Una combinación perfecta Cap - XXII

-¿Por qué saliste con él? -¿Por qué no? -respondí sarcástica

Sin pensarlo esa fue la última vez que la vi, poco a poco los rumores que creía que eran chismes se fueron comprobando, las cosas caen por su propio peso y ella tenía ya una nueva pareja. Me dolía en el alma saber que era feliz al lado de un hombre que se suponía apenas estaba conociendo, pero me conformaba con seguir recibiendo mensajes de ella, todos llenos de mentiras, pero por alguna extraña razón me gustaba leerlas, me ponía feliz saber que aún me quería…

… Un buen día, en medio de los tragos que tenía encima porque no sabía mas de ella, recibí una noticia, ella se había ido, supuestamente hubo un accidente en su nuevo hogar y nadie más sabía de ella. No supe que decir ni que hacer, solo me hundí en mis pensamientos y en su recuerdo. Desde ese día el alcohol me consumió y no sabía de otra cosa que no fuera bebida y fiesta.

Daniela se volvió parte de mi mundo, cada día de fiesta estábamos juntas mientras su pareja jugaba a no saber nada de nosotras. Las noches con Daniela eran demasiado locas, alcohol, fiesta, baile, sexo, y regresarme a casa después de unas horas. En esas fiestas conocí gente, conocí su trabajo y le serví a ella, me enteré de lo que hacía y como lo hacía. Me ofreció una vida llena de privilegios a cambio de ser una especie de pareja, porque nunca dejaría a su mujer, pero a mi no me parecía, yo solo la utilizaba para llenar ese vacío que, a pesar de los hechos, cada vez sentía más grande.

Dejé de ver a mis amigas y me volví solitaria, no tomaba el teléfono más que para leer y releer nuestras viejas conversaciones. Así paso lentamente el primer año, cada vez menos recuerdos cuando estaba sobria, pero no duraba mucho el gusto, bebía para llorar y lloraba si bebía. Una botella no duraba más de un día en mi casa, ya se había vuelto una necesidad para mí, y sin darme cuenta era una alcohólica. Todo por ella.

Conocí a un chico, fuera de todo el desorden que era mi vida, era un repartidor muy tímido, delgado y algo simpático, se me hizo gracioso la primera vez que lo vi pues agacho la cabeza en cuanto cruzamos miradas. Esa fue la primera sonrisa que tuve en esos años. Mi vida seguía igual de loca, pero poco a poco se fue haciendo costumbre verlo de vez en cuando hasta que un día decidí sonreírle y saludar, empezamos a hacernos amigos y a frecuentarnos más, el alcohol empezó a durar un poco más en mi casa y ver a Daniela empezó a ser un evento más espaciado.

-Hola, soy César y conseguí tu número por ahí, me preguntaba si quisieras salir conmigo…

-Hola… No, no creo… -le dije después de guardar un silencio muy largo

-Como amigos, espero no faltarte al respeto, sólo vamos por un helado…

-No lo haces, tranquilo, estoy algo ocupada (le mentí, no estaba segura si sería correcto o no salir)

-Sólo un helado (me interrumpió), si te sientes incomoda te voy a dejar a tu casa…

-Bueno, déjame pensarlo y te aviso, bye.

Y ¿ahora qué?, estuve pensando si sería prudente salir con él, estúpidamente seguía esperando a que volviera, esa tarde-noche no tomé y me la pasé pensando en si debería o no aceptar la invitación, lloré de nuevo pero esta vez decidí bajar la cabeza y hablar con Dios:

-Dime porque tuve que pasar todo esto, Dios tú sabes lo mucho que la amé y la amo, dime porque permitiste que nos alejáramos así, porque me duele tanto mientras ella sonreía, porque no me dejarás verla de nuevo. Sé que fallé, ambas fallamos, pero nuestro amor era sincero. Por que me sigue doliendo su ausencia si a ella no le importó irse con su nuevo amor, Dios mío, sé que la gente dice que descargarás tu ira contra quienes no seguimos tu camino recto, pero hoy duele mucho, y sólo quiero pedirte que la arranques de mi pecho, sácala, si ella no es para mí ayúdame a olvidarla, ya no quiero seguir llorando ni sufrir por ella, si es tu voluntad hazme olvidarla y sana mi corazón…

Bueno, hoy amanecí de mejor humor, me bañé con agua fría como siempre, sólo me puse unos jeans desgastados que tenía a la mano y una playera azul, unos converse viejos que suplicaban dejara de usarlos y salí a sentarme a la banqueta de la casa, me aburrí de ver lo mismo de todos los días y me metí para poner música y empezar a limpiar un poco del desastre que tenía. El timbre sonó y corrí a ver.

-Hola, me atreví a venir a preguntarte personalmente si te decidiste por el helado…

-Qué tal César, emmm… sí, ¿vamos más tarde? (porque demonios dije que sí?)

-Bueno, entonces paso por ti más tarde, como a las 3 te parece bien

-Sí claro, a las 3 estaré aquí

-Es tu casa, debes estar aquí -se rió

-jajaja si verdad, a esa hora nos vemos -le cerré la puerta en la cara

Que estúpida eres, me dije a mi misma, porque dije sí, bueno, ya le dije que sí, no puedo hablarle y decirle que siempre no… Ahora tendré que arreglarme, que flojera…

En fin, cerca la hora me cambie mi pantalón por uno mas presentable, una blusa negra y mis zapatos negros con un tacón mediano. Ya eran las 3:15, si supiera cuánto detesto la impuntualidad habría llegado a las 2:50, ¿por qué demonios dije que sí?, me tiré en el sillón cuando recibí un mensaje-

-“ya estoy aquí, puedes salir?”

Sí claro, estoy a u disposición ahora, pero salí jajajajaja, carajo, iba más arreglado de lo normal, se quitó esa barba milimétrica, llevaba un pantalón de mezclilla también, una camisa de cuadros muy bien planchada y unos zapatos color café, su perfume era muy masculino, me agradó. Me saludó con un beso en la mejilla y me entregó una paleta

-No sé muy bien que te guste, así que te traje esto -me dijo con una media sonrisa

-ok gracias -devolví la sonrisa

-¿nos vamos?, le pedí prestada la camioneta a mi abuelo -me dijo muy tímido- ¿no te importa verdad?

-para nada, podríamos haber ido en taxi -conteste sincera

-bueno es que me estoy costeando mis estudios y aún no puedo pagarme un carro, sólo mi moto, pero no tengo un casco extra para que salgamos en moto…

-está bien, ¿me abres la puerta? -le dije pues tenía seguro y él ya estaba por subirse, me pregunté por milésima vez por que dije que sí.

-ah si, perdón -desactivo los seguros y pude abrir.

Arrancó su camioneta, y avanzó para darse la vuelta, así que tuvimos que pasar por donde no quería pasar, pero gracias al cielo no nos vio nadie. En el trayecto empezamos a hablar un poco más, sobre la música que nos gustaba, a qué nos dedicábamos, cosas y más cosas, ahí supe que faltaba poco por terminar sus estudios, las dificultades que había tenido y así, después de un rato buscó un estacionamiento y bajamos. Empezamos a caminar y pensé “ojalá no encuentre a nadie conocido…

Bueno, en medio de la calle, con tanta gente por la hora podía haberme topado con el perro, pero no, me topé con su ex de Brenda, llevaba un niño como de un año, me fijo la mirada y luego a él y luego a mí de nuevo y a él… carajo, no era que debería serle fiel hasta mi muerte, pero tampoco quería estar en la boca de nuestros conocidos, en fin…

Llegamos a una heladería pequeña, todo normal, era un poco callado para mi gusto, y lo poco que hablaba eran cosas sin sentido jajajajaja, el punto es que disfruté, aunque sea un poquitín de aquel postre, ya tenia un buen rato que no hacía algo así. Caminamos un momento por un parque cercano y quiso tomar mi mano, lo cual yo rechacé.

  • ¿No te puedo tomar de la mano?

  • No

  • pero me dijiste que no tienes novio

  • no tengo, pero eso no quiere decir que puedas llegar a algo más

  • ¿entonces no quieres ser mi novia?

  • no… -me reí- se supone que fue una invitación de “amigos”, ni siquiera nos conocemos…

  • ok, entonces seguiré intentando

El camino de regreso a casa fue algo incómodo, no tenía planeado tener que responder esa pregunta, ni tenia ganas de tener a alguien de nuevo en mi vida. Una vez lo despedí, me tiré en mi cama un rato y prendí mi teléfono.

-“quién es el idiota con el que estás saliendo”

-“contéstame las putas llamadas”

-“Si no me contestas me vas a conocer”

-“A las 10 en el lugar de siempre, si no estás ahí voy a sacarte de tu casa”

Carajo… ¿Y ésta se siente mi dueña o qué?, pensaba responderle, pero Daniela no entiende de razones y eso sólo hará que su enojo crezca aún más. Me sentía algo ansiosa porque sé que, estando molesta, consumiendo y tomando es otra persona, algo totalmente diferente y muy violenta, traté de relajarme escuchando música, pero mi ansiedad sólo creció, pues varias canciones me hacían recordar a Brenda, nuestros recuerdos y me vino a la cabeza la cara de su ex, mejor me levanté a buscar unos tragos, sin duda me hacían falta y me ayudarían bastante.

La noche me llegó con unas copas encima, sólo unas cuántas, me sentía mareada y los labios estaban dormidos, y con eso era suficiente para saber que ya estaba más que borracha, eran las 9:30 y algo de la noche, sólo pretendía cerrar un poco los ojos mientras llegaba la hora, a las 10:02 me despertó mi teléfono

-¿dónde estás? -preguntó molesta

-voy saliendo de la casa, ya voy

-paso por ti

-no, nos van a ver

-como si eso importara -soltó una risa y colgó

Apenas iba cerrando la puerta cuando llegó en su coche, me subí sin esperar, ésta vez no me saludó con un beso en la boca, hoy sólo me vio con desprecio, con cierto rencor.

-¿Por qué saliste con él?

-¿Por qué no? -respondí sarcástica

  • Porque estás conmigo, y debes estar para mi cuando así lo pida -dijo mientras me apretaba la pierna

  • No eres mi dueña, estamos por diversión solamente -hice su mano a un lado

  • Diversión… Se te hace divertido que te halla servido de paño de lágrimas… No Fer, te equivocaste de juguete -se quedo callada, manejo hasta un lugar conocido, ahí habían hecho varias reuniones ella y sus amistades, era como una casa de seguridad.

  • Bájate –me ordenó antes de salir de su coche.

Una vez abajo espero a que la alcanzara, abrió la puerta y me dejó entrar, azotó la puerta y la escuché caminar rápido para alcanzarme, me jalo del brazo hasta una jardinera que estaba junto, me hizo despertar más con esa cachetada

-No soy tu juguete pendeja -me agarró del mentón

-ok ya -le dije pensando en lo violenta que se podría poner

Me soltó otras dos cachetadas y después me beso, me dio un beso profundo y aunque me ardía la cara le correspondí, era la única que sabía quererme y podía hacerlo. Sus labios jugaban con los míos y en el momento menos esperado me mordió hasta sacarme sangre, estaba enojada. Fúrica me jalo del brazo y me llevó adentro de la casa, para mi sorpresa esa noche no me tocó, sólo nos dedicamos a beber, ella a pedirme explicaciones y yo como tonta, dándoselas.

-      Si lo vuelves a ver me avisarás antes -me dijo antes de que cerrara la puerta de su carro…