Una ciudad anónima

Estoy en una ciudad donde nadie me conoce. Siento la libertad del anonimato que despierta mi sexualidad.

Por motivos de trabajo he viajado a una ciudad nueva para mí. Solo estaré en ella un día. Mañana a la tarde saldrá el tren de regreso a mi casa. Eso significa, que tengo toda la noche libre y no me apetece para nada dormir. Así que, seguramente hoy vaya a la caza de nuevas aventuras. Son las 18:00 de la tarde, acabo de llegar al hotel después de un día intenso de reuniones.

Me resulta excitante esta sensación de libertad que me provoca estar sola, en una ciudad donde no conozco a nadie y nadie me conoce a mí.

Decido darme una ducha, me enjabono disfrutando de mi cuerpo, estoy muy caliente, tanto como el agua que recorre mi cuerpo desnudo. Estoy más que caliente, puedo incluso notar las pulsaciones en mi entrepierna.

Esta noche soy libre. Esta noche es solo para mí.

Me pongo un vestido de tela fina y ligera. Es verano, la temperatura es agradable, y la libertad de la situación me anima a ir sin nada de ropa interior. Puede que sea un riesgo, ya que, mi sexo está como un volcán en erupción y eso que aún no he visto a nadie interesante. Me paseo por la ciudad, está ambientada. Hay personas de todas las edades caminando, que vienen de compras o simplemente pasean al igual que yo. Comienza a caer la noche. Y de repente dos personas salen de un local cercano. Al abrir la puerta, se escucha de fondo una bachata. Mmmm interesante, bachatas en una ciudad libre y anónima.

Aunque no se me da muy bien bailar, me animo a entrar empujada por la necesidad de aventuras. Mi sexo vuelve a palpitar. Decido entrar y me siento en la barra con una copa, sola, sin nada de ropa interior y ardiente como un volcán. Pero hoy voy a ser selectiva, hay mucho hombre atractivo por aquí, quiero elegir bien. Y mi misión es que el elegido me recuerde como el mejor revolcón anónimo de su vida.

De repente, me encuentro frente a un muchacho de muy buen ver, que me invita a bailar. No rondará los 30 años. Lleva una camisa abierta, es moreno, pelo largo, pero bien peinado, barba cuidada y una sonrisa de infarto. Por no hablar de sus ojos… y su mirada penetrante. Me tiende su mano y me pregunta:

  • ¿Bailas?

Me lo pregunta con seguridad, mirándome a los ojos, sin pestañear. Le digo que sí y dejo que la noche me sorprenda.

Me coge de la mano y en los primeros pasos me pega a él. Me coloca en la zona más oscura de la pista, a ello sumado, que solo hay pocas luces que iluminen algo la discoteca.

  • Te dejas llevar muy bien.- Me susurra al oído.

¡Qué voz tan sensual!

Su olor es una mezcla entre limpio y perfume de hombre que me resulta muy varonil.  Me ha erizado la piel y ahora mismo siento cómo un escalofrío recorretodo mi cuerpo. Creo que esta noche ha comenzado mejor de lo que esperaba.

Sigo bailando entre sus brazos, y en un movimiento a ritmo de la música me gira, y pega su miembro en mi trasero. ¡Dios que miembro!, siento cómo su erección va creciendo acompañada de mi movimiento de cadera. ¡Y me encanta!

Continúa el baile fusionándonos y pasa sus manos por mi escote dirección a mi sexo,  parando a la altura de mi pelvis.

  • Creo que he descubierto tu secreto.  No llevas ropa interior. - Me afirma con una sonrisa traviesa.

Tengo más de un secreto.

  • Tendremos que bailar más para descubrirlos. - Me  susurra mientras sus labios rozan mi lóbulo.

Mi sexo está en ebullición, me recorre una gota de rebosante lujuria por la pierna. Voy a explotar. Me vuelve a dar la vuelta e introduce suavemente su pierna entre las mías, y me mueve al ritmo de la música. Tengo todo mi sexo desnudo apoyado en su pierna y cada movimiento me lleva a la locura. Mi boca está pegada a su oreja, y pequeños gemidos provocados por los movimientos se me escapan.

  • Estás despertando las ganas de otro tipo de baile

Me estás poniendo muy mojada, estamos empatados de momento.

  • Entonces tendremos que seguir el partido.

Río tímidamente, pero con una mirada de loba dirigida a sus ojos. Acabo de fijarme en que tiene una boca muy sexy. Sus labios son gruesos, de los que invitan a mordisquearlos, y su sonrisa me hace perder el sentido del tiempo.

  • Creo que, estoy perdiendo el control de mi entrepierna.

Entre paso y paso me coge la mano y se la pone en su miembro.

Sí que la tiene dura… Y grande.

  • No te separes de mí cuando termine la canción. - Me ordena mientras me acerca con fuerza a él.

Lo último que quiero en este momento es separarme. Su mirada ya no es tan simpática como al principio, ahora sus pupilas desprenden lujuria.

De repente deja de bailar y me lleva de la mano a un rincón apartado, casi secreto. Intuyo que no soy la primera a la que trae aquí, pero en este instante no me importa nada. Vine a cazar y resulta que soy la presa. Me agarra de la cintura y con un pequeño impulso me sube a un poyete lo suficientemente ancho para que pueda sentarme.

  • Señorita, estoy dispuesto a descubrir todos los secretos que ocultas.

Su dedo comienza a recorrer desde la rodilla hasta mis labios inferiores. Tengo las piernas  medio abiertas, me intimida tanta seguridad, pero quiero más.  Siento como sus dedos llegan a mi sexo y toda su lujuria me atraviesa como si fuera un rayo, como si fuera electricidad que pasa de su cuerpo al mío. Se me vuelven los ojos. El placer me hace sumisa.

Hazme lo que quieras, pienso.

Estoy tan entregada, que se me olvida que cualquier persona que pase por aquí puede vernos. Todo me da igual, solo quiero que me empotre, que me penetre de una vez. Tiene unas manos muy masculinas. Con una me masturba, deslizando sus dedos por mis labios húmedos, con la otra me baja lentamente el vestido dejándome un pecho al aire que masajea con suavidad.

  • Mmmm me encanta lo mojada que estás.

Me pellizca con suavidad el pezón, me agarra de la nuca y me besa apasionadamente. El placer me hace  morder sus labios carnosos, y no puedo soltarlo. Eso parece que le excita más. Seguimos besándonos y acariciándonos todo el cuerpo. Le agarro del cuello y le digo que quiero comerle esa cosa dura que tiene abajo.

  • Esta noche te pertenece solo a ti.

Coge mi mano y la desliza por todo su torso sudado por una noche de bailes, hasta llegar a su sexo. Quiero verla, quiero sentirla en mi boca.

Le abro la bragueta, me arrodillo frente a su miembro y lo toco por primera vez. Jugueteo un poco con él y lo siento suave y duro al mismo tiempo.  Aunque estoy muy caliente, empiezo con timidez, a pasarlo por mis labios. Quiero sentirlo, quiero saborear cada parte de él. Lo introduzco en mi boca y deslizo mi lengua sobre la punta y sobre el resto de su miembro.  Y siento ese sabor a hombre tan excitante.

Noto cómo él se estremece y me agarra del pelo mientras le succiono. Primero lentamente y después de manera rápida y profunda. Cada vez más profunda. Me la meto entera, hasta la garganta y me la como de arriba abajo. Estoy perdiendo por completo el sentido del ridículo, ya me da igual incluso que me vean. Esta situación es nueva para mí y ¡me da mucho morbo! Me vibra todo ahora mismo, estoy poseída por la lujuria.

Succiono de forma más intensa mientras dibujo círculos con mi lengua alrededor de su lanza. Él no para de gemir.

  • Eso que me haces, me gusta demasiado, como no pares me voy a correr.

Asiento con la cabeza sin parar de comérsela. Pero él me aparta rápidamente de su miembro y cogiéndome la cara, me levanta con delicadeza y me besa con pasión mientras sin esperarlo me introduce un dedo. Se me escapa un gemido. Me encanta, me excita todo de él. Le pido que me introduzca otro dedo más.

-  Mmm estás muy mojada

Saca el dedo de mi sexo completamente mojado, me mira a los ojos fijamente y se introduce el dedo en la boca saboreándome. Seguidamente, me mete los dos dedos mientras volvemos a besarnos. Se detienen los besos y me tapa la boca con su mano mientras me masturba con la otra. Voy a explotar de placer. Suplico con la mirada que no pare.

  • Tengo intención de hacerte llegar al final.

Y me introduce otro dedo: primero lo hace lento y profundo… Y luego rápido de manera rítmica.  Me lo hace mientras me besa en el cuello, llevándome al clímax. Los ojos se me vuelven de nuevo de placer. No sé dónde estoy. De repente, perdida en mi mansión del placer siento cómo salen sus dedos de mi sexo y entra algo enorme. Me está penetrando, ahora sí que me sientes poseída y libre al mismo tiempo.

  • Tenía ganas de metértela desde que te vi entrar con ese vestido.

Pues sigue metiéndomela y no pares, pienso.

  • Quiero que te corras conmigo y mientras te estés corriendo no voy a parar de follarte. Te daré más fuerte en cada segundo que dure tu orgasmo.

Me resultan sexualmente malvadas sus palabras. Ya no puedo más. Me tiene a punto del orgasmo. Quiero correrme pero seguir disfrutando al mismo tiempo. Quiero alargarlo un poco más para gozar al máximo de cada embestida… Estoy empapadísima…

  • Ohh como te siento. Te noto cada vez más caliente y húmeda…

  • Vamos, córrete, córrete, córrete para mí… Córrete en mi polla, lléname de ti, soy todo tuyo.

Solo salen gemidos de mi garganta, en este estado no puedo decir nada.

  • ¿La notas toda dura? Mira como me tienes, nadie me la ha puesto tan dura, voy a explotar.

Lo noto perfectamente, le pido, que me dé más, más fuerte con la voz entrecortada.

  • ¿Te gusta así? Rico, duro,  siente cómo te penetro.

Me da la vuelta y me pone en pompa contra el poyete, para darme bien fuerte, bien rico mientras me agarra el pelo tirando hacia él, sintiéndome dominada por el placer. Es una de las posturas que más me gustan, así que, seguro que me voy fácil.

  • Vamos córrete, córrete nena… Grítalo no te lo aguantes…. Córrete libérate, lléname de ti.

El clímax está llegando a mi cuerpo, siento esa intensidad que acerca el orgasmo a salir  fuera. Mi respiración aumenta, cierro los ojos fuertes, me muerdo un brazo evitando gritar de placer y me corro, mi cuerpo es absorbido por la mejor de las sensaciones.

  • No voy a parar, quiero que te corras otra vez, seguro que tienes otro guardado para mí. ¡Lo quiero todo! Quiero más.

Que esto no acabe, por favor.

De repente para, solo para cambiar de postura. Ahora lo tengo de frente, haciendo el misionero, con su camisa media abierta y las gotas de sudor  recorriendo su torso. Nos miramos fijamente. Coge mi mano, me humedece los dedos con su lengua y me posa la mano en el clítoris mientras me penetra cada vez con más ritmo.

  • Eso, tócate mientras te follo. Quiero verte, ver cómo lo haces para mí...

Nos miramos a los ojos mientras follamos, o mejor dicho mientras me folla, estoy sumisa, entregada a él y puedo contemplar la lujuria en sus pupilas. Me pierdo  por unos instantes en la embriaguez de su mirada… y vuelvo a alcanzar el paraíso. Comienza a aumentar el ritmo y yo me masturbo al mismo tiempo mientras me penetra, la siento gorda hinchada, me rellena por dentro, está a punto de correrse. Lo siento en mi sexo, lo veo en su cara, se refleja en sus pupilas.

  • Mmmm vamos, vamos, regálame otro orgasmo, regálame tu pasión, córrete otra vez, córrete conmigo.

Le grito que no pare. Me abrazo a él arañándole la espalda, mientras siento como su bello corporal se eriza con la llegada de un nuevo orgasmo.

  • Me corro, me corro mmm.

Se corre en dónde más me gusta y nos quedamos por un momento, que se hace eterno abrazados casi como si fuéramos un solo cuerpo. El llegar juntos al orgasmo nos ha fundido en uno. Pareciera que el universo ha conspirado para que esta noche fuera nuestra. Él y yo solos, entre la música que nos envuelve.

Recuperamos la respiración  y nuestros corazones vuelven a pulsaciones más tranquilas. Él se guarda su miembro aún semi erecto, seguiría con él en mis manos, saboreándolo. Pero la situación no acompaña.  Se acerca otra pareja mientras nos recolocamos rápidamente la ropa. Me pongo bien el vestido y me arreglo un poco el pelo. Salimos juntos del rincón, creo que la expresión placentera de mi cara muestra claramente lo que ha sucedido, afortunadamente sigue la sala con luz tenue. Andamos hacia la puerta, y me pregunta si ya me voy, le digo que sí, ya he encontrado lo que buscaba. Y saliendo por la puerta me agarra el brazo y me pregunta:

  • Dime tu nombre antes de irte.

Y acercándome a su oreja desde un escalón más arriba le susurro:

Para ti solo soy una chica desconocida en una ciudad anónima.

(Relato propio de mi audioserie Whisper-ly.com)

FIN