Una chica del montón (7)

Se acercó al mafioso, toqueteo su imponente polla, con deseo. Se la metió en la boca; quería probarlo, sentir su tacto. El viejo la acarició el pelo, y luego con sus dos manos la agarró de la cabecita y la hizo subir. No era su boca lo que quería llenar...

Ana se encontró rodeada por los cuatro viejos, completamente desnudos. Sus rabos la apuntaban directamente a ella, expectantes, y no podía evitar mirarlos con excitación. Estaba embobada, completamente desinhibida por la absenta. Disfrutaba de la visión de esos miembros viriles tan diferentes entre si. La de Ignacio era pequeñita, pero muy ancha. Todo lo contrario era la de Tino, largo como una banana, aunque a cambió muy delgadita. Y si la de Ignacio le parecía gruesa la de Alfredo parecía que era tan ancha como el culo de una botella. Era un mastodonte. Y lo peor es que no era solo ancha... definitivamente le recordaba a las de aquellas películas porno que había visto a escondidas.  Solo echarle más de un vistazo le daba escalofríos, pero ¿eran de Miedo? ¿o tal vez de placer? En su estado no era capaz de discernirlo. Pero la que le tenía embobada de verdad era la de Benito. A su étilico estado le parecía estar pensada para ella para ella: de una longitud muy apreciable, y ancha como un vaso de tuvo. Era grande, pero no monstruosa. Era... perfecta.

Así que era lógico que la primera polla a la que se pretendió acercarse era a la del jefe de esos viejos, pero Alfredo, impaciente, se adelantó a sus deseos y la agarro de la mano para colocarla en su venosa polla.

  • Venga putita, disfruta de un buen rabo de macho.

Ana quiso protestar pero en cuanto sintió el contacto en su mano del miembro del viejo gordo se olvidó de todo. Lo palpó, tocó las gruesas venas que se veía en ese monstruoso mastil, notando como corría la sangre por ellas. Ana lo sintió palpipar, y le maravillaba, no era capaz de dejar de acariciarlo. En ese momento notó como le agarraban la otra mano y se la ponían en otro pene, el de Tino. La joven se puso de rodillas, para estar más  gusto mientras disfrutaba de esos penes.

  • Venga zorrita, agárralo bien, hazme una buena paja.

Ana no comprendía muy bien del todo lo que esos viejos le pedían debido a su estado, así fue el propio viejo quien apretando su mano en la de la pequeña se comenzó a masturbar su pene con ella, haciendo que apretara su manita en este y moviéndolo de un lado a otro. Esta novedad le encantó a la morena, que pasó a hacer lo mismo con el rabo de Alfredo.

Benito, mientras, se acercó a la pequeña por detrás, y mientras le besaba el cuello le iba desabrochando el sujetador, dejando libres unos pechos que no eran los voluptuosos melones de Carolina, pero sí de un tamaño generoso para lo que aparentaban. Ana le devolvió el favor girando su cabecita y besándole en la boca, dulcemente.

Ignacio, el último de los viejos, no perdía el tiempo y hacía lo mismo con el tanguita de la pequeña. Solo que él no era tan cuidadoso como su jefe y se lo rompió sin remordimiento alguno. Ana protestó levemente, pero pronto dejó de hacerlo cuando comenzó a sentir como los dedos gruesos del viejo comenzaron a introducirse en su coño, que ya llevaba un buen rato mojado.

La situación era dantesca. Una joven, inocente, totalmente desnuda excepto por sus gafas de pasta que Benito se negaba a quitarle porque le daban mucho morbo. Agarrando con ganas dos viejos penes llenos de restos de meados, grasa y a saber que más, y siendo besada y manoseada por otros dos viejos.

Se sentía en la gloria. Pero quería más. Y Benito lo sabía.

  • Pequeña, le dijo entre beso y beso - ¿no te apetece hacer algo más que tocar esas pollas?

Ana al principio no era capaz de procesar la información con rapidez, pero en cuanto la información llegó a su cerebro, volvió la vista a los penes, y, sin saber por qué, se relamió. Benito casi se corre allí mismo al ver esa imagen.

  • Venga pequeña, acércate a ellos, no te van a morder.

Y Alfredo, de nuevo, tomó la iniciativa. Se agarró su miembro y lo acerco a la boca de la chica. Benito hizo una seña a su su gordo compañero, como advirtiéndole: era mejor dejar que ella se dejara llevar.

Pero Benito no tenía razón para preocuparse, porque la joven se acercó al inmenso pene del viejo a la boca sin apenas tener que obligarla. Sin embargo, llegado el momento Ana no sabía que hacer.

  • Vamos, bésalo ¿A qué esperas? - le insto Benito - y la joven obedeció.

Comenzó a besarlo. Definitivamente tenía un sabor raro, a meados y a no haberse lavado en mucho tiempo. Pero poco le importaba eso en su estado de calentura actual. Solo se dedicaba a hacer lo que le ordenaron, besarlo. Primero con timidez, pero pronto comenzó a hacerlo con intensidad, fruto de la inmensa calentura que sentía. Comenzaba por el glande, y rapidamente pasaba al tronco... y por fin, con curiosidad besarle los grandes testiculos llenos de amor del viejo gordo. No paso mucho tiempo antes de que la curiosidad  pudiera con ella y abriera su boquita, intentando meterse ese miembro monstruoso en su boca. Y, tras un rato de intentos infructuosos, y no sin dificultad consiguió su objetivo. Se había introducido medio pene en la boca. Su primera polla en su boquita.

  • Como si fuera un chupachups pequeña - le dijo Benito. Y la joven le obedeció. Comenzó a chuparlo. Su primera mamada. Y la estaba disfrutando. Sentir la polla en su boca, chupar ese miembro y pasar su lengua por él.. Todo ese tiempo perdido y ahora lo podía disfrutar tranquilamente. O hubiera podido si hubiera sido a Benito al que se la estuviera mamando. Pero Alfredo era un tipo impaciente, aparte de un misogino al que le gustaba maltratar a las mujeres con las que follaba, así que la agarro del pelo y le metió su pene, de golpe, hasta el fondo de su garganta. La pequeña, asustada, se quedó sin respiración al sentir como ese monstruoso miembro ocupaba cada centímetro de su boca impidiendo pasar el aire.

Alfredo ya no podía esperar más, el viejo gordo comenzó a follarle la boquita a la niña sin piedad. Su primera virginidad perdida. Le bombeaba sin piedad la boca, imaginándose que era su coño el que estaba destrozando a pingazos. Ana no era capaz de protestar, apenas podía hacer otra cosa que mover sus manitas arriba y abajo en señal de sofoco. Por fin, se concentró en respirar con su naricita poco a poco, consiguiendo tranquilizarse un poco una vez que comenzó a respirar de nuevo, aunque fuera con dificultad. En ese momento de nuevo su cuerpo y su mente volvieron a su anterior estado de excitación, y comenzó a disfrutarlo a pesar de la situación.

Los otros viejos no perdieron el tiempo. Benito comenzó a acariciar y a garrar sus pechos, para luego comenzar a chuparlos. Le mordía los pezones, que era lo que más le encantaba hacer. Le besaba uno y mientras le pellizcaba el otro, haciendo que sus pechos adquirieran dureza y excitara aún más a la jovencita que solo de sentir esa sensación, aumentada por la absenta, casi se corre del gusto. Mientras, Ignacio y Tino hicieron que de nuevo la jovencita, con sus manos, agarrara sus respectivos penes.

Alfredo bufaba como un toro enfurecido. La situación le excitaba al límite. Tanto placer sentía que consiguió ser superior a él y comenzó a anunciar su corrida entre tremendos bufidos. Ana, aterrorizada, sintió como de repente el pene del viejo comenzaba  temblar y a moverse frenéticamente en su boca. Sabía lo que llegaba, así que dejó de menearla a los dos viejos e intento empujar al viejo Alfredo para que sacara el ese misil a punto de explotar de su boca. Fue imposible. El viejo, con un grito de placer se corrió copiosamente. Litros de esperma salieron de su polla y fueron directamente a la garganta de la joven. Ana tragaba todo lo que podía pero era demasiado, y las náuseas aparecieron. Para su fortuna Alfredo decidió salirse en ese momento de su boquita, liberándola de aquella tremenda manguera de esperma.

Nada más salirse, la joven comenzó a toser y vomitar los restos de semen que no se había tragado. La dejaron  unos instantes, pero no demasiado; los demás estaban impacientes. Pero Alfredo, como siempre, era el que mas. Además, no había terminado con ella, y agarrándola del cabello la acercó de nuevo a su pene.

  • Vamos puta, límpiamelo, que quede reluciente.

  • Vamos Alfredito - rio Benito, deja a la pobre. ¿No ves que casi la asfixias?

  • Me da igual, me la tiene que limpiar, sabes que se lo exijo a todas las putillas - le respondió mientras obligaba a la joven a lamer su pene - Venga, puta, límpiame los huevos, que los has dejado perdidos - Ana obedeció, y, volviendo a ponerse de rodillas, empezó a chupar los testículos de su gordo amante, Pasando su lengua desde el tallo del pene hasta cerca del agujero del ano del viejo gordo, dejando todo su escroto, poco a poco, limpio completamente del pegajoso líquido.

Benito suspiró. Cuando el gordo se ponía así no había quien razonara con él

  • De acuerdo. Pero, Tino, haz que la niña disfrute un poquito mientras.

Ana apenas oyó las palabras de Benito, pero si sintió una punzada de placer cuando algo húmedo se introducía en su coño. Era la lengua de Tino, el desdentado que, a falta de dientes, lo compensaba con una lengua larga y habilidosa, y que se introdujo por el virgen agujerito. El viejo se había colocado entre las piernas de la jovencita, y en esa posición metía su larga lengua en el coño de la pequeña. Pronto localizo el pequeño clítoris de la chiquilla, y comenzó a chuparlo con ganas, provocando sensaciones nunca sentidas por Ana. Mientras, introducirá sus dedos en la mojada vagina, sin llegar a rozar el himen de la pequeña, metiéndolos y sacándolos con maestría. Afortunadamente para ella, Alfredo se aburrió rápidamente de la limpieza de sable y se fue de allí, porque el placer que sentía en ese momento llegaba a un punto en que ya no era capaz de hacer otra cosa que dejarse llevar por el placer. Y finalmente se corrió. No soltó gemido ni grito alguno. No era capaz. Era algo que nunca había sentido. Se había corrido otras veces, sí, pero ni punto de comparación con lo que había sentido en ese momento.


Carolina miraba con satisfacción como el rubio cantante se acercaba con su polla al culito de su lolita. Noelia no perdía el tiempo, y se abría con las manos su agujerito posterior esperando el rabo de su artista favorito. Y este no la decepcionó, y de un golpe firme la penetró completamente

  • Joder, que abierta estás para el culo tan pequeño que tienes – dijo con su voz aguda

  • Ahhh, es todo tuyo mi amor, siiii

Los dos jóvenes estaban concentrados en su labor amatoria. Tanto que no se dieron cuenta cuando Carolina se colocó su arnés favorito y, traviesa, se colocó detrás del cantante

El chico sintió de pronto que algo intentaba entrar por su trasero. Se giró y vio a la pervertida peligrosa detrás suyo, con un cinturón con un inmenso pene de plástico entre sus piernas, y que intentaba introducir dentro suyo

  • ¿Estás loca? ¿qué haces¿

  • Calla y disfruta, nenaza – y por fin se lo consiguió meter dentro

El chico aulló de dolor, pero al poco tiempo comenzó a aceptar lo que pasaba. Y para su horror, ¡le estaba gustando!

Carolina sonreía con satisfacción – “sabía que a este le gustaba rabo, lo sabía”.


  • ¿Te ha gustado bonita? - oyó la voz de Tino. Ana no pudo evitar mover su cabecita, inconscientemente, de arriba abajo, como respuesta.

Pues ahora toca el plato gordo – la morena se giró; era la voz de Benito. Se encontraba en la cama, sentado en el borde, con ese gran y hermoso pene (según como lo veia ella) apuntando al cielo. Lo miró a los ojos. Sabía lo que el viejo quería. La preciada virginidad de su coñito.

  • Vamos, deja de mirarlo ¿le tienes miedo?

  • No - respondió decidida. Se dirigió gateando hacia Benito, que no pudo de evitar sonreír de satisfacción. Se acercó al mafioso, toqueteo su imponente polla, con deseo. Se la metió en la boca; quería probarlo, sentir su tacto. El viejo la acarició el pelo, y luego con sus dos manos la agarró de la cabecita y la hizo subir. No era su boca lo que quería llenar. Ana aceptó sumisa. Se levantó y acercando su boca a la suya lo besó mientras lentamente se sentaba encima de Benito. La polla del viejo quedó atrapada entre las piernas de la jovencita, sin llegar a penetrarla. Ana no paraba de devorar su boca, y Benito aprovechó para jugar con sus pechos con sus manos y y de chupar y comerse los pezones de la morena. Le cautivaban profundamente esas aureolas marrones que adornaban los pechos de la joven virginal. Ana estaba de nuevo caliente, a pesar del reciente orgasmo. Quería más. Benito lo sabía, así que la agarró de las nalgas y la levantó levemente, lo justo para que su pene se colocará en el agujerito virginal de la morena.

Ana lo sintió. Sintió como ese miembro viril rozaba su vagina, como se introducía levemente en ella. Lo sentía todo él, jugueteando en su entrada. Deseaba que ese momento llegara, pero el viejo parecía no estar de acuerdo y jugueteaba haciendo entrar y salir la cabeza de su pene de su coñito, y luego paseándolo alrededor.

  • ¡Vamos! ¡Fóllame ya! - el viejo se sorprendió al oír esas palabras llenas de excitación de la muchacha, tanto que sus manos resbalaron de sus nalgas, y su miembro bajó de golpe atravesando el himen de la jovencita de cuajo, terminando de manera brutal con su virginidad.

Carolina oyó un grito en la habitación de al lado, le sonaba familiar... no, no podía ser

En ese momento oyó otro grito ensordecedor, pero de placer. Era el del joven cantante, que finalmente había aceptado que gozaba con lo que Carolina le estaba haciendo. El recibir esos pollazos del pene de plástico de la pelirroja a la vez que enculaba a Noelia fueron demasiado para él, recibiendo la lolita descargas de semen que llenaron su intestino. Carolina sonrió de satisfacción y se olvidó del otro grito. Ahora le tocaba a ella correrse, así que se quitó el arnés y se dispuso a ir en busca de la boquita de su lolita para que terminase el trabajo.


A Benito apenas le dio tiempo a taparle la boca a la pequeña. Le mantuvo tapada un buen rato hasta que por fin sintió que dejaba de gritar y se calmaba. Los demás estaban quietos, asustados. Pero esa sensación pasó pronto. No es que no hubieran violado a otras vírgenes anteriormente y las hubiera oído gritar de dolor al perder su virgo, pero el hecho que hubiera sido tan inesperado les había turbado. Pero Benito no era de los que se quedaban quietos por mucho rato. Sin perder tiempo, volvió a agarrar a Ana de sus glúteos y comenzó a subirla y bajarla lentamente de su polla, haciendo que el coñito de la pequeña se acostumbrara al grosor esta.

  • No... para, ¡me duele! Por favor... - Ana protestaba inútilmente al viejo. Le dolía horrores, y las embestidas del viejo mafioso no ayudaban. Además, sentía como le goteaba sangre, señal inequívoca de que había dejado de ser señorita y se había convertido en una putita más. Pero los quejidos y la sensación de dolor fueron pasando poco a poco para dejar paso solo a placer. Placer inmenso y sin límites. Pronto dejaron de oirse quejas de su boca para salir solo gemidos de satisfacción.

  • ¡Aaaaahhh! ¡Siii, así! ¡Dios, me encanta! Metemela más por favor, mas hondo – Ana no podía evitar dejar de gritar y de pedir más. Se sentía llena, como si ese pene en su interior la completase como mujer. Era el extasis

Loa viejos sonrieron, la chica estaba totalmente metida en el disfrute. Benito dio una señal a Ignacio. Este sabía que tocaba. Se dirigió a la cama y se puso de pie en ella, directamente en frente de Ana, con su polla apuntando a su boquita.

  • Venga putilla, chupa con ganas.

Ana no le hizo esperar. Con su mano se acercó el gordo miembro del viejo y se lo metió en la boca, chupándolo con ganas. Su tercera polla en la boca del día. 18 años sin ninguna y ahora ¡tres nada menos!

Ignacio, al igual que hizo Alfredo la vez anterior, también la agarró del pelo. Pero él era más cuidadoso, no le gustaba, como a su amigo, follar la boca de sus amantes, pero si le encantaba tener el control de la mamada, y la iba dirigiendo a su gusto. De vez en cuando bombeando, pero sin brusquedad. Otras veces le dejaba introducida la polla en la boca un buen rato. otras veces dejaba a la muchacha a su aire para que lamiese y chupara el miembro y sus huevos a su ritmo... Ana se dejaba llevar gustosa. Estaba disfrutando mucho más esa mamada.

Pero de pronto sintió algo detrás suyo. Algo duro que intentaba hacerse paso en su culito. Ella no sabía que era pero pronto lo supuso: era el viejo restante. Intentó quejarse, inútilmente, sin resultados. Cuando sintió como la polla de Tino se introducía por fin en su culito entendió por fin porque Benito había mandado a su Ignacio taparle la boca con su polla: para que no gritara de nuevo cuando le quitaran la última virginidad que le quedaba. Su ya no virginal ano.

Pero a Ana en ese momento ya no le importaba. Al contrario, estaba encantada. Era lo que siempre había deseado. Tener una experiencia como esa. Y a esos viejos en ese momento los veía como unos dioses bajados del cielo para satisfacerla. Era el afrodisiaco el que hablaba, en su mayoría, pero también todos sus deseos ocultos que se había guardado en su vida y que ahora salían a la luz de golpe. Era un cambio brutal en la vida de la jovencita. Ya nada sería como antes.


Carolina, se corrió, finalmente, despues de que Noelia le hubiera comido el coño casi a la fuerza. La pequeña apenas tenía fuerzas, pero aún así, había obedecido a su amante, e hizo un buen trabajo. Tenía que admitirlo: la lolita había aprendido muy bien a usar la lengua.

Así que fue el momento de dejar a los dos jóvenes, extenuados, en la cama, y salir a fumar otro cigarrillo. Cuando salió vio algo extraño. Había un grupo de gente que estaban cuchicheando frente a la puerta de al lado. Clientes habituales, de los que de vez en cuando quedaban allí antes de irse al parque de putas.

  • ¿Qué coño hacéis aquí? Está prohibido subir - dijo con su habitual tacto Carolina. En ese momento la pelirroja se dio cuenta de que se encontraba desnuda delante de ellos. Bueno, qué más daba, que disfrutaran la vista, no podrían hacer nada más.

  • Joder Carolina - dijo uno de los tipos mientras babeaba mirando el cuerpo escultural de la joven propietaria - Es que algo pasó ahí dentro. Oímos un grito brutal. Parecía que habían matado a alguien. Y claro tuvimos que subir. Pero ahora apenas se oye nada...

-  "Claro" - pensó Carolina para ella - "como que está hecho para eso zopenco, para que no se oiga nada" - Pero ella también recordaba ese grito. Y un mal presentimiento pasó por la cabeza de Carolina. Afortunadamente, tenía una copia de las llaves de todas las habitaciones guardadas en la suya, por ser copropietaria del local, así que fue a por ellas y se dispuso a abrir la puerta.

Cuando la abrió el mundo se le cayó a sus pies.

Allí estaba Ana. Su compañera de clase. La mosquita muerta. La chica que le gustaba, pese a que no lo quisiera admitir. La chica a la que soñaba con hacer suya. Follando. Follando como una puta cualquiera. Haciendo un sándwich con dos viejos mientras un tercero le follaba la boca. Gimiendo como una cualquiera

  • ¡Más, por favor, más, sigue así, ME CORROOOOOOO! – gritó Ana de repente, en  un momento en que se sacó la polla de la boca. Y mientras gritaba y movía su cuerpo como si una corriente eléctrica le pasara por dentro, agarró del cuello a Benito (¡al hijo de puta de Benito nada menos!) y lo besó. Conscientemente. Apasionadamente. En ese momento el que gritó que se venía fue Ignacio. y la morena no tuvo reparos en girarse hacia él y dejar que se corriera en ella. El primer chorro en su rostro, llenándolo entero de semen, y luego agarrando el pene y metiéndoselo en la boca para tragarse el resto de descargas.

Continuara...