Una cita premeditada
Planeo con mi amante masculino una cita que luego tengo que cumplir
En primer lugar, me presento;
Soy un tío de 38 años, casado desde hace 6 años y con dos niños. Estoy felizmente casado con una chica y tenemos una vida sexual normalita, procuramos tener sexo el sábado por la noche por obligación, es una cita ineludible, y entre semana no siempre, pero suele haber algún día que también lo hacemos. Por desgracia, con el trabajo, la casa, los niños y el estrés que todo esto causa, si no es por uno es por el otro pero no siempre hay ganas de sexo.
Hace unos doces años aprox. tuve mi primera experiencia sexual con otro hombre, aunque en principio solo iba a ser una mamada, me terminó follando, y desde entonces he repetido en varias ocasiones con otros tíos, algunas de ellas ya relatadas.
Yo soy 100% pasivo, muy sumiso y vicioso. Me gusta estar con un tío que me domine y controle, que me diga lo que tengo que hacer.
Desde hace año y medio aproximadamente estoy teniendo relaciones sexuales con un mismo tío, tanto por seguridad en lo referente a enfermedades, como por el echo de sentirme la chica de un hombre maduro, y por llegar a tener una confianza y seguridad de conocer al tipo con el que estas y no arriesgarte con un tio que no has visto nunca.
El tío con el que tengo sexo esporádico se llama Antonio, es un tío de 49 años, soltero, con piso propio y activo. Cualidades todas muy importantes para tener buen sexo.
Físicamente es corpulento, mide 175cm y pesa 90kg. De polla tiene 17cm de largo y bastante gruesa.
Somos de poblaciones distintas, por lo que es muy difícil que coincidamos por la calle, lo que también da cierta tranquilidad.
En este relato voy a contar mi última experiencia con él.
Estuve chateando por Skype con Antonio. Como siempre, empezamos a calentarnos, diciéndome él lo que quería que le hiciera o hacerme, a lo que yo le iba pidiendo más. Y él me pedía que fuera a su casa y lo haríamos en vez de decirlo por el pc.
Le dije que si me lograba calentarme lo suficiente, en poder iría a su casa y lo haríamos realidad.
Después de una hora larga de conversación se ganó el derecho a una sesión de sexo con
su putita, y esto fue lo que pasó en su casa, según lo habíamos redactado.
Yo salí de trabajar a las 23:00H y me dirigí a su casa. Ya había avisado a mi mujer de que mi iría de cervezas con los compañeros.
Llegué a su casa y estaba la puerta abierta, pero él no me estaba esperando. Me dirigí al baño y me puse mis pantis negros, braguita negro y sujetador con relleno también negro. En su casa tengo una bolsa con lencería femenina, muchas son mías y otras de otros amantes que han pasado por esa casa.
Me puse la peluca morena de pelo largo, la faldita a cuadros rojos y negros y me pinté los labios de rojo y me perfumé con perfume de Chanel. Me puse los zapatos de tacón negros.
Mientras me arreglaba llamo el pizzero, ya estaba en casa la pizza que había encargado para los dos.
El recibió al pizzero y dejó la pizza en la mesa, avisándome de que la cena estaba lista.
Una vez estaba lista, Salí y fui en su busca:
_Hola cariño, ya estoy aquí
_Hola guapa, que ganas tenía de verte
_Nos acercamos y nos fundimos en un largo beso que pasó a morreo, entrelazando nuestras lenguas mientras su mano se deslizaba por mi espalda y bajaba hasta mis nalgas y me empujaba hacia él, juntando nuestros pubis y notando su polla presionando sobre la mía.
Separándome de él, le dije:
_cielo, vamos a cenar que se nos enfría la pizza. Abres una botella de vino?
_Claro, enseguida.
Y sentados en el sofá nos comimos la pizza mientras nos bebíamos la botella de vino, que nos servía de bebida y para desinhibirnos.
Una vez terminamos la cena, recogí la mesa y volvía al sofá, me puse junto a él y enseguida comenzamos a besarnos y sobarnos, el me sobaba el culo por debajo de la falda y yo le desabroché los pantalones y sacándole la polla se la comencé a mover.
Así estuvimos unos minutos, entonces le dije de ir a la cama, que le iba a dar un masaje para que se relajara. Así que del salón pasamos al dormitorio, le dije que se fuera desnudando y se tumbara en la cama mientras yo buscaba el aceite para darle un masaje.
Una vez estuvo tumbado en la cama, boca abajo, comencé a darle un masaje con aceite, empezando por los hombros, brazos, espalda, pies, pierna, muslos y finalizando en las nalgas, en las que me entretuve masajeándolas y pasándole los dedos por el ano, bajando hasta sus huevos.
A continuación le pedí que se girara para darle el masaje por la parte delantera, comencé por la parte superior, hombros, brazos, pecho, piernas, muslos y por último huevos, polla y ano, terminando en una mamada que le hizo explotar y correrse en mi boca y cara, como a él le gusta.
Una vez le hube chupado la polla hasta dejarla limpia de restos de semen, lo ayudé a levantarse y nos fuimos al baño, se metió en la bañera y cogiendo la esponja lo enjaboné muy bien por todo el cuerpo, así estuve durante varios minutos, prolongando el baño para que fuera relajante, luego le enjuagué y nos fuimos de nuevo a la habitación.
Se sentó en el borde de la cama, desnudo y me sentó a ahorcajadas suyo. Comenzó a besarme y sobarme al mismo tiempo, a la vez que yo bajaba mis manos y con una le sobaba la polla mientras que con la otra le pellizcaba los pezones.
De repente me tiró sobre la cama y se puso encima de mí:
_Ahora es mi turno zorrita
_Adelante, soy toda tuya
Se retiró de mí, y se acercó a la mesita, saco unas cuerdas y un rollo de cinta americana.
Ató las cuerdas a las patas de la cama, luego me ató las muñecas a las cuerdas del cabecero, cogió el rollo de cinta americana y cortando un trozo me lo puso en la boca, dejándome amordazada.
_Así te quería ver yo,
_me dijo mientras se dirigía a la cocina y al minuto volvía con un bote de nata y un pepino.
Secolocó entre mis piernas y me las levantó, colocándolas sobre sus hombros, lo que dejaba mi ano a su disposición.
Me sacó mis bragas, dejando mi polla tiesa a la vista y cogió el bote de nata, lo acercó a mi ano y comenzó a poner nata sobre él.
Estaba fría, presionó el tubo del bote en mi ano introduciéndolo unos centímetros y presionó de nuevo, introduciendo la nata dentro de mí. Notaba la nata salir a chorro, fría, y entrar dentro de mí.
Una vez embadurnado de nada, se paró mis piernas y las empujo hasta conseguir llevar mis rodillas a mi pecho, y comenzó a lamer toda la nata de mi ano.
Una vez hubo terminado con la nata y se cansó de comerme el ano, cogió el pepino y colocándolo en la entrada de mi ano fue introduciéndolo lentamente. Podía notar como se iba abriendo paso en mis entrañas. Yo no podía parar de gemir de placer y dolor, aunque mis quejidos quedaban ahogados por la cinta americana. Esta situación de ser dominado físicamente y quedar a disposición de él, pudiendo hacen conmigo lo que quisiera me excitaba mucho. Mi polla no paraba de soltar el líquido pre seminal.
Una vez hubo introducido casi todo el pepino dentro de mí, comenzó a sacarlo lentamente, mirándome a la cara para disfrutar viendo mi expresión de dolor y placer.
_Que puta que eres, como disfrutas con la situación, completamente dominada, amordazada y metiéndote un pepino en tu culo.
_Te voy a follar el culo hasta dejártelo destrozado, y lo único que va a poder hacer es gemir en silencio.
_Entonces comenzó un mete saca más rápido con el pepino, yo levantaba el culo para poder facilitar la entrada del consolador vegetal, que tanto placer y dolor me estaba proporcionando.
Una vez se cansó de meterme el pepino, se pegó a mí con la polla tiesa y comenzó a restregármela por el ano.
_Y ahora me toca a mí probar este culo, que ya está bien dilatado.
Y sin más me introdujo la polla de un golpe hasta tocar sus huevos en mis nalgas, el daño fue máximo, solo la brusquedad de la embestida me dolió, luego, sin más comenzó a moverse rápidamente, cabalgándome sin piedad metiendo su polla hasta el fondo para sacarla rápidamente, llegando en muchas ocasiones a salirse completamente.
A la vez a que me follaba me daba fuertes nalgadas me excitaban, dándome un placer extra a la vez que me hacía daño.
Después de bombearme durante varios minutos, me giró, colocándome de costado, y el detrás de mí me volvió a penetrar y siguió follándome en esa posición, dándome un placer diferente por el roce de la postura.
Después de estar unos 5 minutos follándome en esa posición me volvió a girar hasta colocarme boca abajo, con los brazos muy tensados al estar atados a la cama. Me puso la almohada en el vientre dejando mi culo bien levantado y colocándose de nuevo entre mis piernas y obligándolas a abrirlas bien se echó sobre mí y me volvió a meter la polla hasta el fondo sin contemplaciones.
Mis gemidos eran ya más de dolor que de placer. El placer era más psicológico, por la situación, que me daba mucho morbo, aunque físicamente tenía el culo bastante dolorido.
Mis gemidos eran constantes e inconscientemente intentaba bajar el culo como queriendo librarme de la siguiente embestida, pero no podía evitarla, el entraba y salía con rapidez y fuerza. Apoyado en el colchón, movía su cintura sobre mí, embistiéndome vigorosamente.
Notaba su capullo entrar por mis entrañas fuertemente hasta que sus muslos, testículos y pelvis golpeaban contra mis nalgas, para luego separarse de nuevo hasta que su capullo quedaba a la entrada de mi ano.
Así continuó hasta que dio varias embestidas más rápido de lo normal y un alarido anunció su corrida, entonces se dejó caer sobre mí metiéndome toda su polla bien adentro para descargarme toda su leche caliente en mis tripas.
Sentía como el líquido caliente me invadía, por fin se acabó el dolor y dejó paso a un placer físico y psíquico. Poco a poco sentía su polla volverse flácida e iba saliendo de mi interior. Él se retiró y me colocó de rodillas, separándolas dejando bien a la vista mi ano, para después de varios segundos ver como salía poco a poco su semen de mi cuerpo y chorreaba por el interior de mis muslos.
La puta había permitido una violación premeditada, dejándome en sus manos, y él no había perdido la oportunidad de gozar de mi cuerpo a su antojo.
Porque llevábamos u año y medio follando esporádicamente, pero siempre ambos habíamos controlado la situación, si me dolía parábamos, si le dolía, parábamos, si no nos gustaba una u otra postura, cambiábamos, pero hoy no había sido igual.
Todos los paso realizados esa noche habían sido preparados por ambos, la diferencia era que yo no me podría quejar, ni resistir y así había sido.
Había sido otra experiencia muy placentera, algo dolorosa y muy muy morbosa.
Espero que les haya gustado, y como siempre, me gustaría oír las críticas para poder mejorar mis redacciones.