Una chica especial

Iba caminando en la calle, con mi música en las orejas, bien entretenido aunque un poco incomodo por el calor de la calle. Mis lentes de sol esconden perfectamente mis ojos, con los cuales puedo mirar en toda privacidad todo lo que pasa a mí alrededor. Me gusta guardar mi privacidad.

Iba caminando en la calle, con mi música en las orejas, bien entretenido aunque un poco incomodo por el calor de la calle. Mis lentes de sol esconden perfectamente mis ojos, con los cuales puedo mirar en toda privacidad todo lo que pasa a mí alrededor. Me gusta guardar mi privacidad.

Llegando a la esquina, dando la vuelta hacia la izquierda para ir al banco y sacar dinero para aliviar mi vicio social (el chocolate), veo la mujer más hermosa que había visto en ese día, y pensándolo bien, en muchos años. Más pequeña que yo, pelo oscuro, ojos bellos, una cara hermosa que me cautivo desde los primeros segundos que la vi, además de unos senos que ella sabia que estaban bellos, pues tenia una blusa que dejaba ver lo esencial de ellos para que un hombre se vuelva loco. Mis sentidos fueron más que suficientemente excitados, tuve que mirarla al pasar... Y lo peor es que todavía no había terminado de mirarla.

Al pasar a mi lado, pude admirarla por detrás mientras volteaba la cabeza hacia mi, y mientras yo de manera muy obvia admiraba sus nalgas, grandes e invitantes. Llevaba una falda que se podría considerar pequeña, se notaba que a ella le gustaba excitar a los hombres pues no se puede decir que dicha falda era muy decente, solo lo suficiente, además con el calor que hacia, ¿quien podía decir que no era justo? Ella, mirándome con cara de odiosa, como si le molestara que la estuviera mirando, siguió caminando, claro sin dejar de mover su culo.

Sinceramente, verla me excito mucho y en un dos por tres había decidido hablarle. ¿Para que? No lo sé, mis razones no tenían meta en particular, pero es que estaba buena la muchacha.

Ella entro a una tienda de artículos de baño y yo la seguí. Me tomo algunos segundos decidirme, pero sabia que tenia que hablarle pronto si no se iría y no tendría más oportunidad de tener una cierta privacidad… entonces me lancé:

-Hola, le dije. ¿Cómo estas?

Ella me miro y me dijo:

-Hola, estoy bien ¿y tu?

-Bien, gracias… ¿cómo te llamas?, le pregunté nervioso.

Ella me miro con cara extraña y me dijo:

-Me llamo Carolina… ¿y tu?

-Marcos… ¿Qué edad tienes?, traté de encajar, para no dejar que la conversación su muriera.

-Tengo mas de 20, pero no te diré cuantos… oye, no quiero hacerte un desaire ni nada, pero te vi cuando me mirabas antes, no me molesta ni nada, pero quiero que sepas que tengo novio, y se que es lo que quieres lograr hablándome - me dijo desenvuelta.

-Bueno, muchas gracias por haber sido tan sincera, eso me gusta mucho, pero quiero que sepas que la razón por la cual te vine a ver es que realmente te vi muy bella, y... bueno, que la pases bien, buenas tardes.

Salí, lo más rápido posible, pero no sin antes mirarla a la cara y seguí caminando. Me puse mis lentes y mi música otra vez, y caminé hasta la esquina. Ya estaba decidido a olvidar esta historia, pero al querer cruzar sentí como una mano se posó sobre mi brazo y me detuvo.

Me di la vuelta y era ella. Me quité los lentes otra vez, y también mi música, y me quede mirándola ya con más falsa sorpresa que otra cosa.

¿Qué pasa?, le dije.

Perdón, es que

Mira, fuiste completamente clara conmigo. Si tienes razón, te hablé con ganas de enamorarte, pero nunca de molestarte, así que todo está bien, no te preocupes, no tienes porque disculparte.

Oyeme! Te gusta mucho hablar a ti, eh?

Me detuve… y la oí hablar como me pidió.

No quise ofenderte, perdón. Sí es verdad que tengo novio, pero no era razón para restregártelo así como lo hice, además pareces un chico bien, obviamente bien educado y bonito… me da curiosidad que era lo que ibas a decir luego que te dije que no te quería defraudar.

En el momento, ella me miraba con ojos un poco picaros, y me sentí un poco raro, pues la verdad es que era bella, pero no parecía ser de « ese » tipo de mujer. Pero, ¿y si lo era?

Quise borrar ese pensamiento de mi mente, y cuando volví a mi ella todavía me estaba mirando, aun mas picara, y con un pose típico de mujer casi provocativa.

Valla, ¿qué tenia que perder? Ya había ganado más de lo que pensaba ganar en ese momento.

Tome mi coraje a dos manos, y le dije:

Bueno, mira… te quería invitar a un café, o a algo, pero ya me dijiste que tenias novio, y no te puedo esconder que la razón por la cual te quería invitar es que eres bella, y además eres obviamente muy excitante… tienes muy bonito cuerpo.

¿Y solo para ver mi cuerpo me querías invitar? me dijo sonriendo.

Claro… a lo que veo, vale mas que la pena!

Se rió y me dijo su edad. Tenía 21 años. Yo le contesté que yo tenía 25. Duramos ahí hablando por un buen rato, de muy poca cosa, todavía estaba sorprendido que ella hubiera dejado de hacer lo que estaba haciendo, y que se dedicara a hablar conmigo. Pero sabía que tarde o temprano me iba a decir que se tenía que ir.

Oye, si no tienes nada que hacer, y creo que es obvio porque me estas hablando, si quieres te invito a mi casa y podemos discutir mas a gusto

Los cinco primeros segundos ella me miro, con cara de sorprendida y yo no comprendía, hasta que entendí lo que yo mismo acababa de decir. Le dije:

Perdona, no era mi intención ofenderte,

Se rió.

No hay problema… ¿vives lejos?

Me morí de la sorpresa, y resucité al mismo tiempo. La miré igual de sorprendido, y le dije que no muy lejos y que se podía caminar. Le pregunte que si estaba segura que quería venir conmigo.

Me miro y me dijo con una sonrisa: « ¿Qué? ¿Tienes la intención de violarme? ».

Le dije: Claro que no, y me respondió con un suspiro que no pude comprender de manera exacta. Realmente estaba sorprendido y el resto de el camino me la pasé tratando de dejarla caminar mas adelante de mi, para ver su hermoso trasero, y ella sonriendo a cada vez que yo la miraba con mas insistencia que lo normal casi todo el camino.

Le pregunté que si no le importaba a su novio que ella se viera con alguien, sola.

El también tiene amigas, yo puedo tener amigos… además no tiene porque saberlo.

La respuesta me satisfizo más de lo necesario. En poco más de cinco minutos llegamos a mi casa, la hice entrar a mi sala, y la despojé de su cartera y de los lentes que tenía puestos a la moda sobre su cabeza.

¿Qué quieres tomar? le pregunté. Si algo iba a pasar, quizás tendría más oportunidades si le daba alcohol

¿Tienes vino o algún jugo? A menos que tengas champagne

Me reí. « No, desgraciadamente, pero la próxima vez que te invite, lo tendré en cuenta ».

Me fui a la cocina, la deje examinando mi sala, y no podía quitarle los ojos de su hermoso trasero al caminar. Era lo más bello que había visto en mucho tiempo. Mi verga respondía al mínimo movimiento de su culo, y tuve que esforzarme para ir a servirle un vaso de jugo de quien sabe que sabor. En ese momento mi mente estaba en otro lugar.

Volví hacia ella, con su jugo y mi cerveza, y la invité a sentarse en el mueble. Hablamos durante un rato, pero mi mirada se desviaba muy seguido hacia sus senos, que parecían dos monumentos hechos para la admiración de los hombres, y me veía soñar con ellos.

Ella se dio cuenta, y me pregunto de manera desenvuelta:

¿Te gustan?

¿Que cosa?, dije sonrojado.

Ella se rió, y me dijo « No te hagas, sabes de lo que te hablo », mientras se bajaba un poco mas su blusa, mirándome a los ojos, y sonriendo levemente pero de manera muy picara. Ya en este punto no sabía que hacer, solo la miraba con ojos mas que envueltos en lujuria, y me atreví a extender mi mano hacia ellos. Los acaricié por encima de su blusa, y con un movimiento muy leve pude introducir mis manos entre sus piernas, y cuando me estaba preparando para besarla, fue cuando ella se paro.

Oye… perdón, pero no será así.

No comprendo… ¿qué paso? ¿Hice algo malo?

No… es que mira, vine para acá, pero sabes que tengo novio, y sinceramente me gustas mucho, pero se que no debería

Eres muy bella, le dije, y muy sexy, tu novio tiene mucha suerte de poder estar contigo. Eres el tipo de mujer por el cual pagaría para poder darle placer.

En ese momento, ella me miro, y me dijo simplemente: « ¿En verdad pagarías? »

Yo me sentí un poco avergonzado, pero le dije que si… aun no creyendo lo que estaba diciendo.

¿No te molestaría?

Discutamos, me dijo. ¿Qué deseas ver, qué es lo que quieres ver?

Eres muy ingrata en pedirme que es lo que quiero, cuando sabes perfectamente que es lo que deseo.

Mira… Te dejo hacer lo que quieras conmigo… pero tienes que pagarme ahora mismo. Te doy 10 segundos para decidirte.

En tres segundos mi decisión estuvo echa. « ¿Cuanto quieres? », le pregunté con nerviosismo.

Me hablo de un precio, pero yo estaba demasiado hipnotizado por su cuerpo y ya que había tenido la ocasión de probarla un poco, solo pensaba en comérmela entera. Tenía dificultad en creer que esto estaba pasando, así que no lo pensé dos veces. Quise aprovecharme de ella lo más rápido posible, total que era algo por lo cual iba a pagar y no quería gastar mucho tiempo en perder, justamente, el tiempo.

La tome de la mano, y la acosté en el mueble, y con destreza y rapidez le quite la blusa, pese a que tenia unos nervios increíbles. Sus senos quedaron frente a mi, protegidos solamente por su brasier, el cual quite con las mismas ansias. Finalmente con el pecho descubierto, me deleite de su sexual belleza, sus senos eran no solamente suficientemente grandes, pero también firmes pese al tamaño que tenían, y al acariciarlos mi cuerpo se estremeció, y no pude aguantarme las ganas de acariciar levemente, pero con destreza, su pezón derecho, mientras su otra teta se llevaba el tratamiento de mi lengua. Me lo comía con muchas ganas, y me aseguraba de morderle su pezón con mis dientes. Este respondía poniéndose más firme, me sorprendí al sentir sus manos sobre mi cabeza, y acariciarme. Le estaba gustando, aunque al final del acto ella seria pagada. Gemía, me acariciaba la cabeza, y trataba de quitarme mi camisa con insistencia. Es que era puta, pero sabia también como disfrutar, de toda evidencia.

Quite un poco la atención de su seno, para verle a la cara, y aprovechar para quitarme los pantalones. Sabia que no a todas las mujeres les gustaba eso que la iba a forzar a hacer, pero de todas maneras no era mi novia y no me iba a perder la ocasión de obligarla a hacerlo, pues de todas maneras ella seria pagada. Supongo que es lo bueno de cojerse a una puta.

Mámamelo, le dije

No quiero, me dijo.

No te pregunte si querías o no mamarmelo, perra. Te dije que me lo mamaras, y eso no es discutible.

Rápidamente me quite el bóxer, le agarré la cabeza, la forcé a agacharse y le metí mi verga mitad parada en la boca. Sentí un poco de resistencia pero rápidamente le agarre mas fuerte la cabeza y con autoridad le metía la verga en su boca, y comencé a darle con un movimiento de vaivén riquísimo. Ella se resistió poco tiempo pues luego de algunos segundos puso sus manos sobre mis nalgas y empezó a empujar mi verga más profundamente en su boca. Lo hacia de manera rica, veía como en su boca cojía mi verga y se deleitaba con ella, le pasaba la lengua por encima de mi ñema, y verla de senos desnudos mamando mi verga era un espectáculo que valía la pena ser visto. Ella me miraba algunas veces, con ojos de niña linda y con mi verga en su boca, lo que hacia que ella se viera aun más puta.

Vi como se comenzó a desabrochar su pantalón y metía su mano por dentro para alcanzar su vagina y acariciarse. Me estaba poniendo mal y ella lo podía sentir, pues mi verga se estaba poniendo más firme y mis movimientos más bruscos. En muy poco tiempo fui sintiendo como mi leche subía por el camino de mi verga, y no podía impedirle salir y cuando el momento llego agarre su cabeza con fuerza e introduje mi verga lo mas profundamente en su boca, y en el calor de ella mi verga escupió leche que ella como una puta había trabajado para tener en su boca.

Debí echarle por lo menos tres chorros y para mi gran sorpresa, ella después de recibir mi eyaculación en su boca y de tragársela, seguía mamando mi verga para recoger el resto de mi leche. Muy pocas veces me lo habían mamado, y pocas mas se la habían tragado, y la verdad que esta perra sabia lo que estaba haciendo.

La paré y la besé profundamente, beso que ella compartió conmigo y terminé de desnudarla por completo, mientras ella se quedaba quieta y me miraba. Descubrí su vagina, completamente rasurada, y mojada como nunca había visto una mujer. Sin pensarlo mucho la senté en el mueble, abriéndole las piernas lo mas posible, y pude ver como su coño se abría con deseo frente a mi, y sin pensarlo mucho la bese con deseo por encima de su sexo, sintiendo su vagina estremecerse al contacto de mi lengua y mojarse aun mas. Así abierta sobre mi mueble, gimiendo al sentir mi boca comerse su coño, comencé a acariciarme mi verga otra vez, pues su coño no solamente sabia rico, pero al probar su sabor intimo sentí lo caliente que era, y lo caliente que ella estaba. Me agarraba la cabeza, y la enterraba entre sus piernas, haciéndome ver que le encantaba que le chuparan su vagina. Moví mis manos hacia sus maravillosas nalgas, y las agarré, empujando mas su cintura hacia mi boca, sin parar de probar sus líquidos de amor, estaba lista para que la penetrara. Pero todavía no quería hacerlo; necesitaba oírla gritar como la puta que ella era.

La paré de espaldas a mí y la hice agachar y aprovechando que ella se dejaba hacer todo lo que yo decía me arrodillé delante de sus maravillosas nalgas y me aferré a meter mi lengua dentro de su culo dándome el gusto de cojerla como una perra y todavía acariciando su calido sexo. Así duré incalculables minutos, sintiendo como su sexo mojaba mi mano y como ella gemía al sentir mi lengua sobre su ano, el cual lamía con gusto y insistencia. Un instante después, sentí como su cuerpo se arqueaba y se estremecía, y sentí como su vagina se mojaba más y comprendí que acababa de venirse mientras la masturbaba.

Se quedo en esa posición un tiempo, recuperando.

¿Te gusto?

Me encanto, que rico se siente cuando me pasas la lengua por mi culito

Se ve que te gusta.

Me paré con mi verga lista para penetrarla y la pase por encima de su sexo, lo cual tuvo por efecto de ponérmela simplemente mas dura y vi como ella se movía para ofrecerme su sexo.

Por favor, dame verga… dame ñema, la quiero, me dijo.

Agarré su cintura, admirando su hermoso culo, y en un movimiento de sorpresa para ella, comencé a forzar mi verga dentro de su culo. Ella se resistió un poco, a lo cual respondí con agarrar su cintura y penetrarla mas fuerte. Me tomo un poco de tiempo, pero estaba decidido a romperle su culo, y no pare de penetrarla hasta que mi verga se hallo completamente dentro de ella. En jadeos y gemidos, ella me gritaba que le diera mas duro, que le gustaba, y que quería que le diera como a una puta. Nunca le había hecho esto a una mujer y debo de admitir que me estaba volviendo loco. La posición en la cual se veía a ella resultaba ponerme mas caliente y sentía que no podría resistir mucho, además les gemidos y los gritos de placer de la puta que se estaba dejando meter mi verga por su rico culo no hacían nada para aliviarme.

No podía dejar su sexo sin atención tampoco, me sorprendía yo mismo al saber que le hacia tantas cosas al mismo tiempo, y que ella disfrutaba de cada una de estas cosas.

Papi papi papi papi papi dámela coño dámela como a una puta me vengo no me aguanto dámela como a una perra!, me grito.

No perdí mucho tiempo en complacerla. Un chorro inmenso salio de mi verga, y al salir se introdujo en el estrecho espacio de su culo, y luego otro, y otro mas intenso, y mientras me venia vi como ella frotaba mas fuerte su rico coño, hasta venirse otra vez. Mi leche salía de su culo relleno y brotaba sobre sus piernas, una escena de película pornográfica que me encanto ver.

La acosté en el suelo, y me dijo que no podía mas, que necesitaba descansar, a lo cual respondí enterrando mi boca en su vagina y mamándola otra vez, haciendo que se mojara una vez mas y prepararla para penetrarla de nuevo, esta ves por su vagina, lo cual hice con un placer extremo, hasta que nos vinimos los dos juntos y nos dormimos en el suelo uno al lado de otro hasta que la noche llego. Cuando me desperté no estaba en la casa ya, solamente hallé un pedazo de papel donde había escrito : No me debes nada, el placer que me diste fue suficiente.