Una comida exprés

Mi sobrina se merece "una comida rápida"

Parecía que este momento no iba a llegar nunca, el día de hoy se ha hecho largo e intenso, las tareas a realizar se iban amontonando unas con las otras, las fuerzas flaqueaban y el tiempo se consumía irremediablemente.  Tras una breve ducha para dejar atrás las fatigas, te has puesto tu polera de dormir rosa palo, sin ropa interior, para a continuación meterte bajo la sabana.

Te acomodas poniéndote de medio lado, con un brazo bajo la almohada y la mano agarrando el borde.  El otro brazo, doblado delante del pecho, apoyando la mano delante de la cara, es tu postura preferida para dormir. Me gusta imaginar que estoy justo detrás, con mi cuerpo pegado al tuyo, abrazándote, con la cara junto a tu cabeza.

Tras mover ligeramente el cuerpo parece que encuentras la posición correcta para dejar que el sueño venga hacia ti y te lleve a ese otro mundo donde todo es mucho más fácil, dónde nos encontramos, allí donde acaricio tu cuerpo para provocar tu excitación, donde provoco que tu cuerpo reaccione y riegue tu cerebro de endorfinas que te llevan al placer y luego al dulce sueño.

En ese lugar dónde se confunde la realidad con la fantasía, tus manos hacen lo que mi mente desea, tus labios pronuncian las palabras que yo elijo, tu cuerpo responde a mis ordenes, tus gemidos son fruto de auténtico placer. En ese estado de transición estamos juntos, siento como tu corazón palpita acelerado, como tu cuerpo se estremece y tú me oyes como te susurro al oído todo lo que me provocas, lo mucho que te deseo, como quiero tenerte, que cosas quiero que hagamos, y lo mucho que me excita tenerte para mí.

En la casa reina un profundo silencio, en la alcoba la oscuridad es absoluta, no hay lucecitas del despertador o del teléfono, no entra luz de la calle, solo hay negrura…ideal para que venga Morfeo y te lleve a su reino de los sueños.

Antes de que tu mente se aleje volando, y después de que tus músculos se relajen, salgo de mi rincón, me acerco, me inclino sobre ti y te doy un dulce beso en los labios.

-        “Querida Patricia, te he estado esperando…ven conmigo…deja que te abrace… deja que mis labios te besen…que mi lengua te lama…que mis dedos te acaricien”

-        “Tu cuerpo lo desea…tu mente lo necesita y tú te lo mereces. No hagas nada…solamente déjate llevar…ponte cómoda…te daré tu billete para el viaje hacia los sueños más placenteros”

-        “Uhmmm, que rico se siente…te necesitaba… si, te estaba esperando…”, dices al mismo tiempo que te pones bocarriba, recoges parcialmente la polera hacia arriba para dejar tu sexo a mi alcance.

Estas impaciente, te empiezas a tocar antes de que yo llegue, eso me gusta, me demuestra que tienes ganas de disfrutar, que tu cuerpo está encendido. Para ayudarte a conseguirlo estoy yo aquí, enseguida tomaré la iniciativa… tu simplemente deja que yo te conduzca, siente mis caricias, goza de mis travesuras. Todo tu  cuerpo está esperando, hoy quiero hacerte sentir algo especial.

Patricia, querida… ¿a qué hueles hoy? Estoy deseando acercarme más para olisquearte…por el cuello, en el pecho, y ahí donde tú sabes que me muero por visitar

Te mueves inquieta, dudas sobre lo que quiero hacerte… mantengo la incógnita…querida mía…es una sorpresa…Al oído te susurro:

-        “¿quieres ser mi banquete?. Uhmmm, se me hace la boca agua” te anuncio para que te vayas haciendo a la idea que hoy toca sexo oral.

-        “No te apures, mi carne estará lista para ti… tierna y jugosa como te gusta— afirmas con un hilo de voz con un tono muy sugerente, lo que me indica que ha captado mis intenciones y que estas deseosa en participar.

Sé que no tengo ningún certificado que me otorgue el título de amante excelente, sin embargo, es obvio que quiero ser aspirante a alcanzar dicha posición. Pretendo practicar sexo oral contigo, quiero hacerte gozar con mi lengua, quiero sentir como tus flujos manan de tu vulva y se mezclan con mi saliva. Quiero sentir tu olor, tu sabor, quiero sentir como te estremeces, como gimes ante mis lamidas y como me pides más y más hasta correrte.

Las probabilidades de que hoy mi cunnilingus acabe siendo una experiencia totalmente satisfactoria dependerá de forma importante de mis ganas de aprender a conocerte, a saber interpretar tus deseos, tus ritmos de excitación, y también de tu capacidad de comunicación cuando lo recibes. Me gustaría que no te guardes nada para ti…si te gusta házmelo saber, si me desvío del objetivo dame señales para que rectifique…

Debo conseguir que tengas plena confianza en mí, que no tengas ningún pudor al ofrecer tu sexo a mi gusto, a mi olfato, y que sepas que te voy a tratar con delicadeza y decisión para que mis caricas tengan tacto de seda y contundencia de martillo.

Llevo unos días recopilando información sobre el método Kivin, también conocido como técnica del orgasmo exprés. El objetivo de esta práctica es que tardes poco en llegar al clímax gracias a darle a su clítoris una estimulación más intensa. Se que te va a gustar y estoy convencido que después vas a ser mía un poquito más.

Estoy pegado a tu costado, dándote el calor de mi cuerpo. En medio de la completa oscuridad te pongo la mano sobre la mejilla, te dirijo la cara hacia mí y te doy un beso. Estoy aquí y quiero darte placer hasta que pierdas el control.

-        “Uhmmm, Patricia que rica estas…estoy impaciente por comerte. Hoy te tengo preparada una sorpresa. Vamos a probar algo que encontré, dicen que es … muy, muy rico”, te digo cerca de tu oído

-        “Me gustan las sorpresas, me pongo en tus manos…salvo una cosa, por detrás no quiero saber nada…una amiga me ha dicho que lo probó y no…eso no”, me dices

-        “Jejeje, no es eso…es algo mucho más delicado y rico…pero alguna vez tocara llamar por la puerta de atrás…” te digo para tranquilizarte

-        “No, no…nada de eso”, me replicas.

-        “ Bueno, ya veremos…cuando llegue el momento ya encontraremos la manera de que nos guste a ambos. Hoy es otra cosa!”, te digo.

Yaces bocarriba con las piernas estiradas y ligeramente abiertas, yo arrodillado pegado a tu costado a la altura de su cintura. Mi polla esta impresionante apuntando hacia el frente. No puedes verme, estoy seguro que si me pudieras ver como estoy, no podrías resistir la tentación de cogérmela entre tus manos y acercártela a la boca para darle una rica lamida.

La tengo por encima de su cuerpo, a tientas busco tu mano para acercarla a mi miembro. Ya no te puedes resistir, la tocas, tiras del pellejo hacia abajo y recoges con amor mis testículos para apretarlos delicadamente.

Mientras jugueteas con mi verga y mis bolas, me entretengo en deslizar la yema de mi dedos por la piel de tu pecho, por tu vientre, y por tus mulsos. La otra mano la llevo hasta tu cara para hacerte caricias y echar tu pelo a un lado.

Giras la cabeza para besar la mano, sacas la lengua, me lames entre los dedos, y me chupas la punta haciéndome ver que tiene ganas de chupar y lamerme.

Llevo la mano a tu entrepierna, partiendo desde la altura de la rodilla la voy acercando lentamente haciendo que quieras sentirla más cerca de tu sexo.

Al llegar a la altura de las ingles pongo la mano con la palma hacia abajo, dejo el dedo medio que se acomode entre tus labios y hago que el pulgar se apoye sobre el montes de Venus. Un leve roce me permite disfrutar de agradable abultamiento y le doy un sutil masaje apretando hasta que se hunde bajo la presión de mi dedo.

Mi querida Patricia tiemblas como una hoja, te conozco bien y sé que estos tocamientos te ponen a cien.

-        “Me gusta que me acaricies así... me estoy empezando a mojar. Eres mi ángel...” me dices encogiendo un poco las piernas para así poder separarlas un poco más y dejarme más fácil el acceso hacia tu chochito.

Inclinas ligeramente todo tu cuerpo hacia mi y te apoyas sobre tu costado derecho. La pierna izquierda más lejana la dejas extendida, apoyando el pie para poder mantener el equilibrio con facilidad. Doblas la pierna derecha y  traes tu rodilla hacia arriba apoyando el pie de medio lado, con lo que tu sexo queda bien expuesto.

Paso la mano por encima de los labios arrancándote un hondo suspiro,  sabes que con esta postura estas muy expuesta y quedas a mi entera merced, cómodamente despatarrada, expectante, tentadora…

-  “¡Que chochito tan bonito tienes!¡Estoy deseando pasarle la lengua para recordar su sabor!...¡seguro que es dulce y jugoso!” te digo mientras paso despacio la yema de los dedos repetidamente arriba y abajo por ambos lados de la raja, y sobre el montículo púbico.

-“ ¡Es un coño de seda! Bien rasurado , con lo labios ligeramente abultados ¡...parece tan delicado y sensible que me muero por poner mis labios y lengua sobre él”, añado haciéndote ver que lo que tienes entre las piernas es para mí un manjar delicioso.

-        “Me gusta que me acaricies así... me estoy empezando a mojar. Eres mi ángel... — me dices encogiendo un poco las piernas para poder separarlas un poco más y así dejarme más fácil el acceso hacia tu chochito.

-        “¿has visto que bonito capullito tengo?¿quieres olerlo? Tiene su fragancia natural…tal como me pediste—, me dices mientras con tus dedos separas los labios mayores para mostrarme los sonrosados pétalos de tu flor.

Acerco la cara a tu entrepierna, inspiro, me llega tu olor, cierro los ojos para apreciarlo mejor y cuando los abro acerco la boca para poder darle una lamida a lo largo de los labios.

Luego pongo el dedo medio entre los labios; tras hundirlo un poco, tiro de él hacia arriba y arrastro un poco de tus jugos para humedecer los labios exteriores.

-        “Uhmmm haces que me moje cuando trato de imaginar lo que tienes pensado para mi. Me muero por saber que es... ¡Uhmmm que manos tienes! ¡Me tienes a mil!”

-        “Hoy te dejaré que me hagas lo que tú quieras...me tienes fuera de mí, quiero fundirme en tu boca, quiero que tus dedos me llenen de placer.

-        “Sabes que soy un poco chúcara y misteriosa, que me gusta tener el control, pero contigo me dejo hacer lo que quieras. ¡Como me gusta que me toques!”

-        “Si querida…estoy deseando pasarte la lengua para recoger  tus juguitos que tanto me gustan…me gusta el olor de tu coño…sueño con él. Me despierto por la noche y me viene tu sabor a la boca y me vuelvo loco…”

Me aproximo y me coloco para poder hacer lo que quiero probar hoy. En lugar de colocar la cabeza entre las piernas como es habitual, me pongo de lado. Puede que al principio parezca un poco incómoda la postura, pero habrá merecido la pena cuando para llegar a tu orgasmo más salvaje lo consiga con escasos minutos pasándote la lengua por tu chochito.

No obstante, como todo en la vida, el éxito de mi maniobra no está garantizado. Lo mejor, en este caso, es aprender por el camino y experimentar para conseguir que tu cuerpo se estremezca de placer, que de tu boca salgan suplicas para que continúe con mis lamidas intensas y húmedas.

Apoyo la cara sobre el muslo de la pierna doblada, y me encaro hacia t sexo. Tu vulva queda a tan solo unos centímetros. Si me acerco un poco y saco la lengua, la tendré a mi alcance con sus jugosos labios.

Cruzo mi brazo izquierdo sobre tu vientre haciendo que la mano alcance el pubis. Coloco el dedo índice y el pulgar a ambos lados del clítoris haciendo un poco de pinza para elevarlo un poquito y mantenerlo sujeto.

Luego en lugar de lamer la vulva hacia arriba y hacia abajo como se hace habitualmente, lo hago de lado a lado, directamente encima de la capucha del clítoris.

Coloco la mano derecha la coloco por detrás de mi cara, hasta que contacto con la curva que inicia sus nalgas. Le acaricio y busco la zona entre su vulva y su ano. Es una zona llena de terminaciones que casi nunca recibe nuestras atenciones, pero que es donde de aprecian mejor las contracciones que preceden al orgasmo.

Yo quiero estar muy atento a cuando esto pueda suceder y así acomodaré mis lamidas a tus sensaciones, que hacerte ir y venir varias veces antes de dejarte estallar de placer en mi boca.

Manteniendo una ligera presión en el perineo puedo medir tus reacciones, puedo modular la intensidad de la presión de mi lengua, que la hago deslizar hacia adelante y hacia atrás o hacia arriba y hacia abajo a lo largo de tu vulva, querida Patricia.

Controlando tus contracciones, puedo medir el ritmo y que presión es la adecuada para que disfrutes al máximo de mis lamidas sobre tu clítoris.

Te mantengo la perlita bien sujeta, sin que ésta se pueda esconder, la lamo con la lengua blanda y tierna para darle unas caricias aterciopeladas, una y otra vez

-        “¡Como me estas comiendo hoy…mi querido…mi macho…me estás haciendo temblar…mi coño está ardiendo y siento que me voy a fundir y te voy a dar todo mi jugo…dulce y caliente”

-        “¡Sigue, sigue no pares….me voy a correr en tu boca!”, me dices para animarme en el movimiento de toda mi cabeza sobre tu sexo.

-        “Me gusta, me gusta mucho….me vuelve loco…la mezcla de tus jugos con mi saliva es dinamita, me pone a cien” “Lamerte la perlita, sentir tus estremecimientos, eso me encanta” te digo deteniéndome un instante para contemplar tu chocho abierto como una rosa.

En otras circunstancias ya había tenido que interrumpir las lamidas varias veces para descansar, pero tal y como estoy, apoyando la cara sobre tu muslo y lamiendo lentamente el capuchón de su perlita a un ritmo pausado y constante me puedo permitir el lujo de seguir hasta que tu chocho reviente como una presa de agua que salta por los aires a no poder contener la crecida.

-        “Me gusta que me sujetes la cabeza, que grites mi nombre, ver que tu vientre sube y baja, y que mis dedos sientan como se multiplican tus contracciones”, te digo

Manteniéndote el clítoris sujeto,  también me resulta fácil cogerlo entre los labios y sorberlo un poquito y pasar la lengua llena de saliva por encima. Es una delicia sentir tu clítoris excitado, endurecido y prominente entre mis labios; y  sobre todo oír como gimes cuando voy probando las variadas caricias que te estoy dedicando en este momento.

-        “Sigue, sigue…nunca me lo habían comido asi…y no se me va a olvidar en la vida! Chupa, chupa…asi…un poquito más fuerte…así…así…repítelo, repiteloooo…

-        ¡Me corro….mi querido amante secreto…que corrida me estás dando….sigue, sigue, mas, massss!

-        ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!...cómo me pones…cabrón mío...si, siiiii… no pares…sigueeee!, me dices entre gemido y gemido.

-        Cuando yo te pille… te voy a sacar tu lechecita…pero ahora…así, así… no pares…esto que me haces te lo voy a devolver multiplicado….siii….siii…asiiiií , me gritas mientras te paso la lengua una y otra vez de un lado a otro, cruzando por encima de la puntita de su clítoris que asoma cada vez más atrevido fuera de su capuchón.

Con la cabeza cómodamente apoyada sobre su muslo me puedo dedicar  a pasar la lengua completamente llena de saliva por encima de tu clítoris una y otra vez. La pongo ancha y blanda, restregándola hacia delante como el que lame un cucurucho de helado que empieza a derretirse.

Repito el movimiento una y otra vez, graduando la presión y el ritmo, en consonancia a los gemidos que me llenan los oídos y los movimientos involuntarios de todo tu pubis.

Te siento tan cerca, las lamidas de mi lengua se pueden acompasar perfectamente con las contracciones que percibo a través de mis dedos,. Se forja una conexión profunda que me permite saber hacia dónde quieres que vaya, aumentando o disminuyendo el ritmo o la presión de mi lengua sobre tu perlita. No hace falta que me digas nada, solamente tienes que dejarte llevar.

Mi querida Patricia he gozado con tus contracciones, con tu vulva caliente y húmeda que ha sido un plato exquisito; por la oscuridad que nos rodea no he podido verte, pero me ha encantado oírte gemir, me ha gustado cuando has puesto tus manos sobre mi cabeza para mantenerme pegado a ti, sentir el revoloteo de tu mariposa en mis labios ha sido una delicia.

Ahora, descansa un instante…paladea tu orgasmo…disfrutemos de nuestro tiempo…no tenemos prisa…seguro que van a venir otros orgasmos… . Yo estoy entero, puedes jugar conmigo …toma lo que más te apetezca… es todo tuyo, o si lo prefieres…sigo yo…me siento inspirado y si me dejas terminaré de hacerte mía, te voy a hacer adicta a mis caricias.

Deverano.