Una chica muy especial (Libro 1º - Capítulo 16)

Carlos y Ady, se agradn mutuamente, hasta en el modo de vestir, por muy extraño que le pueda parecer a Ady. Carlos experimenta el poderla atar las manos a la espalda y hacer lo que le apetezca más. Ady, consiente todo, pues para ella eso es algo simple para lo que ha vivido en sus sueños. Pero Ady, se siente bien de poder agradar a su amor y se dedicará a cuantas fantasías, Carlos desee junto a ella. Quizás, esta serie sea para analizar por expertos en la materia (psicólogos o psiquiatras). Conozco a uno de cada método e imagino el lío que les estoy montando. Espero que os guste. Un beso. Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 1º - Capítulo 16º

Cuando se separaron, Ady muy pegadita a él, que no cesaba de retorcerla los pezones y pellizcarla de vez en cuando en los costados o en las mismas tetas, le dijo..:

  • Carlos, que era éso de que me llevarías desnuda?. A dónde me llevarás desnuda?.

  • Jajajajaja, era éso?. Tranquila, es verdad que me lo dijo, pero todo era en broma, claro que si te atreves, sería la releche.

  • Preferiría ir un pelín más decente. Ten en cuenta que son tus amigos, no les conozco de nada. Y me sentiría demasiado nerviosa y turbada. Eso me recuerda de qué toda la ropa está en mi casa, tendremos que ir a coger algo, para poder acudir. A qué hora has quedado?.

  • Pues sobre las 5 de la tarde. Pero ya nos las ingeniaremos para que vayas vestida decentemente, aunque lo más erótica posible.

  • Ya, claro. O sea que al final iré enseñando todo. Cómo si lo viera. Preferiría no ir a esa fiesta hoy, sinceramente. Todo ésto está sucediendo demasiado deprisa, no te parece?.

  • Eso es verdad. Rápido vá que se mata, pero es una delicia que vaya así de bien. Además iremos a nuestra casa y tampoco te voy a exhibir desnuda ante los demás, precisamente el primer día, no te parece, amor?.

Ady, quedó un poco más serena y se dejó acariciar con mayor rudeza por Carlos, mientras jadeaba de ciertos pellizcos en su cuerpo. Pero Ady, no hacía intento de separarse de él. Le gustaban aquellas sensaciones de las manos de él, aunque algunas veces acudía con su mano libre, para protegerse un poco. Carlos, la separaba la mano y la pellizcaba con mayor intensidad, mientras la miraba cómo se descomponía de dolor.

  • Amor, sé que te gustan este tipo de caricias. Las soportas muy bien, pero claro tus manitas vienen a socorrer la zona. Qué pasaría si no pudieras acceder con tus manos?.

  • No sé...a qué te refieres?.

  • Pues, qué si te las tuviese atadas a la espalda, no podrías acceder a esas zonas que te lastimo, verdad?.

  • Claro, así no podría hacer nada.

  • Y sí hacemos la prueba?. Coge aquel cinturón de la bata y tráemelo. Te ataré las manos a la espalda y te mortificaré durante un rato. A ver cómo reaccionas, tú.

Ady, miró en la dirección donde estaba la bata. Después, volvió a mirar a Carlos y a una indicación suya de asentimiento, cogió aire y se levantó a por el cinturón y se lo entregó a Carlos.

  • Has sido atada alguna vez, Ady?.

  • No.

Carlos ataba las muñecas juntas a su espalda, sin que Ady dijese algo en contra o posiera resistencia alguna.

  • Te molesta que te ate, las manos a la espalda, amor?.

  • No, Carlos, no me molesta aunque me siento un poco rara, la verdad.

  • Bien, ahora monta a caballo sobre mí. Voy a mortificarte las tetas, los costados y otras zonas. A ver hasta dónde aguantas.

Ady, se puso de rodillas a ambos lados del cuerpo de Carlos y aguardó a que él, la acariciara y la pellizcara. Le gustaba verle también así, aunque se sentía muy extraña de no poder hacer nada.

Carlos, comenzó con caricias en sus tetas, hasta que Ady comenzó a jadear. Poco a poco, pasó a retorcerla los dos pezones a la vez. Algunas veces muy fuerte y salvajes. Ady, a veces, movía sus brazos cómo intentando eludirse de las sensaciones, pero Carlos atento y vigilante, la retorcía con mayor rigor acto seguido y mientras Ady, se retorcía de dolor y algunos gestos indicaban lo que sentía, Carlos la pellizcaba en zonas sensibles, hasta que exclamaba de dolor ella.

Después de unos interminables 10 minutos, Carlos la atrajo hacia sí y la abrazó besándola. Ady, quedó sobre él, sin poder hacer nada con sus manos y dejándose besar y besando del mejor modo que podía.

  • Ady, qué tal lo has vivido?.

  • Ufffffff, ha sido algo extraño, amor. Aún me siento extrañada de seguir atada sobre tí, pero no me ha molestado estar así, sí es a lo que te refieres.

  • Buena chica..........mmmmmmm. A partir de ahora, me dejarás atarte sin pedirte permiso, previamente?.

  • Claro que sí, mi amor. Me gusta sentirme tuya.

  • Estupendo. Es la hora de la ducha y después almuerzo a lo bestia.

Carlos, la desató las muñecas y Ady le ayudó a incorporarse. Una vez en pie los dos, Carlos tuvo que apoyarse en ella, porque apenas podía caminar del dolor en sus partes sexuales. Llegaron hasta la ducha y Ady se encargó de regular la temperatura, mientras Carlos se recuperaba un poco más de sus sensaciones de dolor.

Ady se encargó de lavar el pelo y el cuerpo de Carlos, mientras él se sujetaba en los hombros de ella, agradeciendo la suavidad con la que le bañaba Ady. Carlos, sin poder contenerse más, orinó sobre el cuerpo de ella, mientras era enjabonado en la espalda. Ady sintió el chorro de orina caliente, pero no dijo nada y siguió enjabonándole con mucho mimo.

Carlos, cogió otra esponja y comenzó a lavar el cuerpo de Ady, pero la hizo orinar, mientras le lavaba el pelo.

Ady, sintió algo que la impedía mear así delante de él, pero al final su vejiga, tomó la decisión por libre y liberó líquidos residuales. Así, los dos estaban iguales y ya no cabía lugar para posibles rechazos o recriminaciones.

Terminaron de ducharse, compartiendo la alcachofa de la ducha, hasta quedar chorreantes, pero limpios completamente, entre risas.

Se secaron el uno al otro y cada uno secó su propio cabello, para salir después a la cocina y preparar cosas para almorzar.

Cocinaron algunas cosas con el microondas y se dispusieron a dar buena cuenta de los suculentos y necesitados alimentos. Ambos, estaban desnudos y frescos, en aquel día caluroso que había amanecido.

Cuándo ya estaban en el café, acompañado de tostadas recién hechas, con mantequilla y mermelada, Carlos hizo un comentario mirando a Ady, mientras ésta se afanaba por untar la mantequilla en la tostada.

  • Ady, te has sentido mal, cuando te até las manos detrás?.

  • No, ya te lo dije. Sólo me sentí un poco rara, pero no me disgustó.

  • Y sí te las atara ahora mismo?.

  • No me molestaría, siempre que terminases de untar tú, la mantequilla, pringarla de mermelada y dármela a comer con el café. Esta mantequilla no se lleva bien con esta tostada.

  • Jajajajajaja. Eso está hecho mi amor. Ve a por el cinturón de la bata y lo demás corre de mi cuenta.

Ady, se quedó un poco confusa, pero le tendió la tostada y el cuchillo y se levantó a por el cinturón. Lo llevó hasta él y se puso de espaldas con las muñecas juntas detrás para que la atase.

Carlos, dejó la tostada y la ató las manos juntas. Acercó una silla a su izquierda y la indicó que se sentase.

Ady, quedó a la espera de recibir nuevo alimento, esta vez de la mano de su amor, sin embargo se sentía bien así. Sentía un morbo especial, al estar atada. Era una sensación nueva, que jamás había conocido, pero que no la desagradaba en absoluto.

Ady, se dejó alimentar en la fase final por las manos hábiles de Carlos, que la daba a morder la tostada untada y mojada en el café con leche. Claro que la pobre tenía numerosos churretes de no poderse adaptar bien, pero la gustaba y los dos se reían de lo mal que se comía así.

Cuando terminaron de desayunar, Ady le miró de un modo que Carlos supo que habría que poner tierra de por medio, porque la mirada lasciva de Ady anunciaba sexo total y no había tiempo.

  • Ady, sé en lo que estás pensando, pero creo que será mejor arreglarnos un poco e irnos a la nueva casa, para llegar antes de que comience a anochecer. Pero cuando estemos solos, estaremos juntitos de nuevo.

  • Vale Carlos. Ahora desátame que tengo que lavar mi tanga. No tengo ropa interior de repuesto. Y mi blusa estará un poco sudada también, pero no nos dará tiempo a lavarla y secarla. Qué me voy a poner?.

  • Algo inventaremos Ady, pero yo puedo lavar tu tanguita, si no te importa estar así, atada. Además te lavaré la boca y las tetas de los churretes. Sí no te importa, claro. Es que me gusta verte desnuda y atadita, junto a mí.

  • Bueno, me dejaré. A mí también me produce un cierto morbo, estar así junto a tí, la verdad.

Carlos sonrió y le dió un pellizco en una teta, mientras Ady intentaba rehuirle, pero no rechistó y dejó sus tetas cerca de las manos de él, pues la encantaba sentirse así, aunque la pellizcara.

Ady, se sentía excitada de verse atada e indefensa. A veces sentía que sus flujos se anunciaban, aunque intentaba reprimirlos de algún modo, para que Carlos no se diese cuenta.

Mientras veía cómo Carlos lavaba su tanga, pensaba en si la gustaría ser maltratada por él. Se sentía extraña, sólo de imaginarlo, pero el caso es que se sentía muy bien estando desnuda e indefensa. Y agradecía cada pellizco que le propinaba Carlos, quién sabía que a ella no le desagradaban.

Carlos terminó de lavar la tanga y procedió al secado de la misma con el secador de pelo.

  • Ady en un minuto, la tendrás sequita. Después te lavaré a tí y te secaré. Y además he pensado el vestido que vas a llevar.

  • Anda, tienes vestidos de chica aquí?.

  • No exactamente, pero creo que te sentará lo que he pensado, de maravilla.

  • Bueno, lávame ya, que me tienes en ascuas.

  • Jajajajaja.......Tranquila, amor, que creo que te gustará. Ahora a adecentar este cuerpito y carita churretosa. Te gustó qué te diera de desayunar, atadita y desnuda?.

  • Me encantó, Carlos. Lo repetirás alguna vez más?.

  • Será un honor, mi amor.

Y ya sin más palabras, Carlos se armó de toalla mojada en agua caliente y comenzó a restregar su boca, barbilla...para ir descendiendo por todo el cuerpo, hasta dejarla limpita, mientras Ady se dejaba hacer, encantada. Después la secó con suavidad y pasó a la parte de lavarla los dientes. Tarea nada fácil para él.

Ady sintió alguna arcada, por el cepillo cuando se salía de sus dientes y muelas y se acercaba a su garganta, pero acostumbrada a mantener pollas vivas, supo contenerse.

Cuándo terminó de enjuagarse, Carlos la limpió los labios con una toalla y Ady le sonrió agradecida.

  • Ady, estás limpita y maravillosa. Te desataré y nos vamos a buscar el vestido que se me ha ocurrido hace un rato. Te parece?.

  • Claro que sí, Carlos. Me gustará que me vistas y desvistas, tú. Además me encantará ir vestida como tú me indiques, siempre y cuando la situación lo admita, vale?.

  • Vale, amor. Me gustará que vistas a mi gusto.

Carlos la desató las muñecas y Ady se puso su tanga rojo. Y pasaron de nuevo al dormitorio, para probarse el modelito que había ideado Carlos, para ella.

Ady, al ver que se trataba de una camiseta de deporte suya, sonrió disimuladamente y pensó que estaría ridícula con aquella cosa, pero no dijo nada y accedió a probársela delante de él.

A pesar de los pesares, la sentaba cómo un guante. Era de color azul y de algodón. La quedaba genial, llegándola hasta la mitad del muslo. Sólo había un inconveniente. Las sisas eran enormes y el escote, la cubría los pezones por un par de centímetros.

  • Carlos, me queda genial......pero, no voy un poco provocativa, con tanto escote?.

  • A mí, me parece que te queda ideal. Es verdad que tus pezones estan cerca del escote, pero a mí me encanta verte así. Y a mis amigos, creo que también. Es más diría que a alguno se les saldrán los ojos, al contemplarte.

  • A éso me refería Carlos. En cuánto haga un movimiento raro, un pezón aflorará. Y quedaré expuesta ante los demás. Y no deseo darte esa afrenta.

  • No te preocupes, amor. Con mis amigos, no tendrás problemas. Y sus mujeres, se suelen disparatar más de una vez. Ya las irás conociendo.

  • Bueno, si a tí te gusta verme y que me vean así, iré de esta guisa. Pero recuerda que pasado mañana es mi primer día de trabajo y deberé ponerme algo que no sea tan agresivo.

  • Ya resolveremos eso mañana en las tiendas de Xanadú. De momento, esta tarde irás así, salvo que digas lo contrario.

  • Vale, iré así. La verdad es que me siento bien con esto, tan pegado. Estaré bien, verdad?.

  • Genial y sublime, amor.

Ady sonrió, mientras se miraba y remiraba ante el espejo. Sintiéndose preciosa y atractiva.