Una cuerda de violoncello 14

Concierto y desconcierto

(Debo comenzar este capítulo haciendo una salvedad acerca de la entrega anterior. Donde se utiliza la palabra china o China, debe decir japonesa o Japón. Nanami es japonesa. Publiqué una versión que no estaba corregida y me di cuenta demasiado tarde como para borrar el capítulo)


-Las cosas han cambiado mucho, por más que no quieras reconocerlo. Yo ya no te pertenezco Nanami, y no, no te amo. Ni siquiera sé si te conozco. Durante mucho tiempo te esperé, te lloré. Pero ya no. Mi vida es diferente. Y tú no eres la niña inocente que eras.  Ahora pareces una persona fría, calculadora y cínica, amargada. Y te recuerdo que ha sido por el peso de tus propias decisiones Nanami-


Sentía la profunda necesidad de hablar con alguien. En realidad, de hablar con Lil. Ella era mi amiga, confidente, consejera.

-Lil ¿estás en casa?- dije al abrir la puerta del departamento, al volver del teatro luego de mi encuentro con Nanami en el camarín.

-Estoy en la cocina hija, vente, que estoy preparando té- la voz cálida de mi amiga siempre tenía efecto tranquilizante sobre mi.

-¿Qué tienes, que ha pasado? – me preguntó al verme casi tirarme en la primera silla que se puso en mi camino en la cocina.

-Ana…creo que ha roto conmigo-

-¿Y eso? ¿Y cómo es que “crees” que ha roto contigo?

-No me lo ha dejado claro Lil- le conté con detalles lo que había sucedido.

-No me lo creo Nat. Tómate otro té, que te hace falta- me había preparado una infusión de tilo- ¿Y no has intentado volver a hablar con Ana?

-Pues no, quizás la llame esta noche, aunque no sabría que decirle. Estoy ahora entre la espada y la pared. Mi contrato me obliga a participar en las actividades extras que la programación del teatro disponga, dentro del marco de un concierto con la orquesta, y Nanami ha sabido manipular esto para estar a solas conmigo. Y creo que no podré negarme. Y no sé como explicárselo a Ana, no sé si va a entenderlo, o creerme.

-Mira Nat, sea cuál sea la reacción de Ana, la honestidad es lo más importante si quieres que la relación se componga.

-Tienes razón Lil. Pero no sé si querrá oírme o si encuentre las palabras en el momento.

-Pues tendrás que encontrar la manera. No sé, escríbele…

-Es una buena idea, creo que eso es lo que haré

-Ven, dame un abrazo, que no me gusta verte así.

Un abrazo de Lil me valió como una plantación entera de manzanilla, que la mujer era puro optimismo y serenidad.


Me di un baño de inmersión muy largo y aproveché para meditar. No estaba segura de que una carta fuera la mejor opción, pero tampoco sabía si tendría las fuerzas necesarias para enfrentar a Ana. Temía no encontrar las palabras,y poner aún más distancia de la que ya había comenzado a gestarse entre ella y yo.

Finalmente, decidí hacerlo, y hacerlo de puño y letra. De alguna manera sentí que Ana apreciaría más una carta manuscrita que la impersonalidad de un correo electrónico.

Me senté en el escritorio, una copa de vino, esperando que la inspiración llegara a mí.

“Queria Ana:

No quiero que pienses que esta carta constituye un hecho de cobardía. Necesito hablar contigo, contarte lo que está pasando en mi vida y creo que si te veo no podré articular mis ideas con claridad.

Ana…a riesgo de sonar a frase hecha, desde la primera vez que te ví, sentí por ti algo…algo que al principio no me atrevía a aceptar. Eras una niña, una alumna, yo una profesora, no podía dejarme llevar. Pero fui conociéndote, y muy a pesar mío, fui enamorándome cada vez más. De ti. Con ayuda de mi amiga pude ver que debía darme la oportunidad de ser feliz. Y comencé a verte como la mujer que realmente eres.

Tú sabes de mi relación con Nanami, y sabes como he sufrido por ello, nunca te lo he ocultado. Y sabes también como este abandono ha marcado mi vida. Pero entre ella y yo ya no hay nada Ana, no puede haberlo. Te aseguro que no le he dado motivos para pensar lo contrario. Nanami se ha convertido en una persona egoísta y calculadora. Fue ella quien me ha besado Ana, y no significó nada para mí. En realidad me sentí asqueada.

Y ahora Nanami ha hecho que su embajada presione para que repitamos alguno de nuestros éxitos como dúo, y no puedo negarme a hacerlo, mi contrato me lo impide. Y me atemoriza. No quiero perderte.

Ana, te amo. No tenemos mucho tiempo de estar juntas, pero sé, estoy segura, de que eres la persona con la que quiero compartir mi vida. Es que cuando me besas Ana, me resumes el universo en los labios, y la sensación de calma que encuentro en tus brazos hace que me olvide del mundo. Te respiro Ana, y no es suficiente.

No quiero agobiarte con tanto palabrerío. Espero que puedas entenderme, y creerme cuando te digo que es contigo con quien quiero estar, que es a ti a quien amo. Y espero que vuelvas a elegirme Ana.

Natalie”

Me dormí algo más tranquila, sabiendo que había escrito con sinceridad y con el corazón.


El despertador sonó más pronto de lo que hubiera querido, pero una ducha tibia y un café cargado me revitalizaron y emprendí el camino hacia el teatro. Me sentía insegura y con un dejo de angustia que me revolvía el estómago.

Ana llegó a tiempo para ensayar. Muy profesional de su parte y yo agradecí que así fuera. El lazo que nos unía aún no se había roto y prueba de ello era la música que lográbamos juntas.

Nos saludamos amistosamente, pero Ana mantuvo su distancia. Estaba hermosa y yo no podía acercarme.

Ensayamos. La obra estaba lista, sólo se necesitaba probarla en público, estrenarla. Al dar el acorde final, las dos sabíamos esto. Había llegado el momento.

-Estuvo muy bien, ¿no te parece?-aventuré a decir.

-Estuvo muy bien Nat, creo que ya podemos estar tranquilas, será un éxito en el concurso.

Hice una pausa, no hallaba las palabras adecuadas.

-Ana, yo… Toma-saqué la carta de entre mis partituras-Te he escrito.

-Nat, no estoy segura de querer más explicaciones

-Léela por favor. Es importante para mí, y espero que para ti también lo sea-respiré hondo-Me haces falta Ana.

-La leeré-pasó por alto mi última declaración-Ahora debo irme, tengo exámenes finales y debo prepararme.

-Está bien Ana, ¿quieres que te lleve?. Aún no es hora del ensayo-

-No gracias Nat, tengo mi coche aquí. Finalmente saqué la licencia-

-Un día de estos entonces, me invitas a dar una vuelta, a ver si conduces tan bien como decías-le sonreí

-Un día de esto Nat. Nos vemos luego-

-Ve con cuidado Ana-

Cerró la puerta detrás de ella y se llevó todo el sol y la alegría del día.

Aproveché el tiempo que me quedaba para hablar con Francis. Acepté tocar en dúo con Nanami. Francis sonrió encantado y aliviado. Al hombrecito le gustaba brillar en sociedad y no era bueno para su reputación quedar mal con la embajada japonesa y que surgieran rumores acerca del teatro. Los chismes en el mundo artístico están a la orden del día.

Nanami llegó antes del ensayo, enterada de que había aceptado tocar con ella. Fue a buscarme al salón, donde yo estaba tocando, haciendo tiempo. Entró sin tocar.

-Nat, me alegro que hayas aceptado, sabía que lo harías- no podía ocultar su satisfacción.

-No te engañes Nanami. Si he aceptado es por no incumplir mi contrato y para impedir que tu embajada retirara los fondos para este estreno.- quería que las cosas quedaran claras desde el comienzo

-Estoy segura de que cambiarás de opinión en el momento en que comencemos a tocar- era como si no me escuchara, estaba ciega, sorda. Sólo le importaban sus propios caprichos.

-Eso no pasará Nanami.¿Qué repertorio tienes en mente?- pregunté. Mejor pasar rápido el mal trago.

-Esto, mira- me entregó unos papeles. Era una de nuestras obras preferidas, la misma copia que usábamos hace años, con nuestras anotaciones.

-No tengo objeción.No necesitaremos mucho tiempo de ensayo.-traté de alejar del panorama inmediato cualquier recuerdo molesto. Quería que esto fuera un trámite. Y casi odié a Nanami porque, por primera vez en mi vida, me resultaba odioso hacer música.

-Aún nos queda una hora para el ensayo ¿te parece si empezamos hoy mismo?

-Sí, claro, no hay problema.

Tocamos. Nanami buscaba mi mirada, tratando de revivir la complicidad que años atrás nos uniera. No lo logró.

Sin embargo, fue comenzar a tocar y que la música fluyera. Fluía, si, pero sin ese adicional, esa magia que habíamos logrado. Y era lógico. Yo no amaba a Nanami. Y ella a mí tampoco, aunque se empeñaba en lo contrario.

De todas maneras, podíamos pasar la prueba del público más exigente. La técnica de Nanami era impecable, como siempre, y los años le habían dado mucho aplomo. Y supongo que eso corría para mí también. Lo que faltaba en un aspecto se compensaba con otra cosa.

Comenzaron a llegar los demás músicos y suspendimos nuestro ensayo para comenzar otro.


Volví a casa sintiendo un vacío enorme, que me abarcaba y me rodeaba. Necesitaba una respuesta de Ana, una señal de que mi mensaje había llegado a buen puerto.

Lil y Susana estaban muy acarameladas en la sala cuando llegué, escuchando música.

-Cariño, ¡qué cara traes!- me dijo Susana, mientras Lil llenaba una copa para mí.

-Siento interrumpir-acepté el trago, me hacía falta.

-No interrumpes nada que no podamos retomar después-Lil siempre me sacaba una sonrisa con sus comentarios, aún en los peores momentos.

-Anda, cuenta que te pasa-Susana, siempre práctica

-Me siento agobiada con todo lo que está pasando. He entregado una carta a Ana esta mañana y aún no he recibido ninguna señal de su parte, luego Nanami atosigándome con sus requerimientos y yo sin poder quitármela de encima porque mi contrato dice que como solista debo participar en las actividades musicales del teatro y bla bla bla.

-Nat, es demasiado pronto, debes darle algo de tiempo. No hace ni un día que se le has dado la carta, no ha tenido tiempo de pensar ni nada. No dejes que te coma la impaciencia.

-Puede que tengas razón Lil, pero todo esto me supera. Es como si mi vida ya no fuera mi vida, estoy perdiendo el control.

-Mira Nat, no vale de nada que te pongas así, no te ayudas. Deja que la chica tenga su tiempo para pensar, que sienta que la respetas

-Es lo que trato de hacer Susana, pero en este momento no lo veo claro.

Lil estaba por decir algo cuando sonó el teléfono, y atendió.

-Hola Ana! Sí, aquí está, te la paso-

Tomé el teléfono, me había sorprendido la llamada. Lil se llevó a Susana al cuarto para dejarme hablar en privado.

-Hola Ana, ¿cómo estás?

-Hola Nat, estoy bien, ¿y tú?

-Bien, pero un poco ansiosa. ¿Has leído la carta?

-Sí Nat la he leído…pero no es por eso por lo que estoy llamando

-Dime entonces-me sentía un poco decepcionada.

-Es que…mi padre ha organizado una fiesta en la embajada, y me ha pedido que toquemos

-Pues, yo no tengo inconveniente Ana- mi corazón se había acelerado

-Entonces le doy nuestra respuesta ahora mismo. Gracias Nat-

-No tienes que agradecer nada Ana, para mí no es esfuerzo  pasar tiempo contigo, sino todo lo contrario.

-Nat…no pienses que  tu carta ha pasado desapercibida, pero aún no puedo darte una respuesta, las csas están confusas en mi cabeza. Y no quiero sufrir. Y no quiero que tú sufras tampoco.

-Ana…mis sentimientos han ido demasiado lejos como para no sufrir. Pero te daré todo el tiempo que necesites.

-Gracias Nat. Que descanses

-Hasta mañana Ana…te amo

Colgué el auricular llena de esperanza y también de temores.