Una cliente muy especial
Una historia de seducción lésbica superpuesta con un drama muy humano, ambientada en la ciudad de Roma.
Una clienta muy especial
La mujer ya madura, de unos cuarenta y cinco años, se detuvo junto al espejo de cuerpo entero que había en el pasillo del hotel... La blusa de satén color crema caía hasta sus redondeadas caderas y los suaves pliegues combinaban muy bien con la ajustada falda negra, las medias de rejilla negras y los tacones.
Se apretó el ancho cinturón negro que le rodeaba la cintura, se sacó un poco la blusa del cinturón y sonrió... Por quinientos euros la hora se compra también estilo y elegancia.
‘ Vístete para impresionar... Actúa como una dama y nunca pierdas la cabeza... Una vez que el cliente te pague, podrás gemir y gritar como una puta si eso es lo que quieres, pero hasta que no tengas el dinero en la mano, serás una dama de clase alta’ , pensó.
La habitación 506... Gina se arregló el pelo antes de llamar... Un botones que pasaba le dio una mirada lasciva mientras ella esperaba que el cliente abriera la puerta... Ella le devolvió la mirada desafiante y él bajó la mirada y siguió caminando.
Levantó la mano para volver a llamar cuando la puerta se abrió contra la cadena de seguridad... Una joven rubia se asomó... Sus ojos nerviosos se fijaron en el atuendo de Gina.
"¿Sí?"
“¿Llamaste para un servicio?... Soy de la Agencia Loveyou Contact?
Gina pasó su tarjeta por la rendija y le dijo:
"Hay un número en la parte de atrás... Si llamas te confirmarán que soy yo."
"Oh... Entra", dijo desenganchando la cadena y abriendo la puerta.
"Deja la puerta abierta y espera junto a ella."
Gina miró la habitación, sacó su teléfono y le dijo:
"Siempre revisamos todas las habitaciones antes de comenzar... Es por seguridad en Roma."
"Claro... No creo que tenga que llamar a este número, confío en ti", sonrió nerviosa.
Gina no respondió mientras miraba el baño y debajo de la cama... Se dio la vuelta lentamente y vio a la joven que estaba junto a la puerta esperando nerviosa.
- "Está bien, cierra la puerta ahora y pasa la cadena", asintió con la cabeza.
Jayde obedeció y Gina sonrió.
"¿Tiene pasaporte?"
"Sí... ¿Quieres verlo?", le preguntó dudosa.
"Si, por favor."
Apretó el botón de marcación rápida del móvil y sonrió mientras Carlo, su chulo respondía:
- "Hola, estoy aquí abajo... ¿Todo bien?"
Gina cogió el pasaporte, lo leyó y respondió:
- "Todo está bien... Te llamaré dentro de una hora."
Cerró el teléfono de golpe y devolvió el pasaporte... Se apoyó contra la pared y cerró los ojos momentáneamente.
“Lamento hacer todo esto, pero hay algunas personas que intentan engañarnos y hacernos daño... La semana pasada dos chicas fueron asesinadas a cuchillazos... Esta semana ha sido buena pero siempre reviso todo... Mi chulo está esperando afuera, lleva un arma.”
"Siento que pase eso", respondió Jayde llevándose la mano a su garganta."
Gina echó un rápido vistazo a su esbelta figura... Iba vestida con una camisa de seda blanca y un mini blanco... Parecía tener veintiséis años... Su sedoso cabello rubio caía en ondas hasta el cuello... Se fijó en su tez clara y los ojos azules y sonrió... Jayde le devolvió la sonrisa.
- "¿Tienes el dinero?... Lo pido siempre antes de empezar", le dijo apartándose de la pared y dejando caer su bolso en el suelo.
Jayde abrió uno de los cajones junto a la cama y sacó un sobre... Se sentó en ella y se lo tendió... Gina lo tomó y lo abrió con la uña.
"¿Doscientos euros?"
"Sí... Doscientos euros", asintió con la cabeza y sonrojándose.
Gina lo contó, lo dejó caer en su bolso y la estudió por un momento.
Jayde miró al frente, con los ojos fijos en la pared pintada de blanco roto.
"Primera vez, ¿eh?", le dijo Gina con una sonrisa en los labios.
"Primera vez fuera de mi país... Primera vez en Europa... Primera vez en esto", le respondió.
"¿Primera vez con una mujer o primera vez con alguien?"
Gina sacó los pies de los zapatos de tacón de diez centímetros.
"Con una mujer... ¿Crees que soy muy puta?", le respondió.
“No... Tú pagas para que yo te de placer... Yo soy la puta y tú eres la cliente”, le dijo Gina desabrochándose el cinturón, dejándolo caer al suelo y empezando a desabotonarse la blusa.
"No eres una puta."
Gina se detuvo en el botón y la miró fijamente... Un momento después, se sentó en la cama y le pasó un mechón de su pelo rubio miel por la oreja y sonrió.
Gracias, mi linda estadounidense, esta es la primera vez que un cliente me dice eso", le respondió tirando de su pelo suavemente y añadío:
“No debería decir esto, pero a veces me encuentro con un cliente que cambia de opinión en el último minuto... Lo siento, no puedo devolverte todo el dinero, tengo que retener una cantidad para mi chulo, pero puedo irme ahora si lo desea y sin resentimientos.” Inclinó la cabeza y luego la miró sin pestañear.
"No, quiero hacer esto."
"Está bien."
Gina se levantó y comenzó a desabrocharse la blusa, sin perder de vista a Jayde que la miraba con curiosidad... La joven observó cómo Gina abría la blusa y se la ponía sobre los hombros... Ella sonrió con picardía y le dijo:
"¿Te gusta mirar como me desnudo para tí?"
“Sí”, le respondió Jayde con una sonrisa nerviosa.
Gina la dejó caer al suelo con una sonrisa y buscó el botón de la falda para despasarlo y tirar de la cremallera hacia abajo de manera sugerente.
Jayde exhaló de repente un gemido y Gina se puso delante de ella y la dejó caer... Luego, movió sus manos sobre su bien tonificado y bronceado cuerpo.
Jayde miró el sujetador negro y las bragas a juego y una sonrisa se dibujó en sus labios húmedos mientras sus mejillas comenzaban a enrojecerse.
Gina puso un pie en la cama, desabrochó el tirante y lentamente se quitó una media.
Los ojos de Jayde estaban fijos en su pierna y Gina cogió su mano y la puso en su pierna desnuda y dejó que la joven le frotara el muslo... Luego puso el otro pie en el muslo de Jayde, para que ésta le quitase la media mientras Gina acariciaba su coño por encima de su ropa con el dedo gordo del pie... Al sentirlo, las mejillas de Jayde se enrojecieron levemente y Gina sonrió, diciéndole:
“Algunos clientes solo quieren mirar... Tengo un cliente que me mira desnudarme pero no me toca, ¿quizás ese sea su placer?.”
"Yo quiero tener sexo contigo... Tu desnudez me gusta... Eres muy sensual si me permites que te lo diga", le dijo Jayde volviendo a mirar al frente.
"Gracias... Yo le pido siempre a la gente que se duche, pero creo que contigo no es necesario, ¿no?", respondió Gina mirándola por encima del hombro.
Luego, Gina se sentó en la cama y se desabrochó el sujetador para enseñarle sus grandes pezones oscuros... A continuación acarició su cuello con una mano y con la otra le acarició sus mejillas y la fue bajando hasta deslizarla por debajo de su blusa.
Gina le desabrochó la blusa y tiró de ella para dejar al descubierto su sujetador de encaje blanco... Le frotó su pecho suavemente a través del sujetador y le pellizcó suavemente sus pezones, que comenzaban a endurecerse y su respiración se agitaba.
Tragó saliva mientras Gina la cogía del brazo izquierdo y la palpaba por todo su pecho y vientre... Jayde cerró los ojos y gimió en voz baja.
- "Tienes un cuerpo bonito", le dijo Gina mientras sus dedos se deslizaron hacia arriba y hacia abajo por sus desnudos muslos.
Jayde miró la mano y sonrió diciéndole:
"Esto que me haces es muy agradable.”
"¿Cuánto tiempo llevas de viaje?"
“Un mes... Trabajo en la oficina de la fábrica de mi padre... Él me envió de vacaciones.”
"¿Y ahora estás gastando su dinero en mí?"
“No es su dinero... Lo gané en una competición de golf.”
Las manos de Gina no perdieron el ritmo de ir desabrochándole otro botón de su blusa.
- “Mis amigos me inscribieron en el campeonato de golf del Club para animarme a recuperarme de mi enfermedad."
Gina se detuvo y le frotó el muslo con firmeza... Jayde separó las piernas lentamente.
"¿Qué enfermedad?", le preguntó intrigada,
"Oh, no es SIDA... Tuve cáncer", sonrió con tristeza.
"Oh... ¿Y estás bien?", le preguntó Gina de nuevo.
"Si... Fue hace tres años y medio... Cáncer de útero.
Jayde se estremeció cuando quedaron sus bragas de encaje blanco a la vista... A través de ella se veía el vello púbico oscuro.
"Hacer esto no será un problema para tí, ¿verdad?... Me refiero a lo que estamos haciendo", le preguntó Gina.
"No... No es contagioso... Me dieron el alta hace seis meses... Me prometí hace tres años y medio que si sobrevivía, haría todas las cosas que siempre soñé hacer... El cáncer aún puede volver y tengo muchas ganas de vivir.”
“Madre mía... La mayoría de los clientes me cuentan sus tristes historias pero en seis años que llevo de puta la tuya es la más triste que he escuchado... ¿Te quitaron el útero?”
"Sí, pero estoy viva y eso es lo más importante", respondió... Y una lágrima rodo por su mejilla.
"¿Y tu novio?"
“Me dejó... Quería tener hijos y se casó con una chica que trabaja en su misma empresa... Me envió fotos de su hijita antes de irme de viaje... Me alegré por él pero me hizo llorar.”
“Algunos hombres no tienen sentimientos... Comprendo lo mal que lo pasaste”, añadió Gina.
"Y todavía lo paso... Ahora que me quitaron el útero, ¿qué?... El oncólogo me dijo que puedo buscar a una madre de alquiler o adoptar si quiero tener un bebe... Creo que adoptaré", dijo tocándose las bragas.
Gina soltó el cierre del sujetador, se lo quitó y lo tiró al suelo... Luego comenzó acariciar sus pezones suavemente y sonrió.
- "Túmbate y te daré placer, Jayde... Te mereces un poco de placer después de los crueles golpes que te ha dado la vida."
Gina comenzó a acariciar su cuerpo lentamente, suaves besos de succión cayeron en cascada hacia arriba y hacia abajo por su cuello y alrededor de sus pezones.
La respiración de Jayde se hizo menos profunda a medida que el hormigueo se hacía más intenso... Instintivamente acarició el brazo de Gina antes de que la mujer mayor continuara bajando más hacia abajo, bordeando sus genitales mientras besaba y lamía sus piernas.
Una lengua suave se movió por sus húmedos labios vaginales y Jayde arqueó su espalda y gimió suavemente... Luego sintió la dureza de los labios de Gina presionar contra su clítoris y entonces gimió mucho más fuerte.
Otro gemido escapó de su garganta cuando un dedo de Gina se deslizó arriba y abajo por sus labios vaginales y ella abrió más las piernas para dejarlo entrar.
Los ojos de Gina parpadearon alegres al encontrar a Jayde agarrando la ropa de cama, con los ojos cerrados y la boca abierta de par en par mientras respiraba profundamente.
Sonriendo regresó a su baño de lengua, un segundo dedo se deslizó dentro y comenzó a moverse hacia adentro y hacia afuera cada vez más rápido mientras le lamía el clítoris y los labios vaginales.
El primer orgasmo fue brutal y salvaje, pero Gina gruño y no se conformó con correrla una vez... Siguió con lo mismo hasta que notó como el cuerpo de Daniellle comenzó a temblar y finalmente gimió fuerte y volvió a tener otra buena corrida.
"Aaaah!!... Aaaah!!"
"¿Te gustó?", le preguntó Gina mientras la besaba suavemente.
"Oh, si... Me hiciste disfrutar mucho", le respondió sonriendo.
Su dedo encontró una cicatriz debajo del pecho izquierdo de Gina... Jayde la miró a los ojos y le preguntó:
"¿Cómo te hiciste esa cicatriz?"
“Una vez un cliente trató de cortarme el pecho... Fue hace unos años pero el corte era profundo, por eso tengo a Carlo que me protege... Es mi chulo... Antes trabajaba por mi cuenta”, le explicó con el rostro serio.
"Lo siento... Espero que lo hayan metido en la cárcel varios años", le respondió abrazándola suavemente.
“Él era un oficial de policía y todavía lo es... No le pasó nada", respondió ella con frialdad.
"Lo siento... No te mereces que te hiciera eso", respondió Jayde moviendo la cabeza y besando suavemente la cicatriz.
"Todavía tenemos tiempo para más... ¿Te gusta el consolador?", le dijo acariciándola suavemente.
Jayde se mordió el labio y sonrió... Gina se levantó de la cama y cogió un consolador y un poco de crema... Sus ojos parpadearon mirando hacia la mujer más joven mientras deslizaba el juguete en su boca para lubricarlo con su saliva y comenzó a acariciar su orificio vaginal.
- "Me dirás si te duele y me detendré", le dijo mirándola a los ojos y Jayde asintió.
Pero Gina era una maestra con el consolador... Sabia cuándo meterlo y cuándo sacarlo de un coño... Y mientras trabajaba metiendo y sacando el consolador del coño de Jayde, su lengua estaba en su clítoris haciéndolo palpitar.
Gina la trabajaba lenta y constantemente aumentando el ritmo y Jayde gemía en voz alta y su respiración se volvía irregular, hasta que finalmente se corrió con una serie de temblores que cogieron a Gina por sorpresa, mientras tragaba grandes cantidades de flujo.
Cuando le sacó el consolador del coño, le dijo besándola en la mejilla:
"Te gustó, ¿no?"
"Sí... Disfruté mucho... Más que cuando estuve con mi ex novio", le respondió con una amplia sonrisa sonrió ampliamente y le acarició la cara.
"Hay cosas que un hombre no sabe hacer... Y si un hombre no sabe hacerlo, haces bien en buscar a una mujer para que te haga correrte a gusto", le dijo Gina mientras se levantaba de la cama y recogía su ropa.
"No sé qué prefiero... Esto es muy diferente... ¿Te vas ya?", suspiró feliz, incorporándose en la cama.
"Sí... Se terminó el tiempo, a menos que tengas más dinero."
"¿Obtienes placer con esto?", le preguntó Jayde mientras le acariciaba la espalda.
"A veces, pero es al cliente a quien debo complacer, no a mí", le respondió mientras se abrochaba el sujetador.
"¿Te gustaría que te diera yo placer ahora?"
"¿Tú tienes dinero para pagarme estar más tiempo contigo?"
Michelle se levanto de la cama, cogió su bolso y sacó la billetera.
- "¿Es suficiente?... Lo estaba guardando para comprarme algún recuerdo, mañana... Vuelo a Estados Unidos mañana por la noche."
Gina se miró en el espejo del tocador que había a los pies de la cama, contemplando el rostro ansioso de Jayde... Todos querían darle placer, decían, pero la cara de Jayde no podía mentir.
"Si no es bastante, puedo sacar algo de dinero de mi tarjeta de crédito... Hay un cajero automático abajo... Puedo estar de vuelta en diez minutos", le dijo.
"¿Y dejar aquí tus pertenencias?... Hay muchos ladrones en Roma... Yo no robaría pero no debes hacer eso nunca."
"¿Entonces, ¿te puedo pagar mañana?... Podría estar a las 11,30 h por la plaza de San Pedro... Estaré sentada ahí esperándote hasta las 12 h. que empieza la bendición papal.
"Estaré durmiendo a esas horas."
"Supongo que eso significa que no... También podrías volver más tarde y ya tendré el dinero."
Gina la miró y dejó caer la blusa... Su mano se cerró sobre la de Jayde y se la apretó con fuerza.
"Quédate con tu dinero... Guárdalo para mañana y das una limosna a los pobres... Ninguna visita a Roma está completa hasta que no estés entre los fieles."
“Gracias.”
"¿Quieres darle placer a una puta cansada?"
"No te va a meter esto en problemas, ¿verdad?"
"A veces me encuentro con gente agradable como tú... Pero tienes razón, debo hacer una llamada o mi chulo romperá tu puerta y me arrastrará por el pelo sacándome fuera", le dijo cogiendo el móvil.
Carlo, su chulo, respondió al primer timbre y ella hizo una mueca ante su comentario sarcástico.
“Voy a estar un rato más... Me duele la cabeza... No, estaré bien para seguir trabajando, pero no comí muy bien hoy... Estoy acostada en su cama y ella se está duchando... Si, si, lo sé... Hasta luego", habló mientras miraba a Jayde.
"Si, si, la conozco... Es la gorda inglesa... No llevo la ropa de colegiala... Ve a mi apartamento y me la traes, está en una bolsa negra al lado de mi vestido blanco de lunares... No olvides el sombrero y el látigo... Le gusta que la azote... Está bien, te veo en cuarenta y cinco minutos”, colgó y miró a Jayde con pesar.
- “¿Ves lo que tengo que aguantar?... La gorda inglesa quiere que me vista como una colegiala y le dé palmadas en el culo... Es una maestra que viene aquí todas las vacaciones escolares... Ella es una mala mujer pero me paga el doble por hacerle esto... Puedo quedarme aquí contigo casi una hora”, le dijo arrojando el móvil sobre la cama.
Se sacó el sostén por la cabeza y dejó caer su tanga... Jayde la miró mientras ella se deslizaba sobre la cama y se ponía de espaldas.
“Soy puta... Esto que te cuento es una cosa más de las que hago, pero no me compadezcas... No hago esto para pagar la universidad o para alimentar a mi hijo... Hago esto por dinero, porque un día dejaré esta vida y me compraré una casa en el campo y adoptaré a un niño huérfano, pero hasta entonces tengo que azotar y ser azotada... Debo dejarme follar y que me den por el culo para ganar dinero... Esto que ahora hago contigo es la primera vez para mí"", le dijo Gina sonriendo mientras acariciaba su coño.
"¿Qué quieres decir?", le preguntó Jayde.
"La primera vez que dejo que un cliente esté más tiempo conmigo sin pagar", le aclaró mientras le entregaba el consolador.
“Gracias por el detalle”, le respondió Jayde sonriéndole.
“A veces tomamos malas decisiones y no podemos salir de ellas... Yo decidí hacerme puta y aquí sigo."
Jayde miró el consolador y le dijo:
"Es la primera vez que hago esto... Es posible que tengas que ayudarme."
"Soy toda tuya... Debería haberlo lavado antes, pero espero que estés sana", le dijo Gina cogiendo su mano y guiando el consolador hacia dentro de su coño, que se abrió y suspiró con placer al metérselo hasta el fondo.
"Tengo un certificado en mi maleta... ¿Quieres verlo?"
"Te creo... Sigue... Me gusta lo que me haces."
Gina cerró los ojos, dejando que Jayde empezara a darle placer... Comenzó a relajarse y pronto abrió los ojos para verla como se la follaba con el consolador y pronto se corrió... El siguiente orgasmo la puso muy excitada... A este segundo orgasmo le siguieron dos más intensos que la hicieron pedir que parase ya.
Cayó en un ligero aturdimiento mientras Jayde se deslizó a su lado y le acarició el cuerpo... Quince minutos más tarde se despertó sobresaltada y miró fijamente el ventilador de techo... Durante unos minutos estuvo pensando, mientras Jayde acariciaba su cuerpo y besaba repetidas veces la cicatriz debajo de su pecho.
Luego, Gina se sentó, se arregló el pelo y miró el reloj... A continuación, miró a Jayde y la besó apasionadamente en los labios, metiendo la lengua en su boca y chupándola suavemente.
Mientras lo hacía, sintió un dedo moverse a lo largo de la cicatriz debajo de su pecho y gimió suavemente cuando otra mano se deslizó entre sus piernas... Ella las separó y deslizó la boca hacia su cuello mientras se movía ligeramente y tuvo otro orgasmo.
"Gracias, Jayde, fueron cuatro buenas corridas, pero si sigues haciéndolo, estaré demasiado cansada para mis clientes y eso es malo para el negocio", le dijo sonriéndole y mirándose en el espejo.
“Me alegro de haberte hecho disfrutar”, le dijo Jayde.
"Creo que me gustaría ir a los Estados Unidos."
Jayde sonrió y acarició su cara y sus labios con sus ágiles dedos.
"Aprendes rápido... Era de esperar... las dos somos mujeres", sonrió burlonamente y se acomodó contra la cabecera de la cama.
“Lo hice lo mejor que supe”, le respondió Jayde mientras la acariciaba los pechos.
"¿Cómo fue tu primera vez con una mujer?", le preguntó Gina sonriéndole a sabiendas que era ella.
Jayde se balanceó hacia delante, inclinó la cabeza y la besó suavemente en la boca... Gina saboreó el beso y cerró los ojos mientras Jayde se puso a besarle sus párpados.
"¿Eso responde a tu pregunta?", le dijo Jayde.
"¿Lo disfrutaste, de verdad?", le preguntó Gina abriendo los ojos.
"¿Y me lo preguntas?"
Oye, mi lindo angelito... Soy una prostituta, hago cosas malas toda la noche y me elegiste a mí para la primera vez... Quería saberlo"
"Gracias, por hacerme disfrutar", le respondió Jayde y besó sus labios ligeramente.
"Fue un placer haberlo hecho... Ahora debo ducharme antes para atender a mi próximo cliente... Lo siento"., le dijo mirando el reloj y sonriéndole.
"Lo siento... Lo olvidé... Estoy tan a gusto contigo", le dijo Jayde.
Vio como Gina recogía sus pertenencias y desaparecía en la ducha... Lo que había disfrutado aún predominaba en su mente.
Gina se quedó de pie en la ducha demasiado tiempo, saboreando el agua tibia que caía en cascada sobre su cuerpo... Unas lágrimas brotaron de sus ojos cuando salió y comenzó a secarse... Hacía mucho tiempo que no había sido tan feliz.
Se miró al espejo y comenzó a prepararse para la gorda inglesa... La última vez le había pedido a Gina que se pusiera una máscara mientras la azotaban... Se estremeció de repente recordando la cantidad de abuso que se había visto obligada a soportar trabajando de puta.
A esta mujer le gustaba que la maltratara físicamente, pero a cambio le llenaba de insultos... Le decía: puta, jodida, cerda, guarra... Cuando más tarde salió del baño, encontró a Jayde sentada en la cama con una bata de satén.
- "Tengo que irme", le dijo a Jayde.
Gina miró una tarjeta en las manos de Jayde,
"¿Qué es esto?"
"La tarjeta de visita de mi padre."
"B & J Wilson... ¿Vende casas?"
"Sí... La dirección de mi casa, mi número de teléfono y la dirección de mi correo electrónico están en la parte de atrás."
Gina sonrió y le acarició la cara, diciéndole:
"Sabes que me follo a hombres y mujeres por dinero... ¿O lo has olvidado?"
“No me importa lo que hayas hecho si decides terminar con eso y comenzar una nueva vida”, le respondió Jayde.
"¿Sabes lo que voy a hacer con mi próximo cliente?", le preguntó a Jayde mirándola reflejada en el espejo.
"¿Con la gorda inglesa?", dijo Jayde.
“Si, es una maestra a la que le gusta que le peguen... Viene durante las vacaciones semestrales y paga un buen dinero... Me tengo que vestir con un uniforme de colegiala, la ataré a la cama y la azotaré... Como ves, no soy una buena mujer.”
“Pero tampoco eres una mala mujer... Antes de que me diagnosticaran cáncer, estaba anoréxica... Quería morir... Traté de suicidarme tres veces y casi lo logré la última vez... Luego enfermé de cáncer y entonces recé para que Dios me diera una segunda oportunidad... Respondió a mis oraciones y me dio una segunda oportunidad, no sé por cuánto tiempo, pero estoy agradecida por cada minuto de vida que tengo... Todos merecen una oportunidad, incluso las prostitutas”, le dijo apretándole la tarjeta en su mano.
“Gracias, Jayde”, le respondió Gina con los ojos empañados de lágrimas.
“Si te cansas de esta vida, llámame o envíame un correo electrónico y hablaré con mi padre... Es un buen hombre y si no podemos tendrás un trabajo en la empresa o te buscaremos un trabajo en la ciudad... Tendrás casa y tal vez encuentres paz allí... No tendrás que azotar a mujeres inglesas gordas o joder por dinero", sonrió.
"Podre joder por amor, ¿no es así mejor?", le insinuó sonriendo.
"Si, y me tendrías esperándote cuando bajes del avión."
"Gracias", deslizó la tarjeta en su bolso.
"¿Supongo que habrás tenido ofertas de este tipo?"
"Sí, pero no de este tipo."
Gina se miró en el espejo mientras miraba reflejada a Jayde y sus ojos parecieron atraerla.
"Voy a la plaza de San Pedro todos los domingos... Me paro debajo del obelisco y rezo para que el Santo Padre siga perdonando mis pecados... Mañana es domingo y estaré allí a las 12 h... Si vienes, me verás y hablaremos, pero si no me vas a esa hora, reza para que el Santo Padre me perdone... No llores si no me ves... He pecado contra Dios y mi culpa es demasiado grande... Y si alguna vez regresa a Roma y vas al obelisco el domingo por la mañana tal vez me veas y yo encuentre el valor para dejar esto e irme contigo", le dijo dándole un besó su frente.
“Jayde... eres una cliente muy especial”, le dijo sacando un pequeño crucifijo de su bolso y poniéndoselo en su mano.
"Recuérdame cuando veas esto... Hiciste que una vieja prostituta, cansada, se sintiera especial esa noche... Se levantó, abrió la puerta y se detuvo.
"Cierra la puerta después de mí... Hay muchos ladrones en Roma."
Gina salió del hotel sumida en sus pensamientos, pero cuando Carlo le abrió la puerta del coche, le preguntó si el dolor de cabeza le había desaparecido.
"Si... Trajiste el uniforme", pregunto subiendo a la parte de atrás subió a la parte de atrás.
"Tienes una noche muy completa... Calculo que terminarás sobre las cinco de la mañana.
"Si, si... Lo sé", cogió el uniforme y miró por la ventana delantera mientras se alejaba del hotel pensando en Jayde.
Esta noche azotaría a la gorda perra inglesa hasta que gritara pidiendo piedad... Luego sería follada a unos clientes alemanes gordos y grasientos... Gemiría y gritaría como una puta y les diría lo bien que se la follaban.
Luego, cuando terminó, llego a su apartamento y se sentó en la bañera hasta el amanecer lavando la suciedad de su cuerpo y cuando salió el sol, se puso una blusa blanca impecable y una falda negra, se maquilló y se fue a la plaza de San Pedro.
Gina lo había decidido... Fue al obelisco y esperó allí sentada hasta que apareció un ángel americano de cabello rubio... Jayde la cogió de la mano y ambas caminaron por las calles... Fueron al cajero del banco y retiró todo su dinero... De ahí a su apartamento y recogió una pequeña maleta con su ropa... Reservaron un billete para Nueva York y con ello, dejó atrás su vieja vida.
Anoche pecó como una puta, pero esta mañana todo cambió... Jayde se la llevo para hacerla feliz y ella haría también todo lo posible para cuidarla y que siempre la amara.
F I N