Una compañera de trabajo

Ella me decia que era casada y que no podia hacerle esto a su marido.

Existen cosas que todos llevamos ocultas, y la mejor manera de recordarlas es confesándolas.

Hace un par de años, en la oficina de gobierno para el que trabajaba, seguido veía a una chica linda y atractiva, me llamaba la atención siempre que nos cruzábamos en el camino.

A parte de ser linda, me llamaba la atención su forma de caminar sus piernas cuando llevaba minifalda y sus ricas nalgas cuando llevaba pantalones ajustados. Supongo que más de uno hubiera dado lo que fuera por explorar tan bello cuerpo.

En una ocasión después de una comida a la que fuimos invitados, para festejar el cumpleaños de otra compañera, me ofrecí a llevarla a su casa, ya que habíamos bebido lo suficiente. En el camino a su casa yo le confesé que me gustaba y que me atraía muchísimo, y ella contesto tajante que eso no podía ser, que ella era casada, y que nunca le había sido infiel a su esposo.

No le insistí, por la decepción que me había causado su respuesta, por lo que decidí no volver a tocar el tema. Antes de llegar a su casa, me dijo que me estacionara para no dejarla frente a su casa o donde su esposo pudiera vernos. Yo le comenté que si nos veía me lo tenía que agradecer por llevarla sana y salva, pero ella no lo vio así. Total me estacioné cerca de su casa, se despidió de un beso en la mejilla y me dijo: sólo tengo una duda, es verdad lo que me dijiste?, yo sólo asentí con la cabeza pero insistí en que no volvería a mencionarlo y que me quedaba claro que eso no podía ser; y respondió: lo que pasa es que tu también me gustas y me he dado cuenta de cómo me miras y como hace lo posible para estar cerca de mí, y la verdad que me encanta que lo hagas.

No la deje terminar y me acerque lo suficiente sin besarla para decirle si podía besarla. Al principio trato de alejarse pero no la deje, le fui dando pequeños besos, y ella fue cediendo, hasta que no puso mayor resistencia. Comenzaron las caricias `por todo su cuerpo, pase mis manos por su cara, por su pecho, sobándolos cuidadosamente, por sus piernas y ahí subí una de ellas hacia su entre pierna para sobarla con un poco mas de fuerza. Entonces se separo y dijo: no puedo hacerle esto a mi marido. Como si no la hubiera escuchado arranque y me fui a buscar un hotel o motel, para no estar en la calle.

Al llegar a la habitación, sin más preámbulo se desvistió pidiéndome lo mismo, para no tardarnos. Desnudos en la cama, ella me beso suavemente la boca, el cuello, el pecho, mordiendo cada uno de mis pezones, y se enfilo a mi erecto pene. Lo beso dulcemente antes de meterlo a su boca, le daba con la lengua y lo pasaba por sus labios, de repente lo introdujo en su boca y lo ensalivo por completo, así una y otra vez, su cara estaba toda mojada por las maniobras que ella ejecutaba.

Conforme lo hacía le fui jalando su pierna para poder meter mi lengua en su conchita, al estar en posición y comprobar que estaba muy mojada, le saboree unos minutos y ella me pidió que me la cogiera, así textualmente. Se acostó boca arriba, me acomode sobre de ella y la penetre, la sensación de sentirla mojada y calientita fue muy excitante, y vino su primer orgasmo, ahora lo se, porque cada que suceden me pide que me detenga que no me mueva para disfrutarlo.

Y luego el segundo, con los cuales me dejo tremendos rasguños en la espalda, y como desquite no me detuve y seguí bombeando provocando unos gritos en ella tan excitante que terminaron por hacerme eyacular. Descansamos un poco y le pedí que se pusiera sobre sus rodillas, pero me dijo que esa posición no le gustaba. Entonces le pedí que se acostara boca a bajo.

Al estar boca abajo la penetre y empezamos a coger nuevamente, esta posición me calienta demasiado, por lo que me la cogida aumento de ritmo y de fuerza, cada empujón, cada metida era con más fuerza y provocaba grito mas y mas excitantes; con mi pierna le flexione la pierna derecha, y mientras seguía con mis embestidas, siguió la izquierda; y así logre tenerla de rodillas en posición de perrito. Ella gritaba hasta que tuvo un orgasmo más, más intenso que los anteriores, me pidió que me detuviera pero al instante no le hice caso. Me detuve conforme ella se iba desmoronando en la cama. Rico muy rico.

Mientras se recuperaba le pregunte si le gustaba el sexo anal, y me respondió que ni a su marido se lo permitía. No insistí, pero quien iba a decir que en otro de muchos encuentros iba a pedirme que solo me la cogiera por ahí.

Finalmente ella decidió enjuagarse el cuerpo, por el sudor que nos delataba. Yo hice lo mismo, antes de vestirme ella se acercó y me dijo lo mucho que le gusto como cogimos. Se puso muy melosa y cariñosa, y empezó a masturbarme, y luego se la metió en la boca, repitiéndome que le avisara antes de eyacular; no lo hice, eyacule en su boca, cuando la vi tenía mi semen en su boca moviendo la cabeza como desaprobando lo que había hecho. Me los enseño y se los pasó, después me dijo: no vuelvas a hacer eso, me gustan pero avísame.

Le había quedado un poco de semen cerca de su boca, se le salió cuando me mostró que los tenía, entonces me acerque y le dije te faltaron estos, y con la punta de la lengua le metí el semen a su boca, recibiéndolos gustosamente, exprimiendo mi lengua para que asegurarse de que no faltara nada.

Espero sus comentarios, y que compartan sus vivencias de este tipo, claro si las han tenido.