Una combinación perfecta Cap. - XIX
No, no puedes, de ninguna manera permitiré que mi mujer trabaje la miró con dureza mientras arrancaba su auto y se integraba al tráfico de la calle, recordó el lugar donde la había conocido y le pesaba imaginar que volviera a esos sitios.
CAPITULO 19
Saludos a todos, aqui está lo que habían pedido, aclaro: sólo una parte, durante la historia se irá armando el rompecabezas. Gracias por leerme con paciencia. Besos.
En especial uno grande y bonito para mi persona especial.
- Bueno… Fer piensa que yo la estoy ayudando a recuperar a Brenda, pero en realidad Brenda me pidió ayuda para hacer una locura enorme.
- ¿qué tipo de locura?
- Le propondrá matrimonio………………
…………………………………..
- Pequeña, comunícate conmigo por favor, avísame en cuanto puedas para saber que estás bien. Niña linda, te dije que no salieras, pudiste evitar esto, perdóname por favor, no quise causarte problemas. Sé que teníamos un trato, pero esto que siento… no es normal, y lo estás causando tú. Espero que pronto mejores, te quiero…
- ¿se enamoró? –habló Brenda haciéndola saltar.
- Amor…
- No… no lo escribiste tú, ¿o le ibas a responder? –levanto la ceja.
- No, lo iba a borrar para evitar problemas contigo princesa.
- No es necesario, confío en ti. ¿amaneciste mejor?
- Si –le dio un beso en la mejilla- gracias por estar conmigo.
- ¿Por qué no me das un buen beso de buenos días? –la tomó de la cintura y la acerco a ella.
- Aún no me cepillo los dientes –se encogió de hombros, ya extrañaba tenerla así de cerca- ¿aun así quieres tu beso?
- No sabrá a algo que no conozca –le sonrió y se prendió a la boca de su mujer, empezaron a desnudarse mutuamente y de pronto Fer asusto a la contadora.
- Mmm
- ¿te lastimé?
- Nooo, me supo muy rico Jajajaja.
- No me asustes tonta –la abrazó- no quiero perderte…
- Nunca lo harás… hasta más allá de la muerte ¿recuerdas?
- ¿ya dejarás eso?
- Vamos a bañarnos
- No me cambies la conversación.
- Adentro seguimos hablando –la jaló y se encerró en la regadera junto con su novia- te amo –le dio un beso en los labios y de a poco fue subiendo de intensidad, abrió la llave de la regadera y pegaron más sus cuerpos.
- Amor…
- Mmm…
- Espera…
- ¿no quieres?
- Si… pero… tu…
- Mi vagina sangro y todo está bien, lo haremos con cuidado ¿sí?
- ¿segura que no pasará nada?
- Sí, yo me encargo de eso, quiero sentirte amor…
- Princesa –le dio un pico en los labios- y si mejor esperamos… un poco.
- Está bien –la abrazó intentando apaciguar sus ganas- no te preocupes –le dijo al ver su cara- puedo esperar por ti amor.
- Estamos esperando por ti –miro ese sitio interesante de abajo y sonrió- no por mí.
- Jajajaja sí, claro.
Esa mañana Brenda con todo el amor y la admiración que le tenía, la ayudó en el baño, desde lavarle el cabello, hasta frotarle la espalda mientras le cantaba fragmentos de canciones que en algún momento le dedicó. Efectivamente, Fernanda había dejado de sangrar, y aunque su preocupación era grande por no saber lo que exactamente le había ocasionado ese sangrado, prefirió callar y no preocupar más a su querida contadora.
Ese baño sólo acrecentó la calentura que tenía, Brenda se veían increíblemente bien con esa pérdida de peso, pero se había negado a tocarla, y aunque era por su salud la doctora no entendía eso, ella, como buena bestia irracional en la que se había convertido, buscaba saciar sus ansias sexuales. Así que tomó otra decisión estúpida.
- Para mañana, dame una hora y un lugar, necesitamos tratar unos asuntos.
- A las 11 de la mañana ¿te parece?
- Me mandas la dirección por la mañana. Ahora estoy ocupada.
- Si, cuídate... P.D. te quiero.
Guardó su celular en el bolsillo trasero de su pantalón, con la seguridad de que la abogada no le escribiría nuevamente, salió de su pequeño closet y vio a Brenda ya vestida y aún sin peinarse, acostada en su cama a punto de dormirse.
- No te duermas mi amor –susurró en el oído de la contadora.
- ¿qué tanto hacías? –la jaló hasta acostarla junto a ella- tardaste mucho en vestirte –sonrió mientras le daba un beso. Estaban frente a frente, la mano izquierda de la contadora le servía de almohada para acercarse más a la doctora, su mano derecha acariciaba el rostro de Fernanda, recorriendo con la yema de sus dedos cada detalle que admiraba de ella, acomodo uno de sus rizos rebeldes que insistía en cubrir una franja de su rostro, de regreso aprovecho para acariciar la oreja y el cuello de la doctora, sin despegar la mirada de sus ojos.
- Me quede pensando en algunas cuestiones –poso su mano izquierda en la cintura de la contadora- esta semana tengo trabajo –tiró su primera mentira para hilar las que se vendrían después- son pacientes agendados –dijo al ver la cara que ponía su mujer- por la noche iremos a ver el negocio y aprovecharemos para estar juntas –tomó la mano que descansaba en su cuello y le beso cada uno de los dedos- sabes que te amo –le dio un beso que fue correspondido- y todo lo que he dejado ha sido por ti –beso esa nariz que tanto le gustaba, que tan bien combinaba con sus facciones- vamos a preparar algo de desayuno, las chicas deben estar rendidas por lo de anoche.
- Tú debes descansar princesa.
- Cocinar no es un trabajo muy pesado.
- Amor… tú ni siquiera sabes cocinar –estalló en una carcajada que contagió a la doctora.
- Cállate y vamos, con verte cocinar me conformo –se levantó en medio de risas y jaló a la contadora- espera, te arreglo el cabello y entonces bajamos.
- No, mi cabello sólo lo toco yo –le guiño el ojo, pues eso ya lo sabía- dame 5 minutos y te alcanzo.
- Nooo… quiero verte hacerlo.
- Perfecto, me apuro entonces.
Lunes, casi las 10 de la mañana, Brenda ya se encontraba preparando algo de desayunar, Fernanda la veía encantada desde el marco de la puerta que daba al patio, sus ojos se desviaron por un segundo para ver a Verónica que bajaba las escaleras acompañada de Rebeca, bueno, más que ver a la odontóloga miró y admiró sus piernas, sin embargo, su mirada regreso a su lugar enseguida al captar sobre ella los ojos de Rebeca.
- ¡buenos días! –saludo efusivamente la odontóloga mientras se acercaba a la doctora- veo que estas mejor, bueno, al menos mejor que anoche.
- Si ya mejor, lamento haberles causado molestias –sonrió a Becka.
- Ninguna molestia –respondió la militar que se había recargado a un lado de Brenda- lo bueno es que ningún golpe te afecto la vista –sonrió burlonamente, pues no le causaba celos, le causaba gracia ver como Fer babeaba por cualquier falda que se le paseara enfrente, más sabiendo que esa falda que ahora tenía sentada a un lado le era imposible de tocar.
- Si, si, esa es la parte buena –tartamudeo- gracias por las atenciones de anoche, por cierto, ¿Qué tal durmieron?
- Excelente ¿verdad Rebequita? –dijo burlonamente la contadora, pues durante la noche alcanzo a escuchar parte del espectáculo que se daba la pareja.
- Si, muy buena, a decir verdad, y ustedes que tal –respondió.
- Mala noche, mejor mañana –se encogió de hombros la contadora haciendo reír a Fer mientras se guiñaban un ojo.
- Muy bien, nosotras saldremos –le dijo Becka a Brenda sin perder de vista a Fer, que se incomodaba tanto por la insistente mirada como por la tentación que estaba sentada junto a ella mirando sabrá Dios que en su celular- les escribimos a qué hora volvemos, disfruten su día –le dio un beso en la cabeza a Brenda, camino hasta dónde Fer e hizo lo mismo, tomó de la mano a Vero y juntas salieron hacia la calle.
- ¿por qué no las invitaste a desayunar? –pregunto la doctora.
- Becka está incomoda, necesitan privacidad –dijo como si nada, tomando en cuenta la acción que acababa de hacer su ex primer amor.
- Se conocen muy bien verdad –hablaron los celos.
- Sí, no podemos ocultarlo, pero… no tanto como nos conocemos tu y yo, anda –le puso su plato sobre la mesa, con un par de blanquillos, tocino y una ensalada algo extraña, que ya sabía que Fer dejaría, pero de todas formas insistía en servirle.
- ¿me regalas un beso?
- Mejor que sean dos…
El estudio estaba vuelto un carajo, o por lo menos así lo veía Daniela, llevaba ya un largo tiempo sin ejercer realmente, y era como empezar de cero, la ventaja era que al estar ahí tendría un acceso más fácil a la información que requiriera de la Fiscalía, y así poder seguir pistas de lo que supieran de su caso.
Después de instalarse en su antigua oficina, y de recibir la respuesta de Fernanda, su mente se concentró en tomar algunos de los casos que tenía el despacho y empezar a trabajar en ello, inició con casos sencillos, al principio dudo un poco de sí misma, sin embargo, luego de hablar por teléfono con Andrea, su motivación volvió con más fuerza, pues su futura esposa la había alentado recordándole el objetivo de su nuevo y temporal trabajo: su futuro juntas.
Se entretuvo tanto que cuando llego la hora de la comida ella ni siquiera había notado que Andrea la miraba desde el marco de la puerta, ya las secretarias se habían ido y sólo quedaba uno que otro abogado en sus respectivas oficinas, la suya, que estaba casi en el fondo del pasillo, estaba completamente alejada de las demás pues a la izquierda sólo estaba el archivo y a la derecha la sala de reuniones que siempre permanecía cerrada.
- ¡Andy!, ¿qué haces aquí, quien te trajo? –pregunto con cara interrogante, lo que menos quería era ver a Andrea invadiendo su tiempo de trabajo.
- Hola mi amor… vine a visitarte, pensé que te gustaría que salgamos un rato, no se –respondió ofuscada por la reacción inesperada de Daniela.
- Andy… vamos a comer algo y hablamos –se levantó y le dio un beso, la jaló para cerrar su puerta y caminaron como un par de amigas a lo largo del pasillo- ¿qué quieres comer? –le cuestionó mientras bajaban los escalones que las llevarían al estacionamiento.
- En realidad, no tengo hambre… -la miro con ternura- ¿Qué tal si vamos por un café y comemos algún pastelillo de ahí?
- Ok damita hermosa –quito la alarma de su auto y le abrió la puerta- vamos por tus antojos que yo tampoco tengo hambre.
- ¿qué tal tu día de trabajo? –pregunto una vez que la abogada había entrado al auto junto con ella.
- Perfecto –respondió con sarcasmo- sobre eso precisamente debemos hablar…
- Puedo conseguir un trabajo… –interrumpió
- No, no puedes, de ninguna manera permitiré que mi mujer trabaje –la miró con dureza mientras arrancaba su auto y se integraba al tráfico de la calle, recordó el lugar donde la había conocido y le pesaba imaginar que volviera a esos sitios.
- ¿no puedo?, no sabía que tenía que pedir permiso a mi dueña –sonrió mientras se tragaba su enojo.
- No es que sea tu dueña…
- Pero tú puedes con esto ¿cierto?
- Sí, yo puedo con esto… -respondió un tanto alterada- seguiremos llevando el mismo ritmo de vida, yo me encargare de que no te falte nada –soltó, sólo para demostrar que a Daniela Cansino nada podía doblegarla.
- No podemos, tú misma dijiste que esto sería por un tiempo algo largo, tal vez indefinido…
- Tú no vas a trabajar, tu único trabajo será permanecer en casa y esperarme, estar al pendiente de las cuentas y yo proveeré lo que haga falta ¿estamos?
- Como quieras…, llévame a la casa –le dijo después de un largo silencio.
- Estamos por llegar al café…
- No me interesa, llévame a la casa
- ¿te sientes mal?
- No, bueno si, me siento mal, llévame a la casa.
- Está bien, llamaré a un doctor ok –dio vuelta en U, tomó su celular y empezó a buscar mientras conducía.
- Deja eso –le quitó el teléfono- vas a ocasionar un accidente, no necesito un doctor.
- Pero te sientes mal…
- ¡sabes que no carajo, sólo quiero estar sola!
- Ok –se rio, de impotencia, de nervios, de enojo, de sarcasmo, si supiera que estaba por verse de nuevo con Fernanda, no la trataría así pensó, pues para ella era algo normal el manipular y controlar a las personas a su completo antojo, más a Andrea.
Al llegar a su casa únicamente se bajó de su auto para asegurarse de dejarla dentro de la casa, y les dio indicaciones a sus empleados de no dejarla ni un segundo a solas, de informarle cada movimiento que hiciera dentro y fuera de esa casa, por último, llamo a la Loba y se la llevó consigo para que recogiera el auto de Andrea.
- ¿estás segura de empezar a trabajar mañana?
- Si, hoy iré a programar una cita con el ginecólogo, me acompañas y regresamos a descansar toda la tarde…
- ¿puede ser grave?
- No te preocupes, el sangrado se detuvo y el dolor ya es mínimo –la tomo por el mentón y le dio un piquito- todo estará bien ¿sí?
- ¿podrías dejar las peleas ya?
- No puedo hacerlo, ahora tengo una deuda grande que saldar…
- Y el nuevo negocio servirá de mucho, yo puedo pagar por ti –le dijo Brenda más que preocupada.
- ¿estarás más tranquila si dejo ese asunto?
- Sabes que sí, yo no sé qué voy a hacer si un día te sucede algo peor… ayer quería asesinar a Elena…
- Tú no harás eso –la beso- sabes que es parte del show, simplemente llegó alguien mejor que yo –se encogió de hombros y sonrió.
- ¡Pudo haber parado cuando te vio mal, tú lo hubieras hecho! -levantó la voz y sus ganas de ir a buscar a esa peleadora volvieron, aunque estaba segura que le patearía el trasero peor que a la doctora.
- No cariño, yo no lo hubiera hecho, negocios son negocios y esto era trabajo, para ella y para mí, las reglas no pueden romperse en ese lugar… así que cálmate… y abrázame anda –le guiño el ojo.
Lunes por la tarde, arreglaron todo para ir al ginecólogo, Fernanda bien podía hacer la cita por teléfono, pero prefirió ir para ver si lograba que la atendiera esa misma tarde y le sacara las dudas que le habían surgido a raíz de ese pequeño problema. Muy a su pesar camino lo más normal que podía, las costillas le dolían, pero debía mantener tranquila a Brenda, al menos hasta que lograra convencerla de que estaría bien.
- ¿qué dices si hoy nos vamos por ahí?, una salida, como nuestra primera cita.
- Mi amor, ¿no íbamos a ir a un sitio especial?
- Mmm… podemos ir después, necesito…
- Relajarte un poco –acaricio la tinta a través de la tela- ¿quieres ir al parque, al cine, a un helado, a un café…?
- Vamos al parque –la jaló de la mano- sabes… hoy volví a ver esa mirada de Fernandita hacia ti.
- ¿ahora es “Fernandita” eh? –fingió celos
- Jajaja oye, la que debería estar celosa soy yo ¿no crees?
- No, no lo creo, sabes que a mi Fernanda no me pasa más que como amiga, así que sus miradas me tienen sin cuidado.
- Pues yo creo que deberías poner más atención a eso.
- Amor… yo creo que si le pongo atención vamos a tener el mismo resultado –la miro a los ojos- Fer es guapa si, tiene buen cuerpo, es buena persona fuera de todos sus errores, pero a mí no me gusta ok, es el tipo de persona perfecto para Brenda… y tal vez para tu hermana –rieron ambas- no para mí ok.
- Oye… tenías algo que pensar
- ¿ah sí?
- Si…
- ¿me recuerdas sobre qué?
- Jajajaja no lo puedo creer, ya… tu diseño…
- ¡Ah sí! –pensó un poco antes de decirlo- creo que me gustaría algo en mi tobillo…
- Crees que te gustaría, osea, no estás segura aún…
- Si, si me gustaría tener un ancla en el tobillo, pero quiero agregarle algunas cosas, aún no tengo bien definido como la quiero.
- Perfecto hermosa, piénsalo bien sí –se sentaron en el pasto verde y se dejó ir de espaldas jalando junto a ella a la odontóloga- ¿recuerdas la forma que le viste a la nube ese día? –rio.
- Cuál, ¿la del perrito?
- Jajajaja nena, eso no era un perrito, parecía otra cosa… parecía todo menos un perrito.
- Bueno… para mí era un perrito, tu dijiste que tal vez era el desecho del perrito… -hizo un puchero que las hizo reír a ambas- ¿no te gustaría adoptar un perrito?
- Mmm nop…
- Anda, uno chiquito…
- Necesitamos primero una casa…
- Puedo consultarle a Fer –se encogió de hombros- mientras nos vamos ¿sí?
- Nena…
- Por favor…
- Ah –suspiro- eres una chantajista… vamos a hablarlo ¿está bien?...
Paso la tarde, Fernanda y Brenda fueron al ginecólogo y resulto haber sido algo no tan grave, el tratamiento inmediato de Becka había sido correcto y oportuno, sin embargo, a petición e insistencia de Brenda, se habían ordenado algunos estudios para descartar cosas que a la contadora le preocupaban.
- Ahora si ¿podrás estar más tranquila?
- No, hasta que dejes esas asquerosas competencias
- Está bien, las dejare, pero quita esa cara y cambia esa actitud –la abrazó antes de subir a su auto.
- Promételo.
- No –sonrió.
- Promételo –insistió- las dos sabemos que no lo cumplirás…
- Ok ya, lo prometo ¿me llevas a casa?
- ¿A dónde más podría llevarte? –rio mientras cerraba su puerta y rodeaba el auto para conducir.
- A un hotel tal vez… -se encogió de hombros divertida, pues sabía que incomodaría a Brenda cada que insistiera en eso.
- ¿para qué? Si tenemos la casa –miró su reloj- debemos llegar lo más pronto posible, Becka aviso que llegaban en una hora más o menos.
- Estas hablando en serio verdad –preguntó intrigada.
- Muy en serio, tu doctor dice que estas fuera de peligro, y según lo que logre traducir mi lengua no representa peligro alguno para tu cosita –encendió su auto- ponte el cinturón, probaremos este precioso motor.
- Te urge llegar a casa… -jugó con ella.
- ¿a ti no?, no me digas que tus ganas ya se pasaron –tomo el camino largo a casa.
- ¡Oye no! Que haces –reclamó- llegaremos igual o después que ellas
- Relájate cariño Jajajaja
- ¿A dónde vamos?
- Shhh –indico divertida- te va a gustar créeme –piso el acelerador haciendo sonreír emocionada a la doctora, sabía que la adrenalina le encantaba, en cierto momento soltó la mano derecha de la palanca de velocidades y tomo la izquierda de su mujer, la jaló, la beso y la llevó hasta su entrepierna sorprendiéndola.
- ¿Brenda? –dijo incrédula mientras empezaba a apretujar sobre el pantalón lo que tanto le fascinaba hacer humedecer.
- Dime… -suspiró empezando a sentir como esa mano cumplía con su trabajo, mientras seguía manejando a una velocidad media, el destino, su departamento, ya le había dicho a Becka que les dejaría la casa libre.
- ¿qué le hiciste a mi novia? –pregunto divertida, vio algunas calles conocidas y supo a donde se dirigían.
- Mmm digamos que las llamas la consumieron –bajo la velocidad y cruzó la avenida para integrarse a la calle que la llevaba directo a su casa- un mes sin ti no es fácil hermosa.
- Lo sé, tampoco me fue fácil dejar de sentirte tanto tiempo, sabes que te amo cierto –se arrancó el cinturón en cuanto Brenda apago el motor y se lanzó a besarla arrepintiéndose un poco por el dolor que activo en sus costillas.
- Vamos arriba si –la detuvo y le limpio el labial corrido- tenemos el resto de la tarde y toda la noche para nosotras.
- Si, si, vamos, con calma todo sabe más rico –le dio un pico y volteó para abrir su puerta lo más rápido posible.
- Ni se te ocurra Fernanda.
- ¿qué?
- No abras esa puerta, esos detalles son importantes –sonrió y se bajó para abrirle la puerta, igual que siempre- tu eres y serás mi princesa mientras esté viva, no hagas que pierda estos detalles contigo ¿sí?
- Bueno… -junto sus labios con los de ella- sólo no repitas eso de mientras estés viva ok.
- Perfecto –la tomo de la mano y activo la alarma del auto mientras caminaban- por cierto, esta semana que trabajarás iré a la joyería.
- ¿pasó algo con tu anillo? –pregunto preocupada.
- No, sólo me gustaron algunas cosas y quiero ver si ahí puedo conseguirlas, pero bueno, dime mi amor que haremos hoy –le guiño el ojo en complicidad.
- Ay algo que quiero que probemos sabes…