Una cita
Una experiencia inolvidable con una Dama inolvidable. (FemDom)
Me habías citado en el local liberal en el que ya habíamos tenido más de una cita, y estábamos saboreando una copa en la barra de aquel local tan especial, yo te hablaba sobre temas referentes al trabajo, cuando sin dejar de clavar tus ojos en mí, saboreaste un pequeño trago de aquel excelente escoces que previamente te había regalado y cortando de raíz mi charla me dijiste, vamos a la mazmorra, apenas pude articular palabra, claro que lo deseaba, pero siempre que llegaba ese momento, mis nervios y mi ansiedad me atenazaban. Me dijiste, puede darle un trago más y ya solo beberás cuando te lo permita, coge mi copa, mi abrigo y vamos dentro.
Entre tras de ti, pude ver como andabas, entrabas y te sentabas en el butacón que había, te admiraba y deseaba, con sumo cuidado colgué el abrigo y puse tu copa junto a ti, saque de mis bolsillos un paquete de tabaco del que te gustaba y un encendedor, y cuando miraba el resto de la mazmorra sentí tu vos, de rodillas, clave mis rodillas en el suelo cuando me decías, saca el collar perro, me gusta verte con collar, me pusiste el collar y me indicaste tus pies, esa sola indicación hizo que mi excitación saltara y mi placer comenzó a expandir miles de sensaciones por mi cuerpo que no podría describir, flotaba y el tiempo estaba parado, con mi lengua pretendía saborear cada milímetro de su piel y grabarme esa sensación para siempre, a partir de ese momento era imposible articular ninguna palabra legible o que procediese de algún sitio diferente al placer que estaba sintiendo, a partir de ese instante en el que mi boca entro en contacto con tus pies, con tus deseados y venerados pies, sé que sucedieron toda una serie de situaciones, de actos que no sabría decir cuál de ellos fue más placentero, si el que le precedía o el que le seguía, sé que me ordenaste hacer toda una serie de acciones que prolongaron mi placer de manera que no sabía dónde empezaba a gozar, ni cuando finalizaba de disfrutar, sé que fue tanto que solo puedo relacionar y resumir en aquello que aun está grabado en mi mente y que hice con placer,
- besar, lamer, chupar, adorar, venerar y saborear tus pies, sin dejar que ni un solo dedo se quedase con ganas de mi lengua.
- tuve que quitar tus bragas, olerlas, lamerlas y degustarlas, aprender tus aromas y tus sabores.
- sé que me escupías en mi boca y en mi cara y que yo me relamía y saboreaba tu saliva, no permitiendo que se me escapara nada.
- sé que me ofreciste el ansiado honor de adorar tu coño e intentar darte el placer que mereces como Diosa inigualable y como Ser superior, sé que me esforcé en ser digno de tan enorme responsabilidad y sé que tus jugos fueron mi ansiado alimento, el cual trague con placer.
- sé que cuando gozabas de tener a tu merced a tu perro, dándote placer con su lengua, sentías la necesidad de que mi boca recorriese tus axilas y una sola indicación me basto para cumplir con tu deseo y tu orden.
- también entendí que podías sentir tanto placer como en tu coño, si tu perro era capaz de que su lengua adorase tu culo y se adentrase en el con tanta intensidad como lo hacía en el resto de tu cuerpo. Tu culo sabe especial, es delicioso y fue un honor inesperado que el gozase tanto como yo.
- sentí tu severidad y tu deseo, tu disciplina y tu excitación, cuando aquellas especiales cañas de bambú me decían una y otra vez a quien pertenecía y cual era mi sitio, quien podía disponer y quien debía de obedecer.
- saciaste mi sed cuando me ofreciste tu preciado manjar dorado, algo que es un vínculo muy especial porque viene de ti para mí y porque deja una marca invisible pero imborrable en tu propiedad.
- me hiciste ver que soy quien soy porque tú existes y que solo seré capaz de sentir como deseo cuando el poder se apodera de mí, sin yo permitirlo, sin yo ni tan siquiera planteármelo.
La verdad es que no encuentro palabras para expresar todo lo que fui capaz de sentir, de vivir, quizás así tiene que ser.
Quería contar una cita llena de sensaciones y vivencias y mi piel solo me ha dejado pronunciar algunas palabras, efectivamente, así tiene que ser.