Una chica para Rafa

Sara se paseaba por delante del jurado, con su corta falda y su insinuante escote, mientras hacía su alegato. Mario la observaba...

UNA CHICA PARA RAFA.

Sara paseaba por delante del jurado, con su corta falda y su insinuante escote, mientras hacía su alegato. Mario, sentado en los bancos del público la observaba. En realidad, nunca se había fijado en ninguna chica, pero aquella era especial, seguro que a Rafa le gustaría, pensó. Rafa y él ya llevaban un año viviendo juntos y quería hacerle un buen regalo, para celebrarlo. Sabía que le había costado mucho renunciar a su atracción hacía las chicas para serle fiel a él durante los últimos tres años y más aquel último año que habían vivido juntos. Así que pensó que el mejor regalo, era aquel, una chica, rubia, guapa, de intensos ojos verdes, y un cuerpo de quitar el hipo.

Mario terminó de escribir los datos para la crónica que luego debía enviar al periódico judicial y esperó a que el juez diera por terminada la sesión, ya que sólo quedaban unos minutos para terminar la jornada. Sara terminó de hablar y efectivamente, en ese momento el juez dio por terminada la sesión. El público se levantó, Sara recogió sus papeles mientras la gente salía de la sala, Mario, también recogió su libreta y la guardó en su cartera, luego esperó de pie junto al banco en que había estado sentado a que la abogada saliera. Cuando Sara pasó por su lado, Mario se acercó a ella y le dijo:

Buenos días, soy Mario del diario judicial, Juzgado 30. ¿Puedo invitarla a tomar algo?

Si quiere que le cuente algo sobre este juicio va a tener que esperar hasta que se dicte sentencia – le dijo Sara seria e impertérrita.

No, no es por el juicio, es que me he fijado en ti y tengo un amigo al que le encantaría conocerte.

Lo siento, pero no suelo quedar con desconocidos – añadió un poco más relajada.

Entonces, tomemos un café – propuso Mario.

Sara, lo miró de arriba abajo, era alto, moreno, de ojos negros y guapo.

Esta bien – aceptó la muchacha venciendo sus reticencias.

Se dirigieron a la cafetería del juzgado y ambos pidieron un cortado. Empezaron a hablar y

Me llamo Mario – se presentó él.

Yo soy Sara.

¿Estás casada? – le preguntó.

Veo que va en serio eso de tu amigo ¿no? – objetó ella.

Entonces Mario empezó a hablarle de Rafa, de lo guapo que era, de su simpatía, etc.

Poco a poco Mario consiguió ganarse la confianza de Sara y durante los siguientes días, cada día al terminar el juicio quedaba para tomar un café, hablaban de Rafa y se despedían para quedar al día siguiente. Hasta que un día Sara le preguntó a Mario.

¿Cuándo me vas a presentar a Rafa?

Si quieres podemos ir a buscarle a su trabajo ahora mismo y comer con él. Sólo tengo que hacerle una llamada.

Vale – aceptó divertida Sara

Mario sacó su móvil de la cartera, marcó el número y dijo:

¡Hola! Llamaba para invitarte a comer, quiero presentarte a una amiga.

.....

Pues quedamos en media hora en "El jardín de Eros"

....

Hasta ahora – colgó y le dijo a Sara- he quedado con él en media hora.

Vale.

A las dos estaban en el restaurante, esperando que Rafa apareciera. Cuando lo vió entrar, Mario se puso en pie, y Sara también.

¡Hola! – se saludaron los chicos.

Mira, está es Sara, y este es Rafa. – los presentó Mario.

Rafa y Sara se miraron fijamente y después se dieron la mano y un beso en cada mejilla. Mario enseguida se dio cuenta que entre ellos había saltado la chispa y que había dado en el clavo, era la chica perfecta.

Durante la comida estuvieron hablando los tres de sus cosas y de sus respectivos trabajos, Rafa trabajaba en una empresa de informática como programador. Tras la comida Mario y Rafa se fueron juntos hacía su casa.

¿Para que me la has presentado? ¿Es que te has cambiado de acera, ahora? – le preguntó Rafa a Mario medio en broma.

No, es que pensé que te gustaría. Llevas tres años intentando no fijarte en ninguna chica y sé que es duro para ti. Sé que me quieres, pero que las mujeres siguen atrayéndote igual que los hombres, pero yo no puedo darte lo que puede darte cualquiera de ellas y cuando la conocí pensé que te gustaría.

¿Qué me gustaría para qué? – preguntó Rafa extrañado.

Pues para follártela, claro. Llevas tres años sin hacerlo con una mujer.

Tú estás loco, Mario. Sabes que te quiero y que contigo tengo suficiente, me das todo lo que necesito.

Pero sigues deseando hacerlo con una mujer, lo noto cuando las miras, no puedes olvidar tu tendencia bisexual. Y creo que Sara es la adecuada, es guapa y rubia, como a ti te gustan. Y no me digas que no te atrae.

Si, es guapa. Pero...

Ni pero, ni nada. Quiero que lo hagas con ella y quiero verlo.

¿Qué? ¿Tú estás loco? ¿Y cómo la convencemos?

No te preocupes, déjalo todo en mis manos.

Rafa no acababa de estar seguro de aquello, pero la idea le atraía mucho. Hacer el amor con una mujer, después de tres años, con Mario observándolos, era perfecto.

Esta bien – aceptó.

Mario lo planeó todo concienzudamente, y dos semanas más tarde invitaron a Sara a cenar el sábado.

Sara estaba nerviosa aquella tarde, intuía que iba a pasar algo maravilloso. Subió en el ascensor hasta el tercer piso, llamó al timbre y tras unos segundos Mario le abrió la puerta.

¡Hola, os he traído un poco de vino para la cena! – lo saludó nerviosa y temblando como una hoja movida por el viento.

Pasa, preciosa.

Ambos entraron hasta el comedor, donde los esperaba Rafa. Sara se acercó a este y lo saludó con un par de besos.

¿Quieres tomar algo? – le preguntó Rafa.

Una cola – respondió.

Siéntate – le ofreció Mario indicándole el sofá.

Sara se sentó. Rafa se dirigió a la cocina y Mario se sentó junto a Sara.

¿Te gusta Rafa, verdad? – le preguntó Mario a Sara.

Si, es guapo.

Y hoy se ha puesto guapo para ti, tú también le gustas.

Sara no osó decir nada más, enseguida apareció Rafa con una bandeja donde llevaba tres vasos, una cola, y dos cervezas. Sirvió la cola en uno de los vasos y se la pasó a Sara, mientras Mario cogía su vaso y su cerveza. Rafa se sentó junto a Sara y cogió el vaso que quedaba y se sirvió la cerveza. Los tres estaban muy nerviosos, y se quedaron callados un rato. Hasta que Mario, incomodo, rompió el silencio preguntándole a Sara:

¿Cómo te ha ido el día?

Bien, he estado trabajando un poco y luego he ido a comprar. – respondió ella.

Espero que te guste la cena – dijo Rafa – he hecho salmón.

Me encanta el pescado – añadió Sara.

Si tienes hambre podemos empezar a cenar – propuso Mario.

Enseguida los cuatro se levantaron del sofá y se dirigieron a la mesa. Rafa, separó una silla y se la ofreció a Sara, está se sentó dándole las gracias. Luego se sentaron ellos, cada uno a un lado. Durante toda la cena, Rafa no dejó de mirar a Sara de forma sugerente. Mario no paró de hablar, estaba muy nervioso. Cuando terminaron de cenar, se sentaron otra vez en el sofá, Mario puso un CD en la minicadena, era David Bisbal que cantaba "Dígale". Rafa se puso en pie y dirigiéndose a Sara le pidió:

¿Quieres bailar?

Sara se puso en pie y dijo:

Encantada.

Rafa pasó un brazo por la espalda de Sara y le tendió el otro para que pusiera su mano, empezaron a bailar, mientras Mario los miraba.

Pobre Mario... – dijo Sara y antes de que pudiera terminar la frase este le cortó diciendo:

No te preocupes por mí, me encanta mirar.

Mientras Rafa y Sara bailaban, Mario los miraba y haciendo señas azuzaba a Rafa para que abrazara a la chica y la besara. Rafa nervioso, abrazó a Sara, ella se dejó abrazar, luego la besó en el cuello, entonces ella se separó un poco de él recriminándole:

¡Rafa!

¡Oh, no te preocupes por mí! – los disculpó Mario – me encanta veros tan acaramelados.

Olvídate de él. – le susurró Rafa a Sara en el oído.

Sara siguió bailando con Rafa, intentando olvidar que Mario los observaba, así que cerró los ojos y se dejó llevar por la música. En pocos segundos estaba totalmente relajada, y al notarlo, Rafa bajó su mano derecha hasta el culo de la muchacha y lo apretó. Mario le guiñó en ojo en señal de aprobación y entonces Rafa empezó a besar a Sara en el cuello. Sara se dejó hacer, mientras Mario los observaba. En pocos minutos las pareja estaba besándose apasionadamente. Sara estaba nerviosa, le era difícil olvidar que Mario los miraba, pero al mismo tiempo también le excitaba pensar que eso era así. ¡Qué caray! , pensó la muchacha, al fin y al cabo había pensado mil veces que hacía el amor con un chico mientras alguien les observaba, así que si eso se hacía realidad, ¿qué más daba?, mejor, ¿no?. Por eso dejó que Rafa le desabrochara la cremallera del vestido y le quitara los tirantes, mientras le besaba el cuello tiernamente. Por eso, le desabrochó la camisa a Rafa y dejó su torso al descubierto empezando a acariciarlo despacio. Rafa dejó caer el vestido al suelo, dejándola sólo con las bragas. Mario los observaba mordiéndose el labio inferior. Sara sintió la mano de Rafa introducirse en sus bragas, descender hasta su sexo húmedo ya por el deseo y acariciar su clítoris erecto, una descarga eléctrica recorrió su cuerpo de arriba abajo. Dirigió su mano hacía los pantalones de Rafa y le bajó la cremallera, hurgó en su interior hasta alcanzar el sexo y lo apretó por encima del calzoncillo. Mario no podía dejar de observarlos e inexplicablemente se excitó al ver como la muchacha sacaba el sexo de Rafa totalmente erecto y comenzaba a acariciarlo. Rafa había introducido uno de sus dedos en la húmeda vagina de Sara y lo introducía y sacaba a su antojo con rápidos movimientos, mientras ella gemía excitada y se convulsionaba. Sara acercó sus labios al oído de Rafa y mirando a Mario fijamente a los ojos le susurró:

Te deseo, quiero tenerte dentro de mí.

Mario al oír aquello aún se excitó más. Pensar que su amado Rafa iba a follar con aquella muchachita delante de él, cada vez le excitaba más. También Rafa estaba excitado, por eso, se desabrochó el cinturón y el botón del pantalón y lo dejó caer al suelo, luego apartó las bragas de Sara a un lado, e introdujo otro dedo más. Sara gimió en señal de aprobación, Mario suspiró. Rafa cogió una de las sillas, la giró hacía Mario y se sentó en ella.

Vamos - le indicó.

Sara se quitó las bragas, se acercó a Rafa y guiando el erecto pene hacía su vagina descendió despacio, haciendo que el masculino sexo entrara en ella muy despacio. Rafa miró a Mario y le guiñó un ojo, Mario le devolvió el guiño, y Sara empezó a cabalgar sobre el erecto pene muy despacio. Rafa la miró fijamente a los ojos y ella también lo miró, se besaron y se abrazaron sintiendo sus cuerpos unidos. Las manos de Rafa atraparon los bamboleantes pechos de Sara y los amasaron, ella se detuvo un instante, acarició el torso de Rafa con su dedo índice, moviéndolo desde su hombro hasta su pecho, marcando un circulo alrededor de su pezón y descendiendo hasta sus abdominales donde describió un camino intrincado de curvas. Sara volvió a cabalgar sobre aquella erecta polla, sintiendo como entraba y salía de su ser, produciéndole un agradable cosquilleo en la entrepierna, Rafa excitado, la sujetaba por las caderas, se sentía completo de nuevo, al sentir el calor de aquella vagina alrededor de su sexo.

Miró a Mario y le envió un beso. Sara se giró hacía Mario, y le envió otro beso. Decidió ponerse en pie, haciendo que el instrumento saliera de su interior, se dio la vuelta, poniéndose de espaldas a Rafa, guió el erecto pene hacía su vagina y volvió a sentarse sobre él. Mario se excitó aún más ante aquella nueva perspectiva, ver como el sexo de su amado entraba y salía en el cuerpo de la muchacha, le causó una nueva sensación que nunca antes había sentido, y empezó a acariciarse el sexo. Sara observándole se excitó aún más, sus manos acariciaron sus senos, descendiendo luego por su vientre, hacía su sexo y con un dedo empezó a acariciarse el clítoris. Rafa dirigió sus manos hacía los senos de la chica y muy suavemente se puso a amasarlos. Mario en el sofá, había sacado su erecto sexo del refugio de sus pantalones, y se lo estaba masajeando con mimo. Sara estaba cada vez más excitada ante aquella escena y empezó a cabalgar sobre el erecto pene como si estuviera en una carrera de caballos, eso excitó mucho a Rafa, que comenzó a sentir como se hinchaba su pene al avecinarse el orgasmo. Ya sólo se respiraba placer en aquel comedor y los tres gemían excitados. En pocos segundos Sara alcanzó el clímax, seguida de Rafa y Mario fue el último en lograrlo. Cuando Sara y Rafa dejaron de convulsionarse, Rafa abrazó a la chica y Mario desde el sofá le dijo:

Gracias, Sara, ha sido maravilloso.

Gracias a vosotros por este maravilloso rato – agregó ella.

Rafa y Sara se levantaron y se acercaron a Mario, que también se puso en pie y se abrazaron los tres. Una nueva y diferente relación se había fraguado entre ellos.

Dedicado a Rinaldo de Pullese por darme la idea, gracias Rinaldo.

Erótika (Karenc) del grupo de Autores de TR.