Una cuerda de violoncello 3

Tercera entrega del relato.Encuentros furtivos y croissantes por la mañana.

A pesar del vino, me desperté muy temprano, sentía la necesidad de pasar un rato a solas con mi violoncello antes de comenzar las clases del día. Me di una ducha rápida y desayuné lo de costumbre,  leche con cereales, café negro y muy aromático (me lo vendía un árabe en el mercado) y tostadas.

Llegué a la escuela, que aún estaba silenciosa, solo se escuchaba el trajinar del personal de limpieza y de las cocineras preparando el desayuno para las internas.

Traté de pasar desapercibida para que nadie me retrasara en mi práctica. Felizmente pude llegar sin inconveniente, y tener mi práctica matutina. Como siempre, el mundo desapareció en el momento en que abracé mi instrumento y el tiempo se me hizo muy corto cuando escuché el timbre de entrada para la primera clase.

El resto de la semana traté de dar mis clases sin fijarme particularmente en Ana, y para el viernes me encontraba ya más tranquila.

Cuando finalmente llegué al departamente, Lil estaba ahí para recordarme nuestra salida.

-Vale Lil, ¿a dónde vamos?- estaba cansada y la verdad, arrepentida de haberle prometido a Lil salir.

-Tú solo te pone algo sensual, que yo te llevo.-

-¡A sus órdenes!- le hice una venia. Lil me corrió pegándome con la toalla con la que estaba secando su cabello ondulado y casi rojo. Me refugié en mi habitación, para descansar un rato antes de bañarme y arreglarme para salir.

Lil me llevó en su coche, un modelo algo viejo y destartalado que había heredado de su padre, al que ella adoraba porque siempre acetó su lesbianismo sin objeciones.  Íbamos por algunas callecitas medio perdidas que yo desconocía y finalmente estacionó en un lugar extraño, donde ningún cartel ni otra señal indicaba que hubiese allí ningún local nocturno. Lil se dirigió a una puerta sin vacilar y golpeó. Se abrió la puerta solo unos centímetros y enseguida se escuchó a Lil:

-¿Qué pasa Alex? ¿Ya no te acuerdas de mí?-

La persona que había atendido, abrió la puerta de par en par, para luego automáticamente abrazar a Lil, que seguía riendo. La persona en cuestión era un travesti enorme, musculoso, de vestido fucsia con lentejuelas, peluca rubia y tacos imposibles.

Me quedé un poco anonadada ante lo que estaba viendo (no por prejuiciosa, si no por el extraño personaje en la puerta y con un poco de pánico por el lugar)

-¿Te vas a quedar ahí toda la noche?- la voz de Lil me sacó de mi contemplación.

No sé cómo, me encontré en un abrir y cerrar de ojos dentro de un pub lleno de gente, en su gran mayoría mujeres, sentada yo en la barra y con un trago en mi mano.

-Y ahora solo tienes que mirar y elegir- me gritó Lil al oído y guiñándome luego un ojo cuando se alejaba de mí para bailar con Susana, que al parecer nos esperaba ya ahí. La saludé moviendo mi mano en el aire, ella respondió de igual manera mientras Lil le plantó un beso enorme en el medio de la pista de baile. Música tecno, aparentemente uno de los más codiciados del ambiente underground. No es mi tipo de música, pero bueno…si ya estaba en el baile, meor bailar.

Me quedé en la barra, mirando a mi alrededor, tratando de acostumbrarme y tomar coraje para moverme entre aquella fauna que me resultaba un tanto extraña. Como niña casi prodigio de la música, mi vida nunca había sido “normal” y todas las experiencias que adolescentes y jóvenes consideran propias y comunes eran para mí inexplicables y en muchas ocasiones, incómodas.

No sé cuanto tiempo estuve así en contemplación, pero ya iba por el tercer trago, cuando una voz a mi lado articula casi a los gritos:

-¿Pensás quedarte ahí sentada toda la noche o te puedo invitar a bailar?- me doy vuelta y veo que la voz provenía de una chica pelirroja, vestida con unos jeans y una remera negra ajustada con la imagen de Bette Davies impresa en color blanco.

-Eh..- No supe qué contestar, me tomó por sorpresa, pero sin saber cómo me encontré en la pista bailando con ella. Tenía un cuerpo precioso, todo en su lugar, buenas curvas, nada de esas flacas escuálidas. La verdad sea dicha, a mí me gustan las mujeres con carne sobre los huesos. Se movía muy bien, más que bien. En un momento me descubrí a mí misma inmóvil en la pista, mirándola. Me dejé llevar, cerré los ojos, respiré hondo y me sumergí en las circunstancias de la noche. La pelirroja, que entre un grito y otro se presentó como Laura,  era incansable, y sus proezas en la pista hacían pensar en las proezas que podría realizar en otros terrenos… Sus ojos verde oliva eran chispeantes, y a la luz del trago número no sé cuanto, me pareció muy atractiva.

Comenzamos a bailar en forma cada vez más sensual. Para cuestiones de baile, mi timidez y falta de entrenamiento me traicionan, me dejaba llevar por ella y sus movimientos. La música se había hecho progresivamente más lenta y romántica con el transcurso de la noche, y en un momento, Laura se apoderó de mi cuello rodeándolo con sus brazos mientras sus caderas subían y bajaban por mi costado, rozándome de tanto en tanto. Como no soy de piedra, este despliegue de sensualidad me erizó la piel y sentí un cierto cosquilleo debajo del ombligo. Laura me tomó de la mano, pensé que quería descansar y la seguí, aunque terminamos en el baño y no en los sofás de la zona vip. Sin más preámbulo nos metimos en uno de los boxes, a pesar de que otras mujeres estaban ahí mirando. Cerró la puerta, las dos estábamos bastante apretadas. En cualquier otro momento me hubiera dado un poco de asco estar allí, pero con el alcohol y ella ahí, se me olvidaba todo.

Laura me apresó en el rincón entre la pared y la puerta, era casi imposible que me pudiera escapar. Y no estaba segura de querer hacerlo. Puso sus manos en mi cintura, firmemente, me miró un segundo y hundió su cara en mi cuello.  Sentí sus besos húmedos, su lengua caliente y sensual, sus dientes…Me estremecí de pies a cabeza…hacía tanto tiempo que no estaba con una mujer… Mis manos se atrevieron a tocarla por debajo de su remera y el contacto de su piel suave y cálida me animaron y busqué sus labios.  Ella no me los negó y comenzamos a besarnos muy lentamente, mientra nuestras manos se movían al mismo ritmo pero cada vez más atrevidamente. Nuestras lenguas se enredaron en un juego peligroso por el dominio del interior de nuestras bocas, a veces ganaba yo, a veces ella, y a veces nos dejábamos ganar… Nuestras respiraciones se hacían cada vez más profundas y cuando su cuerpo se pegó al mío y nuestras piernas se entrecruzaron, Laura dejó escapar un pequeño gemido que yo ahogué con un beso lleno de deseo.  Finalmente me atreví a levantar su remera y acariciar su senos. Llevaba un top deportivo debajo, para acceder a ellos tuve que levantarlo, y el contacto de sus pezones  en la palma de mi mano fue mágico. Mi boca sintió la necesidad de besarlos y apresarlos, lamerlos, que fue exactamente lo que hice. De pronto ella se encontró a mi merced, aproveché para cambiar de posición y ahora era yo quien la estaba arrinconando y no iba a ceder terreno. Seguí besando su vientre, mi lengua dibujó el contorno de su ombligo, mientras mis manos desabrochaban su ajustado jean y aprovechaba para bajarlo de una vez junto a su ropa interior. La situación, el lugar y nuestra urgencia no daba lugar a más espera.  Podía sentir el aroma que emanaba de su entrepierna, Laura puso sus manos en mi cabeza y empujó levemente, indicando que era lo que necesitaba y no la hice rogar. Mi lengua comenzó a acariciar sus labios mayores hinchados y mojadísimos, mientras mis manos trataban de separar sus piernas. Rodeé su trasero y con mis dedos alcanzaba a rozar su vagina y eso la hizo estremecer de placer. Mi lengua encontró su clítoris y empezó a estimularlo mientras mis labios rodearon su sexo y ejercían presión alrededor de sus labios. Sentía en las contracciones de su vientre la inminencia del orgasmo y quise que en verdad lo sintiera y la penetré con dos de mis dedos, con un  movimiento de “ven aquí” en su interior. Casi inmediatamente sentí su vagina cerrarse y apretar mis dedos y su clítoris cediendo finalmente bajo la presión de mi lengua, escondiéndose en su refugio. Laura había estado tratando de ahogar sus gemidos, pero en el momento del clímax no pudo contenerse y un gritito se escapó de sus labios, lo que hizo que quien quiera que estuviese fuera lanzase unas risitas entre divertidas e incómodas.  Me incorporé, miré a Laura y las dos reímos también.Su respiración comenzaba a normalizarse. Le acomodé su ropa mientras ella solo miraba.

-Laura, ¿salimos? Evidentemente hay gente esperando fuera y ya me da un poco de pena…

Me atrajo hacia ella y me susurró al oído: -Déjalas que esperen…o que escuchen detrás de la puerta…- Sus manos agarraron firmemente mi trasero mientras su muslo presionaba mi entrepierna y ya no tuve fuerza de voluntad para contradecirla.

Se puso detrás de mí y comenzó a masajear mis senos por ecima de la camisa mientras me daba pequeños mordiscos en el cuello, de un lado y del otro, cambiando a veces al lóbulo de mis orejas, yo estaba ya perdida de ganas y se lo hice saber tomando una de sus manos y conduciéndola a mi entrepierna. Ella entendió el mensaje (en realidad, no había mucho por entender, una acción vale más que mil palabras dicen)  Desabrochó los botones de mi jean y lo bajó lentamente, mientras se arrodillaba detrás de mí. Con sorpresa sentí sus dientes hundirse en mi cadera, un poco debajo de la línea de la cintura, lo que me causó un poco de dolor mezclado con muchísimo placer… su lengua siguió la línea de mi columna para introducirse más profundamente…me estremecí y giré sobre mí misma para quedar frente a ella. Me miró traviesa y creo que casi le suplico para terminar esa tortura deliciosa. De pronto sentí como sus dedos se deslizaron en mi interior, dentro de mi vagina, mientras su dedo pulgar jugueteaba atrevidamente con mi clítoris. Pasado un momento de este masajeo sensual, su boca cubrió su dedo pulgar sobre mis labios y su lengua empezó a turnarse con su dedo para juguetear, presionar, lamer… Era demasiado, la excitación de estar en un lugar público, el hecho de estar así con una desconocida, pudo más y alcancé el orgasmo que se estaba gestando dentro de mí desde el momento que entramos a ese baño. Sentí como mis piernas se aflojaban y tuve que recostarme contra la pared, Laura aún con su cara entre mis piernas, su lengua cosechando mis fluidos y los espasmos de mi cuerpo. Se incorporó, le tocó a ella vestirme esta vez, nos compusimos y tratamos de poner cara de poker y salir del baño con la digidadd casi intacta. Casi casi lo logramos, si no hubiésemos visto algunas sonrisitas y no hubiésemos escuchado el –¡Bravo!- que alguien nos gritó cuando salíamos.

-Lau es tarde ya y tengo que volver a casa, tengo concierto mañana y estoy agotada-

-Concierto…interesante-

-Mira Laura, yo…-no sabía como reaccionar o que hacer. Ella me lo hizo más simple.

-Mira guapa, sin problemas. Fue divertido. Aquí te dejo mi tarjeta, si gustas, un día de éstos me llamas y nos juntamos a conocernos mejor- se acercó a mi y me besó en la mejilla- Chau guapa, nos estamos viendo-

Suspiré aliviada. Comencé a buscar a Lil, pero ni rastros de ella. Decidí tomarme un taxi hasta el departamento. Cundo llegué, Lil ya estaba ahí. Había tenido su propia fiesta privada. Fui a mi habitación, y al pasar vi la puerta entreabierta y a Lil y Suana durmiendo desnudas, apenas tapadas por una sábana.

Exhausta, me recosté vestida, pensando bañarme en unos minutos, pero así me amanecí… Me despertó un aroma a pan fresco, inconfundible. Susana había cocinado nuestro desayuno, como casi siempre que se quedaba con Lil. Anticipando el festín, me levanté, sintiendo una leve resaca, me quité la ropa y me di un baño muy relajante.

-Buenos días a las dos- dije al llegar a la cocina.

-Buenas, señorita atrevida…-Lil no tenía pelos en la lengua.

-¿Porqué dices eso Lil?- traté de poner cara de inocente, sin lograrlo.

-Mira, mejor dejas de disimular, que todas nos enteramos anoche de lo que habéis hecho tú y Laura- lo dijo en tono de madre enojada, y las tres largamos la carcajada. Es bueno comenzar el día riendo.

-Vamos Lil, no molestes a la chica. Ha hecho lo que se le ha ocurrido y listo- Susana me defendía mientras sacaba del horno uno croissantes de exposición. Se había puesto colorada por el calor de la cocción y con su camiseta arremangada y sus músculos un tanto sudorosos se veía un poco más masculina que de costumbre.

-No sé que pasó conmigo anoche. No es algo que acostumbre hacer, ni estoy segura de que me haya gustado del todo. Laura parece una buena persona, pero no soy…-

-Sí, sí, no eres del tipo de mujer que hace ese tipo de cosas. Y la verdad que no lo eres, pero sucedió y listo. Quédate con lo mejor de la noche, quizás hayas ganado perspectiva para ciertos…asuntos que te tenían preocupada- Lil me guiñó un ojo.

A todo esto, Susana había presentado los croissantes a la mesa del desayuno. Café fresco, jugo de naranjas y pomelos  rosados, croissantes hechos en casa, manteca, dulce de frambuesas…

-Chicas, prefiero no hablar del caso. Difrutemos de este desayuno-mi estómago hacía ruidos de hambre. Hacía muchas horas que no probaba bocado.

Las tres nos concentramos entonces de disfrutar del sol que se colaba por el gran ventanal del balcón, unos croissantes recién preparados son capaces de hacer milagros…


Muchísimas gracias a todos los que han comentado. Sé que quizás son un poco cortas la entregas, pero prefiero que sea así y poder desarrollar bien la historia, en forma coherente. Lo que no detallo en demasía es porque sirve solamente de introducción o de explicación para otro acontecimiento central (como cuando en las películas vemos retrospectivas que explican las acciones presentes)