Una chica simpática y algo rellenita.

Sus primeras experiencias con una pareja madura.

Este relato lo he puesto en esta categoria porque tratamos a la joven Ambar como si fuese una sobrina nuestra.

Capítulo 1 : Encuentro cona Ámbar

Me siento muy afortunado cuando descubro que alguna mujer me observa, quizás con curiosidad o quizás con un tenue anhelo. He sido agraciado con un físico agradable y atractivo, que me esfuerzo en mantenerlo en buena forma. Soy alto, de complexión media y aspecto varonil.

A pesar de que entro en la categoría de hombre maduro, más allá de los cuarenta, trato de conservarme bien, vistiendo ropas modernas, con un corte de pelo adecuado y sobre todo estando al día de todo lo que me rodea.

Mi éxito con las mujeres es relativo. Conocí a mi esposa siendo muy jóvenes y desde entonces estamos juntos, felizmente juntos. Me he relacionado con muchas mujeres y siempre procure ser correcto y educado, muchas trataron de seducirme, algunas lo consiguieron. Se lo confesé siempre a mi esposa y ella me perdonó, admitiendo que soy suyo pero que una canita al aire de vez en cuando refuerza nuestra relación.

Últimamente le he comentado que por razón de mi trabajo tengo bastante relación con mujeres jóvenes a las que sorprendo algunas veces fantaseando con un hombre maduro como yo. Cuando se sienten descubiertas en medio de su ensoñación, lejos de disimularlo se hacen fuertes y pasan a la acción, conocedoras de su poder y que yo me debo a las reglas sociales que nos tenemos impuestas.

Mi esposa me consuela muy bien, en ocasiones me deja entrever que podríamos darnos un “regalito” que satisfaga nuestros deseos. Habitualmente terminamos haciendo el amor con el mismo ímpetu y ganas que cuando teníamos veinte años menos; se mantiene así un frágil equilibrio que nos satisface a ambos.

Ayer estábamos en unos grandes almacenes comprando ropa cuando sucedió lo que te cuento a continuación.

Yo andaba distraído dando vueltas por entre los expositores haciendo tiempo mientras Luciana se probaba algunas prendas que había elegido.

- “…es que mi amiga es muy ancha de caderas”, dice una jovencita dirigiéndose a la vendedora que las atiende justo a un perchero donde cuelgan muchos vestidos de la nueva temporada.

- “No digas tonterías…estoy demasiado rellenita y con este culo no hay nada que me siente bien”, dice otra con un cierto desánimo.

Enseguida me doy la vuelta picado por la curiosidad por estos comentarios de las chicas que he oído. No puedo estar en mayor desacuerdo con la que se queja de su trasero. He de decir que es prominente, que tiene unas caderas anchas y que las piernas son macizas. Quizás no se corresponden con el tipo estándar que utiliza la publicidad, pero a mis ojos responde a un nivel hermosura difícil de igualar.

Mientras ellas ojean entre la amplia variedad de prendas tengo tiempo para observarlas detenidamente. Una es delgadita, pelo castaño claro, liso y a la altura de los hombros. La otra es una mujer con mayúsculas, tiene una bonita mata de pelo negro azabache, muy ondulado rodeando una cara de dulces líneas con una boca carnosa muy apetecible.

Se han dado cuenta que con disimulo las observaba, lo han comentado entre ellas y me han dedicado sendas sonrisas que yo he agradecido. Estoy seguro que un madurito como yo se haya interesado por ellas no les ha desagradado en absoluto.

Creo que yo podría encuadrar bien en alguna de esas fantasías que tienen las jovencitas para tener una aventurita con un hombre que las trate como princesas y a la vez las haga explotar de placer. A mi me gusta mucho verlas revolotear, sonreír y juguetear como el ratón y el gato conmigo.

Se deciden por un par de vestidos y se van hacia el probador. Yo también me acerco hacia allá a ver si mi esposa ya ha terminado. Sigue con la cortina cerrada y supongo que todavía se lo está pensando.

No sé si por descuido o intencionadamente la cortina del probador de las chicas no esta totalmente corrida, y al pasar delante puedo ver a la mas rellenita en bragas y sujetador. ¡Uhmmm! es deliciosamente exuberante… no entiendo porque se queja de su aspecto…yo la encuentro riquísima.

Tiene una par de meloncitos que deben ser de azúcar, y el conjunto de sus nalgas y sus piernas es sobresaliente. Lleva unas braguitas blancas de hilo que tapan solamente lo justo, por lo que puedo ver que todo está perfecto y en su sitio.

Cuando mas entusiasmado estoy disfrutando de la vista que tengo delante, la chica levanta la cabeza y clava sus ojos en los míos.  ¡Me ha pillado haciendo de mirón!. A pesar de ello, me dedica una sonrisa llena de picardía y un excitante movimiento de caderas. Es el trofeo que un cuarentón puede alcanzar con una chica de veinte, lozana y hermosa.

Las dos sueltan unas risitas de complicidad disfrutando del juego. Ufff, estas chicas de hoy en día son maravillosas, saben que tienen el poder y no dejar pasar ocasión para ejercerlo sobre nosotros.

Minutos mas tarde, mi esposa y las dos chicas coinciden en la salida del probador. Luciana parece satisfecha con la prueba y seguro que termina comprando varias prendas. Lo contrario se sucede a la chica rellenita, no le ha gustado el resultado de la prueba y sale refunfuñando pues no es su día.

Como las mujeres son así, sin conocerse, mi esposa le pregunta. La chica le explica y tras pocas frases mi esposa le ofrece un vestido que ya no se pone pues le quedo pequeño.

Si, mi mujer tiene una talla mas que la chica, y no por eso se siente nada mal. Ella sabe que a mi me encantan sus curvas, su piel de porcelana, su carita redondeada y su melena oscura. Cuando la conocí tenia mas o menos el tipo de la chica, me encantó sus cuerpo lleno de curvas y sobre todo el sonido de su risa y su conversación alegre.

Las tres se ponen a hablar entre sí, y pronto encuentran motivo para la carcajada. De vez en cuando me miran, yo me mantengo a una cierta distancia pues mejor no acercarse en esas circunstancias. Las chicas me miran de vez en cuando como preguntándose que me puede inclinar a estar con una mujer tan rellenita siendo yo un hombre muy atractivo, con posibilidades de tener una mujer más “estilizada”.

De momento no pueden imaginar que el afortunado en nuestra pareja soy yo. Mi esposa esta hecha de mil sabores, sus manos saben encontrar cada punto sensible de mi cuerpo, y cuando la poseo se abre a mi y me riega con sus jugos. Hacer el amor es una delicia que muchas bellas mujeres no pueden ni soñar a pesar de sus cuerpos de revista.

- “Tony, le voy a regalar a esta chica tan simpática alguno de los vestidos que ya no me pongo”,”a ella le sentaran genial”. “Tu, ¿qué crees? ¿estará guapa?”, me dice cogiendo a la chica de la mano para acercarla hasta donde yo estaba.

- “Claro que si…tiene una figura igual que la que tenías cuando te conocí”, “será un verdadero placer volver a ver como alguien los luce de nuevo”, le respondo alegre por la decisión que ha tomado.

- “Bien…vamos a pagar lo que me he comprado y vamos a casa a por los vestidos”, dice ella muy resolutiva, arrastrando a ambas chicas tras de sí.

Avanzando por los pasillos tras de ellas tengo la suerte de mirar como las caderas y las nalgas de la chica se mueven acompasadamente a cada paso. Ufff, que culazo….cómo me gustaría probarlo…y gozarlo como aquellas primeras veces con mi esposa.

Capítulo 2 :Seduciendo a Ámbar

Me encanta la facilidad que tiene mi pareja para iniciar conversaciones con personas desconocidas en cualquier ocasión y lugar. Al salir del probador ha coincidido con las dos chicas y como si fuese la cosa más natural del mundo se ha puesto a charlar con ellas e intercambiar opiniones sobre la moda y las ropas que se han probado.

Enseguida se ha dado cuenta que la chica más rellenita tiene un tipo muy parecido al suyo y que le podría ir bien alguno de los vestidos que ha desechado pues ya no le quedan tan bien como antes.

- “Toni, le voy a regalar a esta chica tan mona alguno de mis vestidos…ya no me los pongo…están como nuevos y ella los va a lucir mucho…tiene un tipo adecuado,  le irán como hechos a la medida”, me dice tomándola de la mano en muestra de cercanía.

- “por supuesto…será muy bonito que los puedas sacar del armario y darles un nuevo destino…y si es para hacer feliz a alguien mucho mejor”, le digo dedicándole una amplia sonrisa a ambas.

Salimos de los agrandes almacenes, su amiga se despide alegando que tiene cosas que hacer, mi pareja y la chica, siguen con su particular acercamiento.

Conduzco con cuidado pero con celeridad, pues tengo muchas ganas de llegar a casa lo antes posible. En los asientos traseros conversan animadamente mi esposa Carmen y su nueva amiga Ámbar. Hay momentos en que me siento como si sólo fuera su chofe, pero no me importa estar en segundo plano.

Tengo puesta la música con un volumen muy bajo a ver si puedo pescar algo de la conversación, pues aunque utilizan un tono normal, al hablar tan rápido e interrumpirse entre ellas continuamente me cuesta seguir el hilo.

- “¿…y que estudias? Con esta carita de ángel debe ser algo bonito, altruista…es lo que te pega más”, dice Carmen

- “Quizás medicina, enfermería…biología…ecología”, insiste

- “No, nooo …nada de eso…Ingeniería civil”, dice Ámbar con cierto orgullo a sabiendas que la va a sorprender.

- “No lo habría dicho nunca….mira…parecido a Toni, os tendríais que entender bien”, dice con cierta ironía pues está claro que con quien se entiende a la perfección es con ella que ejerce de profesora de secundaria en un instituto.

Las dos se ríen muy frecuentemente, lo que demuestra su gran sintonía. Me siento un poco desplazado y tengo sana envidia por su gran capacidad de establecer relaciones amigables tan rápidamente.

Al llegar a nuestra casa, situada en una zona tranquila, y mientras esperamos que se abra la verja automática, escucho los comentarios de Ámbar. Detengo el vehículo en el pequeño jardín y las dos saltan del auto encaminándose rápido hacia la casa.

A continuación me dirijo hacia el garaje ansioso por reunirme con ellas, no quiero perderme ni un solo minuto de su compañía.

Esta tarde Carmen y yo nos hemos dejado caer por una mega tienda de ropa. Allí hemos coincidido con Ámbar y su amiga, enseguida han congeniado y se ha presentado una oportunidad única de realizar una de nuestras fantasías preferidas.

Queremos  hacer participar en nuestros juegos amorosos una chica hermosa, alegre y que sienta curiosidad por descubrir junto a una pareja madura las delicias del cuerpo. Ámbar es la chica ideal, un cuerpo voluptuoso, de hermosas curvas, una cara preciosa, de nariz algo respingona y unos labios muy bien dibujados. Me gusta su pelo, sus ojos color café con sus simpáticas gafas de nena estudiosa.

Lleva puesta una camiseta muy amplia, como si quieres disimular su voluptuoso pecho debajo de ella, no tengo ninguna duda que deben ser dos meloncitos llenos de rica miel con los que me pasaría horas chupeteándolos hasta poner bien duros sus pezones.

Para nosotros también será nuestra primera vez, esto nos llena de emoción, la excitación es máxima y deseamos que los tres disfrutemos al máximo de la experiencia. Carmen está poniendo especial cuidado para que nuestra invitada se sienta cómoda y muy estimulada.

Enseguida he visto que Ámbar reunía todos los requisitos, y Carmen se ha lanzado a por ella. Ámbar es una chica de unos veinte años, 1,60 m de altura, ligeramente regordeta y con una cara redondeada llena de candor. Es muy guapa, con rasgos muy sensuales, ojos oscuros y pelo largo y lacio.

Cualquiera que la observe diría que es una mujer discreta en el cuerpo de una muñeca grande, llena de inocencia y un gran potencial de sensualidad.

Carmen tiene un buen tipo, pese a que pasa de los cuarenta mantiene un cuerpo en buena forma. Tiene unas piernas muy bien torneadas, el culo generoso, bien dibujado y prieto, sobre el que me gusta cabalgar y darle sonoros empujones mientras hacemos el amor. Sus tetas son también generosas, con un porte y posición envidiable.

Viéndola nadie diría que hace unos pocos años sufrió sobrepeso debido a una enfermedad con la tiroides. Por suerte, la supero completamente y ahora tiene un cuerpazo que me admira y ella cuida a tope.

Hace algún tiempo que decidimos correr una aventura y lo que más nos atrajo fue hacer un trio con una mujer hermosa y sensual es precisamente el tipo de Ámbar.

Después de reconocer que las firmas comerciales no dedican muchos esfuerzos por mantener un catálogo de vestidos bonitos para esas tallas un poco más grandes, la oferta de recibir alguno de modista y gratis suele caer bien.

Desconcierta el alto nivel de complicidad entre ellas, desconozco de que han hablado, las confidencias que han compartido, y lo que hayan podido tramar este ellas. He pasado de ser el rey de la casa a un supuesto “rival a dominar” por un dúo que se presenta muy conjuntada y organizada para su objetivo.

Veo que Ámbar ha aceptado lo que le haya propuesto Carmen , ambas disfrutan de una sintonía extraordinaria.

Entro en el salón y me sirvo una copa. Ellas dos deben estar en una habitación probándose los vestidos que hay arrinconados en un armario.

Vienen muy contentas hasta mi para lucir su vestido. Carmen lleva un vestido negro  muy ceñido que le dibuja perfectamente su cuerpo. Zapatos de aguja muy altos y un collar de perlas. Está sublime. Es elegancia pura logrando que me sienta muy complacido y orgulloso de que sea mi pareja.

Ámbar lleva un vestido veraniego, blanco con estampados pequeños azules, sin mangas que se cruza a la altura del pecho, se ajusta en la cintura, y la falda con mucho vuelo termina por encima de la rodilla.

Su pecho voluptuoso se contiene con dificultad dentro del vestido, mientras que sus piernas lucen dando indicios que más arriba debe tener unas nalgas estupendas.

Mi esposa se coloca detrás de Ámbar, la coge por la cadera y la fuerza a que realice unos movimientos lentos y sensuales. A medida que la chica se va desinhibiendo va soltando la cadera y los movimientos se hacen amplios y seductores.

- “has visto lo bien que le sienta el vestido y lo lindo que se mueve nuestra dulce ingeniera”

- “Es una preciosidad…eres tú misma con veinte años menos…que ricas estais las dos”, les digo a sabiendas que puede estallar una tormenta.

Me incorporo de un salto, tomo a mi pareja por la cintura y le robo un beso para mostrarle mi rendición ante su magnífica imagen. A continuación, tomo a Ámbar e improviso unos pocos pasos de baile ante su sorpresa y complacencia.

- “¡Que sorpresa tan maravillosa!, las dos estáis perfectas, que vista tan deliciosa”, exclamo tras observarlas de arriba abajo varias veces incrédulo de lo que veo.

Carmen se me acerca y me da un beso muy complacida por mi reacción. Ámbar, tímidamente, sigue el ejemplo y también me da un beso en la mejilla.

- “Carmen tú estás maravillosa, pero tengo que decir que Ámbar me ha hecho recordarte como eras hace unos años, me ha dado un vuelco el corazón al ver de nuevo ese vestido”, les digo con los ojos como platos y un hilo de temblor en la voz.

- “Ya te lo había dicho. Te sienta estupendamente y es una pena que siga ni un día más en el armario”, le dice Carmen  a Ámbar con todo el ardor posible.

Ámbar se siente un poco abrumada pero no duda en dar unos pasos y girar el torso a un lado y a otro varias veces para mejor lucimiento de su cuerpo enfundado en su vestido.

Doy un pequeño manotazo a la falda para levantarla y poner sus nalgas al descubierto. Ella se vuelve rápido fingiendo un cierto enfado, a lo que los tres respondemos con varias carcajadas.

- “Me has recordado tanto a Carmen, que no me he podido contener. Se lo hacía a ella, no le gustaba mucho, pero a mí me ponía a cien. Ese vestido es sensacional, no sabes dónde mirar, al escote o a la faldilla vaporosa.

Carmen y Ámbar me perdonan la licencia, me dan otro beso cada una y se van muy contentas a quizás probarse otro de los vestidos que quedan guardados en el armario.

Antes de retirarse, mi esposa aconseja a Ámbar que llame por teléfono a su familia avisando que llegará tarde y no la esperen para cenar.

- “Hola Mami… que estoy en casa de Nuria… si , si… ha vuelto a discutir con su novio y está deprimida… si, si ya lo sé… perdona pero me quedo con ella para hacerle compañía…un besote…si, si… yo también te quiero… muach”, y termina la llamada.

Con total tranquilidad las veo desparecer por el pasillo. Tomo un sorbo de la bebida que me había preparado, respiro hondo y tomo conciencia de que me he puesto muy cachondo viendo a mi mujer tan elegante, a Ámbar que es un bomboncito, y tratando de imaginar lo que puede venir a continuación.

Deverano.