Una cita caliente en el baño
Hola, tengo 34 años, esto sucedió hace pocos, y aún me caliento al contárselo a mi pareja.
Habíamos quedado como cualquier otro día para pasar un rato frente a la playa cóctel en mano.
Reírnos y hacer de frikis era lo nuestro.
Él llamaba la atención mucho más que yo.
Moreno, alto, ni un pelo fuera de lugar, carita de niño bueno y rasgos más que exóticos.
El tono dorado de su suave pie y su cuerpo definido y trabajado hacia que todas las chicas se fijasen en él.
-voy al lavabo un segundo - dije, mientras me levantaba.
Me encaminé hacia el lavabo pensando en el momento de volver a casa, que es cuando normalmente solíamos desatarnos... "Nada de liarnos en público", nos habíamos repetido mil veces.
Nadie sabía de nuestros encuentros más allá de estas quedadas y aunque pasábamos ratos como amigos, nos movía más el sexo que teníamos.
Cómo siempre, el lavabo del fondo para minusválidos estaba libre. Era de diseño como el local y siempre estaba limpio. Así que entre directa y justo antes de poder cerrar la puerta corredera, apareció una mano frenándola.
Me asomé con cara de borde para ver quién era.
-espera!- dijo en voz baja - tengo que peinarme- y acto seguido me sonrió como cuando pasa por la tienda solo a calentarme y marcharse...
Entré mientras él cerraba la puerta.
Se tocaba el pelo mientras se miraba al espejo y abría el grifo para mojarse algunos mechones.
- éste lavabo mola mucho, el espejo es enooorme- dijo mientras me clavaba la mirada en las tetas a través del reflejo del espejo.
Yo llevaba un vestido con escote cruzado y mientras me agachaba para mear parecía que se fuesen a salir...
Después de secarme, mire mis bragas... se mantenían a media pierna, pensé en subirlas, pero que coño? Las dejé caer en el suelo, las recogí con el tacón y se las tiré a la cabeza.
Las cogió casi al vuelo y se giró riéndose.
- quieres?- pregunté mientras me levantaba el vestido levemente por delante.
Se le encendió la cara al momento y su sonrisa más perversa asomaba.
- sabía que no me fallarías- dijo
Ya se le veía la erección.
Y yo ya estaba mojada.
Aún no nos habíamos ni tocado.
Me adelanté y me senté encima del mármol que restaba en el lateral del lavamanos mientras sujetaba mi vestido y abría bien las piernas.
Él ya estaba casi de rodillas siguiéndome de cerca, cual perro detrás de un aroma a comida.
Le acaricie la cara mientras nos sonreímos con la complicidad que teníamos para estas cosas.
Su boca se abrió lentamente...
Podía notar el aliento caliente, así que sólo deseaba que me lo chupara ya.
Pasó la lengua desde abajo, despacio, desgustando al acabar lo que yo ya había mojado.
Poniendo cara de saborear uno de los mejores platos del mundo, me agarró por debajo de los glúteos y hundió su lengua de nuevo en mi coño.
Le cogí del pelo. Sabía que le daba rabia y que como castigo haría lo imposible porque gritaste de placer.
Mordió, lamió y chupó hasta que llegué al primer orgasmo mientras me metía dos de sus dedos y jugaba en mis profundidades.
Le cogí por la barbilla y le invite a ponerse de pié.
- Dame!- le dije mientras le agarraba la polla y él se quitaba la camiseta.
Estaba enorme. Era de esas veces que prácticamente no me iba a caber en la boca...
- no, espera!
Me dió la vuelta poniéndome de frente al espejo, me levanto el vestido por detrás y dijo:
- Mira porque estoy enganchado a tí.-
Me señaló el espejo y acarició sutilmente mis mejillas sonrojadas.
- Te pones preciosa cuando follas y disfrutas. Córrete otra vez, pero en mi polla. Quiero sentirte temblar.- decía mientras me la metía muy despacio.
Yo miraba nuestro reflejo y me ponía cada vez más excitada.
Mis tetas rebotaban con cada embestida que me daba y parecían salirse del vestido.
Cogí una de sus manos, que me agarraban las caderas y la puse en el pecho.
Bajó el vestido y me lo sacó fuera. Rápidamente la otra mano hizo lo mismo con el otro y empezó a juguetear con los pezones.
Yo intentaba no gritar y cada vez tenía las mejillas más rojas.
Por su pecho caían un par de gotas de sudor. Me giré un poco para seguirlas con la mano mientras caían ya por sus abdominales.
Él aprovechó para cogerme una pierna, levantarla y llevársela casi al hombro dejándome de lado.
Apoyó su pulgar en mi clítoris y comenzó a moverlo con una suave presión aprovechando el flujo que corría del anterior orgasmo.
Se mordía los labios viendo aquello mientras yo ya era casi incapaz de retener mis gemidos.
El orgasmo fue brutal.
Su enorme polla entraba y salía entera mientras su dedo jugaba a darme aún más.
Cuando acabó mi segundo orgasmo sonrió, se agachó y me besó dejando mi pierna con cuidado bajar otra vez al suelo mientras seguía moviéndose muy suavemente dentro de mí.
Ahora me tenía de frente.
Siguió moviéndose un poco más aprovechando que mis piernas, cerradas, le daban más presión.
No tardo en moverse más rápido cogiéndome una pierna y levantándola hasta la altura de su cadera.
Fijo la mirada en mis tetas, que bailaban fuera del vestido mientras él se movía.
Empezó a darme más fuerte y las tetas se movían aún más rápido al ritmo del ruido que hacían sus huevos chocando contra mi sexo cada vez que me embestía.
Un gesto rápido para que me agachase mientras la sacaba.
Él me apartaba el pelo y mientras me lo recogía por detrás, me empujaba suavemente la cabeza para que me la metiese en la boca.
Podía cogerla casi con las dos manos...
Chorreando de mis flujos...
Me la metí en la boca y dancé con mi lengua por su glande mientras mis manos se movían arriba y abajo.
Su cuerpo se endureció y su líquido inundó mi boca mientras lanzaba un gemido ya poco retenido.
Yo seguía masajeándolo despacio.
Acabé y me bebí lo que había sido su placer.
Me limpiaba la cara mientras me ponía en pié cuando él puso su mano en mi mejilla diciendo con una sonrisa:
Eres...
La mejor? Jajaja! Anda vámos y pedimos cena, no?
the Queen!- exclamó mientras me ponía las bragas con sumo cuidado
salgo yo primera!
venga!- me animó dándome una palmada en el culo y cerrando la puerta tras de mí.
Un daikiry de fresa, y unas costillas barbacoa con patatas más tarde, estábamos listos para volver a buscarnos.