Una cuerda de violoncello 9

Consecuencias

Me acosté sin cenar, no tenía hambre, sólo podía pensar en ella. Estaba ya entredormida, con un libro entra las manos, cuando me despertó el sonido del celular. Un mensaje de mi Ana: “estoy pensando en ti, Natalie, me duermo con tu nombre entre los labios, te quiero” Le respondí: “Ana, mi Ana… eres mía desde que te ví, aunque no lo supieras tú…también te quiero”


Me desperté y la sonrisa boba aún me acompañaba. Tardé dos minutos en recordar la causa. Ana. Me extendí por completo en la cama, estirando cada uno de mis músculos. Escuchaba a Lil trajinando en la cocina, me acerqué lentamente para poder espiarla, pero con Lil es imposible una sorpresa.

-Ya te he oído así que ni creas que me vas a sorprender- Lil

-Buen día Lil- le dí un beso en la mejilla-¿qué haces?

-Pues preparo el almuerzo, tenemos una invitada especial hoy. Y ya para con la sonrisita, que me pones nerviosa y se me arruina el adobo del pescado-

-Todavía tengo que avisarle a Ana-

-¿Pues qué estás esperando? Vé a llamarla

Fui a la sala, marqué su número en el móvil. Me respondió con voz somnolienta, aún dormía.

-¿Hola?

-Hola Ana, buen día

-Natalie, hola...

-¿Cómo estás?

-Bien, muy bien…dime, ¿es verdad o lo he soñado?

-No es un sueño cariño, lo de ayer fue muy real

-Menos mal amor, me hubiera puesto muy triste

-Pues yo tengo el remedio para que se te pase la tristeza del todo, ¿te vienes a almorzar? Ya está todo arreglado, solo faltas tú

-¿De verdad? Pensé que no te vería hoy

-Sabes que tenemos que ser discretas al menos por un tiempo

-Ya lo sé Nat, pero me apetece conocer a tus amigas, ver cómo vives

-Vente ya entonces…

-Me baño y estoy por allí…un besito amor

-Un beso, te espero

En cuanto corté, fui a darme una ducha rápida y me vestí como lo hacía siempre para estar en casa. Quería que Ana supiera exactamente como soy, quería que me conociese en verdad.

Me puse impaciente esperándola, y un poco molesta creo, tanto que Lil me echó de la cocina, me mandó a poner la mesa, leer un libro o a dar una vuelta a la manzana, lo que prefiriese. Opté por poner música y sentarme con un libro entre las manos que no podía leer del todo, mirando nerviosamente la puerta. Finalmente, el timbre sonó.

-Hola, ¿he llegado muy temprano?

-Yo creo que has demorado una eternidad- la hice pasar. Quería besarla, abrazarla, pero aún me daba timidez.

Estaba preciosa, jeans, zapatillas, el cabello suelto no seco del todo, sin maquillaje. Nunca la había visto pintada y lo prefería.

-Ven, que te presento a Lil- le extendí mi mano

Ella la tomó pero en vez de caminar conmigo se quedó inmóvil. Me volví y Ana se me acercó, con ese andar tan particular suyo, que no parecía que caminara si no que flotara y quedó su rostro pegado al mío.

-¿Es que no me piensas saludar?- me susurró

Sus manos buscaron las mías y entrelazamos nuestros dedos.

-¿Me tienes miedo?

-Claro que no Ana, es que aún no sé bien como actuar contigo, la verdad-

-¿Qué quieres decir?

-Es la situación, eres mi alumna, eres muy joven…-

  • Natalie, no me digas eso… Puede que sea joven, pero eso no es excusa. Tú eres joven también.

-Lo sé Ana, solo quiero que hagamos esto bien, queda poco tiempo para que termine la escuela y ya será diferente. Además, recién nos estamos conociendo- le besé la nariz

-Sé que esto podría acarrearte problemas, en especial en la escuela, en tu imagen como maestra. Pero no evites acercarte a mí por esta causa. Mira a tu alrededor. Estás rodeada de tus cosas, tu amiga, a quien aún no he conocido, está en la cocina. Es tu lugar seguro.

Ana…¿porqué tenía que ser tan endiabladamente inteligente y sensata y tan…?  Su perfume me invadía el cuerpo, por fuera y por dentro.

-Lo siento amor, tienes razón- murmuré en sus labios.Ana a la luz del mediodía, dulce Ana.

La tenía en mis brazos, podía recorrer su espalda a mi gusto, hundir mi cabeza en su cuello, respirarla, respirar a Ana, durante un segundo sentí que ella era el universo.

Nos interrumpió el timbre, que sonó nuevamente. Era Susana, que como siempre llegó como un torbellino, con un pastel en la mano.

-Hola Natalie, disculpa la demora, es que hoy me ha fallado el de los merengues, que no se sentía bien. ¿Es esta la famosa Ana?- le puso sus musculosas manos en los hombros y le dio dos sonoros besos en las mejillas, uno de cada lado.

-Mucho gusto- intentó decir Ana, entre divertida y azorada por la presencia de Susana

-Espero que te gusten los pasteles de chocolate, en verdad no sabía cuál elegir para esta ocasión, ya me dirás tus gustos así para la próxima vez no fallo-

-¿Ya ha llegado mi chica?- Lil, gritando desde la cocina

-Claro que he llegado, ¿dónde estás cariño?

-Aquí en la cocina, ya ves, no podía dejar que Natalie cocinase, en el estado de tontería en el que se encuentra, pues le pone azúcar al pescado y nos arruina la comida-

-Vamos amor, así la conoces de una vez- volví a extenderle la mano. Ana me siguió ahora obedientemente.

-Lil, te presento a Ana, Ana, ella es Lil, mi compañera de departamento

-Natalie, te has cortado al decir lo guapa que es tu novia- más besos sonoros para Ana.

-Lil, no la asustes- dije

-¿Asustar? Si aquí la única que tiene cara de conejo perseguido eres tú. A ver si te relajas- decía mientras revisaba la cocción del pescado.

-Lil,  traje algo para el almuerzo, espero que sirva para la comida que has planeado.-Natalie sacó una botella de Chardonnay.

Lil me miró y me guiñó un ojo

-Así que también sabes de vinos. Natalie, te has sacado la lotería. ¿Ana estás segura que quieres estar con la pesada de Nat?

-Claro que estoy segura- Ana me miró.

Susana estaba abrazando a Lil, a quien no parecía molestarle.

-Vayan ustedes a la sala, ya Lil y yo nos encargamos de los últimos detalles- Susana nos guiñó un ojo

-Vayan, en media hora comemos, tortolitas

Me sentía como una adolescente presentando su primer novio (novia en este caso) a sus padres. Ana y yo nos fuimos a la sala. Ana paseó unos minutos por el lugar, mirando mis discos, fotos, libros.

-Nos gustan los mismos libros, he leído casi todos los que tienes- me dijo sentándose a mi lado en el sofá. Yo me había limitado a mirarla moverse.

Ana se acomodó muy cerca de mí.

-¿Sabes? Me he enamorado de ti desde que te vi, pero te conocía de antes. He visto un concierto que has dado en el extranjero, cuando mi padre estaba asignado a otra embajada-

-¿Ah si?  Me llevas ventaja entonces, eres una tramposa-

-Tengo además un disco tuyo, que has grabado con una violinista. Siempre me pregunté si ustedes dos…bueno pues, si ustedes dos estaban juntas

-Pues sí, Nanami fue mi novia, mi pareja, durante un tiempo. Mi primera novia, en realidad.

-¿La querías mucho?

-Sí, la verdad que sí. Mucho

-¿Y qué ha pasado?

-La familia de Nanami nunca aceptó nuestra relación, pertenecen a un sector de la aristocracia japonesa, se la llevaron a Japón para que se casara con el pretendiente que su padre había elegido.

-Ella ya tenía edad de negarse a ir, creo.

-Si, tenía edad pero también tenía miedo. Siempre había sido muy unida a su familia, en especial a su madre, pensó que de quedarse conmigo ella la despreciaría. Yo dejé que ella tomara su propia decisión.

-Si mi padre se opusiera a nuestra relación, yo no sería capaz de dejarte- dijo Ana, besándome

-Ni yo dejaría que te fueras Ana- la abracé y así juntas esperamos la hora del almuerzo.

La comida estuvo riquísima, la conversación muy animada, Ana parecía estar a gusto, y yo me sentía feliz, por primera vez en mucho tiempo. Había recordado a Nanami sin sentir más que quizás algo de nostalgia. Ana era mi realidad y me estaba enamorando más cada segundo. Nanami era una sombra, un fantasma del pasado.

Comimos con mucho gusto el pastel que Susana había traído, acompañado con tés aromáticos y café para la pastelera (no era mujer de infusiones ni manzanillas) y charlamos de todo en la sobremesa. La historia de los amores de Lil nos dieron material para muchas risas y fingidos enfados de Susana, quien terminó por levantarse tomando de la mano a Lil.

-Sabrán disculparnos, pero Lil y yo tenemos asuntos muy serios que discutir- Lil se había parado y la mano musculosa de Susana dio un sonoro golpe en el trasero de mi amiga. Las dos salieron corriendo precipitadamente de la cocina.

-¡Les toca a ustedes recoger los platos!- la voz de Lil, entre risas

Pusimos entonces manos a la obra. Yo lavaba, Ana secaba. Era como si lleváramos mucho tiempo juntas. Al igual que en la música, en la vida no necesitábamos demasiado las palabras. Las dos fluíamos en la energía de la otra. Cuando terminamos, volvimos a sentarnos en el sofá de la sala.

-¿Quieres oír algo de música?- pregunté

-Claro, lo que elijas estará bien

Buscando y rebuscando entra las enormes pilas de cd’s encontré el indicado, baladas de jazz cantadas por la inigualable Ella Fitzgerald.

Comenzó a sonar My funny Valentine e invité a Ana con un gesto. Nos abrazamos y danzamos lentamente.

-Me encanta Ella- susurró Ana

-A mi me encantas tú- le contesté, besandola lentamente. Dibujé el contorno de sus labios apenas rozándolos con la punta de mi lengua, mis brazos alrededor de su cintura. Sentí sus manos recorriendo mi espalda y los escalofríos me invadieron el cuerpo. Ana volvió a besarme, mientras mis manos se morían por bajar más allá de donde estaban. Pero no lo hice.

-Me vuelves loca- susurré, mientras le daba pequeños mordiscos en el lóbulo de la oreja

-Y tú a mí, me gustas muchísimo

Sus manos se habían vuelto más atrevidas y me atrajo hasta el sofá. La cabeza de Ana quedó comodamente recostada  en el apoyabrazos y yo encima de ella. La situación se estaba poniendo muy caliente. Demasiado caliente.

Volvimos a besarnos, sentía las manos de Ana en mis caderas, atrayéndome hacia ella muy sensualmente.

Estaba a punto de perder la cabeza, cuando Ana volvió el rostro para que no siguiera besandola. Me detuve inmediatamente y me incorporé, ella también lo hizo.

-Ana ¿estás bien? ¿He hecho algo que te molestó?

-No Natalie, no has hecho nada, soy yo…no te preocupes, yo…- se la veía perturbada. La abracé y se aferró a mi, aprentandome muy fuerte.

-Mi amor, dime que te pasa, Ana…- le acariciaba su cabello suavemente ondulado que se había despeinado un poco por los sucesos anteriores.

Adiviné, o creí adivinar que le pasaba. Su pasado.

-Natalie, discúlpame, me gustas mucho, no sé que me ha pasado…

-Ana, no quiero entrometerme en tus asuntos, pero yo…he leído tu expediente-  dejé de hablar porque noté su mirada.

-Se supone que mi exepediente es secreto, solo la directora tenía acceso a él-

-Lo siento Ana, lo leí en el despacho de la directora sin que me viera. Estaba allí, me sentía intrigada por ti. Sé que no debí hacerlo…- Ana se había levantado y estaba buscando su bolso. Estaba nerviosa, se le notaba en los movimientos.

-Debo…tengo que irme…

-Ana espera, no te vayas así

-Natalie, tengo que irme, luego hablamos

-Ana…- abrió la puerta y salió. Estuve a punto de salir corriendo tras ella, pero no lo hice. Supuse que quería estar sola.

Dejé que pasaran unas horas e intenté llamarla, pero saltaba la contestadora. Tenía el móvil apagado. Ana, Ana ¿dónde estás?

Me dormí con el teléfono en la mano, esperando un mensaje suyo. Me despertó la alarma. Lunes. Tenía que ir a la escuela, enfrentar a las alumnas, enfrentar a Ana. ¿Será que se había acabado todo ni bien comenzar? Traté de borra las señales de las lágrimas. Lo hice bastante bien, las ojeras desaparecieron casi por completo, solo los ojos me delataban, pero mepuse mis gafas de sol, y salí a enfrentarme a la vida.