Una comida

Como una comida en un restaurante puede terminar en una noche de beber néctar y comer ambrosía.

Hoy es un día tranquilo, Amo me deja ir a comer con una amiga, podré hablar de cosas. La comida va bien cuando veo a Amo entrar en el local. No me sorprende, me había enviado un mensaje. Ahora toca normalidad, mi amiga no sabe nada de mis hábitos.

–¡Hola, Clara! –dice Amo antes de darme un morreo que casi me provoca un orgasmo.

Lo saludo y le presento a mi amiga, durante el café estamos hablando y riendo. Amo se acerca a mi oreja.

–Tienes dos opciones: guiar mi polla hasta que le parta el culo o hacer de niñera de fresa durante la tarde, ella mandará.

Se me corta la respiración las dos opciones son muy bestias.

–Voy al baño, os dejo solos. –Le guiño un ojo a mi amiga.

Utilizo la intimad del baño para pensar. Estoy poco rato, decido no inmiscuir en su vida sexual. Me saco el tanga y me lo guardo en el bolsillo. Vuelvo a la mesa y le pongo el tanga dentro del bolsillo a Amo.

–¿Te molesta si te pido que me lo cuides esta tarde? –Mi amiga sonríe– Tengo que ir a hacer repaso a una niña.

Salimos del local, fresa ya estaba fuera. Amo me da una zurra y se va al piso de mi amiga.

Conducir hasta el club me preocupa, sé qué lo que suceda es por qué lo quiere Amo, una prueba. Gracias al garaje del local me es fácil aparcar. fresa coge su mochila, saca un corsé negro y un tanga rojo y se desnuda.

–perrita –dice–, desnúdate. Por cierto, antes me comes el coño.

–Sí, fresa.

Se ha desnudado muy rápido. Me inclino hacia la derecha.

–Lo haces mal, zorra.

Me muevo del asiento y me pongo entre sus piernas. He cometido un error, vigilaré más. Con la lengua le perfilo los labios mayores, distingo un espacio y empiezo a lamer los menores. Succiono el clítoris. Al no darme permiso no puedo introducir los dedos en la vagina. Lo he debido hacer bien, ha tardado poco en correrse, sonrío. Me lo he tragado sin ensuciarme.

Vuelvo al asiento del conductor y me desnudo. Me pasa unos zapatos con un tacón de aguja de 12cm, me caeré. Salimos del coche, estar desnuda en un garaje no me gusta.

–A cuatro patas, perra.

Me fastidia que me trate así, pero es la opción que he elegido. Tengo que ser la mejor. Me escupe en el ano, me coloca un plug pequeño. Tengo suerte.

–No tiene detalle, no te los has ganado.

–Lo que consideres, fresa.

Me deja en esa posición y se maquilla, parece mayor.

–zorra, ponte el abrigo.

Tengo un abrigo que justo tapa mi coño, creo que mi culo no.

—Arrodíllate. —Al ponerme de rodillas fresa me coloca un collar con correa.

–De pie.

Vamos hacia el ascensor. Hubiera preferido que la primera vez fuera con usted, Amo. Pero yo me he metido en este lío y lo tengo que asumir.

Llegamos al guardarropa. fresa me saca el abrigo. El hombre me apunta un número en el pecho, luego fresa saca el plug y el hombre me apunta otro en la nalga y me da una zurra.

–Gracias, señor –digo.

Noto como fresa estira la correa y me lleva de paseo por una sala llena de gente.

Me ata en un potro. Me introduce un plug de tamaño grande y con cola de zorra. Me venda los ojos. Hay tranquilidad, pero un coño se me pone delante para que lo coma.

Creo que esta tarde he comido más coños que pollas. Durante un rato fresa me ha sacado el plug y ha dejado que jugaran con mis agujeros. Le tengo que agradecer que al haber tenido el plug las penetraciones no me han dolido.

fresa me desata y me lleva a otra habitación. Suerte que es un baño con ducha. Se han corrido y se han meado encima mío. No puedo ir así de sucia a ver al Amo. Por suerte también hay elixir.

–zorra, deja los zapatos al lado de la puerta y a cuatro patas en medio de esta sala.

Le hago caso, la veo que viene con una manguera, me la mete en el ano y la conecta. Me está haciendo una lavativa. Saca un tapón del bolso y me deja el agua dentro. A continuación me llena el coño de agua.

–Cuando vayas a cagar no cierres la puerta.

Después de lo que me han hecho, por una humillación más no me molestaré. Empieza a sacarme fotos, deseo que sean para Amo.

–Tengo ganas de mear –dice fresa–, pues a tragar. –Me estiro en el suelo.

Ella pone su vagina en mi boca y empieza a orinar, yo me lo trago. Cuando termina le lamo el coño, esta tarde he tenido muchas veces ese sabor.

–Entra a la ducha y límpiate, así de sucia no puedes ir a ver a Amo.

∆∆∆

–Gracias, Amo –digo una vez ya hemos salido del piso de mi amiga–. Me ha costado decirle por el nombre.

Veo que introduce la mano en el bolsillo y saca mi tanga.

–Creo que te habías olvidado de esto, zorra.

Me da un azote y me suben los colores. Cuando estaba sentada en el sofá, él veía mi coño, seco. Llega el ascensor y subimos. Me pone la mano en el hombro, sonrío. Quiere que me arrodille y se la chupe. Hago caso, pero él no se desabrocha el pantalón.

–Me acabas de demostrar que aún tienes hambre.

–De usted siempre, Amo.

–Buena respuesta. Ponte de pie, nos veremos en mi piso. Lleva los tacones que has estrenado hoy.

Hay esperanzas que después del día que he tenido disfrute del mejor semen.

Llamo al timbre de su casa y es Alpha quien me abre la puerta, sonrío. Una vez dentro la cierra y yo me quito el vestido. Quedo desnuda delante de ella, se lo que debo hacer. Amo me lo enseñó.

Le empiezo a lamer los pezones, me alimento de esos pechos como si fuera un niño pequeño. Le introduzco el dedo corazón de la mano derecha en el coño y busco el punto G para acariciárselo. Hace presión en mi cabeza, me pongo de rodillas y empiezo a darle suaves mordiscos en el clítoris. Me premia con su corrida en la cara.

Escucho aplausos, es Amo.

–Ponte de rodillas, pequeña perra –le dije a mi recién incorporada hembra–. Te has ganado lamerme los huevos.

Ella, con la devoción que corresponde a la más baja de las especies de esclavas lo hizo, dejando sus nalgas expuestas. Tenía un bonito culo. Su agujero trasero no presentaba demasiado uso… todavía. Estaba cerrado y formaba un bonito asterisco, que atrajo la atención de nerea, que me busco con la vista y me pidió permiso. Como no podría ser de otra forma, con una sola mirada se lo di y ella se fue a la habitación de juegos, dejando a aquella obediente perra usando la lengua en mis depilados huevos.

–Bien, perra. Ahora la polla.

El animal cambió el centro de sus atenciones y empezó a lamerme la polla. Estaba dura y caliente y gracias a sus lametones en las pelotas, empezaba a manar líquido pre-seminal. Se la introdujo en la boca y empezó a mamarla tal como yo le había instruido. Viajes largos y profundos, sin perder la visual de mis ojos en ningún momento. Unos minutos después, con la polla y los huevos bien lubricados le ordene que montara.

La mascota se levanto y paso sus piernas por encima de las mías, cuando las separo, un fino hilo de flujo escapó de entre sus labios y cayó al suelo. Si hubiera ocupado un lugar más alto en el escalafón, ese líquido se hubiera quedado ahí para que cualquiera inferior lo limpiara con la lengua, pero siendo la última, le iba a tocar a ella recogerlo. Era consciente y se había acostumbrado a lamer el suelo que con tanta diligencia tenían impoluto nodriza y su mujer, así que se despreocupó y poco a poco fue dejándose caer, clavándose todo mi miembro en su empapado coño.

El abrazo de aquellos labios resultó húmedo y cálido. La perra se excitaba cumpliendo con sus obligaciones  y últimamente había sido muy aplicada con todas ellas. Merecía una recompensa y no podía ser otra que montar a su Amo, así que deje que se moviera libremente para que disfrutara de la dureza de mi polla, mientras yo jugaba con sus pezones, apretándolos, tirando de ellos e incluso abofeteando sus tetas.

La excitación la sobrepaso enseguida y los orgasmos se sucedieron uno tras otro, empapándome los huevos, el ojete y resbalando hasta el suelo. Todo aquello tendría que limpiarlo, pero mientras notaba la punta de mi polla chocando con lo más profundo de su coño no le importaba. Dos… tres… cuatro orgasmos… estaba en el cielo.

Entonces sonreí y tiré de sus pezones, atrayendo sus tetas hacia mi pecho. Sin dejar de moverse, la perra obedeció aquella silenciosa orden y se acercó, dejando sus labios a escasos centímetros de los míos mientras seguía gimiendo, notando como se acercaba, como un trueno lejano, un nuevo órgano y cuando este estalló sobre ella, haciendo que todo su cuerpo se convulsionara notó la presión del arnés de nerea sobre su ojete. Ella me miró desde lo más profundo de su orgasmo y relajo su esfínter para que el juguete entrara hasta el fondo mientras mi lengua conquistaba su boca mientras me comía su gemido, un nuevo orgasmo.

Ya no sé cuántos orgasmos llevo. Que la lengua del Amo juegue en mi boca me produce más placer. Soy suya y ahora me lo agradece. Alpha me acaba de introducir algo en el ano. No controlo los orgasmos, noto como mi coño chorrea. Cuando termine limpiaré lo que haya mojado al Amo y lameré el suelo que no toco. Separo los labios.

–¿Amo, me dejaría tomar el néctar que emane del coño o del culo de Alpha? Perdón, está perra toma demasiadas confianzas –he dicho entre jadeos.

Me enrojezco por mi osadía. Disfruto tomando el semen cuando emana de los agujeros de Alpha, pero no es correcto que lo pida.

–Lo siento, Amo.

Alpha desde detrás me pellizca los pezones y Amo evita que grite metiendo su lengua en mi sucia boca.

Nota: el trozo que hay en negrita no es mío, es de Amo. Este relato fue creado a partir de una conversación por teléfono. A Él le gustaron mis respuestas y me regaló ese trozo. En mis trozos no hay penetraciones bien detalladas, porque en esa conversación era importante como respondía.