Una Chica Normal 8 -rica enculada en la ducha #1

Es lunes, día laboral y no tengo ganas de levantarme. Quiero quedarme a dormir con mi novio que pasó la noche conmigo en mi depa. No tengo opción más que levantarme y darme un baño para alistarme a salir a mi empleo. Pero mi novio tiene otros planes y decide darme una mega enculada en la ducha.

Abrí los ojos y lo primero que ví fué a mi novio Fer dormido a un lado mío. La noche anterior habíamos comprado pizza y nos quedamos hasta tarde viendo Netflix así que se quedó a dormir conmigo en mi depa. Me encanta despertar acompañada de él. Puse la mano en el pecho de mi novio para luego bajarla por todo su abdomen jugando con mis dedos con su vello que empezaba en el pecho y hacia caminito hasta su entrepierna. Mi mano se apoderó de su erecta verga. Ese regalo que los hombres nos dan siempre al despertar, la erección mañanera.

¿Porqué los hombres amanecen con la verga parada? No sé, pero me gustaba agarrarla cada vez que Fernando despertaba a mi lado.

Deseaba jugar un poco más con su rica verga pero había que levantarnos. Era día laboral y aunque Fernando era el dueño/jefe de mi lugar de trabajo y podía yo darme el lujo de “tomarme un día de descanso”, no me gustaba abusar de ese privilegio.

Soltando su erecta verga me levanté despacio de la cama para inmediatamente toparme con mi gato que, acostado encima de mi pequeño buró de mi ropa, me miraba fijamente. Por lo regular siempre dormía a mis pies en la cama, pero cuando Fer se quedaba a dormir conmigo entonces el gato prefería quedarse encima del buró.

Nos quedamos mirando fijamente a los ojos uno al otro, como en una guerra a ver quien aguantaba más sin parpadear. Me dieron ganas de bostezar y lo hice pero sin abrir la boca. Mis ojos empezaron a lagrimear pero aún así seguí aguantando las ganas de parpadear. Seguía con mi mirada fija en mi gato loco y él hacía lo mismo conmigo. Calculo que pasaron 2 minutos cuando me fué imposible mantener la mirada y tuve que parpadear, y ya entonces mi gato cerró sus ojos y volteó su cabeza hacia otro lado, como si supiera que me había ganado. Juro que me pareció verlo sonreír.

Me levanté de la cama y me encaminé hacia el buró para acariciar a mi gato, y este al verme acercarme a él hábilmente saltó del buró y huyó corriendo hacia la sala. Hacía algo de calor y por lo mismo había dormido con mis tetas al aire sin brassier, y con solo una pequeña pantie. Así semidesnuda me encaminé hacía la sala tras de mi gato. Pasé mi mano hacia mi trasero y con un par de dedos tomé la tela de mi calzón y lo jalé hacia afuera pues sentía que lo traía metido en el culo.

Encontré a mi gato sentado en el sofá de la sala y de nuevo estiré mi mano para acariciarlo y de nuevo mi gato volvió a huir, esta vez hacia la cocina. ¿Que mierdas le pasaba? Hace unos días que le había dejado lamer mi culo mientras yo me masturbaba, y desde entonces el gato me evitaba y huía de mí cada vez que trataba de acariciarlo. Ya ni siquiera me hablaba el muy cabrón.

Lo único que me faltaba en mi vida, que un puto gato me friendzoneara, pensé para mí. Decidí ignorarlo también pues tenía que meterme a la ducha o se me haría tarde para el trabajo.

Regresé a la recamara y pasé de largo por la cama donde Fer todavía dormía para luego entrar al cuarto de baño. Prendí las llaves de la ducha y mientras esperaba que se templara el agua me quité mis calzones y me puse a examinarlos. Era un calzoncito “de niña”, de esos que me gusta usar, color blanco con dibujos de unicornios en color rosa. Y en el sitio donde iba situada mi puchita mostraba una especie de yogurt reseco con algunos pelitos pegados. Dicho flujo tenía cierto espesor y estaba cuarteado, como se cuartea la pintura en la tela. Y más atrás, en el culito, una manchita color marrón claro.

No se si por mi eterno estado de calentura o porqué, pero siempre dejaba mis pantaletas todas sucias de la parte de enmedio. Como ya les había comentado en mis relatos anteriores, cuando me excito demasiado mi panocha segrega un espeso líquido blanco al que yo llamo mi “cremita vaginal” lo cual hace que lubrique mucho y las penetraciones de verga me sean más fáciles y sin dolor. Pero al mismo tiempo esa cremita deja mi ropa interior toda batida.

Pero bueno, olí mi pantaleta como aún dudando si aguantaba otra puesta a pesar de lo sucio que estaba para luego lanzarla al cesto de ropa sucia y me introduje a la ducha sintiendo rápidamente como el agua resbalaba por mi cuerpo.

Tomé la botella de shampoo y derramé una gran cantidad en mis manos para luego frotarlas sobre mi rizada cabellera. Con los ojos cerrados y aún con mi cabello enjabonado procedí a enjabonar también mi panochita. Soy una chica muy velluda, de los brazos y obviamente de mi pucha, la cual siempre llevo con una gran mata de vellos púbicos que ya casi me llegan hasta el culo. A Fernando le gusta así, que lleve mi panochita muy peluda y yo feliz le doy gusto en todo a mi hombre.

Seguí enjabonando mi pucha y aproveché para meter 2 dedos en mi peluda cuevita. Sentí que dos dedos no eran suficientes y agregué uno más. Tres dedos dentro de mi se sentían apretados. No sé como Fer había logrado meterme toda la mano entera haciéndome fisting unas semanas atrás. ¿Quien estaba más loco de los dos? ¿El por meterme toda la mano o yo por dejar hacerlo? No lo sé pero a pesar del dolor me había fascinado. Lo mismo con el sexo anal. Mi experiencia con el juguete sexual (el conejito) había sido desastrosa pero igual me había dejado enviciada en sentir placer por mi culito. No terminaba de recordar mi juguetito sexual cuando ya estaba enjabonando otro de mis dedos para luego insertarlo en mi apretado ano. Ahí estaba yo, empezando mi día con tres dedos de mi mano derecha profanando mi panocha y uno de la izquierda bien metido en mi culo mientras el agua de la ducha caía por mi cuerpo. ¿Que pensaría Fernando si me viera así en la ducha?

Y hablando de mi hombre, aún con mis ojos cerrados escuché el ruido de la cortina del shower y siento su cuerpo posarse detrás de mí para compartir la ducha.

¿Haciendo travesuras tan temprano?” escuché decir a mi novio al mismo tiempo que volteaba mi cabeza hacía atrás para darle un beso de piquito en los labios.

Ya sabes que soy una putilla desagradable, papi” le respondí. Me encantaba decirle papi o papá y comportarme como si fuera yo una niña. Era mi forma de sacar provecho a nuestra gran diferencia de edades y mi aspecto juvenil para excitarlo aún más.

Pues si, pero eres mi putita desgradable” me respondió.

Sentí como Fer empezó a frotar la barra de jabón sobre mi espalda dándome una sensación de placer muy agradable. Igualmente sentía como su verga semi erecta rozaba mis gordas nalgas cada vez que se acercaba a mi por detrás. Ese par de sensaciones hicieron a mi puchita humedecerse y empezar a soltar sus jugos. Puse mis manos en la pared de la ducha y me dejé consentir con un rico masaje. El solo contacto de sus manos sobre mi cuerpo hizo que mi panochita soltara más jugos de los que ya había soltado con mi masturbada. Volteé de nuevo mi cabeza hacía atrás pero esta vez para sacar mi lengua y mantenerla así de fuera mientras seguía recibiendo su rico masaje. Por alguna razón a Fer le excitaba verme con la lengua de fuera y yo lo hacía cada vez que tenía oportunidad. Cuando cogíamos, cuando me besaba, cuando íbamos en el auto e incluso a veces cuando estábamos en algún restaurante comiendo. Me gustaba provocarlo constantemente. Sentí como su duro garrote de carne golpeaba mis nalgas, señal de que mi jueguito con la lengua había causado el efecto deseado. Le encantaba ver mi cara de niña buena haciendo gestos obscenos.

Metemela, papi. Por favor...meteme ya tu verga” le supliqué. Siempre me ha gustado rogarle a mis novios. Me fascina hacer pucheritos y poner cara de niña regañada mientras les ruego que me cojan.

Mi amor no me hizo esperar y no acababa de rogarle cuando sentí la dura cabeza de su tolete rozando la entrada de mi empapada panocha. Sin decir más, me la clavó de un golpe arrancándome un grito desgarrador. Era gordísima y larga, sentía como si me partiera a la mitad. Sentí como raspaba mis paredes internas hasta llegar a mi útero.

Aghhhh, cabrón! Te metiste hasta el fondo, papi!” le dije en medio de un agónico gemido. Siempre me había cogido con cariño, como si fuera yo una muñequita y tuviera miedo de romperme. Pero esta vez me la había dejado ir sin piedad, algo raro en él.

Gracias a la lubricación su verga entró en mí pero no sin causar gran dolor. Se quedó quieto para dejarme acostumbrar y cuando vio que me empezaba a mover gimiendo empezó a bombear como un animal salvaje. La sacaba toda y la clavaba de golpe. Sus movimientos casi animales me hacían gritar sin pudor alguno, era una bestia, un semental. De repente aceleraba el ritmo haciéndome casi ahogarme de la excitación para luego disminuirlo, entonces volvía a sacármela toda para volver a clavármela de golpe y volvía a acelerar salvajemente arrancándome orgasmos infernales, orgasmos que casi me hacían perder el sentido mientras sujetaba mis manos contra la pared del shower para evitar golpearme de cara en ella. No pude resistir más y empecé a orinarme en medio de un nuevo orgasmo. Con mis ojos entrecerrados miré como un gran chorro de meados amarillos escapaba de mi panocha para luego fundirse con el agua de la regadera y perderse en el resumidero. Siempre que cogíamos terminaba yo orinando de placer, pero creo que nunca me había salido tanta cantidad de meados como hoy. Fue casi medio minuto el que duré orinándome en medio de un orgasmo y solo porque Fer me sostenía por la cintura que pude evitar caerme. Mis temblorosas piernas habían perdido todas sus fuerzas.

Cuando vio que le había empapado su pene con mis meados y mis jugos, lo sacó y lo dirigió a mi ano.

¡Oye, nooo! ¿Que vas a hacer?” le grité asustada volteando a verlo. Su verga era demasiado grande para mi ano.

Voy a entrar en este agujerito que tienes atrás, mi amor” me dijo con una sonrisa que me pareció diabólica.

Papá, la traes bien grande hoy. Me vas a reventar toda si la metes por ahí” le dije de nuevo poniendo mi cara de putilla desagradable. Me daba miedo dejarlo entrar en mi culo, pero en el fondo también deseaba sentirlo por mi más secreto orificio.

Por nada dejo pasar esta oportunidad, Meg. Tu culo es mío esta mañana” me dijo mientras pasaba su mano para ponerla en mi boca.

No necesitó decirme ni una palabra, entendí perfectamente que era lo que quería. Hice saliva con mi boca para luego escupirla en la palma de su mano. Retiró su mano de mi rostro para luego él también escupirla y después lo vi como embadurnaba su verga y mi culo con nuestras salivas. Recargué mi cara en la pared del shower y yo misma agarré mis gordas nalgas con cada una de mis manos para luego abrirlas lo más posible para ayudar a la penetración. La imagen que dábamos seguramente parecía sacada de una película porno barata. Una chica de apenas 25 años completamente desnuda y con agua escurriendo por su robusto cuerpo, empinada y con el rostro pegado a la pared y con sus propias manos abriéndose las nalgas para recibir una enculada de un hombre de 50 años. Dios, como desee que alguien nos estuviera grabando con su teléfono celular. Algo me decía que esta enculada debía quedarse grabada para la historia.

Ok papito, si me vas a encular entonces enculame bien. Rompeme con tu verga sin piedad. Que las pinches viejas del trabajo sepan que traigo el culo roto, mi amor” le dije con mi boquita haciendo puchero y fingiendo voz de niña puta.

Hasta aquí dejo mi relato. Pensaba subirlo todo completo pero decidí de última hora contarlo en dos partes. Más que nada porque hace mucho que no publico nada y también porque tengo varios correos de mis amigos pidiéndome que ya suba algo a la página. Espero haya sido lo suficiente bueno para hacer valer la espera a quienes me pedían mas relatos y también lo suficiente para que se queden con ganas de la segunda parte.

Saludos a todos, los amo.