rosados presidían el centro de ellos, sin un gramo de grasa de más ni un gramo de menos, su culo es grande, empinado hacía arriba, redondo, bueno, diría mas bien ovalado, carnoso, sí, carnoso, se acaba de agachar a coger algo del mueble debajo del lavabo encastrado en el, la raja que divide en dos su trasero se abre lo justo para dejarme ver un orificio oscuro y estrecho pero que me llama la atención por algo que no he conseguido ver nunca a mi esposa, veréis, me explico, es cierto que mi esposa se depila por completo, al igual que yo, que por cierto hace años que lo hago y no porque me lo pidiese mi esposa sino porque todos mis compañeros de bicicleta lo hacían y me convencieron a esa sana y limpia práctica, me depilo piernas y vello púbico.

Bueno, sin salirme del tema, mi esposa si se depila, pero no tiene culo, simplemente es una extensión de su espalda, a pesar de que es una mujer menuda y de pocas carnes las tiene flácidas y “colgonas”, perdón por la expresión pero es verdad, su falta de ejercicio hace que su piel y sus músculos caigan por su propio peso, pero volviendo al culo y a los pelos hay algo que odio del poco culo de Remedios, y, es que a pesar de que nos depilamos juntos con cera hay una parte de su cuerpo que no deja que se toque, si, su culo, las pocas veces que me he asomado a su parte de atrás jamás he conseguido ver ese orificio, ¿por qué?, fácil, estaba escondido en un bosque impenetrable de pelos, ni si quiera puedo llegar a pensar como lo haría para defecar y poder limpiar en su totalidad semejante selva.

Siguiendo con la parte erótica, (comprendo que difícil de retomar con tanto detalle), tenemos a mi cuñada agachada cogiendo algo del mueble, esto si es erótico, ¿aceite corporal?, creo que no voy a poder soportar esta escena sin masturbarme, desenroscando el tapón que cerraba y abría el frasco comenzó a aplicarse el viscoso óleo sobre su cuerpo, sus manos comenzaron a masajear su desnudo cuerpo, libre de vello y con una tersura propia de los que hacemos deporte, joder, comienzo a excitarme de tal manera que comienzo a elaborar una erección en toda regla, su cuerpo brillaba y notaba como resbalaba cada vez que pasaba sus manos por su piel, sus senos, su vientre, su cintura, sus nalgas, sus muslos, sus piernas sus pies.

Es cierto que me podía haber masturbado allí mismo observando la escena, pero Sonia estaba a punto de salir, cerré la puerta de la cocina que daba paso al corral, la crucé en dirección al salón y me senté en el sofá e hice un juego de equilibrismo inverosímil para disimular mi erección, Sonia se paseó delante de mi en dos ocasiones con su albornoz, una tercera pasada y consumo mi masturbación sin llegar a tocarme, me levanté y entré todo lo rápido y veloz que pude en el baño, me quité mi ropa de deporte, me miré desnudo al espejo, mi polla imponía su majestuosidad delante del vidrio que devolvía mi imagen de pervertido y sádico cuñado que espía a escondidas a su hermana política, con mi mano derecha abracé el miembro, varios movimientos en vertical después y con mi mente en modo “play” contemplando la película “una cuñada en la ducha” comencé a derramar en forma de chorros dispersos cantidades indefinidas de leche, más y más leche que caían deslizándose por los azulejos de aquel cuarto de baño convertido temporalmente en cabina de satisfacción sexual para cuñados depravados, viciosos y pervertidos.

Este ritual se estuvo repitiendo hasta el viernes, el sábado estábamos ya todos en casa. Fue el imbécil que abriendo la puerta de la cocina para sacar una bolsa de basura al corral se dio cuenta de que la puerta necesitaba de ser lubricada en sus bisagras.

-Cuñado, haber cuando te apañas un bote de “tres en uno” y le echas un poco de aceite a esas bisagras.

Si es que es imbécil, lo que yo diga, pues la casa es tan suya como mía, y ¿por qué no va y compra el bote y le echa el mismo el aceite?, de cualquier modo no dije nada, para eso estaba ya su esposa, mi cuñada, que si en ese momento el cerebro de los hombres hubiese tenido la capacidad para entender los mensajes encriptados y entre líneas de una mujer se hubiese liado “parda”.

-Y ¿para que quieres que no haga ruido la puerta?, así sabremos si entra o sale alguien de la casa, y dependiendo de sus pretensiones lo dejamos o no entrar.

El tono de Sonia era burlón.

-Imagínate que me estoy duchando y que alguien de la calle abre la puerta para espiar, pues debo de estar atenta para dejarlo o no entrar. Me gusta que la puerta haga ruido.

Me ruboricé pero pensé que simplemente era casualidad, el imbécil no entendía nada, y con su típica ironía de siempre le respondió refunfuñando.

-Lo que tú digas cariño, si quieres que la puerta siga haciendo ruido pues no hay aceite y punto, le echamos agua y así suena más.

DESCUBRO QUE SOY FETICHISTA, LOS PIES DE SONIA ME HACEN EXCITAR

Es martes, el imbécil vuelve a Roma con su hijo por una semana más, por lo que se ve el Papa le está dando suerte en sus negocios. Mi esposa tiene turno de tarde, esa mañana he salido yo solo hacer deporte, mi esposa y su hermana han pasado la mañana en la arena tostándose bajo el sol del suroeste español, estoy en casa y con la comida preparada para que mi esposa vaya a trabajar, son cerca de las 14´00 h., mi esposa debe de salir dentro de treinta minutos para no llegar tarde al trabajo, se da una ducha rápida y se sienta en la mesa donde ya le había servido yo la ensalada de pasta junto al gazpacho fresquito típico del lugar y de la fecha, mi cuñada me defrauda cuando se ducha mientras comemos mi esposa y yo, de cualquier modo sale en albornoz y se sienta a comer la pasta con nosotros prácticamente terminando ya.

He recogido y lavado la vajilla que mi esposa y yo habíamos utilizado en la comida, Sonia había acabado ya de almorzar, gentilmente agarré su plato y lo llevé a la cocina para poder lavarlo.

-Bueno, mientras tu friegas yo me lavo los dientes y me visto, posiblemente baje un rato a la playa.

La idea de que mi cuñada se marchase no me hacía ninguna gracia, pero de cualquier modo con ella en albornoz y el recuerdo fresco de esa ventana tenía herramientas suficientes en mi memoria para hacerme una estimulante y suculenta paja.

Acababa de fregar y recoger la cocina, el teléfono de Sonia suena, salía del baño aun en albornoz y con sus dientes bien blanquitos y sin impurezas culinarias, me quito el delantal de cocina, mi pecho está desnudo, tengo un pantalón corto de deporte anudado a mi cintura, ¿Dónde está el mando a distancia?, me pregunté en voz baja, debajo de uno de los cojines del sofá, encendí la tele, me senté en uno de los extremos de ese gran sofá de al menos cuatro plazas, Sonia había entrado en su habitación, salió enseguida con una libreta y un bolígrafo, se sentó en el otro extremo del sofá, estaba hablando con el imbécil al mismo tiempo que apuntaba una enumeración que supongo el le estaría dictando por teléfono, la libreta estaba apoyada en la pequeña mesa bajita que había delante de donde estábamos sentados, debajo de la mesa una repisa cargada de revistas, ni que decir tiene que la mesa la utilizábamos básicamente para apoyar nuestros pies.

Entonces fue cuando comenzó a suceder todo, Sonia se despidió del imbécil no antes de preguntar por su hijo, después depositó su móvil y el bolígrafo en la mesa al lado de la libreta, pero no se levantó, no, echó su espalda hacia atrás, giró sobre si misma en sentido de las agujas del reloj, primero flexionó sus piernas y se quedó tendida a mi lado izquierdo, enseguida se percató que si colocaba su espalda un poco más al extremo del sofá podía estirar sus piernas sin llegar a tocarme, así lo hizo.

La miré, cerró sus ojos, podía llevarme toda la tarde observándola a la espera de un descuido en la apertura de su albornoz, pero me quedé fascinado e hipnotizado mirando sus pies.

Sonia tenía los pies grandes, pero volviendo a las odiosas comparaciones y tomando como referencia a mi esposa tengo que volver a admitir que Sonia era bella incluso por sus pies, me fijé en sus plantas y talones, estos eran completamente lisos en su piel, ni una sola grieta ni dureza que destacar, podía calzar un cuarenta o cuarenta y uno incluso, sus dedos iban de mayor a menor en pura armonía y perfección pudiendo convertirse si lo desease en musa de Da Vinci en una supuesta “mujer de vitruvio”, sus uñas pintadas de rojo carmesí hacían el pie un manjar apropiado y digno de las mejores de las escenas eróticas de cualquier película sobre el tema.

No podía dejar de mirar, pero yo quería tocar, malo, no seas malo me decía a mi mismo una y otra vez. Me acordé del incidente el otro día en la playa cuando se tuvo que parar cuando se e hundió el pie más de la cuenta en la arena.

-Sonia, y tu pie, ¿lo tienes ya recuperado? ¿te sigue doliendo? ¿te molesta?

Claro que mis preguntas tenían truco, no lo dudéis. Abrió sus ojos, me miró sonriendo y en su gratitud me respondió.

-Gracias por preguntar Alejandro, creo que está bien, no llegó a hincharse, míralo tu mismo haber que opinas.

Ya, lo se, objetivo cumplido, me declaro culpable, he conseguido que Sonia me deje tocar su pie con bajas y deleznables propuestas, pero el fin justifica los medios ¿no?

La suavidad de su piel junto al embriagador aroma a gel de baño, sin hacer publicidad, un bote negro de apellido grande y de empresa igual a la de una isla gallega, no cabe duda de que me estaba excitando todo aquello.

Comencé a tocar su pie poco a poco, muy suave, acariciando su empeine, su talón, sus dedos, primero con una mano, después con la otra, con las dos, disimuladamente comencé a masajearlo, era un placer, me daba placer tener su pie en mis manos.

-Y dime Alejandro, ¿Cómo ves el pie?

-Perfecto

  • Jajá, ya lo creo, el accidentado es el otro.

Vaya, mi cuñada se había reído de mi, no importa, desde luego creo que fue mejor, Sonia retocó un poco su postura allí tendida, sus pies descansaban cómodamente sobre mis muslos, levantó un poco el pie derecho.

-éste si que es

Me esforcé de lo lindo para dar el mejor de mis masajes, acariciaba y masajeaba su pie mientras los observaba con lascivia, también me esforzaba por evitar una erección que se resistía a no formar parte de la fiesta.

-¿Lo ves hinchado Alejandro?

-Lo veo precioso Sonia (me atreví) dan ganas de comérselo

-Pues toma come.

Sonia levantó su pie y lo apoyó en mi barbilla, sus dedos delante de mis labios, no lo dudé, primero metí su dedo gordo en mi boca y como si de una piruleta se tratase lo lamí con cuidado y suavidad, Sonia reía al principio, pero supongo que dándose cuenta de que su otro pie descansaba sobre un falo ya erecto comenzó a cambiar sus gestos y por nada del mundo sacaría su pie de mi boca.

DE HACER EL AMOR NADA DE NADA, AQUÍ SE FOLLA O NADA

Para mi tener el pie de Sonia en mi boca y el otro apoyado en mi pene era ya todo un acto sexual en toda regla, pero esto no había hecho mas que comenzar.

El momento de inflexión, el momento que podía haber significado el sí y el no, el seguir o el parar se produjo cuando levanté mi mirada y la clavé en sus ojos buscando una respuesta muda, ésta llego en silencio como ya esperaba.

Sonia cerró sus ojos, mordió sus labios con sus dientes y apretó su pie izquierdo sobre mi erecto miembro al mismo tiempo que hurgaba y masajeaba ya con poco disimulo, yo seguía lamiendo su pie mientras mis manos ascendían pausadamente llegando ya casi a sus rodillas.

Visualizando la situación como si de una cámara de tv se tratase os podéis imaginar la escena, yo sentado en el sofá, mi dorso descubierto y en pantalón corto de deporte debajo, Sonia tumbada en albornoz a mi lado con un pie apoyado en mis muslos y el otro en mi boca, esfuerzos descomunales por mi parte para disimular mi vista hacía la clara apertura de su albornoz dejando entre ver claramente lo que escondía entre sus piernas, y aunque estaba oscuro y ella trataba también de disimular yo me imaginaba ya su sexo al desnudo ofreciéndose para mi deleite.

En uno de los muchos momentos en los que levanté la vista para poder visualizar si la apertura de la prenda se había abierto más me llevé la sorpresa de mi vida. El albornoz ya no estaba anudado, sus pechos, su vientre, su sexo resplandecían brillantes y desnudos frente a mi.

-Pero no te asustes ahora, si llevas toda la semana viéndome desnuda por la ventana del baño, no te sorprendas ahora.

No tenía derecho a réplica, de hecho no sabía que excusas ni palabras pronunciar sin quedar en ridículo, lo mejor que se me ocurrió fue acudir a su invitación tumbándome a su lado y colocando mi cabeza entre sus piernas, su sexo rasurado tenía los labios vaginales abiertos y podía notar como en su interior su carne viva y desnuda se iba humedeciendo irremediablemente, comencé a pasear mi lengua por el, moviéndola a intervalos de frecuencia rápida y lenta, incluso me atreví a bajar algo más, mi lengua acarició varias ocasiones el limpio y estrecho agujero de su culo.

-Aaaaaaag, aaaaaaaah, me gusta, sigueeee asiiiií

Mis manos masajeaban sus pechos y pezones mientras mi boca se deleitaba con su hambriento coño, joder ¡que placer!, Sonia jadeaba incesantemente, gemidos de placer y aprobación no cesaban de salir de su boca, caro hasta que se la tuve que tapar.

-Ven, ahora me toca a mi, levántate.

Me incorporé como pude, me puse de pie y me quité mi pantalón dejando el falo erecto a merced de las pretensiones de Sonia, que por su parte seguía allí tumbada aunque con su espalda ligeramente elevada por un cojín debajo de ella, acerqué mi falo a su boca y o engulló glotonamente sin piedad ni permiso.

Mi polla estaba dentro de su boca, entera, hacía intentos de levarla a su garganta dejando prácticamente mis cojones en sus labios, después sacó el miembro de su boca, sacó su lengua, yo seguía de pie facilitando mi postura para que se jactara de mi polla, paseaba su órgano del gusto por mis testículos, por el miembro.

-Date la vuelta

¿Qué?, que me diese la vuelta ¿para qué?, le hice caso sin parar de pensar en esos pocos segundos cual sería su propósito.

-¿Te gusta?

¡Ostias!, ¿pero? ¿Qué coño es esa humedad? Y ¿eso es un dedo? ¿quizás sabe Sonia inspeccionar una próstata? ¿es ese el momento?, nada de eso, un placer inaudito para mi invadía mi columna vertebral, sexo anal de mujer a hombre, una quimera para mi, pero que en esos momentos ya quería que fuese infinito para mi. Al mismo tiempo que Sonia intentaba meter su lengua en mi culo su mano derecha masturbaba mi polla sin compasión ni templanzas.

-Vamos a follar Alejandro, siéntate

Me senté en el sofá, ni polla apuntaba en posición de “presenten armas”, Sonia se puso frente a mi, levantó una pierna y apoyó su rodilla en el sofá, luego la otra al mismo tiempo que inclinaba su cuerpo en disposición tal que quedó sentada frente a mi, pasó la palma de su mano por su lengua y luego la volvió a pasar por su sexo, se fue agachando poco a poco y mi polla se iba enterrando sin resistencia en su húmedo coño, estaba dentro.

-Aaaaah, siiiiií

Esbozó cual gemido con la penetración que si hubiese alguien paseando por la puerta la hubiese escuchado.

Nos dimos las manos y cruzamos nuestros dedos, eso impedía que mi cuñada cayese para atrás, sus primeros movimientos eran suaves, lentos, disfrutando de sexo casi con amor, pero no quisimos o no quiso entrar en el error y poco a poco fue incrementando el ritmo de su cabalgada, sus tetas subían y bajaban en cada galope, comenzamos a sudar con el incremento del ritmo, con el tono de los jadeos y gemidos que nos dejaban literalmente sin aliento, sin cambiar de postura separamos nuestras manos, me incorporé un poco y mi cuñada pegó sus ya sudorosos pechos a los míos, pasó sus brazo detrás de mi cuellos y me abrazó fuerte al mismo tiempo que cabalgaba incesantemente, el propio sudor servía de lubricante natural para que nuestros cuerpos resbalasen y la piel no se pegase.

Su cuerpo bajaba y subía sin compasión de mis cojones que aguantaban heroicos las embestidas brutales de mi cuñada cada vez que bajaba.

-Sonia me voy a correr

-Noooo, aguanta un poco más

-Sonia que me corro

-Sigue Alejandro sigue, me queda poco

-Aaaaaaah,

-Siiiiií ya, yaaaaaaaaaaa

Comencé corriéndome dentro y acabé de echar mi última gota de leche sobre sus pechos, se apartó, se sentó a mi lado, paso sus dedos por su vagina observando con pasotismo y desdén como alguna gota de leche salía por su coño pelado, después los pasó por su pecho y “rebañando” un poco de mi lefa se llevo sus dedos a su boca saboreando aquel manjar de semen mezclado con sudor. De repente comenzó a reír a carcajadas.

-Creo que deberíamos ducharnos Alejandro.

Y EN LA DUCHA….MÁS SEXO

Sonia me tendió su mano, me invitó a que la acompañase, entramos en el baño, en esta ocasión sin parafernalias de volver a la cocina y beber agua o de abrir el grifo del agua caliente, aunque bueno, eso sí que lo hizo en parte, lo abrió y dejo correr el agua al mismo tiempo que abría también la ventana, asomó su cabeza por ella y me miró.

-Acaso pensabas que no me iba a dar cuenta de que me mirabas…¿te has masturbado pensando en mi en estos días?

-Sí, prácticamente a diario.

Sonia esbozó una pícara y diabólica sonrisa.

-Yo también me he masturbado en dos ocasiones pensando que me mirabas, que me tocabas.

Debajo de la ducha el metro y ochenta centímetros de mujer con grandes tetas imponía de lo lindo, sin poder evitarlo volví a tener una espontanea y rápida erección.

-Vaya, creo que mi cuñado se ha vuelto a excitar,… mastúrbate para mi, hazte una paja.

No lo dudéis, agarré mi falo y comencé a moverlo de arriba a bajo, Sonia me miraba a los ojos y no al falo, quería sentir el morbo de verme dar placer a mi mismo. Pero en un acto espontaneo y rápido salió de la ducha donde su cuerpo era mojado una y otra vez por el agua de la alcachofa pegada en la parte superior, se agachó debajo del lavabo, abrió la puerta del mueble que había debajo y sacó el frasco de aceite corporal que yo ya sabía de su existencia y ubicación por mis ejercicios de espía en los día precedentes. Abrió el frasco y se acercó a mi.

Algún lector quizá no habrá pasado por alto que no he narrado ningún acto con beso en la boca, pues la razón es fácil y sencilla, simplemente no ocurrió, hasta ahora claro.

Mi cuñada se me acercó, apartó mi mano para que dejase de masturbarme, me miró a los ojos y sacó su lengua, la aproximó a mi boca y me acercó debajo del chorro de agua que ahora caía justo encima de los dos, el agua resbalaba por nuestras cabezas pasando por nuestras bocas.

Las lenguas de los dos jugaban a su libre albedrío dentro y fuera de nuestras bocas, una y otra y otra vez.

Pude sentir como Sonia agarraba mi polla y con cuidado aplicaba parte del contenido del óleo sobre el miembro, luego se dio la vuelta, aplicó el aceite sobre a palma de su mano y la pasó a continuación por la raja de su culo, mas bien por su agujero, volvió a salir de la ducha y apoyo sus manos en la encimera del lavabo dejando su cuerpo inclinado con su culo como la parte más saliente.

-Fóllame el culo Alejandro

No lo dudé, salí de aquel plato de ducha, agarré mi miembro ya bien lubricado, lo apunté con cuidado dirección a su angosto y estrecho agujero, Sonia abrió bien sus piernas y mi falo comenzaba a luchar para atravesar la estrecha entrada del ano.

-Aaaaaah ¡

-¿Te duele Sonia?

  • ¡No!, sigue no te pares

Su culo empujaba hacia atrás queriendo ayudar con su movimiento a que mi polla entrase de una vez entre medio de su raja anal por medio del agujero, un rápido movimiento por medio de ambos y “zas”, mi polla estaba dentro, desde luego no era la primera vez que profanaban el culo de mi cuñada.

Pegaba golpes con sus manos en el lavabo al mismo tiempo que me pedía más, más fuerza, más pasión, más ritmo. Entre grito y grito, entre gemido y gemido, entre jadeo y jadeo le destrozaba su culo sin contemplación ninguna, mis manos rodeaban su cintura y me servían para no caerme mientras la embestía.

-Aaaaaaaaaaah

Me corrí sin avisar, le inundé el culo con la poca leche que me quedaba dentro.

Volvió a reír a carcajadas, después me duche solo, salí del baño y me volví a poner el pantalón de deporte, Sonia salió al poco, el grifo estaba abierto, cerró la puerta del baño y se fue a la cocina a beber dos vasos de agua.