Una chica muy especial (Libro 2º - Capítulo 4)

Antonio intimida sicológicamente a Ady, mientras está atada en el potro. Más tarde, Carlos admite que su mujer estría mejor depilada del todo. Ady, conocerá a Claudia, que es la amada a voces de Antonio, e intervendrá para que Antonio se de cuenta. Espero que os siga gustando. Un beso fuerte............Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 2º - Capítulo 4º

Antonio, la miraba con una sonrisa burlona, mientras la retorcía suavemente su pezón derecho y seguía dejando caer la ceniza del cigarrillo, sobre sus tetas o el vientre, según le pillase.

  • Estarás pensando, en dónde voy a apagar el cigarrillo, verdad?.

  • Si.

  • Pues tengo dudas. No sé en qué parte de tu cuerpo apagarlo. Te gustaría que te torturase con un cigarrillo encendido?.

  • No, claro que nó, Antonio. Por favor, no me hagas éso. No podría soportarlo.

  • Sí que podrías soportarlo, no seas mentirosa. Elige zona de martirio. Tetas, axilas o muslos.

  • Por favor, Antonio, por favor no me hagas eso, de verdad te lo pido.

  • Pues claro que no lo haré, tonta. Crees qué soy un degenerado?.

Ady, cuyo cuerpo se había perlado ya de sudor, respiraba entrecortadamente del miedo que había pasado. Antonio, apagó el cigarrillo sobre la madera del potro y acercó sus labios para besarla y tranquilizarla un poco.

Ady, logró calmarse y le correspondió en el beso, aunque su cuerpo estaba cubierto de sudor.

Antonio se separó de ella y la dijo.

  • No creo que tardes mucho en sentir otros tipos de tormentos. Estoy convencido, que tú misma los buscarás. Pero, ahora a ducharse y después desayunar, que tenemos que salir de visita.

Antonio, liberó los tobillos de Ady y después sus muñecas. Pero sus extremidades estaban entumecidas y apenas pudo moverse.

  • Fíjate, Ady. Podría azotarte ahora y tú no podrías ni taparte con los brazos, verdad?.

Ady, no contestó intentando mover los brazos, que tenía dormidos. Sentía un hormigueo muy fuerte en los mismos, que la hacían sentir pequeños calambres.

  • Antonio, estoy muy marcada?.

  • No, apenas se te notan los latigazos de anoche. Estarás preciosa, Ady. Venga, yo te ayudaré.

Antonio, ayudó a incorporarse a Ady, que sentía aún calambres por sus piernas y brazos. Pero poco a poco, fué reaccionando y consiguió llegar por su propio pie hasta el baño, que estaba en la misma planta.

Se miró al espejo, revisándose las marcas en su cuerpo. Era verdad, se notaban muy poco. Un poco más en la parte interna de sus muslos y en las ingles, pero nada demasiado fuerte.

  • Antonio, es verdad éso, de que hay un bálsamo que quita las marcas?.

  • Pues sí, en efecto lo hay y lo tenemos. Pero es muy urticante, aunque eso sí, te deja como nueva. Tarda media hora en hacer efecto.

  • Vale, o sea que sí un día lo necesito, me lo podréis aplicar?.

  • Claro que sí. Ya te he dicho que tenemos aquí. Por cierto, tendrás que pasar por varias sesiones de depilación. No te gustaría depilarte completamente?. A mí me gustarías más.

  • Jo, es que me gusta mi matita de vello, Antonio. Pero, si insistes mucho, lo aceptaría. Claro que habría que contar con Carlos. El, realmente, es mi marido.

  • Se lo preguntaremos después, a ver que dice. De todos modos, tendremos que eliminar vello superfluo. Pero éso será mañana. Te bañaré yo a mi modo. Así disfrutarás más del agua estimulante. Claudia va depilada completamente, después podrás verla desnuda y verás que queda genial.

  • Claudia, se va a desnudar ante mí?.

  • Claro, amor. Ella está siempre dispuesta y ansiosa, a desnudarse ante mí.

Terminaron de asearse y orinar y bajaron al salón en donde ya estaba Carlos, leyendo la prensa.

  • Vaya que sorpresa. Mi mujer desnudita y marcadita recientemente. Buenos días. Te quedan preciosas las rayitas de los latigazos, amor. Qué tal has pasado la noche?.

  • Bueno, un poco desangelada, pero mejor de lo que imaginaba, cuándo me dejásteis atada y desnuda, sobre el potro.

  • Carlos, le había propuesto a tu mujer, que se depilase completamente el pubis, pero ella con buen criterio, dice que es algo que sólo tu debes decidir. La verdad es que depilada, estaría más excitante aún. Además que se notan mejor las caricias del cuero. Y generan menos problemas de pelillos infectados.

  • Sí, creo que estaría mucho más guapa, es verdad. Además las microtangas le valdrían todas. Y lo mejor una buena chupada sin vello es ideal. Creo que Claudia se lo depiló hace ya un par de años. Compararemos después.

Ady, pensó que ya no le quedaba otra que depilarse totalmente. Sí a ellos les gustaba más así, pues así debería ser. Aunque dudaba de que estuviese más guapa, pero no lo sabía.

El desayuno, fue tranquilo y comieron con apetito, ya que había que reponer fuerzas.

  • Carlos, qué me voy a poner de ropa?. No tengo nada. Está todo en mi casa.

  • Irás desnuda. Bueno, quiero decir, con la cazadora y el vaquero. Claudia te proporcionará ropa en la tienda. Luego iremos a comer los cuatro y después ya veremos.

Ady, asintió y terminó el café. Se levantó para retirar los platos y los restos de comida, mientras era atentamente seguida por cuatro ojos, que se la comían en su desnudez.

  • Ady está poco marcada en sus nalgas, no te parece, Carlos?.

  • La verdad es que sí. Ady sube arriba y coge el látigo fino, tenemos que hacerte rayitas en ese culo. Así quedarás más encantadora aún, cuando te vuelvas a desnudar.

  • No te parece, qué ya me habéis azotado bastante?.

  • Ady, no seas ñoña. Sube y bájate el látigo. Vas a quedar preciosa, amor.

Ady, refunfuñó con disgusto. Se secó las manos y salió en busca del látigo de marras. Se sentía una sumisa total. Se le estaban escapando los papeles, pero por otra parte le gustaba ser tratada así. Lo uno por lo otro, subió y cogió el látigo indicado. Y nada más aparecer, se lo entregó a Antonio y dándole la espalda, puso sus manos sobre la cabeza y aguardó a que la azotase, mientras quedaba de frente a Carlos, qué la miraba ensimismado.

Carlos y Antonio, se miraron con una sonrisa cómplice, mientras admiraban los dos globos de carne, que pronto estarían señalados por el cuero.

Antonio la descargó limpios y fuertes latigazos, mientras Ady se movía con cada impacto, sintiendo la piel de sus nalgas perforada por los abrasivos azotes. Aún, no había soltado un grito, aunque sus lágrimas corrían vertiginosas por sus tetas.

Ady temblaba de dolor y también de la tensión, de quererse hacer la fuerte y no gritar, pero estaba llegando a su límite y ya nada podría hacer para evitar los gemidos y gritos. Sus jadeos se habían alterado ya demasiado y resoplaba sin cesar, mientras sentía fuego en sus nalgas, que seguían siendo mortificadas por el fino látigo de cuero.

Antes de que Ady gritase, Antonio cesó la sesión y cogiéndola de los costados, se la mostró a Carlos, para que viera los efectos de los latigazos.

  • Gracias, Antonio. Ha quedado fenomenal. Está rojita de marcas, muy precisas, por cierto. Ady vé a lavarte la cara y la boca, nos vamos ya. Ponte el pantalón y la cazadora vaquera. Ah y las sandalias. Perfúmate sólo lo mínimo y vuelve aquí antes de 5 minutos.

Ady, aún llorando, salió a escape del salón y entró en el baño. Se miró las nalgas enrojecidas, pudiendo apreciar las lineas más rojas en las mismas. Se lavó la cara y después los dientes. Y tras secarse, se aplicó perfume en la parte interna de sus muñecas, en el cuello y debajo de cada teta. Y se puso el pantalón, que la mortificó al subírselo, por los golpes recientes y después la cazadora, sin abrochar. Se calzó las sandalias y cogió el bolso con su documentación y un pañuelo.

Apareció de nuevo ante ellos, que ya estaban vestidos y preparados y salieron al exterior. Carlos, la metió mano en las tetas, apretujándolas, mientras Antonio abría el todoterreno de Carlos.

  • Conduciré yo, Carlos. Vosotros quedaros detrás, así Claudia podrá subirse a este asiento.

  • Vale Antonio, me encargaré de mi mujercita mientras, que está para mojar pan y medio.

Ady, se sentía bastante agradecida y halagada, aunque la molestaba el pantalón, al tener tan sensibilizadas las nalgas.

  • Amor, ábrete la cazadora, para que pueda pellizcarte las tetas.

Ady, obedeció y dejó sus tetas a la vista, para que su amor, la pellizcara, cómo el solía hacerlo. La gustaba ser manoseada y pellizcada por las manos de Carlos. Con Antonio era distinto, ya que le gustaba más ser azotada y atada. Pensó en lo del tormento con los cigarrillos. Era terrible, pero cómo bien había dicho Antonio, ella lo reivindicaría en algún momento. Ya casi estaba deseando ser torturada por Antonio. Se dijo, que debía calmarse, que estaría un mes entero cómo su esclava.

Ady, se dejó pellizcar por los sabios dedos de su amor, que la hacía llorar al segundo pellizco, dejándola las tetas como un infierno de sensaciones.

  • Te ha gustado, mi amor?.

  • Sí, Carlos. Siempre me gustan tus pellizcos. Me encanta sentirme morir de sensaciones.

  • Chicos, un poquín de formalidad, que estoy conduciendo y mi polla va a romper el pantalón.

  • Jajajajaajaja......Antonio, conduce tranquilo que ya dejo tranquila a tu esclava.....digo a mi mujer.

Ady, miró a Carlos con cara de sorprendida, pero se cubrió con la cazadora las tetas desnudas y asumió que entre ellos ya sabían todo de todo.

Se sentía excitada, pero también abrumada por lo que la estaba sucediendo. Y lo peor era, que le gustaba ser tratada así. Tenía ganas ya de llegar a recoger a esa Claudia. Al menos habría un protagonista nuevo. Imaginó que se desviaban y la metían en una casucha para atormentarla.

Ady, se sentía un poco húmeda, al pensar en esas cosas, por lo que se dedicó a contemplar el campo y la carretera.

  • Estamos llegando, es después de aquella manzana. Mirad, está ahí, en la calle esperando.

Antonio detuvo el coche al lado de Claudia. Era guapísima y su minifalda la realzaba las piernas y el cuerpo. Cuando estuvo en el coche, saludó a los de atrás, diciendo que luego nos besaría. Pero sí se abrazó a Antonio y le besó apasionadamente.

Antonio, después de respirar un poco, puso el coche en movimiento y dejó caer su mano derecha sobre el muslo desnudo de Claudia.

  • Jo, me habéis dado una alegría al venir a verme. Esta semana la llevaba fatal. Pero desde ayer estoy cómo una moto. Ady, luego nos conoceremos mejor, pero me encanta que seas la mujer de Carlos. A ver si el Antoñín se deja y me admite a mí.

  • Claudia, nos conoceremos más y mejor, estoy segura. Y Antonio está colado por tí, que lo sepas. Lo que pasa es que es un cobardica.

  • Ady, te estás pasando de tu papel. Debes ser mi esclava, lo sabes, verdad?.

  • Lo sé Antonio, pero es a partir de las 00.00 horas de mañana. Así que no te subas por las ramas.

  • Jajajajajaa........asi que estás coladito por mí, eh?.

  • Sí.....bueno no........bueno....joder, porque tuviste que piar Ady?.

  • Porque es la verdad Antonio. Estás enamorado ciegamente de ella. Y además de preciosa, te ama y se desvive por tí. Porqué tenerla alejada?. Ya es tuya, tómala y disfruta de la vida.

  • Jo, Ady, nunca imaginé que una amiga nueva pudiese enfocar mis asuntos personales, tan sabiamente.

  • Callaros las dos. Ya os daré unos cuantos azotes, para que no os olvidéis de este momento.

Ady y Claudia rieron bajito, mirándose. Ya se habían hecho amigas. Y lo mejor, sabían que Antonio estaba cómo loco por llegar a la tienda y comenzar a follar con Claudia. Quizás después azotarlas a las dos.....o quizás, follarlas a las dos juntitas.