Una chica muy especial (Libro 2º - Capítulo 7)

Un capítulo muy especial de supervivencia, en la que Antonio y Ady, se ven inmersos y logran salir de esa situación después de muchos problemas. Cuándo Ady y Antonio logran alcanzar la casa, Claudia se dedicará a reactivar a Ady, que está bajo un pequeño estado de hipotermia. Y más cosas que harán de Ady, un nuevo centro de atención........... Espero que os siga agradando.......... Un beso muy especial, para todos vosotros, quiénes me seguís y me permitís editar y publicar. Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 2º - Capítulo 7º

Ady, descalza y semidesnuda, se sentía atrapada. Para colmo de males, la luz se fue en toda la zona y quedaron en la más completa oscuridad. Antonio, intentaba guarecer a Ady del aguacero, pero no había forma, si querían seguir avanzando. Estaban a poco más de 50 metros de la casa.

El agua bajaba fuerte por la calzada, aunque parecía limpia, lo cual les dió un presentimiento bueno. Ady, al final fue puesta cómo parapeto, delante del cuerpo de Antonio, que la cubría las tetas y el vientre, para que no cogiera mucho frío.

Así consiguieron avanzar un poco más, pero el aire arremolinado les impedía la marcha recta, con lo que se veían obligados a realizar muchas correcciones de rumbo, cegados por la lluvia y en total oscuridad.

Antonio, intentó desabrocharse la cazadora para dejársela a Ady, pero las ráfagas de aire, continuas, le arrojaron lejos de ella y resbaló en el agua, hasta unos 15 metros más atrás. Ady fué a socorrerle, al tiempo que él se abrochaba de nuevo la cremallera, para evitar hacer vela con la misma.

  • Adyyyyy.....creo que deberás seguir así hasta casa...........a...yúdame.

Ady, logró ponerlo en pie y le besó por el gesto. Y juntos, tomaron de nuevo el camino hacia la casa. Ady, se quedó delante de él, para hacer de parapeto y además poner más escudo al aire, que soplaba cómo endemoniado contra ellos dos.

Avanzaban paso a paso, sin una luz que les guiara, pero Ady podía soportar todo por Antonio, por los dos. Y llegaron hasta la valla del jardín de las cuatro casas. El aire, ahí soplaba menos, pero la lluvia torrencial, les impedía caminar con celeridad.

Antonio intentó abrir la puerta con la llave electrónica, pero el sistema esta apagado.

  • Joder, tengo la llave en el coche. Tendré que subir hasta ahí arriba y después abrirte por dentro. Utilizaré el látigo, para poder elevarme hasta el tejadillo.

Antonio lo intentó con el látigo, pero sus manos resbalaban sobre la imitación de piel de serpiente. Ady, lo miraba con ansiedad, esperando que lograra subir esos dos metros.

Era imposible. Las manos mojadas de Antonio, resbalaban por la superficie del látigo.

  • Ady, tus pantalones servirán. Quítatelos y dámelos.

  • Vale, pero guarda antes mi documentación, Antonio.

Ady le díó una carterilla en donde guardaba el DNI, un poco de dinero y un pañuelo. Antonio se lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón, al tiempo que Ady, se desabrochaba el pantalón y bajaba la cremallera.

Intentó bajárselo, pero sólo lo logró hasta la parte baja de sus nalgas. Estaban tan empapados, que se habían adherido cómo una segunda piel en sus piernas.

  • Antonio, no puedo bajármelo más......quítamelo tú.

Antonio intentó tirar de los bajos del pantalón, pero sólo logró arrastrarla por el barro.

  • Ady, cógete a ese tronco y yo tiraré de tus pantalones.

El agua arreciaba más aún y grandes charcos se formaban junto a ellos. Ady se agarró al árbol, mientras Antonio tiraba de sus pantalones. Pero no salían.

  • Ady, túmbate boca arriba y agárrate de nuevo al árbol, no se me ocurre otro modo.

Ady, asintió y se tumbó en un enorme charco, que la dejaban libres, sólo los pezones y la cara, que tenía un poco más elevada. Antonio tiró con fuerza y logró que los pantalones salieran de las piernas de Ady, mientras ésta quedaba semisumergida en el enorme charco.

Antonio, la rescató y la hizo poner de rodillas, a cuatro patas para servirla de base y así poder lograr llegar arriba.

Al cabo de 5 minutos de esfuerzos, cada vez con menos fuerzas, Antonio, logró enganchar los pantalones de Ady en un pico de la puerta y así ascender, trepando por los mismos hasta el primer escalón. Y de ahí hasta quedar encima de la cornisa.

Después desapareció y durante unos segundos, Ady escuchó sólo el golpeteo del agua contra su cuerpo desnudo.

Por fín, la puerta se abrió y Antonio, la rescató del exterior y se acercaron hasta la casa. Antonio, aporreó la puerta, hasta que Carlos la abrió y les vió en el estado en que estaban.

Entraron dentro, al tiempo que Claudia aparecía ante ellos. Al darse cuenta, corrió a por toallas y mantas.

Ady, estaba tan extenuada cómo Antonio. Ambos fueron atendidos en la misma puerta y desnudado él, mientras Claudia secaba el pelo y cuerpo de Ady.

Claudia y Carlos, llevaron a Ady hasta la cama, para secarla del todo. Antonio, parecía estar bien y se secó la cabeza y se cambió de ropa en la oscuridad.

  • Claudia, acuéstate junto a ella y dala calorcito. Y fricciónala bien cada parte de su cuerpo. Lo ha pasado bastante mal, la pobre.

Claudia asintió y se metió en la cama con Ady, tapándose con una manta, mientras la abrazaba y la masajeaba todo el cuerpo, sin detenerse un sólo instante.

Ady, entró en reacción y se sintió arropada por el calor del cuerpo de Claudia y la manta que envolvía a ambas.

La luz volvió en ese instante y todos los sistemas comenzaron a funcionar, pero Claudia y Ady estaban pegaditas, respirando los vahos de la contraria.

Ady, había sido y aún era hetero, por lo que no sentía deseos de compartir sexo con otras mujeres. Sin embargo, Claudia era distinta y aunque no deseaba sexo con ella, sí la agradaba su contacto y más su compañía.

Ady, se dejaba acariciar y friccionar, pero cuándo ya estuvo restablecida y las dos se encontraron debajo de la manta, Ady, correspondió a Claudia, besándola en la boca y acariciándola su sexo.

Las dos se miraron, con esa sonrisa tierna que lleva a la amistad más absoluta, que es la intimidad cedida.

Claudia, supo que tendría ya una amiga capaz de hacer todo por ella, cómo ella misma lo haría por Ady. Acababan de hacerse amigas íntimas. No las molestaba ya, rivalidades, que nunca las hubo, ni tampoco celos, que no tenían razón de ser, porque cada una tenía ya su pareja.

Ady, sabía que Claudia, sería desde aquel instante su mejor amiga y que entre ellas no habría secretos.

Claudia y Ady se complementaban al 100%, aunque ellas aún no lo habían averiguado del todo. Pero ellas sabían, que juntas lograrían maravillas. Y de ahí sus risitas bajo la manta, encogidas y acariciándose simultáneamente.

Ady, sabía ahora lo que era el amor entre mujeres, a diferencia del lesbianismo que ya no aborrecía, pero que mantenía a distancia.

Claudia se sentía de maravilla. Había logrado un marido, por intermediación y efusión de Ady, a la que consideraba su Diosa de amor, porque también estaba enamorada de ella.

Se besaron dulce y sensualmente, protegidas por la manta. Sus miradas sellaron el grado de amor que las dos sentían entre sí.

  • Claudia, en cuanto saque la cabeza de la manta, lo mismo soy torturada. En cualquier caso, no demuestres mucho acercamiento hacia mí, vale?. Creo que ellos sí no lo saben ya, lo sabrán.........así que es mejor dejar que ellos tomen las iniciativas, te parece?.

  • Ady, hablas muy sesudamente. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Pero sí me dan a elegir entre tú y Antonio, elegiré a Antonio.

  • Te arañaría, sí no lo hicieras así, Claudia.

Y se rieron las dos, muy tenuemente, mientras acercaban los labios entre sí y se besaban con verdadero amor.

  • Ady, si un día estamos solas, dormirías conmigo?.

  • Claudia, dormiría contigo aunque estuvieses con Antonio. Pero sí, lo haría encantada, la verdad.

  • Gracias, amor. Me gustaste desde el instante en que te conocí. Antonio te torturó cuando nos fuimos, verdad?.

  • Sí, pero quiero que sepas que yo se lo imploré.

  • Vale, Antonio es genial.

  • Antonio, es mucho más que genial. Te tiene a tí, pero además me ayudó en nuestro camino a casa. Y me cuidó cómo pudo.

  • Vale, con éso me sobra para amarle, Ady.

Volvieron a besarse las dos, mientras sus ojos se fijaban en el rostro de su contraria. Y supieron las dos, que estarían muy unidas desde ese momento en adelante.

  • Ady, cuando nos levantemos te depilaré a la cera, te parece bien?....Sé hacerlo.

  • Vale, sí........ya he decidido estar como tú. Y quiero contemplarme cuánto antes.

  • Creo que lo mejor, por el momento, sería que te depilara a la cera. Lo sé hacer, Ady. Aunque te va a doler un poco, la verdad.

Antonio, retiró la manta de un tirón, dejándolas asustadas y boquiabiertas.

  • Así, que mi esposa, te va depilar a la cera. Será perfecto para tu marido, que asistirá a tal acto. Tenéis una hora para la depilación y otra hora, para las curas y duchas. A las 22 horas cenaremos junto con las otras parejas. Por cierto Ady, dentro de 6 horas serás mi esclava. Recuérdalo bien.

Ady, asintió. Apretó los brazos de Claudia con sus manos y se levantó. Claudia la siguió y la indicó el mejor lugar para realizarla. Era un banco de ginecología, que permitía la exploración femenina, pero también otro tipo de actividades.

Ady se tumbó en el banco y colocó sus piernas en los brazos usados al efecto, manteniendo las piernas muy abiertas. Pero Antonio, aún se las separó más, sujetando después con correas sus piernas, al tiempo que Carlos, ataba las manos de su mujer al extremo del aparato.

  • Claudia, que la cera sea nueva y muy caliente. No te preocupes de ella y depílala a conciencia. Nosotros la distraeremos con otras armas.

Ady, se sintió muy asustada. Aunque la presencia de su marido y la de Antonio, no la asustaban, suponía que nada bueno tramaban para ella. Esta vez, se sintió un poco más aterrada.

  • Carlos, está guapa tu mujer. Fíjate en la curva de sus axilas con sus tetas y cómo baja en suave línea por sus costillas hasta el vientre.

  • Es cierto, Antonio. Me gustó desde el momento en que la ví. Y éso que no estaba desnuda, pero me encantó algo que desprendía de su ser. Ahora la tengo y aunque tiene cara de susto, está preciosa.

Ady, se sintió un poco reconfortada con aquellas palabras, mientras Claudia la arrancaba tiras de vello y volvía a aplicar la cera muy caliente, que la hacía exclamar. Miraba también a Antonio y a veces a su marido, porque estaba segura de que tramaban algo doloroso para ella. A veces daba respingos, cuándo Claudia tiraba fuerte de una tira, que no se desprendía del todo.

  • Te apetece un cigarrillo, Carlos?.

  • Pues sí, me vendrá bien para matar el rato, gracias.

Ady, supo que sería atormentada entre los dos con sus cigarros. Incluso Claudia se tornó más pálida, al verles sonreir de aquel modo tán sugerentemente sádico, pero siguió aplicándose en su tarea de depilar a Ady, completamente, desentendiéndose de su amiga por sí les provocaba a que después lo hiciesen con ella. Rezaba por no tener que soportar ese tormento.

  • Ady, dentro de unas horas serás mi esclava. Pero de momento eres libre. Qué tal si te atormentamos un ratín con los cigarros?. Qué te parece a tí, Carlos?.

  • Lo qué tu decidas, pero a mí no me gustan estas cosas, Antonio, ya lo sabes.

  • En ese caso, seré el malo de la peli. Yo atormentaré a mi casi inmediata esclava. Sus pezones me miran desafiantes. Ellos pagarán el fuego que encienden en mí.

Ady, se miró los pezones y una lágrima afloró en sus ojos.

Antonio, bajó lentamente el cigarrillo en esa dirección y cuando Ady ya sentía el calor, próximo a su pezón derecho, cerró los ojos para no ver el contacto. Pero el contacto no llegaba y no llegó, aunque sí los dedos de Antonio, qué la hizo gritar en un alarido brutal.

  • Ady, tranquila, amor. No ha pasado nada. Era totalmente sicológico. Pensé que soportarías hasta el final y verías el juego. Te pido disculpas, aunque vayas a ser mi esclava.

Ady, abrió los ojos y aunque sus lágrimas la impedían la visión, supo que no había sido agredida, al tiempo que Claudia terminaba y Carlos la desataba del aparato.

Antonio se acercó más a la cara de Ady y la besó en los labios, al tiempo qué ella se abrazó a él, besándolo, entre lágrimas y buches de amor.

Carlos y Claudia, hicieron un gesto, de no hacer nada y dejarles seguir.

Carlos, le contó a Claudia, apartándola de ellos, que Antonio le había comentado su odisea de horas antes. El la salvaba a ella y ella, lo hacía después. Por lo que habían adquirido una unión un poco especial.

Antonio, levantó a Ady del aparato y se la llevó a la cama, para estar con ella.