Una chica simpática y algo rellenita (3)

Jugueteando con nuestra joven acompañante.

Anteriormente.

Después de disfrutar de la imagen de mi esposa y de la chica, poniéndose y quitándose ropa para ver la que mejor les sienta, me dejo llevar y las contemplo jugueteando entre sí. Mi esposa le indica como quiere que le coma su chochito jugoso. Yo me pongo detrás de Ámber, que está colocada en cuatro entre las piernas de mi esposa y  bombeo con determinación.

Sorprendida por tantas emociones fuertes y placenteras, la chica no puede aguantar más y se corre como una bendita. Justo después, se pone triste porque cree que nos ha fallado y nos ha dejado a medias… que equivocada está… la fiesta sólo acaba de empezar.

Capítulo 5 : Jugueteando con Ámbar

Mi esposa contempla con ternura como Ámbar descansa y se recupera de su apoteósico e inesperado orgasmo. Acto seguido comprueba que mi erección permanece intacta, por lo que decide tomar la iniciativa para complacernos también nosotros.

Carmen se echa sobre la cama , se toca un poco la entrepierna y me llama, ha llegado el momento en el que yo participe de la fiesta. Carmen tiene un cuerpo  poderoso, lleno de curvas, tal como está ahora expuesto es un reclamo ineludible que estoy deseando disfrutar.

Echada sobre la espalda, las piernas ligeramente arqueadas y suficientemente abiertas para ofrecerme su entrepierna, con un coño rasurado y carnoso no se puede perdonar. Ella sabe que me encanta ver como se toca, como prepara su vulva hasta ponerla bien jugosa para mi.

Me pongo encima, con la típica postura del misionero, se la clavo hasta que mis bolas chocan con sus generosos muslos, apoyo bien las manos manteniendo los brazos extendidos para que no tenga que soportar mi peso. Empiezo a dar ricos empujones para meterla una y otra vez en su rico y húmedo coño.

Ámber nos observa, con curiosidad, con ganas de participar, quizás pensando que ella también podrá gozar después de estos empujones que tan a gusto le estoy dando a Carmen. Quiere disfrutar la fiesta, se coloca a mi lado, me toca el culo, me acaricia los huevos y pone la mano entre mi cuerpo y el de Carmen.

El coño de Carmen se ha humedecido, está ablandado, jugoso, y está muy… muy sensible. Es el momento de mostrárselo a Ámbar, así sabrá cómo se debe poner un coño tras estimularlo bien. Es tan hermoso y apetitoso que resulta ser una golosina para alguien como yo, goloso y que aprecia estas cosas.

Lo contempla extasiada, nunca pensó que le excitaría tanto ver el coño de otra mujer con esas condiciones. Siente deseos de acapararlo, de apoderarse de él para acariciarlo y compartir las ricas sensaciones que imagina está experimentando.

Tímidamente alarga la mano y la acerca hasta tocar los muslos de mi esposa. Luego muy poco a poco se atreve a poner su mano junto a la raja, hasta que finalmente pasa las yemas a lo largos de los labios compartiendo su tacto sedoso y su humedad.

Carmen levanta la cabeza para descubrir quien la acaricia de esa forma tan delicada y la descubre boquiabierta contemplado su sexo abierto de par en par. Se incorpora sobre la cama, se pone de rodillas frente Ámbar.

Las dos hermosas mujeres se detienen un instante para contemplarse mutuamente, se agradan, se desean y se miran antes de intercambiar leves caricias. Ámber empieza por tocar el pelo de mi pareja, luego el rostro, el cuello y va bajando por el hombro hasta el antebrazo.

Carmen es mucho más atrevida y va directamente a acariciarle los pechos, rellenos, redondeados y turgentes. Juega con los pezones que ya son como un garbancito rodeados por una amplia aureola de color marrón teja.

Se tantean, se miran con complicidad, se desean y se reprimen, hasta que no pueden contener sus manos. Una a la otra, se  buscan las zonas más sensibles; ellas ya conocen las debilidades propias es fácil encontrar las de la otra. Se acarician tanto los pechos, como la entrepierna, se dan besos, es una imagen delicada, deliciosamente morbosa.

Sin duda lo están disfrutando mucho, y en este momento no me necesitan. Me mantengo al margen, las dejo que se descubran y gocen de sus cuerpos. Cuanto mejor lo pasen juntas de mejor humor estarán conmigo. Además, la escena en si me encanta…descubro que soy un mirón y que ver a mi pareja jugueteando con una jovencita tan rica con Ámber me excita muchísimo.

Poco a poco la expresión de sus caras va cambiando; se nota que la excitación va en aumento, jadean, ondulan sus cuerpos, sus brazos se entrecruzan y en ocasiones se funden en apasionados besos.

Carmen abre la boca para suspirar profundamente, se muerde los labios, gime y dice cosas sobre su sexo…

- “¿Te gusta mi coño? Es mucho más rellenito que el tuyo…pero es tan sensible…tan agradecido…¿quieres acariciarlo?”, le dice poniendo la pierna de manera que lo pueda ver bien.

- “Es hermoso, yo creía que un coño no podía ser bonito, pero ahora veo que estaba equivocada, con solo verlo dan ganas de acariciarlo, de lamerlo…”, dice Ámbar con entusiasmo.

- “…y además esta rico y huele a mujer”, apostilla Carmen. “Estoy deseando probar como sabe el tuyo”, le dice sabiendo que eso le va a causar un grato impacto.

Mientras intercambian estas palabras, se acarician los cuerpos con una enorme sensualidad. Yo veo la escena y me siento bien, excitado, satisfecho de tener una mujer así y con la expectativa de paladear el rico bocado que supone tener a Ámbar.

Mojadas las dos se enfrentan, juegan con sus cuerpos, se descubren mutuamente, hacen sentir nuevas sensaciones, se tocan, se halagan, ya son amigas y se aprecian mucho.

Carmen toma la iniciativa, hace que nuestra amiga se eche sobre la cama bocarriba, recostando cómodamente la cabeza sobre la almohada. Cuando ya la tiene en la posición que desea, se pone de rodillas, a horcajadas sobre su cabeza de manera que su jugoso sexo queda justo al alcance de la lengua de Ámber.

- “cómeme el coño… lo estoy deseando…me muero por sentir tu lengua sobre mis labios”, le dice como si fuese una cuestión de vida o muerte.

- “Uhmmm, si,siiii, es lo que más deseo”, le responde la chica.

A continuación se hace el silencio, solo interrumpido por los hondos gemidos de mi esposa al sentir que le están comiendo su coño con una dulzura no acostumbrada.

Las veo en esta postura  y se me hace la boca agua. Las lamidas que recibe deben ser tan intensas que debe apoyar una mano al frente, sobre la pared para mantener el equilibrio. No me puedo contener más, me la cojo con firmeza para a continuación darme unos meneos bien intensos castigando el glande con un apretón infernal.

El cuerpo de Ámber está bocarriba, totalmente expuesto a mí, sin protección ni cuidado, no me puede ver y sus manos están ocupadas agarrando por la cintura y la pierna a Carmen. Es mi oportunidad de acariciar el cuerpo de la jovencita mientras me pajeo con intensidad.

Así lo hago, le paso la mano por el vientre, las caderas, los muslos y la entrepierna. Al tocarle el chochito me mojo los dedos y siento un deseo irrefrenable de acariciar esos labios tan jugosos. Pongo mi mano encima mientras me sigo dando meneos con la otra.

Mis dedos medio y anular se hunden entre sus labios mayores, mojándose por completo por lo que el movimiento de abajo a arriba se hace muy fácil. Le acaricio suave pero de forma insistente. La respuesta es muy alentadora, Ámbar recoge una poco las piernas lo que le permite separarlas bastante mas.

Repito mis caricias pero esta vez con total visión sobre su coño que aparece brillante, jugoso y rosado en el interior. Se lo toco sabiendo que ella no puede oponer ninguna resistencia al estar atrapada entre las piernas de Carmen y con la lengua ocupada en darle las mejores lamidas.

Es una oportunidad imposible de desaprovechar, puedo comer un coño lindo, cuidado, casi inexplorado que se presenta a mí con grandes deseos de ser comido por una boca experta como la mía.

Yo le como el coño a mi mujer con frecuencia, sé que le encanta y me he convertido en un pequeño especialista. Se que para hacer una buena comida hay que tomarse el tiempo necesario, adoptar una postura cómoda y dejar que su cuerpo me vaya diciendo como proceder, donde insistir, que ritmo seguir.

Me gusta pasar la lengua plana y blanda, de abajo a arriba, terminando sobre el clítoris. Repetir una y otra vez, disfrutando de la texturas de sus labios, de su sabor y de su calor. Es como pasar la lengua por un cucurucho de helado de múltiples sabores que no se acaba nunca, y que con cada pasada de la lengua sientes todos los sabores y olores de una fruta madura.

Cuando ya está lo suficientemente excitada, le abro los labios y le paso la lengua sobre la entrada de la vagina, eso es delicioso y casi siempre me regala unas gotas de sus jugos que me indican que lo estoy haciendo bien.

Llegado a este punto, me acerco a su clítoris, que suele estar bien prominente a estas alturas, lo lamo, lo atrapo entre los labios y le doy unos chupetoncitos. Algunas veces delicados, otras más intensos, pero siempre oyendo lo que ella me dice, y cómo reacciona su cuerpo.

Si se pone demasiado tensa, aflojo y de doy varias lamidas con la lengua muy melosa; si veo que su cuerpo ya me espera, entonces se lo chupo con más ganas para hacer que se estremezca.

Todo esto es lo que le hago a Ámber con el aliciente adicional que su coño es extremadamente delicado y sensible, casi virgen. No la conozco apenas por lo que debo estar todavía más atento a los cambios en susgemidos y en sus contracciones para sincronizarme con ella a la perfección.

- “Cariño…lo estás haciendo muy bien…nuestra querida Ámber lleva un rato con los ojos en blanco”, me dice Carmen volviéndose hacia mi sin dejar que su coño se separe de la boca que la está comiendo.

Al oír el comentario de mi esposa, Ámber se da por aludida separando las rodillas más si cabe y dejando las piernas suspendidas en el aire para adoptar un postura en la que mi lengua la pueda penetrar al máximo.

Sigo con mi comida de coño, como si me fuera la vida en ello, retiro la cara le doy una palmaditas sobre la raja, unos cuantos meneos con la yema de los dedos sobre su perlita y vuelta a las lamidas de mi lengua para no darle la más mínima tregua ni descanso.

- “Antonio… apresúrate…me voy a correr ya… dale…dale, si lo conseguimos tener las dos juntas será espectacular”, dice Carmen moviendo sus daderas adelante y atrás de forma casi convulsiva para frotarse con la boca de nuestra amiga.

Yo sigo sus indicaciones repitiendo las mismas caricias que hasta entonces pero de forma acelerada y cada vez más intensamente.

Mi esposa se echa hacia atrás para separar su sexo de la boca que lo ha hecho fundirse, tiene un enorme orgasmo y sus flujos chorrean mansamente para caer en la boca y cara de Ámber que todavía está debajo.

Viendo que no me puedo retrasar retiro la boca, pongo mis dedos dentro de la raja y le doy unos últimos frotes, meto y saco varias veces, y doblo dos dedos para dar unos tironcitos de dentro hacia fuera. Mi querida Ámber no lo puede detener, se deja ir y se corre mojándome la mano. Instintivamente cierra las piernas y mantiene mi mano entre ellas con los dos dedos dentro de su vagina.

¡Uhmmm que sensación! ¡es una maravilla!

Deverano.