Una cuñada desenfrenada
La esposa de mi hermano mayor como nunca imaginé...
Me llamo Fernando, tengo 16 años, vivo en Argentina y voy a contarles una historia muy rara, que me cambió la forma de pensar con respecto a las mujeres.
Resulta que tengo un hermano, Gabriel, con el cual tenemos una gran diferencia de edad, ya que anda por los 35. Él siempre me carga con que a mis padres les caí como una sorpresa, que no me habían buscado, etc., pero siempre en tono de broma, ya que nuestra relación es excelente. El me protege y me cuida, me da todo.
Gabriel hace 5 años que está casado con Martina, que es un bombón, tiene un cuerpo espectacular y posee el rostro más bello que jamás haya visto. Tiene la misma edad que mi hermano. Ella era muy atenta conmigo, y a mí me encantaba observarla, ver como se movía, su cuerpo, todo, pero claro, siempre mirándola como a mi cuñada.
El verano pasado, ellos alquilaron un chalet en la costa de Brasil, donde pasarían un mes. A mí me sorprendió porque una semana antes de viajar me invitaron para ir con ellos, pero yo no estaba seguro, porque era un mes, y pensaba que solo con ellos me aburriría.
Esto se solucionó porque me dijeron que invitase a Lucas, mi mejor amigo, quien aceptó inmediatamente.
Una vez en Brasil, nos dimos cuenta que todo sería magnífico, el lugar era hermoso, el clima genial, y el chalet era impresionante, muy lujoso.
La primer semana fue muy interesante, pero el sábado llamaron a mi hermano desde la empresa diciéndole que viajara urgentemente porque había fallecido un ejecutivo y mi hermano debía reemplazarlo. Todos pensamos que se habían terminado las vacaciones, pero Gabriel nos pidió que nos quedáramos.
Ya sin Gabriel, seguimos con la idea de seguir pasándola bien, sólo que no tanto...
Tres días después, se largó una lluvia torrencial, y en esta zona, este tipo de fenómenos duran algunos días. Nos quedamos en la casa, y decidimos jugar al Trivial, a lo que propusimos llamar a Martina para ser tres. Ella aceptó. Se sentó en el piso con nosotros, y como llevaba un corto vestido, tanto Lucas como yo tuvimos una amplia visión de la blanca ropa interior que estaba usando. No era la primera vez que le veía la bombacha, pero esta vez me había excitado mucho.
Por la noche, queríamos ir a bailar, pero no queríamos que ella se quedara sola y aburrida, pero nos dijo si nos podía acompañar. Como somos menores, tendríamos que ir a la matinee, donde solo van los que tenemos menos de 18.
Ella no se hizo problema, dijo que se sentaría y tomaría algo. Es más, fue con el mismo vestidito amplio que tenía puesto. Al llegar, Lucas y yo fuimos a la pista, y ella se sentó en una mesa, bebiendo unos tequilas. Estuvimos bailando un rato, y luego fuimos a verla. Me pareció que estaba un poco borracha, porque cuando nos vio, nos abrazó y nos dio un sonoro beso en la mejilla a los dos. Le preguntamos si quería bailar, y contestó que sí. La tomé de la mano y la llevamos al centro de la pista. Estabamos bailando, cuando un grupito de unos 4 chicos, de no mas de 17 años, nos rodeó y comenzó a bailar con nosotros. Uno de ellos tomó del brazo a Martina para bailar. Yo iba a decirles que la dejasen, que estaba con nosotros, pero ella sonrió al chico, por lo que Lucas y yo volvimos con unas chicas que habíamos conocido antes, dejando a Martina con los chicos. Al rato vimos un amontonamiento de gente, y cuando llegamos, no podíamos creer lo que veíamos. Martina esta siendo abrazada y manoseada por los 4 muchachos a la vista de todo el boliche. Algunos la besaban, y en un momento uno le levantó el vestido, dejando a la vista la blanca ropa interior (que nosotros habíamos visualizado en la casa). Ella medio que trataba de zafarse, pero no podía. Le tocaban el culo y la concha por arriba de la bombacha, y las tetas por sobre el vestido. Fue cuando uno intentó bajarle la bombacha, que Lucas y yo decidimos intervenir, empujamos a los chicos, agarramos del brazo a Martina, y ante la silbatina de todo el boliche, que nos decía aguafiestas de un modo un tanto más fuerte, nos fuimos.
Paramos un taxi, y llegamos a casa.
Una vez allí, Martina se tiró en un sillón. Nosotros lo hicimos a su lado. Lucas me miró de una manera extraña, yo le sonreí, y le levantó el vestido. La tanga quedó ante nuestros ojos, mientras ella se reía, y nos preguntaba, medio balbuceando, que estabamos haciendo. Empezó a acariciarse las piernas, la bombacha, y se metió una mano dentro de esta.
Lucas la besó en los labios, a lo que ella contestó con la boca completamente abierta, juntando sus lenguas. Nos sacamos la ropa, ella hizo lo mismo con el vestido. Quedó en bombacha y tetas, ya que no llevaba corpiño.
Tomó mi mano y la llevó a su húmeda concha, corrí la tanga e introduje mis dedos en ella. Mientras, le hacía una mamada a Lucas, que no podía más. Esa noche, nos la cogimos tres veces cada uno.
Al otro día no sabíamos que pasaría, ya que se le iba a pasar la borrachera, pero al levantarnos, estaba preparando el desayuno vestida sólo con sus bragas. Al vernos, nos besó en la boca y nos sirvió el chocolate.
El resto de las vacaciones casi no salimos de la casa. Estuvimos teniendo relaciones todos los días, todo el día.
Un par de veces fuimos a bailar, pero esta vez los que manoseaban a Martina, y le mostraban su ropa interior al resto de los chicos éramos Lucas y yo. Eramos los ídolos del boliche. No hubo ninguno que no se quedara con un recuerdo de Martina, ya que todos iban preparados con cámaras fotográficas y de video, y las imágenes de mi cuñada en bombacha deben haber servido para miles de pajas en distintos lugares.
En otra ocasión les contaré lo que sucedió cuando regresamos a Rosario...
Al llegar a mi ciudad, no sabía como iba a continuar todo. Con su ascenso, Gabriel pasaba de lunes a viernes en Buenos Aires, por lo cual Martina quedaba sola en casa. Lucas, como buen bocón, les había contado a todos nuestros amigos lo que había pasado, y todos querían que les presentara a mi cuñada.
Una vez, y como su casa era muy grande, ella me dijo que cuando yo quisiese usara el salón de juegos con mis amigos. Había una mesa de pool, un metegol, una mesa de ping pong, y muchísimos juegos de mesa. Yo nunca se los conté a ellos, porque me estarían pidiendo de ir a cada rato.
Una vez, hablando con Martina por teléfono, me comentó que Lucas la había llamado para ir a visitarla. Yo me fui a la puerta de su casa, para espiarlo. Lucas llegó con su primo, Ariel, que tenía 17 años, y era medio tarado.
Entraron, y esperé unos 10 minutos y toqué el timbre. Martina me abrazó fuerte al verme, y Lucas se quedó medio avergonzado. Lo mas extraño sucedió un rato después, cuando volvió a sonar el timbre. El resto de mis amigos (7) hizo su aparición. Yo no entendía nada, pero era obvio que me habían querido pasar por arriba. Traían muchas botellas de alcohol, y enseguida nos pusimos a beber.
Eramos 10 chicos, y mi cuñada, que en unos instantes ya sentía el efecto del alcohol. Mientras bailábamos, ella era el objeto de atracción. Nos turnábamos para sacarla a bailar. Lucas fue el primero, la abrazó, la besó en los labios, y le levantó el vestido, dejando ver una hermosa y pequeña tanga color negro.
Todos la rodeamos, y la tocábamos, enseguida le quitamos el vestido. Se quedó en bombacha y corpiño. Mis amigos estaban locos, ya que salvo Lucas y yo, ninguno había visto en vivo a una mujer desnuda. Comenzaron a filmarla y sacarle fotos. Esa noche todos pudimos penetrarla. Se bancó a 10 chicos que le hicieron lo que quisieron, no sé como aguantó.
Los días posteriores todo parecía ir de maravillas. Pero un día empezaron a correr en el colegio y el barrio los videos y las fotos de mi cuñada, nadie quedó sin verlas en mi curso.
Por supuesto que mi hermano se enteró. Convenció a su esposa y se fueron a vivir a la Capital. Él nunca me reprochó nada, pero nunca más volví a intentar nada con ella.