Una chica muy especial (Libro 1º - Capítulo 06)

Ady, se encuentra con una nueva vivencia, entre el temor a lo desconocido y lo gratificante de sus fantasías. Ady, se siente fatal, pero no renunciará a conocer y vivir lo que se le presenta. Espero que os guste. Un beso. Sandra Raquel.

Una chica muy especial

Libro 1º - Capítulo 6º

Ady, nada más entrar, se sintió sobrecogida y se agarró un poco más al brazo de Arturo, mientras éste sonreía ante el nerviosismo de Ady.

  • No te asustes tanto Ady, no todos los elementos son para la iniciación, aunque después es fácil que desees conocerlos todos. Vayamos hasta el potro, es el más tradicional y te dará una idea de lo que se siente atada e indefensa.

Ady, asintió, sin saber muy bien sí deseaba probarlo o huir de aquel antro. Sin embargo, se dejó llevar pacíficamente hasta el potro. Cuando lo vió de cerca, sintió que le temblaban las piernas, por lo que se subió sobre el mismo, para disimular su nerviosismo.

Arturo, se encargó de posicionarla en el centro, para encadenar primero sus tobillos, separándola bastante las piernas. Y después ponerla una pulsera en cada muñeca.

  • Ahora tensaré un poco las cadenas. Dime cuando te sientes estirada.

Arturo, dió varias vueltas a la manivela del torno, que producía un clic muy seco en cada eslabón que pasaba, hasta que Ady anunció, que ya se sentía estirada y tensa.

  • Muy bien, estás estupenda así. Tu desnudez provoca sensaciones especiales para el torturador. Te encuentras mal en esta postura?.

  • Arturo, la verdad es que me siento bien. Sé que estoy desnuda, expuesta y desprotegida, pero me he calmado de mi ansiedad. Tú crees que será un mal síntoma?.

  • Ady, puede que tu mundo esté destinado a estos aparatos, aunque aún es pronto para confirmarlo. Me permitirías follarte en la boca, estando así atada?. O prefieres algo más lacerante?.

  • Te refieres a ser azotada?.

  • Sí.

  • Preferiría los azotes atada en otro lugar de la sala. Aquí me apetece más que me folles en la boca, lo deseo más.

  • Muy bien, así me gusta Ady. Al final te vas decidiendo a experimentar.

Ady, asintió y se preparó para recibir en la boca el pene fuerte de Arturo.

Arturo, retiró hacia el centro parte de la base del potro, hasta que la cabeza de Ady, quedó en el vacío. La cogió fuertemente de los pezones, al tiempo que colocaba su polla en la boca ya abierta de Ady.

Y se hundió suavemente en la misma, al tiempo que comenzaba a retorcer los pezones de ella, que ya no podía rechistar y menos escaparse de la presión de la polla en su boca.

Arturo, comenzó a balancear sus caderas, logrando que cada vez la polla se hundiera en la garganta de Ady. A veces la escuchaba toser, otras convulsionarse, pero él deseaba follarla violentamente y no le importaba para nada cómo se sintiera ella.

Ady, sentía naúseas y arcadas, pero lo soportaba cómo mejor podía, pues no había medio alguno de comunicarle que estaba mal o que la dejara respirar. Así, soportaba cada embestida de la polla, sin poder hacer otra cosa que dejarse llevar. Jamás se había sentido tan mal. Cuando, la retorcía los pezones, se sentía más liberada, pero sólo eran unos pocos instantes.

Ady se sentía axfisiarse, cuando oyó las voces de Carlos y Sandra, sin que Arturo dejara de violarla en la boca y hasta golpearla las tetas descaradamente.

Ady sabía que si deseaba pasar la prueba sufriría cruelmente en manos de Arturo, pero ya estaba decidida a soportar la prueba.

  • Vaya Arturo, veo que mi chica te tiene encandilado, verdad?.

  • Pués sí, Carlos, la verdad es que me la estaba follando por la boca, para respetar la vagina, que tienes que ser tú el primero en poseerla.

  • Gracias Arturo, eso lo arreglaremos ahora mismo. Pero déjala respirar o se te axfisiará.

Cuando Arturo se retiró de la boca de Ady, ésta tosió entre grandes estremecimientos y con sus ojos empapados en lágrimas.

  • Ady, te vamos a follar a dos bandas, estas preciosa. Sigue Arturo, que yo ya me encargo del coño de mi chica.

Sandra, que se había quedado abrazada a su marido, mortificó un poco los pezones de Ady, que se removía angustiada, mientras Arturo la seguía violando en la boca.

Carlos, corrió la tabla central del potro, hasta que las nalgas de Ady quedaron en el vacío y se hundió sin miramiento alguno, estre sus carnes tiernas.

Ady, creía volverse loca de la cantidad de sensaciones que recibía. Arturo la dejaba respirar de cuando en cuando, pero Sandra la pellizcaba los pezones y hasta pasaba sus uñas por la piel sensibilizada de Ady. Y para mayor alboroto, Carlos la follaba la vagina, cómo sí realmente deseara detrozársela.

Ady, ya se había corrido dos veces, sin que ellos hubiesen cesado en sus mordidas. Sandra por su parte, ya mordisqueaba literalmente los pezones de Ady, que se debatía entre el dolor, el placer y la angustia.

Cuando estallaron dentro de ella, se sintió renacer, aunque estaba extenuada y dolorida. Su respiración entrecortada y sus lágrimas mezcladas con el sudor de su cuerpo, la hacían parecer una demente.

Unos minutos después fue desatada por Arturo y mientras se incorporaba con grandes dolores y hasta calambres en sus brazos, sólo pudo constatar que Carlos y Sandra, abandonaban la estancia, dejándoles a solas.

No tuvo fuerzas de gritar que no se fueran. Y sus lágrimas volvieron a aflorar, para caer a borbotones sobre sus pechos, totalmente doloridos y enrojecidos por las manipulaciones de Sandra.

  • Puedes andar, Ady?.....Apóyate en mi hombro, para llegar hasta donde te voy a azotar. Lo deseas aún, verdad?.

Ady, asintió, pues no tenía fuerza en su garganta para decir una sola palabra. Y se ayudó del hombro de Arturo, para poder caminar unos pocos metros. Veía el lugar y las cadenas quietas, pendiendo del techo. Arturo, la había pasado el brazo derecho por su costado desnudo y la ayudaba a caminar.

Ady se dejaba llevar y cada pocos pasos, sentía que la circulación volvía a todo su cuerpo.

  • Venga Ady, ya casi estás lista. Ahora unos azotes, para reactivar ese cuerpo maravilloso que tienes. Te está gustando ésto, verdad?.

Ady, ni siquiera respondió, pero Arturo lo imaginó cómo un sí. Y prosiguió llevándola hasta debajo de las cadenas que esperaban para anclar sus muñecas.

Ady, se sentía extraña de ella misma, porque no hacía nada para rechazar un sufrimiento nuevo. Además, Arturo la hacía ser distinta. Miró las cadenas pendiendo del techo y cómo ya podía caminar, se instaló debajo de ellas y elevó sus brazos, para que Arturo la pusiera los grilletes en las muñecas.

Arturo engarzó cada una de las muñecas a sendas argollas y acto seguido, se dedicó a retorcerla los pezones, mientras la miraba a la cara, para ver los gestos y expresiones que hacía.

Ady se removía muy agitada, cuando el rigor en sus pezones era extremo, pero Arturo entonces aumentaba el tormento, en un pezón, mientras manoteaba fuerte la otra teta.

Ady, supo que no había salida y se dejó hacer, intentando transformar el dolor en placer, pero sus tetas estaban altamente doloridas y no lo logró.

Arturo, disfrutaba con cada lágrima de Ady. Las recogía de su rostro y se las hacía beber.

Ady, por su parte se dejaba hacer todo lo que Arturo decidiese, sintiéndose atemorizada, pero más serena al mismo tiempo. Le miraba, sin asustarse de nada de lo que pudiese ya, sucederla. Pensaba en cómo la trataría cuando se entregase para superar las pruebas. Incluso estaba ansiosa ya de empezar en sus sesiones. Aunque en esos instantes, deseaba sentir el rigor del látigo, al que tanto temor tenía.

Se animó un poco más, cuando vio que Arturo cogía un látigo de tiras y se acercaba a ella. Sintió que el corazón le latía más rápidamente. Sentía la necesidad imperiosa de sentir la caricia de los cueros en sus carnes tiernas y ya muy apaleadas.

Arturo, tensó un poco las cadenas, haciéndola mantener las piernas separadas mediante una barra entre sus tobillos. Ady se observó y supo que le gustaba un poco todo aquel teatro. Le gustaba estar desnuda y expuesta. Sólo le faltaba sentir los rigores de los latigazos, que ansiaba que empezaran ya, para saber si ese mundo la llegaría agradar o no.

Arturo se acercó hasta el frontal de Ady y la rozó la piel tensada con las tiras de cuero.

Ady jadeaba de placer con cada pasada de las tiras por su cuerpo desnudo. Y aguardaba ya impaciente ser azotada por Arturo. Estaba angustiada ya, por tanto retraso. Deseaba ardientemente sentir el contacto de los cueros. No entendía cómo Arturo, perdía tanto tiempo.

Ady estaba a punto de soltar un desabrupto, cuando sintió el trallazo en su espalda y se quedó cómo petrificada. Reaccionó, cuando el segundo latigazo la impactó en su costado derecho y algunas tiras, llegaban a una de sus tetas.

Se relajaba un poco, cuando un nuevo azote, la hirió el otro costado que la hizo resoplar y contornearse un poco más.

Arturo se situó frente a ella, para verla jadear y resoplar, al tiempo que le largaba dos trallazos cruzados sobre sus tetas, que bailaron, ante los resoplidos de Ady y sus convulsiones de dolor.

Dos nuevos latigazos a sus costados, la hicieron por fin gritar.

Y mientras se removía entre dolores y escozores, la puerta del sótano se abrió y entró alguien que ella no conocía.