Una chica del montón (9)

Tino dejó de hacerle sexo oral a Noelia, y Benito la agarró y la apoyo en uno de los árboles del destartalado parque. Noelia, resignada, se dejó hacer. El viejo se bajó los pantalones, levantó a la lolita por sus nalgas con habilidad y mirándola a los ojos la penetró de una sola vez...

Carolina seguía encabronada por lo sucedido. Y ahora un poquito más. No había sido consciente hasta ahora de la mayor consecuencia, para ella, de haberse ido del bar de esa manera: no tenía chofer. Podría haber cogido el coche de su hermano, pero había un problema para ello: no tenía idea de conducir. Así que se encontraba sola, casi corriendo por las calles con un humor de perros total. Tardó un buen rato en llegar a casa. Se metió en la ducha y se puso a pensar en lo ocurrido.

La puta de Ana. Tantos planes para ella. Y al final... Y su lolita Noelia, tan cándida. En el fondo se arrepentía un poco de haberla violado de esa manera, pero necesitaba desahogarse y a fin de cuentas, pese a que le encantaba Noelia y su carita de niña... era un divertimento más solamente. Uno de muchos, solo que este no le pagaba, aunque a cambió se hubiera convertido en casi una esclava. Y la había violado de esa manera... Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sin darse cuenta se había comenzado a tocar recordando como penetraba violentamente con su arnés a su compañera de clase. Se siguió tocando bajo la ducha hasta que, en poco tiempo, llegó a un intensísimo orgasmo que la dejó echada sin fuerzas en la ducha. No se lo podía creer, se había corrido pensando en lo ocurrido. Eso decía demasiado de la pelirroja. Nada bueno.

Pero de nuevo una imagen llegó a su mente: Ana. Verla allí en esa sucia habitación follando con Benito... ¡con Benito! Solo recordar a ese viejo le provocaba arcadas. Pero ahora solo tenía cabeza para su compañera de clase. Tanto que había planeado. Tantas cosas con ella... Ahora lo tenía claro. Le gustaba. Le gustaba demasiado. Y si lo pensaba detenidamente, Carolina se daba cuenta que lo que le había pasado en aquel bar había sido culpa suya. Que si su hermano estaba en lo cierto, a la pobre morena de gafas la habían emborrachado y drogado para ponerla dócil por culpa de ella, de no haber sabido parar la situación a tiempo. Era todo culpa suya...

Pero el gran problema con Carolina es que no podía asumir las responsabilidades. Eso no iba con ella. Así que se dispuso a hacer lo que mejor sabía: buscó en su agenda y encontró un número de teléfono; el de un cliente suyo actor porno que sabía que estaba libre esos días. Y lo llamó. Media hora después un deportivo negro llegó a su casa y Carolina se metió en él, olvidándose de todo lo ocurrido en ese día en el bar...


Noelia se quedó dormida en la habitación, con Carlos. Este no se movió de su lado en ningún momento. Cuando se despertó y comenzó a abrir los ojos vio como el hermano de Carolina la tenía en sus brazos, y la acariciaba dulcemente. Y esas caricias le estaban encantando. Era la primera vez que la trataba así. De hecho, era la primera vez que alguien la trataba con dulzura de verdad. Sin saber por qué, lentamente levanto su cara, y acercando sus labios a los de Carlos, le besó.

El joven se quedó sin saber qué hacer, inmóvil. Ana se quedó un poco decepcionada, pero no dijo nada. Simplemente se levantó. En ese momento sintió un dolor agudo en su vagina y comenzó a recordar lo ocurrido: Carolina la había desvirgado a traición. Una punzada de odio recorrió su cuerpo al recordarlo. Pero se lo quitó de la cabeza. Aún intentaba buscarle una razón a lo ocurrido. Así que con dificultad se levantó de la cama. Miró su cuerpo, y vio los restos de la violación sufrida en su cuerpo. Como pudo se fue quitando con la sabana de la cama los restos de sangre de su cuerpo. Carlos la intentó ayudar pero ella se negó. Carlos se mantenía callado. Extrañamente callado para él. Luego se puso la ropa. Apenas era capaz así que el joven la ayudó a vestirse. Esta vez sí se dejó ayudar.

  • ¿Quieres que te lleve a algún sitio?

  • No, no hace falta - respondió Noelia. En el fondo si lo deseaba, no quería ir por las calles de ese barrio, sola. Para su sorpresa Carlos no cedió

  • Insisto. No te voy a dejar sola ahora. Te llevo a tu casa, luego si no quieres volver a vernos, lo comprenderé.

Noelia de nuevo no le dijo nada. Solo aceptó la invitación con un gesto y se dejó llevar hasta el coche.

El trayecto fue silencioso. Carlos no sabía que decir, y a Noelia no le apetecía escuchar nada. Solo llegar a casa.

  • Déjame aquí, no quiero que me vean llegar en coche - se paró en la esquina justo antes de llegar al edificio de la lolita. Se bajó del coche y le dio un beso en la mejilla a Carlos. No se dijeron nada. No hubo nada más. Solo ese beso. Carlos lo aceptó y arrancó el coche, yéndose de allí.

Noelia se dirigió a su casa. Pico en la puerta, porque se había dejado las llaves. En ese momento se dio cuenta de que la iban a ver con esa ropa puesta. De hecho, ¡ya le había visto de esas formas! Un mal presentimiento se instaló de golpe en su mente.

Y nada más ver la cara de su madre al abrir la puerta, sus peores temores se confirmaron. Las miraras que le echaban no eran las de una madre a una hija. Eran las que le echarían a un leproso. A Noelia le dolía en el alma ver esa mirada en su madre.

Peor fue con su padre

  • ¿De dónde vienes? ¿Por qué vienes vestida así? - la agarró del brazo con brusquedad. Noelia se quejó del dolor.

  • Es que tenía una fiesta - intento mentir. Pero su padre apenas la escuchaba, solo la miro de arriba abajo todo su cuerpo. Hasta que lo vio. En sus piernas, restos de sangre que no había podido quitar. Noelia se dio cuenta de que su padre había adivinado lo que había pasado e intentó explicarse. Un tortazo en la cara se lo impidió.

  • ¡Puta! ¡Maldita puta!

  • ¿Qué pasa cariño? Su madre entró en el salón. No se había atrevido a moverse de la entrada hasta ese momento.

  • Nuestra hija... - y agarrándola de nuevo le mostró a su madre su descubrimiento.

  • P-por favor... dejadme explicarlo - intento decir la lolita entre lágrimas - No fue culpa mía... me han violado

  • ¿Con esas ropas? Lo dudo mucho. Lo que me extraña es que no lo hayas hecho antes viendo lo que tenías escondido en tu habitación

  • ¿Habéis espiado mi armario?

  • ¿Esperabas menos después de lo sucedido? ¿De cómo saliste de casa como una buscona?

Su madre comenzó a llorar también. - La culpa es mía. Tendría que haberte vigilado más. Pero siempre ibas tan dulcemente vestida, y tus peluches... ¿Cómo podría yo saber que te habías convertido en una... en una

  • ¡En una puta! Una nueva bofetada voló a la cara de la lolita, y esta fue más fuete. Tanto que la hizo caer al suelo. Su padre la levantó de nuevo, sin compasión.

  • Puedes decirlo claramente sin miedo. Es una puta. Y nosotros no queremos una puta en esta casa.

  • No me puedes echar - intento responder

  • ¿Qué no? Y la agarró del brazo arrastrándola hasta la puerta y echándola mientras continuaba gritando.

  • ¡Vete! ¡No quiero putas en mi casa! -

Los vecinos se acercaron para ver lo que ocurría, y su madre comenzó a sollozar y a contarles lo sucedido. Noelia lo vio claro ese momento: la estaban convirtiendo en una paría. Aunque la aceptaran en casa, iba a ser la comidilla de todo el barrio, incluso seguro que del todo el colegio. La habían marcado de por vida. Sería una puta a imagen de todo el mundo. No podía... no  quería vivir en un ambiente así. Efectivamente: la habían echado de todas las maneras posibles.


Ana se despertó con una sensación extraña en su cuerpo. Aún estaba en un estado de semiinconsciencia. Cuando abrió los ojos solo podía ver imágenes borrosas de gente a su lado. Varias alrededor de ella, y una encima de ella, mientras sentía una sensación extraña en su entrepierna

  • ¿Qué hago aquí? ¿Qué me está pasando?

Para desgracia de la morena, Benito notó lo que estaba pasando con ella, y actuó con rapidez.

  • Tino, rápido, prepara otra raya. La anterior le está dejando de hacer efecto a nuestra putita.

Y de nuevo ocurrió. Ana aún estaba dócil y acepto sin problemas inhalar el polvo blanco que los viejos le ofrecieron. Mientras, uno tras uno iba pasando gente usando todos los orificios de la jovencita. Benito había perdido la cuenta. De uno en uno, uno por su boca y otro por su culo, doble penetración... Alguno había pasado ya dos veces, y varios se habían corrido en la cara de la morena, aunque al viejo mafioso lo que más vicio le daba ver era como se tragaba el semen... Le daban ganas de volver a catarla, pero no era de los que le gustara probar material tan usado. Se conformaba con haberse llevado su virginidad.

Carlos apareció justo en ese momento. Y vio el pervertido panorama.

  • ¿Qué le habéis hecho a esa chica?

  • Nada que no le guste ¿O no lo ves? - le respondió burlón mientras se oía como de nuevo Ana se ponía a gemir.

  • No me mientas Benito, se lo que ha pasado así que no me toques los cojones. Ha sido una violación en toda regla

  • Bueno no tan diferente de lo que ha hecho tu hermana con su otra amiguita en todo caso, o eso me han dicho. También he visto lo mucho que abrazabas a esa lolita ¿o también es tu amiguita? Además, olvídate del bar, ya te dije que te lo iba a comprar mañana.

  • Lo que Noelia sea para mí no es de tu incumbencia – Benito sonrió para sí; sabía su nombre, estaba claro que era algo más que amistad lo que sentía por esa pequeña putita -  Y respecto al bar... poco podrás comprar si sigue así la cosa. Se está haciendo una cola fuera impresionante, y por muy comprados que tengas a algunos policías, será muy difícil explicar la situación. Tenéis que acabar con esto ya

Benito se dio cuenta de que tenía razón. Como siempre - De acuerdo, acepto. Nos iremos con la música a otra parte. Alfredo, - llamó a su amigo – prepara el coche para llevar a nuestra putita fuera de aquí, nos iremos al descampado de las afueras. Avísales que si quieren seguir con la fiesta que todo el mundo vaya para allí.

  • ¿Pero qué dices? ¿Vas a llevártela?

  • Ahora es mi turno de exponerte la situación, muchacho. Por muy mayor de edad que sea, cuando mañana despierte ella será consciente de lo que pasó. Y no creo que se lo tome muy bien. Tú y yo sabemos que cuanto menos se sepa de esto mejor. Y la mejor manera es que me haga yo cargo de ella. Ya buscaré como deshacerme del problema...

  • No hablaras de...

  • ¿Me vienes con remilgos ahora? - se rió Benito burlón - pero no, no mato a nadie mientras tenga otras opciones o negocios posibles. En todo caso, cuanto menos sepas mejor ¿no crees?

Carlos se quedó en silencio. Benito lo tomo como un sí. Mientras, el gordo Alfredo levantaba a una de nuevo eufórica Ana y se la llevaba a cuestas.

  • Nooo, no quiero irme de aquí

  • Tranquila pequeña - dijo Benito - Solamente te vamos a llevar a otro sitio donde podamos estar tranquilos. Pero no dejaras de divertirte

  • Esooo divertirmeee - dijo Ana, totalmente colocada debido a la cocaína.

Mientras salían en dirección al coche, Benito vio, de lejos, otra figura que le resultaba familiar...

  • Chicos, id marchando. Yo os veo allí luego. Divertíos por mí

Y se fue en dirección a la figura. Si era quien él pensaba, la cosa se podía poner aún más interesante.


Noelia anduvo perdida un buen rato. Iba por la calle, llorando, sin saber qué hacer. ¿A quién acudir? ¿Carolina? ¿Carlos? Pocas más opciones tenía la verdad. Quizás Ana, pero no sabía dónde vivía. Además, la había rechazado meses atrás y desde entonces poco más sabia de ella...

Finalmente se decidió: Carlos. A fin de cuentas, era el único que la había tratado bien hasta ahora. Era su única opción. Se miró el bolsilló y suspiro de alivio; tenía dinero suficiente. Llamó a un taxi y le dio la dirección. Desgraciadamente para ella no tenía tanto dinero como ella pensaba, y cuando vio que el taxímetro llegaba inexorablemente al dinero que tenia se lo dijo al conductor que, malhumorado, se paró, la obligó a pagarle y la echó de malos modos.

Noelia se encontraba medio perdida, no sabía dónde estaba ni cómo llegar a su destino. Si se hubiera girado en ese momento a su derecha habría visto que a lo lejos estaba el bar de Carlos, pero no le dio tiempo. Unos tipos se habían acercado a ella, con pinta de no pretender nada bueno. Y ella estaba allí, indefensa. Los maleantes se acercaron a ella y le cerraron el paso.

  • ¿Dónde vas preciosa? No pretenderás irte sin hablar con nosotros.

  • Eso, una niñita como tú no debería estar aquí... - el truhan sacó una navaja del pantalón y se la acercó a la lolita - ... le puede pasar algo desagradable - Su amigo se acercó silenciosamente a la espalda y pegó su entrepierna al culo de la lolita

  • Será mejor que la dejéis. Está conmigo.

Noelia no reconoció la voz de quien hablaba, pero los maleantes sí  - ¡Benito! No lo sabíamos... ¿ahora te van las niñitas?

  • Me va lo que me da la gana. Y será mejor que os comportéis o no os llevo a que os folléis a una putita gratis.

  • ¿Gratis? Eso ya suena mejor Benito.

  • Me lo parecía. Venid conmigo. Tú También Noelia

La joven se sorprendió - ¿sabes mi nombre?

  • Por supuesto, tenemos una amiga en común: Carolina

Y se la llevo de la cintura, de manera firme. Noelia se alejaba, sin saberlo, del bar y de Carlos. No se atrevía a hacer nada para impedir que ese viejo se la llevara. Algo le decía que tendría más que perder que de ganar si no se dejaba hacer.

La llevaron un buen trecho, hasta un parque a las afueras del barrio. Era un lugar muy mal cuidado, en el que se veía con claridad que era caldo de prostitutas y drogadictos. A lo lejos, se distinguía un grupo de gente haciendo cola, y unos gemidos de placer se podían oír a lo lejos, al final de la cola. Cuando se acercaron por fin, Noelia no podía salir de su asombro: era Ana. Totalmente desnuda. Y encima de ella un mendigo penetrándola sin parar mientras otro tipo se la meneaba encima de sus pechos, buscando correrse en ellos. Detrás, una amplia cola de gente esperando su turno, alguno ya masturbándose de la impaciencia. Y lo más extraño de todo era la cara de placer que ponía su amiga. Parecía estar en otro lugar, con sonrisa bobalicona.

No le dio tiempo de ver mucho más, porque Benito, una vez hizo señas a su amigo Tino para que los siguiera se la llevó más allá, lejos de todo ese barullo, hasta quedar a solas.

  • Bueno pequeña, es hora de que lo pasemos bien.

  • N-No señor, yo no soy de esas...

  • Si lo eres, y si no lo vas a ser. Vamos, sabías perfectamente para que te llevara conmigo. Eres amiga de Carolina, y se lo que habéis hecho juntas, así que sabes de qué va esto. Aunque bueno, igual hablé muy rápido diciendo que eres amiga suya. Carolina no tiene amigos.

  • ¡Si tiene amigos! ¡Yo soy su amiga!

  • ¿Lo era hoy cuando te violo hace unas horas? - una punzada de dolor apareció de repente en la lolita. Mientras, el viejo aprovecho ese momento de debilidad para pasarle una mano por debajo de su top, acariciándole sus pechitos

  • No... Déjeme, por favor...

Benito se detubo – Ten esto claro... Carolina no tiene amigas. ¿Por qué te crees que te hizo eso, por ser su alma gemela? No pequeña, te violó y te dejó ahí tirada. Eres su juguete, pero lo ha roto. Seguro que eras una niña de papá siempre obediente, y ahora... apuesto lo que quieras a que hasta ya te echaron de casa, y no tienes donde ir ¿me equivoco?

Noelia no dijo nada.

  • Bueno, siempre puedes tener a Carlos - de nuevo el rostro de Noelia se sonrojó - él si siente algo por ti, y a mí me parece bien. Creo que eres perfecta para él.

Noelia sonrió encantada - ¿Entonces me dejarás ir?

  • Por supuesto... pero antes tienes que hacer algo por mí - Benito pasó su  mano por la pequeña otra vez, esta vez por sus piernas - Veras, me gusta mucho Carlos, pero no puedo dejar escapar a una niña como tú... bueno a no ser que tu amiga Carolina te salve.

Benito sacó el móvil del bolsillo de la lolita y marco un número de la pelirroja, y se lo devolvió.

  • Toma, no le digas que estás conmigo. Pero si la convences de que venga aquí a buscarte serás libre, si no...

Noelia agarró el móvil, nerviosa. Se oían los tonos, y, tras un buen rato, por fin lo descolgaron desde otro lado. Era la voz de Carolina, pero con un ronroneo y un tono que ella reconocía muy bien. Estaba gimiendo

  • ¿Quién coño eres?

  • Soy yo Carolina... Noelia

  • ¿Y por qué coño me llamas ahora, sigues enfadada por lo de antes?

Noelia se sintió traicionada por esas palabras ¿Pensaba que lo que le había hecho solo la iba enfadar un poco y todo sería como antes? Pero ahora no era el momento de pensar en eso, tenía que salir de su actual problema - Por favor, cariño... te necesito. Estoy en peligro, necesito que me vayas a buscar al parque de tu barrio.

  • ¿Cómo? ¿Me estás diciendo que vaya dónde? Lo siento, estoy muy ocupada... – en ese momento aumentó el tono de sus gemidos - Ooohh si cariño méteme el dedo así, ahora mismo estoy contigo – la pelirroja cambió su tono de voz a uno más enojado - Ya lo ves, ocupada. No sé qué haces allí, pero desde luego yo no te he obligado a ir allí, así qué búscate tu puta vida como yo lo hago. - Y la colgó.

Benito lentamente le quitó el teléfono de las manos a la pobre lolita. Mientras, Tino se acercaba a la joven, con cara libidinosa. Noelia miró suplicante al viejo mafioso

  • Por favor... déjame ir... por Carlos.

  • Sí... por Carlos. Solo por él vas a salir bien de esta, si no... Igual te encontraban en una cuneta mañana o te enviaba lejos, quizás a África a que te violen algún negro sidoso. Si no fuera por Carlos no tendrías la oportunidad de salir viva de esta. Pero me temo que aun así tengo que catarte...

  • ¿Carlos no es tu amigo? ¿Le vas a hacer eso?

  • Pues... sí. Verás, Carlos es como un hijo para mí, pero no es mi hijo de verdad. No tengo ninguna obligación real para con él. Pero le tengo mucho cariño, y le conozco muy bien y he visto en sus ojos como te mira. Está enamorado de ti. Y es una cosa rara en él, porque nunca le he visto enamorarse de nadie. Esa es una debilidad, y el destino me ha hecho que yo sea el que pueda aprovecharme de ella. Tranquila... a partir de ahora Carlos te va a cuidar, ya me encargaré de ello... pero a cambio tú me tienes que dar algo... y no me refiero a la follada que te voy a echar ahora...

El viejo y Tino le iban quitando la ropa a una Noelia que ya estaba resignada a lo que iba a ocurrir

  • ... Lo que quiero de ti es un heredero

Noelia no le dio tiempo a decir nada porque la habilidosa boca de Tino comenzó a jugar con su clítoris, provocándole un gemido no deseado.

-... Yo no quiero tener un bebe... Nooo aaaah, no lo quieroooo - Noelia no podía evitarlo pero el viejo estaba consiguiendo provocarle sensaciones de placer. Intentaba no excitarse, pero pese al miedo y al nerviosismo comenzó a mojarse.

  • Pues lo vas a tener, si quieres seguir con vida... y si quieres que Carlos siga con vida también tampoco se tiene que enterar. Y si lo haces bien... tendréis una vida plena juntos... con mi hijo en tus entrañas. A cambio te prometo que vivirás con Carlos feliz como una perdiz.

Tino dejó de hacerle sexo oral a Noelia, y Benito la agarró y la apoyo en uno de los árboles del destartalado parque. Noelia, resignada, se dejó hacer. El viejo se bajó los pantalones, levantó a la lolita por sus nalgas con habilidad y mirándola a los ojos la penetró de una sola vez. Noelia gritó de dolor. Estaba mojada, sí, pero sentía las heridas de su violación anterior. A Benito no le importaba demasiado, y continuo follándola sin compasión, sin dejar de mirarla a los ojos. La lolita no pudo mantenerla la vista y la bajo, avergonzada. El viejo, experto en lides amatorias, comenzó a besarle el cuello, a mordérselo, a cambiar el ritmo de las embestidas... Todo ello comenzó a excitar a la lolita, que finalmente se agarró al cuello del viejo y apretó sus piernecitas alrededor de la cintura del viejo, aceptando finalmente la cópula.

El viejo estaba en las nubes, y seguía penetrándola más a fondo, mientras Tino los veía a la vez que se masturbaba a su lado.

Benito se cansó de esa posición, así que bajo a la pequeña, la puso de espaldas a él, y apoyándola en el árbol en forma de L, la volvió a penetrar. Ahora ya la tenía en una situación perfecta para follarla más a fondo, y no lo desaprovecho. La lolita, ya sabiéndose incapaz de evitarlo, se dejó llevar, y comenzó a gemir con más fuerza, mientras sentía como esa gran polla entraba y salía de su agujerito sin cesar. El viejo, ya con las manos libres, aprovechó para sobarle sus pequeños pechitos, y apretarlos con dureza, sacando algún grito de dolor de la joven. Tras un buen rato de pollazos en el coño de la joven, Benito no pudo resistir más y, casi aplastándola contra el árbol, se corrió con abundancia llenando el útero de la lolita. Cerca, Tino ya se había corrido hacía un buen rato y miraba con lascivia el final de la cópula.

Una vez terminado todo Benito agarró la ropa de Noelia y se la tiró encima - Muy bien, has sido una buena chica. Ahora Tino te llevará a mi casa. Serás mi huésped durante un tiempo... hasta que me asegure de que llevas mi semilla. Y luego me encargaré de que te encuentres con tu amado. Ah, qué bonita historia de amor.

Noelia, no dijo nada. Sus lágrimas lo decían todo. No tenía escapatoria. Su única esperanza es que de verdad ese viejo cumpliera su palabra. Y ni eso sabía con seguridad.

Una vez Tino se llevó a Noelia, Benito se fue hasta donde estaba la otra compañera de Carolina: Ana. La chica seguía sin ser capaz de ser ella misma, aun embotada por la droga, y seguía siendo follada sin contemplaciones, esta vez por un nigeriano que la estaba enculando como si no hubiera un mañana. Por lo que Carlos le había contado sobre esa chica, pertenecía a una buena familia, así que había que tener mucho cuidado en lo que se iba a hacer. Pero de pronto recordó algo. O recordó a alguien. La persona perfecta para continuar con su particular castigo a Carolina. Agarró su teléfono e hizo una llamada.

  • Hola Vlad. Soy Benito, tengo una muchacha que te puede interesar para alguno de tus burdeles. Sí, es jovencita. Está un poco usada pero seguro que te va a encantar...

Cuando Carolina volvió a la escuela el lunes, para ella todo seguía igual. No era consciente de que nada grave hubiera ocurrido en realidad.

Había decidido que no quería saber nada de la puta de Ana. Aún drogada, para ella el haberse follado a esos viejos la convertía en una puta más, y no merecía su interés. En cuanto a Noelia... Bueno, pensaba guardarse su virginidad para otro momento, e incluso había pensado que podrían haber montado un trio con su hermano el día de su cumpleaños para desvirgarla los dos juntos. Pero bueno, ese día necesitaba desahogarse, y Noelia estaba allí, así que... ya se lo recompensaría de alguna manera.

Pero ese lunes Noelia no apareció. Ni tampoco Ana. Carolina se extrañó mucho. Pero lo dejo pasar. Y esperó al martes. Y ese día tampoco aparecieron. Y cuando el miércoles la policía apareció solicitando información sobre Ana, un escalofrió salió de su cuerpo. Además, habían rumores sobre que Noelia también había desaparecido, pero según parecía porque la había echado de casa porque sus padres habían descubierto que se prostituía. Carolina sabía la verdad, pero no se atrevía a decir nada, por miedo a que la relacionaran con las dos desaparecidas

Desaparecidas, las dos. Carolina por fin empezaba a ser consciente de que algo muy grave ocurría. Fue a hablar con Carlos, con quien, ahora que lo recordaba, llevaba varios días sin decirle una palabra. Pero quedó muy desconcertado y preocupado cuando se enteró de lo de Noelia. La última vez que la había visto había sido esa fatídica noche. Cuando le comento lo de Ana, sin embargo, parecía que Carlos sí sabía algo, pero no entraba en detalles. Solo le dijo una palabra: Benito

Cuando fue a verlo, furiosa, el viejo se negó a decirle nada al principio. Solo la miró y se puso a reír, divertido, hasta que por fin hablo.

  • Oh, Ana, esa es tu compañera de clase ¿no? Qué raro que te gustara una chica como esa, tan del montón. Pero debo de decirte que follaba muy bien. Le faltaba práctica, pero ya aprenderá. Seguro que donde esté aprenderá muy bien…

Benito le dijo esas palabras con la intención de provocarle dolor e impotencia a la pelirroja. Y vaya si lo consiguió. En ese preciso momento Carolina fue consciente, por fin, de que todo lo que había hecho, que todo lo ocurrido en el bar aquél día había traído consecuencias. Funestas consecuencias. Carlos no le hablaba, Noelia y Ana desaparecida. Y por primera vez en mucho tiempo, desde su violación, Carolina se sintió de nuevo desamparada.


NOTA: Todavía va a haber un capítulo más, en forma de epílogo. No va a ser muy largo, pero servirá para conocer un poquito mejor el destino de los personajes, y, quizás, preparar las cosas para una posible secuela. Quizás.