Una Chica Normal 7 - el día después

Después de mi tontería con el sex toy, decidí no ir a trabajar por lo mal que sentía mi culito. Pero terminé haciendo algo peor.Cada día me salgo más de control y no sé hasta cuando voy a parar.¿Quieres saber que hice esta vez? Entra y lee mi relato, y si te gusta es que estás tan loco como yo.

“¿Hola, Fer...? sabes, no voy a ir a trabajar hoy. Amanecí con dolor de estómago. Si, creo que lo que cené ayer me hizo daño. No, no, no vengas. No es necesario. Aquí tengo medicina, ahorita tomo algo y me voy a volver a acostar a ver si se me pasa. Si, yo te aviso cualquier cosa. Gracias, te amo”

¡Click!

Así comencé este día, llamándole a mi novio y diciéndole una mentira como excusa del porque no voy a ir a trabajar. Lo cierto es que...me duele el culo. Lo siento abierto, reventado. Mi estúpido juego con el conejo, el sex toy que decidí comprar en un momento de calentura, había llegado demasiado lejos y ahora estaba pagando las consecuencias.

Y no era solo eso. En la calentada que me dí hice videollamada con Rafael, el chico al que le vendí mis pantaletas usadas hace unas semanas atrás. Ni siquiera lo conozco, no sé si es de fiar o si hizo captura o grabó la videollamada. Nada, no sé nada. Así que ahora estaba en casa, con el culo desmadrado y con miedo a que Fernando descubriera mi tontería.

Tenía ya desde que amaneció acostada en la cama boca abajo y con las piernas abiertas tratando de mitigar el dolor de esa manera. Ni siquiera me había puesto calzones pues sentía que la tela me lastimaba más. Habia visto videos donde a las actrices porno despues de tanto sexo anal quedaban con el culo destrozado y se les hacia prolapso. La verdad se ven horribles sus culos asi con todo de fuera. Me aterraba la idea de que mi pobre culito quedaría deformado así como a ellas. Entendía que lo del prolapso se da despues de miles de veces recibir verga por el culo, no solo una vez como lo hice yo. Pero mi miedo a quedar así me hacía imaginar escenarios desastrosos.

“Vaya, vaya. La pequeña putilla está sufriendo. ¿Pero qué tal ayer, eh?” me dijo mi gato luego de brincar a la cama y pararse al lado mío.

“No empieces a joder, no esta vez. Te juro que te lanzaré a los perros que los vecinos tienen en su patio para que te traguen, maldito” le respondí. No tenía ánimos de aguantar sus chingaderas.

“Hazlo, pero eso no va a desaparecer el hecho de que eres una putilla que no puede serle fiel a una sola verga ni a un solo hombre. Está en tu sangre ser así y lo sabes” me contestó el puto gato.

Preferí no contestarle. En cierta forma tenía razón. En este momento de mi vida podría decir que tenía todo para estar feliz y tranquila. Estaba en una relación sentimental con un hombre maravilloso que me trataba como su princesa, tenía trabajo estable a pesar de la pandemia y mi situación económica estaba bien. Lejos habían quedado los días en que me había visto obligada a pagar mi renta con mi cuerpo.

¿Entonces porque había hecho lo que hice? ¿Porqué decidí hacer videollamada con un extraño y masturbarme frente a él mediante la cámara del teléfono celular? ¿En verdad contaba eso como infidelidad, tal y como lo había dicho mi odioso gato?

Estaba por responderle cuando sentí la lengua rasposita de mi gato pasar por mi ano. Fué tan repentino que me dejó sin habla por la sorpresa. Estiré mi mano para quitarlo cuando una nueva lamida me impidió hacerlo. El muy maldito parecía si supiera lo que estaba haciendo. Sus lamidas las daba cada vez mas adentro de mi reventado ano, provocandome un extraño placer que me hizo recordar las sensaciones que llegué a leer en algunos de los relatos que cada noche devoraba acostada en mi cama. Automáticamente abrí más mis piernas para darle más campo de operación al mínimo.

Todas las cremas, ungüentos y pastillas que había tomado para el dolor no me habían hecho sentir tan bien como esa bendita lengua. El puto gato lamia mi ano como si tratara de curarme y darme placer al mismo tiempo. Y estaba logrando ambas cosas. Sin pensarlo mucho estiré mis brazos hacia atrás y con mis manos yo misma me abri mis gordas nalgas para que el gato pudiera meter mas su lengua en mi. Al sentir el movimiento de mis manos el gato dejó de lamer mi hoyito trasero, levantando su cabeza para verme como pensando en si seguía o no su tarea.

“No, no pares! No pares, chiquito. Por favor” me escuché a mi misma suplicando. El gato loco pareció entender lo que le decía y volvió a meter su carita en medio de mis nalgas “Oh, sí. Si. Sigueee...”

Siempre que leo relatos me dejo llevar por mis categorías favoritas, y a veces también por el título sin importar de qué va. Así me he aventurado algunas veces en relatos de zoo y aunque no son lo mío no niego que he llegado a leer unos que uff...me han gustado bastante. Pero de leer un relato a experimentar alguna cosa de ese tipo, es mucha la diferencia. Pero aquí estoy, siendo lamida por mi gato y rogando porque lo siga haciendo como si de algún amante se tratara.

Pasé una de mis manos por debajo de mi estómago hasta llegar a mi panochita mientras dejaba la otra abriendo una de mis nalgas. Introduje un par de dedos y empecé un lento mete y saca, dándole ligeros rozones tambien a mi botoncito de placer. La combinacion de lengua y dedos empezo a surtir efecto en mi y pronto inicie mi clasica letania de groserias que utilizo en mis sesiones de masturbacion o sexo. Me estaba poniendo a tono que hasta el dolor de ojete se me olvidó de lo rico que sentía.

“Oh, si, Dios...no pares, no pares gatito lindo. Así, así, penetrame con tu lengua. Metela mas, maaas!”

“Dios...no sabía que lamieras tan rico, cabron. Me gusta, me encanta...hazlo todos los días maldito gato...me encantaaaa”

Realmente estaba disfrutando mi zoofílica e inesperada masturbación. Mis calenturas cada vez me estaban llevando a situaciones más extremas, y aunque sabía bien que debía ponerle un alto a todo esto...rayos! Puto gato me estaba haciendo sentir riquisimo. Quizás mañana lo regale en adopción o lo lance a los perros de los vecinos, pero en este momento por nada del mundo quería que se detuviera. Ayer me había masturbado frente a un extraño, hoy con la lengua de mi gato en mi culo.

“Pinche Megan te estás volviendo loca” pensé para mi misma.

Y hablando del Rey de Roma, tal como si le hubiera atraído con el pensamiento ahí estaba ese extraño hablando por teléfono. Esta era la tercera vez que me llamaba esta mañana, pero no me había animado a contestarle. Seguí masturbandome mientras el teléfono seguía sonando con su molesto ringtone.

Rayos...¿Porque soy tan débil cuando no debo serlo? Contesté la llamada sin dejar de dedearme mi ya bien mojada panocha.

“¿Si, bueno? Megan, al fin contestas! Necesito hablar contigo, no cuelgues por favor” escuché decir a Rafa, mi compañero de masturbación del día anterior.

“¿Rafa? Mira, lo de ayer fué un error. Acepto que fué mi culpa, pero ya fué. Olvidémoslo y ya no me vuelvas a marcar, por favor” le dije dándole el cortón.

“Vamos, no seas así. No soy mala persona para que me cortes así”

“Oh Dios...mmmhhh” no pude evitar lanzar un gemido.

“¿Te encuentras bien?” le escuché decir.

“Si, si...hablamos luego...bye!” le dije queriendo cortar pero sin colgar la llamada.

“¿Estás con alguien?”

“No. Bueno sí. Bueno no. O sea...Dios, que rico” gemí de nuevo al sentir la lengua de mi gato entrar más profundo en mi dilatado ano.

“¿De nuevo estás jugando con tu sex toy? ¿Puedo ver? Andale, no seas malita Megan. Déjame ver de nuevo como ayer” me suplicó el chico.

“No, nada...no. Mierda...que rico me chupas, cabrón! ¡No pares, no pares!” le ordené a mi gato pero hablando a través del teléfono móvil.

“Prende la cámara, quiero verte. Por favor, Meg. Tú también lo quieres, no lo niegues” seguía insistiendo mi casi desconocido testigo de mis juegos sexuales.

“Dame más! Dame más lengua, papi. Asi, chiquito, asiiii...mas adentro, mas adentro!” le rogaba a mi loco gato ignorando las súplicas del chico.

“Quiero verte Megan! No ahorita, sino despues. Quiero volver a verte y hablar contigo. Vamos a vernos el fin de semana, andale! No digas que no, Meg” volví a escuchar su voz pero cada vez más lejana, señal de que seguramente ya estaba yo cerca de mi orgasmo.

“Si, si...el sábado. El sábado nos vemos, Rafa! Sin falta! Si...Dios, siii!” casi le grité mi respuesta para luego ahora si colgar la llamada. Quería disfrutar este mi primer orgasmo zoofilico y no quería interrupciones de ningún tipo.

Apenas y colgué la llamada me vino un orgasmo riquísimo, motivado por mis dedos en mi pucha y la lengua de mi gato en mi culo. Solté un enorme grito que asustó a mi gato y está vez sí se separó de mí saltando de la cama para ir a esconderse. Lo hizo justo a tiempo para evitar ser empapado por el chorro de meados que salió expulsado de mi peluda cueva.

Permanecí acostada en la cama desfallecida. Había sido tan morboso todo esto que sentí que era el mejor de mis orgasmos. Cada nuevo orgasmo siempre sentía que era mejor que el anterior, pero el haberme dejado lamer el culo por mi gato le agregaba un toque de perversidad a esto como nunca antes lo había experimentado. Después de un rato mi gato volvió a subir a la cama a lamer mis panocha y piernas empapadas de orina, pero me sentía yo sin nada de energía que lo dejé hacer su trabajo de limpieza.

Siempre que hacía alguna travesura terminaba arrepintiéndome despues de tener un orgasmo. Pero esta vez si había ido demasiado lejos. Más lejos aún con lo del conejo. Y luego con mi gato! Sabía bien que el cabrón iba a joderme con eso por semanas enteras. Sentí como seguía lamiendo, y por raro que pareciera me dió verguenza voltear a verlo.

Pinche Megan, te estas descontrolando cada dia mas. ¿Hasta dónde voy a llegar y más importante, podré parar a tiempo antes de hacer una tontería mayor?

.........................................................

Holaa! Muchas gracias a quienes me han escrito a mi correo, y gracias por sus comentarios y por su paciencia. Quería subir un pequeño relato solo para que supieran que pasó despues de lo del conejo y también para no tenerlos tan abandonados. Saludos a todos, ¡los quiero!