Una chica muy especial (Libro 3º - Capítulo 7)

Ady, no logra su último objetivo, debido a la poca solidez de su nuevo amor, mientras Tonino se lo lleva al huerto de un modo ruin y miserable, algo con lo que Ady queda preocupada totalmente, sin esperanzas de un futuro feliz. La sordidez se mezcla con toda clase de comentarios y acciones procaces y miserables. ......Os dejo leerlo y disfrutar de este espeluznate episodio, que espero, os guste.......... Un beso fuerte y sincero a Alex (WebMaster), Hombre FX y Germán, además de a mis lectores anónimos, pero fieles................ Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 3º - Capítulo 7º

Al llegar a una habitación, Ady se quedó ligeramente helada. Era una habitación grande montada como una pequeña mazmorra, llena de cadenas y anillas por todas partes. Y con una luz pobretona, que la hacía aún más mortificante.

  • Oso, esta sala, está muy dejada. Habrá que ponerla en orden, pero tu mujercita, sabrá adecentarla convenientemente, verdad?.

  • Por supuesto, que sí, Señor. Mi futura esposa es muy eficiente en la limpieza. Quedará como la patena.

  • Muy bien y por último vuestro dormitorio. Tiene cama de hierro forjado, por sí deseáis divertiros en juegos de amor. La cama es muy amplia. Y ya está todo. Ahora pasemos a esa mini mazmorra para que tu mujer sea curada, mientras nosotros nos vamos a mi salón a tomar unas copas y hablar tranquilamente, te parece?......Oso, ponla una mordaza de esas, aunque lávala antes, porque lleva mucho tiempo acumulando polvo. Yo mientras la voy atando.

Ady, se dejó manipular por Tonino, que la miraba de un modo retorcido y que casi la asustaba, hasta quedar atada, completamente inmobilizada.

  • Adya, vas a sufrir mucho junto a mí, te lo prometo. Nada de ésto deberá salir de tus labios, ni de tus escritos. Me encargaré de que seas torturada salvajemente y que sientas el infierno cada noche que quedes a mi cargo. Sí algo de ésto dijeras, mataremos a tu amor y después serás atormentada lentamente hasta que estés medio muerta, para enterrarte viva. Lo has entendido, amor?.

Ady asintió, sin poder reprimir el terror que sentía. Tonino se había decantado por su faceta cruel y ella lo admitió, sin poder hacer otra cosa. Ya sabía que nada iba a ser tan fácil. Ahora sabía que todo sería muy doloroso y difícil para ella. Pero quería preservar a su amor de este torbellino que sólo iba contra ella.

  • Ah, Oso, por fín estás aquí. Dame, le pondré yo la mordaza. Está guapa, verdad?.

  • Está preciosa, Señor.

  • Bien he pensado, que después de la cura, no tendrá apetito. Verdad Adya, que es así?.

Ady asintió, mirando amordazada a los dos.

  • Cómo te decía, Oso. Tu mujer debe ser curada de sus marcas, para poder ir mañana de ropas. Qué te parece si la animamos un poco con un urticante, mientras nosotros cenamos y vemos el fútbol?. Después en el descanso, la azotamos a lo bestia y la ponemos el bálsamo. Es buena idea, verdad?.

Oso, lo sopesó y ante el gesto de su amor afirmativo, dijo que le parecía de maravilla.

Ady, supo lo que iba a ser el comienzo de su calvario. Pero Oso estaba feliz de su nueva situación y no deseaba entristecerlo.

Tonino tomo una brocha y abriendo un frasco, la mojó, delante de la expresión animada de Oso, que miraba la cara animada de su mujer, mientras Tonino, la iba cubriendo con urticante cada zona más sensible. El coño y el ano, los últimos en recibir el odioso líquido, cuando yá salía Oso, Tonino, la retorció las tetas, dándola pellizcos fuertes en sus pezones y su vagina y después aplicándola el liquido en esas partes. Apagó las luces y cerró la puerta.

Ady, comenzó a sentir el miedo a la oscuridad, al tiempo que comenzaban unos picores insufribles en todo su cuerpo. Intentaba pensar en mundos maravillosos, llenos de paz y armonía. Pero no la calmaban. Pensó después en lo que le esperaba por sufrir y su cuerpo admitió mejor el tormento.

Mientras se retorcía de picores, soñaba con Leo, implorando que apareciera y la torturara con cigarrillos o que la azotara, sin piedad. Odiaba estar sóla y mucho más aún, en la oscuridad. Era insufrifle aquella crueldad. Mejor se estaba en la mazmorra, que al menos siempre tenía luz.

Ady, sabía que Oso, tampoco sería su esposo. Era fácil de llevar y el sádico Tonino, sabía cómo llevárselo a su huerto. Oso, no había conocido mundo más cómodo que el de la mazmorra. Ahora, además tendría un trabajo estable y muy bien remunerado. Le sobraría Ady, porque era de lógica pura. Y ella quedaría a merced de Tonino y sus instintos crueles.

Cuándo regresaron, Oso venía bastante ebrio. Tonino, le ofreció que retorciese los pezones de su esposa.....y además la diese pellizcos que la hiciesen gritar. Y Oso, así lo hizo, soñando que todo era un juego inocente, mientras Ady chillaba de dolor y se estremecía con cada contacto de su último amor.

  • A qué es divertido, Oso?.

  • Me encanta verla removerse y gritar. Y cuándo llora, se me anima el alma.

  • Es lo que siempre digo yo, Oso. Tener una mujer así es todo un detallazo. Anda, pellízcala de nuevo, aunque un poco más fuerte que parece que le gusta.

Ady, movía su cabeza negativamente ante Oso, al tiempo que sus lágrimas la desbordaban. Pero Oso, sólo veía carne y placer estando medio mamado etílicamente.

Oso, la retorcía los pezones, ante los gritos de ella. También la pellizcaba en las ingles y la retorcía el clítoris, entre los jadeos y susurros angustiados de dolor.

Tonino, se sentía encantado ante el dolor que Oso la estaba produciendo a su mujer.

  • Oso, tu mujer es algo especial. Mira su cara, desea algo más fuerte, no te parece?.

  • Es verdad, Señor. Parece estar deseando un tratamiento mayor. Qué se le ocurre, Señor?.

  • Ummmm, ya que lo preguntas y teniendo en cuenta, que a ella le gusta y la vamos a curar dentro de poco. Que te parece si la atormentamos el cuerpo con cigarrillos?. Es una idea, claro.

  • Me parece ideal, Señor. Voy a buscarlos ahora mismo.

Oso se fué hasta el salón y se sirvió un buen vaso de whisky, que bebió en dos tragos.

Mientras, Tonino retorcía los pezones de Ady, que al estar amordazada apenas podía gritar. Se los retorcía sádicamente, contemplando el dolor en sus gestos y mirada.

  • Adya, vas a ser mi esclava incondicional. Te haré torturar a distintas horas del dia y de la noche. Te follaré salvajemente. Y de mí sólo puedes esperar mi presencia. Me has traicionado y éso lo pagarás con creces. Desde este mismo instante, me seguirás el juego ante tu futuro marido, que nunca se casará contigo. Tú perteneces a mi casa y así permanecerás hasta que te ajusticie. Si deseas ser ajusticiada esta noche, me lo dices. La condena consiste en ser enterrada viva en una cámara con poco aire y con ratas hambrientas. Tú debes decidir, tesoro mío. Me aceptas, cómo tú angel salvador?.

Ady, asintió, mientras lás lagrimas caían constantes desde sus ojos.

  • Anda, está llorando mi mujercita.

  • No sucede nada. Anda enciende un par de cigarrillos que ella tiene ganas de sentirlos, Verdad que sí, Adya?.

Ady, asintió, aún con lágrimas en sus ojos. Y se preparó para recibir un rosario de horrores de sus amores, al tiempo que sus babas caían en hilillos de las comisuras de su boca. Pensaba que Oso habría podido ser su gran amor, pero era simple y se dejaba llevar aprisa por el lujo. Estaba sola y pensaba que su destino era ser tratada sádicamente, hasta el final de sus días. Sería la puta que buscaban. Se dejaría vestir cómo quisiera él. Y admitiría los tormentos por puro placer de hacerle rabiar, aunque ella se sintiese aterrada en cada sesión. Sabrían, quién era Adya. Haría locuras y diabluras con ellos. Y si era castigada después, no la importaría. Cada vez que estuviese bien, les haria la vida imposible. Principalmente a Tonino.

Ady fue quemada por los cigarrillos de ambos. Oso, que estaba más mamado de la cuenta, comenzó a quemarla las tetas, mientras Tonino lo hacía con una de sus axilas.

Ady gritaba y transpiraba, sin que alguno de los dos, la hiciese caso. Sabía que era 100 veces mejor ser torturada por Leo, que por sus dos ex-amores.

Oso, pasó a quemarla el pubis y la vagina, pero tuvo que encender un nuevo cigarrillo, para poderla quemar los labios vaginales, el ano y hasta el clítoris.

Ady, soportaba todo entre grandes sensaciones de dolor, pero apenas podía ya gritar. Estaba más claro para ella, que sería la puta de Tonino. Tampoco la quedaba algo más. Sería su puta y su esclava, sin condiciones. Además de su secretaria y amante prohíbida.

Oso cayó desvanecido al suelo y Tonino lo llevó hasta su habitacion, en donde le dejo dormir la mona, para volver junto a Ady.

  • Adya, ya vés, que panorama tenemos. De lo que pudo haber sido a lo que es, creo que hay una gran diferencia, no te parece?.

Tonino, la quitó la mordaza y la dejó respirar unos segundos, para que puediese hablar.

  • Tonino, no ha funcionado nada para mí. Me someto a tí, sin reserva y sin condiciones. Seré tu puta, tu esclava, tu secretaria y cúanto desees que sea para tí. No me rebelaré contra tí en momento alguno y acataré cualquier orden al pie de la letra, incluyendo mi desnudo integral ante amigos o clientes tuyos.

  • Sabias palabras puta. Ahora te curaré esas marcas, pero acepto tu ofrecimiento. Serás mi puta y esclava incondicional. Te someteré a muchos tormentos que me agradecerás después. Dormirás conmigo casi todas las noches. Y te follaré sin contemplaciones.

Tonino, volvió a colocarla la mordaza y la mojó con el líquido reparador. Apagó la luz de nuevo, porque ya sabia que la daba temor y se fué al salón para ver lo que quedaba de partido. Sólo, pudo ver el final y cómo su equipo, se proclamaba vencedor. Pensó en su bella puta sufriendo en la oscuridad y sonrió. Tendría a Adya para todo. La haría revivir los ultimos años de Silvia, castigándola noche tras noche. Silvia había sido demasiado sumisa, pués se dejaba hacer todo por y para él.

Ady era distinta, aunque Tonino la veía como su Silvia particular y se propuso esterilizarla, para que jamás pudiese dar un hijo a su vida. Sabía que era una medida cruel, pero lo haría para no sentirse disminuido.

Volvió al cuarto en donde Ady, aún seguía gimiendo de los picores del bálsamo. Ady se sintió mejor en cuánto la luz estuvo encendida y apareció Tonino.

  • Sí te quito la mordaza, no te morderás?.

Ady negó con la cabeza, aún en la fase final de su curación y Tonino, la quitó la mordaza repleta de babas de ella y la arrojó al suelo.

  • Mejor así, Adya?.

  • Sí, mi Amo. Gracias por su ofrecimiento Señor. Realmente, ya no deseo más que servirle.

Ady, seguía resoplando y contorsionándose ante los extremos picores que producía ese bálsamo.

  • Adya, te voy a tomar cómo mi esclava personal. Te humillaré ante mucha gente, pero tú siempre me obedecerás en todo. Entendido?. Leo es mi mano derecha y abusará de tí descaradamente, sin que pongas objección alguna. Me gustará tenerte marcada de latigazos para dormir. Sólo te quitaré las marcas, si espero a algún cliente más especial. Alguna pregunta, puta?.

  • Ninguna, mi Señor.

  • Muy bien, esclava. Pondremos una inyección a tu nuevo amor y lo bajaremos a la mazmorra. Cuándo despierte, será uno más de los verdugos, porque no recordará nada de nada. Sólo Leo, sabrá la verdad y además le azuzará contra tí, para que te machaque lo más que pueda. Qué te parece mi plan?.

  • Muy sádico, mi Señor, pero muy acertado.

  • Así me gusta mi puta. Siempre dispuesta a ser amable con su Amo.

Ady, se sentía angustiada. En pocos días había perdido a todos sus amores, por ser tan estúpida como había sido. Y ahora lo iba a pagar y purgar, sin marcha atrás. Ya apenas la importaba su vida. Así que se dejaría hacer lo que el Amo desease en cada instante.

Tonino le inyectó en el muslo la inyección, que le haría dormir muchas más horas aún y después no recordar nada de nada de las anteriores 40 horas.

Ady, cargó con su cuerpo, ayudado por Leo y lo depositó en el cuarto en donde se habían amado y prometido. Tonino, observaba la escena con deleite.

  • Me alegra ver a mi esclava y puta, depositando a su amor en la cama, para que no recuerde nada. Adya, me gustará verte sufrir de hoy en adelante. No dejaré un sólo dia sin humillarte y haciéntote sufrir crueldades nuevas. Vas a ser mi zorra y mi puta más servil. Algo que objetar, puta?,

  • Nada, mí Señor.

  • Leo, quiero que estudies métodos de tortura nuevos y practica con ella. Quiero que sufra todo, sin la menor piedad.

  • Será un auténtico placer, Señor. Me gustará torturarla, Señor. Aunque esta noche es suya. O mejor dicho este amanecer, Señor.

  • Es verdad, Leo. Es casi de día y yo perdiendo el tiempo con esta zorra. Te la dejo a tí, yo me voy a dormir. Sí te la quieres follar o más cosas, hazlo según desees, Leo. Mañana nos veremos.

  • Muy bien, Señor. Esta zorra vivirá momentos mágicos en sus carnes, durante los próximos 20 días.

Ady, escupió a los ojos de Leo. Y se quedó quieta y altiva.

Leo, se limpió es escupitajo con la mano y se la limpió en el cabello de ella, sin qué ésta retrocediese un sólo paso, dejándole hacer, Y antes de que se diera cuenta una enorme bofetada en su mejilla izquierda, la lanzó al suelo.

Ady, se incorporó palpándose la cara, del dolor que sentía y antes de que pudiese mirarle, una nueva bofetada en la otra mejilla, la hizo caer de nuevo y rodar por el suelo. Ady, se sentía fatal de aquellos dos enormes tortazos y comenzó a sentir pánico ante aquel sádico. Se puso de rodillas para levantarse ayudada por las manos, pero una patada en su vientre, la hizo caer en el suelo de nuevo, notando que la faltaba el aire.

  • Zorra de mierda, vas a desear no haber nacido. Te voy a machacar ese cuerpo de puta sucia, que tienes.

Y la pisoteó la espalda y la dio otras dos patadas más en el vientre. Ady, lloraba y se retorcía de dolor, encogiéndose cuánto podía.

  • Vas a ver que bien te lo pasas ramera. Ahora sentirás el placer de sumergirte en orines de todo el día......jajajajajaja.

La agarró por el pelo y la arrastró por el suelo, hasta una cuba de madera, de medio metro de altura y otro medio de diámetro. La subió la cabeza y cuando sus tetas estaban en el borde de la cuba, la sumergió la cabeza, manteniéndosela dentro, hasta que vió burbujas.

Ady, tosía y movía sus manos con aspavientos. Sus ojos cerrados e irritados por el apestoso líquido. Respirando entrecortadamente. Y antes de que pudiese recuperarse, Leo la volvía a meter la cabeza en el líquido, dejándola aún más tiempo, hasta ver las burbujas y las manotadas en el aire.

La sacó la cabeza chorreando y apestando a orines reconcentrados, mientras ella tosía y jadeaba mortificadamente y con grandes convulsiones y vómitos, que Leo se encargó que cayesen sobre la cuba. Cuando se serenó un poco de los vómitos, Leo volvió a sumergirla la cabeza en ese liquido informe y apestoso.

  • Parece que nuestra sucia puta está menos beligerante ahora, verdad?.

Ady, respiraba muy entrecortadamente y sentía náuseas. Le picaba la garganta, cómo si se la hubiesen quemado. Ni siquiera se atrevió a mirarle, quedando tendida en el suelo.

Leo, la cogió de un tobillo y la arrastró por media sala, sobre sus tetas y vientre hasta llegar a la enorme rueda. El foso estaba lleno de agua sucia y con orines, esperma y salivajos.

Leo la cogió del brazo izquierdo hasta que Ady quedó de lado y entonces, pisó su teta derecha, ante los alaridos de ella. La hizo girar y tomándola del brazo derecho, colocó sus botas sobre la teta izquierda que quedaba sobre el suelo.

Ady, gemía, gritaba y se retorcía de dolor, mientras Leo se reía y la pisoteaba con verdadera saña. Bajó de su teta magullada y la asestó, dos fuertes patadas en el vientre, que la hicieron vomitar de nuevo, mientras se retorcía en horribles dolores. Y acto seguido, la arrojó al foso de agua helada, cubierta de mil colores repugnantes.

Ady, sintió una reacción muy extraña al sentir el agresivo frío, combinarse con sus terribles dolores en todo el cuerpo.

Emergió derrotada y jadeando, mientras Leo meaba sobre su cara, con todo el descaro del mundo. Ady, soportó la larga meada en su cara y su boca, sin retirarse, pués ya no tenía fuerzas para luchar.

Leo la tomó el brazo izquierdo y ancló la pulsera en una anilla de la enorme rueda. Después, la engarzó la otra pulsera a otra anilla, separada un metro, que era la anchura de la rueda. La dejó así con el agua helada, por debajo de las tetas, durante unos minutos, para admirarla a placer. Y se alejó de ella en busca de unos alicates.

Se acercó de nuevo y primero, le pellizcó los pezones, con el alicate, retorciéndoselos con verdadero sadismo y lentitud, mientras disfrutaba con los alaridos de ella. Dejó los alicates a su lado derecho, para hacer moverse la rueda medio metro más hacia arriba. Cuándo el vientre de Ady quedó a la vista, teniendo sumergidos aún los muslos, cogió el alicate y la pellizcó con lenta crueldad las ingles y los labios vaginales, retorciéndolos con una sonrisa que daba miedo.

Ady, pateaba en el agua, aterida de frío y llena de horribles dolores en todas sus partes más sensibles.

  • Te va gustando ésto, asquerosa zorra?.

Ady, sólo sabía retorcerse y gritar de horribles sensaciones de espanto y dolor en todo su cuerpo, mientras Leo, se reía con cada pellizco que le daba.

La rueda giró un poco más hasta que sus muslos, azulados por la frialdad del agua, quedaron a la vista de Leo. Ady, se retorcía en tremendos dolores, colgando ya totalmente de las pulseras. Leo hizo girar más la rueda, para anclar sus tobillos en las anillas, que la hacían separar de modo extremado las piernas. La tensó muy fuerte y con el alicate, le pellizcó los muslos, entre horripilantes alaridos de ella, que hizo que acudieran a la mazmorra, algunos verdugos más, para presenciar el espectáculo.

Leo se divertía con el suplicio que la asestaba entre sonrisas de los demás acólitos, que lo observaban entre sonrisas y un placer desatado en sus cuerpos desnudos y musculados.

El llanto de Ady era sobrecogedor, mezclado con sus lágrimas y alaridos constantes.

  • Jefe, podríamos meterla palillos entre las uñas y la carne, así gritaría más aún.

  • Fredy, tranquilo, éso lo recibirá en el potro, ya sequita y algunas cosas más.

Ady, no podía creer qué todo aquello la estuviese sucediendo de verdad. Tenía que ser uno de sus sueños y pesadillas terribles. Pero el dolor que sentía en su cuerpo y qué al parecer era sólo el preludio de lo que la esperaba, le hacía ver muy negra esa noche.

La rueda se puso en movimiento, ante las risotadas de casi todos los verdugos, que se masturbaban las pollas inflamadas, de ver a esa zorra atormentada.

Ady, se encontraba en esos momentos en la parte más alta de la rueda que medía 3 metros de diámetro y comenzaba a sentir que su cabeza se inclinaba hacia el foso. En otra situación, le hubiese gustado estar así. Pensó que debería atravesar el foso, con sus aguas pútridas y congeladas y sintió un escalofrío tal que su vello se erizó en toda su piel.

Cuándo su cabeza estaba a menos de 40 cm del agua, la rueda se detuvo y apareció Leo con una mordaza de anillo. Se la colocó en la boca, atándosela después en la nuca. Y acto seguido ajustó los aros, hasta dejarla con la boca muy abierta.

Ady, se sentía totalmente aterrorizada, sin poderse mover y sabiendo que iban a hacerla sentir el infierno durante horas.

La rueda, se puso en movimiento y cuando sintió el agua helada en su cabeza, cogió aire para poder soportar el giro dentro del agua y no ahogarse.

El viaje dentro del agua, se le hizo eternamente cruel y ya estaba por tragar el agua sucia, cuando su cabeza chorreante emergió, entre escupitajos en su boca y lechadas de esperma. Era denigrante sentirse así, pero eso era parte de su calvario.

Se dió cuenta que uno de los verdugos, había traido la cuba donde fuera atormentada por Leo y que con un cazo cogía liquido y se lo dejaba caer en la boca abierta, ante las risotadas de todos los asistentes.

  • Jo, que peste tiene este caldo, Jefe. No sé cómo lo puede beber esta zorra.........jajajajajaja.

Ady, ya no tenía lágrimás, además de que se hubiesen confundido con el agua y estaba escocida en la garganta de tanto gritar. Simplemente jadeaba y les miraba con angustia, mientras ellos se mofaban de ella, con manotazos y grandes risotadas.

La rueda volvió a completar el ciclo y Ady se preparó para una nueva inmersión, al tiempo que sentía fuertes manotazos en la vagina, que la hacían enloquecer de nuevos dolores. Transitó por el agua con fuertes estremecimientos y antes de salir, tragó aquel asqueroso líquido, que la hizo toser ante las primeras caras que volvía a ver.

Uno de ellos se derramo en una lechada inmensa dentro su boca, aunque también la dejó cegada, porque una gruesa capa de semen se acopló en sus párpados. De nuevo alguien la puso mas caldo asqueroso en la boca y la tapaban la nariz para que tragara.

Ady sentía espasmos muy violentos y volvió a vomitar según ascendía, dejando su cuerpo asquesoramente impregnado. Logró recuperarse a tiempo, antes del descenso nuevo, pero sentía demasiada debilidad y sus fuerzas ya no la acompañaban. Tomó aire de nuevo y soportó todas las crueldades en su cuerpo, mientras su cabeza ya se hundía en las gélidas aguas.

Al emerger de nuevo, sintió que se le iba la cabeza y se desvaneció.

La rueda se paró inmediatamente, mientras entre varios intentaban reanimarla, mediante bofetadas. Pero Ady se había caído en el sueño liberatorio. Leo, ordenó que la sacaran de la rueda y la arrastraran al centro de la sala y la dejaran allí.

Ady, fué desatada y arrastrada cómo una res recién matada, para ser despiezada. Y la dejaron en medio de la sala, sin preocuparse más de ella. Se alejaron un poco, para evitar su pestilente olor y tomar unas copas, para reanimarse.

Unos minutos después Ady despertaba en silencio. Se sentía extenuada. Al abrir sus grandes ojos merrones, pudo ver a todos sus verdugos, divirtiéndose sin hacerla el más mínimo caso. Leo, estaba con ellos y riendo a sus anchas mientras contaba cosas que le gustaría hacerla.

Ady, recorrió con sus ojos el lugar en el que se encontraba y vió la puerta del despacho de Leo abierta. Se ubicó rápidamente y supo qué era su oportunidad de escapar. Lo más que podían hacerla, si la capturaban era torturarla como ya pensaban hacerlo.

Escuchó atentamente y a su espalda no había nadie, al haber quedado de lado y en dirección a ellos. Un olor penetrante y desagradable emanaba de todo su cuerpo. No podría escapar con esa peste encima.

Miró de nuevo el despacho de Leo. Estaba cerca y la luz apagada, por lo que no la verían, salvo que alguien entrase de improviso. Ducharse en el cuarto de baño, no era la mejor idea. Recordó entonces los caminos secretos que le había contado una de las doncellas, a la que había visto en la mazmorra después.

Se armó de valor y se dijo, que ahora o nunca. Se levanto lentamente, esperando un latigazo o una voz de alerta. Pero nada de éso, sucedió.

Una vez en el despacho, conocía las 3 puertas secretas. La buscarían por la que conocían todos, así que eligió la misma, para que la siguieran el rastro, pero antes escribió en un papel, la siguiente frase....."Leo, lo siento.....encuéntrame, si puedes....." y lo firmó, con sus manos temblorosas.

Después con mayor sangre fría abrió el armario de Leo y se secó el agua sucia de su cuerpo y también un poco el pelo. Tiró la camisa de seda a la papelera y se esfumó por la puerta secreta.

Tenía dos opciones. Subir hasta los aposentos de quién ya era su Amo o bien desviarse por un corredor húmedo y frío en aquel tiempo. Decidió ir con cuidado y llegar hasta los aposentos de su Amo. Sí no estaba, se podría duchar, porque nadie la buscaría allí antes de una hora.

Llegó y escuchó en silencio. Escuchaba su corazón latir con un ruido infernal y temía que la descubrieran. Entró en los aposentos y se duchó a oscuras, hasta limpiarse bien de los restos de la mazmorra. Se secó completamente, incluyendo su pelo corto y se desvió hacia otra de las salidas secretas, desde la que se veía la mazmorra.

Les llevaba ventaja, porque aún no la habían echado en falta.

En ese instante una mano, la cubrió la boca y escuchó...........:

  • No te muevas y sobre todo, no grites.

Cuando se quedó más serena y se volvió, descubrió a la doncella que había visto en la mazmorra el día anterior. Estaba tan desnuda cómo ella y también asustada.

  • Señora, no es fácil salir de este laberinto. Si permanecemos aquí nos descubrirán más pronto que tarde, Señora.

  • Qué haces tú aquí?.

  • Huir de esos animales, mi Señora. Querían torturarme esta noche. He visto lo que le han hecho a Ud y no deseaba quedarme a esperarles. Y el Amo ha salido de viaje hasta mañana, por lo que ninguna estamos seguras ante seres como el Señor Leo, Señora.

  • Vale y que propones?.

  • No me aterra ser torturada Señora. Para serle sincera, me gusta que me hagan cosas fuertes. Pero había pensado, siempre a que a Ud no le importase el riesgo, de hacerles sufrir en nuestra búsqueda y entregarnos, cuándo el Amo esté en la casa. A ser posible a él mismo.

  • Me gusta tu idea, pero llevo un día entero sin comer. He vomitado 3 veces y no debo tener ni bilis dentro de mí.

  • Eso está arreglado, Señora. Pasamos por la cocina y nos cenamos lo que sea necesario.

  • Y es tan sencillo, llegar hasta la cocina sin que nos descubran?.

  • Claro que sí, Señora. Nadie buscaría a un fugitivo en su casa. No tendría lógica.

  • Pero, si nos descubrieran?.

  • Nos quedaríamos sin cenar Señora.

  • Me agrada esa idea......por cierto, cómo te llamas?.

  • Me llamo Silvia. El Amo me abraza muchas veces y se acuesta conmigo. Sé que le caigo bien por algo.

  • Silvia, seremos las amazonas rebeldes. Vamos a burlarnos de ellos todo el tiempo que podamos. Tú serás la jefa y guía. Adelante.....a por ellos.

Se sonrieron las dos y comenzaron sus juegos atrevidos. Lo primero hacerles ver que eran unos torpes. Se asomaron a la rejilla acristalada y golpearon el cristal, hasta que se hicieron notar. Observaron las caras estupefactas de ver a sus dos víctimas, huídas.

Leo, las miró y en su mirada había un odio especial. Ellas, rieron y les hicieron burlas, mientras les veían vestirse para perseguirlas.

  • Silvia, la verdad es que me gusta este juego. Ahora, cómo nos cojan sin estar el Amo, lo mismo no lo contamos.

  • Es muy probable que nos capturen, Señora. Pero al menos me habré burlado de ellos durante un buen rato.

  • Muy acertadas tus palabras, nos habremos burlado unas cuantas horas de ellos. No me importará volver a la rueda y sufrir hasta morir, porque le escupiré de nuevo a la cara y me dejaré hacer.

  • Ha escupido a Leo, Señora?.

  • Sí, esta noche, antes de que comenzase mi calvario, Silvia.

  • Jo, eso es una pasada Señora. Lo anunciaré por todo el castillo, si no nos pillan antes, claro.

  • No será peligroso para las demás, que lo anunciaras?.

  • Uy, pués sí, no lo había pensado así, Señora.

  • Silvia, no me vuelvas a llamar Señora. Soy la esclava del Amo, si salgo viva de esta situación. Mi nombre es Adya, pero puedes llamarme Ady si lo prefieres.

  • Adya es un nombre muy bonito. Es árabe?.

  • Sí, es de origen tuareg.

  • Adya, volvamos a emocionar a estos sádicos, que deben estar perdidos buscando las puertas. Conozco una que lleva directamente al río.

  • Silvia, cómo conoces tanto estos pasadizos?.

  • Adya, me crié en este castillo desde los 4 años. Y mi adolescencia la viví aquí. Hice buenas migas con la Señora que se llamaba cómo yo y ella me enseñó un montón de trucos.

  • Qué tal era la Señora?.

  • Era una persona encantadora, aunque demasiado sumisa. También un poco masoca y caprichosa. Le gustaba ser torturada y azotada desnuda completamente, ante el servicio vestido de gala. El Señor, la hacía azotar cada noche y cada amanecer por alguno de sus hombres. La Señora era un encanto, aunque la gustaba sufrir los momentos de la esclavitud y sumisión.

  • Ahora entiendo muchas cosas, Silvia. Y creo que si llegamos vivas hasta que vuelva el Señor, creo que disfrutaremos de una agradable vida las dos. Tu padre que dice a todo ésto, Silvia?.

  • Uy......Nunca conocí a mi padre, tampoco a mi madre, Soy una huérfana de tantas que hay. Pero el Señor Antonio, me acogió desde bien chiquita. Y la Señora se pasaba los días conmigo. Siempre la adoré cómo si fuese mi propia madre. Hasta que falleció. Dios la tenga en su gloria.

  • Lo siento, Silvia, no debí preguntar éso.

  • Adya, tranquila, ya no me afecta. Venga vayamos a ridiculizar a los hombres....deben de estar fieros ya. Cómo nos cojan, no nos dejan ni una zona libre de moratones.

Ady sonrió apegándose a la desnudez de otra chica, por primera vez en su vida. Y las dos se sintieron unidas para esta misión descabellada, que las llevaría al suplicio más atroz y sádico de cuántos hubiesen vivido o imaginado.

  • Adya, ahora en silencio, muy despacio y sin hablar. Ahí abajo hay uno al que deseo mear. Se va a poner cómo una moto, pero nos reiremos después, para más morbo, te parece?.

Ady, asintió ya muerta de risa y conteniéndose a duras penas, mientras Silvia se acluquillaba y dejaba caer una meada sobre aquel hombre, que notaba cosas extrañas, hasta que al mirar hacia arriba, le cayó toda la orina de Silvia, mientras las dos se reían a carcajadas de él.

  • Me las pagaréis zorras de mierda. Será posible semejante descaro?.

El hombre se secaba la cara con un trapo que había por allí, después de haber sido meado por dos huidas, a las que buscaban entre todos.

Las dos huyeron entre risas mal contenidas por los túneles.

  • Silvia, hay algún modo de robar algo de comida?. Desde ayer no he probado bocado.

  • Fácil, bajemos a la cocina y nos servimos unos buenos platos de carne.

  • Hala, me gusta la fantasía pero tanta, me hacen sonar más las tripas.

  • Tranquila Adya, conozco tódo ésto y sé cuándo se puede entrar en la cocina y cuándo nó. Sígueme, que nos vamos a poner moradas, mientras esos tontos nos siguen buscando en el lado opuesto.

Ady, la siguió, casi más por hambre que por sensated.

Las dos descendieron hasta la cocina, en donde quedaban los restos de la cena, Y comieron y bebieron con deleite total, hasta quedar llenas del todo.

Después, volvieron a subir a los pasadizos secretos y llegaron a ver la mazmorra, en donde la doncella más joven totalmente desnuda y atada, lloraba de miedo ante aquellos bárbaros.

  • Hemos de liberarla, Silvia.

  • Adya, ellos nos quieren a nosotras y castigan a las más jovencitas, para que alguien nos delate o nosotras mismas nos delatemos.

  • Pero éso no podemos permitirlo, Silvia.

  • Adya, ellos la dejarán irse hoy sí tienen a alguna de nosotras, pero la volverán a coger mañana en privado y la torturarán salvajemente.

  • Pero, éso será mañana y el Amo ya estará, no?.

  • Adya, yo no pienso bajar, así que déjate de tonterías que no valen para nada. No remediaríamos nada, de verdad. Les conozco bien.

  • Silvia, es que mira lo que la están haciendo esos cafres. Ella está muertecita de miedo. Es demasiado joven para esos tratamientos.

  • Adya, si quieres entregarte allá tú, pero dame unos minutos para largarme, o nos encontrarán a las dos.

  • Vale, vete. Me voy a entregar a ellos. Así les distraeré un buen rato. Esperemos que el Señor llegue pronto.

  • Suerte Adya, pero ya sabes lo que te espera verdad?.

  • Lo sé, Silvia, procura estar atenta, por si me veo forzada a descubir el escondite.

  • Adya, ni aún así me pillarán. Suerte y adiós.

Cuando Ady quedó sóla, supo que el paso que iba a dar era su perdición más total, aunque esperaba lograr salvar a la jovencita temblorosa que tenían retenida.

  • Vosotros, asquerosos rufianes de mierda. Sóis cobardes por naturaleza. Estoy aquí, para entregarme a vosotros, pero con una condición.

Después del estupor en sus caras y mientras la miraban con ojos centelleantes de fuego, Leo se adelantó y espetó.

  • Muy bien, puta. Dinos la condición y entrégate.

  • Debéis soltar al reclamo, porque ella no sabe nada. Yo me entregaré a vosotros, si cumplís este acuerdo.

  • Sabes lo que te espera sucia zorra?.

  • Lo sé, Leo, lo sé. Me das asco, pero sé que no podré esperar nada bueno de vuestra manada de mierdas.

  • Joder, con esta puta. El descaro que tiene es que se lo pisa. Aceptamos el trato y procura encomendarte antes a tu dios, porque vas a sufrir lo indecible, zorra de mierda. Vosotros, iros a cagar al foso y mead hasta que os artéis, o pajearos. Pero el foso tiene que quedar hecho un asco. Nuestra joven voluntaria va a padecer los desagradables efectos de su desfachatez.

  • Ya me figuraba yo, que me meteríais en esa clocaca vuestra, porque no sóis hombres. Sóis animales de la peor calaña. Sóis cobardes y simples. Y estoy esperando a que esa joven llegue a sus aposentos. Después me entregaré.

  • Y cómo sabremos que cumples tu palabra, zorra?.

  • La cumpliré Leo. Soy mucho más legal qué tú, que te envuelves en la mierda. Sí tódo vá bien, bajaré y me entregaré desnuda ante tí, para soportar todos los tormentos que tengas pensados y reservados para mí.

  • Qué son muchos, sucia zorra. Y más después de lo qué me has hecho pasar.

  • Has pasado malos momentos, por la panda de ignorantes, con rabo largo que tienes. Sí hubieses estado sólo, me habrías descubierto mucho antes, sin amenazar a inocentes.

Leo, pensaba que tenía razón que su tropa de verdugos, era una mierda total. Leo pensaba que Ady era alguien muy a tener en cuenta en cuanto a juicios de valor, pero la iba a torturar todo lo sádicamente que pudiese, aunque a solas.

  • Vale, creo en tu palabra. Devolveremos a esta jovencita a su lugar, sin un daño, aunque es llorica cómo tú, Ady. Liberad a la joven y llevadla hasta sus aposentos. Ponedla una inyección de olvido.

  • Avísame, Adya, cuándo creas que se ha cumplido el pacto. Me voy a poner dos copas de champán que beberemos los dos juntos, antes de proceder a tu tormento. Te parece bien?.

  • Me parece muy acertada tu idea, Leo. Beberé ese champán junto a ti, desnuda y sin manoseos de esos puercos que tienes como equipo. Sí me dejaré tocar por tí, del modo que prefieras, mientras bebemos esa copa.

Leo, se sintió extraño de que una candidata a padecer los tormentos más crueles de sus manos, le hablara así. Sin embargo, le gustaba esa Adya. Era completamente distinta a las demás mujeres y emborrachaba con su desnudez. Pensó que la rueda estaría bien y que se divertiría un buen rato con sus sufrimientos. También pensó en el potro y la forma de atormentarla con electrodos, cigarrilos y hasta pellizcos con alicates. Pero le faltaba algo. Y se le iluminó la mente. Claro......torturarla con insectos en una urna transparente y cerrada, teniendo que mear y defecar, ante todo el mundo y sin poderse calmar de sus minúsculos seres atormentadores. Y para colmo, pudiendo ver todos los visitantes, sus cagadas y meadas, que la irían cubriendo un poco cada día. Además pensaba darla a beber una pócima que provocaba diarreas copiosas. Eso estaría muy bien, humillarla total y completamente, ante los demás. Y además dejarla a oscuras durante muchas horas, que sabía que la daba pavor. Leo ya tenía pensado su plan de tortura para ella, pero antes debía de animar a sus hombres, para que no se rebelasen.

  • Leo, voy a entregarme, apareceré en tu despacho. Sí uno de tus sucios gorilas me pone una mano, antes que tú, le enviaré un hechizo para que sufra durante dos semanas, antes de que lo lleven a enterrar. Está, claro?.

Los hombres que no conocían a Ady, salvo de alguna ocasión, se sintieron muy amenazados y miraron a su Jefe.

  • Mis hombres no te tocarán un pelo, Adya. Baja ya, que tengo la rueda enfriándose para tí.

  • Ya habréis cagado, meado y corrido de lo lindo verdad?.

  • Ciertamente, Adya, aunque hay cagadas que hay que deshacer, aunque en esta ocasión, sólo admitiré que lo hagáis con la boca. Qué os parece la receta?.

  • Una guarrería más, propia de rufianes. Pero no puedo esperar nada mejor de semejante pandilla, comenzando por su jefe impotente.

  • Impotente yo?........estás loca, zorra de mierda?.

  • Si, Leo, ya bajo. Impotente de saber dominar tus instintos y tu polla. Y también impotente de saber controlar a tus hombres de mierda, que parecen unos payasos.

Silvia que seguía desde otro punto todo aquello, supo que Adya les hacía ponerse frenéticos, porque así se cansarían antes. De todos modos las agallas de Adya la impactaban a ella también.

Ady, apareció en el despacho de Leo. Nadie estaba en el mismo. Y ady salió a la mazmorra. Sabía lo que la esperaba, pero esperaba no morir en el intento.

Todos la miraban espectantes, aunque de sus miradas sólo veía perversión brutal y odio hacia ella. Ady, se acercó hasta Leo que la esperaba con dos copas de champán en las manos.

  • Por fín, miserable hija de puta, nos reencontramos. Toma, bebamos antes de pasar al trabajo.

Ady, tomó la copa de sus manos y la chocó suavemente contra la suya y se la bebió de un trago. Estaba fresco y rico. Ahora la tocaría meterse en el agua helada del foso y deshacer las heces con su boca, algo que ya la hacía sentir señales de vomitar. Debía de ser fuerte y soportar todo el tormento, o todo se habría echado a perder.

Ya se ancaminaba hacia la rueda, cuando la mano de Leo la agarró del pelo y la hizo quedarse junto a él.

Ady, dió un pequeño grito, animando a todos los verdugos. Qué comenzaron a pensar en cómo martirizar a aquella zorra. Leo, tenía pensadas algunas cosas, pero se le ocurrió una nueva, que le agradó más que las anteriores.

  • Un momento, tengo un juego especial para esta zorra en dónde nos divertiremos durante un gran rato. Fermín y Marco, traed a todas las criadas, doncellas, camareras y sirvientas que encontréis. Las quiero desnudas antes de 30 minutos, con las manos atadas a la espalda. Daniel, ayúdales tú. Y ni un pero por parte de ellas, aqunque estén con la regla. Todas, desnudas y atadas. Dejad a las mayores de 40 años. Las demás bajadlas aquí. Este juego os encantará a vosotros y a ellas les hará sentir mucho temor, pero a mí me encantará.

Quedaron a la espera que hicieran la recolecta de chicas, mientras Leo la hacía quedar con los brazos en cruz y después la ponía una mordaza de anillo, regulando la apertura hasta dejarla la boca muy abierta. Y así aguardaron a que llegaran las primeras jóvenes.

Ady, sabía que esa noche sería fatal para ella. Que jamás podría olvidarla yá, pero admitió las reglas y se quedó así ante ellos y sus miradas procaces. Sabía qué, quién menos, la odiaba. La mayor parte anunciaba con sus miradas un martirio largo y cruel para ella.

  • Qué te parezco, Ady?. Reconocerás que estás maravillada con mi cuerpo, verdad?.

Ady, hizo movimientos con su cabeza, para indicarle que no podía articular palabra alguna, con esa mordaza de anillas. Y Leo, la quitó la mordaza apartándola a un lugar retirado.

  • Leo, eres el ser más desagradable que he conocido. No me gustaría ser tu mujer, ni con el premio gordo de la lotería. Pero tienes un cuerpo y una polla, que dan ganas de cualquier cosa, por tenerlos. Eso es verdad. Sí fueras normalito, serías un cielo para cualquier chica.

  • Vaya, mi víctima me lisonjea, antes de su inminente calvario. No estarás intentando que te salve de tu tormento?.

  • No leo, te desprecio. Me dás asco. Pero reconozco que estás muy bueno. También que follar contigo en una situación normal, sería una maravilla. No es el caso y por éso me condenas a una vejación trás otra.

  • Ady, nunca me has caído bien, hasta el día de hoy. Desde que te escapaste, he soñado despierto y pensado en tí. Y ahora más aún. Ya no es posible dar marcha atrás, salvo...........qué desearas ser mi amiga íntima en todo, además de una especie de esclava.

  • Nunca lograrás éso de mí, Leo. Tu ficha de acreedor, caducó la primera vez que me encontré ante tí.

  • Está bien, zorra. Te follaré ahora, para que tengas un gran recuerdo de mí.

Leo, la llevó hasta su despacho y la hizo doblar el cuerpo, de malos modos, hasta que sus tetas quedaron sobra la mesa. Después, le separó las piernas e introdujo dos de sus dedos en el recto de ella. Los removió a placer, mientras Ady, jadeaba con esas asquerosas sensaciones.

Leo, se limpió los dedos en los cabellos de Ady y apuntaló su polla en el ano semi lubricado. Y de un empujón se coló dentro, ante un alarido de ella, que intentó removerse, pero nada pudo hacer, mientras sentía la enorme culebra entrando en su túnel anal. Notaba, cómo sus caderas se separaban y un dolor, lento y profundo que recorría todo su cuerpo. Era el comienzo de su calvario. Intentó hacerse la fuerte, pero las lágrimas aparecieron en sus ojos, mientras Leo circulaba por su recto, de un modo aterrador y salvaje, sin que le importasen los dolores de ella.

Leo, se hundía con fuerza y saña, en el ano de su víctima, burlándose de los lamentos de ella, mientras la pellizcaba en cada parte más sensible y la escupía en la cara, del lado que la tuviera expuesta. Y se corrió dentro de su recto, entre enormes nalgadas y pellizcos terribles en sus muslos y costados.