Una combinación perfecta Cap. - XVII

Su visión se había tornado un tanto borrosa, y su pulso estaba más que torpe, sentía los labios adormecidos, y empezaba a sentirse con sueño, su teléfono empezó a vibrar y la pantalla se iluminó

Hola a tod@s mis lectores, me disculpo de antemano por la tardanza, tengo mis tiempos saturados y el tiempo libre que llego a tener se lo dedico a una persona especial que se ha ido adueñando de mi corazón, les agradezco su paciencia, prometo continuar con la historia puntualmente, les mando muchos besos a tod@s, y recuerden nunca decir nunca.

Por si esa personita especial lo lee, quiero que sepas que eres la inspiración de mis mejores momentos, te quiero como no tienes idea, gracias por alterar mi orden, me hacia falta ser mas libre.

Te amo descarada mía!!!!!!!!!.

CAPITULO 17

-        Brenda no podrá sacarla de aquí, nos vamos, pero la doctora se va con nosotros.

-        Has lo que quieras, pero te advierto que ella ya está más muerta que viva, cuídate hermanita, te quiero…

…………….

-        ¡mi amor, no dejes de respirar, te sacare de aquí princesa! –Brenda temblaba por no saber qué hacer, pues su amada se veía mal.

-        Nena… recuéstame de lado –hablo una doctora apenas con un poco de aliento, las costillas le dolían, aunque no tanto como una fractura, la cadera le dolía, sentía que el vientre le iba a reventar.

-        Amor… ¿así está bien? –preguntó con lágrimas en los ojos.

-        Si… así está perfecto –abrió los ojos y alcanzó a ver parte del lugar vacío- Brenda… ayúdame a levantarme –hablo con pánico al imaginarse lo que venía.

-        ¡René, ayúdame! –gritó Brenda, llamando la atención de las chicas.

-        Muñeca ahora si te dieron fuerte –murmuró la Dj en el oído de la doctora, mientras Fernanda colocaba uno de sus brazos alrededor de su cuello y el otro en el cuello de la contadora, entre René y Brenda formaron un apoyo para que Fer quedara sentada sobre los brazos de ambas- a la de tres, una, dos… -y junto con la contadora levantaron a Fer, quien soltó un quejido algo mudo por temor a asustar a Brenda.

-        ¡no la dejes caminar! –habló fuerte Rebeca- levanta sus piernas –le ordenó a Vero mientras ella empezaba a revisar rápidamente el cuerpo de su colega al mismo tiempo que la iban sacando de ese lugar.

-        ¿Dónde están las demás? –preguntó Fer abriendo sus ojos de nuevo, el cansancio y el dolor la estaban venciendo.

-        Preparando los autos cariño, no hables –le dijo Vero con demasiada ternura, debían mantenerla tranquila, por si los hematomas eran de una hemorragia interna.

Por un momento Fer cerró los ojos y se dejó llevar, no supo en lo que paso, pero cuando los abrió de nuevo reconoció su habitación en penumbras, Brenda estaba en la misma cama, podía percibir su aroma, dormía y estaba algo separada de ella, intentó moverse para buscar su reloj y ver la hora, pero una pequeña punzada en el vientre la hizo desistir, sintió la cama moverse bruscamente y enseguida la luz del buro se encendió.

-        Mi amor, no te muevas, voy por Becka.

-        ¿qué? no, no, no…

La contadora ignoro por completo lo que fuera que iba a decirle su mujer y salió aún adormilada para tocar la puerta de enfrente, donde se suponía que el par de militares estaban durmiendo, eran casi las 4 de la mañana, el sedante debía durar por lo menos hasta las 7 u 8, así que debía despertarlas antes de tiempo.

Toco con sus nudillos la puerta de madera y escuchó un par de risas al fondo, a continuación, la puerta fue abierta por una semidesnuda Verónica que le regalo una tierna sonrisa en cuanto la vio.

-        ¿todo bien? –pregunto la contadora por no saber qué hacer ante las desnudas piernas que se presentaban frente a ella.

-        Mi amor…

-        Voy, voy, ¿ya despertó? –pregunto Becka mientras buscaba su playera en el piso de la habitación.

-        Si –respondió la contadora mientras daba vueltas en el pasillo, intentando aplacar sus nervios.

-        ¿le duele algo? –pregunto acomodándose la ropa mientras salía de la habitación y tomaba del brazo a Brenda- cálmate por favor, todo está bien.

-        Esta muy golpeada, ¿estás segura que no tiene ninguna hemorragia? –hablo Brenda con lágrimas en los ojos.

-        Guapa, si tuviera una hemorragia no hubiera despertado –dijo Verónica bromeando para calmar los nervios de la contadora, mientras salía con el maletín de Becka y cruzaban el pasillo para entrar a la habitación de las dueñas de la casa.

-        ¿siempre son tan crudas para hablar?

-        Siempre –respondió Becka- buenos días Fer –saludo mientras se acercaba a la convaleciente doctora- voy a revisarte, ¿Cómo te sientes? –se sentó en la orilla de la cama y tomó una pequeña lámpara, con delicadeza reviso los reflejos pupilares de la doctora, había un pequeño derrame en el ojo izquierdo, nada grave, pensó- ¿duele?

-        ¡Mmm! –se quejó al sentir la presión en sus costillas.

-        Necesito revisarte, donde sientas dolor me dices –indico la doctora- mi amor, pásame el termómetro y revisa su presión por favor.

-        Ok –la odontóloga tomo el brazo de Fer y colocó el baumanómetro, lo infló y dejo que midiera mientras ella colocaba el termómetro en el otro lado.

-        ¡auch! Ahí, ahí me duele… -siseo Fer cuando Becka presiono su vientre bajo- tengo que levantarme.

-        No, tú no te puedes levantar –habló Brenda un tanto desesperada- Becka ¿cómo está?

-        La presión está bien –respondió quitando el baumanómetro del brazo de su colega- dame unos segundos y vemos su temperatura, pero al parecer no hay peligro de nada.

-        ¿segura?

-        Si, segura, sólo hay una inflamación por alguno de los golpes que le dieron, hay que vigilar eso, necesito un ultrasonido para descartar algo peor, con algunos des inflamatorios se quitara, los analgésicos pueden ser tomados, ¿o quieres que te canalice? –se dirigió a Fer.

-        No, necesito levantarme, en serio.

-        Bebe, no puedes levantarte, dime que necesitas y lo consigo ahora mismo.

-        Llévame al baño, se me adelantó el periodo.

Verónica y Rebeca se miraron preguntándose cosas con los ojos, no se había adelantado su periodo, había algo más ahí, pero no preocuparían de gratis a la pareja. La doctora jaló de la mano a su mujer y salieron al pasillo dejando que las chicas estuvieran tranquilas en el baño, escucharon caer agua de la regadera y supieron que no era un sangrado pequeño.

-        Nena, llamaré a mi hermana, mientras revisa, si es un sangrado profuso me avisas y les dices que debemos canalizarla y posiblemente internarla.

-        Si, tranquila, pero ¿para qué llamaras a Dany?

-        Es mi deber.

-        No cariño, es deber de Brenda estar aquí, Daniela tiene su pareja y por lo tanto su deber está en su casa.

-        Me asesinará si no le aviso que está pasando.

-        Bien… sólo no te compres problemas ajenos.

Fernanda estaba sangrando… como en su periodo… en el segundo día, y Brenda temblando de los nervios y del coraje contra Elena, sólo la sostenía de la cintura mientras la doctora se deshacía de la poca ropa con la que estaba, el agua fría debía ayudar a calmar un poco las punzadas que sentía en su vientre, no sentía tanto dolor debido al dopaje que hacía unas horas le había puesto la militar, pero sí que sentía la presión.

-        ¡Mi amor, necesitas decirme exactamente qué hacer, no puedo estar así, solo viéndote sin hacer nada!

-        No pasará nada cariño, mira, en el escritorio, en la biblioteca, hay medicamento… -le sonrió en medio de su preocupación para que viera que no era grave- en el cajón grande de la derecha, Becka sabe que es lo que debe ponerme, ahí está lo necesario.

-        ¿te puedo dejar sola?

-        Si amor, no pasa nada, el sangrado está disminuyendo, es mi periodo solamente.

-        Ya vuelvo –le dio un pico en los labios y salió a la habitación esperando encontrar a la pareja, pero sólo encontró a Verónica, que miraba impaciente hacia la puerta que acababa de abrir- ¡hey! ¿dónde está Becka?, necesito de su ayuda.

-        Está hablando en el pasillo, ¿cómo está Fer? –preguntó refiriéndose al supuesto periodo.

-        Se adelantó su periodo… o bueno, eso dice ella, yo… no se de estas cosas…

-        Tranquila… -la interrumpió- estará bien, Becka es una excelente doctora ¿sabes? –sonrió.

-        Lo imagino, siempre fue una gran chica… -habló sin doble intención.

-        Si… tu más que nadie lo sabe ¿no? –respondió a la defensiva en un tono de voz un tanto alto que hizo que Fer escuchara.

-        ¡Nena, ¿todo bien?!

-        ¡si amor, voy por Becka! –respondió e inmediatamente le contesto a la odontóloga- perdona si lo entendiste mal, tú conoces nuestro pasado al igual que Fer, pero vivimos en el presente, Becka fue y siempre será mi amiga, y por consiguiente tú también, no te armes historias donde no las hay linda.

Salió al pasillo y vio a Becka muy entretenida hablando, le indicó con un movimiento de cabeza hacia donde iba y siguió su camino sin prestar atención a lo que hablaba la militar, al llegar a la biblioteca abrió el cajón que le había indicado Fer, encontró los medicamentos si, varias cajas de analgésicos y algunas ampolletas.

-        Brenda ¿Qué pasa? –entro a la biblioteca una vez que colgó la llamada- ¿sigue sintiéndose mal?

-        No… bueno no se… me dijo que aquí había medicamento, que tu sabrías que y como ponerlo –le mostró el cajón- yo nunca me he metido en estas cosas así que no sé nada de esto.

-        A ver –reviso todo lo que había, y de nuevo su atención fue llamada por una pluma sobre el escritorio, se quedó viéndola un rato y reaccionó ante la voz de su mujer.

-        Amor… amor… el sangrado ya paró, posiblemente si sea su periodo –le sonrió al ver la cara de susto que tenía la doctora- ¿estás bien? –ladeo su cabeza.

-        Si… nena, ayúdame a buscar una jeringa en mi maleta –la tomó de la mano y le habló a la contadora- oye bonita, yo creo que deberías estar con Fer mientras vamos para allá.

-        Ok, si quieres sé dónde guarda sus insumos…

-        Necesito una aguja especial para esto –le sonrió- anda, ve con ella, necesita que la apapaches un rato.

Salieron las tres de la pequeña biblioteca y se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

-        ¿“Bonita”? –fue lo primero que salió de la boca de Verónica una vez que cerraron la puerta.

-        Amor… -la abrazó- tú nunca has estado celosa, no empieces a hacerlo ahora.

-        Es que… ¿por qué tienes que hablarle así? –levantó las manos.

-        Nena, Daniela viene para acá –la odontóloga abrió más sus ojos y Becka beso la punta de su nariz- necesito mantener a Brenda tranquila mientras convenzo a mi hermana de que irse a su casa es lo mejor.

-        No creo que la mantengas tranquila con palabras bonitas –pensó un momento- ¿Qué tal si canalizas a Fer para mantener a Brenda pegada a su habitación?

-        ¡tienes una mente criminal ¿sabes?! –la abrazó y le dio un beso profundo- me casaré contigo, no necesitas cuidarme de las chicas “bonitas” Jajajaja.

-        Vamos coqueta –la jaló y caminaron hacia la habitación de Fernanda.

La doctora y la contadora estaban tensas, Brenda la había cuestionado sobre lo que había ocurrido en la fiesta de cumpleaños, estaba más que convencida que entre su mujer y la abogada había más que un lío de bragas, para que la noviecita se hubiera puesto así había algo más que Fernanda le estaba ocultando, o quizás no, simplemente se estaba armando una historia más grande de lo que era, pues Fer lo había negado todo.

Sí, aceptó haberse acostado con la abogada, no una, varias veces, pero de eso a algo sentimental… jamás, ella estaba más que consciente que su corazón y su alma sólo le pertenecían a su contadora, aunque su cuerpo visitara mil camas diferentes con mil cuerpos distintos, su corazón estaba atrapado entre las manos de Brenda, y eso ni la abogada lo cambiaría, por mucho que quisiera.

Daniela no había parado de discutir con Andrea la salvajada que había cometido, y ya en su casa le repitió la misma pregunta que le había hecho su cuñada.

-        ¿Qué ganaste con eso?

-        Nada de lo que quería, pero, así como tu marcaste tu territorio yo estoy haciendo respetar el mío –le respondió de una manera muy fría- y prefiero verte tras las rejas antes de verte con alguien más.

-        ¿qué dijiste? –le grito nerviosa y enojada, esa mujer conocía todo su negocio y si quería podía ponerla tras las rejas y tirar a la basura su prestigio.

-        ¡lo que oíste Daniela! –grito de vuelta mientras subía las escaleras hacia su habitación- me importa un carajo irme a la cárcel junto contigo, si es necesario para que te deshagas de esa estúpida lo haré, ya no tengo miedo.

-        No lo harás… no te atrevas a hacerlo –le respondió subiendo hacia donde estaba parada la joven, trató de mantener su frío temple mientras se acercaba, pero esas palabras la habían hecho perder la estabilidad en la que se sentía- te prohíbo terminantemente que vuelvas a amenazarme así…

-        No me busques Dan, el que busca encuentra, no quieres encontrar mi lado insensible, te aseguro que no –la vio de una manera distinta, y no supo distinguir si eran sus celos los que hablaban o era la oficial queriendo regresar al “buen camino” del que se había salido.

-        Princesa…

-        No vuelvas a llamarme así… -sus ojos se llenaron de cristalinas lágrimas y ahora lo supo, eran sus celos los que la habían hecho amenazar así a su amor- no mientras sigas con esa perra en tu cabeza.

-        Perdóname…

-        ¡No lo hagas! –la jaló a medio movimiento para no dejar que sus rodillas tocaran el piso- no te humilles así.

-        Amor si eso quieres eso haré, pero no me hables así… lo siento, pero en todo caso, yo era quien merecía esa paliza, yo la busqué…

-        Y tú te desharás de ella… -le soltó las manos- tú la buscaste ahora tú aléjala, no es la única forma en la que puedo hacerle daño, así que en tus manos está mantener a su “familia” completa –dijo refiriéndose al pequeño círculo social que le conocían, y entre ellos, estaban Becka y Verónica.

Daniela dejo que su niña se fuera a descansar, tal vez mañana podrían hablar del tema más tranquilas, se sentó en su sala y le pidió a la Loba que le trajera una botella, la invitó a una copa pero la mujer se negó al saberse dentro de su trabajo, ¿qué harían dos ebrias en caso de una emergencia?, así que se dedicó a tomar una copa tras otra, la botella estaba casi vacía, las manecillas del reloj se habían movido un par de números, su amiga-empleada se dedicaba a reírse de las expresiones que hacía después de cada trago, mientras ella revisaba algunas cosas en su celular, encontró un par de fotografías que le había tomado a la doctora mientras estaba distraída, algunas lágrimas escaparon de sus claros ojos recordando las circunstancias en las que se habían conocido, y sonrió estúpidamente al recordar que todo había comenzado como un capricho.

Y ahora su capricho le había hecho sentir cosas especiales, de esas mariposas que sentía cuando había descubierto su enamoramiento hacía la delgada mujer que ahora dormía en su cama, la hacía sentir única, la hacía sentir joven, la hacía sentir la mejor de las mujeres en la cama y fuera de ella, y aunque la doctora le dejo claro desde un principio que sólo era un juego que no debía involucrar sentimientos, sin querer, con sus atenciones y su manera de tratarla le había despertado el lado tierno que creía sólo podía tener para con Andy.

Su visión se había tornado un tanto borrosa, y su pulso estaba más que torpe, sentía los labios adormecidos, y empezaba a sentirse con sueño, su teléfono empezó a vibrar y la pantalla se iluminó con una rubia igual a ella portando un impecable uniforme mientras abrazaba a otra impecable militar, se preguntó qué podría necesitar Becka a esa hora y respondió la llamada.

-        Hola hermosa, ¿Qué sucede?

-        Dany, ¿estás ebria?

-        No… sólo un poco… relajada –respondió y en su mente intentaba recordar dónde demonios estaba quedándose su hermana, no se lo había dicho- ¿dónde estás?

-        Escucha y pon atención –habló con voz baja mientras ponía atención a lo que discutían Brenda y su mujer- Fernanda esta algo mal, acaba de tener un sangrado vaginal, debemos hacerle algunos estudios por lo que hizo tu noviecita…

-        ¿tú la estás cuidando?, ¿en qué hospital están?, ¿por qué sangro?... –la interrumpió invadiéndola de preguntas.

-        A ver, tranquila sí, estamos en su casa, según ella sangró por que se adelantó su periodo, y no puedes venir ok, aquí está su mujer y no vamos a hacer más grande este lío, sólo te avise para mantenerte informada.

-        Voy para allá…

-        ¡no! –le murmuró mientras caminaba hacia la biblioteca, detrás de la contadora- no vengas Dan, tu noviecita se pondrá como loca si se entera.

-        Voy, ella no se enterará, y te aclaro, no es mi noviecita, es mi futura esposa…

-        Pues compórtate como tal y deja de meterte en problemas de faldas, hablamos mañana –colgó la llamada.

La abogada intentó ponerse de pie, el alcohol y los tacones no eran de mucha ayuda, sintió que se iba de bruces y unos brazos la sostuvieron, con ayuda se puso de pie y volteó a ver quién era, pues su amiga estaba sentada de espaldas a ella en un banquillo en el desayunador de su cocina, pensó que Andy había escuchado su llamada, pero no, esos brazos firmes y grandes no podrían ser de su mujer, eran del viejo Gio.

-        ¿papá? –preguntó casi gritando, haciendo que la Loba volteara rápidamente y corriera hacía ella- ¿qué haces aquí, cómo entraste?

-        ¿qué tomo señora Cansino? –le preguntó divertido “el Padrino” –la necesito cuerda para hablar de lo que paso hoy, por cierto, ¿dónde está la Señora? –preguntó con sarcasmo, los jefes le habían mandado un mensaje que debía entregar.

-        En ningún lugar que te incumba –respondió rápidamente la abogada al reconocerlo bien- tú trabajas para mí y no puedes traicionarme, conoces como son los negocios y de esto tuvimos más ganancias…

-        Si señora, entiendo, yo sólo traigo el mensaje, jamás la traicionaría.

-        ¿Qué mensaje? –extendió su mano.

-        El negocio se viene abajo, los federales están sobre nosotros y debemos mantener las apariencias, así que mientras no se llegue a ningún arreglo todo el trabajo se va a detener.

-        ¿y de qué demonios piensan que vamos a vivir? –habló exaltada.

-        De nuestros trabajos reales, el estudio jurídico sigue en pie y debemos volver a manejarlo.

-        Perfecto…

-        ¿a dónde iba señora? –preguntó curioso.

-        Una visita social, acompáñame –le dijo mientras palmeaba la espalda de la Loba indicándole que estuviera al pendiente de Andrea- ya volvemos.

Salió de su casa intentando dar pasos firmes y seguros, y aunque el alcohol no la dejaba caminar de forma correcta, ella intentaba no perder el glamour, intentaría entrar a ver a su doctora, así tuviera que pasar sobre Brenda. Su empleado se limitaba a sostenerla del brazo, como todo un caballero, y a vigilar sus alrededores, por la hora no había nadie más en la calle, así que su única preocupación era mantener de pie a la abogada.

La vio sostenerse de la pared y extender su mano para tocar el timbre un par de veces, después de un par de minutos se escuchó como se acercaban a la puerta para abrir, Verónica fue la que corrió a la puerta para llegar antes que Brenda.

-        ¡hola cuñada! –saludó eufórica, dándole un largo abrazo y empujándola hacia adentro- ¿y mi hermana?

-        Shhh –le indico guardar silencio- está canalizando a Fer, guarda silencio si quieres saber de ella.

-        Ok, ok, ¿está su novia con ella?

-        Si, Brenda está con ella, ¿dónde está Andy? –intento hacerle ver que ella no debería estar ahí.

-        En casa, durmiendo, discutimos…

-        Tiene razón ¿no crees?

-        No… bueno si… pero no era la manera, era sólo un juego…

-        ¿era? –su curiosidad se activó- ya no lo es entonces.

-        No ya no… yo debería estar con ella en este momento.

-        Y con quien estaría Andrea entonces…

-        Ella seguiría en mi casa… -respondió seria- ¿acaso es imposible querer a dos personas a la vez?...

-        No es imposible, pero Fernanda está conmigo –interrumpió Brenda mientras bajaba las escaleras hecha una furia- ¡lárgate de mi casa! –soltó el primer golpe que no puedo ser detenido por Becka que apenas salía del pasillo de arriba y menos por Vero, pues ella no se metería.

Brenda intentaba desquitar su coraje con la mujer que se había metido entre ellas, gracias a ella su Fer estaba siendo medicada por que no sabían ni que era lo que tenía, Daniela no hizo más que intentar hacerse a un lado mientras su empleado inmovilizaba a la contadora de una manera tan increíble que sorprendió a las militares.

-        ¡lárgate y no vuelvas a acercarte a ella!, ¿no fue suficiente con verla casi inconsciente?

-        Yo no tuve nada que ver, le advertí que no entrara –respondió la ingenua abogada cegada por las ganas de acercarse a la doctora.

-        ¡Eres estúpida o te haces, si no te hubieras metido con ella tu mujer no se habría puesto así!

-        Me voy –dijo al no poder refutar las palabras de la mujer que había marcado su rostro con varios puños- pero volveré hasta poder verla y hablar con ella.

-        Si vuelves te saco a patadas –la amenazo antes de que saliera.

Fernanda que estaba con el suero puesto, alcanzó a escuchar la discusión que había en la casa, se sentó en el borde de su cama y cuando estaba a punto de levantarse la puerta se abrió de golpe asustándola.

-        Perdón amor, ¿te sientes mal? –habló su novia con la voz quebrada.

-        No… sólo quiero que duermas conmigo –le respondió matando su curiosidad de saber que había pasado abajo- ¿tú estás bien?

-        A mí no me patearon el trasero nena –le dio una amarga sonrisa.

-        Sabes que no me refiero a eso –se recostó de nuevo y extendió su mano libre para tomar la de Brenda- ¿estás bien? –repitió.

-        Ya se me pasara bonita –se giró para abrazarse al adolorido abdomen de su novia- ¿me despertarás si te sientes mal?

-        Si amor, no te apures, Becka me sedo como caballo y dormiré hasta el mediodía, mínimo.

-        Por cierto, ¿quieres que le avise a tu familia?

-        Sólo se alegrarán, no hacen falta más chistes a costa mía –beso la cabeza de la contadora.

-        Como digas mi vida.

-        ¿me sigues amando? –pregunto lo que preguntaba siempre antes de dormir.

-        Toda la vida bebé, toda la vida –besó sus costillas y se aferró más a ella, no quería perderla, tenía tanto miedo de perderla que prefería no existir antes de verla en brazos de alguien que no fuera ella.

Fernanda cayó en un profundo sueño en el que la mayoría de sus dolores se fueron, cuando despertó nuevamente su cama estaba vacía, Brenda ya no estaba, y el suero había sido retirado, el dolor en su vientre seguía, aunque ya era mínimo, se estiró sobre su cama y el dolor de sus costillas había disminuido considerablemente, al parecer sería un día normal, se levantó con calma y camino a su baño, y encontró su teléfono cargándose, había varias llamadas perdidas y algunos mensajes, los abrió antes de meterse a la regadera, el primero era de Elena, disculpándose por lo que le había hecho, pero no le dio importancia, eran gajes del oficio, había varios de sus amigas y compañeras de pelea, todas preocupadas por como la habían visto.

Había uno más, el más largo, era de Daniela, le deseaba mejoría, le hablaba de amor, le ofrecía disculpas y le pintaba un mundo de colores.

-        ¿se enamoró? –habló Brenda haciéndola saltar.

-        Amor…

-        No… no lo escribiste tú, ¿o le ibas a responder? –levanto la ceja.

-        No, lo iba a borrar para evitar problemas contigo princesa.

-        No es necesario, confío en ti. ¿amaneciste mejor?

-        Si –le dio un beso en la mejilla- gracias por estar conmigo.

-        ¿Por qué no me das un buen beso de buenos días? –la tomó de la cintura y la acerco a ella.

-        Aún no me cepillo los dientes –se encogió de hombros, ya extrañaba tenerla así de cerca- ¿aun así quieres tu beso?

-        No sabrá a algo que no conozca –le sonrió y se prendió a la boca de su mujer, empezaron a desnudarse mutuamente y de pronto Fer asusto a la contadora.

-        Mmm

-        ¿te lastimé?

-        Nooo, me supo muy rico Jajajaja.

-        No me asustes tonta –la abrazó- no quiero perderte…

-        Nunca lo harás… hasta más allá de la muerte ¿recuerdas?

-        ¿ya dejarás eso?

-        Vamos a bañarnos

-        No me cambies la conversación.

-        Adentro seguimos hablando –la jaló y se encerró en la regadera junto con su novia- te amo –le dio un beso en los labios y de a poco fue subiendo de intensidad, abrió la llave de la regadera y pegaron más sus cuerpos.

-        Amor…

-        Mmm…

-        Espera…

-        ¿no quieres?

-        Si… pero… tu…

-        Mi vagina sangro y todo está bien, lo haremos con cuidado ¿sí?

-        ¿segura que no pasará nada?

-        Sí, yo me encargo de eso, quiero sentirte amor…