Una chica muy especial (Libro 1º - Capítulo 17)

Ady, trás su terrorífico sueño se centra más y más y digue a Carlos en todos los aspectos. Conduciré un todo terreno 4x4 automático, ante la atenta mirada de su amor. Conocerá su nueva casa y a sus nuevos vecinos (amigos). No añadiré más, pués quitaría morbo a la situación. Espero que os siga gustando. Un beso agradecido. Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 1º - Capítulo 17º

Carlos, guardaba en una mochila, el pantalón vaquero y la blusa de Ady, para que lo pudiese usar al día siguiente. Pero estaba en la idea de comprarla cosas más a su gusto, de las que llevaba ella. La vestiría completamente, desde dentro hacia afuera. Sí era ya su mujer, debería tener un aspecto más personalizado, aunque fuese nueva en la empresa.

Una vez todo recogido y dispuesto, abandonaron el piso, bajando en el ascensor hasta el garaje. Su flamante Mercedes Todo Terreno automático 4x4 les esperaba.

  • Te atreverías a conducirlo?.

  • No creo, Carlos. Nunca me he sentado ante un bicharraco de estos. Aunque me gustaría probarlo algún día.

  • Hoy será tu bautismo de fuego. Arriba y tranquila, que yo te indicaré si dudas. Ah, olvídate del embrague.

  • Lo del embrague no me preocupa, ya he conducido alguno automático. Lo que me preocupa es la altura y las dimensiones de este cacharro.

  • Gracias, por llamarlo cacharro.

  • Bueno, quería decir coche.

  • Ale, a conducir el cacharro, pero con una advertencia....por cada error que cometas, un pellizco menos que te doy. Así que tú misma.

Ady, se sintió extraña ante el comentario de Carlos. Luego lo entendió y sonriéndole, subió al puesto de conductor y lo sacó del garaje en unas cuantas maniobras. Carlos sonreía, porque sabía que ella lo llevaba bien y casi lo manejaba ya totalmente.

Una vez en carretera y con los cinturones puestos, Ady se sintió relajada al conducir aquel trasto. Era seguro y estable y permitía una velocidad buena de crucero.

Mientras Ady conducía, sin aparentes problemas, Carlos la acariciaba el muslo derecho, sin que ella perdiera la concentración, aunque a ella le encantaba sentir la mano de Carlos así.

  • Qué tal lo voy haciendo, amor?.

  • De maravilla, Ady. Tu ración de pellizcos sigue intacta, pero por el momento sigue centrada en la carretera.

  • La verdad es que se conduce muy fácilmente y además es muy cómodo. Falta mucho para llegar?.

  • No, amor, estamos a menos de 10 minutos de nuestra nueva casa.

  • Carlos, me siento un poco nerviosa por conocer a Sandra.

  • Y éso.......porqué?.

  • Pues de verla en la película anoche, me siento algo insegura de mí misma.

  • Jajajajajajaja....................jajajajajajaa.

  • Por qué te ríes así, Carlos?.

  • Por lo que acabas de decir, amor. La Sandra que vas a conocer, no tiene nada que ver con la que viste anoche. Es completamente distinta, Ady. Es muy parecida a tí en casi todo..........Jajajajajaaja. Debí habértelo dicho antes, pero no se me ocurrió.

  • Jo, me has quitado un peso de encima. Estaba amedrentada de conocer a la actriz de semejantes cintas.

  • Bueno, acabas de perder un pellizco en las tetas, por semejante confusión......aunque aún te quedan muchos para disfrutar.

Ady, asintió y fué siguiendo las indicaciones de Carlos, para entrar y atravesar la urbanización, mientras Carlos, ahora ya sí la metía mano más a fondo, hurgándola por debajo de la tanga y lanzándola algún pellizco fuerte en las caras internas de los muslos.

Ady, controlaba el volante, cómo mejor podía y dado que iban a menos de 30 km/h era perfectamente posible.

Carlos, cesó de meterla mano cuándo ya enfilaban hacia las 4 casas, qué Ady pudo comprobar, qué se alzaban imponentes y qué además ya no había edificación alguna más allá.

Cuándo Carlos accionó el mando de apertura de la puerta de coches, aparecieron 2 hombres y una mujer a recibirles.

  • Mira Ady, el más alto es Elías y el otro Arturo. Ella es Sandra. Así que compórtate de aquí en adelante, creo que estaremos todos.

  • Vale Carlos, espero estar a la altura de las circunstancias, aunque me siento un poco aturdida.

  • Ah, otra cosa. El saludo entre los más allegados es un beso en la boca, tanto a ellos cómo a ellas, podrás?.

  • Claro que sí, amor. Al menos, lo intentaré.

Nada más detenerse, Elías abrió la puerta del conductor, mientras Ady se bajaba su vestido, aunque Elías pudo verla los muslos enteros y la ayudó a bajar, trás quitarse el cinturón de seguridad.

  • Bienvenida. Tú debes ser Ady, verdad?. Me llamo Elías y es un placer conocer a la mujer de Carlos.

Ady, ni siquiera pudo responder o decir algo, cuando ya Elías la daba un fuerte beso en los labios. Por el otro lado del coche, Arturo abrazaba a Carlos y los dos contemplaban la escena de Elías y Ady.

Arturo se separó de Carlos, quién se aproximó a Sandra, besándola también en los labios, al tiempo que Arturo relevaba a Elías y besaba a Ady, con bastante alegría y entusiasmo.

  • Ady, bienvenida a tu casa. Estás preciosa, cielo.

  • Gracias Arturo. Aunque me siento un poco sofocada aún, ante semejante recibimiento.

  • Ven, te presentaré a mi mujer. Sandra, ella es Ady, la mujer de Carlos.

Ady, se dejó abrazar por Sandra, sin poder mover brazo alguno, del abrazo y beso que la dió. Separó los labios de ella, pero no su cuerpo, que abrazaba con su brazo derecho, sintiéndose cómo una niña pequeña, ante la visita de su mejor amiga.

  • Bueno, que os parece mi mujercita?.

  • Carlos, un acierto total. Y por lo que sabemos, la solución a nuestros problemas.

  • Arturo, de que problemas hablas?.

  • De problema que teníamos cada vez que llegabas a vernos. Nuestras mujeres se ponían tontitas y se contorneaban como pavas en celo ante tí.

Sandra, seguía sonriendo, sin soltar a Ady.

  • Vale, sí....bueno, es verdad, pero qué podía hacer yo ante semejantes situaciones?.

  • En fin, dejémoslo seguir tal cual. Por cierto Carlos que tu mujer está pero que muy buenorra.

  • Arturo, no seas bestia, que está tu mujer delante.

. Tranquilo, Carlos. Ya no me afectan los epítetos lascivos de mi amado Arturo. Además, es verdad que está guapa y de maravilla, doy fé.

Ady se sintió aún más abrumada al escuchar decir éso precisamente de una mujer entre hombres, pero sonrió tímidamente y se dejó llevar por ellos y ella.

Llegaron hasta dónde aguardaban Raquel y Antonio, que se levantaron cómo un resorte al verles aparecer.

Raquel, fué la primera en abrazar a Ady y besarla, cómo era tradicional entre ellos. Y después Antonio, que la miró y remiró, para al final darla un cálido y largo beso, que hizo ruborizarse a Ady.

  • Ciertamente, Carlos, tu mujer es especial. Y está muy apetitosa. Buenas tetas, buen culo y una boca que ataca los sentidos.

  • Vale Antonio, gracias, pero no adules así a mi mujer, qué es nueva en la panda y se está poniendo como el fuego de rubor.

Ady, no sabía donde esconderse, al tener centrados todos los ojos sobre ella. Sentía un fuerte rubor, pero al mismo tiempo se sentía bien de cuantas cosas habían dicho ellos y ellas.

  • Carlos, es que Antonio tiene toda la razón. Tú mujer está para mojar pan, cómo se dice vulgarmente.

  • Gracias Sandra, pero creo que ya es bastante para el primer impacto, no os parece?. Ady, estate tranquila, todo discurrirá bien ya. Vayamos a ver la casa y así se la enseñamos.

Ady, sonreía a todos, aunque se sentía un poco agobiada, hasta que Carlos la cogió del hombro, haciéndola que cayera la hombrera derecha de su vestido. No hizo amago de subírsela, pues la presión en el hombro de Carlos, la hizo entender que deseaba que fuera así.

Ady sabía que al final su pezón quedaría al aire, pero sí su amor, así lo deseaba, ella no sería quién para llevarle la contraria. Se abrazó con su mano izquierda al cuerpo de Carlos y bajaron hasta el sótano, que hacia las veces de garaje, trastero y centro de esparcimiento, en los días muy calurosos y en los muy fríos.

Al final, su pezón derecho quedó desnudo. Sólo lo vió así Antonio, que caminaba a su derecha y quién no la quitaba ojo. Ady, no se molestó por mostrar su desnudez a extraños, porque su amor, así deseaba que ella fuese.

Sin embargo, Antonio y disimuladamente, la subió la hombrera y quedó protegido el pezón de nuevo, por la tela, ante un guiño a Ady, que también contempló Carlos, que asintió.

El sótano era enorme, ya que unía las cuatro casas. Además había sido construído con gran altura. Algo más de tres metros, lo cual propiciaba el uso de mesas de pimpón y muchos juegos más.

Había hasta una sala de cine, de uso común, con varias butacas muy cómodas.

  • Qué te parece, amor?.

  • Jo, es genial, Carlos. Esto es inmenso.

  • Bien subamos a la planta baja. Allí veremos la cocina, los aseos, el salón y tres habitaciones más, que usaremos para trabajar y otras actividades caseras.

Subieron las escaleras hasta llegar a la planta a nivel de suelo. Todo parecía un sueño para Ady, sobre todo cuándo llegaron a lo que sería su dormitorio. Era enorme y la cama aún más grande qué la del piso. Tenía además un baño enorme, con jacuzzi, además de ducha y los demás aparatos sanitarios, todo el suelo enmoquetado.

Ady, no cabía en sí de gozo, al ver semejante maravilla. El salón era más pequeño, pero aún así estaba bien adaptado y distribuido.

Cuándo llegaron a la cocina, Ady se quedó muda y el tirante derecho se le cayó, sin que se diera cuenta. Era enorme y con muchísima luz. Estaba ensimismada mirando todo, cuando se percató de que Antonio, la subía el tirante de nuevo, entre sonrisas de todos los demás.

Una de las habitaciones, la usarían cómo oficina para los dos, porque era evidente, que tendrían mucho trabajo. Y la otra, quedaría en reserva.