Una clínica dentista muy caliente

No le gustaba ir al dentista, hasta que un amigo le recomendó una muy especial. Sus métodos eran infalibles para bajar todo tipo de hinchazones...

Desde su posición, en el incomodo sillón de la sala de espera, se disfrutaba de una interesante vista. No le gustaba tener que ir al dentista, pero ese día casi se alegraba de haber amanecido con un desagradable dolor de muelas y la cara hinchada por el flemón.

Un amigo le había hablado de aquella clínica. Dijo que valía la pena ir y que estaba seguro de que le daría las gracias por recomendársela.

Y de momento no podía quejarse. Nada mas llegar le abrió la puerta una "recepcionista" de impresión. Era rubia y llevaba una ceñida y cortísima bata blanca que más que cubrir su cuerpo lo descubría. Sus grandes tetas parecían querer salirse por el generoso escote, y su culo respingon se la pondría dura a cualquiera. A él, desde luego, se la puso. Eso, e imaginarse esa grande, carnosa y lujuriosa boca lamiendo y chupando su polla.

La zorrita, que parecía mas adecuada para abrir la puerta de un burdel que de una clínica, le echo una mirada descarada de arriba abajo, se demoro en el bulto de sus pantalones y, con una sonrisa provocativa y enigmática, le dijo:

Pase a la sala de espera. Y no se preocupe, sabemos cómo tratar toda clase de hinchazones

Supuso que se refería al flemón, pero mientras estaba allí sentado no pudo evitar imaginarse varias maneras en que le gustaría que la bajara su otra hinchazón. No le bastaba con que se la chupara, también quería metérsela por el resto de sus agujeritos. Y, claro, cuanto más pensaba en la cura, mas gorda y más dura se le ponía la polla.

Pero la rubia no era lo único interesante que había por allí. De vez en cuando, se abría la puerta de la consulta donde una morena atendía a un paciente. Cuando se inclinaba sobre el paciente casi se le veían las bragas, o mejor dicho, el tanga, que es lo que al parecer llevaba. Mientras le exploraba la boca al tipo no dejaba de restregarle los pechos, que nada tenían que envidiar a los de la zorrita de la puerta. No era de extrañar que al tipo se le cayera la baba.

Se le hacia la boca agua solo de pensar lo que iba a disfrutar si le atendiera la morena.

Al cabo de un rato el tipo salio de la consulta y la rubia le indico que pasara. Se levanto nervioso por la anticipación, intentando controlar su incipiente erección y pensando que le diría a la morena para resultarle ingenioso.

Abrió la puerta, y el alma y los huevos se le cayeron al suelo cuando vio quien le esperaba dentro. La morena del tanga debió salir por la puerta lateral y sentado detrás del escritorio se encontraba un tío, calvo y algo mayor, que se presento como el Doctor Gálvez.

La picha no solo se desinflo sino que, conforme el medico le metía los fórceps en la boca y preparaba la jeringa mas grande que había visto en su vida, la traidora comenzó a encogerse como queriendo esconderse.

Nunca le habían gustado las agujas, desde pequeño le producían un pánico incontrolable. Así que, comenzó a ponerse nervioso y a sudar de puro miedo. Miro la puerta calculando la distancia con evidente intención de salir por ella antes de que aquel sádico le clavara aquello. Pero el medico, que se había dado cuenta de sus intenciones, intento calmarle.

Estamos nerviosos eh?. Relájese. Tengo que ponerle la anestesia.

No es necesario… ya no me duele. Mejor me voy a mi casa

Vamos, hombre, no sea tonto. Solo notara un pinchazo. Ha venido para que le quitemos ese dolor ¿no es cierto? Veamos

NO!! Ni se le ocurra acercarse a mí con eso. Me voy…- intento levantarse, pero el medico mas rápido, le puso una mano en el pecho y lo mantuvo pegado al sillón.

Ya veo que vamos a tener que utilizar un método especial con usted. Tenemos que conseguir que se relaje y yo se como hacerlo. Confíe en mi, quédese aquí sentado y en seguida vendrá su relajante...

Y diciendo esto, el doctor salio por la puerta sonriendo enigmáticamente. Se quedo totalmente confuso. ¿Qué habría querido decir el cabron aquel? Estaba dudando entre esperar a ver a que relajante se refería o seguir su instinto y salir corriendo, cuando la puerta volvió a abrirse para dar paso a la morena que había visto antes.

Sr. Bernabé, no se preocupe, voy a hacer que se relaje y le prometo que le va a gustar

Lo de relajarse no lo tenia claro, de momento todo su cuerpo estaba en tensión. Lo que si creyó es que le iba a gustar. Solo verle la cara de viciosa con que lo miraba le ponía cachondo.

Se inclino sobre el y comenzó a masajearle los hombros. La postura hacia que la bata se abriera por el escote mostrando sus grandes pechos sin sujetador. Estaba tan embobado mirándolos que casi no se dio cuenta de que sus manos habían ido bajando por su cuerpo, desabrochándole la camisa, y ahora estaban sobre su polla y sus huevos. Cuando pensaba que iba a romper el pantalón de lo gorda y dura que se le había puesto, la muy zorra le desabrocho el pantalón y libero una descomunal verga que no reconocía como suya.

Pensó que se correría en ese mismo momento, pero las ganas de saber que vendría después y, por qué no decirlo, el orgullo de machito le hizo contenerse.

¿Notas ya el efecto, Cariño? ¿A que te gusta lo que Laura hace por ti?

¿Gustarle? Joder, la tal Laura le estaba sobando los huevos como nadie lo había hecho, al tiempo que le restregaba por el torso los pechos.

De pronto se separó y, sin apartar sus ojos de viciosa de él, se desabrocho la bata dejándola caer al suelo. Tal y como había imaginado la tía estaba realmente buena, y lo único que llevaba era un minúsculo tanga que apenas si le cubría el vello pubico.

Mira todo lo que quieras, guapo, pero… ¿no te gustaría también tocar?... Estoy aquí para ti, cariño… Mis tetas están para que tú disfrutes… tócalas… chúpalas

Se las acerco a la cara, de tal manera que no le quedo más remedio que obedecer. Se metió un hermoso pezón en al boca y comenzó a chuparlo con ganas mientras le masajeaba la otra teta con vigor. La putita no dejaba de gemir al tiempo que le acariciaba la polla totalmente tiesa.

¿ Y mi culo, cariño? ¿Es que mi culo no merece tu atención?

Su culo, sin duda, se merecía algo más que atención. De hecho, desde que lo había intuido desde la sala de espera, no pensaba en otra cosa que en follárselo, y así se lo dijo.

Eso me gusta, cariño, y te dejare que me lo folles si te portas bien conmigo… y con mi compañera. Todos los días no tenemos pacientes tan bien dotados. Este enorme rabo tuyo tengo que compartirlo con Patricia o luego no me creería

Mientras hablaba había tocado un botón, seria un timbre de llamada porque inmediatamente entro la rubia de la recepción. Nada mas verle la polla empezó a relamerse de gusto y a desabrocharse la bata, mostrando sus grandes pechos y el pequeño triangulo de vello sobre su coño caliente, porque la muy puta no llevaba nada debajo.

Se acerco al sillón, le sujeto la cara y le metió la lengua hasta la garganta. Mientras tanto, la morena lo estaba volviendo loco lamiendo los huevos y el culo. El tocaba lo que se le ponía al alcance, tetas, culos, chochos… sin saber muy bien a quien pertenecían. Los zorrones se intercambiaban, subían y bajaban por su cuerpo, gozando de él… dándose un festín… pero sin rozarle la polla.

Ya creía que se iba a volver loco si no se la chupaban cuando sintió, por fin, una lengua que subía y bajaba por su descomunal rabo a punto ya de reventar. La rubia estaba jugando con él, le daba pequeños lametones y no era eso lo que el quería. La cogió de improviso por el pelo y la obligo a tragárselo hasta la base. No sabía si los gemidos eran de gusto o porque se estaba ahogando, pero… que se jodiera, ella había empezado aquello. Entonces Laura apartó a la rubita con un -No seas egoísta, zorra- y comenzó a chuparla con fuerza, hasta que la otra la empujo para mamársela otra vez.

Aunque le gustaba mucho ver a aquellas dos zorras pelándose por su nabo, pensó que debía hacerse con el control si quería disfrutarlo a fondo. Y eso hizo. Las cogió a ambas por los pelos y diciendo –tranquilas, nenas, tengo polla para las dos- se agarro el nabo y se lo acerco a la boca a la morena, dejo que se lo lamiera un rato, mientras la rubia le chupaba los huevos y el culo, luego se lo paso a la rubia. Fue alternado de una a otra hasta que noto que no aguantaba mas. Se alejó un poco de las dos, lo justo para que el chorro de leche caliente cayera sobre sus caras. Creyó que se apartarían rápidamente, pero muy al contrario, las viciosas se relamían mientras pedían más

La corrida fue bestial, no obstante, su polla no se desinflo como esperaba. Aquellas dos avariciosas esperaban más y más iban a tener.

Se levanto del sillón y sentó en el a la morena, que enseguida abrió sus piernas, acariciándose el chocho y ofreciéndoselo.

Precioso, nena. Luego te lo follare como se merece, pero ahora quiero clavársela a esta putita provocadora.

Agarró a la rubia por detrás, la doblo de manera que su cara quedaba a la altura del coño de Laura, y se la metió bruscamente hasta los huevos.

La rubia gemía por las embestidas y la morena se hacia polvo metiéndose un dedo en la boca y otro en el coño mientras gemía –yo también quiero… me toca a mi…-.

Venga, sé buena y cómele el coño a tu amiga.

La rubia apenas giró para mirarle y siguió a lo suyo sin hacerle caso. Entonces le palmeó el culo sin mucha fuerza y le dijo:

He dicho que te lo comas.

La rubia dio un respingo y siguió sin hacerle caso. Entonces él le dio dos palmadas tan fuerte que la hizo gritar.

Mi polla manda aquí, y mi polla quiere que te comas ese chocho. Obedece, zorra.

Y la zorra obedeció. Enterró la cara entre aquellas piernas y empezó a darle lametones con algo de timidez, mientras Laura gritaba de gusto. Cuando probo lo rico que estaba se lo chupo con avidez consiguiendo que la morena se corriera en su boca, al tiempo que la rubia se corría por las salvajes embestidas que recibía.

El también estuvo a punto de correrse solo de verlas, pero logro contenerse. No quería que todo acabara ahí. Aun quería probar a la morena y no estaba seguro de conseguir otra erección.

Ahora me toca a mí –dijo la rubia-. Quiero que esta puta me coma el coño.

Cambiaron las posiciones. Supuso que no era la primera vez que la morena se comía una almeja por la maestría con que lo hacia. Empezó comiéndole la boca, bajando por los pechos hasta ubicarse en su chorreante coño. Giró la cabeza, abrió bien las piernas y dijo:

Fóllame, cabrón. Quiero ese pollón dentro de mí.

Y lo vas a tener, nena. Te lo voy a meter por el culo y te va a gustar

Comenzó un mete-saca lento. Metía la polla en el húmedo coño, la llevaba hacia atrás y mojaba la entrada del codiciado culo, y volvía a meterla en el coño. Cuando consideró que estaba lo bastante lubricado, se la metió por el culo de una sola embestida.

Ella grito de dolor, pero cuando su culo se adapto al tamaño, comenzó a moverse y a gemir –Sigue…si…fóllame el culo…rómpemelo…-.

Eso lo volvió loco. La embistió como un salvaje y acabaron por correrse los tres al mismo tiempo.

Antes de vestirse, las puso a las dos de rodillas y les pidió que le limpiaran bien la polla. Ellas agradecidas y gustosas le lamieron la polla, los huevos y el culo hasta eliminar todo rastro de semen y flujos.

Acababa de vestirse cuando entro el doctor Gálvez sonriendo.

¿Qué me dice? ¿Ha sido bueno el relajante que le he proporcionado? ¿Esta dispuesto ahora a que le pinche?

El relajante ha sido efectivo. Tanto, que ya no me duele por lo que sus servicios no van a ser necesarios, doctor. Me voy

Pero, hombre, si no se saca la muela volverá a dolerle y tendrá que venir otra vez.

Eso espero, doctor… eso espero.

No hace falta que diga que tuvo que volver… varias veces