Una chica muy especial (Libro 2º - Capítulo 6)

Carlos, Antonio, Claudia y Ady, una vez en la tienda se prueban ropas ellas y también algún que otro látigo. Los cuatro disfrutan de unos cuantos minutos, todos reunidos y hasta cenando. Posteriormente, Carlos se va con Claudia, quedando a solas Antonio y Ady. Ady se deja hacer por Antonio y así pasan un breve tiempo entre caricias y sesiones especiales. Cuándo deciden volver a casa, la climatología se pone en su contra y a punto están de sucumbir ante los fuertes viento y el aguacero mas feroz. Espero que os agrade. Un beso.....................Sandra Raquel. P.D.: Perdonad esta demora, pero es que estuve de vacaciones.

Una chica muy especial

Libro 2º - Capítulo 6º

Antonio, siguió lanzando el látigo una y otra vez, hasta que Ady dejó de resoplar, para gritar de dolor, mientras se retorcía frenéticamente. Para aplacar un poco a Ady, se acercó a ella, rozándola con el látigo las marcas recientes, entre contorsiones de dolor por parte de ella.

Antonio, la azotó un par de veces más en las tetas y se detuvo. Parecía increíble lo que ese látigo podía lograr. Ady gritaba y lloraba de un modo histérico.

  • Carlos, este látigo me lo llevo para casa, hay que estudiarlo mejor. Marca demasiado, pero creo que el dolor es incluso superior que con uno de cuero. Qué te parece a tí?.

  • Pues sí, Antonio. Debe de producir bastante dolor. Mira a nuestra Ady, cómo se retuerce. Hasta ahora había aguantado bien. Lo estudiaremos con las chicas. Claudia, deseas probarlo?.

Claudia se hizo un ovillo junto a Carlos y ni siquiera contestó.

  • Bueno Claudia, al menos enséñanos que otros objetos guardas aquí.

Claudia, se levantó un poco temblorosa, mirando a Ady, que aún se retorcía entre lamentos de los pocos latigazos recibidos. La dejaron sóla, aunque se quedaron a pocos metros, para mirar otros látigos variados. También había mordazas, cadenillas y otros objetos de sadomaso.

Carlos se apropió de una vara de plástico, que terminaba en dos púas cortas. Supo que era una vara de descargas y la probó en Claudia, cuándo ésta estaba distraida, sacando más objetos de un baul.

Dió tal respingo, que se cayó dentro del propio baul, al tiempo que gritaba más de sensación que de dolor. Se giró y vió a Carlos reirse, mientras Antonio sonreía. Claudia, salió como pudo del baul y se alejó de Carlos, lo más qué le fue posible. Aunque de Antonio, se fiaba menos aún.

  • Bien, nos llevaremos uno de cada, habrá que irlos probando, poco a poco. Ahora desatemos a Ady, que parece nuestra esclava así.

Ady, se dejó desatar sin que en su mirada hubiera odio. Tan sólo algunas lágrimas, aún, afloraban por sus ojos.

  • Carlos, me gustaría hacer una demostración, del porqué Ady, deberá depilarse, te parece bien?.

  • Me parece una idea excelente. Dos azotes a cada una en el pubis y estudiamos, las marcas, es éso, verdad?.

  • Efectivamente, Carlos. Daré un latigazo a Claudia y después otro a Ady. Y después otro más a cada una. Así podremos comparar.

Claudia, se sentía muy nerviosa y algo angustiada. Pero Ady, no estaba mejor que ella, aún fuertemente dolorida de los latigazos en sus tetas.

  • Las manos sobre la cabeza, las dos. Y los pies juntos. Y nada de gritos, entendido?. Son sólo dos azotes.

Las dos asintieron, reflejando en sus rostros un cierto miedo a sentir el efecto de ese látigo cruel.

Claudia, recibió el primer latigazo, que Antonio le envió con un poco más de fuerza. Claudia, se removió y soltó un resoplido largo, mientras una fuerte pizacón la subía desde el vientre y aparecía una fina linea rojiza en donde debería estar su vello púbico.

Ady, se preparó para recibir su latigazo, con toda la voluntad que pudo. Pero en cuánto sintió el chasquido en su piel, se removió de igual modo que Claudia, aunque no resopló en exceso. Claudia y Ady, se miraron sus pubis respectivos y vieron la fina línea rojiza que cruzaba su pubis.

Claudia recibió el segundo latigazo y ahogó un grito, mientras exclamaba, entre grandes contorsiones de dolor.

Ady, se preparó y aceptó el latigazo, tragándose el dolor, aunque sin poder evitar removerse, ante el golpe tan cruel y brutal.

  • Antonio, estoy convencido. Ady, será depilada completamente. Claudia queda mucho más preciosa así.

  • Pero, es que además Carlos. Ady, podría sufrir una infección debido a su vello, que podría estar con restos de esperma, polvo o sudor.

  • Es verdad, Antonio. Ady, mañana irás a la primera sesión para eliminar el vello de todo tu cuerpo.

Ady, asintió. Casi más convencida por lo que había comentado Antonio, que por estar más interesante. Aunque era verdad que Claudia lucía más interesantes, las dos marcas recientes.

  • Bueno, ahora a pinchar un poco y beber, para reanimarnos. Claudia, trae más vino. Y tu Ady, corta un poco de los embutidos. Antonio y yo, pondremos la mesa y el pan.

Claudia, se reanimó y dió unos cuantos pasos, mirándose las dos finas marcas en su piel virginal. Sus dos primeros azotes. Se sentía dolorida, pero ya más segura de nuevo.

Ady, por su parte les mostraba sus nalgas sin importarla las marcas y que la comiesen con la mirada.

  • Ady, se te han quedado las tetas preciosas. Verdad, Carlos?.

  • En efecto, Antonio. Ady está sublime así.

Claudia volvía ya con un par de botellas de vino, escuchando esas últimas palabras. La sonrisa había vuelto a su rostro.

  • Sí eh?. Y que decís de estas dos marcas recientes en un cuerpo virgen?.

  • Virgen?. Uy, creo que habrá que azotarla más, Antonio.

  • Sí, pero ahora comamos en armonía. Que no se nos apague la virgen y la otra.

Las dos rieron de buena gana, luciendo sus marcas. Y contagiándoles con sus risas y gestos.

El vino, terminó de complementar la alegría y tanto Claudia, cómo Ady, bebieron un poco más de la cuenta, hasta quedar un poco achispadas.

A ellos, les parecía bien que estuviesen alegres, porque así podrían sacarlas mayor partido, sin ponerse muy serios. Ady, fue la que rompió el hielo.

  • Cómo, estoy segura que habéis pensado en nosotras dos, para que seamos las protagonistas de las fotos para la web, se me ha ocurrido una idea genial, sin que nos preocupe a ninguna de las dos. Renderizaremos nuestras imágenes y así aparecerán en la web. Cuesta un poco más de tiempo, pero lograríamos figuras 3D virtuales e interactivas. Eso sé hacerlo bastante bien.

  • Me parece una idea genial, Ady. Pero genial, completamente. Claudia, mañana pones el letrero de cierre de la tienda, por liquidación total. Antonio se encargará de Ady este primer mes, mientras yo iré realizando algunos contactos. Tú, Claudia, deberás avisar a tus proveedores, que cerrarás para abrir otra casa en la red. Y te enteras, de cuántos estarán dispuestos.

Claudia, asentía, sin poderse creer todas las noticias que estaba recibiendo en ese día.

Ady, sonreía maravillada y Antonio asentía con benevolencia, por semejante idea.

Brindaron los cuatro por semejante idea y se rieron juntos, del nuevo proyecto, a punto de ponerse en marcha.

  • Por cierto, Antonio. Ya podéis encargar litros de ese bálsamo, creo que dos chicas emprendedoras, van a necesitarlo con alguna frecuencia.

Claudia, captó a la primera el sentido de Ady y aunque se ruborizó un poco, se sintió dispuesta a sufrir las fotos y los vídeos, junto a Ady.

Carlos, se llevó a Claudia, para mirar otras cosas, mientras Ady se quedaba junto a Antonio, qué había recogido el látigo siniestro, del suelo. Ady, lo tomó de sus manos y se restregó todo el cuerpo con el mismo, mientras miraba fijamente a Antonio.

  • Deseas qué te azote, verdad?.......Aquí y ahora, es éso?.

Ady, asintió sin dejar de mirarle a la cara. Sus ojos vidriosos, le decían a Antonio, que deseaba ser azotada de verdad. Antonio, sabía que tenía libertad para hacer con Ady, lo que él quisiera. Pero le parecía un poco fuerte, ponerse a azotarla a espaldas de ellos. Y la verdad es que le apetecía bastante hacerlo. Se le ocurrió que podrían quedarse los dos, para quitarla las marcas y después regresar en un taxi, ya que por la zona había muchos.

Antonio, se lo comunicó a Carlos y entre los cuatro cargaron todos los vestidos y los objetos elegidos hasta el momento. Antonio, se quedó con el látigo que había mortificado horas antes, a las dos mujeres, para volver a emplearlo con Ady una vez más. Cuándo Claudia se vistió, le dejó las llaves a su amor y se fué con Carlos.

Una vez sólos, Ady se arrodilló y puso sus brazos en cruz, para incitarle a que la azotara ya. Y Antonio, la soltó un par de fuertes latigazos en el vientre, que le llegó a cruzar el pubis.

Ady, se contorsionó de dolor, pero expuso más aún su cuerpo, recibiendo otro par de latigazos en las tetas. Resoplaba fieramente, pero deseaba más y más. Antonio, cogió una mordaza de goma y se la colocó en la boca, atándola a la nuca y después, cogiéndola de los cabellos, la arrastró por el suelo, hasta dos columnas. Ató una cuerda a su tobillo derecho y otra cuerda al izquierdo. Después pasó cada cuerda por un gancho de cada columna y comenzó a izarla, levantándola de su pierna derecha, mientras la izquierda se mecía flácida en el aire. Enganchó la cuerda de su tobillo izquierdo a la otra columna y fue tirando de la cuerda, hasta que Ady, se quedó centrada entre las dos columnas y colgando cabeza abajo.

Antonio, se sentía excitado y algo cansado de tanto movimiento. El lugar en el que estaban, no tenía ropa alguna, así que ahí podría fumar, mientras contemplaba el cuerpo desnudo e inerte de Ady.

Ella llevó las manos hasta la mordaza y separándola un poco, le dijo.......:

  • Antonio, ahora sí puedes torturarme con uno o varios cigarrillos, para después azotarme. Me entrego a tí.

Ady, volvió ponerse la mordaza y dejó caer sus manos hacia el suelo. Antonio, acercó una especie de pesa enorme y en ella sujetó sus manos con otra soga. Y encendió el cigarrillo, mientras la contemplaba entregada.

Con el mechero en la mano y mientras fumaba el cigarrillo, lo acercó hasta el vello púbico de Ady y lo fué quemando poco a poco. El primer cigarrillo, lo apagó entre el ombligo y el pubis.

Ady resoplaba y gemía con aullidos poco audibles, a través de la mordaza. Y Antonio, siguió con la quema de vello en sus labios vaginales. Olía fatal, pero a Antonio le encantaba ese olor. Encendió un nuevo cigarrillo, para atormentarla los pezones y las axilas, mientras estaba sentado en el suelo, delante de su cara.

Ady, se debatía, pero apenas soltaba un murmullo más alto de la cuenta, aunque sus lágrimas la cegaban de angustia y dolor. Antonio se levantó y después de quemarla un poco las ingles, lo apagó en su vagina, que chisporroteó, entre espasmos de Ady.

Preparó el látigo y comenzó un rosario de azotes, desde sus axilas, las caras internas de los muslos y las tetas. Hizo incapié en su pubis quemado y sobre su vagina y ano.

Después de 30 minutos, desde que se hubieron ido, Carlos y Claudia, Antonio terminaba de azotarla. Ady estaba desmadejada y temblorosa. La quitó la mordaza y logró que respirara con algo más de facilidad.

Cómo ya se hacía tarde, fue a por el bálsamo y con una brocha se lo aplicó por todo el cuerpo, dejándola atada de aquel modo. La volvió a colocar la mordaza y se fue a dar una ducha.

Ady, comenzó a sentir aquella sensación a los pocos minutos. Era una sensación, similar a la que sintió cuando Antonio la puso el urticante la noche anterior. Pero en esta ocasión era todo el cuerpo el que sentía esa sensación.

Ady, no podía tocarse para aliviar algunos de los picores, que la volvían loca de sensaciones, cada vez más terribles.

Cuándo estaba en plena crisis de angustia y picores, que la hacían tener una desazón desconocida por ella, apareció Antonio, completamente desnudo, qué se sentó frente a ella, para verla rabiar de picores y escozores. Todo el cuerpo de ella, temblaba de un modo muy fuerte, pero nada había que se pudiese hacer y así se lo hizo saber, Antonio.

El tiempo fué transcurriendo lentamente para ella y algo más rápido para él.

Ady, comenzaba a sentir que los picores extremos se alejaban de su cuerpo y cómo un frescor gratificante la iba envolviendo, serenándola a cada instante en mayor medida.

Cuándo se sintió bien, chilló a traves de la mordaza, hasta que Antonio se dió cuenta y fue a quitársela.

  • Mejor ya?.

  • Sí, uffffff, que mal lo he pasado, Antonio. Es normal ésto?.

  • Sí, es lo normal, amor. Pero te has portado muy bien para ser la primera vez. Ahora te desataré para que puedas ducharte y mirarte por todos lados. Estás limpita de marcas.

Cuando Ady, se vió tendida sobre el suelo, tardó un rato en recuperarse y cuándo se levantó, se fué hacia el baño, acompañada de Antonio que la sujetaba por un costado, asiéndola la teta derecha.

Al mirarse en los múltiples espejos y no ver señal alguna. Y además sentirse bien, sin dolores, sonrió.

  • Antonio, ese bálsamo se puede aplicar más de una vez al día?.

  • Sí, claro que se puede, pero no es muy recomendable. Dos veces máximas por día, el cuerpo lo suele admitir bien. En caso puntuales, hasta 4 veces, pero dejando pasar un par de días para el siguiente tratamiento. Además de que sale carísimo.

  • Antonio, te ha molestado que deseara ser azotada por tí, dejando a tu nueva mujer irse con Carlos?.

  • Pues no, Ady. Me ha venido de perlas estar contigo. Me apetecía azotarte, tanto cómo tú lo deseabas. Así que los dos contentos. Y a tí, te ha gustado el tormento?.

  • Sí, la verdad es que sí. Los cigarros, no tanto...aunque me gustaría sentirlos más metódicamente......y en una larga sesión. Pero no me ha desagradado. Y los latigazos es lo que más me ha llenado de todo. Es horrible el dolor que aporta ese látigo.

  • Bueno, vivirás algunos tormentos de mi mano. Lo de los azotes, dalo por cotidiano. Ahora a la ducha, que tenemos que pillar un taxi y volver a casa.

Ady, se duchó rápidamente, pero con gran cantidad de jabón. Después se secó el pelo y el cuerpo y se puso el pantalón vaquero sin braguita y después la cazadora, abotonándose 3 botones del medio. Antonio, también estaba ya vestido y cogió el látigo y lo guardó en una bolsa de plástico.

Salieron al exterior. La tarde se estaba complicando y amenazaba lluvia. Hacía un poco de viento, por lo que Ady, se abotonó un poco más la cazadora. Encontraron un taxi, en menos de dos minutos y se subieron al mismo, para recorrer los 15 km que les separaban de casa.

Tardaron poco más de media hora en llegar. Antonio pagó al taxista y le atizó una buena propina. Se bajaron y comenzaron a andar los 150 metros que les separaba de la casa, justo cuando comenzó a diluviar, con un fuerte aire de cara, que les empapó casi de inmediato. Ady, caminaba por el agua hasta el tobillo, de la fuerza con la que el agua bajaba.

El viento arreciaba y se arremolinaba entre ellos. Antonio, se metió la bolsa, aún no demasiado húmeda entre su camiseta y cazadora y se subió la cremallera hasta arriba. En ese momento, Ady perdía una sandalia y trás intentar capturarla, una ráfaga fuerte de luvia y viento huracanado, se coló por la parte baja y trasera de su cazadora, lánzándola diez metros más atrás.

Cuando Ady, quiso recuperar la postura, otra nueva ráfaga de aire, la arrancó los botones de la cazadora, sin que ella apenas pudiera moverse. Antonio, llegó en su socorro y la ayudó a levantarse, pero su cazadora volaba empapada sin poderla sujetar alguno de los dos.

Antonio, se acercó al oído de Ady y la gritó que se quitara la cazadora y la sandalia que le quedaba. Ady obedeció, pués ya estaba empapada desde el principio. La lluvia no era fría, pero la sensación térmica le hacía sentir temblores, al tener su cuerpo desnudo ante las inclemencias del tiempo.

El aguacero aumentaba en su densidad y potencia, al tiempo que la ventisca, les jugaba malas pasadas. Cómo arrojarlos en más de una ocasión, contra el suelo, que lloraba angustiado, por las riadas que se iban produciendo.