Una chica muy especial (Libro 3º - Capítulo 6)

Distintas vicisitudes llevan a Ady a las manos de Oso. Pero, la vida es especial y voluptuosa y por tanto el destino marcado en una persona, puede hacer que todo evolucione anárquicamente. Sin embargo, siempre hay una explicación para todo evento............. Espero que os agrade esta lectura.......y sepáis esperar el desenlace final, que será en dos capítulos más. ........Un beso muy especial a TR y mis lectores/as........... ----------Sandra Raquel---------

Una chica muy especial

Libro 3º - Capítulo 6º

Alfonso, habló en susurros algunas cosas en el oído de Oso y este sonrió mirándola con una sonrisa que no escondía nada de nada.

  • Sólo una pregunta, Jefe.........Dijo 40 o 400 latigazos?.

  • Oso, solamente, 40. Espero que no se te olvide.

  • Jefe, con todos mis respetos hacia Ud, merece más de 40 latigazos esta puta.

  • Cuántos propones tú, pues?.

  • Jefe, sí va a estar durante toda la noche, yo recomendaría 200 latigazos esparcidos en el tiempo. Y además una inyección especial, para que los soporte, Jefe.

Ady, se quedó pálida. Esos 200 latigazos, la dejarían hecha una piltrafa para el día siguiente.

  • Señor, no creo justo el castigo que anuncia mi verdugo. Yo he bajado voluntariamente, para probar este mundo, Señor.

  • Bien, Señora. Me parecen insuficientes los 200 latigazos. Serán 250 y no se hable más. Oso, llévatela y que los sufra todos entre todos los aparatos. Luego la torturaremos los dos juntos. Será un placer atormentar esas tetas y sus axilas y su coño.

Y Ady, simplemente se creyó muerta ya, hasta que Oso la agarró de sus cortos cabellos, conduciéndola hasta la mazmorra.

Una vez en la misma, Ady se sintió mejor y ya soportó todo, con mucha más calma. La llevaba Oso, asida de los cabellos, pero ella ya no sentía ese miedo anterior. Tendría la mazmorra algo que la hacía ser fuerte?. Ella no lo sabía y no tenía tiempo para pensar.

  • Ya estamos en mis dominios, puta. Ahora, vas a ser buena y colaborar, verdad?.

Ady, asintió y se dejó tumbar en el suelo, manteniendo sus manos sujetas a la parte trasera del collarín.

  • Putita, ahora vas a quedar colgada cabeza abajo, con las piernas muy separadas. De un modo infernalmente maravilloso para los azotes que te voy a asestar. Luego te ataré las muñecas. Pero de momento, así quedarás maravillosamente bien, para tus primeros tormentos. Te voy a azotar la vagina, hasta que te derritas en llanto. No te haré sangre, porque así me lo han indicado. Pero sufrirás lo que nunca has imaginado, mi bebé.

  • Oso, pareces un componente del grupo Maná.

  • Coño!.......a qué vienes éso?.

  • Es qué me recordó tu palabra "bebé" a mi grupo favorito, que es Maná.

  • Joder, puta, también es mi grupo favorito. Te sabes alguna canción de ellos?.

  • Me sé casi todas y las suelo cantar, sí.

  • Y sí te azotara un poco y después te llevo a mi cuarto, me cantarías entonces esas canciones que conoces?.

  • Claro que sí, Oso. Sí a tí también te gustan mis ídolos, no seré yo quien te prive de su música maravillosa.

  • Jo, ahora no siento fuerzas para azotarte. Tampoco puedo pronunciar la palabra puta, o zorra.......o cerda. Me has comido la moral, Señora.

  • Oso, azótame entonces por devoción y amor. Verás que te es fácil. Además debes hacerlo, porque tu Jefe estará alerta.

  • Sí, la verdad es que me siento asqueado de este trabajo, pero tienes razón Señora. Deberé azotarte por el bien de los dos.

  • Oso, azótame.......pero si deseas un trabajo distinto, aunque quizás más tranquilo, te lo puedo ofrecer yo personalmente. Podrías ser mi guardaespaldas, personal?..............Te apetecería probarlo?.

  • Señora, me encantaría ese trabajo y lo haría bien. Y ahora, no me atrevo a azotarla Señora.

  • Oso, azótame fuerte, para que sepa lo que son los azotes. Y si al amanecer, que queda poco, sigues pensando en ser mi guardaespaldas, te contrataré personalmente.

  • Ya la has escuchado Oso. Haz lo que ella te dice.

Alfonso había estado escuchando todo y le encantaba que su Señora, fuese tan maravillosa.

Tanto, Ady cómo Oso, se quedaron asustados al escuchar las palabras del jefe.

  • Oso, azótala cómo azotarías a alguna de nuestras doncellas. No pienses, sólo azótala. Después hablaremos tú y yo. Tenemos 250 latigazos por delante. Sí no se los dás tú, se los daré yo mismo. Azótala 20 veces en el coño, para que sufra un poco más. Después, la abordaremos en sus otras tiernas carnes. Me voy a mi despacho, así que haz que ella sienta el dolor, aunque ya sé qué no, cómo humillación. Azótala sin piedad y ven a verme. Deberé decirte algunas cosas después.

  • Sí, Jefe. Así lo haré.

En cuánto Alfonso se fué, Oso se acercó sigilosamente al oído de Ady y la dijo............:

  • Se los daré flojitos, aunque duelen casi idual, pero ud grite a partir del quinto latigazo, aunque tampoco se pase demasiado o nos cazarán.

Ady, asintió y se relajó lo que pudo, estando colgada de los tobillos y con las piernas muy separadas. Era una pose ideal para el tormento, que aunque suave, la harían rabiar de dolor y miedo.

Los primeros azotes, cayeron sobre la vagina muy abierta de Ady. Eran suaves para ellos, pero para ella eran salvajadas. Y al tercer latigazo resopló y soltó un pequeño grito, sin poderse controlar, mientras se debatía ante el escozor picante de esa zona tan frágil.

Al quinto latigazo, se debatía con furia, mientras sus lágrimas caían al suelo y sus gritos inundaban toda la estancia.

Para colmo, Alfonso salió de su despacho para presenciar el espectáculo. Y Oso, no tuvo más remedio que lanzar los nuevos latigazos, con mayor rigor, mientras Ady se desgañitaba entre alaridos y lágrimas de dolor.

  • Detente Oso. Esta puta, se remueve demasiado. Sujetemos sus muñecas con las dobles cadenas. Quiero verla sufrir, sin esas contorsiones.

Ady, quedó atada por sus muñecas a los postes laterales, sin poder mover más que la cabeza. Sentía su cuerpo empapado en sudor. Y lo peor, aún faltaban 10 latigazos en sus partes ya muy sensibilizadas y doloridas.

  • Prosigue Oso. Esta puta va a sufrirlo totalmente. La verdad es que me hace ponerme cachondo de verla azotada en esta postura.

Y Oso, agredió con mayor fuerza el coño de Ady, causándola vivísimos dolores, que la hacían gritar cómo una poseída.

Ady, tenía el pubis depilado, totalmente cubierto de rayas rojizas y sentía su vagina alcolchada, aunque enormemente escocida. Y temblaba, entre lágrimas vivas que escurrían de sus ojos, por la frente y el pelo hasta caer al suelo.

  • Oso, te estás portando de maravilla. Dos latigazos más y la torturaremos las axilas. Creo que nuestra puta, merece un tratamiento espectacular y sádico.

Ady, se sentía medio afónica de los gritos que había ido soltando, sin que pudiese hacer nada por remediar su nefasta situación. Se sentía atontada, de permanecer cabeza abajo tanto tiempo y las últimas palabras de Alfonso la hundían aún más en la miserable situación en la que se encontraba. Iban a torturarla sádicamente. Y supuso que sería con púas o cigarrillos.

Oso, terminaba de azotar a Ady, cuándo entró Leo. Se acercó hasta el grupo y comentó..............:

  • Vaya, vaya, vaya....El Jefe y el Oso, con una zorra ligeramente atormentada. Porqué tanto secretismo, Jefe?. No soy acaso, el más firme defensor de la mazmorra?.

  • Leo, qué haces tú aquí?. No te habías ido de vacaciones?.

  • Sí, estoy de vacaciones, pero se me olvidó llevarme unas cosas de mi camerino. Y ya que estoy aquí y viendo a esta hermosa zorra a medio azotar, me quedaré para divertirme un rato. Sí es que no soy molestia, claro.

  • Pasemos a mi despacho los tres. Deseo hablar con vosotros dos. Nuestra zorra no se va a escapar.

Ady, se quedó sóla, colgando de sus tobillos y aún llorando y sintiendo las punzadas de los últimos latigazos recibidos en su vagina, que ardía como si fuera la antesala del infierno.

Entraron los tres en el despacho de Alfonso y se sentaron en cómodos sillones.

  • Escuchadme bien vosotros dos, que siempre váis a la gresca de todo.

Oso, se terminó de vestir, para quedar más decentemente, mientras Leo, se servía un poco de licor.

  • Sabéis los dos, que me marcho, porque ya estoy saturado. Mi relevo iba a ser Oso y no tú, Leo. Pero, es probable que tú seas mi sucesor, ya que Oso ha adquirido una nueva actividad más personalizada, aunque falta aún por concretarla. Sí ello fuese así, tú Leo, ocuparías este despacho. Ahora bien, desde este despacho se administra y tú, eres demasiado fogoso y sádico. Este puesto está pensado para resolver los problemas que se generen en la mazmorra y redirigir a los verdugos comunes. Y....hacer que los tormentos se cumplan, sin piedad sobre las jovencitas que pasen por aquí. No puede haber decisiones personales. Te tienes que adaptar al código, hasta que sea cambiado.

  • Alfonso, después de Oso, estoy yo. Me adaptaré a todas las reglas, hasta que puedan cambiarse. Sí Oso se vá, yo me quedaré con tu puesto.

  • Muy bien. Qué opinas tú, Oso?.

  • Creo que es el mejor de todos, incluyéndome a mí mismo. Sin embargo le veo demasiado sanguíneo y sádico y este puesto no es para ese perfil. Pero le admitiría como Jefe, aún suponiendo que no me saliera lo de la Señora.

  • En ese caso, Leo, eres el elegido para sustituirme. Lo hablaré con el Señor y quedará todo firmado y contrastado. En cuánto a tí, Oso. Ojalá te salga ese proyecto. Aunque tu Señora se encuentra sóla y de seguro que temblando de terror y dolor. Y lo mismo se echa para atrás.

  • Ya que mi buen compañero Oso, me reconoce cómo Jefe, haré que tódo le salga bien. Desataremos a la Señora....y fijaos que no he dicho puta o zorra y se la entregaremos a Oso, para que él la proteja durante lo que resta de noche. Así mataremos 3 pájaros de un tiro.....jajajajajaja. Qué os parece?.

  • Por mi parte, me parece muy buena idea. Qué dices tú, Oso.

  • Me parece muy bien. Y lo que dije, sí no cuajara la oferta de la Señora, no me molestará en nada que Leo, sea el nuevo Jefe.

  • Bien, entonces Oso, ve a por la Señora. Desátala y tráela a este despacho. La deberé presentar al nuevo Jefe de la mazmorra. Después te la llevarás a tu habitación y harás con ella lo que deseéis ambos. A las 8 de la mañana, deberás estar en esta sala junto a ella.

  • Vale, Alfonso, así lo haré.

Oso, salió a la mazmorra y se acercó a su Señora, que medio dormitaba, colgada por los pies. Le desató las muñecas y la bajó hasta que su cuerpo quedó reposando en el frío suelo. Le desató los tobillos y la masajeó desde la cara hasta los pies, hasta que comenzó a notar sensaciones de recuperación en su cuerpo.

Ady, se sentía bien, a pesar del escozor y punzadas de dolor en su vagina, pero logró sonreir a Oso, quién se sintió agradecido y preocupado por ella.

  • Señora, el Jefe me ordena llevarla, para presentarle al nuevo Jefe.

  • Así qué al final, tú no serás el nuevo Jefe, verdad?.

  • En efecto, Señora. Sí no me sale algo, seguiré siendo el Oso de la mazmorra. Señora.

  • No te gustaría estar a mi servicio, cómo chófer y guardaespaldas, Oso?.

  • Claro que sí, Señora. Sería mi ilusión más total. Pero no lo soy y a saber que dirá el Señor, sobre este asunto Señora.

  • Oso, yo lo hablaré con el Señor. Ahora presenta mi cuerpo desnudo ante tu ex-Jefe y el nuevo Jefe. Mejor atada, con las muñecas en la parte trasera del collar, verdad?. Y no te preocupes de lo que digan o hagan, lo soportaré, aunque sea humillada y manoseada, Oso.

  • Señora, me han dado permiso para ofrecerla mi habitación, para que termine de pasar la noche. Sí a Ud no le importa, claro.

  • Me sentiré honrada de compartir el lecho junto a mi protector. Vayamos ahora, antes de que se pongan más nerviosos.

Oso, engarzó sus pulseras a la parte trasera del collarín y la hizo caminar hasta el despacho del Jefe. Pulsó un botón y esperaron a que la puerta se abriese.

Pasaron un par de minutos, porque Alfonso discutía con Leo, los pormenores de dirección. Leo, asentía y sonreía. Estaba poseído de una idea que le hacía ser extremadamente procaz, malévolo y sobre todo sádico. Y le encantaba serlo y parecerlo. Todas las doncellas le temían, incluyendo quizás hasta la propia Señora. Ya la haría barrabasadas en cuánto estuviese oficialmente en el cargo.

La puerta se abrió y pasaron los dos, al despacho del Jefe de la mazmorra.

Ady, supo que Leo sería su enemigo silencioso más encarnizado, pero se arrodilló ante Alfonso en señal de respeto.

Un fustazo fuerte y deliberado en sus tetas, la indicó quién era el nuevo Jefe y se volvió hacia él, bajando su mirada.

A Leo, pareció agradarle y tan sólo la descargó dos fuertes y terribles azotes sobre los pezones, que la hicieron removerse de dolor y hasta las lágrimas se le saltaron, aunque tan sólo resopló y jadeó.

  • Bien, puta. Te presento al nuevo Jefe de la Mazmorra. Le llamarás Señor y serás sumisa completamente, agradeciéndole el tratamiento que te dé. Lo aceptas, cómo Jefe de las mazmorras.

  • Sí, Señor. Acepto al nuevo Jefe, con todas sus consecuencias, Señor.

  • Muy bien, zorra. Leo, ya es tuya. Tú decides desde ya qué hacer con esta puta.

  • Gracias Alfonso. Prefiero que Oso la vigile en su cuarto. Tengo mucho que preparar y deseo estar tranquilo. Oso, tu te encargas de su custodia. Lo que la hagas es cosa tuya, entendido?.

  • Sí, Jefe.

  • Podéis iros. Tengo que seguir hablando con Alfonso de otros temas.

Oso y Ady, salieron de aquel despacho maldito y se alejaron por el corredor hasta llegar a su habitación, totalmente ordenada y con una sola cama larga, pero de 90 cm de ancho.

  • Es todo lo que tengo Señora. Esta habitación es suya, ordéneme lo que desee, Señora.

  • No ordeno, sólo te ruego que me quites estas correas y me dejes meterme en la cama junto a tí. Estoy desfallecida.

  • Señora, no ha cenado, verdad?.

  • No, pero no me importa.

  • Señora, pùedo preparla una cena rápida?. Diga que sí por favor. Tengo un excelente vino guardado y creo que le vendrá bien, Señora.

  • Vale, Oso, sorpréndeme pues.

Oso, se sintió el ser más feliz del universo y preparó unos sandwiches rápidos y el vino con dos vasos.

  • Coma Señora, qué ésto la sentará de maravilla, ya lo verá.

  • Gracias Oso, pero comamos los dos juntos. Ya eres mi protector, así que debes estar cerca de mí.

Oso, sonrió y Ady pudo ver en él, al hombre que daría su vida, si fuese necesario, por ella.

  • Señora, después de todo lo que la he hecho, aún sería capaz de cantarme canciones de Maná?.

  • No me llames Señora, salvo cuando estemos en público. Llámame Ady o Adya. Y sí, te cantaré todas las canciones que recuerde, siempre que te vea feliz y alegre.

  • Ya lo estoy, Señora........digo.....Adya. Qué tal la cena?.

  • Deliciosa, Oso. Te gusta que te llame Oso?.

  • Me llame cómo me llame, me sentiré orgulloso de Ud, Adya.

  • Vale, lo uno por lo otro. No me vuelvas a hablar de Ud.....Me da igual, si me llamas Adya o Ady, pero entre los dos el tuteo será permanente.

  • Jo, muchas gracias Ady. Me gusta más así.

  • Me parece estupendo, Oso. Ahora que hemos cenado, túmbate en la cama y desnudo. Me insertaré en tu polla, para cantarte canciones de Maná.

Oso, no podía creerse que aquello estuviese sucediendo. Era demasiado maravilloso, para que fuese real.

Ady, se acercó hasta el cuerpo yacente de Oso y le besó en los labios. Labios agradecidos, que la correspondieron con amor y con un espíritu nuevo en él mismo. Para Oso, Ady era su dueña, su reina, su diosa. La veía y se sentía agraciado de poder compartir esos momentos con ella. Oso, sabía que siempre estaría sin tener nada de ella total, pero también sabía que era la mujer de sus sueños y alguien por quién esperar, hasta el final de los días.

Después de besarse gratificadoramente, Ady se echó hacia atrás y abriendo sus labios vaginales, se sentó literalmente sobre la polla enervada de Oso. Y sin saber cómo, su vagina la engulló.

Ady se sintió de maravilla al estar penetrada en su vagina por la enorme polla de Oso y le miró a los ojos.

  • Oso, estás dentro de mí. No te caigas, quieres escuchar esas canciones que me sé?.

  • Por supuesto que sí, mi diosa de amor.

Ady, se sintió de maravilla ante semejantes palabras y aunque su vagina seguía escocida de los latigazos, sentía un enorme placer al tenerle dentro de ella.

Y Ady le cantó las canciones que sabía de memoria, mientras Oso se hacía cada vez más fuerte y potente dentro de ella. La escuchaba y le acariciaba los brazos, las tetas y su rostro, embriagado de amor. Era su ídolo y sabía que ella sería su diosa por siempre. Ya se había olvidado de sus menesteres anteriores. Ahora sólo veía en ella a su amor, su amor definitivo, el más puro y total, de cuánto hubiese imaginado en su vida. Lo pensó un instante y se decidió.

  • Ady, te escaparías conmigo ahora, perdiendo todo lo que tienes?.

Ady, paró de cantar y le miró con sus ojos de miel, sin parpadear.

  • Oso, te refieres a abandonar todo y escaparnos los dos juntos?.

  • Sí, mi Ady, Diosa de mi Amor. A éso me refiero. Ya sé que es fuerte para tí, pero me he enamorado de tí y no sé decirlo de otro modo, amor.

  • Vale, fóllame ahora mi amor.........y decidamos después, te parece?.

Oso, se quedó petrificado.........le había dicho "mi amor". Eso le dió nuevas alas, esta vez más fuertes y protectoras. Adya sería su esposa, su diosa y sobre todo su Amor.

Mientras Oso y Ady follaban, sus miradas se cruzaban en el laberinto mágico del amor.

Para Ady, significaba romper con un futuro prometedor, aunque incierto.

Para Oso, era romper con toda la corrupción y vivir de nuevo, libre y feliz junto a una chica sensacional.

Cuándo Oso eyaculaba, seguido de un fuerte orgasmo de Ady, la puerta se abrió y apareció Tonino.

  • Vaya, parece que tu puta te da placer, verdad, Oso?.

Oso, intentó incorporarse y sacar su enorme polla del vientre de Ady, pero ésta no lo permitió y añadió.

  • Tonino, sobra tu presencia, pero ya que estás aquí, te diré que los dos abandonaremos tu casa. Me he decidido a vivir con él, para él y por él. Está claro?. Y ahora sé cortés y valiente y admite que no me has dado más que palabras. Todas vanas y vacías. Y qué quizás, gracias a tí he descubierto el amor de mi vida.

Oso, quién mantenía su polla dentro de la vagina de Ady, se le veía pálido, al principio, pero conforme iba hablando Ady, se sentía más y más protector de su amor. Y también, más confiado de sí mismo.

  • La verdad, es qué ha sido mi metedura de pata más brutal. Silvia, ya me lo dijo un par de veces. Nunca la hice caso. En fin, os pido perdón, a los dos. Adios.

Y se fué cerrando la puerta con suavidad.

Ady y Oso se miraron. Estaban asustados, de comenzar una vida nueva sin nada...........aunque Ady tenía su apartamento.

  • Oso, no te preocupes. Saldremos de ésta y de todas las que se interpongan. Ahora deseo dormir, junto a tí, mi amor definitivo. Quiero y deseo ser tu diosa de Amor.

Oso, la atrajo hacia sí y sin sacar su enorme polla de la vagina de ella, la abrazó y la besó con deliciosa pasión, hasta quedarse dormidos los dos.

Al despertar Oso, miró a su amor. Dormía plácidamente en su brazo derecho y aunque lo tenía un poco dormido, no se atrevió a despertarla y sí a mirarla, de un modo en el que siempre había soñado y sin embargo, jamás había encontrado el modo de mirar a una mujer.

Ady era su esperanza, su diosa de Amor dormida en su brazo. Y sintió que su vida renacía para bien de los dos. Nunca la faltaría de nada a su diosa, porque él siempre la traería provisiones.

Cuándo Ady, despertó.......unos ojos llenos de amor, la aguardaban.

  • Buenos días, mi dulce diosa de Amor.

  • Buenos días, mi amado Amor.

Se besaron, dulce y suavemente. Ambos, habían encontrado su otra mitad.

Las alarmas emergieron, casi al mismo tiempo en los dos.

Pero antes, de que tuvieran tiempo de expresarlas, escucharon unos golpes suaves en la puerta.

Oso, cubriéndose con una toalla, abrió la puerta y apareció Tonino.

  • Buenos días Oso y buenos días Adya. Una pena para mí, que me cambiaras por este hombre al que respeto. No he venido peleador. Sólo he venido a desearos suerte. Y sí me lo permitís a ayudaros a encontrar empleo. Pero sí, me gustaría ser el padrino de la primera niña, que pusiérais por nombre Silvia. Me encantaría ser su padrino. No pido más. Me he portado mal y mi posible mujer ha aterrizado en los brazos de alguien que me supera en vida y en amor.

  • Señor, muy agradecido quedo con sus palabras. Es cierto que me enamoré de ella, el primer día que la ví. Pero anoche, todo transcendió demasiado rápido. Algo que no sé explicar, Señor.

  • No tienes nada de que disculparte. Adya o Ady, es una persona tan sublimadora, que hace que todos los hombres nos enamoremos de ella. Y éso no es un pecado de ella y menos de nosotros. Sin embargo he visto en vosotros dos, algo que a mí me faltó. Y deseo decir, que la amaba de verdad y la sigo amando. Oso, ya es tuya y tú de ella y no me entrometeré, sólo lo que dije y si tenéis a bien, que así sea.

  • Gracias Señor. La cuidaré y la protegeré por siempre. El destino tiene sus perversidades, pero a veces permite a gente cómo yo, encontrar a gente cómo ella.

  • Es muy sabio, cuánto dices, Oso. Pero nó necesitaréis moveros demasiado para encontrar un trabajo. Adya, podría trabajar en alguna de mis empresas. Tú podrías ser mi gestor personal, porque ambos queremos a la misma mujer. No habría roce alguno en ese aspecto. Además os lloverían ofertas de trabajo, a raudales. Todo ésto debéis sopesarlo a solas. Ved los pros y los contra y decidid. En cualquier caso, en mi casa seréis bien recibidos, juntos o por separado, por los restos de mis días.

Ady, que había estado callada, se levantó de la cama y desnuda como estaba se abrazó a Tonino, dándole un largo y fuerte beso, que el correspondió sin tocarla, aunque agradeció aquella acción de la que era su futura esposa hasta hacía unas horas.

  • Oso, cuídala bien. Ella se lo merece. Es encantandora, pero ten cuidado con su palabrería. Esto es broma. Me alegro por vosotros, pero permitidme ser una parte vuestra, si nó os desagrada.

  • Lo haré Señor. Me gusta mi futuro, Señor.

  • Adya, en cuánto a tí, nada nuevo que decirte. Sí acaso una cosa. Mi casa estará abierta para tí, las 24 horas de cada día de cada mes y año. Para Oso, estará abierta de igual modo, pero sólo por las tardes, salvo que venga contigo, o ya trabaje para mí.

  • Antonio. He decidido un nuevo cambio, pero te considero mi Señor, mi Maestro y mi Amor. Me sentiré honrada de poder acudir a tu casa con total libertad.

  • Señor, mi amada Ady, le visitará cada día que pueda, se lo prometo. Ella es para mí, mi más sagrado tesoro, pero ella me viene a mí desde Ud y por ese mecanismo del destino, la tengo a ella, Señor.

  • Eso es verdad, Oso. Cuídala para los dos. Y dale los hijos que necesita. Me sentiré encantado de apadrinar a más de uno.....aunque espero a una Silvia. Sí deseáis vivir, aquí en mi castillo, os puedo ceder un ala del mismo, para vuestras necesidades inmediatas.

  • Señor, me gustaría trabajar para Ud, porque le admiro.

  • Oso, quedas contratado para trabajar cómo gestor personal. En cuanto a ella, la podría ofrecer algo, pero sólo ella deberá analizarlo junto a tí. Os puedo dejar el ala oeste, que está bien, pero en desuso. Habria que limpiarla y acondicionarla. Yo pondría los obreros y hasta los primeros gastos. Estariáis totalmente independientes, sin alguien que os molestara, incluído yo mismo. Sinceramente, Osorio. Me encantaría que aprovecháseis esta oportunidad, porque no os deseo mal alguno.

  • Gracias Señor. Será un honor para mí, trabajar para Ud. En cuanto a ella, nos entrevistaremos con Ud, sí ella lo desea para ver que trabajos podría realizar.

Ady asentía, permaneciendo desnuda ante los dos. Pero no estaba muy segura de querer estar cerca de quien había pensado como padre de sus hijos. Sin embargo el morbo la animaba a quedarse cerca de quien fuera su amor, que ya había sido reemplazado por Oso.

  • Señor, mi futura esposa está indecisa, porque no se atreve a pedirle un puesto de secretaria. Sería una estupenda secretaria, vistiendo las ropas que Ud dispusiera, verdad Ady?.

Ady, le miró atónita, pero al final asintió, porque le gustaba el morbo de ese mundo erótico y a veces lascivo y brutal. Quizás hasta atender desnuda a los clientes de Tonino, le parecían fantasias maravillosas.

  • Adya, aceptarías ser mi secretaria personal?.

  • Sí, lo aceptaría Antonio.

  • Incluyendo, y esto va por los dos el tipo de ropajes que llevases?.

Ady, vió un asentimiento en Oso y ella se decidió.

  • Aceptaría todo, Antonio. Mi prometido está conforme.

  • Muy bien, queda algo más aún. Oso, tu futura esposa ya ha pasado por la mazmorra en alguna ocasión. Habrá inconvenientes, para que vuelva a pasar más de una vez?. Y os lo pregunto a los dos, para saber a que atenerme.

  • Señor, por mí no habría inconveniente, ya que la conocí en la misma. Pero es ella, que sabe lo que arriesga, quién debe decirlo.

Los ojos de ambos se centraron en Ady, que se ruborizó.

  • Señor, si a mi amor, no le molesta, admitiré pasar por la mazmorra las veces que Ud lo considere oportuno, Señor.

  • Muy bién, daré las ódenes oportunas para que se arregle esa ala, en donde viviréis los dos. Nadie os molestará, mientras estéis juntos. No habrá visitas, salvo que tú Osorio, las invites. Así dejamos a salvo a tu mujer, que seguro se vería asediada por más de uno.

  • Gracias, Señor. Será un placer para nosotros dos, trabajar para Ud. No sé, cómo le podremos pagar todo ésto, Señor.

  • Osorio, tómadlo como un regalo mío a los dos, pero sobre todo a ella a quién amé y amo, pero que me parece más coherente que sea tu esposa, que la mía.

  • Gracias Antonio. Será un honor para mí trabajar para tí y en lo que decidas para mí en cada instante, sin poner cuitas o dudas. Mi prometido Oso, me protegerá. Aunque contigo mi Amado Señor, nada he de temer.

  • Una buena respuesta, Adya. Serás la secretaria más guapa y erótica de todas las que he tenido. Tratarás con mucha gente distinta. Sé amable y sonriente con cada uno de mis visitadores, éso te hará ser especial para mí y para ellos. Osorio, en cuánto a tí, te deseo asignar el puesto de Gestor General de todas mis empresas. Aunque deberás viajar un poco, pero lo harás en las mejores condiciones y con un par de ayudantes, de primer nivel y siempre que a tí te agraden.

Ady y Oso, se quedaron más relajados y ya veían la felicidad, mientras sus manos estaban unidas, atendiendo al Señor.

  • Antonio, existe un problema serio.

  • Adya, qué problema es ése?.

  • No tengo nada de ropa aquí y dudo que la que tengo en mi casa, pueda servir para mi indumentaria. Y no tengo dinero para poder ir a una boutique especializada.

  • Adya, tranquila. Mañana mismo iremos los tres a una boutique especializada en ese tipo de ropa. Cerrarán un ala del local, para atendernos a nosotros personalmente. Por cierto, habéis cenado?.

Denegaron los dos.

  • Muy bien, yo tampoco. La verdad es que es casí más la hora de desayunar que otra cosa. Oso, súbela a mis habitaciones y quítala las marcas, ya sabes en dónde está todo. Dentro de una hora cenaremos-desayunaremos, los tres a solas. Tengo ropas limpias para los dos, así que no tenéis por qué subir nada, salvo que decidáis otra cosa.

  • Gracias Señor. Podríamos yá subir junto a Ud. Lo digo, porque quizás el nuevo Jefe de Mazmorra, quisiera sobrepasarse con ella. Y sí se pusiera borde, tendría que matarlo, Señor.

  • Oso, me parece una estupenda idea. Acompañadme y seré vuestro protector. No hagáis caso a las chanzas o palabras insultantes, no merece la pena y sólo será envidia.

Salieron los tres del habitáculo de Oso, que se había puesto unos pantalones y una camiseta, además de sus zapatillas de deporte. Sin embargo, Ady iba desnuda entre los dos hombres, con los ojos bajos y agarrada a la mano de Oso.

No hubo un sólo comentario, algo que extrañó a los tres. Oso, pensó que era porque a él le tocaba ocupar el puesto de jefe de la mazmorra. Sin embargo, Leo era quién estaba detrás de todo aquel silencio. Había ordenado que no se hiciese murmullo o comentario alguno.

Leo, los recibió en su despacho, que daba acceso a la escalera secreta.

  • Pase Señor. Hola Oso.....y hola Ady, estás guapísima. Me alegra vuestra unión, sinceramente. Perdonad que no tenga ésto más decente, pero el servicio de doncellas estaba totalmente colapsado, Señor.

  • Tranquilo, Leo. Soportarás este estado hasta mañana por la tarde?.

  • Claro Señor, que remedio. Aunque de vez en cuándo limpio un poco de aquí y un poco de allá. Pero ésto necesita una mano femenina, Señor.

  • La tendrás, Leo, la tendrás. Adya, ha sido contratada por mí y bajará mañana por la tarde para adecentar y ordenar tódo ésto. Verdad Adya?.

  • Sí, Señor.....lo que Ud me indique Señor.

  • Hostias!!, ésto sí que es una mano Señor, muchísimas gracias.

Oso, le miró sonriente, pues habían sido compañeros un año largo y habían hecho extragos entre las doncellas que habían pasado por la mazmorra.

  • Enhorabuena Oso, me alegro por tí y por ella. Aunque siendo sincero te envidio sanamente, de verdad.

  • Gracias Leo. Espero que no te sobrepases con ella, vale?.

Oso se lo dijo al oído de Leo y éste asintió, sonriente.

Ady, que observaba todo se sentía más aterrada a cada instante que pasaba, de caer en las manos de Leo. Sabía que se la tenía jurada y que la iba a hacer diabluras, que después camuflaría mediante el bálsamo. Pero tampoco podía decir algo que aún no había sucedido.

Los tres abandonaron la estancia del Jefe de la mazmorra y subieron los escalones que accedían a la puerta secreta que Ady ya conocía.

  • Pasad los dos. Os llevaré al ala oeste. Allí comenzaremos las obras de remodelación al gusto vuestro. Y allí permanecerá mientras el básamo hace su efecto. Mientras tú y yo, tomamos unas copas y hablamos, te parece?.

  • Me parece genial, Señor. Ady, qué suerte, vamos a tener casa independiente, gracias al Señor.

Ady, asintió ilusionada, pero la seguía preocupando la idea de tener que bajar al despacho de Leo. Al final, lo asumió cómo necesario y ya fué más animada con su nuevo amor, pudiendo disfrutar de cada una de las habitaciones que Tonino les iba mostrando.